Tu contradictoria forma de actuar
La hermosa chica de ojos tan claros como un cielo de primavera contemplaba su sudoroso rostro en el espejo del cuarto de baño. Se había levantado alterada y desconcertada para luego salir corriendo en dirección al lavabo sintiendo unas fuertes nauseas recorriendo todo su estomago. Vio el reflejo de su propio rostro sumamente alterado y la confusión reflejada en su mirar. Desde que había pisado la tierra que nada parecía estar bajo su control, todo parecía escaparse de sus manos. Primero fue el control sobre los sentimientos, luego fue la total entrega a Ayies, también la atracción que sentía por el príncipe, la actual desconfianza hacia su soberana Idionés y la discusión que pareció terminar con todo lo que la unía a Ayies... era todo demasiado confuso y a la vez incontrolable. Y ahora estaba allí, mirándose al espejo cautiva de su miseria, contemplando un rostro que minutos antes había sido el puro reflejo de la lujuria. Anduvo hacia su cuarto y contemplo el hombre que reposaba exhausto en su lecho. El príncipe dormía plácidamente y sereno entre las blancas sabanas de su intimidad y ella no había hecho absolutamente nada para impedirlo. Se había dejado dominar y seducir por las malas artes de ese ser. La mujer agachó la cabeza con fiereza mientras cerraba el puño indignada. "He perdido todo aquello que me convertía en guerrera, me he dejado vencer por la debilidad y por mis miedos... me he convertido en una persona mediocre, en alguien simple y débil... ¿cómo voy a vencer así a la diosa Akasha? ¿Cómo pueden cambiar las cosas de esta forma en tan poco tiempo?. Maldita sea... si no he podido renunciar a la tentación de un cuerpo humano... si he dejado que el hijo se haya apoderado de mi ser sin poder poner la más mínima resistencia, si he derramado lágrimas de dolor por criaturas que debían morir... si he demostrado mi debilidad al enemigo... Akasha...¿qué debes pensar ahora de tu contrincante?" Láctea se acercó hasta el hombre y se agachó hasta quedar a escasos centímetros. Sus dedos se acercaron inconscientemente hacia su rostro y en un movimiento suave desvió un mechón rebelde que tapaba parte de su hermoso rostro. "¿Qué tienes tú que me hace indefensa?". Un poder oscuro se hizo presente en ese mismo instante alterando a la joven mujer que sin pensárselo dos veces salió veloz hacia el exterior rompiendo el cristal de su ventana. El hombre en su cama despertó alterado para ver ante sus adormilados ojos el cristal roto y las cortinas meciéndose ante la brisa temprana. Darien se levantó y renunciando a posar sus pies descalzos bajo la rota ventana salió a toda prisa por la puerta interior hacia la entrada de la casa. Sus ojos no podrían haberse dilatado más al contemplar el rostro amigo que permanecía ante él.
- ¿Louis?- El joven nombrado giró su rostro alterado por la presencia de Láctea para posarlos en el príncipe. Más calmado por su presencia sonrió levemente.
- Me alegro de veros de nuevo príncipe. - Louis sonrió sinceramente para contemplar luego el rostro confuso de Láctea.
- ¿Lo conocéis alteza?
- Sí... salvó la vida de mi princesa en una ocasión. - Láctea no dejó su posición defensiva mientras contemplaba desconfiada al humano ante sus ojos.
- Tu energía es oscura... casi diría que es la energía de un ángel oscuro... ¿por qué?- Louis la contempló nostálgicamente y suspiró abatido.
- Veo que mis temores eran ciertos y que vos, guerrera, ya no recordáis vuestro pasado. - Láctea dejó su postura para sentirse sumamente confusa. El joven ante ella suspiró y contempló sus ojos con dulzura.- Mi nombre es Louis mi señora y la razón por la que notáis en mí una fuerza oscura es por qué no hace muchos años yo fui un vampiro. - Los ojos de la guerrera se ensancharon incrédulos.
- Pero... eso es imposible... jamás había oído que un vampiro pudiera volver a ser humano... eso es irrisorio...
- Ignoro los motivos y como se produjo exactamente el milagro mi señora, pero la princesa de la Luna, Serenity, con la ayuda del cristal de plata y su bondad logró hacer de mi dañada alma oscura una nueva alma humana. - Láctea contempló al príncipe atónita.
- Me temo que es cierto, yo mismo contemplé el milagro. Serena unió el cristal de plata con el poder oscuro de este hombre con el único propósito de salvar su alma, y lo logró, no sé como, pero lo logró.
- Increíble... completamente increíble. - Aísha sonrió irónica contemplando el muchacho.- Ese detalle se me pasó por alto... sin duda.
- ¿Aísha?- Láctea contempló desconfiada a su amiga. Ella le devolvió la mirada con complejidad. El príncipe se acercó hasta ellos.
- Me alegro de verte Louis... pero si estas aquí es que tu misión ha concluido.- El antiguo vampiro lo contempló sonriente.
- Así es, vuestra princesa sabía que debía cumplir con una misión, yo mismo sabía que tenía que cumplir con ella aún sin saber de que se trataba exactamente... pero al fin la he descubierto y ya estoy listo para daros mis conocimientos.
- ¿Y cual es tu misión Louis?- Láctea se irguió segura contemplando el bello rostro del humano.
- Deciros la buena nueva de los vampiros. Mi conexión mental con el mundo oscuro sigue intacta, puedo saber que ocurre en sus dominios aún siendo humano.
- Vayamos a comentarlo dentro, la noche esta fría.- Darien dijo sin pensar.
- Es que vos, príncipe vais muy ligero de ropa.- Sonrió Louis contemplando al muchacho con solo unos bóxer. Ni que decir que el príncipe enrojeció ferozmente y salió corriendo a su habitación a cambiarse ante la inusual sonrisa de Láctea. Ante este gesto Aísha y Shin se miraron sospechosos.
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A pesar de toda la información que esa criatura les había proporcionado aún no podía evitar sentir desconfianza ante su presencia. Sus ojos verdes cual esmeralda aún conservaban fiereza y una profundidad inhumana. Llenos de madurez y conocimiento adquiridos sin duda en sus largos años como inmortal. Su piel, por lo contrario a la de un vampiro, estaba bellamente bronceada y sus labios rojos cual carmín. Láctea no podía despegar la mirada de él. Se sentía violenta y a la vez atraída por esas sabias pupilas. El ex vampiro conversaba animadamente con Darien ignorando la profunda mirada de desconfianza de la joven mujer, aún así de vez en cuando no podía evitar desviar sus ojos hacía la femenina belleza que poseía. Un leve mareo hizo regresar a Láctea a la tierra reaccionando bruscamente.
