Lluvia, acero y cemento. Jadeos, cansancio y sudor. El enemigo está por todas partes y en ninguna. ¿La lucha llega a su fin? Oscuridad... eso es lo único que ven sus ojos. Negrura, tristeza, frío, viento. Desagradable olor a sangre penetrando en la nariz. Llanto. ¿Qué ha ocurrido? Suspiros, silencio. Ya ha acabado. ¿Pero ahora qué? ¿Por qué yo sigo aquí? Soy el único superviviente. El pilar. La llave a una nueva vida. ¿Pero que vida? Toda una vida luchando, toda un vida en batalla contra un enemigo que nunca muere... desesperación... ¿esto lleva a alguna parte? Soledad. ¿Acaso jamás podré encontrar la felicidad? Suicidio ¿llegar a esos extremos olvidando toda una vida que depende de mí? Locura. Cuantas veces me habría querido rendir a ella. ¿Dónde quedó la esperanza? ¿Dónde quedaron los sueños y las viejas glorias?. ¿Dónde quedó el amor que una vez sentí?. Injusticia. Sí... víctimas de un ciclo cerrado. Nacimiento, caos y muerte. ¿Desenlace?. No, vuelta a empezar. Temor... dolor... llanto... sufrimiento...¿por qué no pueden simplemente dejar de existir?. ¿Equilibrio? ¿Para qué? ¿Qué es lo que oyen mis oídos?. Una niña. Llora. Siento como en mis mejillas resbalan también lágrimas de impotencia. Esa niña... ¿soy yo?. Que pequeña e insignificante me veo entre tanta desolación y oscuridad. Quiero ayudarla, quiero sentirla y estrecharla entre mis brazos. Decirle que todo irá bien, que no sufra. Me acerco. Ella me mira. Sí, soy yo. Mis brazos intentan alcanzarla y una voz dulce y maternal escapa de mis asustados labios. Ella parece más clamada. Ya estoy cerca. Le digo que no sufra, que no esta sola. Ya la tengo entre mis brazos... pero...no...cenizas...su cuerpo se ha convertido en polvo entre mis brazos. ¿No puedo salvarla? Le he fallado. No lo hemos logrado. ¿Final? No. Vuelta a empezar.

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- Bombón... ¿Bombón?. Mi amor... ¿te encuentras bien?- Ayies miraba preocupado el rostro sudoroso y ansioso de la joven. Sus ojos desorbitados y cargados de pavor buscaron los de él. La respiración estaba descontrolada y sus nervios al límite. - Cariño... ¿qué ocurre?
- Ayies... dios... he... he... he tenido un sueño, sí, un sueño, sólo era un sueño. Gracias a dios.
- ¿Un sueño? ¿Qué clase de sueño?
- No es importante, sólo ha sido un sueño.- Láctea clavó su mirada en la de él e intentó sonreír levemente sin mucho éxito. Ayies, no muy convencido la estrechó en sus brazos sorprendiendo a esta.
- Me tienes preocupado Bombón. Últimamente se te ve agotada. No comes, no duermes, tienes pesadillas y además te encierras en ti misma sin dejar que nadie te ayude. - Ayies la apretó con más fuerza mientras hundía su rostro en el suave pelo de ella.- ¿Por qué no confías en mí amor?
- No tengo nada que decirte.- Láctea se separó bruscamente del chico y se levantó mirando a la ventana ante la atónita mirada de él. - No me ocurre nada extraño. Duérmete.

Ayies se levantó dolido por esas palabras. Ella no se giró, siguió mirando la vista aún cuando oyó la puerta cerrarse tras del chico que la golpeó con fuerza. Láctea miró el suelo entonces. Gruesas lágrimas salían de sus azulados ojos y un sentimiento de desconcierto y de culpabilidad inundó su ser. Por primera vez en su vida cómo guerrera del cambio lloró y sollozó todo lo que le pedía el cuerpo aún con la desconcertante duda de cómo tales sentimientos se revelaban de forma tan real y dolorosa en ella. Sintió deseos de correr y refugiarse. Así lo hizo. Salió en un arrebato de desesperación y corrió lo más que pudo hacia la playa dónde corrió hasta perderse en la espesura del bosque. Se sentía perdida y su corazón no le respondía.

