Por el amor de una mujer
"Siento dolor en mi pecho. No es un dolor causado por una herida, ni por un golpe, ni tan siquiera por un rasguño, no... es más intenso... un dolor que casi parece físico. Tantas vidas perdidas en un momento. La visión a destrucción y soledad me perturba, me causa nauseas. El hedor a muerte se propaga a mí alrededor. Los gritos lejanos, los llantos apagados, familias destruidas y el desconcierto que sienten todos los seres que lo han vivido conmigo, jamás podré olvidarlos. Se han calado en mi ser como lo haría la más mortífera hoja de espada, se retuercen jugando con mis entrañas entre la oscuridad y soledad de las ruinas. Patrimonio destruido que se ha llevado consigo las almas de inocentes. ¿Por qué no puedo dejar de llorar? La vida es muerte, la muerte es vida, todo forma parte de un equilibrio y de un todo... Pero lloro... me duele... sabía que esto pasaría, que tarde o temprano ocurriría. No podía evitarlo, no podía ni debía... todos sufrirán la caída del planeta, lo sé. Pero duele... punza viejas heridas sin piedad... se sufre... se llora... sollozos, quejas... ¿dónde quedó la compasión? ¿la comprensión? ¿la bondad? ¿la ternura?. En su mundo no existe y tampoco permiten que los humanos, seres inexpertos y simples, disfruten de ella. Seres de ojos fieros, mirada perdida, sonrisa eufórica y satírica, sádica y cruel. Pálido rostro, azuladas venas que sobresalen de su enfermiza y blanca piel. Ira, maldad y sadismo. Entes sedientos de almas puras, condenadas criaturas que vagan por entre las tinieblas, demonios de la noche oscura. ¿Quién fue el estúpido que os dio poder? Polvo seréis algún día, fina arena blanca quedará en lugar de vuestros cuerpos. Salvadas vuestras almas queden, más vuestra vida inmortal yo os arrebato. La diosa ha hablado ya, es vuestro fin desdichadas criaturas, yo os libero de vuestra maldad y codicia. Muertos sentiréis más vida que dentro de estas mentes retorcidas."
Una figura negra ondeaba el viento, un grito salía de sus labios mientras sus fieros movimientos se abalanzaban contra un enemigo oscuro, invisible tras las tinieblas. Ojos fieros y rojos esperaban por ella, ansiando el encuentro de su propia destrucción, demasiado confiado para pensar que aquella noche de luna nueva, llegaría su fin. El ataque fue rápido e indoloro. Un golpe seco, un grito agudo y un soplo de una suave brisa acariciando el rostro del vencedor. La melena rubia de la figura en pie oteó el viento con carisma mientras dos saladas lágrimas volaban lejos junto a un manto de polvo blanco; cenizas de un muerto.
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Láctea se alzó alterada y sudorosa. Sentía su respiración agitada y sus pupilas dilatadas. El pecho de la muchacha subía y bajaba desesperadamente mientras sus labios, abiertos completamente, intentaba alcanzar el mayor aire posible para sus pulmones. Colocó su mano contra el pecho sintiendo el rápido latir de su corazón. No veía nada, no oía nada, más que el eco de sus propios pensamientos. Recuerdos de un extraño sueño que le había provocado tan mal despertar.
- ¡Láctea!- La chica dejó de observar a la nada para girar su rostro y encontrar dos hermosos ojos azules. Darien estaba a su lado, notoriamente preocupado por su estado. La guerrera parpadeo confusa e intentó recordar que hacía él allí y dónde estaba.
- Príncipe... - El chico se calmó un poco al oír su voz.
- Te he estado llamando un buen rato... pero parecías completamente ida, como en un trance... me tenías muy preocupado. - Darien se acercó a ella abrazándola.- ¿Estas bien?- Láctea parecía más confusa aún de lo que estaba. Miraba a su alrededor y al príncipe sin comprender.
- Recuerdo... recuerdo estar entrenando... recuerdo que practicaba con la catana... luego noté.. noté vuestra presencia... y... decidí atacaros... para sorprenderos y para... no me acuerdo.... no recuerdo nada mas... no logro...
- Shhhhh...- Darien se separó de ella acariciando su rostro.- Creo que has estado entrenando en exceso, hazme caso... soy médico... sé lo que me digo. Seguramente has tenido una bajada de tensión y has perdido el conocimiento. El abuso de tan duros entrenamientos pueden ser fatales para tu cuerpo y tu salud. Será mejor que descanses. - El príncipe sonrió a la muchacha con sorprendente dulzura y se alzó con cuidado ante ella, ofreciendo su mano a Láctea. Esta la aceptó confundida y se levantó a su lado.
- Esto no ha sido una bajada de tensión...- Darien la observó callado y atento. Quería contemplar su reacción. - Debe haber sido algo más... - El chico iba a decir algo pero la inesperada sonrisa de la chica lo calló.- Menuda debilucha estoy echa... siento haberle asustado.
- No... no te preocupes. - Láctea sonrió más ampliamente y salió corriendo perdiéndose entre los arbustos. - Vamos alteza, antes de que le pierda.
- ¡Ten cuidado! No estas para correr!- El hombre salió a toda prisa corriendo tras ella no sin antes observar la dirección en la que Galaxia había desaparecido.
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FLASH-BACK
Ambos se miraban sin saber que decir. Galaxia observaba el rostro confuso y sorprendido de Darien. En sus brazos sujetaba a una desmayada Serena. La chica sonrió cariñosamente ante la escena. Se acercó con delicadeza hasta ellos y acarició suavemente con sus dedos el rostro de la princesa, apartando sus rubios cabellos del rostro.
- La princesa aún no esta lista para recordar nada. Deberías ser más cuidadoso, no es bueno para ella.
- Tú... tú...
- Sí, yo me acuerdo del pasado.
- ¿Tú también?
- ¿Yo también? Eso es nuevo, ¡pensé que era la única!- Darien parpadeo sorprendido.- Creo que no soy tan buena como pensaba. Así que Ayies también ha recuperado sus recuerdos... seguro que es él, Shin es el único de nosotros que parece no tenerlos. Bien... ahora entiendo su carácter más humano... más dulce...- Galaxia sonrió melancólicamente.- Aunque Ayies siempre tuvo ese toque delicado y tierno, incluso como guerrero del cambio... Supongo que el chico tuvo alguna relación en el pasado con la princesa. ¿Me equivoco?
- ¿Quien eres tú? ¿Qué nos escondes? ¡¿ Qué ganáis con jugar siempre con nuestros sentimientos?!
- Cálmate Darien, no te va a servir de nada enfurecerte.- Galaxia se separó un poco de ellos.- Me temo que el destino ya ha fijado un plan para ustedes dos, y nada de lo que hagas podrá romperlo. Sin embargo no es bueno ir contra el plan divino, puede recaer contra ambos. - Los dorados ojos de la chica observaron al joven con seriedad.- Esto no es un juego fácil de dominar Darien, es mejor dejar que los que conocen el juego de marionetas muevan los hilos.
- ¡No pienso dejar que nadie controle mi destino!- La chica sonrió amargamente.
- Entonces la chica en tus brazos sufrirá las consecuencias, como ahora. - Darien observó a la muchacha con pavor. Ella dormía calma en sus brazos, demasiado agotada para despertar. - Su cabeza lucha por recordar, sabe que sus recuerdos son tan hermosos que incluso en su subconsciente los busca con desesperación. Pero antes de ser felices ambos deben cumplir con su misión.
- ¿Qué misión? ¿Por qué de esta manera?
- Eso yo no puedo saberlo, sólo soy una mensajera.
- ¿Una mensajera?
- Sí. Una mensajera... del cambio.
- ¿Qué cambio? ¿Quién mueve los hilos de este juego?
- Sea lo que sea alteza esta claro de que este cambio será para bien. - Una sonrisa dulce se formó en el rostro de Aísha.- Créame... viniendo de ella... - Galaxia giró su cuerpo con delicadeza y se alejó del lugar dejando a un pensativo príncipe con su amor entre sus brazos. "Sí tan sólo tuviera el amor de Serena para poder apoyarme... si tan sólo la tuviera a ella..."
FIN FLASH-BACK
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Un exquisito manjar aguardaba en la mesa. Perfectamente decorados y llenos de atrayentes recetas occidentales, los platos iluminaban el apetito de cualquiera que posara su vista en ellos. Shin sonrió satisfecho ante la mirada de todos. El atractivo chico de mirada fría y calculadora sonrió para sí mismo. Vestía un delantal blanco y un gorro de chef. Si no fuera por su mirar serio la situación en la que se encontraba podría haber sido cómica.
- Os veo muy sorprendidos por la cena... ¿no es de vuestro agrado?- Shin amplió su maliciosa sonrisa.
- No tenía idea de que supieras cocinar tan... tan...
- ¿Tan qué Ayies?
- Rico- Dijo Láctea con los ojos iluminados por el deseo.- Sabía que eras bueno en todo lo que hacías, pero esto se sale de mis expectativas... creo que te obligaremos a cocinar más a menudo.
- Sin duda amigo... eres todo un chef!
- La cena aguarda, ¿qué tal si nos sentamos a comer ya?
