Nota importante: Ojo... en este capítulo hay Hentai. Sí, sí, hentai, no muy exagerado ni mucho menos... pero hay... quería informar a los lectores que están en contra de este género y pedir perdón a todos aquellos que lean mi serie y a los cuales no les guste que haya introducido en mi historia un capitulo con dicho contenido. Informo también de que no haré una versión alternativa para aquellos que no quieran leerlo pues para mí es muy importante esta rendición de sentimientos tan profundos y cálidos. Pido perdón nuevamente y les pido que por favor lo lean. De verdad que no es exagerado ni insultante, sino cálido y tierno, un momento digno de recordar para ellos.

La rendición de los sentimientos

Idionés estaba sentada cómodamente en un sillón tapizado color cobrizo. Sus preciosos ojos estaban cerrados mientras su mente navegaba por el basto universo. Miles de estrellas se dibujaban en su mente, miles de imágenes y de planetas acariciaban sus pensamientos. Rápidamente se adentró en uno concreto, buscando un recuerdo, una mente determinada. Sonrió gustosa al ver como sus planes habían salido tal y como los planeó. Un vasallo de confianza la observaba arrodillado a su lado. Ella abrió los ojos y dejó escapar un suspiro dando a entender que la unión mental había concluido.

- ¿Qué ocurrió mi señora?

- Todo ha salido bien, Akasha no ha podido encontrar ningún recuerdo de la princesa de la Luna en las cabezas de las chicas más que las épocas anteriores a su aparición.

- ¿Entonces Láctea esta fuera de peligro?

- Por ahora... sin embargo temo que la muerte de las chicas le cause una gran frustración.

- ¿Y el príncipe?

- Él tiene cosas más importantes por las que luchar.

- ¿La princesa?

- Entre ellas, quizá la más fuerte... pero aún así sabe que el universo depende de él...esperemos que sea suficiente motivación- Idionés se alzó con elegancia observando a su querido vasallo. Él la observaba dudoso y con sumo respeto. - Láctea querrá hablar conmigo después de esto... seguramente me vendrá a pedir explicaciones...

- ¿Por qué lo haría? Vuestras ordenes son incuestionables y vuestros deseos ordenes. Un ser inferior a vuestro rango jamás debe cuestionar vuestras decisiones ni mucho menos desobedecer alguna. Láctea sabe perfectamente cual es su situación y tiene que obedecer.

- Leopold... tu me estas cuestionando... - El chico se sonrojó notoriamente y se agachó a gran velocidad disculpándose.- No tienes por qué disculparte... yo no quiero dar ordenes... simplemente hago peticiones... que espero se cumplan... pero es normal que algunas de ellas puedan parecer crueles, insensatas o... sin razón aparente.

- Vos jamás haríais nada en contra de vuestro pueblo sin razón!- Idionés miró reprobadoramente al muchacho, que dándose cuenta que volvía a inmiscuirse en temas que no eran de su incumbencia guardó silencio.

- En realidad tengo ganas de hablar con ella... nuestro principal objetivo ya se ha cumplido...

- ¿Mi señora?- Ella sonrió misteriosamente y volvió a sentarse en el trono aumentando su satisfacción.

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La imagen no había podido ser más dolorosa para Darien. Las chicas restaban muertas ante sus ojos. La sala en la que siempre se reunían estaba cubierta por sus cuerpos sin vida. Ray estaba a sus pies, justo en la entrada, su cuerpo permanecía tumbado de lado, de forma completamente antinatural y con los ojos abiertos heladamente. Amy estaba a su lado, la habían dejado sentada contra la pared mientras su cabello azulado caía fúnebremente sobre su pálido rostro. Una de las imágenes más impactantes era la de Setsuna. Su báculo del tiempo estaba clavado entre su vientre y la pared sujetando su lánguido cuerpo contra esta y recargado encima del báculo. El cabello llegaba hasta el suelo empapándose de su propia sangre que formaba un terrible charco a sus pies. Mina estaba encima de la mesa, sus ojos sin vida y cargados de terror estaban abiertos y parecían mirarles a ellos. Lita había quedado justo al otro lado de la mesa junto a Michiru. Ambas habían caído después de ser brutalmente mordidas en el cuello. Por último Haruka estaba en el fondo de la habitación con el cuello girado de una forma completamente antinatural, le habían roto el cuello de la forma más brutal posible. Darien cayó pesadamente al suelo ante la escena mientras sus ojos se quedaban parados en el horroroso espectáculo. Láctea sintió sus piernas desfallecer y se abrazó a Aiyes que, al igual que ella, estaba consternado por los hechos. Shin y Aísha se acercaron hasta los cuerpos comprobando uno a uno y dando por seguro que habían muerto.