Láctea se desahogo lo más que pudo y en cuanto sintió que las fuerzas volvían a ella se dirigió nuevamente a la cabaña. Las estrellas la vigilaban de cerca y parecían velar su pena. Ya estaba llegando. Alguien estaba allí. Sentado. Observando el precioso lago en la arena blanca. Era Darien. Ella sonrió levemente y por algún motivo en vez de intentar pasar desapercibida se acercó hasta él y tomó asiento a su lado. Él la miró dudoso. Algo no andaba bien en la chica.

- Estas no son horas para estar despierto alteza. No me extraña que vos tengáis esa cara de sueño todo el tiempo.
- Hoy tu rostro no se ve mucho mejor que el mío. ¿Has llorado?
- Una guerrera del cambio no debe llorar.
- Deber no significa no hacer. ¿Ha ocurrido algo preciosa?
- Sois demasiado amable conmigo alteza.- La chica levantó el rostro y le sonrió cariñosamente.- No me ocurre nada. Sólo he salido a pensar un rato. Al igual que vos tengo muchas cosas en la cabeza en las cuales pensar.
- Sí... ¿entonces es eso? Cosas en las que pensar... ¿de la batalla?
- Sí y no. Un poco de todo. ¿Y vos? ¿Qué perturba el sueño de nuestro príncipe?- El chico suspiró apesumbrado y sonrió levemente.
- Presente, pasado y futuro.
- No logro entenderos.- Láctea le miró deseosa de obtener una respuesta. Él sonrió y con una de sus manos apartó un mechón rebelde del rostro pálido de la chica. Una sonrisa escapó de sus labios al contemplar como un toque de color aparecía en las mejillas de su amada.
- Un pasado tan dulce que duele por su ausencia, un presente tan duro cómo la más surrealista de las pesadillas y un futuro incierto en unas manos que dudan de su propio poder. Siento que no estoy preparado, eso es todo.
- Vos tenéis un poder superior al de todos. Sólo hay que despertarlo.
- ¿Pero lo lograremos?
- ¿Acaso dudáis de nuestra eficacia como guerreros?
- Umm... no.
- Pues entonces, no debéis preocuparos por el presente ni por el futuro. Lo lograreis.
- Sí... pero aún queda el pasado.
- Me parece imposible pensar que un dulce recuerdo pueda causar tanto dolor. Yo daría mi vida por recordar... - La chica se levantó de golpe al notar que esas palabras no deberían haber salido de su boca. ¿Qué estaba diciendo? Se estaba mostrando débil.
- ¿Queréis recordar?
- Bueno...yo no debí... no debí decir eso.
- Pero lo has dicho. Contéstame. ¿Deseas recordar?- Láctea miró los azulados ojos del príncipe con inseguridad y sintió que sino le confesaba a alguien lo que sentía moriría.
- Sí. Deseo recordar... pero a la vez siento que no debo. Que algo de lo que estoy haciendo en el presente rompe con el pasado y que lo que sentiré no será reconfortante, sino doloroso.
- La verdad es siempre la verdad, aunque nos duela. - Darien se acercó peligrosamente a ella tomando los hombros de la chica entre sus fuertes brazos.- Dime, ¿quieres recordar ahora?
- Que... ¿qué queréis decir con eso...?- El aroma del príncipe la embriagaba y sentía como su corazón aumentaba descontroladamente. Darien acercó su rostro al de ella hasta estar a unos centímetros.
- Contesta... contesta...- El aliento del príncipe estaba demasiado cerca y sus labios parecían intentar rozar los de ella entre la poca distancia que les separaba.
- Yo... yo... - Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica. Un tremendo poder había aparecido. Un nuevo ataque del enemigo se cernía sobre la ciudad de Tokio.

Láctea despertó del trance y separándose nerviosamente de él corrió hacía la cabaña. Darien, que había notado también el poder salió tras ella algo perturbado y desilusionado. Shin y Aísha ya estaban levantados y se miraban seriamente en el comedor. Láctea entró entonces seguida por el príncipe y estos afirmaron con la cabeza. Ayies entró también mirando con dureza a la guerrera de cabello dorado. Esta, sintiéndose culpable agachó la vista para luego levantarla decidida y dura como una piedra.

