Capitulo II: La Batalla de Nicht

- Que pasa? -. Le pregunte al guardia al verlo tan agitado.

- El enemigo capitán, esta apunto de atacar -. Dijo el guardia; - la caballería de exploración los ha visto y están a tres horas de Nicht -.

- Maldita Sea, cuantos son?-. Le pregunte.

- Seis mil señor, Cinco mil Manticoras, y mil Petsuchos -.

- No puede ser!!!! -. Grite; Nos encontrábamos en grandes aprietos, mi ejercito era de diez mil soldados, sin duda ganaríamos pero tendríamos gran cantidad de bajas y seguramente después habría otro ataque.

- Petsuchos, Manticoras?- pregunto Hathor a lo que respondió Cadmus: -Son criaturas típicas de esta región, sin embargo no son menos peligrosas de las que conocemos Hathor, Las Manticoras van montados en caballos negros y cubiertos por una capa del mismo color que solo descubre su rostro parecido al de un ser humano deforme, su piel es viscosa y no tienen dientes tienen colmillos los que usan para atacar cuando no tienen otra alternativa, es algo espantoso además son muy hábiles con la espada he visto a muchos hombres caer en sus manos, Los Petsuchos son criaturas gigantes y de dos cabezas, llegan a medir cerca de tres metros, son los mejores arqueros que he visto jamas pueden dar en el blanco a un objetivo que este a un kilometro de distancia, no obstante son las criaturas mas estúpidas que he visto - .

- No hay tiempo de explicaciones tenemos que dar la alarma en el pueblo, Cadmus y Hefesto vayan a la torre sur y toquen la campana de alarma eso hará que mis arqueros vayan a la muralla, Heimdall y Hefesto vayan a los cuarteles y díganle a los piqueros que salgan del castillo, yo iré por la caballería - . Exclame

Salí corriendo del comedor hacia el establo, era un camino muy largo ya que tenia que pasar por un pasillo que comunicaba a todas las habitaciones del castillo, al fin salí al patio y corrí hacia la caballería pero no se encontraba ningún jinete presente, no tuve mas remedio que ir a la torre norte y tocar la alarma de la ciudad para que todo soldado disponible en los alrededores acudiera al llamado, toqué la campana y pude ver como los soldados iban saliendo de sus hogares poco a poco, en ese instante recordé que yo no traía puesta mi armadura ni siquiera llevaba conmigo mi espada y nuevamente emprendí una carrera pero ahora hacia mi cuarto, cuando llegue me quite mi traje de ceremonias e inmediatamente me puse mi armadura, esta estaba hecha por el mejor herrero de Nicht, que había descubierto una manera de fundir el acero y combinarlo con otro metal y obtener como resultado una armadura sumamente fuerte pero a la vez muy ligera perfecta para la batalla, con mi armadura puesta proseguí con buscar a zwansig mi espada, una de las cosas que me enseño mi padre es que todo guerrero debe ponerle un nombre a su espada y a su caballo esto es para dar buena suerte en la batalla; Tome mi espada y lo puse en su funda, me amarre la funda al cinturón y salí, esta vez ya no corriendo sino caminando hacia al establo en busca de Bringen mi caballo, ese caballo es todo un ejemplar es de color café obscuro, es enorme y sumamente dócil, por lo menos conmigo, lo encontré en las afueras del castillo hace cinco años, lo domestique y de ahí en adelante hemos sido inseparables; Entrando al establo me percate que ya no quedaba un solo caballo solo Bringen esto quería decir que todos los otros caballos ya habían sido montados por mis soldados y estos ya estaban afuera esperando ordenes, estaba saliendo del establo cuando me tope con Balder mi hermano que ya estaba preparado para salir del castillo; al verlo recordé mi juramento y le dije:

-Esta vez no hermano, esto va a estar difícil - .

Él se molesto bastante ya que repetidas ocasiones he hecho que no vaya a la batalla y exclamo:

- No es justo Arkantos, yo también tengo derecho de defender a mi gente y a mi honor, peleare quieras o no -.

Balder me ignoro siguió caminando dirigiéndose al exterior del castillo preparándose para la batalla, pero yo no iba a perder a mí ultimo hermano e hice que Bringen se le adelantara en el camino y le obstruyera el paso, esta vez con un tono amenazador y aplicando mi autoridad de capitán y hermano sobre él, le dije: -Yo soy el capitán de las fuerzas de Nicht y como tal te ordeno que no salgas de este castillo, si quieres ayudar tu deber será recibir a todos lo heridos durante la batalla y curarlos -, él sabiendo que ya no podía hacer nada arrojo su espada al suelo y se retiro sin decir una sola palabra.