- Esto no es obra de un aficionado... ni de un vampiro de segunda clase... las han eliminado a todas... y por el rigor mortis fue en un tiempo escueto, es decir, que en menos de un minuto las han matado a todas a la vez. Dejando claro que eran guerreras y, por lo tanto sabían defenderse, esto ha sido obra de un vampiro inmortal, uno de puro. Incluso me atrevería a decir que era... Akasha...

- ¿Akasha? ¿Por qué se tomaría la molestia de matarlas personalmente?

- Es evidente Shin, por qué así podría estudiar sus mentes en busca de información, sólo ella es capaz de rememorar el pasado de las personas.

- Entonces... ya conoce su historia...

- El recuerdo de la princesa esta a salvo, no te quepa la menor duda. - Aísha y Shin observaron a Láctea. Esta les miraba con algo de rencor e ira.

- ¿Ha sido ella verdad?

- Láctea deberías calmar tu ira...

- ¡No me da la gana!- Todos observaron a la muchacha, incluso Darien.- Por eso noté la energía de Idionés... por eso las chicas parecían confusas tras el ataque de aquel día... les borró recuerdos... y no sólo eso... les robó la energía! Noté un conjuro de debilitación esa noche... pero... pero... ¿Cómo ha osado entregarlas al enemigo?

- Idionés no haría nada sin tener una razón de peso.

- ¿Están diciendo que la misma diosa que les dio vida las ha entregado al enemigo? ¿Me están diciendo que el príncipe ha perdido a todas sus amigas y ha sido por culpa de la persona por la cual lucharemos?

- Insisto en este punto, ella sabe perfectamente que se hace.

- ¡Pero aún no era el momento! Esa... esa... era...

- Ya no puedes hacer nada Láctea, hubiera pasado de todas formas. Era algo que debía ocurrir, tarde o temprano.

Láctea agachó la cabeza. Sabía que realmente eso debía ocurrir, pero no de esa forma... no de una manera tan cruel. Miró por última vez a Aísha y Shin con recelo y salió del lugar seguida de Ayies. Darien no sabía que pensar ni que decir, sus ojos se habían perdido en la monstruosidad que tenían delante.

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- ¡Láctea! ¡Láctea para de una vez mujer! ¡Bombón!- Ayies corría tras una muy dolida Láctea. La chica andaba a paso ligero y sin escuchar a nadie. Al fin la alcanzó y tomó su brazo con delicadeza parándola. - Amor ya basta, no te sigas maltratando de esa forma... no fue tu culpa y además debía ocurrir. Deberías estar agradecida que haya pasado así, de esta manera tú...

- ¡Cállate!- Láctea giró su rostro al fin observando con lágrimas al chico. Ayies se quedó helado por la fría y tajante contestación. - Jamás hubiera imaginado un movimiento así por parte de ella... yo... yo... yo era quién debía matar a las chicas! ¿Por qué envió a esos... esos demonios a hacer mi trabajo?

- Entonces es eso... estás dolida por qué te ha robado una misión. ¿Temes que no confié en tus dotes?

- ¡Claro que no es eso!- la chica soltó su brazo de la mano de él. Sus ojos seguían llorando de la ira.- ¿Cómo iba a preocuparme por algo así? Dios... ¡las han matado! Y de la peor forma... era mi misión... yo debía acabar con ellas... y...y... aunque el fin hubiera sido el mismo... no habrían sufrido... ni tan siquiera habrían sido conscientes de su muerte... ¿por qué? ¿Por qué entonces Idionés permitió que Akasha acabara con ellas..? ¿Por qué las dejó sufrir? ¡Ellas no se merecían una muerte tan cruel e indigna para un guerrero! - Ahora sí que la muchacha no pudo reprimir un llanto desgarrador mientras se dejaba caer al suelo. - ¿Por qué debo confiar en alguien que mueve los hilos sin consultar a nadie...? Que clase de mensajero recibe ordenes sin saber que traerán al mundo... - Ayies entrecerró el ceño.