Los cinco se sentaron sin dejar de contemplar la variedad de comida sobre la mesa. Tallarines con ternera, arroz con gambas, chop-suei, pollo rebozado y pollo al curry, fideos y un delicioso pato a la naranja. Empezaron a cenar con más hambre de la habitual y a charlar animadamente. Al parecer los entrenamientos de los chicos habían estado cargados de emociones. Shin contó los hechizos nuevos que habían estado practicando y burlándose de lo poco exitosos que estos habían resultado en manos de Ayies. Láctea no comentó nada de su desmayo, así que Darien también guardó silencio. Una vez acabada la cena las dos guerreras se alzaron para recoger los platos. Ayies empezó a preparar los postres y Shin, como chef de la noche, se fue al sofá a esperarlos. El príncipe quería ayudar pero los guerreros se negaban a dejar que lo hiciera. "Esa no es tarea para vos" había dicho Láctea, "Sentaos junto a Shin en el sofá, no tardaremos en recogerlo todo" había añadido Aísha. "Los postres no son problema, vaya." Había concluido Ayies con nada de entusiasmo. Darien se resignó y fue al comedor. Allí se encontró con un sonriente Shin.
- No le dejan ayudar, ¿verdad?
- Siempre se niegan a que colabore, pero si en mi casa yo siempre lo hacía todo!
- Un príncipe tiene cosas más importantes que hacer, como por ejemplo entrenar. Sin embargo vos siempre desviáis vuestra atención en cosas que no deberían ser de vuestra incumbencia. - Darien le contempló desconfiado y demasiado serio. - Láctea es nuestra protegido, de los tres. Todos la queremos mucho y la protegemos todo lo que nos permiten nuestros dones. Aísha la adora y la respeta, yo la consiento y la ayudo en sus poderes... pero Ayies es especial. Él la ama. Por respeto a eso creo que deberíais alejaros de una vez por todas y no interponeros en algo que no os concierne.- El príncipe observó callado al joven. Sentía la ira recorrer por sus venas. Ese chico le hablaba impertinentemente y con burla. Parecía sentirse superior y creía saberlo todo.
- ¿Amor? Creí que ustedes no podían sentirlo.- El chico apagó esa sonrisa un momento para luego quedar pensativo.
- Razón de más para no meter sus narices en el asunto. Si ellos han logrado romper el hechizo que la misma Idiones puso en nosotros es, sin duda, por qué sus sentimientos son demasiado fuertes. Tanto que pueden destruir barreras. - Darien apretó los puños con fuerza.
- Quizá sólo el amor de Ayies ha podido romper el hechizo. No puedes decir si ella lo ama o no, puede que él no sea correspondido de la misma forma. - Shin sonrió ampliamente.
- Jajaja... parecéis vos el enamorado alteza. - El chico le miró burlonamente.- Y yo creyendo que realmente amabais a vuestra princesa. - Darien no soportó más la forma de actuar del chico y se levantó furioso cogiendo la camisa del joven entre sus manos y alzándolo violentamente hasta ponerlo a su altura.
- Jamás te atrevas a poner en duda lo que siento por Serena... jamás!- Darien lo soltó bruscamente. La sonrisa del chico había desaparecido dejando un rostro serio en su lugar. - Eres demasiado creído si crees que sabes lo que esta pasando. No tienes ni la menor idea de que ocurre, así que ahórrate tus sarcasmos, tu malicia y tus burlas. No eres nadie para decirme que debo o no hacer y menos tú, que no conoces una mierda sobre mí.
Shin aguzó la vista fijándola en la de su alteza. Por alguna razón sentía que había algo de verdad en las palabras de él, pero aún así algo impedía que pudiera confiar en el amor del príncipe por la princesa de la Luna y olvidar lo que había visto en la tarde, cuando fue a buscar a Láctea. Jamás olvidaría la imagen del príncipe besando a la guerrera. Sólo había visto un momento la escena, pero estaba claro que, a pesar de que no tuvo fuerzas para quedarse y observar que pasaba, ni para interponerse en los hechos, algo raro pasaba en el príncipe de la Tierra. Algo que no olía nada bien.
- Ya están los postres listos!- Láctea entró en la sala con una dulce sonrisa, pero esta se heló al ver el ambiente que se respiraba en la sala. Los dos hombres se miraban desafiadamente y con rabia. Al entrar ella ambos dejaron esa tensión para disimular ante la chica. Darien se sentó nuevamente en el sofá y Shin caminó hasta ella para ayudarla.
- Que pinta tiene... al menos hay algo que Ayies sabe hacer. - Láctea volvió a sonreír despejando por un momento sus pensamientos.
- No seas malo, Ayies es bueno en todo lo que hace.
- Eso es, gracias por notarlo bombón. - El joven mencionado entró en la sala con los cafés, seguido de Aísha, que llevaba una bandeja con deliciosas galletas.
- Menuda comilona nos estamos tomando hoy. ¿Puedo preguntar a qué es debido?- Láctea sonrió con dulzura.
- ¿Y que más da? De vez en cuando va bien.
Todos tomaron asiento en la sala y empezaron a comer sus postres. El príncipe permanecía callado, demasiado sumido en sus pensamientos como para prestar atención a la charla del cuarteto. La forma de actuar de Shin lo tenía completamente confundido. Era un joven de lo más arrogante, calculador y frío. Un trozo de hielo que disfrutaba manipulando los sentimientos de los demás. Aún así parecía que la situación se estaba volviendo más que obvia si él había notado sus sentimientos por Láctea. ¿Cómo explicarle que en realidad ella era su princesa? La sola idea de él mismo contándole la verdad le parecía irrisoria y completamente absurda. Algo que Aisha mencionó en ese instante le sacó de su momentáneo letargo.
- Bien. Supongo que ya va siendo hora de que nos cuentes que ocurrió ayer, Láctea. - La sonrisa de la chica rubia desapareció por completo y las miradas de todos se posaron sobre su bello rostro. La mujer se levantó suspirando y se situó frente a una ventana, observando el lago.
- Supongo que ustedes también notaron el desate de las fuerzas malignas esa noche.
- ¿Noche? ¿El ataque no fue de buena mañana?
- No alteza... Aísha cambió nuestro horario hace ya algún tiempo. Cuando ella, o cualquiera de nosotros convierte el día en noche, en el exterior ocurre lo contrario, es decir, que cuando aquí es de día, allí es de noche. Así nos es más fácil combatir al enemigo, ya que son criaturas que sólo pueden salir cubiertos por el manto de la oscuridad.
- Pero mi reloj...
- Lo lamento alteza, eso también fue cosa nuestra. Sólo un reloj de la casa marca la hora del exterior y ese esta en mi habitación. - Darien observó a Láctea sorprendido. ¿Qué más no sabía él? Parecía ser el único que estaba perdido en la charla.- Bien... esa noche apareció un enemigo nuevo. Alguien realmente poderoso. Supongo que era un secuaz de la reina de los condenados, no le pregunté...
- ¿No le preguntaste? Tu siempre intentas sacar partido de las luchas...
- No pude esta vez...
- ¿Tan poderoso era bombón?- La chica suspiró consternada y frunció el ceño con angustia.
- Si... y no... podría haber interrogado al vampiro... pero simplemente... no pude esperar. - Dos lágrimas rebeldes bajaron por el rostro de la chica. - Quería verle muerto, quería ser yo quién acabara con su vida y no Akasha. Era un monstruo... un monstruo... UN MONSTRUO! - Láctea cerró los ojos con fuerza mientras los gritos morían en su garganta. Todos la miraban sorprendidos, Ayies sentía que se le partía el corazón.
- ¿Qué ocurrió allí Láctea?- Darien habló con dulzura y calma, fijando sus hermosos ojos en ella. La muchacha alzó la vista encontrándose con la profunda mirada de él.
- Atacó Tokio. Concentró la energía oscura en sus manos, no pude llegar a tiempo... situado sobre la torre de Tokio alzó sus manos hacia el cielo y convocó el rayo de la muerte. Destruyó todo en un radio de dos kilómetros, incluyendo hombres, mujeres y niños... Pude salvar a las guerreras con un escudo protector... y además... noté la energía de Idiones... creo que dio más fuerza a mi escudo.
- ¿Idiones intervino?- Aísha sonrió para sí, como si supiera algo que los demás no. "Lo hiciste... las chichas ya no... en fin... tus motivos tendrás... Idiones".
- Tokio destruido... no puedo creerlo... no puede ser...- Los ojos de Darien estaban perdidos en la nada.
- Lamento no haber podido evitarlo alteza. - Láctea se acercó hasta él y se agachó frente a su figura. - Lo lamento tanto...- El joven príncipe sonrió cariñosamente. Ayies, sin embargo, sentía que la sangre le hervía. No podía soportarlo.
- No sé que lamentas Láctea. Sabes que morir es el destino de todo el planeta. ¿Que importa si es antes o después?- La chica miró fijamente a Shin. Ella sabía que tenía razón, pero era una realidad que no estaba dispuesta a aceptar. Agachó la cabeza cerrando los puños con impotencia.- Últimamente te has ablandado... es como si la guerrera fría y calculadora que nosotros conocíamos ya no estuviera en ti. ¿Acaso has olvidado tu misión?
- ¿Se puede saber que te pasa? No le vuelvas a hablar así Shin!- Ayies se alzó enfadado desafiando el mirar del chico.
- De ti se podría decir lo mismo. Estamos aquí para crear el cambio. No podemos olvidarnos de nuestro deber. Nosotros nacimos para matar y cambiar. Hemos crecido con esa pauta: Para que se produzca un cambio que nos lleve a una era de paz debemos terminar con el mundo impuesto en la actualidad. Ese es nuestro lema y nuestra misión. Siempre ha sido así, en todas y cada una de nuestras batallas. Somos seres que no pueden permitirse despistes, ni errores, ni tiempo libre, ni diversiones. Y tampoco nos podemos permitir el amor. - Shin observó al príncipe y a Láctea para luego devolver su mirada fría y serena hasta Ayies.- No ahora...
- ¡Cállate de una puta vez Shin! Somos seres humanos, no marionetas de un dios!