Luego de este percance me dirigí hacia las afueras del castillo para encontrarme con mis hombres, ya había caído el esperado crepúsculo, la gran perla blanca estaba en todo su esplendor, las estrellas no se quedaban atrás y daban un gran espectáculo, era encantador ver como el lago que esta a un lado del castillo brillaba reflejando la luz de la luna, en esa magnifica penumbra no se podía oír mas que el susurrar del viento de un lado a otro, esto podría ser una noche perfecta sin embargo sabían que pronto todo esta tranquilidad seria interrumpida, a lo lejos se podía observar una gran línea roja, que poco a poco iba creciendo, esa línea eran las antorchas del enemigo que ya se encontraba a unos cuantos kilómetros del castillo.

Todo estaba ya preparado para la esperada pero no bienvenida llegada, los arqueros estaban al mando de Cadmus y Hathor estos estaban esperando que el enemigo estuviera lo suficientemente cerca como para dañarlo, en el exterior del castillo se encontraban Hefesto y Heimdall al mando de los piqueros y espadachines, los piqueros estaban en una formación lineal que es mas larga que ancha y armados con lanzas que llegaban casi a los tres metros; ellos son los que se encargan de contrarrestar a las manticoras, apoyan su lanza en el suelo y la inclinan hacia adelante esto es para hacer una barrera de lanzas, los caballos al llevar una gran velocidad no se pueden detener y se estacan; los espadachines están en la misma formación, cuando las manticoras pasen sobre los piqueros ellos solo se encargaran de terminar con las manticoras que queden, todos ellos cuentan con enormes escudos para proteger todos su cuerpo porque como bien sabemos los Petsuchos tienen una gran puntería, ellos van a ser nuestro principal obstáculo, pero para eso vamos a estar Drakkar mi compañero y amigo de toda la vida y yo, al mando de la caballería, a nuestros hombres los hemos dividido en dos grupos a los cuales escondimos en el bosque y cuando se adelanten las manticoras atacáremos a los petsuchos.

Por fin llego la hora de la batalla y la moral de mis hombres esta más alta que nunca, ya que saben que tienen grandes probabilidades de ganar, desde donde estoy puedo ver a las impactantes manticoras, estos momentos son críticos todos sabemos que el mas mínimo ruido podría significar la derrota, esto es porque las manticoras tienen un oído muy agudo, hecho que descubrimos a base de la experiencia, pero por esta vez todo salió como se esperaba, los petsuchos lanzaron sus primeras flechas pero todo era inútil nuestros hombres estaban muy bien protegidos, al darse cuenta de esto se abstuvieron de lanzar mas flechas hasta que las manticoras atacasen, así que las manticoras emprendieron su viaje a toda velocidad para romper esa barrera de escudos, mientras lo hacían emitían un ruido espantoso para atemorizar al enemigo y en verdad conseguían que se me erizara la piel.

La velocidad que llevaban y la obscuridad de la noche les impidió darse cuenta de la trampa que habíamos colocado especialmente para ellas y como esperábamos cayeron en la trampa, esta consistía en un hoyo enorme cubierto con un falso piso y en el fondo de este gran hoyo colocamos estacas para que al caer murieran instantáneamente y así sucedió, sin embargo esta trampa fue diseñada para cientos no para miles y poco a poco la trampa se fue llenando de cadáveres hasta que se lleno completamente y las manticoras pudieron seguir fácilmente su camino hacia la batalla.

Ahora el turno le correspondía a los arqueros, Hathor dio la orden de encender las flechas con fuego y Cadmus solo esperaba el momento de dar la orden de ataque, las manticoras se iban acercando rápidamente, en ese momento parecía una eternidad el tiempo que dejaba pasar Cadmus, pero el sabia lo que hacia, hasta que por fin dio la orden : - Fuego -.Grito; Y todos los arqueros dispararon sus flechas, en lo particular me parecía hermosa esa lluvia mortal de fuego que iluminaba a las sombras; cayo un gran numero de manticoras, ya quedaba solo menos de la mitad al recibir esta lluvia de flechas, sin embargo no fueron suficientes y al igual que con la trampa, se volvieron inútiles, porque ya no podían atacar al enemigo ya que estaba demasiado cerca y si lo llegaran a atacar dañarían también a los piqueros.