- Un buen mensajero. - Ella alzó la vista desconcertada. - Shin tiene razón en muchas cosas... nosotros estamos aquí para obedecer sin rechistar... y aunque por tu amor yo traiciono dichas ordenes no he dejado de pensar que debemos acatar cualquier otra. Ella sabe que hace y por qué lo hace, es más, estoy seguro de que es conciente de que te amo y no le importa. No me ha castigado por qué mis sentimientos son puros... y tampoco te castiga a ti por qué también eres sincera. Por ello debemos acatar sus ordenes, sabemos que es buena y misericordiosa, que quiere salvar el mundo que creó. ¿En quién más podemos confiar que en ella?.- Láctea le observó incrédula y bajó la mirada.

- No voy a escuchar a alguien que desconoce sus verdaderas intenciones. - Ayies pareció sorprendido y dolido.- Tú jamás sabrás nada de ella, jamás sabrás como piensa ni a que responde... al igual que yo supongo... pero no voy a escucharte, no eres digno de juzgar a alguien que te guarda tantos secretos, algunos de ellos, crueles e infames. No me importan los fines si hay que maltratar a gente para conseguirlos. Así que no me hables de algo que desconoces más que yo misma pues sé de esto mil veces más que tú. - Láctea se levantó y salió corriendo del lugar. Ayies se quedó allí, atorado por sus palabras. Herido por la frialdad en ellas. Cada vez la notaba más distante. Parecía que cada vez estaba más y más confusa, como si su cabeza y sus sentimientos estuvieran al borde de un abismo y no dejaran de luchar contra el cruel destino que ya las estrellas le habían indicado. Ayies miró el horizonte con impaciencia y respiró hondo. Las perspectivas de la batalla son cada vez más y más oscuras.

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La última semana fue de lo más extraña e incómoda para todos. Shin permanecía en sus entrenamientos, intentaba pasar desapercibido y no inmiscuirse en nada, el asunto estaba demasiado cargado. Así que se dedicaba a fondo en todo aquello que hacía no sin antes dejar la oreja bien parada por si ocurría algo. Aísha estaba muy entregada a sus trabajos. Había organizado todo el funeral de las chicas con la ayuda de Darien, sin embargo este parecía demasiado consternado, así que tubo que asumir casi toda la responsabilidad ella. Además de que parecía dolida al ver cada día el sufrimiento en los ojos de Láctea. Ayies no se había acercado a Láctea en toda la semana. No quería tan siquiera pensar en ella, pero le era imposible. No podía más que maltratarse con las últimas palabras que escuchó salir de su boca. La veía pasar indiferente por su lado y sentía el dolor de su ignorancia. Ella se veía demacrada y cansada y él no se atrevía a decirle ni media palabra. Se sentía pequeño e innecesario en su vida, cómo si todo el amor que antes sentía en sus ojos se hubiera convertido en rencor y confusión. Darien había estado ausente todos y cada uno de los días, no hacía preguntas sobre lo ocurrido, no se hacía notar y se entregaba a sus entrenamientos más que antes. Parecía haber adquirido cierta conciencia de su responsabilidad y a pesar de estar cómo en otro mundo no olvidaba que parte le tocaba en este. Por las noches salía a dar paseos por la playa y no volvía hasta pasadas unas horas. Una semana de lo más extraña, y esta no daba señales de ser diferente.

- ¿Dónde está el príncipe?

- Supongo que paseando... parece que se ha vuelto costumbre.

- Estoy harta de esta situación. ¿No crees?

- Láctea no parece querer entrar en razón. Apenas come, ni habla, ni tan siquiera nos mira, parece como si viviera sola en esta casa. Esto no puede ser bueno.

- ¿Crees que habrá hablado con Idionés de lo ocurrido?

- Seguro... ya sabes cómo es ella.

- Sí... lo sé Shin... lo sé.

