Capítulo 3: La llegada de Hermione

Bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la sala. En un sillón del medio estaba Dudley viendo televisión y en el otro sillón estaba tío Vernon, leyendo un libro. Harry se acercó lentamente, temiendo de él aunque estuviera en trance. Tío Vernon lo miró y sonrió.

- ¿Qué se te ofrece muchacho? – Dijo.

- Emm... bueno, acabo de recibir una lechu... una carta de mi amiga Hermione y ella sugirió de pasar varias semanas aquí, celebrar mi cumpleaños juntos... – tragó saliva –  y quedarse aquí por el resto de las vacaciones.

- No sé Harry, tendríamos q... – pero tío Vernon fue interrumpido.

- ¿Van a venir los amigos de Harry? – Dijo tía Petunia desde la cocina. Luego se asomó con un plato en la mano – Vernon, ¿pero que estás diciendo? Claro que pueden venir querido – le dijo a Harry con una sonrisa – cuando quieran, están en su casa – y regresó a la cocina.

- Pero Petunia – gritó tío Vernon – ¡no hay suficiente espacio!

- No importa querido, organizaremos las cosas – gritó tía Petunia.

- Bueno... – dijo tío Vernon con tono de resignación – está bien. Pueden venir cuando quieran. Pero aún falta mucho para tu cumpleaños, así que vendrán quince días antes.

Harry no podía creerlo. Sus mejores amigos iban a quedarse el resto de las vacaciones en su casa y los Dursley le habían dado permiso. De pronto se recordó. Le dijo a tío Vernon Ya vuelvo y subió y bajó las escaleras como un rayo.

- Tío... – dijo jadeando Harry – tienes que... firmar... aquí o mi amiga Hermione no vendrá.

- Está bien. ¿Tienes una pluma?

- Sí, toma – y Harry le dio una pluma que Hedwig había tirado y un tintero. Ya estaba acostumbrándose a que tío Vernon actuara diferente.

- Listo.

- ¡Muchas gracias! – Dijo Harry con una sonrisa enorme y subió corriendo.

Al subir notó que Hedwig se había recuperado y que estaba esperando a que le sirvieran un poco de agua. Harry agarró su vaso de agua y le versó un poco en su plato. Le volvió a besar en la cabeza y a Harry le pareció que Hedwig enrojecía.

Luego agarró el pergamino donde Hermione le había escrito y detrás le escribió:

Querida Hermi:

Mi tío me dejó invitarlos a que pasaran las ultimas semanas aquí conmigo, pero tendrán que venir quince días antes de mi cumpleaños, así tendrán que esperarse. ¿Me podrías hacer el favor de avisarle a Ron? Y si de algún modo no puede, dile que me envíe una lechuza.

                                                       Harry

PD: ok, ya entendí lo del beso, ¡pero no me digas niño!

Enrolló el pergamino de Hermione y luego el de la firma y los apoyó en el escritorio, donde estaba la carta para Sirius. Entonces la agarró, la enrolló y la puso junto a las otras. Luego recordó lo que decía la carta de Sirius y abrió el baúl para buscar la sortija, pero a mitad de camino se frenó. No tenía ganas de preocuparse por algo ya que estaba muy feliz.

*

Las semanas que pasaron le parecieron siglos a Harry. No veía la hora de pasar su cumpleaños con Ron y Hermione y de poder verlos.

Mientras tanto, después del permiso de tío Vernon, Harry le mandó las cartas a Sirius y a Hermione, pero no había recibido alguna respuesta. Entonces, un jueves por la mañana, Hedwig llegó por la ventana de la cocina, haciendo que tía Petunia se asustara.

Harry corrió hasta la cocina, preparó un vaso de agua para tía Petunia y se fue a su cuarto. La carta era de Hermione y decía:

Está bien Harry, mis padres me permitieron ir a tu casa y a Ron también, pero él llegará un día más tarde porque su padre está un poco ocupado en el Ministerio (¡parece que un muggle vio sus tazas bailar!). En fin, yo llegaré puntual como a las cinco de la tarde. ¿Está bien? Así que nos vemos dentro de una semana.                                                                                                                                 Besos,                                                                       Hermione

Harry se puso muy contento. Pasaría un día solo con Hermione... sí, prácticamente solos. Y entonces fue un picoteo lo que le hizo volver a la realidad. Hedwig tenía otra carta y era de Sirius. La abrió y decía:

Disculpa Harry pero creo que no puedo ayudarte con esto, pero te aconsejo que la mantengas lejos de ti lo más posible. Es muy peligroso andar con algo que te haya hecho ver la Marca Tenebrosa. No sé Harry, pero trata de no meterte en otros líos.

                                                        Sirius

La sonrisa de Harry desapareció en un segundo. A Harry le enfadaba mucho que la gente pensara que se metía en líos aproposito cuando en vez era todo lo contrario: los líos lo buscaban a él.