- Esta vez iré con ustedes. El enemigo parece muy poderoso. Ha llegado el momento de que esto empiece.
- Yo también quiero ir. No pueden excluirme en todas las batallas.
- Sí. Vos vendréis también. Ya es hora de poner a prueba vuestro poder y ver vuestros progresos. En batalla es dónde se reciben las verdaderas lecciones. - Láctea miró al chico que se sorprendió al no recibir ninguna objeción.

Todos se pusieron sus trajes de lucha y alzaron el vuelo. En pocos minutos alcanzarían el enemigo.

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Las chicas miraban incrédulas los fieros ojos del enemigo. Luchaban ferozmente y sin compasión atacando a todo ser que se cruzaba en su camino. Ese comportamiento no compartía ninguna similitud con el que Serena les había contado. Esos vampiros parecían irracionales, enloquecidos. Animales con el único propósito de alimentarse sin ningún temor a ser descubiertos y señalados por la sociedad. La ciudad de Tokio se había sumido en el caos y miles de inocentes corrían asustados e intentaban sin éxito refugiarse en sus casas. Las chicas observaban impotentes como los ciudadanos eran masacrados ante sus ojos y ni tan sólo podían atacar. Sus cuerpos estaban cansados y heridos y sus fuerzas habían traspasado ya el límite. Sólo llevaban diez minutos luchando y ya no podían moverse. La situación era desesperante.

- Tenemos que hacer algo... esto... esto es una locura...
- Los... los... la gente... esta muriendo... no podemos permitirlo...
- Chicas... debemos luchar... aún si perdemos la vida... es nuestra misión...
- Nuestra causa... debemos hacerlo aún sin Serena a nuestro lado.

Las cuatro chicas sacaron fuerzas de donde no las había y agarrando sus manos se arrodillaron ante los enemigos que, inquietos por el comportamiento de las guerreras dejaron sus víctimas a un lado. Cerraron los ojos a la vez que el símbolo de sus respectivos planetas aparecía en sus frentes.

- Por el poder del planeta Mercurio.
- Por el poder del planeta Venus.
- Por el poder del planeta Marte.
- Por el poder del planeta Júpiter.

Los símbolos empezaron a brillar intensamente y rayos de color azul, amarillo, rojo y verde salieron disparados en miles de direcciones llegando de pleno a los cuerpos de las condenadas criaturas que se fundieron en gritos y en polvo hasta quedar reducidos a cenizas. Las cuatro guerreras se miraron entre sí felices y se dejaron caer con una sonrisa de satisfacción y alivio en sus rostros. Cinco guerreros halados descendieron entonces ante sus pies. Uno de ellos numerosamente sorprendido. Este corrió hasta las chicas y comprobó que estuvieran bien. Así era. Sólo estaban cansadas. Darien sonrió mientras comprobaba sus heridas.

- No me lo puedo creer. Han vencido a los vampiros... es increíble. - Darien se mostró muy satisfecho ante las sonrisas de las chicas que se alzaron en "vivas".
- Aísha comprueba la zona y el número de cadáveres. Ayies prepara un campo de energía y aísla toda la zona dentro de un perímetro de un kilómetro. Shin, tú y el príncipe sacad a las chicas de aquí. Yo me quedo a enfrentar al enemigo. En cuanto todos hayan culminado sus tareas reúnanse conmigo.
- Sí.- Los tres guerreros asintieron y empezaron a despejarse. Ayies lanzó una mirada de preocupación hacia Láctea que dejó escapar una leve sonrisa con la intención de tranquilizarle. El príncipe levantó a las chicas con dulzura junto con Shin y miró a la guerrera que había adquirido posición de concentración. Sus alas no habían sido ocultadas.
- No tardaremos. Ten cuidado.
- Vos también príncipe.- Láctea sonrió cariñosamente al chico que se fue tras Shin.
- ¿Pero no habíamos derrotado al enemigo?
- Calla Mina, ya saben lo que hacen- Rey miró a la chica con un gesto de "si es que no sabes nada".
- Esto no se va a terminar nunca. - Amy estaba recostada en los brazos de Darien que no paraba de mirar atrás. Shin notó su preocupación y le extrañó comprobar el mismo gesto en el resto de las guerreras.