- ¡Ya basta!- Láctea se alzó también y se colocó al lado de Ayies. Puso su mano en el hombro de manera tranquilizadora y buscó con sus ojos encontrarse con la mirada de Shin.- Sé perfectamente cual es mi misión. Quiero a Idiones y sé que actúa bajo conocimientos infinitamente mayores que los que nosotros poseemos. Por eso acato sus ordenes sin rechistar. Sé que tiene un buen corazón, puro y sincero. Ella conoce todos los secretos. Pero no me pidas que no sienta el dolor de las victimas de esta guerra. No me pidas que me vuelva una máquina calculadora y despiadada. Algo ha cambiado en mi interior... lo sé... pero no me importa... si ella puso una barrera en mi corazón para cumplir la misión sin impedimentos quizá también haya sido ella quien me ha permitido romperla. - Aísha observó a la muchacha de reojo. Shin sujetaba la mirada en la de la joven sin decaer.
- No les entiendo... no logro comprender que ha pasado con ustedes. Aísha y yo parecemos ser los únicos que seguimos conservando la sangre fría y la cabeza en su sitio. Nos jugamos el destino de la galaxia. ¿Vas a arriesgarlo por el egoísmo de tu corazón?- Láctea se quedó muda ente el comentario del guerrero y agachó la cabeza dando a entender que no podía responder a eso.- Me lo temía... los sentimientos sólo sirven para hacer a las personas más débiles.
- En eso te equivocas.- Darien habló desde su asiento con una sonrisa en su rostro.- El amor nos da fuerzas para continuar. Si tenemos amor tenemos felicidad, si tenemos felicidad queremos conservarla aunque eso nos cueste nuestro mayor esfuerzo y todo nuestro sudor. Es más fácil pelear con todas tus fuerzas si eres consciente de cuanto perderás si no consigues tu propósito. El amor nos da fuerzas, porqué cuando amas una persona haces cualquier cosa para protegerla, incluso dar tu vida.
- Hay vidas que no se pueden permitir el lujo de arriesgarse alteza. Entre ellas esta la vuestra propia.
- Yo daría mi vida sin dudarlo por la mujer que amo.
- Y condenaríais a todo un universo por ello. - Ambos hombres se miraron con complicidad y desacuerdo.
- Déjenlo por favor. No aguanto más esta discusión.- Láctea se llevó la mano a la cabeza mientras susurraba esas palabras.- Si me necesitan estaré en mi habitación, necesito descansar.
La mujer desapareció por la puerta sin añadir nada más. Darien y Ayies la siguieron con la mirada mientras se alejaba. Seguidamente el príncipe observó a todos clavando su mirada especialmente en la de Shin. No tardó mucho en abandonar la sala él también dirigiendo sus pasos hasta la playa. Ayies salió tras él. Había algo que necesitaba aclarar.
- Eres la única que no ha hablado. Me pregunto que sabrás tú que nosotros desconozcamos. - Aísha sonrió con cierto deje de misterio.
- No cabe la menor duda, tú eres el más agudo de los tres. Tu instinto nato destaca por encima de todos nosotros... sin duda... Sin embargo hay algo que me da vueltas en la cabeza.
- ¿Qué?
- El hecho de que Láctea notara la energía de Idionés al convocar el escudo. Es posible que haya intervenido de alguna forma en las chicas.
- ¿Cómo podría intervenir?
- Debilitándolas...
- ¿Para que querría reducir sus fuerzas?- Shin parecía interesado en la conversación.
- Para matarlas. - Los ojos del chico se abrieron de par en par y una sonrisa malévola apareció en sus labios.
- ¿De donde sacas esa conclusión? No entiendo que lograría con matarlas. - la chica sonrió mientras se apoyaba contra el sofá.
- ¿Acaso no es obvio? Nuestra misión es acabar con este mundo, pero Láctea y Ayies parecen volver a tener sentimientos. Láctea no podría terminar con la vida de las guerreras directamente, las dejaría vivir el momento y ellas conservarían los recuerdos de esta batalla. Idionés jamás permitiría que quedaran recuerdos de esta batalla en ninguna otra memoria que no sea la nuestra, y aún así ya dudo que nos deje a nosotros con vida para recordarla.
- ¿Entonces quiere matarlas ella misma?
- Supongo que no serán sus manos las que traigan su muerte. Pero si las chicas están débiles con enviar un vampiro es suficiente. Sólo tiene que dar las pistas adecuadas y las guerreras del sistema solar serán reducidas a polvo.
- Así ya no se interpondrían en las batallas y Láctea no tendría que preocuparse de protegerlas y podría concentrarse solo en la batalla sin distracciones aumentando las posibilidades de victoria.
- Exacto. Supongo que al invocar el escudo Láctea rompió los planes de Idionés ya que las chicas deberían haber muerto en aquella explosión.
- Esto es demasiado complejo...
- Por eso es ella quién mueve los hilos y no nosotros. Pero si las ha debilitado físicamente... también habrá debilitado sus mentes... estoy segura... ¿es posible que en estos momentos las chicas no recuerden algo concreto?
- Recuerdo que Idionés nos contaba que estos hechizos tenían algunas secuelas, perdidas de memoria en algún hecho muy concreto...
- Y estoy segura de saber que se les ha borrado de la mente...- Shin la miró intrigado y emocionado por la cantidad de acontecimientos.- Les ha borrado el recuerdo de su princesa...
- ¿Por qué querría eso?- Aísha sonrió malévolamente.
- Estoy cansada, me voy a dormir. - Sin contestar a la pregunta la chica se alejó del lugar. Una vez en su habitación se sentó en la cama suspirando. - Buena jugada Idionés... si ahora ellas no recuerdan que Láctea es en realidad la Princesa de la Luna y mueren antes de volver a ver su rostro... Akasha jamás podrá sacar de sus mentes la verdadera identidad de Serena. Has borrado el rastro hacia la princesa... pero... encontrarán otro modo de descubrirla... lo harán...
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Todas las guerreras se habían reunido en el templo Hikawa. La triste noticia de la muerte de Hotaru las había conmocionado a todas. Haruka fue quién descubrió su pálido cadáver. Había sido un vampiro. Además... por alguna razón todas sentían un vacío, como si faltara algo en sus corazones.
- No puedo creer que hayan podido matar a Hotaru... era la guerrera más fuerte de todas nosotras.
- Yo tampoco lo entiendo. No había signos de lucha, es como si ni le hubiera dado tiempo a resistirse, tan siquiera debió sudar al matarla.- Todas agacharon la cabeza mirándose. Algo no estaba bien.
- La respuesta es simple mis guerreras.- Una voz fría y cruel se oyó en el lugar. Una mujer de pálida piel y ojos fieros apareció ante ellas. Todas se alzaron en posición de ataque mirando al oponente.
- ¿Quién eres tú?
- Yo soy Akasha, la reina de los condenados y también soy quien mató a vuestra compañera.
- Maldita!- Haruka se abalanzó en su contra sin pensarlo dos veces. Akasha sonrió y con movimientos ágiles y rápidos esquivó el ataque de la guerrera agarrando su cuello y mordiéndolo velozmente. La fuerza de la guerrera no sirvió de mucho.
- ¡Haruka!- La vampira separó sus labios del cuello de la chica. Sin esperar a alimentarse más y observando los ojos de la desfallecida guerrera agarró con fuerza la cabeza de esta y de un movimiento seco le rompió el cuello. Todas las guerreras lo observaron con horror, completamente incapaces de reaccionar. Haruka había muerto ante ellas y sus ojos apenas habían podido seguir los rápidos acontecimientos.
- ¡¡¡¡¡¡HARUKA!!!!!!- Michiru cayó al suelo desconsolada mientras las demás retrocedían alteradas.
- Es imposible... esto no puede...no puede estar ocurriendo.
- Pues es la dura realidad guerrero Marte.
La pálida mujer empezó a reírse entre sádicas carajadas. Impotentes las chicas decidieron hacer lo único que podían.
- Planeta Marte, dame el poder!
- Planeta Mercurio, dame el poder!
- Planeta Venus, dame el poder!
- Planeta Júpiter, dame el poder!
- Planeta Plutón, dame el poder!
Nada, no ocurrió nada. Sus transformaciones no aparecieron. Las chicas se miraban entre sí confundidas y alteradas mientras la carcajada de aquella mujer crecía más y más.
- Necias. Morirán igual que vuestras dos compañeras.
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- Darien espera un segundo
La luz de la luna brillaba en la oscuridad del cielo nocturno. Las aguas del lago se mecían tranquilas seguidas por la dulzura de una cálida brisa. Desde la orilla se podía ver la belleza de la casa. Iluminada por una leve luz de color amarillo tenue se mostraba hermosa y sencilla. Ayies estaba en la entrada, bajando los escalones en dirección hasta dónde yo me encontraba. Sentí su voz llamarme por mi nombre de pila y cómo sus pasos estaban cada vez más próximos a mí. Tenía el rostro completamente serio y un deje de preocupación parecía cruzar sus ojos. No hay que decir que me temía algo malo.
- Dime Ayies. ¿Qué quieres?
- En primer lugar llámame Seiya, ahora no tienes que ocultar nada a nadie. - Asentí con la cabeza sin comprender muy bien a que venía aquello. - ¿Por qué lo haces?- Parpadeé confuso. No entendía el significado de la pregunta.
- ¿Por qué hago qué?- Mi respuesta pareció no ser la que esperaba pues se acercó hasta mí furioso y me gritó a la cara.
- ¿Por qué no le dices la verdad de una vez eh? Lo estas deseando! No entiendo por qué no le cuentas la verdad, todo te sería muy fácil. Seguramente ella recordaría y volvería a tus brazos. ¿Por qué no lo haces eh? Tú ya estas acostumbrado a jugar sucio, no has hecho otra cosa desde que te conozco.- Toda aquella cascada de acusaciones me cayó encima de improviso. ¿Me estaba acusando por ser justo?