Láctea había salido a nadar un rato, como muchas noches. Se sentía cansada y cada vez notaba más los constantes movimientos del enemigo. En esa extraña semana habían matado cientos de vampiros no puros y el príncipe parecía haber perdido el miedo a matar, ahora casi parecía que disfrutaba con ver muertas a esas criaturas. Es natural, ellas han acabado con su vida. Lo alejaron de su princesa, mataron a sus amigas y seguían con el plan de destruir el mundo y a los seres que viven en él. Láctea salió del agua con elegancia, su cabello caía hermosamente por su espalda rozando sus piernas. Ella lo cogió entre sus manos y escurrió el agua que caía de él. Lo observó con una media sonrisa mientras pensaba en lo mucho que había crecido desde la última vez que pisó la tierra. Suspiró cansada y pensativa, cada vez le dolía más el corazón y parecía que nada podría parar el dolor. Mientras divagaba en sus pensamientos vio al príncipe adentrarse en el bosque. Él no la había visto y había entrado como un fantasma en la oscuridad de la noche. Ignorando los movimientos de su alteza Láctea entró sigilosamente a la casa para que los demás no la oyeran y fue a su habitación. Se veía tan diferente ahora en el espejo. Su pelo era demasiado largo y tan sedoso que caía en hilos dorados por sus hombros y espalda. Sus facciones se habían vuelto más femeninas y los labios más sonrojados. Sus ojos parecían mucho más maduros y su mirar más penetrante. Cogió un vestido de color azul pálido y lo dejó caer sobre su fina piel. Marcaba todas sus curvas y dulcificaba su figura. Con sus suaves manos recogió el largo cabello y lo dividió en dos mechones iguales los cuales trenzó formando dos moños en su cabeza. Con unas agujas sujetó firmemente su cabello dejando caer algunos mechones por entre el nuevo peinado. Se arregló el flequillo y se miró en el espejo. Sintió cierta nostalgia al contemplar su reflejo y quiso salir a dar una vuelta. Iría a hacerles una visita a sus conejos.

Se adentró en el bosque sin ser vista y caminó cautelosa para no asustar a los animales que tan cómodamente vivían allí. Sus pies acariciaban la hierva acoplándose perfectamente a la naturaleza, sus brazos acariciaban las hojas de los arbustos meciéndose con el viento. Su pelo seguía el compás de la brisa y bailaba junto las lianas del bosque. Era la sensación más cercana a la paz que su corazón podía interpretar. Al fin divisó el claro y aceleró sus pasos. Aún los fuertes troncos cubrían su vista, pero pudo oír algo que la desconcertó. Una melodiosa y cálida voz cantaba a unos metros de ella. Una voz varonil y suave que entonaba una canción misteriosa. Se perdió en la sensación de esa voz encandilada y la siguió por inercia llegando al claro. El príncipe estaba ante ella. A sus pies estaba Pini jugueteando y en sus manos, mansa como nunca, dormía plácidamente Dana bajo las caricias de las fuertes manos de él. Su voz era apaciguadora y serena. Darien permanecía con los ojos mirando a la conejita y sonreía nostálgicamente. Láctea se dejó caer con suavidad al suelo sentándose para escuchar la hermosa melodía. Las notas la envolvían con dulzura levantando miles de sensaciones indescriptibles en su corazón. Se sentía perdida ante su presencia, como una niña que pierde las palabras ante su príncipe azul. Pini estaba entre las hiervas dando vueltas cuando notó la presencia de ella. El pequeño animal corrió juguetón hasta la joven y saltó a sus brazos sacándola del hechizo en el que se había sumido. Darien levantó la vista y la vio. Su corazón dio un vuelco ante la imagen. Su pelo estaba recogido como antaño, en dos hermosos moños de dorados hilos y de ellos escapaban traviesos mechones de cabello rubio que jugueteaban con la brisa. Su boca se abrió sin emitir sonido y se perdió en la mirada profunda de la muchacha. Ella sonrió levemente con el conejo en sus brazos mientras sus dedos acariciaban melosos la naricita del animal.

- Pini eres un bicho...¿lo sabias? No puedes estar quieto ni dos minutos... malo...- La chica sonrió con dulzura y besó la frente peludita del conejo. Al fin levantó la vista y le miró a los ojos alterando aún más las constantes cardíacas del príncipe. - ¿Qué hacéis aquí príncipe? - Él se sobresaltó con sus palabras y evitó su mirada para posar la suya en la conejita.

- Sólo pensaba...