La zona estaba siendo escudada y protegida por la fuerza mental de Ayies, ningún humano podría cruzarla y así exponerse al peligro. Aísha había comprobado el lugar y había sacado los 38 cadáveres que los vampiros no puros habían causado. Shin y Darien ya estaban saliendo del perímetro marcado. Aún así no les dio tiempo de reaccionar a tiempo antes de que un rayo cruzara la zona y se lanzara en dirección a Láctea que permanecía concentrada. El rayo se impactó en su cuerpo de lleno, sin embargo este no sufrió ni un solo rasguño. Una figura se dibujó frente a ella que adquirió posición de lucha.

- Tú, maldita, ZORRA! Tú mataste a Louis... tú... - Láctea forzó la vista y vio a un vampiro de aspecto divino. Ojos azules, pelo casi rubio, mirada fiera y piel de porcelana. Gestos elegantes y fuerza ilimitada.
- No te conozco ni sé de que me hablas vampiro. Pero no me importa, di. ¿Dónde están los padres? ¿Dónde reposa el cuerpo de Akasha y Enkil?
- PERRA. Jamás perdonaré tu ofensa. Yo acabaré con tu vida y después pisaré tus restos hasta que queden reducidos a cenizas.
- Una conversación muy educada. Eso supongo que es un "No te lo diré".
- CALLA DE UNA VEZ Y MUERE!

El vampiro se alzó con furia lanzándose hasta el cuerpo de la muchacha intentando clavar sus zarpas sin éxito. Ella lo esquivó sin problemas y esbozó una sonrisa. Cegado por la ira atacó nuevamente a la chica sin lograr ni un solo roce con su cuerpo. Láctea se paró ante él con una sonrisa confiada. Sin embargo un extraño mareo y un dolor agudo de cabeza la sacudió. La condenada criatura aprovechó el momento para intentar clavar de nuevo sus fieras garras en la fina piel de la chica que recuperándose evitó el golpe en el último momento.

- ¿Cómo has podido mejorar en tan poco tiempo?- La criatura gritó furiosa mientras movía de nuevo su cuerpo propinando fieros golpes al viento. - ¿Cómo una criatura tan débil cómo tú puede evitar mis golpes? ¿Cómo un ser tan despreciable pudo matar a Louis?
- ¿Louis? Desconozco ese nombre, sin embargo parece recordarme algo... no sé... tengo la baga sensación de que lo conocí.
- Sabía que eras un ser repugnante... pero ya veo que para ti no significó nada que Louis diera su vida. Eres despreciable. ¿Y tú llamaste a los vampiros monstruos? Tú eres el monstruo ingrata!

Mientras el vampiro seguía luchando en vano Darien y Shin corrían para llegar a la zona. Aísha y Ayies también habían notado la aparición de un enemigo pero no podían intervenir. Ambos estaban ahora fortaleciendo el campo de energía. Por fin el príncipe llegó al lugar y sus ojos se dilataron fuertemente al ver la criatura.

- Lestat...
- ¿Lestat? ¿Vos le conocéis príncipe?- Shin miró algo sorprendido el rostro de Darien.
- Serena y yo luchamos contra él en una batalla pasada. Fue muy difícil derrotarle.
- ¿Difícil? No posee una fuerza extraordinaria.
- Pues créeme, nos costó mucho trabajo y sudor.
- Láctea controla a la perfección los ataques. No supondrá un problema, no tendremos que intervenir.

El vampiro sufría un ataque de ira cuando notó la presencia de los dos guerreros. Se sorprendió al ver a uno de los chicos y dejó escapar una sonrisa maléfica. Rápidamente dejó de atacar a Láctea para lanzarse encima de Darien que, anticipándose a sus intenciones alzó el vuelo lejos de sus garras. La indignación se formó en su rostro y saltó una vez más luchando cuerpo a cuerpo contra el príncipe que esquivaba todos sus golpes sorprendido de sus progresos. Láctea miraba curiosa la escena con una sonrisa orgullosa y algo de confusión. ¿Por qué el enemigo había atacado tan fieramente al príncipe sin derrotarla primero?