- No entiendo a qué viene todo esto.
- ¡Ni yo tampoco!- Sus ojos mostraban la ira que sentía por mi presencia. Parecía confuso y alterado y todos aquellos sentimientos reprimidos que se había estado guardando salieron a la superficie. - Sé que algo ocurre entre vosotros, no estoy ciego. Sé que intentas seducirla y últimamente creo que te estas empezando a pasar de la ralla, incluso diría que la persigues y la acosas! Y claro... por el respeto que ella tiene hacía su príncipe jamás te podría ofender con un desprecio.
- Sí, intento seducirla, atraerla, que me ame de nuevo, pero no la acoso.- Fije mi mirada más fría en sus ojos y crucé mis brazos con serenidad. - Ya te dije que lucharía por conseguir su amor.
- ¡Eres un maldito egoísta!- Sus puños estaban apretados y sus dientes firmemente prietos. No podía controlar sus emociones.
- ¿Ahora me acusas de egoísta por querer que ella descubra la verdad de sus sentimientos? ¿Por querer que recuerde su pasado? ¿O sólo me acusas por qué si lo consigo tú quedaras excluido de su vida? No sé quién es el egoísta!- No tuve tiempo de reaccionar que ya sentí como sus nudillos golpeaban mi mejilla. Un golpe seco y preciso que me hizo caer desplomado al suelo. Sentí una punzada increíble y me incorporé levemente en la arena, sentándome con torpeza y acariciando mi mejilla dañada. El golpe había sido certero y me ardía la piel. Levanté la vista encontrándome con los ojos de Seiya cargados de desprecio.
- ¡Sí, te acuso de egoísta! ¿Qué le diste tú eh? ¿Qué ganará ella con estar a tu lado? Jamás te ha importado los suficiente.- Parpadeé ligeramente ante la respuesta.- Ella no ha hecho más que sufrir por tu culpa! Eres un hombre despreciable que sólo piensa en sus intereses... jamás te perdonaré que la dejaras sola... por un... por un sueño... maldita sea... ella ha sufrido demasiado por tu culpa!- Seiya bajó la mirada a la arena y pareció coger aire para seguir hablando, esta vez con más melancolía y tristeza que no rabia. - Eres tan necio y egoísta que ni cuenta te das del daño que le has hecho... ojalá pudiera mostrarte sus ojos melancólicos cuando hablaba de ti... el dolor de sus palabras al decirme que no estabas... cuando luchaba sólo podía pensar en que tú no estabas y que la habías abandonado... pero aún así ella era fuerte... por qué sabía que estabas cumpliendo tu sueño. ¿Por qué no pudiste quedarte a su lado maldita sea? Ojalá pudiera darte a entender el sufrimiento que me transmitió aquella tarde de lluvia en que fue atacada... lo mucho que ella sufría por ti.
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FLASH-BACK
La lluvia caía del cielo como lágrimas saladas y amargas mojando su rostro. El enemigo acababa de desaparecer y sólo el viento y el llanto del cielo habían quedado para acompañar su pena. Un chico se arrodilló a su lado. La figura de un hombre que había hecho que volviera a recordar. El enemigo había atacado y una rosa lanzada por Seiya había parado el golpe dejándola a salvo. Sin embargo no había servido de nada, pues ahora era su corazón el que sufría.
- Ya no pensaba en ello... pero de hecho... no soy muy constante ¿sabes?- El chico parecía confundido ante sus palabras. Serena estaba frente a él con la mirada perdida en el suelo mientras las frías gotas de lluvia mojaban sus sonrosadas mejillas. - Incluso cuando me propongo no salir y estudiar me lleno el estomago de dulces y me duermo leyendo una historieta sin haber estudiado nada... soy un desastre... Aún así, pensaba que debía resistir sola y combatir... pero... al ver la rosa... LO HE RECORDADO!- Dos lagrimas gruesas asomaron por sus hermosos ojos seguidas por un llanto sordo que rompía el alma. - Aunque sólo puedo oír su voz en un contestador... aunque no recibo cartas suyas... tengo que aprender a ser fuerte ahora que él no está, es lo que me digo a mi misma... pero... PERO SIN ÉL NO PUEDO! NO PUEDO!- El alma de Seiya se rompía en mil pedazos al verla llorar y se sentía tan impotente y furioso a la vez por la situación que no podía reaccionar.
- Bombón...
- Como te echo de menos Darien... como te echo de menos...- La chica cayó al suelo mientras lloraba y lloraba desconsoladamente. Seiya no podía sentirse más impotente y en un ataque de ira y celos se acercó hasta ella agachándose a su lado.
- ¿Y no puedo ayudarte?
- ¿Eh?- La muchacha dejó de llorar por unos momentos para fijar su mirada llorosa en los ojos de él.
- ¿No puedo ayudarte yo?
FIN FLASH-BACK
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- Ella lloraba... lloraba desconsoladamente por tu culpa, y a pesar de todo seguía confiando ciegamente en ti. No podía pensar más que en ti y en tu salud. Estaba preocupada por como estarías, si te encontrarías bien y si habrías hecho nuevos amigos. Miles de batallas, miles de problemas, y sólo tú estabas en su cabeza. ¡Eres el culpable de todos sus sufrimientos! ¡No voy a permitir que te quedes con ella! ¿Por qué te elige siempre a ti? ¿Por qué elige a alguien tan egoísta y mimado como tú? ¿NO LO PERMITIRÉ ME OYES? ¡SERENA SE MERECE MUCHO MÁS QUE UN PRINCIPITO CON HUMOS! - Seiya cayó a mi lado mientras apretaba los puños contra la arena. El corazón me latía a mil por hora y sus palabras habían calado hondo en mi corazón. Yo era consciente de que por mi culpa Serena había sufrido. En la época del ataque de Galaxia, luego en Madrid, y ahora... no... mucho antes ya sufría por mi culpa... lo sabía pero... ¡LA AMO! Y ella me ama a mí, estoy seguro de ello. Algún día podremos dejar de luchar y al fin podré darle todo cuanto ella soñó. Sólo quiero vivir mi vida a su lado y ver su sonrisa. Su felicidad es mi felicidad. Sin embargo Seiya también la ama, y lo daría todo por ella al igual que yo. Para él también su sonrisa es lo único que le da ánimos para seguir adelante. No hay duda que uno de los dos esta destinado a sufrir. Así que tomé una decisión. Me alcé rápidamente y me quedé frente a él. Seiya levantó el rostro y me observó con una cara decepcionada y consternada. Yo sonreí levemente alterando sus nervios. Y sin pensármelo dos veces le devolví el golpe con fuerza.
- Somos dos hombres luchando por lo mismo: Ser felices. Tú ansías su felicidad porque ver su sonrisa te hace feliz a ti. Yo siento lo mismo y quiero que su sonrisa sea lo primero que vea en la mañana y lo último en ver por la noche. Ambos la amamos y por lo tanto somos rivales en esta lucha. No voy a tener piedad. Si ella te escoge a ti y es feliz me resignaré y sufriré sólo mi desgracia, pero si me elige a mí tú deberás hacer lo mismo. - Él me observó con perplejidad mientras acariciaba su mejilla dolida.
- ¿Por qué no le has confesado el pasado Darien?- Esta vez su voz sonó mucho más suave y calmada.
- Por qué podría dañarla muy seriamente. No la puedo hacer recordar bruscamente y correr el riesgo de que le ocurra algo.
- ¿Entonces lo haces por ella?
- Por supuesto. - Seiya sonrió sarcásticamente para luego dejar escapar una carcajada.
- Mierda... por mucho que ago siempre tengo tu sombra detrás... eres insufrible.- Ahora fui yo el que sonreí dándole mi mano para que se incorporara.
- Tú también estas siempre en mí camino. - Por primera vez nos sonreímos con sinceridad comprendiendo que ambos nos jugábamos la vida en ello, pues una vida sin Serena no sería una vida.
- ¡Ayies! ¡Alteza!- Láctea salió a toda velocidad de la casa dirigiéndose hasta nosotros. Su respiración era agitada y su mirada muy alterada. - Las chicas... no notamos sus energías... han desaparecido de repente...
- .....- En ese momento supe que el fin de nuestro mundo había empezado. Era el momento del cambio.
Continuará...
Notas de la autora: En fin... pues aquí va otro capítulo más. No sé cuanto más va a durar esto... pero supongo que aún quedan unos cuantos capítulos más... aún hay muchas cosas por descubrir. Primero de todo y por si no ha quedado claro me gustaría remarcar el hecho de que en el capitulo anterior las chicas hablaran de Serena y Láctea como si fueran dos personas distintas. Cómo se ha dicho en este capítulo en el momento del ataque Idionés hizo que sus cuerpos se debilitaran causando además una perdida concreta de memoria. Así pues, las guerreras olvidaron que Serena era Láctea y así Idionés evitaba que al morir en manos de un vampiro (que pueden leer la mente si se lo proponen) descubran que la guerrera dorada (es decir la princesa de la luna) aún sigue viva, pues hay mucho en juego. Eso ya lo descubrirán más adelante. Sé que es un poco lioso pero no sé de que otro modo contarlo.
También me gustaría decir que el Flash-Back que se ve en la discusión entre Seiya y Darien es de los capítulos de la temporada de Sailor super Star. (concretamente cuando la guerrera que parece un gato la ataca en la azotea del instituto). Como yo lo he visto en catalán puede que la traducción no sea exacta. Disculpen.
Eso es todo, espero verles en el próximo capítulo.