- ¿Te encuentras bien Láctea?- El siempre atento de Shin posó su mano en un hombro de la joven pero esta lo rechazó violentamente. Desde hacía días que apenas se hablaban por lo ocurrido con las chicas y no iba a retroceder ahora, su orgullo no se lo permitiría.
- Estoy bien. - Todos los presentes se giraron ante su descortés comportamiento, la chica irguió la cabeza orgullosamente clavando una de sus frías miradas. Todos y cada uno de los presentes se estremecieron. Darien la contempló confundido. ¿Cómo podía ser una mujer tan contradictoria? A veces tan fría y dura, y otras tan cálida como una brisa de verano. El chico la contempló analizánte intentando descubrir la naturaleza de la que fue su princesa.
- Mi señora, me gustaría compartir unas palabras con usted, si no es molestia. - La fuerte voz de Louis volvió a resonar en el cuarto acaparando la atención de todos los presentes. Láctea le miró desconfiada pero no tardó en aceptar. Se alzó elegantemente e indicó con una mirada al visitante que la siguiera.
Láctea llevó a Louis hasta el porche dónde se acomodaron en una de las sillas de madera. La mano de la mujer se posó en su barbilla mientras esperaba en silencio que Louis, a unos cuantos pasos de ella, diera el primer paso. Pero este no parecía muy decidido a empezar la conversación. Minutos de un silencio pesado se hicieron presentes en el lugar, y ella seguía allí parada, esperando, sin decir nada, simplemente analizando con la mirada todos y cada uno de los rasgos del hombre. Al fin este se decidió y alzándose de la cómoda silla pronunció con su grave voz las palabras que tanto tiempo se había guardado para sí.
- Mi querida señora os pido que confías en mi. Sé que os resulta complicado, que dudáis hasta de vos misma, pero aún así tengo que pediros ese gran favor. Confiad en mi.
- ¿Por qué?- La mirada de la mujer analizó los ojos intensamente verdes del muchacho. Su mirar era extremadamente complejo y aguardaba miles de sensaciones contradictorias tras él.
- No busquéis un porqué mi señora, simplemente sentid que es lo correcto.- El joven se arrodilló frente a ella, fijando sus profundos ojos en los de la mujer.- ¿Qué sentís al mirarme?
- Confusión. - Louis tomó en sus manos las de ella.- ¿Por qué me miráis de esa forma?
- ¿De que forma os miro?
- Me miráis como si me conocierais, como si fuera alguien con el que ya habéis compartido una larga experiencia. Me atrevería a decir que en vuestros ojos hay aprecio, nostalgia.
- Más que eso mi señora, mucho más. - Láctea temió preguntar, aún así sus ansias de saber más la traicionaron.
- ¿Me... me conocisteis? Tengo la sensación de que fue así... en mi otra vida... Lo siento en vuestros ojos... en vuestro mirar... en cada uno de vuestros ademanes. Decidme señor Louis... ¿coincidimos en otra vida?
- Sois audaz... si... nos conocimos. - La chica cerró los ojos en un suspiro.
- ¿Y éramos cercanos... ¿no es así?- El chico sonrió fugazmente para luego volver a poner su semblante serio.
- En realidad solo coincidimos en una pequeña.... aventura... pero lo recuerdo intensamente. - Ella lo miró confundida, anhelando saber más.- Vos pasasteis vuestra anterior vida aquí, en la tierra. ¿Lo sabías no es así?
- Algo sospechaba, sí, lo sabía. Aún así no sé dónde ni por qué.
- Puedo responder al donde, pero no debo. Mi señora, sólo pensad en que ahora lo que cuenta es el presente, no el pasado que una vez junto nuestros caminos para separarlos velozmente. Señora Láctea... sois conciente del poder de Akasha... sabéis que el poder del príncipe no...
- Shhhhhhh.... mi misión esta claramente escrita y nada cambiará mis planes. Todos los puntos han sido analizados y todos los contras contrarrestados. Mi cometido solo puede acabar en éxito.
- Habláis con presteza, más no os lo creéis... se puede ver en vuestros ojos, ojos que puedo leer sin ningún impedimento, vos misma sois la culpable de ello.
- No os entiendo.
- Pero algún día lo haréis. - Láctea contempló el rostro ahora amable del joven. Era tan atractivo que casi sentía la tentación de besar sus labios. Tenía una cálida energía a su alrededor, una energía con restos de una magia oscura, negra como las tinieblas del fin del mundo. Aún así familiar, incluso parecía tener un pulso mágico similar al suyo, un poder que repetía el mismo patrón que el suyo propio, como si algo les uniera... un vínculo talvez... algo creado en el pasado.- He notado que desconfiáis de vuestros propios compañeros, no hay unión entre ustedes, como si temierais que una amistad demasiado profunda fuera perjudicial para ustedes.- La mujer lo miró sabia pero tímidamente. Esos ojos leían su mente.- Dudo que ellos desearan la muerte de las guerreros y además, ¿en qué os debería afectar a vos? No tenéis sentimientos, al menos no reales. ¿Me equivoco?- La chica se alzó voraz y aturdida. Su mirada por unos instantes amable y perdida volvía a ser fría como el mismo hielo.
- No os atreváis a leer en mí, sabéis demasiadas cosas, demasiados detalles que jamás os han podido ser rebelados. ¿Cómo lo hacéis? ¿ Cómo podéis saber lo que pasa en cada momento por mi mente?
- Puedo leer vuestro pasado, al igual que vos podrías ver el mío si recordarais quien soy.
- ¿Por qué?
- Ya os he dicho que algún día lo entenderéis.
- Quiero entenderlo ahora.
- Más no debéis.- El chico se alzó también y la contempló con fijeza. - Seguid tras vuestro muro si creéis que de ese modo evitareis remordimientos a la hora de ejecutar vuestra misión, más no lo lograréis, ya es demasiado tarde para evitar sufrimientos. - Louis se inclinó levemente en señal de respeto y tras una última y fugaz mirada abandonó el lugar adentrándose nuevamente en la casa. Láctea se quedó allí, quieta, con la mirada tras sus pasos. Sus puños se contraían de impotencia y la desconfianza en Idionés aumentaba por momentos. Una vez más aquel mareo, nacido en su estomago, creciendo día a día... sentía que algo no estaba del todo bien en ella, pero... pero... no podía ser cierto. ¿O sí? ¿Podría ser tan descuidada como para...? Se alzó decidida y fue tras Louis atrapándolo justo antes de que este llegara a la sala junto a los demás.
- ¡Louis! Aguardad por favor, hay algo más que deseo preguntaros antes de que nos retiremos todos a la cama.