Siguieron avanzando las manticoras sin disminuir su velocidad, Hefesto y Heimdall dieron la orden a los piqueros de asumir su posición, el enemigo se encontraba a unos trescientos metros de nuestros hombres, las manticoras ya estaban demasiado lejos de los petsuchos como para defenderlos, esta era nuestra oportunidad, Drakkar y yo salimos de nuestro escondite para atacar al enemigo seguidos de todos nuestros hombres puedo decir que derrotamos a todos los petsuchos fácilmente ya que a pesar de ser unos excelentes arqueros son pésimos en el combate cuerpo a cuerpo, ya cuando no quedaba ningún petsucho con vida nos dirigimos rápidamente en ayuda de mis demás hombres.

Mientras tanto las manticoras seguían avanzando ya estaban a unos cuantos metros y no disminuían su paso confiadas en que las flechas de los petsuchos pronto romperían esa fila de piqueros, pero descubrieron demasiado tarde que no fue así y se fueron incrustando en las lanzas de los piqueros poco a poco, sin embargo los piqueros no eran suficientes y pronto las pocas manticoras que quedaban rompieron las filas haciendo entrar a los espadachines al combate, Hefesto permanecía parado en su lugar con las piernas entreabiertas, el viento le soplaba en la cara haciendo que su cabello siguiera tal movimiento, permanecía inmóvil aún viendo que una manticora iba directo hacia él, la manticora se aproximaba cada vez más, con su espada en alto lista para decapitar a Hefesto, pero él no se movía, la manticora bajo con toda su fuerza la espada para matar a su objetivo pero de la nada Hefesto sacó su martillo e hizo que el mango de este le sirviera de protección para tan mortífero golpe, la manticora al ver frustrado su primer intento se paso de largo, se detuvo a los pocos metros y se dio la vuelta para ver a su contrincante, Hefesto con el martillo en la mano derecha también dio media vuelta, los dos oponentes se veían a los ojos listos para atacar de nuevo ambos sabían muy bien que solo uno iba a salir vivo de esta contienda, la manticora volvió a emprender una carrera en contra de Hefesto para acabar con él, pero Hefesto esta vez no se quedó en su lugar y se dirigió con prontitud contra su adversario, llevaba en las dos manos su martillo y este estaba apoyado sobre su hombro derecho, la manticora alzó de nuevo el brazo moviendo su espada de un lado a otro para intimidarlo, pero no funciono, Hefesto nunca redujo su velocidad, la manticora al ver que su espada ya era capaz de alcanzar a su enemigo, la bajo con toda su fuerza esperando esta vez darle a su adversario, pero fue inútil la espada solo abanico el aire, al momento en que la manticora dio el golpe Hefesto se agachó para esquivarlo y con la misma destreza con la que se agachó se levantó y aprovechando que su enemigo se encontraba de espaldas lo golpeó en la cabeza con su martillo, con tanta fuerza que su cabeza quedó destrozada y su cuerpo inerte cayó al suelo, el caballo al no tener jinete se detuvo, pero pronto adquirió un nuevo dueño ya que Hefesto lo montó para dirigirse nuevamente a la batalla.

