Capítulo 8: El mejor cumpleaños de Harry
Los días pasaron y la sortija no aparecía. La semana pasó muy lenta, pues, Hermione obligó a Ron y Harry a hacer los deberes, ya que estaban atrasados en los estudios, y no tenían muchos ánimos para salir (aunque le mostraron a Ron el lugar secreto). Harry se veía un poco deprimido y muy preocupado, pues no sabía si Dumbledore le creería que la sortija había desaparecido. Tal vez pensaría que Harry era un irresponsable, que no le quería hacer ver la sortija ya que pensaría que de seguro era una pérdida de tiempo. Harry le había escrito hacía tres días sobre lo sucedido y sobre Arabella Figg, pero no había recibido respuesta alguna. Ron y Hermione, en vez, trataban de animarlo en cualquier modo.
- ¡Oye, Harry! ¿Qué quieres para tu cumpleaños? – decía Hermione, cada vez que todos caían en silencio, pero Harry solo se limitaba a decir Lo que sea, pues no tenía muchas ganas de hablar, fuese cual fuese el tema de conversación.
Los días sucesivos a los anteriores siguieron su rumbo normalmente, y pronto ya faltaba un día para el cumpleaños de Harry. Harry, como siempre, no se esperaba nada de los Dursley.
- Como siempre, se olvidarán de mi cumpleaños, aunque hayan cambiado – dijo Harry mientras jugaba póker con sus amigos, después de una larga mañana haciendo deberes.
- No lo creo. ¿Qué tienes, Ron? – dijo Hermione ordenando sus cartas.
- Doble par. – Dijo Ron mostrando su doble par de K y J – Estos juegos muggles son muy aburridos.
- Sí pero almenos no te gritan o te hacen perder mientras juegas – dijo Harry cambiado dos cartas por otras de la paca.
- Tienes razón. Pero Harry, no importa si tus tíos no hacen nada mañana, con tal, ¡estamos nosotros! ¡Iríamos al mini-centro comercial, nos compraríamos el helado más grande de esa heladería que me contaste, luego iríamos de nuevo al lugar secreto y comeríamos ahí y luego te compraríamos una torta para cantar cumpleaños, como hacen los muggles! – Dijo Ron cambiado una carta al igual que Harry.
- ¿Acaso los magos festejan diferentemente los cumpleaños? – Dijo Harry, percatándose de que, después de casi cinco años, aún no sabía mucho sobre la magia y su mundo.
- Es totalmente diferente. Los únicos invitados son familiares muy cercanos y lo que se hace ahí es increíble. Todos, incluso los más pequeños y los más ancianos, juegan en los concursos que se presentan en la fiesta. Concursos de magia, obviamente. Es muy divertido, y al final de la fiesta, todos los invitados adultos lanzan un hechizo de chispas en el aire que indica el nombre del festejado y luego todas las chispas van cayendo como lluvia.
- Debe de ser lindo un cumpleaños así – dijo Hermione mostrando su triple de K y sonriendo maliciosamente. – Déjenme ver sus cartas, a ver si le ganan a esto.
- Es realmente divertido, créeme. ¡Ja, triple as! – dijo Ron mostrando alegremente sus cartas – ¿Tú qué tienes, Harry?
- Me hubiera gustado que mis padres me celebraran un cumpleaños así. Hubiera sido muy divertido transcurrir una vida de mago... ajá, les gané. ¡Escalera! – Dijo Harry, mostrando su escalera del diez al as. Hermione y Ron se quedaron mudos. No sólo por las cartas que había mostrado Harry, sino por lo que había dicho.
- Bueno, no siempre se gana. – Dijo Ron tirando sus cartas y estirándose – ¿Qué otros juegos tienes, Harry?
- No sé, pregúntale a Dudley – dijo Harry tirando las cartas a su vez.
- Bueno, podemos jugar "Kiss Me" – dijo Hermione revolviendo las cartas.
- ¡¿Ah?! – Dijeron Harry y Ron al unísono, enrojeciendo rápidamente.
- ¿No saben jugar? Pensé que tú sabrías, Harry. Bueno, cada uno agarra cuatro cartas, y de la paca también se agarran cuatro y se disponen en el piso junto a la paca. Luego, si uno de ustedes tiene una o dos en su mazo una que salga en las que se han dispuesto en el piso, la puede cambiar con la que prefiera, pero antes de que alguien más la agarre. Si no hay ninguna persona interesada en alguna carta, las cartas dispuestas en el piso se ponen a un lado y se vuelven "basura". Cuando finalmente en tu mazo tienes cuatro cartas de mismo numero o letra, tú debes decir "Kiss Me" antes que alguien te diga "corte". También en la jugada puedes decir "corte" a alguien, para ver qué tipo de cartas tiene en su mazo, aunque solo te puede mostrar dos.