- Lo lamento mucho. - Darien la miró confuso. Ella le miraba muy sería y con lágrimas en los ojos. Sintió arder su corazón al verla llorar. - Lamento mucho lo de las guerreras... no debería haber ocurrido... no así... lo lamento tanto... - Láctea se llevó las manos al rostro dejando escapar un llanto sordo y apagado muestra del profundo dolor que sentía. Darien se acercó hasta ella tomando sus hombros con dulzura y agachándose para quedar a su altura. La chica seguía con la faz escondida tras sus manos y bajo el tacto el príncipe pudo notar como todo su cuerpo temblaba por la agonía. No lo resistió más y la abrazó contra su pecho. Ella sólo se dejó llevar hasta poder sentir su cálido corazón en sus oídos.

- Deja de llorar por favor... no soporto ver una sola lágrima en tu rostro.- Haciendo caso omiso de la petición Láctea siguió llorando con más fuerza en su pecho dejando escapar entre sollozos las palabras "Lo siento...". Darien se sentía desfallecer con cada lágrima que perdían sus ojos y agachó la cabeza hasta sentir el aroma de su pelo. - ¿Por qué te culpas de lo sucedido?- La voz del príncipe sonó dulce y cariñosa sin embargo provocó escalofríos en los oídos de ella. La muchacha se separó levemente sin abandonar los brazos de él y fijó su mirada azul en los profundos ojos del hombre.

- No lo sé... no lo sé... pero... pero me siento responsable... algo en mi pecho me dice que ha sido culpa de mi incompetencia. - Su voz quebrada y dolida se clavó en la memoria de Darien.- No puedo dejar de pensar en lo mucho que debieron sufrir bajo las manos de esa... esa... no puedo ni nombrarlo... - El chico tomó su rostro sonrojado entre sus manos y lo levantó con dulzura.

- Un ángel no debe llorar... ni lamentarse... esto ha pasado por qué así tenía que pasar... no te culpo en lo absoluto por el triste final de mis amigas... sé que ellas tampoco lo hacen... al contrario... estén donde estén nos apoyan y confían en que juntos logremos que vuelvan a la vida. Confían en ti Láctea, lo sé.- Dos lágrimas más descendieron de sus ojos azul cielo y una dulce sonrisa se dibujó al fin en su bella faz.- Mucho mejor... así estas mucho más hermosa.

- Sois tan amable, tan bueno... ¿por qué me tratáis siempre con esa dulzura?

- ¿De qué otra forma se puede tratar a un ángel?

Láctea le observó pasmada y dudosa. El rostro del joven estaba a escasos centímetros del de ella y sus brazos sujetaban aún entre sus manos la cara de la guerrera. La mirada de Darien la desconcertaba y la dejaba aún más confusa e intranquila de lo que antes estaba. Sin embargo no era una sensación de vació ni desolación... no... todo lo contrario... un calor inundaba todos y cada uno de sus poros acelerando los latidos de su corazón. Mariposas que jugueteaban en su estomago desbordando sus sentimientos y provocando ligeros vértigos en su desbordada cabeza. No entendía cómo pero la sola presencia del príncipe tentaba sus deseos más primitivos hasta el punto de que la sola idea de controlarlos se volvía irrisoria. Se sentía como una niña bajo su tacto, temblaba como una hoja por sus caricias y sus labios palpitaban deseosos de un encuentro. Pero él seguía parado, sin hacer ni decir nada, sólo con una mirada cariñosa y dulce ante ella. ¿Por qué se sentía así? ¿Cómo se puede explicar que su cuerpo buscara impaciente un roce con el de él?

- Será mejor que descanses... últimamente estas muy alterada y pareces confundida... Vamos... te acompañaré hasta la casa.- Darien se levantó ante ella marcando distancias entre ambos. Un sentimiento de decepción inundó a la muchacha. Él tendió su mano para ayudar a la joven y esta la cogió temerosa. Otra vez aquel sentimiento bajo el contacto de su piel. Sólo sus manos se habían rozado y parecía que miles de choques eléctricos recorrieran sus venas. Se alzó lentamente y se quedó mirando al chico.

- Darien...

- ¿Si preciosa?- Él sonrió al notar que lo que había escapado de los labios de ella no había sido un "alteza" o un "príncipe" sino su nombre de pila, el que tanto anhelaba oír salir de sus labios.

