Capítulo 4: Un sueño extraño

A Hermione tía Petunia le estaba buscando un lugar cómodo para dormir, pero no encontraba, pues el cuarto de los huéspedes estaba llenos de juguetes de Dudley y la alacena no era para invitados, entonces fue cuando tío Vernon dijo Tendrá que dormir con Harry en el mismo cuarto. Abajo en la alacena aún tenemos un colchón que podría utilizar uno de los dos.

Mientras tío Vernon buscaba el colchón abajo en la alacena y tía Petunia preparaba dos vasos con leche, Harry y Hermione buscaban su pijama. Cuando Harry estaba apunto de irse al baño para cambiarse, Hermione lo agarró del brazo.

- Harry, mira, te tengo que decir algo – dijo con ojos llorones – a mi no me gusta dormir abajo me da... me da miedo...

- Bueno entonces yo dormiré abajo – dijo Harry, como si lo encontrara lógico.

- No... pero es que tampoco me gusta dormir arriba en casa ajena – dijo enrojeciendo. Harry no sabía que hacer – y bueno, se me ocurrió de que tú podrías poner tu colchón abajo así yo me sentiría más segura.

- Bueno... está bien, dile a mi tío que él lo bajará.

Mientras Hermione estaba en el cuarto de Harry cambiándose, éste estaba en el baño haciendo lo mismo. La idea de que Hermione durmiera con él en el mismo cuarto, muy juntos, le resonaba en la cabeza. Estaba pensando en Hermione no como una amiga, sino como una muchacha cualquiera que le podría gustar y eso estaba mal, muy mal.

Después de lavarse los dientes, Harry regresó al cuarto y vio que todo estaba listo. Los vasos con leche estaban en su escritorio, las sábanas para Hermione también y la cama de Harry ya estaba abajo, con Hermione al lado.

- Aún es muy temprano – dijo viendo su reloj – son las ocho y media – luego miró la jaula de Hedwig – ¿Dónde está Hedwig?

- Donde Sirius – dijo Harry cerrando la puerta detrás de él.

- ¿Cómo está? – Dijo Hermione mientras Harry se sentaba frente a ella en posición de indio.

- Muy bien y parece que Buckbeak también.

- Ah – dijo Hermione agarrando su lechuza – aún no le pongo un nombre. ¿Qué me sugieres?

- Eh... no soy muy bueno en esto, el nombre de Hedwig lo saqué del libro Una historia de la magia en los libros de primer año.

- ¿En serio? ¡Oh gracias Harry, me diste una buena idea! – Dijo y, como era de esperarse, sacó un libro muy grueso del baúl que estaba cerca de ella – Mmh... ¿qué tal Clomick? – Y antes de que Harry dijera algo negó con la cabeza. Parecía que estaba hablando para ella sola – ¿Rusag? No... ¡oh ya sé! ¡Ginasyld! Parece que fue una bruja muy importante en 1725... ¡sí, así se quedará! – a Harry no le parecía muy malo pero tampoco era la séptima maravilla.

- No está nada mal – dijo, y Hermione puso a Ginasyld en la jaula.

- Oye, ¿dónde está Crookshanks? – Dijo Harry, buscándolo con los ojos.

- Aquí – dijo Hermione sacando a Crookshanks de debajo de las sábanas – está muy cansado.

- Bueno déjalo dormir entonces – dijo Harry, agarrando una de las almohadas que eran de Dudley y que él nunca utilizaba – aquí estará cómodo – y le pasó la almohada – Hermione agarró a Crookshanks que estaba medio dormido y lo apoyó en la almohada.

- Aún es muy temprano, sólo pasó media hora y yo normalmente me duermo como a las nueve y media, diez – dijo Hermione que estaba moviendo los pies.

- Sí... tienes razón – dijo Harry mirando a cualquier lado con tal de no mirar las piernas de Hermione.

- Oye Harry dime una cosa: ¿aún te sigue gustando Cho Chang? – Cho Chang. Harry no había pensado en ella desde que había regresado de Hogwarts.

- Eh... bueno... no tanto. Ya no tengo oportunidad con ella, después de lo de Cedric.

- Sí, cierto. ¿Y no estás interesado en alguien más?

- No. Por el momento no...

- Ah... ¿sabes quién me parece lindo? Seamus Finnigan. Es muy tierno. Su modo de ser me gusta. Realmente sería muy bueno que tú me ayudaras, Harry.

- ¿Ayudarte en qué? – Dijo Harry que sin saber porqué le vino un ataque de rabia.

- Bueno, ustedes están en la misma habitación, ¿no? Bueno, tú podrías hablarle sobre mí y...