- Ah ya... – dijeron Harry y Ron aliviados, Ron mucho más que Harry. A Harry el juego lo había desilusionado.
- Bueno yo no sabía del juego ya que nunca tuve amigos que me lo enseñaran y los Dursley jamás me enseñaban algo – dijo Harry. Luego tía Petunia los llamó para que bajaran a merendar y bajaron.
- ¿Terminaron todos sus deberes? – Dijo tío Vernon con su periódico de siempre, pero vespertino.
- Sí, sólo nos falta uno, que es de Pociones. – Dijo Harry, mientras veía a Dudley que se devoraba su pedazo de pastel de limón – ¿Cómo sigues en el juego de Luigi's Mansion, Dudley?
- Perfecto. Encontré la llave que me faltaba para entrar en la habitación del último monstruo.
- Bien. ¿Supiste dónde estaba la llave con ayuda de la revista?
- Sí... – dijo Dudley mirando intranquilo como tía Petunia lo fijaba con desaprobación mientras traía los pasteles.
- Tengan queridos – dijo tía Petunia entregándole los pequeños platos al trío. Los amigos de Harry empezaron a comer educadamente, pero Harry ni probó bocado. De repente fijó un momento a la familia Dursley, quien le había criado dura y fríamente por once largos años, antes de ir a Hogwarts. ¿Qué les había pasado? ¿Por qué se comportaban de ese modo? ¿Tendría que ver la magia en todo esto? ¿Tal vez... la sortija?
- Harry, querido – dijo tía Petunia fijándolo desconcertada – ¿no quieres comer?
- ¿Ah? Sí tía Petunia, claro... – y empezó a comer.
*
La noche llegó sin que nadie se diera cuenta mientras el trío terminaba los deberes de Pociones. Snape había dado lo máximo de deberes como para hacer entrar en colapso a cualquiera, incluso Hermione. No lograba entender qué poción se obtenía con cuatro ojos de dragón, una cola de unicornio, tres colmillos de vampiro, dos alas de murciélago, un poco de baba de araña (difícil de extraer) y pus bien líquido de rana.
- Snape de seguro pensó que este sería el momento en el cual se podría vengar de la huida de Sirius – dijo Ron, tan nervioso como Hermione, que se exprimía el cerebro buscando la palabra exacta.
- ¡Cállate que no me dejas concentrar! – Gritó Hermione haciendo sobresaltar a los dos amigos.
- Creo que ya lo sé – dijo Harry un poco temeroso de como reaccionaría Hermione.
- ¿Cuál, cuál? – Exclamó Hermione acercándose a Harry tanto que lo hizo hundir en su silla.
- Grophius. – Dijo Harry alejando a Hermione de su rostro – Sirve para envenenar una persona por un tiempo prolongado y luego cuando despierta puede adaptar el aspecto de cualquier cosa, incluso un insecto.
- Umh... podría ser posible. Para ver... – dijo Hermione y sacó un libro de su baúl, que debía ser de pociones. Buscó la letra G en el índice y ahí encontró la poción Grophius, con los mismos ingredientes que había dado Snape. La poción, en el libro, tenía un espacio muy pequeño y era difícil notarlo.
- Con razón Snape nos dio esa poción para examinar. Nos tomó mucho encontrar todas las pociones – dijo Ron soltando su pluma y estirándose. Harry y Hermione lo miraron. Lo único que había hecho era escribir las recetas de varias pociones, y en vez ellos dos habían utilizado todas sus capacidades para encontrar y entender varias cosas difíciles.
- Tú no hiciste nada – dijo Hermione con leve desprecio.
- Hermione tiene razón, Ron. La próxima vez trabaja como nosotros y ahí sí podrás decir que trabajaste.
- Sí claro, tú solo le das la razón a Hermione porque ella te gusta de morir – dijo Ron un poco enfadado sonándose los dedos. Hermione volvió su rostro enrojecido a un lado como para buscar un pergamino y Harry miró hacia la puerta, igual de enrojecido (Ron estaba en medio de los dos, en el escritorio).