- No quiero irme... - Ella se sonrojó lentamente y agachó la cabeza.- Prefiero quedarme aquí, contigo.- Darien se quedó petrificado ante ella. La hermosa chica no había soltado su mano, la apretaba con fuerza como si tuviera miedo de que él la soltara y la dejara sola en el bosque. Su hermoso cuerpo estaba temblando y se mordía intranquila el labio inferior bajo el sonrojo de sus mejillas. - Quédate conmigo...

Láctea soltó su mano repentinamente y se abrazó con fuerza al cuello del joven. Rodeó con sus brazos la nuca de él hundiendo la cabeza una vez más en su masculino pecho. Darien no supo como reaccionar y se quedó parado con la chica entre sus brazos. Ella sentía el apresurado latir del corazón contra su oreja y sonrió levemente al notar los nervios de él. Al fin reaccionó y posó sus fuertes brazos en la espalda de la chica abrazando con delicadeza el fino talle de ella. Láctea se apretó más contra su pecho contagiándose de su aroma. Las cálidas manos acariciaban su espalda con sutileza y su respiración le hacía cosquillas en los oídos. Sin saber por qué alzó un poco su rostro encontrándose con el cuello de él. Un cuello firme y terso, bronceado por los cálidos rayos del sol. Sintió perderse en la imagen y embriagada por su perfume acercó sus labios hasta él. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Darien al notar los dulces labios de la muchacha en su cuello. Ella jugueteaba con su piel besando delicadamente las partes más sensibles de su cuello. Entrecerró los ojos sin creer que realmente ella estuviera a su lado, jugando con sus sentimientos y acariciando con sus labios su fina piel. Las manos de Láctea se entrelazaron entre el pelo negro acercando más el cuello del muchacho a su boca. La respiración de ambos se aceleraba por momentos y lo que antes habían sido besos fugaces pasaban a ser profundos y sensuales, casi hasta el punto de parecer eróticas caricias de deseo. Las grandes manos del príncipe le traicionar al coger entre ellas la cintura de la muchacha acariciando sensualmente sus caderas. Ella pareció responder ardientemente bajo el sutil tacto pues empinó sus pies hasta quedar a la altura del pómulo de sus orejas. Ahora ya sí que sus fuerzas le estaban jugando una mala pasada. Empezó a sentirse débil y no pudo evitar dejar escapar un suspiro de placer. Sus piernas al fin perdieron la fuerza dejándose caer contra un árbol situado tras él. A Láctea no pareció importarle, es más, acomodó el cuerpo contra el suyo sensualmente haciendo encajar perfectamente cada parte opuesta con la de él. Al fin abandonó el ya delicado pómulo de Darien para fijar su mirada en los ojos desconcertados de él. Por primera vez en mucho tiempo un ligero color rojo apareció en las mejillas del príncipe que contempló el rostro acalorado de Láctea. La chica tomó el rostro del muchacho entre sus manos y se acercó peligrosamente hasta él besando su frente con cariño y dulzura. El corazón de él ya no daba para más, estaba a punto de batir el record de velocidad. Uno de los dedos de ella acarició sus labios mientras con su otra mano acariciaba el rostro del chico.

- Bésame Darien... por favor... bésame... - Ella dejó de acariciar su rostro dejando las manos recostadas en el árbol pero sin separarse del sorprendido y acalorado príncipe.

