Capítulo 2: Entre cartas y misterios

Al día siguiente Harry se despertó con el corazón en la mano. Sabía que tía Petunia lo castigaría de algún modo por lo del jarrón y lo mas seguro era que le confiscara sus cosas. Se levantó de la cama y se vistió lo mas lento posible. Al bajar las escaleras se encontró con una gran sorpresa.

El lugar que siempre ocupaba Harry tenía finalmente una vajilla decente. Normalmente a Harry le servían comida en un plato pequeño de madera y en un vaso desgastado de cuando Duddley tenía cinco años de Mickey Mouse, pero ahora tenía un plato de cerámica fina como el de tío Vernon y un vaso de vidrio con un dibujo de una ave azul que parecía ser un risueño con una cinta rosa. Finalmente salió tía Petunia con una bandeja llena de queso y jamón serrano. Al ver a Harry le sonrió y le dijo que se sentara, ya que Harry se había quedado parado en la entrada de la puerta al comedor, boquiabierto. Se sentó y tío Vernon, que ya estaba sentado leyendo su diario, le mostró la cara y con una sonrisa le dio los buenos días.

- Buenos días – balbuceó Harry. No estaba acostumbrado a que lo trataran así en casa Dursley.

- Querido, ¿quieres tostadas? - Dijo tía Petunia. Harry asintió, asombrado.

- Emm... ¿se sienten bien? – Dijo Harry, sin aguantarse.

- ¿Nosotros? – Dijo tío Vernon, bajando el diario para ver a Harry – Nosotros nos sentimos de maravilla -.

- Sí Harry, ¿por qué lo preguntas? – Dijo tía Petunia, que se estaba poniendo un par de tostadas en su plato.

- Por... por nada – dijo Harry. De repente sus ojos se posaron encima de la chimenea, donde había dejado el jarrón el día anterior, que ahora no estaba. – Tía Petunia, ¿dónde está el jarrón que te regaló tía Marge? –

- ¿Ese jarrón? – Dijo tía Petunia, indicando la bolsa de la basura – lo boté. Estaba roto.

- Pero... pero si era tu favorito... ¿por qué lo botaste? – Dijo Harry, pero decidió no haberlo hecho porque se recordó que el que lo había roto había sido prácticamente él.

- Pues – dijo tía Petunia bajando la voz y acercándose a Harry para que solo él pudiera oírla – lo boté porque era horroroso. Nunca me gustó, y por suerte tuve el pretexto de botarlo gracias a que estaba roto. – Pero mejor hablemos de otra cosa – dijo alzando la voz hasta obtener el tono normal – querido, porqué no  me cuentas sobre cómo te fue en la escuela de magia... ¡o tal vez podrías hablarnos sobre tus amigos! -.

- ¿Mis... mis amigos? – Balbuceó Harry. Tía Petunia asintió sonriendo. Aquello que decía tía Petunia era imposible. ¡No podía ser! – Bueno... se llaman Hermione y Ron. Son mis mejores amigos. Están en la misma casa que yo – dijo Harry inseguro.

- ¿Casa, Harry? ¿Podrías explicarnos eso? – Dijo Tío Vernon dejando el diario aparte y sirviendo huevo revuelto en su plato con un par de tostadas.

- Eh... bueno los alumnos de primer año siempre tienen que ser seleccionados en casas antes de entrar a Hog... al colegio. Las casas son... - se detuvo. Luego dijo – ¡¿están seguros de que quieren que siga?!

- Por supuesto, ¿por qué no? – Dijo tío Vernon – Tenemos interés en eso. Ojalá Petunia hubiera sido también una bruja. Lastima que no le tocó -.

- ¡¿Cómo?! – Exclamó Harry. ¡Era imposible!

- En fin Harry, ¿qué hacen con los de primer año? – Dijo tía Petunia que parecía perder la paciencia.

- Eh... – a Harry se le había olvidado. Estaba entrando en trance. No podía creerlo. De repente oyó un picoteo que provenía desde la ventana de su cuarto. – Bueno son seleccionados por el Sombrero Seleccionador, que examinará sus mentes y luego los enviará a la casa indicada. Las casas son: Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw. Yo soy de Gryffindor. Y la escuela se llama Hogwarts. Ya terminé, con permiso – dijo y se marchó a su cuarto.

- ¡Hedwig! – Dijo Harry, al ver Hedwig volar cerca. Abrió la ventana y la llamó. Ella fue enseguida y se posó en su cama depositando un rollo de pergamino. Harry lo agarró rápidamente, se sentó y abrió la carta. Era de Hermione. Decía:

Querido Harry:

Realmente no tengo idea de lo que les pueda estar pasando. De todos modos consulté mi libro de Los muggles y sus misterios pero nada relacionado con ese cambio apareció en él. También les pedí a mis padres su opinión y los dos me dijeron que ellos no entendían de magia. Lo más probable es que no me hayan entendido.

En fin, que más da si se comportan de ese modo, es mejor ¿no crees?

Por lo de Hedwig te digo que cuando llegó sollozaba mucho y no lograba parar. Yo traté de consolarla, pero por lo que logré entender gracias a mi libro de Criaturas Mágicas y sus lenguajes es que pensó que tu no la querías más y que te buscarías una mejor que ella. Creo que deberías darle una oportunidad.

Con respecto a lo del beso... ¡ay Harry, que niño eres! ¡Ahora ya somos grandes y despedirnos de esa manera es normal! Ay, los hombres...

Por cierto quería preguntarte, ya que tus tíos están comportándose de esa manera, ¿por qué no aprovechas y nos invitas a mí y a Ron? Es una gran idea, en serio quiero conocer tu casa y apuesto que Ron también. Entonces, ¿qué dices? ¿Nos invitas? Envíame la respuesta en cuanto hayas pedido el permiso (sin permiso no voy, ¡así qué quiero la firma de tus tíos!).

Espero tu respuesta.

                                            

                                           Besos,

                                                     Hermione

Después de leer la carta Harry se quedó inmóvil. ¿Por qué no lo había pensado antes? Podía aprovechar éste momento de trance de sus tíos para invitar a sus amigos.

Se volteó para ver a Hedwig, que estaba tan exhausta que no podía ni abrir los ojos o mover las alas. Harry se acercó, le dio un beso en la cabeza con un Te perdono y se fue corriendo.