"Siento dolor en mi pecho. No es un dolor causado por una herida, ni por un golpe, ni tan siquiera por un rasguño, no... es más intenso... un dolor que casi parece físico. Tantas vidas perdidas en un momento. La visión a destrucción y soledad me perturba, me causa nauseas. El hedor a muerte se propaga a mí alrededor. Los gritos lejanos, los llantos apagados, familias destruidas y el desconcierto que sienten todos los seres que lo han vivido conmigo, jamás podré olvidarlos. Se han calado en mi ser como lo haría la más mortífera hoja de espada, se retuercen jugando con mis entrañas entre la oscuridad y soledad de las ruinas. Patrimonio destruido que se ha llevado consigo las almas de inocentes. ¿Por qué no puedo dejar de llorar? La vida es muerte, la muerte es vida, todo forma parte de un equilibrio y de un todo... Pero lloro... me duele... sabía que esto pasaría, que tarde o temprano ocurriría. No podía evitarlo, no podía ni debía... todos sufrirán la caída del planeta, lo sé. Pero duele... punza viejas heridas sin piedad... se sufre... se llora... sollozos, quejas... ¿dónde quedó la compasión? ¿la comprensión? ¿la bondad? ¿la ternura?. En su mundo no existe y tampoco permiten que los humanos, seres inexpertos y simples, disfruten de ella. Seres de ojos fieros, mirada perdida, sonrisa eufórica y satírica, sádica y cruel. Pálido rostro, azuladas venas que sobresalen de su enfermiza y blanca piel. Ira, maldad y sadismo. Entes sedientos de almas puras, condenadas criaturas que vagan por entre las tinieblas, demonios de la noche oscura. ¿Quién fue el estúpido que os dio poder? Polvo seréis algún día, fina arena blanca quedará en lugar de vuestros cuerpos. Salvadas vuestras almas queden, más vuestra vida inmortal yo os arrebato. La diosa ha hablado ya, es vuestro fin desdichadas criaturas, yo os libero de vuestra maldad y codicia. Muertos sentiréis más vida que dentro de estas mentes retorcidas."
Una figura negra ondeaba el viento, un grito salía de sus labios mientras sus fieros movimientos se abalanzaban contra un enemigo oscuro, invisible tras las tinieblas. Ojos fieros y rojos esperaban por ella, ansiando el encuentro de su propia destrucción, demasiado confiado para pensar que aquella noche de luna nueva, llegaría su fin. El ataque fue rápido e indoloro. Un golpe seco, un grito agudo y un soplo de una suave brisa acariciando el rostro del vencedor. La melena rubia de la figura en pie oteó el viento con carisma mientras dos saladas lágrimas volaban lejos junto a un manto de polvo blanco; cenizas de un muerto.
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Láctea se alzó alterada y sudorosa. Sentía su respiración agitada y sus pupilas dilatadas. El pecho de la muchacha subía y bajaba desesperadamente mientras sus labios, abiertos completamente, intentaba alcanzar el mayor aire posible para sus pulmones. Colocó su mano contra el pecho sintiendo el rápido latir de su corazón. No veía nada, no oía nada, más que el eco de sus propios pensamientos. Recuerdos de un extraño sueño que le había provocado tan mal despertar.
- ¡Láctea!- La chica dejó de observar a la nada para girar su rostro y encontrar dos hermosos ojos azules. Darien estaba a su lado, notoriamente preocupado por su estado. La guerrera parpadeo confusa e intentó recordar que hacía él allí y dónde estaba.
- Príncipe... - El chico se calmó un poco al oír su voz.
- Te he estado llamando un buen rato... pero parecías completamente ida, como en un trance... me tenías muy preocupado. - Darien se acercó a ella abrazándola.- ¿Estas bien?- Láctea parecía más confusa aún de lo que estaba. Miraba a su alrededor y al príncipe sin comprender.
- Recuerdo... recuerdo estar entrenando... recuerdo que practicaba con la catana... luego noté.. noté vuestra presencia... y... decidí atacaros... para sorprenderos y para... no me acuerdo.... no recuerdo nada mas... no logro...
- Shhhhh...- Darien se separó de ella acariciando su rostro.- Creo que has estado entrenando en exceso, hazme caso... soy médico... sé lo que me digo. Seguramente has tenido una bajada de tensión y has perdido el conocimiento. El abuso de tan duros entrenamientos pueden ser fatales para tu cuerpo y tu salud. Será mejor que descanses. - El príncipe sonrió a la muchacha con sorprendente dulzura y se alzó con cuidado ante ella, ofreciendo su mano a Láctea. Esta la aceptó confundida y se levantó a su lado.
- Esto no ha sido una bajada de tensión...- Darien la observó callado y atento. Quería contemplar su reacción. - Debe haber sido algo más... - El chico iba a decir algo pero la inesperada sonrisa de la chica lo calló.- Menuda debilucha estoy echa... siento haberle asustado.
- No... no te preocupes. - Láctea sonrió más ampliamente y salió corriendo perdiéndose entre los arbustos. - Vamos alteza, antes de que le pierda.
- ¡Ten cuidado! No estas para correr!- El hombre salió a toda prisa corriendo tras ella no sin antes observar la dirección en la que Galaxia había desaparecido.
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FLASH-BACK
Ambos se miraban sin saber que decir. Galaxia observaba el rostro confuso y sorprendido de Darien. En sus brazos sujetaba a una desmayada Serena. La chica sonrió cariñosamente ante la escena. Se acercó con delicadeza hasta ellos y acarició suavemente con sus dedos el rostro de la princesa, apartando sus rubios cabellos del rostro.
- La princesa aún no esta lista para recordar nada. Deberías ser más cuidadoso, no es bueno para ella.
- Tú... tú...
- Sí, yo me acuerdo del pasado.
- ¿Tú también?
- ¿Yo también? Eso es nuevo, ¡pensé que era la única!- Darien parpadeo sorprendido.- Creo que no soy tan buena como pensaba. Así que Ayies también ha recuperado sus recuerdos... seguro que es él, Shin es el único de nosotros que parece no tenerlos. Bien... ahora entiendo su carácter más humano... más dulce...- Galaxia sonrió melancólicamente.- Aunque Ayies siempre tuvo ese toque delicado y tierno, incluso como guerrero del cambio... Supongo que el chico tuvo alguna relación en el pasado con la princesa. ¿Me equivoco?
- ¿Quien eres tú? ¿Qué nos escondes? ¡¿ Qué ganáis con jugar siempre con nuestros sentimientos?!
- Cálmate Darien, no te va a servir de nada enfurecerte.- Galaxia se separó un poco de ellos.- Me temo que el destino ya ha fijado un plan para ustedes dos, y nada de lo que hagas podrá romperlo. Sin embargo no es bueno ir contra el plan divino, puede recaer contra ambos. - Los dorados ojos de la chica observaron al joven con seriedad.- Esto no es un juego fácil de dominar Darien, es mejor dejar que los que conocen el juego de marionetas muevan los hilos.
- ¡No pienso dejar que nadie controle mi destino!- La chica sonrió amargamente.
- Entonces la chica en tus brazos sufrirá las consecuencias, como ahora. - Darien observó a la muchacha con pavor. Ella dormía calma en sus brazos, demasiado agotada para despertar. - Su cabeza lucha por recordar, sabe que sus recuerdos son tan hermosos que incluso en su subconsciente los busca con desesperación. Pero antes de ser felices ambos deben cumplir con su misión.
- ¿Qué misión? ¿Por qué de esta manera?
- Eso yo no puedo saberlo, sólo soy una mensajera.
- ¿Una mensajera?
- Sí. Una mensajera... del cambio.
- ¿Qué cambio? ¿Quién mueve los hilos de este juego?
- Sea lo que sea alteza esta claro de que este cambio será para bien. - Una sonrisa dulce se formó en el rostro de Aísha.- Créame... viniendo de ella... - Galaxia giró su cuerpo con delicadeza y se alejó del lugar dejando a un pensativo príncipe con su amor entre sus brazos. "Sí tan sólo tuviera el amor de Serena para poder apoyarme... si tan sólo la tuviera a ella..."
FIN FLASH-BACK
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Un exquisito manjar aguardaba en la mesa. Perfectamente decorados y llenos de atrayentes recetas occidentales, los platos iluminaban el apetito de cualquiera que posara su vista en ellos. Shin sonrió satisfecho ante la mirada de todos. El atractivo chico de mirada fría y calculadora sonrió para sí mismo. Vestía un delantal blanco y un gorro de chef. Si no fuera por su mirar serio la situación en la que se encontraba podría haber sido cómica.
- Os veo muy sorprendidos por la cena... ¿no es de vuestro agrado?- Shin amplió su maliciosa sonrisa.
- No tenía idea de que supieras cocinar tan... tan...
- ¿Tan qué Ayies?
- Rico- Dijo Láctea con los ojos iluminados por el deseo.- Sabía que eras bueno en todo lo que hacías, pero esto se sale de mis expectativas... creo que te obligaremos a cocinar más a menudo.
- Sin duda amigo... eres todo un chef!
- La cena aguarda, ¿qué tal si nos sentamos a comer ya?