Los ojos pasionales y seductores de ella contemplaban al muchacho con deseo y sus labios palpitaban esperando una respuesta de él. La poca fuerza de voluntad que tenía Darien para que sus deseos no se desbordaran desapareció rápidamente y en un movimiento brusco y pasional tomó el rostro de la muchacha y besó ardientemente sus labios. Ella jadeó levemente y volvió a aprisionar el cuello de él entre sus brazos. Su cuerpo se arqueaba ante él y sus labios se apretaban con fuerza contra los del joven. Darien besaba con deseo su boca adentrando su lengua y jugueteando con sus labios. Los jadeos de ella cada vez aumentaban incitándole más y provocando que sus caricias fueran cada vez más atrevidas. Ella no se quedaba atrás y empezaba a acariciar entre sus manos los fuertes glúteos de él. Darien no lo soportó más y giró bruscamente a la mujer hasta tenerla aprisionada contra el árbol. Con una de sus manos levantó la pierna de la muchacha que se deslizó lentamente bajo su vestido azulado. Ella respondió con la misma lujuria rodeando con la pierna la cintura de él y apretando con más furia sus labios contra los de él. Mordía incansablemente y con erotismo el labio inferior del príncipe mientras su mano seguía entrelazada en el cabello de Darien. La muchacha empezó a subir su otra mano, antes apoderada del trasero del joven y con maña despojó al príncipe del fino suéter que cubría su torso. Láctea fijó su excitada mirada en el torso desnudo bajando sus dos manos para poder acariciarlo sensualmente. Él respiraba agitado bajo su tacto y lentamente agarró las manos de ella. La chica alzó la vista contemplando sus ojos. Darien recostó el cuerpo de la joven en la hierba acomodando el suyo propio encima. Láctea se soltó de sus manos con delicadeza y en un movimiento rápido zafó nuevamente el rostro de él volviendo a besar sus labios. Ambos se perdían en las caricias del otro y ya no respondían a razones. Darien porqué al fin la tenía nuevamente entre sus brazos, Láctea porqué se sentía más mujer que nunca ante su varonil figura. Las manos del príncipe bajaron hasta los muslos de la muchacha acariciando sus caderas con descaro y levantando la fina tela. La parte baja de la muchacha estaba al descubierto y solo la delgada tela de su ropa interior impedía al príncipe viajar al paraíso. Las manos de él se introdujeron savias bajo la ropa y buscaron con cautela la parte más íntima y sensible de Láctea que dejó escapar un fuerte jadeo ante la atrevida caricia. Una vez encontrado el objetivo Darien ya no podía parar y empezó a acariciarla con erotismo. El cuerpo de ella se arqueaba bajo el tacto y sus labios dejaban escapar jadeos cada vez más elevados. Repentinamente la mujer paró a Darien y le miró el rostro.

- Para... para o no respondo de mí... - La respiración acalorada de él resonó en sus oídos.

- No... esta noche te aré mía... mía...- Los labios del príncipe encontraron nuevamente los de ella que sin rechistar más bajó sus manos hasta los pantalones del chico.

- Entonces hazme llegar al cielo a tu lado... los dos... los dos...

Ante la sola idea el corazón de Darien se paró en seco y se dejó llevar por las caricias de ella. Ahora era Láctea quien jugueteaba con él y dejaba paso a sus deseos más eróticos. Se sentó encima del joven observando su rostro con lujuria. Darien lo entendió y vio el momento más cerca que nunca... Ella lo deseaba, y el también. Al fin sus miembros se unieron en la más bella de las danzas y juntos alcanzaron el cielo de lo pasional. Las caderas de la muchacha bailaban sensualmente entre las manos de él y el sudor de ambos resbalaba entre la fina piel. Ambos llegaban a la cumbre del amor. El momento al fin había llegado, había sido suya una vez más.

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FLASH-BACK

- Serena...

- Mmmm....

- ¿Estas... estas bien?

- Mejor que nunca.- La hermosa chica se aferró al cuerpo de su novio con una sonrisa. Darien sonrió con dulzura y acarició una vez más sus cabellos.

- Siempre tengo miedo a dañarte de alguna forma...

- Créeme, no lo haces, tus caricias son tan dulces y cuidadosas que jamás podrían dañar mi piel. - Ella sonrió bajo un sonrojo y besó fugazmente los labios de su novio. - Eres tan dulce y bueno... ¿cómo te lo haces para tratarme siempre con esa dulzura?

- ¿De qué otra forma se puede tratar a un ángel?

Serena sonrió con cariño y se acomodó contra su pecho dejando que sus labios se apoderaran de los de su amado. Se sentía en una nube, sólo junto a él. Era el único hombre en el mundo que podía jamás complacer sus sueños. Darien era el único que despertaba esas emociones en ella.

FIN FLASH-BACK

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Continuará....

Notas de la autora: Sí, sí, lo sé... muy sensual y erótico... pero es que ya tocaba no? A veces para que los sentimientos puedan despertar hay que llegar a los extremos! Siento si este cambio de "Sensual" a "Hentai" les ha parecido brusco... prometo que ya no habrá más algo tan exagerado... sé que me he salido de mi forma habitual de redactar.. pero en verdad quería describir perfectamente las sensaciones que sentían sus corazones... y en mi opinión, en el momento en que más se desbordan los sentimientos, es justo en los más íntimos.

Espero sus comentarios y que no sean muy duras conmigo...