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Darien estaba de nuevo en su habitación, contemplado su cama perfectamente hecha, o tal vez solo dirigiendo su mirada a ella pues sus pensamientos se alejaban mucho de la realidad. Volaban a un pasado en el que su vida tenía una lógica, tal vez no mucha, pero al menos era un destino marcado, un camino a seguir. Ahora se veía perdido en el caos y el desorden. Estaba ante un futuro incierto y sin garantías, completamente abandonado a la mala o buena fortuna que el mundo quisiera otorgarle. Sentía más que nunca su fragilidad como ser humano y la sola posibilidad de perderla le revolvía el estomago provocando miles de sensaciones nefastas.
Podía oír el murmullo del viento, podía oír el murmullo del agua, podía oír el cantar de las hojas y las alondras de la mañana. ¿Un momento... alondras... viento... agua? El príncipe asomó la cabeza al exterior contemplando un paisaje extraordinario. El cielo antes oscuro, gris y lleno de tormentas producto de la más perversa magia había sido substituido por una hermoso amanecer con brillos dorados. Contempló su reloj, eran las siete de la mañana hora exterior. Iba a abrir las ventanas y a respirar aire fresco cuando unos golpes en la puerta retrasaron sus intenciones.
- Adelante.
Láctea entró en la habitación cerrando la puerta muy delicadamente tras de sí. Su cabello estaba recogido como antiguamente, las mejillas sonrosadas y sus ojos centelleaban en miles de estrellas azuladas. Llevaba un simple camisón de seda turquesa y caminaba silenciosamente con los pies desnudos. Darien aguantó la respiración por un momento, esa era Serena, únicamente Serena. Tan inocente, delicada y sencilla. Una flor rubia de profundas pupilas celestes. La chica se acercó hasta dónde estaba él quedando a unos pocos centímetros de distancia. Iba a abrir la boca cuando el joven atrapó sus labios entre los propios agarrando con sus dedos la fina nuca de la muchacha. Ambos se adentraron en las maravillosas profundidades de las emociones más sinceras, por un instante sólo estuvieron ellos, ellos y ese sentimiento. Se separaron lentamente y por la falta de aire mientras sus ojos seguían fijos en el otro.
- Lo sé. - Darien pestañeó confuso.
- ¿Qué sabes mi niña?
- No te hagas... sabes perfectamente de que hablo. Louis me lo ha contado. - El corazón de Darien dio un brinco.
- ¿Qué... que te ha... que te ha contado?- Láctea hizo rodar sus ojos en señal de impaciencia.
- ¿Cómo pudiste ocultarme algo así? ¡Es imperdonable!- La preocupación del príncipe crecía por momentos.
- No sé de que estas hablando.- Louis no podía haberle dicho la verdad ¿no? Ella no podía saber que era Serena, su serena. ¿Cierto?
- Que... que... tu... la princesa... yo.... ¡dios!- Darien agarró a la ahora nerviosa muchacha y la obligó a que lo mirara.
- Lo siento... no quería que te enterarás así... es solo... solo...
- ¡NO! Yo he sido la ingenua.... como pude pensar que podías ser sincero, era evidente que algo pasaba... tu solo amas a tu princesa... como pensé en algún momento que me amabas... soy una ingenua, es más, no sé ni porqué me enfado.- Láctea se separó de él entre palabras rápidas y nerviosas mientras estrujaba su frente con sus delicados dedos- ¡Tu no eres nada para mi! No estoy enamorada, ni tan siquiera siento más que una mera atracción- Hablaba tan veloz que Darien aún no podía asimilar la información.- No tengo motivos de enfadarme.- La chica parecía desconcertada y Darien ya ni que decirlo.
- Un momento, un momento. ¿De que estas hablando?
- ¿De que va a ser? De la princesa de la Luna, de ella y tu futuro a su lado. De una niña de cabellos sonrosados que esta predestinada a ser vuestra hija. De un futuro que yo desconocía y que a ti parece no importarte en absoluto. ¿Qué pasa? ¿No amas a tu prometida o que?- Darien se había quedado de piedra.
- A ver... aclaremos.. ¿Todo esto viene a que conoces mi futuro?- La chica se sentó un momento consternada.
- ¿Te parece que no tengo suficientes motivos? Que no quisieras a tu princesa me importa muy poco, que no le seas fiel y que te acuestes conmigo cuando te plazca y me apetezca vale, pero sabiendo que tendrás a una hija... un futuro a su lado... y coqueteas con otras? A eso se le llama desvergüenza. - Darien se sentó a su lado suspirando.
- No has entendido nada.- ella giró su rostro lanzando una mirada que intentaba decir algo como "Si... claro...".- Yo amo a Serena.
- Ya lo veo ya, darías tu vida por ella.
- Sin dudarlo un instante.
- Canalla.
- Es más, jamás amaré a una mujer tan intensamente, tan apasionadamente y tan desinteresadamente como la amo a ella.
- Pues si esta viva le deben pitar los oídos.
- Esta viva, deseando volver, solo que no puede.
- Y tú mientras no pierdes el tiempo, o sí... yo a eso lo llamo amor... sin duda. No me lo puedo creer.
- ¿Que pasa? ¿Si hubieras sabido lo de Chibiusa ya no te habrías acostado conmigo? Tú eres la que esta conmigo por conveniencia, solo por sexo, ¿me equivoco?- Darien se acercó a ella pícaramente entrando en un juego muy peligroso.
- ¡Por supuesto que no! Si llego a saber que tu futuro estaba planeado y que yo no estaría jamás en el no...- Láctea se llevó las manos a la boca maldiciendo lo que acababa de decir. Darien sonrió satisfactoriamente. Las palabras en ella habían desvelado al fin la gran verdad que él esperaba. Ella le amaba, ella empezaba a amarle de nuevo.
- Así que es eso... simplemente estas desilusionada... celosa... pues no estas en mi futuro como mi reina. ¿Es eso?
- ¿Cómo crees? Simplemente no entiendo que alguien como tu pueda ser el hijo, el elegido, la bondad personificada.... menuda esperanza para el planeta.
- ¡Jaja!- Darien tocó su nariz juguetón y atrajo la muchacha hacia él con delicadeza. - Créeme... después de todo esto dudo que mi futuro siga siendo el mismo... (creo que ahora te amaré mucho más... serena...).
Láctea se dejó besar dulcemente desfalleciendo ante sus caricias. Odiaba no poder luchar contra él, el muchacho lograba de ella lo que quería y aún siendo quién era... no podía ni retroceder un milímetro de esos dulces labios. No quería pensar en nada, ni en la princesa de la luna, ni en Ayies, ni en nada, solo en ellos dos y ese beso. Pero un golpe exterior la trajo de vuelta a la realidad. Eran Shin y Ayies que entrenaban ferozmente a fuera. Casi dándose cuenta de su infantil arrebato Láctea se levantó fríamente.