Los cinco se sentaron sin dejar de contemplar la variedad de comida sobre la mesa. Tallarines con ternera, arroz con gambas, chop-suei, pollo rebozado y pollo al curry, fideos y un delicioso pato a la naranja. Empezaron a cenar con más hambre de la habitual y a charlar animadamente. Al parecer los entrenamientos de los chicos habían estado cargados de emociones. Shin contó los hechizos nuevos que habían estado practicando y burlándose de lo poco exitosos que estos habían resultado en manos de Ayies. Láctea no comentó nada de su desmayo, así que Darien también guardó silencio. Una vez acabada la cena las dos guerreras se alzaron para recoger los platos. Ayies empezó a preparar los postres y Shin, como chef de la noche, se fue al sofá a esperarlos. El príncipe quería ayudar pero los guerreros se negaban a dejar que lo hiciera. "Esa no es tarea para vos" había dicho Láctea, "Sentaos junto a Shin en el sofá, no tardaremos en recogerlo todo" había añadido Aísha. "Los postres no son problema, vaya." Había concluido Ayies con nada de entusiasmo. Darien se resignó y fue al comedor. Allí se encontró con un sonriente Shin.
- No le dejan ayudar, ¿verdad?
- Siempre se niegan a que colabore, pero si en mi casa yo siempre lo hacía todo!
- Un príncipe tiene cosas más importantes que hacer, como por ejemplo entrenar. Sin embargo vos siempre desviáis vuestra atención en cosas que no deberían ser de vuestra incumbencia. - Darien le contempló desconfiado y demasiado serio. - Láctea es nuestra protegido, de los tres. Todos la queremos mucho y la protegemos todo lo que nos permiten nuestros dones. Aísha la adora y la respeta, yo la consiento y la ayudo en sus poderes... pero Ayies es especial. Él la ama. Por respeto a eso creo que deberíais alejaros de una vez por todas y no interponeros en algo que no os concierne.- El príncipe observó callado al joven. Sentía la ira recorrer por sus venas. Ese chico le hablaba impertinentemente y con burla. Parecía sentirse superior y creía saberlo todo.
- ¿Amor? Creí que ustedes no podían sentirlo.- El chico apagó esa sonrisa un momento para luego quedar pensativo.
- Razón de más para no meter sus narices en el asunto. Si ellos han logrado romper el hechizo que la misma Idiones puso en nosotros es, sin duda, por qué sus sentimientos son demasiado fuertes. Tanto que pueden destruir barreras. - Darien apretó los puños con fuerza.
- Quizá sólo el amor de Ayies ha podido romper el hechizo. No puedes decir si ella lo ama o no, puede que él no sea correspondido de la misma forma. - Shin sonrió ampliamente.
- Jajaja... parecéis vos el enamorado alteza. - El chico le miró burlonamente.- Y yo creyendo que realmente amabais a vuestra princesa. - Darien no soportó más la forma de actuar del chico y se levantó furioso cogiendo la camisa del joven entre sus manos y alzándolo violentamente hasta ponerlo a su altura.
- Jamás te atrevas a poner en duda lo que siento por Serena... jamás!- Darien lo soltó bruscamente. La sonrisa del chico había desaparecido dejando un rostro serio en su lugar. - Eres demasiado creído si crees que sabes lo que esta pasando. No tienes ni la menor idea de que ocurre, así que ahórrate tus sarcasmos, tu malicia y tus burlas. No eres nadie para decirme que debo o no hacer y menos tú, que no conoces una mierda sobre mí.
Shin aguzó la vista fijándola en la de su alteza. Por alguna razón sentía que había algo de verdad en las palabras de él, pero aún así algo impedía que pudiera confiar en el amor del príncipe por la princesa de la Luna y olvidar lo que había visto en la tarde, cuando fue a buscar a Láctea. Jamás olvidaría la imagen del príncipe besando a la guerrera. Sólo había visto un momento la escena, pero estaba claro que, a pesar de que no tuvo fuerzas para quedarse y observar que pasaba, ni para interponerse en los hechos, algo raro pasaba en el príncipe de la Tierra. Algo que no olía nada bien.
- Ya están los postres listos!- Láctea entró en la sala con una dulce sonrisa, pero esta se heló al ver el ambiente que se respiraba en la sala. Los dos hombres se miraban desafiadamente y con rabia. Al entrar ella ambos dejaron esa tensión para disimular ante la chica. Darien se sentó nuevamente en el sofá y Shin caminó hasta ella para ayudarla.
- Que pinta tiene... al menos hay algo que Ayies sabe hacer. - Láctea volvió a sonreír despejando por un momento sus pensamientos.
- No seas malo, Ayies es bueno en todo lo que hace.
- Eso es, gracias por notarlo bombón. - El joven mencionado entró en la sala con los cafés, seguido de Aísha, que llevaba una bandeja con deliciosas galletas.
- Menuda comilona nos estamos tomando hoy. ¿Puedo preguntar a qué es debido?- Láctea sonrió con dulzura.
- ¿Y que más da? De vez en cuando va bien.
Todos tomaron asiento en la sala y empezaron a comer sus postres. El príncipe permanecía callado, demasiado sumido en sus pensamientos como para prestar atención a la charla del cuarteto. La forma de actuar de Shin lo tenía completamente confundido. Era un joven de lo más arrogante, calculador y frío. Un trozo de hielo que disfrutaba manipulando los sentimientos de los demás. Aún así parecía que la situación se estaba volviendo más que obvia si él había notado sus sentimientos por Láctea. ¿Cómo explicarle que en realidad ella era su princesa? La sola idea de él mismo contándole la verdad le parecía irrisoria y completamente absurda. Algo que Aisha mencionó en ese instante le sacó de su momentáneo letargo.
- Bien. Supongo que ya va siendo hora de que nos cuentes que ocurrió ayer, Láctea. - La sonrisa de la chica rubia desapareció por completo y las miradas de todos se posaron sobre su bello rostro. La mujer se levantó suspirando y se situó frente a una ventana, observando el lago.
- Supongo que ustedes también notaron el desate de las fuerzas malignas esa noche.
- ¿Noche? ¿El ataque no fue de buena mañana?
- No alteza... Aísha cambió nuestro horario hace ya algún tiempo. Cuando ella, o cualquiera de nosotros convierte el día en noche, en el exterior ocurre lo contrario, es decir, que cuando aquí es de día, allí es de noche. Así nos es más fácil combatir al enemigo, ya que son criaturas que sólo pueden salir cubiertos por el manto de la oscuridad.
- Pero mi reloj...
- Lo lamento alteza, eso también fue cosa nuestra. Sólo un reloj de la casa marca la hora del exterior y ese esta en mi habitación. - Darien observó a Láctea sorprendido. ¿Qué más no sabía él? Parecía ser el único que estaba perdido en la charla.- Bien... esa noche apareció un enemigo nuevo. Alguien realmente poderoso. Supongo que era un secuaz de la reina de los condenados, no le pregunté...
- ¿No le preguntaste? Tu siempre intentas sacar partido de las luchas...
- No pude esta vez...
- ¿Tan poderoso era bombón?- La chica suspiró consternada y frunció el ceño con angustia.
- Si... y no... podría haber interrogado al vampiro... pero simplemente... no pude esperar. - Dos lágrimas rebeldes bajaron por el rostro de la chica. - Quería verle muerto, quería ser yo quién acabara con su vida y no Akasha. Era un monstruo... un monstruo... UN MONSTRUO! - Láctea cerró los ojos con fuerza mientras los gritos morían en su garganta. Todos la miraban sorprendidos, Ayies sentía que se le partía el corazón.
- ¿Qué ocurrió allí Láctea?- Darien habló con dulzura y calma, fijando sus hermosos ojos en ella. La muchacha alzó la vista encontrándose con la profunda mirada de él.
- Atacó Tokio. Concentró la energía oscura en sus manos, no pude llegar a tiempo... situado sobre la torre de Tokio alzó sus manos hacia el cielo y convocó el rayo de la muerte. Destruyó todo en un radio de dos kilómetros, incluyendo hombres, mujeres y niños... Pude salvar a las guerreras con un escudo protector... y además... noté la energía de Idiones... creo que dio más fuerza a mi escudo.
- ¿Idiones intervino?- Aísha sonrió para sí, como si supiera algo que los demás no. "Lo hiciste... las chichas ya no... en fin... tus motivos tendrás... Idiones".
- Tokio destruido... no puedo creerlo... no puede ser...- Los ojos de Darien estaban perdidos en la nada.
- Lamento no haber podido evitarlo alteza. - Láctea se acercó hasta él y se agachó frente a su figura. - Lo lamento tanto...- El joven príncipe sonrió cariñosamente. Ayies, sin embargo, sentía que la sangre le hervía. No podía soportarlo.
- No sé que lamentas Láctea. Sabes que morir es el destino de todo el planeta. ¿Que importa si es antes o después?- La chica miró fijamente a Shin. Ella sabía que tenía razón, pero era una realidad que no estaba dispuesta a aceptar. Agachó la cabeza cerrando los puños con impotencia.- Últimamente te has ablandado... es como si la guerrera fría y calculadora que nosotros conocíamos ya no estuviera en ti. ¿Acaso has olvidado tu misión?
- ¿Se puede saber que te pasa? No le vuelvas a hablar así Shin!- Ayies se alzó enfadado desafiando el mirar del chico.
- De ti se podría decir lo mismo. Estamos aquí para crear el cambio. No podemos olvidarnos de nuestro deber. Nosotros nacimos para matar y cambiar. Hemos crecido con esa pauta: Para que se produzca un cambio que nos lleve a una era de paz debemos terminar con el mundo impuesto en la actualidad. Ese es nuestro lema y nuestra misión. Siempre ha sido así, en todas y cada una de nuestras batallas. Somos seres que no pueden permitirse despistes, ni errores, ni tiempo libre, ni diversiones. Y tampoco nos podemos permitir el amor. - Shin observó al príncipe y a Láctea para luego devolver su mirada fría y serena hasta Ayies.- No ahora...
- ¡Cállate de una puta vez Shin! Somos seres humanos, no marionetas de un dios!