- Creí que te habíamos matado.- Darien esquivó uno de sus ataques con cierta facilidad y observó la furia dibujada en el rostro de la criatura que se paró en seco.
- Vaya... ¿Tú si me recuerdas? ¿Acaso jugáis conmigo?... Voy a vengar a Louis con tu vida y veré desde lejos cómo esa chiquilla sufre tu muerte.
- Primero: jamás podrás vencerme. Segundo: Ella no sufrirá y Tercero: Louis no esta muerto.- Los ojos del vampiro se abrieron con fuerza y miraron confusos a los del chico.
- No digas memeces. Yo mismo vi como mi ataque impactaba en su cuerpo. No creas que soy estúpido. Jamás podría haber sobrevivido a tal ataque. Morirás esta noche!
- Bien, luchemos por una causa sin fondo. ¿Láctea me permites luchar contra él?
- Todo tuyo. - la chica sonrió y con sus manos indicó al príncipe que procediera.

La lucha era muy desigual. El vampiro no podía hacer nada más que golpear el viento mientras que Darien acertaba en todos sus golpes. Una sonrisa confiada apareció en sus labios mientras sentía que la victoria estaba ya de su parte. Lestat saltó hacia atrás y curó sus heridas. Darien sonrió una vez más. Esta vez no le daría tiempo a regenerarse. Alzó su mano haciendo aparecer su espada y lanzándose con gracia empezó a rasgar superficialmente la dura piel del vampiro que iba curando sus heridas lentamente y sin mucho éxito. Sin embargo eran heridas de poca gravedad. La frente de Darien se iluminó entonces y una fuerte luz dorada empezó a quemar la piel del vampiro que aullaba de dolor. Los golpes de la espada eran ahora mucho más dolorosos y dañinos. Debía huir. Aprovechando la confianza que mostraba el príncipe en sí mismo pudo engañar levemente sus ojos con un movimiento rápido y así rozar con una de sus garras el rostro del príncipe que cerró los ojos bruscamente. Al abrirlos el vampiro había desaparecido dejando el eco de su voz. "Esto no va a terminar así". Darien respiró y con su mano tocó su rostro. Nada, ni un rasguño. Se giró entonces y miró satisfecho a Láctea. Aún así su sonrisa desapareció de lleno al ver un corte en la parte izquierda de su rostro.

- Bastante bien, te han tocado y tu exceso de confianza le ha dado una ligera ventaja a la hora de escapar. Pero bien.
- Tu rostro...
- Es por el conjuro. ¿Recuerdas? Todas tus heridas se traspasan a mí.
- Yo... lo... lo siento... me confié demasiado y por mi culpa...
- No ocurre nada. Sin embargo hay algo que no entiendo. ¿Quiénes son las cuatro guerreras a tu espalda?

Darien se giró sorprendido y pudo distinguir cuatro siluetas de mujer. Una hermosa chica de cabellera azul marina y ojos tan profundos como dos océanos. Una joven alta y fuerte de pelo corto y de un rubio intenso. Otra guerrera de cabellera verde y atrayentes ojos violetas que sujetaba un largo báculo y por último una jovencita de mediana estatura con cara pálida y media melena negra cómo la noche.