- Ya estoy cansada de sus juegos alteza. ¿Amáis a la princesa de la Luna?
- La amo.- Los ojos de Darien eran más que sinceros.
- ¿Entonces por qué hacéis esto?- El joven intentaba buscar las palabras adecuadas para solucionar la encrucijada, pero no veía otra solución más que la verdad. Sin embargo no podía confesársela. Lo sabía. ¿Qué hacer entonces?- ¿No contestáis?
- Lo único que puedo decirte es que la amo de igual forma que te amo a ti.- Los ojos de la chica se abrieron de par en par.
- No acepto vuestro amor ni vuestras palabras.
- ¿Por qué?
- Por muchas razones.- Darien notó el cambio en ella una vez más. Ahora no tenía a Serena ante él sino a la orgullosa Láctea, atenta y perspicaz, libre de sentimientos, calculadora y fría. - Un amor compartido no es un amor, una pasión dividida no es pasión y un sentimiento contradictorio no es sentimiento. Siento deciros que no amáis a vuestra princesa, ni tampoco a mí. Sois un ser vacío que se aprovecha de las dos. - El príncipe se alzó tomando la mano de ella y acercándose peligrosamente.
- Eso me dice tu boca, eso me dice tu voz, pero no es lo que me dice tu cuerpo cuando siente mi cercanía. - Láctea sonrió satisfecha y contra todo pronóstico agarró ferozmente el cuello del hombre acercando su rostro y arrastrándolo a un beso lleno de pasión, deseo y excitación. Darien quedó petrificado ante el voraz movimiento pero sintió arder sus labios ante el largo contacto. Sus manos se arrastraron hasta su cuerpo despertando sus más bajos deseos. Fue en el momento justo, cuando él se sentía más deseoso, más febril, que ella lo apartó bruscamente y con una sonrisa.
- No creáis poder leer mi corazón príncipe, recordad que no lo tengo. - Con una última sonrisa y un adiós de su mano provocativo la muchacha salió dejando a un agitado y confuso Darien tras ella. El joven se dejó caer encima de la cama y cerró sus ojos mientras calmaba su respiración. Una sonrisa se formó en sus labios.
- Maldita sea, ahora juega conmigo... ¿cuándo volverá todo a la normalidad? No creo aguantar mucho más este vaivén de sentimientos.
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Láctea salió al exterior ocultando tras su mascara todo el remolino de sentimientos que pasaba por su cabeza. Había vomitado nuevamente esa mañana, sentía su estomago con vida propia y una extraña energía nacer en su interior. Ante ella estaban sus tres guerreros practicando el arte de la lucha. Ayies levantó la vista al verla llegar y fingió una sonrisa ocultando todo el dolor y pasiones reprimidas.
- ¿Entrenas con nosotros Láctea?- La mujer lo contempló seriamente pero algo en sus ojos le indicó a Ayies que sentía culpa. Eso lo inquietó y a la vez lo reconfortó un poco pues eso le demostraba que algún rincón de su corazón pensaba en él.
- Me temo que no puedo.- La chica alzó la vista fríamente observando el paisaje.- Creí que el cielo mostraría el exterior.
- Nos deprimía, y no es bueno estar deprimidos.- La mujer contempló a Shin con suspicacia.
- ¿Puedo preguntar por qué no entrenas con nosotros amiga?
- Debo ir a ver a alguien Aísha.
- ¿A Idionés talvez?- Láctea levantó la vista
- Talvez...
- Akasha aparecerá pronto, ¿me equivoco?
- No Shin, no te equivocas. Debemos estar preparados.
- El príncipe ha mejorado mucho pero no creo...
- Sólo yo decidiré cuando el príncipe esta listo.- Su voz sonó autoritaria y fría y dejó a los tres guerreros nuevamente impresionados.- Entrenen con dureza a su real alteza, no tengan compasión.
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La diosa Idionés aguardaba en su trono con una media sonrisa. Sus preocupaciones ya habían desaparecido, su plan era perfecto y sus intenciones las correctas. Por primera vez en mucho tiempo sintió que nuevamente llegaban etapas de profunda paz. Su ser se lo decía, el sufrimiento causado en estos años había dado sus frutos, y ahora, después de tanto tiempo, ella llegaría con la pregunta.
Los pasos inconfundibles de la muchacha empezaron a resonar en la sala, acercando cada vez más el momento de su encuentro, dulce encuentro que tanto había estado anhelando. Idionés dejó escapar una sonrisa sincera y con su mayor esfuerzo volvió a poner su habitual cara de póquer. Láctea se adentró segura y firme sin hacer una reverencia, sin inclinar tan siquiera levemente la cabeza. Simplemente se paró ante ella con una mirada decidida y cargada de ira.
- Dime la verdad, sé que lo sabes, sé que de algún modo tú lo habías planeado. Sé que lo has calculado fríamente y que lo has hecho con algún propósito. Dime tu entonces... ¿quién de los dos es el padre del niño que llevo dentro?
Continuará....
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Notas de la autora: HOOOOOOOOOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAAAAAAAA! No me maten porfa! Sé que he sido una niña muy mala, que les he dejado en ascuas, que me quieren matar no solo por como acaba el capítulo, sino también por mi tardanza y sobretodo por lo corto del capítulo. Pero en verdad que no estoy pasando para nada un buen momento! Les prometo que jamás me tardaré tanto de nuevo en un capitulo y que al menos una vez al mes tendrán actualización (si puedo dos al mes) pero es que en verdad que estoy muy atareada, tengo muchas cosas en las que pensar y la inspiración me escasea últimamente. Pido perdón a todos aquellos que leen mis fics y prometo actualizar en breve el de Sakura y Marlmalade Boy. Les pido disculpas de nuevo y ruego su paciencia y sus comentarios.
Agradecimientos:
A SEREKINO: Por darme fuerza con tu fic y tus palabras. En verdad que no sé que haría sin tu maravilloso fic y los momentos que paso con él.
A KALINA: No sé ni si lees mi fic pero quiero felicitarte por tu maravilloso trabajo y en especial por UFELO. Es mi fic favorito.
A SERENA LI: Por tu agradecimiento en tu último capítulo y por tu paciencia al esperar mi fic. Tú para mí eres una gran escritora también. Un beso.
A TODO EL MUNDO: Por apretarme las tuercas y dejarme sus reviews, no saben lo que me animan. Espero recibir muchos también por este capítulo y no se preocupen que estoy preparada para sus regaños. Un beso a todos y confío en su fidelidad.
Carrie, con muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho cariño!