- Lo siento Hermi, pero él ya está interesado en otra – mintió Harry. No quería que Hermione se interesara en alguien.

- Oh... – dijo Hermione con tono de resignación.

- Además, ¿tú no tienes a Krum? – Dijo Harry, tratando de ocultar su enfado.

- Yo corté con él hace días y le dije que no podía ir a visitarlo. Me costó mucho hacerlo.

- Oh ya veo – dijo Harry poniéndose más feliz pero a la vez mostrando un sentimiento de compasión. – ¿Y cómo lo tomó?

- Aún no me ha llegado su respuesta pero le dije que estaría aquí – de pronto en la cara triste de Hermione apareció una sonrisa – Je, ¿quién crees que le guste a Ron? – Dijo viendo a Ginasyld – ¿Padma Patil? Je, no quisiera estar en el puesto de Padma.

Y en ese momento los dos estallaron en carcajadas, cuando de pronto tía Petunia tocó la puerta; la dejaron pasar y con un beso a los dos dijo Buenas noches y se marchó.

- Realmente ha sido un gran cambio para ti, ¿no Harry? – Dijo Hermione apenas tía Petunia cerró la puerta.

- Sí y aún me sigo preguntando qué les pasó.

- Mmh... ni idea. Oye y por cierto – dijo Hermione bajando la voz – ¿Ningún rastro de tú-sabes-quien?

- ¿Quién?

- Tú-sabes-quien.

- ¿Voldemort? No, no ha sucedido nada por suerte. Sabes, tú y Ron, por lo menos, deberían llamarlo por su nombre.

- Harry ten en cuenta que nos es difícil y más aún después de lo que pasó – dijo Hermione en tono razonable.

- Pues a mí me parece ridículo que le sigan diciendo así.

- Bueno Harry, haré todo lo posible por llamarlo así.

- Ah, ya que me vino en la mente, ¿liberaste a Rita Skeeter?

- No, aún no. Sé que debía liberarla apenas llegara a Londres, pero lo pensé mejor – dijo Hermione con una sonrisa malévola – tengo miedo que para vengarse de lo que le hice escriba algo extravagante de mí y de ti – y se alzó para buscar a Rita Skeeter en su baúl. Cuando sacó el pote donde estaba, Harry noto que, aún siendo un escarabajo, su rostro estaba pálido y tenía el maquillaje regado por toda la cara. Apenas vio a Harry, se alarmó toda como tratando de escapar.

- La pobre ha estado tan decaída en estos días – dijo Hermione en tono sarcástico – teme que le vaya a hacer otra sacudida – y los dos estallaron en carcajadas. Luego Hermione puso el pote en el escritorio de Harry y se sentó.

- Por cierto... ¿quién es la chica que le gusta a Seamus? – Dijo con un leve tono de rabia en su voz.

- Eh... – Harry no sabía qué decir. De pronto recordó el baile del año pasado pero no sabía con quien había ido Seamus así que dijo – No lo sé.

- Oh vamos Harry, sé que tú lo sabes y no me vas a mentir porque yo soy tu buena amiga – dijo Hermione acercándose a él – anda dime – dijo sonriendo y casi haciendo que Harry se hundiera en el colchón.

- En serio Hermi, ¡no sé quien es! – Dijo Harry tratando de no caer hacia atrás pero era demasiado tarde. En un abrir y cerrar de ojos, Hermione se había acercado tanto a Harry que se había caído en parte encima de él pero parecía ser que Hermione no se había dado cuenta.

- Anda dime – decía acercándose al rostro de Harry – yo sé que tú lo sabes. No me lo puedes ocultar.

- Emmh... Hermi... n-no lo sé ¡te lo juro! – Dijo Harry con los brazos bloqueados por las manos de la chica, enrojecido – ... ¡en serio! – Gritó.

De alguna manera Hermione se había caído completamente encima de Harry y sus labios habían hecho contacto. Por unos segundos eso los desconcertó, y fue cuando Hermione se separó que se dieron cuenta de lo que sucedía.

- Dis... discúlpame... – dijo Hermione, enrojecida con la mano en la boca, lejos de Harry, atónita.

- Tranquila – dijo Harry, notando que también él estaba enrojeciendo.

- Bueno, mejor vamos a dormir... – dijo Hermione que ya se estaba cubriendo con las sábanas.

- Sí... – dijo Harry apagando la luz.

- Buenas noches Harry.

- Buenas noches, Hermione – dijo Harry, sumergiéndose en las sábanas de su cama.

Mientras que Harry finalmente se acomodaba en su cama, Hermione trataba de no pensar en aquel breve beso. En verdad, Harry no se estaba acomodando, sino que el ambiente era tan tenso que no lograba conciliar el sueño.