- ¡Ustedes!
- Al fin hemos regresado príncipe. Es un honor volver a luchar a vuestro lado. Estamos al corriente de todo.
- Haruka yo...
- Sabemos que te resultó imposible impedir que la princesa se fuera y entendemos tu sufrimiento por el cambio sufrido. - Neptuno miró a su príncipe y dejó escapar una sonrisa- Aún en estas circunstancias la protegeremos con nuestra vida.
- Y a usted también príncipe. Las puertas del tiempo se han cerrado y no me dejan observar nada. El futuro y el pasado parecen haber desaparecido. Sólo nos queda el presente.
- Nuestra princesa lo logrará y con vuestra ayuda un futuro mejor acudirá. - Saturno miró con sus enigmáticos ojos al príncipe y se acercó hasta él abrazándolo con delicadeza. Un susurro escapó de sus labios- Mi príncipe ella siempre os amará, sólo a vos, hasta el fin de sus días.
- Gracias Hotaru.
- Queremos ayudar en esto guerreros del cambio. - Los dos guerreros restantes aparecieron y miraron a las recién llegadas con sospecha.
- Estos son los poderes que notamos. No era el enemigo. Me alegro de que este poder este a nuestro favor pero aún así no podrán intervenir en gran medida. Absteneos de luchar con nosotras y ayudad a vuestras compañeras a mantener la paz en la ciudad.
- Nuestra princesa nos dijo una vez que es mejor luchar en equipo y con el corazón.
- Sabia respuesta. Pero inútil en esta lucha. Hagan no que hagan morirán. Sólo la llegada de la nueva era hará que sus cuerpos vuelvan a cobrar vida.- Láctea miró fríamente a las cuatro guerreras que respondieron a su mirar con complejidad. - Esta no es una batalla como las anteriores. Es una batalla que sólo pueden enfrentar los elegidos. Los guerreros del cambio y el príncipe. Les agradezco sus intenciones y seguramente su fuerza será de gran ayuda para mantener la paz en Tokio. Pero en las duras batallas que se nos avecinan no podrán hacer más que observar.
- Lo entendemos. Aún así ayudaremos.
- Bien.- Láctea señaló a los guerreros que se movieran y alzaron el vuelo. Miró al príncipe y este entendió claramente que él también debía marcharse.
- Gracias por todo chicas. Espero verlas pronto.
- Príncipe tenga cuidado y luche por sus sentimientos.
- Gracias Setsuna.

Una vez al lado de Láctea ambos se alzaron en un vuelo silencioso y calmado. Darien no podía dispersar los ojos de la herida de la joven que sintiéndose observada giró el rostro hacia él.

- ¿Ocurre algo alteza?
- Sólo pensaba en tu cicatriz.
- No os preocupéis más. No es más que un rasguño.
- Lo sé. Pero por eso mismo es fácil de curar. - Darien sonrió mientras se colocaba ante la joven que detuvo su vuelo en seco manteniéndose frente a el suspendida en el aire. El príncipe alzó su mano y la puso sobre la frente de la chica. Emitió su aura cerrando levemente los ojos para luego abrirlos y dejar escapar un leve susurro de sorpresa.- La herida sigue ahí.
- Esta herida es cómo si se la hubieran hecho a vos, y por lo tanto es imposible que pueda curarla. ¿ O acaso me equivoco al pensar que usted no puede curarse a sí mismo?
- Sí... si que puedo... me he curado heridas muchas veces...
- Pues entonces debe ser el hechizo el que lo impide. No os preocupéis más. Ya le he dicho que sólo es un rasguño.
- Si no hubieras hecho el hechizo ahora mismo ambos estaríamos perfectamente bien.
- Quizá sí. Pero en las batallas que nos esperan si le hieren de gravedad no podría curarse.
- Pero tampoco podré curarte a ti.
- Es un riesgo que debía correr.- Láctea le sonrió cariñosamente y besó su frente con cariño. Sorprendida por lo que acababa de hacer inconscientemente se alejó volando mientras un confundido y preocupado Darien la seguía.

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Las aguas del lago estaban cómo siempre, calmadas, serenas y frías. Ella observaba la vista mientras los demás habían ido a descansar. Todos menos Ayies que ahora se acercaba hasta la chica.

- Por culpa del estúpido del príncipe te han herido.
- No ha sido su culpa. Aún no esta del todo listo.
- Es un inútil.
- Ya basta Ayies.
- NO!- Seiya se situó seriamente y conteniendo la ira ante una sorprendida Láctea. - Por culpa de su incompetencia tú estas expuesta a grandes peligros en la batalla. No quiero callarme, no quiero ver cómo te hace daño otra vez!
- ¿Otra vez? - Láctea se alzó hasta quedar a unos centímetros.
- No te va a herir más mi amor. Yo te protegeré.- Seiya abrazó a la chica con fuerza mientras le susurraba una y otra vez que la amaba. Ella recargó su peso en el pecho del chico con una pequeña sonrisa.
- Mi amor... perdóname. Me he comportado muy fríamente esta noche. Sabes que te quiero y que confío en ti más que en nadie.
- Lo sé. Yo también te quiero bombón.

Continuará....

Notas de la autora: Bien, uno más, dios se me están haciendo todos cuesta arriba... necesito inspiración. Así que acepto sugerencias. Ideas, planes... todo!! Jejejejje, un beso y hasta la próxima.