La hermosa chica de ojos tan claros como un cielo de primavera contemplaba su sudoroso rostro en el espejo del cuarto de baño. Se había levantado alterada y desconcertada para luego salir corriendo en dirección al lavabo sintiendo unas fuertes nauseas recorriendo todo su estomago. Vio el reflejo de su propio rostro sumamente alterado y la confusión reflejada en su mirar. Desde que había pisado la tierra que nada parecía estar bajo su control, todo parecía escaparse de sus manos. Primero fue el control sobre los sentimientos, luego fue la total entrega a Ayies, también la atracción que sentía por el príncipe, la actual desconfianza hacia su soberana Idionés y la discusión que pareció terminar con todo lo que la unía a Ayies... era todo demasiado confuso y a la vez incontrolable. Y ahora estaba allí, mirándose al espejo cautiva de su miseria, contemplando un rostro que minutos antes había sido el puro reflejo de la lujuria. Anduvo hacia su cuarto y contemplo el hombre que reposaba exhausto en su lecho. El príncipe dormía plácidamente y sereno entre las blancas sabanas de su intimidad y ella no había hecho absolutamente nada para impedirlo. Se había dejado dominar y seducir por las malas artes de ese ser. La mujer agachó la cabeza con fiereza mientras cerraba el puño indignada. "He perdido todo aquello que me convertía en guerrera, me he dejado vencer por la debilidad y por mis miedos... me he convertido en una persona mediocre, en alguien simple y débil... ¿cómo voy a vencer así a la diosa Akasha? ¿Cómo pueden cambiar las cosas de esta forma en tan poco tiempo?. Maldita sea... si no he podido renunciar a la tentación de un cuerpo humano... si he dejado que el hijo se haya apoderado de mi ser sin poder poner la más mínima resistencia, si he derramado lágrimas de dolor por criaturas que debían morir... si he demostrado mi debilidad al enemigo... Akasha...¿qué debes pensar ahora de tu contrincante?" Láctea se acercó hasta el hombre y se agachó hasta quedar a escasos centímetros. Sus dedos se acercaron inconscientemente hacia su rostro y en un movimiento suave desvió un mechón rebelde que tapaba parte de su hermoso rostro. "¿Qué tienes tú que me hace indefensa?". Un poder oscuro se hizo presente en ese mismo instante alterando a la joven mujer que sin pensárselo dos veces salió veloz hacia el exterior rompiendo el cristal de su ventana. El hombre en su cama despertó alterado para ver ante sus adormilados ojos el cristal roto y las cortinas meciéndose ante la brisa temprana. Darien se levantó y renunciando a posar sus pies descalzos bajo la rota ventana salió a toda prisa por la puerta interior hacia la entrada de la casa. Sus ojos no podrían haberse dilatado más al contemplar el rostro amigo que permanecía ante él.
- ¿Louis?- El joven nombrado giró su rostro alterado por la presencia de Láctea para posarlos en el príncipe. Más calmado por su presencia sonrió levemente.
- Me alegro de veros de nuevo príncipe. - Louis sonrió sinceramente para contemplar luego el rostro confuso de Láctea.
- ¿Lo conocéis alteza?
- Sí... salvó la vida de mi princesa en una ocasión. - Láctea no dejó su posición defensiva mientras contemplaba desconfiada al humano ante sus ojos.
- Tu energía es oscura... casi diría que es la energía de un ángel oscuro... ¿por qué?- Louis la contempló nostálgicamente y suspiró abatido.
- Veo que mis temores eran ciertos y que vos, guerrera, ya no recordáis vuestro pasado. - Láctea dejó su postura para sentirse sumamente confusa. El joven ante ella suspiró y contempló sus ojos con dulzura.- Mi nombre es Louis mi señora y la razón por la que notáis en mí una fuerza oscura es por qué no hace muchos años yo fui un vampiro. - Los ojos de la guerrera se ensancharon incrédulos.
- Pero... eso es imposible... jamás había oído que un vampiro pudiera volver a ser humano... eso es irrisorio...
- Ignoro los motivos y como se produjo exactamente el milagro mi señora, pero la princesa de la Luna, Serenity, con la ayuda del cristal de plata y su bondad logró hacer de mi dañada alma oscura una nueva alma humana. - Láctea contempló al príncipe atónita.
- Me temo que es cierto, yo mismo contemplé el milagro. Serena unió el cristal de plata con el poder oscuro de este hombre con el único propósito de salvar su alma, y lo logró, no sé como, pero lo logró.
- Increíble... completamente increíble. - Aísha sonrió irónica contemplando el muchacho.- Ese detalle se me pasó por alto... sin duda.
- ¿Aísha?- Láctea contempló desconfiada a su amiga. Ella le devolvió la mirada con complejidad. El príncipe se acercó hasta ellos.
- Me alegro de verte Louis... pero si estas aquí es que tu misión ha concluido.- El antiguo vampiro lo contempló sonriente.
- Así es, vuestra princesa sabía que debía cumplir con una misión, yo mismo sabía que tenía que cumplir con ella aún sin saber de que se trataba exactamente... pero al fin la he descubierto y ya estoy listo para daros mis conocimientos.
- ¿Y cual es tu misión Louis?- Láctea se irguió segura contemplando el bello rostro del humano.
- Deciros la buena nueva de los vampiros. Mi conexión mental con el mundo oscuro sigue intacta, puedo saber que ocurre en sus dominios aún siendo humano.
- Vayamos a comentarlo dentro, la noche esta fría.- Darien dijo sin pensar.
- Es que vos, príncipe vais muy ligero de ropa.- Sonrió Louis contemplando al muchacho con solo unos bóxer. Ni que decir que el príncipe enrojeció ferozmente y salió corriendo a su habitación a cambiarse ante la inusual sonrisa de Láctea. Ante este gesto Aísha y Shin se miraron sospechosos.
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A pesar de toda la información que esa criatura les había proporcionado aún no podía evitar sentir desconfianza ante su presencia. Sus ojos verdes cual esmeralda aún conservaban fiereza y una profundidad inhumana. Llenos de madurez y conocimiento adquiridos sin duda en sus largos años como inmortal. Su piel, por lo contrario a la de un vampiro, estaba bellamente bronceada y sus labios rojos cual carmín. Láctea no podía despegar la mirada de él. Se sentía violenta y a la vez atraída por esas sabias pupilas. El ex vampiro conversaba animadamente con Darien ignorando la profunda mirada de desconfianza de la joven mujer, aún así de vez en cuando no podía evitar desviar sus ojos hacía la femenina belleza que poseía. Un leve mareo hizo regresar a Láctea a la tierra reaccionando bruscamente.