Trató varias veces de dormirse con la rutina de siempre (contar ovejas) pero se dio cuenta de que eso eran sólo mentiras. Hermione, en vez, no quería moverse para no hacer ver a Harry que estaba despierta, aunque ella tampoco podía conciliar el sueño. Al final, fue Hermione que logró dormirse primero, pues se dijo que lo del beso no significaba nada.

Pero Harry aún no lograba dormirse. Intentó de todas las maneras posibles, hasta que al fin, cuando dejó de pensar en lo que ocurriría al día siguiente, se durmió.

Y fue cuando Harry se durmió profundamente que tuvo un extraño sueño.

En él, había una habitación enorme, muy larga y ancha, de dimensiones extremadamente grandes. Pero en esa habitación no habían muebles o sillones o algo que lo hiciera parecer a una sala. Las paredes, el techo y el piso eran de piedra y el ambiente era frío y tétrico; sólo unas antorchas puestas en cada una de las esquinas hacía que esa habitación tuviera algo de calidez, pero no la suficiente. Y luego, al final de la enorme habitación, había un espejo... el Espejo de Oesed.

En el fondo de la habitación habían dos personas: Ron y Hermione. Hermione estaba agachada a la izquierda de Ron, que estaba tirado en el suelo con los ojos cerrados... parecía muerto. Pero no sólo ellos dos estaban en la habitación... sino que también estaba Harry, en medio de toda la habitación, viendo el Espejo de Oesed, o almenos así parecía.

El rostro de Harry no era el mismo: tenía sangre en toda la frente, los ojos estaban hinchados y muy rojos de tanto llorar, las lágrimas que le caían por las mejillas. Su rostro hacía notar una rabia mezclada con dolor y tristeza, un odio, un desprecio por alguien y una depresión enorme. Estaba ahí, con su varita más empuñada que nunca, su cabellera desordenada y sucia, su cicatriz que le ardía más que la última vez... más que con Voldemort. Vigilaba con los ojos toda la habitación, con unos ojos llenos de rabia, sus lágrimas aumentando cada vez más, empuñando la varita y aguantándose las ganas de atacar.

De repente apareció una mujer de frente al espejo, con el cabello largo hasta la cintura, color dorado, recogido en una media cola. Llevaba una túnica blanca como la nieve y brillaba tanto cuanto ella: brillaba más que la luna, tenía luz propia, una luz cegadora. La mujer flotaba y su esplendor se reflejaba en el espejo. Y entonces la mujer se volteó lentamente, haciendo notar a Harry un rostro lleno de tristeza y dolor, con lágrimas que se deslizaban lentamente por las mejillas. Harry, al ver esto, dejó caer su varita y cayó de rodillas, las lágrimas que continuaban a deslizarles por las mejillas...

Se agarró la cabeza apoyada al piso con las manos y empezó a lamentarse de algo que había hecho. Le dolía el corazón, sentía que el alma era arrebatada lenta y dolorosamente. Luego, alzó la cabeza aún agarrada con las manos y notó que en realidad la mujer era una muchacha que aparentaba al menos catorce o quince años, y que las lágrimas brillaban como la luna.

La muchacha se acercaba lentamente a Harry, flotando en medio del aire, sus manos que trataban de agarrar a Harry lo antes posible. Harry se soltó la cabeza, se alzó de nuevo, cogió su varita y la empuñó de nuevo con la misma fuerza que antes pero sin rabia. Parecía haber detectado algo en la chica.

Cuando la chica estuvo lo suficientemente cerca de Harry, éste la atacó con un hechizo y la chica desapareció, esfumándose en el aire y haciendo aparecer la figura de alguien muy conocido... Voldemort.

En ese momento Harry se levantó con el corazón en la mano. La cicatriz le ardía como nunca y sentía que de un momento a otro la cabeza se le rompería en dos. Miró por todos lados en busca de algo que hubiera cambiado, pero su habitación estaba intacta. Miró a Hermione, que estaba al lado suyo con las sábanas que la cubrían hasta la cintura, el rostro vuelto hacia el lado de Harry. Con sólo ver Hermione, el dolor que Harry sentía en la cicatriz disminuyó y la causa del porque estaba despierto la olvidó por completo, así que apoyó su cabeza en su brazo derecho y fijó Hermione de pies a cabeza, con una sonrisa en la cara. Entonces, llevó su mano izquierda al rostro de Hermione y acarició su mejilla suavemente para que no se despertara. Luego, acercó su rostro al de Hermione y la besó en los labios tiernamente, sin poder aguantarse.