- ¡Ya basta!- Láctea se alzó también y se colocó al lado de Ayies. Puso su mano en el hombro de manera tranquilizadora y buscó con sus ojos encontrarse con la mirada de Shin.- Sé perfectamente cual es mi misión. Quiero a Idiones y sé que actúa bajo conocimientos infinitamente mayores que los que nosotros poseemos. Por eso acato sus ordenes sin rechistar. Sé que tiene un buen corazón, puro y sincero. Ella conoce todos los secretos. Pero no me pidas que no sienta el dolor de las victimas de esta guerra. No me pidas que me vuelva una máquina calculadora y despiadada. Algo ha cambiado en mi interior... lo sé... pero no me importa... si ella puso una barrera en mi corazón para cumplir la misión sin impedimentos quizá también haya sido ella quien me ha permitido romperla. - Aísha observó a la muchacha de reojo. Shin sujetaba la mirada en la de la joven sin decaer.
- No les entiendo... no logro comprender que ha pasado con ustedes. Aísha y yo parecemos ser los únicos que seguimos conservando la sangre fría y la cabeza en su sitio. Nos jugamos el destino de la galaxia. ¿Vas a arriesgarlo por el egoísmo de tu corazón?- Láctea se quedó muda ente el comentario del guerrero y agachó la cabeza dando a entender que no podía responder a eso.- Me lo temía... los sentimientos sólo sirven para hacer a las personas más débiles.
- En eso te equivocas.- Darien habló desde su asiento con una sonrisa en su rostro.- El amor nos da fuerzas para continuar. Si tenemos amor tenemos felicidad, si tenemos felicidad queremos conservarla aunque eso nos cueste nuestro mayor esfuerzo y todo nuestro sudor. Es más fácil pelear con todas tus fuerzas si eres consciente de cuanto perderás si no consigues tu propósito. El amor nos da fuerzas, porqué cuando amas una persona haces cualquier cosa para protegerla, incluso dar tu vida.
- Hay vidas que no se pueden permitir el lujo de arriesgarse alteza. Entre ellas esta la vuestra propia.
- Yo daría mi vida sin dudarlo por la mujer que amo.
- Y condenaríais a todo un universo por ello. - Ambos hombres se miraron con complicidad y desacuerdo.
- Déjenlo por favor. No aguanto más esta discusión.- Láctea se llevó la mano a la cabeza mientras susurraba esas palabras.- Si me necesitan estaré en mi habitación, necesito descansar.
La mujer desapareció por la puerta sin añadir nada más. Darien y Ayies la siguieron con la mirada mientras se alejaba. Seguidamente el príncipe observó a todos clavando su mirada especialmente en la de Shin. No tardó mucho en abandonar la sala él también dirigiendo sus pasos hasta la playa. Ayies salió tras él. Había algo que necesitaba aclarar.
- Eres la única que no ha hablado. Me pregunto que sabrás tú que nosotros desconozcamos. - Aísha sonrió con cierto deje de misterio.
- No cabe la menor duda, tú eres el más agudo de los tres. Tu instinto nato destaca por encima de todos nosotros... sin duda... Sin embargo hay algo que me da vueltas en la cabeza.
- ¿Qué?
- El hecho de que Láctea notara la energía de Idionés al convocar el escudo. Es posible que haya intervenido de alguna forma en las chicas.
- ¿Cómo podría intervenir?
- Debilitándolas...
- ¿Para que querría reducir sus fuerzas?- Shin parecía interesado en la conversación.
- Para matarlas. - Los ojos del chico se abrieron de par en par y una sonrisa malévola apareció en sus labios.
- ¿De donde sacas esa conclusión? No entiendo que lograría con matarlas. - la chica sonrió mientras se apoyaba contra el sofá.
- ¿Acaso no es obvio? Nuestra misión es acabar con este mundo, pero Láctea y Ayies parecen volver a tener sentimientos. Láctea no podría terminar con la vida de las guerreras directamente, las dejaría vivir el momento y ellas conservarían los recuerdos de esta batalla. Idionés jamás permitiría que quedaran recuerdos de esta batalla en ninguna otra memoria que no sea la nuestra, y aún así ya dudo que nos deje a nosotros con vida para recordarla.
- ¿Entonces quiere matarlas ella misma?
- Supongo que no serán sus manos las que traigan su muerte. Pero si las chicas están débiles con enviar un vampiro es suficiente. Sólo tiene que dar las pistas adecuadas y las guerreras del sistema solar serán reducidas a polvo.
- Así ya no se interpondrían en las batallas y Láctea no tendría que preocuparse de protegerlas y podría concentrarse solo en la batalla sin distracciones aumentando las posibilidades de victoria.
- Exacto. Supongo que al invocar el escudo Láctea rompió los planes de Idionés ya que las chicas deberían haber muerto en aquella explosión.
- Esto es demasiado complejo...
- Por eso es ella quién mueve los hilos y no nosotros. Pero si las ha debilitado físicamente... también habrá debilitado sus mentes... estoy segura... ¿es posible que en estos momentos las chicas no recuerden algo concreto?
- Recuerdo que Idionés nos contaba que estos hechizos tenían algunas secuelas, perdidas de memoria en algún hecho muy concreto...
- Y estoy segura de saber que se les ha borrado de la mente...- Shin la miró intrigado y emocionado por la cantidad de acontecimientos.- Les ha borrado el recuerdo de su princesa...
- ¿Por qué querría eso?- Aísha sonrió malévolamente.
- Estoy cansada, me voy a dormir. - Sin contestar a la pregunta la chica se alejó del lugar. Una vez en su habitación se sentó en la cama suspirando. - Buena jugada Idionés... si ahora ellas no recuerdan que Láctea es en realidad la Princesa de la Luna y mueren antes de volver a ver su rostro... Akasha jamás podrá sacar de sus mentes la verdadera identidad de Serena. Has borrado el rastro hacia la princesa... pero... encontrarán otro modo de descubrirla... lo harán...
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Todas las guerreras se habían reunido en el templo Hikawa. La triste noticia de la muerte de Hotaru las había conmocionado a todas. Haruka fue quién descubrió su pálido cadáver. Había sido un vampiro. Además... por alguna razón todas sentían un vacío, como si faltara algo en sus corazones.
- No puedo creer que hayan podido matar a Hotaru... era la guerrera más fuerte de todas nosotras.
- Yo tampoco lo entiendo. No había signos de lucha, es como si ni le hubiera dado tiempo a resistirse, tan siquiera debió sudar al matarla.- Todas agacharon la cabeza mirándose. Algo no estaba bien.
- La respuesta es simple mis guerreras.- Una voz fría y cruel se oyó en el lugar. Una mujer de pálida piel y ojos fieros apareció ante ellas. Todas se alzaron en posición de ataque mirando al oponente.
- ¿Quién eres tú?
- Yo soy Akasha, la reina de los condenados y también soy quien mató a vuestra compañera.
- Maldita!- Haruka se abalanzó en su contra sin pensarlo dos veces. Akasha sonrió y con movimientos ágiles y rápidos esquivó el ataque de la guerrera agarrando su cuello y mordiéndolo velozmente. La fuerza de la guerrera no sirvió de mucho.
- ¡Haruka!- La vampira separó sus labios del cuello de la chica. Sin esperar a alimentarse más y observando los ojos de la desfallecida guerrera agarró con fuerza la cabeza de esta y de un movimiento seco le rompió el cuello. Todas las guerreras lo observaron con horror, completamente incapaces de reaccionar. Haruka había muerto ante ellas y sus ojos apenas habían podido seguir los rápidos acontecimientos.
- ¡¡¡¡¡¡HARUKA!!!!!!- Michiru cayó al suelo desconsolada mientras las demás retrocedían alteradas.
- Es imposible... esto no puede...no puede estar ocurriendo.
- Pues es la dura realidad guerrero Marte.
La pálida mujer empezó a reírse entre sádicas carajadas. Impotentes las chicas decidieron hacer lo único que podían.
- Planeta Marte, dame el poder!
- Planeta Mercurio, dame el poder!
- Planeta Venus, dame el poder!
- Planeta Júpiter, dame el poder!
- Planeta Plutón, dame el poder!
Nada, no ocurrió nada. Sus transformaciones no aparecieron. Las chicas se miraban entre sí confundidas y alteradas mientras la carcajada de aquella mujer crecía más y más.
- Necias. Morirán igual que vuestras dos compañeras.
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- Darien espera un segundo
La luz de la luna brillaba en la oscuridad del cielo nocturno. Las aguas del lago se mecían tranquilas seguidas por la dulzura de una cálida brisa. Desde la orilla se podía ver la belleza de la casa. Iluminada por una leve luz de color amarillo tenue se mostraba hermosa y sencilla. Ayies estaba en la entrada, bajando los escalones en dirección hasta dónde yo me encontraba. Sentí su voz llamarme por mi nombre de pila y cómo sus pasos estaban cada vez más próximos a mí. Tenía el rostro completamente serio y un deje de preocupación parecía cruzar sus ojos. No hay que decir que me temía algo malo.
- Dime Ayies. ¿Qué quieres?
- En primer lugar llámame Seiya, ahora no tienes que ocultar nada a nadie. - Asentí con la cabeza sin comprender muy bien a que venía aquello. - ¿Por qué lo haces?- Parpadeé confuso. No entendía el significado de la pregunta.
- ¿Por qué hago qué?- Mi respuesta pareció no ser la que esperaba pues se acercó hasta mí furioso y me gritó a la cara.
- ¿Por qué no le dices la verdad de una vez eh? Lo estas deseando! No entiendo por qué no le cuentas la verdad, todo te sería muy fácil. Seguramente ella recordaría y volvería a tus brazos. ¿Por qué no lo haces eh? Tú ya estas acostumbrado a jugar sucio, no has hecho otra cosa desde que te conozco.- Toda aquella cascada de acusaciones me cayó encima de improviso. ¿Me estaba acusando por ser justo?