- ¿Te encuentras bien Láctea?- El siempre atento de Shin posó su mano en un hombro de la joven pero esta lo rechazó violentamente. Desde hacía días que apenas se hablaban por lo ocurrido con las chicas y no iba a retroceder ahora, su orgullo no se lo permitiría.
- Estoy bien. - Todos los presentes se giraron ante su descortés comportamiento, la chica irguió la cabeza orgullosamente clavando una de sus frías miradas. Todos y cada uno de los presentes se estremecieron. Darien la contempló confundido. ¿Cómo podía ser una mujer tan contradictoria? A veces tan fría y dura, y otras tan cálida como una brisa de verano. El chico la contempló analizánte intentando descubrir la naturaleza de la que fue su princesa.
- Mi señora, me gustaría compartir unas palabras con usted, si no es molestia. - La fuerte voz de Louis volvió a resonar en el cuarto acaparando la atención de todos los presentes. Láctea le miró desconfiada pero no tardó en aceptar. Se alzó elegantemente e indicó con una mirada al visitante que la siguiera.
Láctea llevó a Louis hasta el porche dónde se acomodaron en una de las sillas de madera. La mano de la mujer se posó en su barbilla mientras esperaba en silencio que Louis, a unos cuantos pasos de ella, diera el primer paso. Pero este no parecía muy decidido a empezar la conversación. Minutos de un silencio pesado se hicieron presentes en el lugar, y ella seguía allí parada, esperando, sin decir nada, simplemente analizando con la mirada todos y cada uno de los rasgos del hombre. Al fin este se decidió y alzándose de la cómoda silla pronunció con su grave voz las palabras que tanto tiempo se había guardado para sí.
- Mi querida señora os pido que confías en mi. Sé que os resulta complicado, que dudáis hasta de vos misma, pero aún así tengo que pediros ese gran favor. Confiad en mi.
- ¿Por qué?- La mirada de la mujer analizó los ojos intensamente verdes del muchacho. Su mirar era extremadamente complejo y aguardaba miles de sensaciones contradictorias tras él.
- No busquéis un porqué mi señora, simplemente sentid que es lo correcto.- El joven se arrodilló frente a ella, fijando sus profundos ojos en los de la mujer.- ¿Qué sentís al mirarme?
- Confusión. - Louis tomó en sus manos las de ella.- ¿Por qué me miráis de esa forma?
- ¿De que forma os miro?
- Me miráis como si me conocierais, como si fuera alguien con el que ya habéis compartido una larga experiencia. Me atrevería a decir que en vuestros ojos hay aprecio, nostalgia.
- Más que eso mi señora, mucho más. - Láctea temió preguntar, aún así sus ansias de saber más la traicionaron.
- ¿Me... me conocisteis? Tengo la sensación de que fue así... en mi otra vida... Lo siento en vuestros ojos... en vuestro mirar... en cada uno de vuestros ademanes. Decidme señor Louis... ¿coincidimos en otra vida?
- Sois audaz... si... nos conocimos. - La chica cerró los ojos en un suspiro.
- ¿Y éramos cercanos... ¿no es así?- El chico sonrió fugazmente para luego volver a poner su semblante serio.
- En realidad solo coincidimos en una pequeña.... aventura... pero lo recuerdo intensamente. - Ella lo miró confundida, anhelando saber más.- Vos pasasteis vuestra anterior vida aquí, en la tierra. ¿Lo sabías no es así?
- Algo sospechaba, sí, lo sabía. Aún así no sé dónde ni por qué.
- Puedo responder al donde, pero no debo. Mi señora, sólo pensad en que ahora lo que cuenta es el presente, no el pasado que una vez junto nuestros caminos para separarlos velozmente. Señora Láctea... sois conciente del poder de Akasha... sabéis que el poder del príncipe no...
- Shhhhhhh.... mi misión esta claramente escrita y nada cambiará mis planes. Todos los puntos han sido analizados y todos los contras contrarrestados. Mi cometido solo puede acabar en éxito.
- Habláis con presteza, más no os lo creéis... se puede ver en vuestros ojos, ojos que puedo leer sin ningún impedimento, vos misma sois la culpable de ello.
- No os entiendo.
- Pero algún día lo haréis. - Láctea contempló el rostro ahora amable del joven. Era tan atractivo que casi sentía la tentación de besar sus labios. Tenía una cálida energía a su alrededor, una energía con restos de una magia oscura, negra como las tinieblas del fin del mundo. Aún así familiar, incluso parecía tener un pulso mágico similar al suyo, un poder que repetía el mismo patrón que el suyo propio, como si algo les uniera... un vínculo talvez... algo creado en el pasado.- He notado que desconfiáis de vuestros propios compañeros, no hay unión entre ustedes, como si temierais que una amistad demasiado profunda fuera perjudicial para ustedes.- La mujer lo miró sabia pero tímidamente. Esos ojos leían su mente.- Dudo que ellos desearan la muerte de las guerreros y además, ¿en qué os debería afectar a vos? No tenéis sentimientos, al menos no reales. ¿Me equivoco?- La chica se alzó voraz y aturdida. Su mirada por unos instantes amable y perdida volvía a ser fría como el mismo hielo.
- No os atreváis a leer en mí, sabéis demasiadas cosas, demasiados detalles que jamás os han podido ser rebelados. ¿Cómo lo hacéis? ¿ Cómo podéis saber lo que pasa en cada momento por mi mente?
- Puedo leer vuestro pasado, al igual que vos podrías ver el mío si recordarais quien soy.
- ¿Por qué?
- Ya os he dicho que algún día lo entenderéis.
- Quiero entenderlo ahora.
- Más no debéis.- El chico se alzó también y la contempló con fijeza. - Seguid tras vuestro muro si creéis que de ese modo evitareis remordimientos a la hora de ejecutar vuestra misión, más no lo lograréis, ya es demasiado tarde para evitar sufrimientos. - Louis se inclinó levemente en señal de respeto y tras una última y fugaz mirada abandonó el lugar adentrándose nuevamente en la casa. Láctea se quedó allí, quieta, con la mirada tras sus pasos. Sus puños se contraían de impotencia y la desconfianza en Idionés aumentaba por momentos. Una vez más aquel mareo, nacido en su estomago, creciendo día a día... sentía que algo no estaba del todo bien en ella, pero... pero... no podía ser cierto. ¿O sí? ¿Podría ser tan descuidada como para...? Se alzó decidida y fue tras Louis atrapándolo justo antes de que este llegara a la sala junto a los demás.
- ¡Louis! Aguardad por favor, hay algo más que deseo preguntaros antes de que nos retiremos todos a la cama.