*

Los días siguientes pasaron muy rápido y por suerte Harry no los sintió. El día en que Hermione vendría ya había llegado.

- ¿Cuándo viene, querido? – Dijo tía Petunia, acomodando las almohadas de los sillones.

- Debería estar por llegar – dijo Harry, mirando su reloj que marcaban las cuatro y cincuentitres de la tarde.

- Espero que no le pase nada con el tiempo que hay – gruñó tío Vernon que tenía razón. Afuera estaba lloviendo muy fuerte y el viento soplaba con violencia.

- No creo que Hermione llegue tarde. Ella siempre es puntual pero con este tiempo... – Harry tragó saliva – Bueno, ya llegará.

Y como por arte de magia el timbre sonó apenas Harry terminó de hablar.

- ¡Finalmente! – Dijo tía Petunia y fue corriendo a abrirle la puerta. Cuando la abrió, Hermione estaba encapuchada; su padre estaba arrastrando el baúl y la madre traía... ¿una jaula? Harry pensó que era de Crookshanks pero luego se dio cuenta que era muy pequeña para él, cosa que le extrañó – ¡Adelante! ¡Adelante! Pasen, déjenme ayudarle con los abrigos...

- ¡Hola Harry! – Dijo Hermione sonriendo y acercándose a Harry para darle un beso, lo cual éste enrojeció bruscamente – ¿Cómo estás?

- Bi-bien... – dijo Harry enrojeciendo cada vez más –  Mal tiempo, ¿eh?

- Sí... Crookshanks estaba muy inquieto – dijo Hermione, buscando algo en sus bolsillos.

- ¿Crookshanks? ¿Trajiste a Crookshanks? – dijo Harry poniéndose nervioso y tragando saliva.

- ¡Claro! No lo iba a dejar en casa por todo el año – dijo asombrada.

- Sí, claro, tienes razón... – dijo Harry, enrojeciendo de nuevo.

Tía Petunia había hecho entrar a los padres de Hermione para que se tomaran un té caliente antes de regresar a casa y ellos habían aceptado. Al parecer de Harry, tío Vernon y tía Petunia se estaban llevando muy bien con los padres de Hermione y parecían compartir los mismos gustos.

Harry y Hermione estaban ahí sentados viéndolos hasta que Hermione dijo Vamos a tu habitación.

Subiendo se asomaron en el cuarto de Dudley jugando con su Game Cube adquirido el año pasado. Cuando Hermione lo vio le dijo a Harry con una sonrisa Preséntamelo y Harry llamó a Dudley.

- Dudley ella es una amiga de mi colegio, Hermione Granger – dijo y Dudley puso en pausa su Game Cube, se paró, estrechó la mano de Hermione con un Mucho gusto y regresó a su juego.

- Siempre es así cuando está jugando – dijo Harry en un susurro – no quiere que le interrumpan.

Llegaron a la habitación y a Hermione le encantó.

- Bonita. Realmente muy cómoda – dijo sentándose en la cama.

- Si tú lo dices... – dijo Harry sentándose junto a ella y observando el abrigo que tenía Hermione en las manos – Oye, ¿qué traes en el abrigo?

- Oh vaya, hasta que te diste cuenta – dijo abriendo el abrigo – he querido mostrártela desde que llegué – y del abrigo salió lo que parecía una pelusa con alas, pero era una lechuza como la de Ron. – Es linda ¿verdad?

Hermione tenía razón. La lechuza era pequeña, sí, pero tenía un color muy bonito. Era dorada y a la misma vez plateada. Por abajo tenía todo el pecho dorado y del resto era plateado. Sus ojos eran de un azul eléctrico, y de pronto Harry se recordó... se recordó de la sortija.

- Es muy linda – dijo Harry – tiene un color muy especial.

- Sí, lo mismo pienso yo, por eso la elegí –  dijo Hermione contemplándola – creo que se llevará muy bien con Pigw... – pero fue interrumpida por tía Petunia.

- Querida, baja, tus padres ya se van – gritó.

- ¡Ya vamos! – Gritó Hermione y agarró a Harry por la mano. Harry nunca la había sentido. La tenía tan suave...

Bajaron y Hermione besó tantas veces a sus padres que Harry pensó que no se irían hasta después de media noche. Terminó de besar a su madre y luego le dijo algo en el oído y la madre asintió.

Harry se acercó y se despidió. La señora Granger lo abrazó lo bastante hasta decir basta y el señor Granger los saludó como a un hombre, le dijo Cuídala muy bien y Hermione enrojecida dijo ¡Papá! y con una sonrisa el señor Granger se marchó cerrando la puerta a sus espaldas.

Hermione, aún enrojecida, le dijo a Harry que si podían subir y subieron.