Entretanto Heimdall se encontraba rodeado por cinco manticoras, él no esperó a que lo atacaran al contrario él las atacó, la primera víctima fue la que tenia de frente, desenvainó su enorme espada con su mano izquierda y arremetió contra ella, de un solo golpe decapito tanto al caballo como a la manticora, al mismo tiempo se defendía con su escudo de los golpes que le otorgaban las otras manticoras pero el no cedía al contrario continuaba atacando, la segunda fue la manticora de la derecha que atacaba al escudo sin ningún resultado Heimdall tenia el brazo doblado para protegerse de las espadas pero en ese momento estiró el brazo con toda su fuerza para derribar con el escudo al caballo y a su jinete, el pesado animal cayó de espaldas acabando con la vida de su amo, realizado este acto se disponía a terminar con las dos que tenia detrás, se volteó y levantó su espada, estaba apunto de acabar con la miserable vida de esas criaturas, pero se había olvidado por completo de la manticora de la derecha y esta consiguió herirle la mano con la espada haciendo que la soltara, sin embargo su verdadera intención era la de cortarle la mano, Heimdall sujetándose la mano derecha por el dolor que le provocaba la herida y enfurecido le dio un fuerte puñetazo a la manticora, este la derribo pero no la mató, se levanto confundida con la espada en mano, Heimdall sacó su cuchillo y aprovechando el aturdimiento del enemigo la sujeto del cuello con una de sus colosales manos y con la otra hundió el cuchillo en su pecho lentamente, la manticora intentaba desesperadamente quitarle la mano de encima pero sus esfuerzos eran en vano y aunque lo hubiera conseguido su deceso era inevitable, Heimdall no la soltó hasta asegurarse que estuviera totalmente muerta, se agachó, levantó su filosa espada y dio media vuelta, todavia se encontraban en es lugar sus otros dos adversarios, estaba dispuesto a continuar su interrumpida tarea, levantó nuevamente su espada corrió hacia ellas y ellas hacia el, pero a la mitad de esa terrible carrera inesperadamente sus dos contrarios cayeron muertos al suelo, Heimdall no sabía lo que había ocurrido y volteo hacia sus alrededores para ver quien había sido el autor de tal obra y a pocos metros del extraño suceso lo vio, era Hefesto que montado en su nuevo caballo había matado con el golpe de su martillo a las dos manticoras, Hefesto y Heimdall voltearon a verse y se sonrieron para despues regresar al sangriento encuentro.

Llegue al castillo unos minutos despues de matar a los petsuchos pero para mi desilusión encontré que mis hombres ya habían acabado con todas las manticoras, esto me lleno de gozo ya que al parecer la mayoría de mis hombres estaban en pie y entonces grité con vigor: -¡¡Victoria, viva Nicht y viva el rey!!- a lo que mis hombres respondieron con el mismo grito. Lleno de júbilo les dije a mis guerreros que este momento era para celebrar y que todos estaban invitados a esta gran ceremonia, no sin antes dar la orden de recoger a todos nuestros hombres caídos en batalla y honrarlos como los héroes que son, mandar limpiar las trampas por si hubiera otro asalto y enviar varios hombres a juntar los caballos muertos de las manticoras para que los llevaran a los cocineros del reino y nos los sirvieran en nuestro ganado festejo.

La celebración fue todo un éxito mis soldados reían, cantaban, bailaban, comían y bebían, lo unico que racioné fue el vino ya que no quería que mis soldados no estuvieran aptos para pelear en caso de otro ataque. Heimdall y Hefesto estaban retirados de todos los demás, sentados en una mesa y solo tenían una copa de vino en la mano, sin ninguna expresión en el rostro, ni siquiera hablaban entre ellos, solo miraban, creo que es su manera de festejar, por otro lado Drakkar y Hathor bailaban y cantaban ya animados por el alcohol sobre una mesa dando un gran espectáculo para los demás y Cadmus se encontraba charlando conmigo: - Listo para el viaje -. Me dijo Cadmus sin voltear a verme ya que sus ojos estaban ocupados viendo a Hathor y Drakkar. - Estoy listo, mañana le pediré permiso al rey para partir -. Le conteste; - Ya lo he pensado mucho y llevare a Drakkar conmigo -, Cadmus volteo a verme con cara de extrañeza y me preguntó - Quien es Drakkar? No he tenido el gusto de conocerlo -, Yo no tenia presente de que Drakkar y Cadmus no se conocían así que estire la mano, señale a Drakkar y le dije: - Es ese joven delgado, de baja estatura y pelirrojo que esta bailando junto a Hathor- , pude ver en la mirada de Cadmus que no era a quien él esperaba y me pregunto que si estaba seguro de que Drakkar estuviera preparado para el viaje, pero creo que lo convencí al decirle de que a pesar de que parece un niño, Drakkar es de mi edad, es un gran guerrero y me ha salvado la vida en innumerables ocasiones. -Muy bien -. Me dijo; - lo llevaremos, me has convencido -. Alegre por su decisión di un enorme salto y me puse a bailar con la primer persona que se topo conmigo, media hora despues Cadmus se levanto de la mesa y me dijo que era prudente que fuéramos a descansar ya que el día de mañana iba a ser muy duro lo mismo le dijo a los demás a excepción de Drakkar ya que él todavia no sabia que iba a ser nuestro compañero de viaje.