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Darien estaba de nuevo en su habitación, contemplado su cama perfectamente hecha, o tal vez solo dirigiendo su mirada a ella pues sus pensamientos se alejaban mucho de la realidad. Volaban a un pasado en el que su vida tenía una lógica, tal vez no mucha, pero al menos era un destino marcado, un camino a seguir. Ahora se veía perdido en el caos y el desorden. Estaba ante un futuro incierto y sin garantías, completamente abandonado a la mala o buena fortuna que el mundo quisiera otorgarle. Sentía más que nunca su fragilidad como ser humano y la sola posibilidad de perderla le revolvía el estomago provocando miles de sensaciones nefastas.
Podía oír el murmullo del viento, podía oír el murmullo del agua, podía oír el cantar de las hojas y las alondras de la mañana. ¿Un momento... alondras... viento... agua? El príncipe asomó la cabeza al exterior contemplando un paisaje extraordinario. El cielo antes oscuro, gris y lleno de tormentas producto de la más perversa magia había sido substituido por una hermoso amanecer con brillos dorados. Contempló su reloj, eran las siete de la mañana hora exterior. Iba a abrir las ventanas y a respirar aire fresco cuando unos golpes en la puerta retrasaron sus intenciones.
- Adelante.
Láctea entró en la habitación cerrando la puerta muy delicadamente tras de sí. Su cabello estaba recogido como antiguamente, las mejillas sonrosadas y sus ojos centelleaban en miles de estrellas azuladas. Llevaba un simple camisón de seda turquesa y caminaba silenciosamente con los pies desnudos. Darien aguantó la respiración por un momento, esa era Serena, únicamente Serena. Tan inocente, delicada y sencilla. Una flor rubia de profundas pupilas celestes. La chica se acercó hasta dónde estaba él quedando a unos pocos centímetros de distancia. Iba a abrir la boca cuando el joven atrapó sus labios entre los propios agarrando con sus dedos la fina nuca de la muchacha. Ambos se adentraron en las maravillosas profundidades de las emociones más sinceras, por un instante sólo estuvieron ellos, ellos y ese sentimiento. Se separaron lentamente y por la falta de aire mientras sus ojos seguían fijos en el otro.
- Lo sé. - Darien pestañeó confuso.
- ¿Qué sabes mi niña?
- No te hagas... sabes perfectamente de que hablo. Louis me lo ha contado. - El corazón de Darien dio un brinco.
- ¿Qué... que te ha... que te ha contado?- Láctea hizo rodar sus ojos en señal de impaciencia.
- ¿Cómo pudiste ocultarme algo así? ¡Es imperdonable!- La preocupación del príncipe crecía por momentos.
- No sé de que estas hablando.- Louis no podía haberle dicho la verdad ¿no? Ella no podía saber que era Serena, su serena. ¿Cierto?
- Que... que... tu... la princesa... yo.... ¡dios!- Darien agarró a la ahora nerviosa muchacha y la obligó a que lo mirara.
- Lo siento... no quería que te enterarás así... es solo... solo...
- ¡NO! Yo he sido la ingenua.... como pude pensar que podías ser sincero, era evidente que algo pasaba... tu solo amas a tu princesa... como pensé en algún momento que me amabas... soy una ingenua, es más, no sé ni porqué me enfado.- Láctea se separó de él entre palabras rápidas y nerviosas mientras estrujaba su frente con sus delicados dedos- ¡Tu no eres nada para mi! No estoy enamorada, ni tan siquiera siento más que una mera atracción- Hablaba tan veloz que Darien aún no podía asimilar la información.- No tengo motivos de enfadarme.- La chica parecía desconcertada y Darien ya ni que decirlo.
- Un momento, un momento. ¿De que estas hablando?
- ¿De que va a ser? De la princesa de la Luna, de ella y tu futuro a su lado. De una niña de cabellos sonrosados que esta predestinada a ser vuestra hija. De un futuro que yo desconocía y que a ti parece no importarte en absoluto. ¿Qué pasa? ¿No amas a tu prometida o que?- Darien se había quedado de piedra.
- A ver... aclaremos.. ¿Todo esto viene a que conoces mi futuro?- La chica se sentó un momento consternada.
- ¿Te parece que no tengo suficientes motivos? Que no quisieras a tu princesa me importa muy poco, que no le seas fiel y que te acuestes conmigo cuando te plazca y me apetezca vale, pero sabiendo que tendrás a una hija... un futuro a su lado... y coqueteas con otras? A eso se le llama desvergüenza. - Darien se sentó a su lado suspirando.
- No has entendido nada.- ella giró su rostro lanzando una mirada que intentaba decir algo como "Si... claro...".- Yo amo a Serena.
- Ya lo veo ya, darías tu vida por ella.
- Sin dudarlo un instante.
- Canalla.
- Es más, jamás amaré a una mujer tan intensamente, tan apasionadamente y tan desinteresadamente como la amo a ella.
- Pues si esta viva le deben pitar los oídos.
- Esta viva, deseando volver, solo que no puede.
- Y tú mientras no pierdes el tiempo, o sí... yo a eso lo llamo amor... sin duda. No me lo puedo creer.
- ¿Que pasa? ¿Si hubieras sabido lo de Chibiusa ya no te habrías acostado conmigo? Tú eres la que esta conmigo por conveniencia, solo por sexo, ¿me equivoco?- Darien se acercó a ella pícaramente entrando en un juego muy peligroso.
- ¡Por supuesto que no! Si llego a saber que tu futuro estaba planeado y que yo no estaría jamás en el no...- Láctea se llevó las manos a la boca maldiciendo lo que acababa de decir. Darien sonrió satisfactoriamente. Las palabras en ella habían desvelado al fin la gran verdad que él esperaba. Ella le amaba, ella empezaba a amarle de nuevo.
- Así que es eso... simplemente estas desilusionada... celosa... pues no estas en mi futuro como mi reina. ¿Es eso?
- ¿Cómo crees? Simplemente no entiendo que alguien como tu pueda ser el hijo, el elegido, la bondad personificada.... menuda esperanza para el planeta.
- ¡Jaja!- Darien tocó su nariz juguetón y atrajo la muchacha hacia él con delicadeza. - Créeme... después de todo esto dudo que mi futuro siga siendo el mismo... (creo que ahora te amaré mucho más... serena...).
Láctea se dejó besar dulcemente desfalleciendo ante sus caricias. Odiaba no poder luchar contra él, el muchacho lograba de ella lo que quería y aún siendo quién era... no podía ni retroceder un milímetro de esos dulces labios. No quería pensar en nada, ni en la princesa de la luna, ni en Ayies, ni en nada, solo en ellos dos y ese beso. Pero un golpe exterior la trajo de vuelta a la realidad. Eran Shin y Ayies que entrenaban ferozmente a fuera. Casi dándose cuenta de su infantil arrebato Láctea se levantó fríamente.