- No entiendo a qué viene todo esto.
- ¡Ni yo tampoco!- Sus ojos mostraban la ira que sentía por mi presencia. Parecía confuso y alterado y todos aquellos sentimientos reprimidos que se había estado guardando salieron a la superficie. - Sé que algo ocurre entre vosotros, no estoy ciego. Sé que intentas seducirla y últimamente creo que te estas empezando a pasar de la ralla, incluso diría que la persigues y la acosas! Y claro... por el respeto que ella tiene hacía su príncipe jamás te podría ofender con un desprecio.
- Sí, intento seducirla, atraerla, que me ame de nuevo, pero no la acoso.- Fije mi mirada más fría en sus ojos y crucé mis brazos con serenidad. - Ya te dije que lucharía por conseguir su amor.
- ¡Eres un maldito egoísta!- Sus puños estaban apretados y sus dientes firmemente prietos. No podía controlar sus emociones.
- ¿Ahora me acusas de egoísta por querer que ella descubra la verdad de sus sentimientos? ¿Por querer que recuerde su pasado? ¿O sólo me acusas por qué si lo consigo tú quedaras excluido de su vida? No sé quién es el egoísta!- No tuve tiempo de reaccionar que ya sentí como sus nudillos golpeaban mi mejilla. Un golpe seco y preciso que me hizo caer desplomado al suelo. Sentí una punzada increíble y me incorporé levemente en la arena, sentándome con torpeza y acariciando mi mejilla dañada. El golpe había sido certero y me ardía la piel. Levanté la vista encontrándome con los ojos de Seiya cargados de desprecio.
- ¡Sí, te acuso de egoísta! ¿Qué le diste tú eh? ¿Qué ganará ella con estar a tu lado? Jamás te ha importado los suficiente.- Parpadeé ligeramente ante la respuesta.- Ella no ha hecho más que sufrir por tu culpa! Eres un hombre despreciable que sólo piensa en sus intereses... jamás te perdonaré que la dejaras sola... por un... por un sueño... maldita sea... ella ha sufrido demasiado por tu culpa!- Seiya bajó la mirada a la arena y pareció coger aire para seguir hablando, esta vez con más melancolía y tristeza que no rabia. - Eres tan necio y egoísta que ni cuenta te das del daño que le has hecho... ojalá pudiera mostrarte sus ojos melancólicos cuando hablaba de ti... el dolor de sus palabras al decirme que no estabas... cuando luchaba sólo podía pensar en que tú no estabas y que la habías abandonado... pero aún así ella era fuerte... por qué sabía que estabas cumpliendo tu sueño. ¿Por qué no pudiste quedarte a su lado maldita sea? Ojalá pudiera darte a entender el sufrimiento que me transmitió aquella tarde de lluvia en que fue atacada... lo mucho que ella sufría por ti.
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FLASH-BACK
La lluvia caía del cielo como lágrimas saladas y amargas mojando su rostro. El enemigo acababa de desaparecer y sólo el viento y el llanto del cielo habían quedado para acompañar su pena. Un chico se arrodilló a su lado. La figura de un hombre que había hecho que volviera a recordar. El enemigo había atacado y una rosa lanzada por Seiya había parado el golpe dejándola a salvo. Sin embargo no había servido de nada, pues ahora era su corazón el que sufría.
- Ya no pensaba en ello... pero de hecho... no soy muy constante ¿sabes?- El chico parecía confundido ante sus palabras. Serena estaba frente a él con la mirada perdida en el suelo mientras las frías gotas de lluvia mojaban sus sonrosadas mejillas. - Incluso cuando me propongo no salir y estudiar me lleno el estomago de dulces y me duermo leyendo una historieta sin haber estudiado nada... soy un desastre... Aún así, pensaba que debía resistir sola y combatir... pero... al ver la rosa... LO HE RECORDADO!- Dos lagrimas gruesas asomaron por sus hermosos ojos seguidas por un llanto sordo que rompía el alma. - Aunque sólo puedo oír su voz en un contestador... aunque no recibo cartas suyas... tengo que aprender a ser fuerte ahora que él no está, es lo que me digo a mi misma... pero... PERO SIN ÉL NO PUEDO! NO PUEDO!- El alma de Seiya se rompía en mil pedazos al verla llorar y se sentía tan impotente y furioso a la vez por la situación que no podía reaccionar.
- Bombón...
- Como te echo de menos Darien... como te echo de menos...- La chica cayó al suelo mientras lloraba y lloraba desconsoladamente. Seiya no podía sentirse más impotente y en un ataque de ira y celos se acercó hasta ella agachándose a su lado.
- ¿Y no puedo ayudarte?
- ¿Eh?- La muchacha dejó de llorar por unos momentos para fijar su mirada llorosa en los ojos de él.
- ¿No puedo ayudarte yo?
FIN FLASH-BACK
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- Ella lloraba... lloraba desconsoladamente por tu culpa, y a pesar de todo seguía confiando ciegamente en ti. No podía pensar más que en ti y en tu salud. Estaba preocupada por como estarías, si te encontrarías bien y si habrías hecho nuevos amigos. Miles de batallas, miles de problemas, y sólo tú estabas en su cabeza. ¡Eres el culpable de todos sus sufrimientos! ¡No voy a permitir que te quedes con ella! ¿Por qué te elige siempre a ti? ¿Por qué elige a alguien tan egoísta y mimado como tú? ¿NO LO PERMITIRÉ ME OYES? ¡SERENA SE MERECE MUCHO MÁS QUE UN PRINCIPITO CON HUMOS! - Seiya cayó a mi lado mientras apretaba los puños contra la arena. El corazón me latía a mil por hora y sus palabras habían calado hondo en mi corazón. Yo era consciente de que por mi culpa Serena había sufrido. En la época del ataque de Galaxia, luego en Madrid, y ahora... no... mucho antes ya sufría por mi culpa... lo sabía pero... ¡LA AMO! Y ella me ama a mí, estoy seguro de ello. Algún día podremos dejar de luchar y al fin podré darle todo cuanto ella soñó. Sólo quiero vivir mi vida a su lado y ver su sonrisa. Su felicidad es mi felicidad. Sin embargo Seiya también la ama, y lo daría todo por ella al igual que yo. Para él también su sonrisa es lo único que le da ánimos para seguir adelante. No hay duda que uno de los dos esta destinado a sufrir. Así que tomé una decisión. Me alcé rápidamente y me quedé frente a él. Seiya levantó el rostro y me observó con una cara decepcionada y consternada. Yo sonreí levemente alterando sus nervios. Y sin pensármelo dos veces le devolví el golpe con fuerza.
- Somos dos hombres luchando por lo mismo: Ser felices. Tú ansías su felicidad porque ver su sonrisa te hace feliz a ti. Yo siento lo mismo y quiero que su sonrisa sea lo primero que vea en la mañana y lo último en ver por la noche. Ambos la amamos y por lo tanto somos rivales en esta lucha. No voy a tener piedad. Si ella te escoge a ti y es feliz me resignaré y sufriré sólo mi desgracia, pero si me elige a mí tú deberás hacer lo mismo. - Él me observó con perplejidad mientras acariciaba su mejilla dolida.
- ¿Por qué no le has confesado el pasado Darien?- Esta vez su voz sonó mucho más suave y calmada.
- Por qué podría dañarla muy seriamente. No la puedo hacer recordar bruscamente y correr el riesgo de que le ocurra algo.
- ¿Entonces lo haces por ella?
- Por supuesto. - Seiya sonrió sarcásticamente para luego dejar escapar una carcajada.
- Mierda... por mucho que ago siempre tengo tu sombra detrás... eres insufrible.- Ahora fui yo el que sonreí dándole mi mano para que se incorporara.
- Tú también estas siempre en mí camino. - Por primera vez nos sonreímos con sinceridad comprendiendo que ambos nos jugábamos la vida en ello, pues una vida sin Serena no sería una vida.
- ¡Ayies! ¡Alteza!- Láctea salió a toda velocidad de la casa dirigiéndose hasta nosotros. Su respiración era agitada y su mirada muy alterada. - Las chicas... no notamos sus energías... han desaparecido de repente...
- .....- En ese momento supe que el fin de nuestro mundo había empezado. Era el momento del cambio.
Continuará...
Notas de la autora: En fin... pues aquí va otro capítulo más. No sé cuanto más va a durar esto... pero supongo que aún quedan unos cuantos capítulos más... aún hay muchas cosas por descubrir. Primero de todo y por si no ha quedado claro me gustaría remarcar el hecho de que en el capitulo anterior las chicas hablaran de Serena y Láctea como si fueran dos personas distintas. Cómo se ha dicho en este capítulo en el momento del ataque Idionés hizo que sus cuerpos se debilitaran causando además una perdida concreta de memoria. Así pues, las guerreras olvidaron que Serena era Láctea y así Idionés evitaba que al morir en manos de un vampiro (que pueden leer la mente si se lo proponen) descubran que la guerrera dorada (es decir la princesa de la luna) aún sigue viva, pues hay mucho en juego. Eso ya lo descubrirán más adelante. Sé que es un poco lioso pero no sé de que otro modo contarlo.
También me gustaría decir que el Flash-Back que se ve en la discusión entre Seiya y Darien es de los capítulos de la temporada de Sailor super Star. (concretamente cuando la guerrera que parece un gato la ataca en la azotea del instituto). Como yo lo he visto en catalán puede que la traducción no sea exacta. Disculpen.
Eso es todo, espero verles en el próximo capítulo.