- Ya estoy cansada de sus juegos alteza. ¿Amáis a la princesa de la Luna?
- La amo.- Los ojos de Darien eran más que sinceros.
- ¿Entonces por qué hacéis esto?- El joven intentaba buscar las palabras adecuadas para solucionar la encrucijada, pero no veía otra solución más que la verdad. Sin embargo no podía confesársela. Lo sabía. ¿Qué hacer entonces?- ¿No contestáis?
- Lo único que puedo decirte es que la amo de igual forma que te amo a ti.- Los ojos de la chica se abrieron de par en par.
- No acepto vuestro amor ni vuestras palabras.
- ¿Por qué?
- Por muchas razones.- Darien notó el cambio en ella una vez más. Ahora no tenía a Serena ante él sino a la orgullosa Láctea, atenta y perspicaz, libre de sentimientos, calculadora y fría. - Un amor compartido no es un amor, una pasión dividida no es pasión y un sentimiento contradictorio no es sentimiento. Siento deciros que no amáis a vuestra princesa, ni tampoco a mí. Sois un ser vacío que se aprovecha de las dos. - El príncipe se alzó tomando la mano de ella y acercándose peligrosamente.
- Eso me dice tu boca, eso me dice tu voz, pero no es lo que me dice tu cuerpo cuando siente mi cercanía. - Láctea sonrió satisfecha y contra todo pronóstico agarró ferozmente el cuello del hombre acercando su rostro y arrastrándolo a un beso lleno de pasión, deseo y excitación. Darien quedó petrificado ante el voraz movimiento pero sintió arder sus labios ante el largo contacto. Sus manos se arrastraron hasta su cuerpo despertando sus más bajos deseos. Fue en el momento justo, cuando él se sentía más deseoso, más febril, que ella lo apartó bruscamente y con una sonrisa.
- No creáis poder leer mi corazón príncipe, recordad que no lo tengo. - Con una última sonrisa y un adiós de su mano provocativo la muchacha salió dejando a un agitado y confuso Darien tras ella. El joven se dejó caer encima de la cama y cerró sus ojos mientras calmaba su respiración. Una sonrisa se formó en sus labios.
- Maldita sea, ahora juega conmigo... ¿cuándo volverá todo a la normalidad? No creo aguantar mucho más este vaivén de sentimientos.
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Láctea salió al exterior ocultando tras su mascara todo el remolino de sentimientos que pasaba por su cabeza. Había vomitado nuevamente esa mañana, sentía su estomago con vida propia y una extraña energía nacer en su interior. Ante ella estaban sus tres guerreros practicando el arte de la lucha. Ayies levantó la vista al verla llegar y fingió una sonrisa ocultando todo el dolor y pasiones reprimidas.
- ¿Entrenas con nosotros Láctea?- La mujer lo contempló seriamente pero algo en sus ojos le indicó a Ayies que sentía culpa. Eso lo inquietó y a la vez lo reconfortó un poco pues eso le demostraba que algún rincón de su corazón pensaba en él.
- Me temo que no puedo.- La chica alzó la vista fríamente observando el paisaje.- Creí que el cielo mostraría el exterior.
- Nos deprimía, y no es bueno estar deprimidos.- La mujer contempló a Shin con suspicacia.
- ¿Puedo preguntar por qué no entrenas con nosotros amiga?
- Debo ir a ver a alguien Aísha.
- ¿A Idionés talvez?- Láctea levantó la vista
- Talvez...
- Akasha aparecerá pronto, ¿me equivoco?
- No Shin, no te equivocas. Debemos estar preparados.
- El príncipe ha mejorado mucho pero no creo...
- Sólo yo decidiré cuando el príncipe esta listo.- Su voz sonó autoritaria y fría y dejó a los tres guerreros nuevamente impresionados.- Entrenen con dureza a su real alteza, no tengan compasión.
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La diosa Idionés aguardaba en su trono con una media sonrisa. Sus preocupaciones ya habían desaparecido, su plan era perfecto y sus intenciones las correctas. Por primera vez en mucho tiempo sintió que nuevamente llegaban etapas de profunda paz. Su ser se lo decía, el sufrimiento causado en estos años había dado sus frutos, y ahora, después de tanto tiempo, ella llegaría con la pregunta.
Los pasos inconfundibles de la muchacha empezaron a resonar en la sala, acercando cada vez más el momento de su encuentro, dulce encuentro que tanto había estado anhelando. Idionés dejó escapar una sonrisa sincera y con su mayor esfuerzo volvió a poner su habitual cara de póquer. Láctea se adentró segura y firme sin hacer una reverencia, sin inclinar tan siquiera levemente la cabeza. Simplemente se paró ante ella con una mirada decidida y cargada de ira.
- Dime la verdad, sé que lo sabes, sé que de algún modo tú lo habías planeado. Sé que lo has calculado fríamente y que lo has hecho con algún propósito. Dime tu entonces... ¿quién de los dos es el padre del niño que llevo dentro?
Continuará....
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Notas de la autora: HOOOOOOOOOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAAAAAAAA! No me maten porfa! Sé que he sido una niña muy mala, que les he dejado en ascuas, que me quieren matar no solo por como acaba el capítulo, sino también por mi tardanza y sobretodo por lo corto del capítulo. Pero en verdad que no estoy pasando para nada un buen momento! Les prometo que jamás me tardaré tanto de nuevo en un capitulo y que al menos una vez al mes tendrán actualización (si puedo dos al mes) pero es que en verdad que estoy muy atareada, tengo muchas cosas en las que pensar y la inspiración me escasea últimamente. Pido perdón a todos aquellos que leen mis fics y prometo actualizar en breve el de Sakura y Marlmalade Boy. Les pido disculpas de nuevo y ruego su paciencia y sus comentarios.
Agradecimientos:
A SEREKINO: Por darme fuerza con tu fic y tus palabras. En verdad que no sé que haría sin tu maravilloso fic y los momentos que paso con él.
A KALINA: No sé ni si lees mi fic pero quiero felicitarte por tu maravilloso trabajo y en especial por UFELO. Es mi fic favorito.
A SERENA LI: Por tu agradecimiento en tu último capítulo y por tu paciencia al esperar mi fic. Tú para mí eres una gran escritora también. Un beso.
A TODO EL MUNDO: Por apretarme las tuercas y dejarme sus reviews, no saben lo que me animan. Espero recibir muchos también por este capítulo y no se preocupen que estoy preparada para sus regaños. Un beso a todos y confío en su fidelidad.
Carrie, con muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho cariño!