- E-eso no es cierto. Lo digo porque es verdad. Que me guste Hermione no tiene nada que ver.
- Sí, claro... – dijo Ron con sonrisa malévola mirando su perfil – no ves la hora de darle un buen be...
- ¡¿Ron, me harías el favor de escribir la descripción de la poción?! – Exclamó Hermione de repente, apoyando muy bruscamente el libro de Pociones y el pergamino – ¡¡Y hazlo para nosotros tres, a ver si te dignas de hacer algo!! – Ron la miró un segundo y vio que estaba tan roja como un tomate. Luego observó a Harry, que también estaba rojo aunque un poco menos y que fijaba a Hermione impresionado. Los dos se quedaron mirando por un momento, Ron que miraba una vez a Harry otra a Hermione, y sólo cuando dijo Vale, ya lo copio los dos volvieron a sus libros, haciendo como si leían.
*
La cena de aquella noche estuvo un poco tensa. El trío no hablaba entre sí, y si los Dursley le preguntaban algo sólo uno respondía a la vez. Aunque esta vez los Dursley no hablaron mucho. Más bien, parecían un poco fríos y distantes. Esto no incomodó a Harry del todo, pues, por ya catorce años los Dursley lo habían tratado así, o mejor dicho, peor.
Después de comer regresaron a sus respectivas habitaciones. Harry no se esperaba que Hermione vendría también esa noche, de seguro estaba muy apenada. Ron también parecía pensar lo mismo, así que le dijo a Harry que iría a hablar con Hermione.
Harry se quedó solo en su cuarto. Pasaron varios minutos y Ron no regresaba, así que Harry, por milésima vez, buscó la sortija.
Se sentó en su cama y empezó a recordar lo que había pasado la noche que había desaparecido. Primero lo de Hermione, luego él montado encima del escritorio, y después... la apoyó en el escritorio. Empezó a buscar, aún por milésima vez, alrededor del escritorio. Buscó también, debajo del armario, y nada que aparecía. Harry se preguntaba cada vez más qué había pasado con la sortija, y por qué no la conseguía. Luego se puso a pensar sobre la Marca Tenebrosa que había aparecido en el interior de ella. En realidad, la Marca no era tan diminuta para una sortija medio delgada, y era notable. Aunque, ahora que pensaba, la calavera era diferente a la de siempre. Más bien, no parecía una calavera, sino el rostro de alguien, alguien lleno de odio, de rabia y furia...
Harry buscó adentro del armario, aunque era inútil, ahí no podía estar. Metió la cabeza y buscó entre la ropa. Toco el fondo con las manos esperando encontrar algo circular y delgado. A continuación se le cayeron los lentes. Harry los agarró y trato de examinarlos tratando de notar que no se hubiera roto nada (inútilmente, pues veía borroso). Se los puso y sintió algo caliente en la frente. Se la tocó y estaba toda sudada, luego tocó su cicatriz y estaba normalmente tibia. Sacó la cabeza del armario y lo cerró. Regresó a su cama y se acostó. Ron aún no volvía y eso le fastidiaba. ¿Qué tanto estaría hablando con Hermione? ¿Por qué tardaba tanto? ¿Acaso en realidad Ron tenía que decirle algo sin que él no supiera?
Se alzó de golpe y fue hacia la puerta. Por un momento se retractó y decidió abrirla lentamente, para ver si lograba escuchar algo sin que lo notaran.
- ¿Crees que sea bueno? – Dijo la voz de Hermione.
- Estupendo, buena elección. Nos divertiremos bastante con esto, je je – dijo la voz de Ron, maliciosa.
- Bueno, creo que tenemos todo listo. Yo estoy cansada y dentro de poco nos tenemos que levantar.
- Sí. Buenas noches Hermione – dijo la voz de Ron y pareció darle un beso a Hermione. Harry cerró la puerta lentamente antes de que Ron saliera del cuarto de Hermione y se acostó rápidamente en su cama, agarrando un libro que había en su comodín. Al los pocos minutos Ron regresó.
- Dijo que tenía sueño y que no quería venir – dijo cerrando la puerta.
- Ok, está bien – dijo Harry que estaba volteado hacia el otro lado haciendo como si leía. Cerró el libro y se quitó los lentes, los apoyó en el comodín y luego se volvió al otro lado, Ron que iba a apagar la luz.
- Buenas noches Harry – dijo Ron cuando ya apagó y se acostó en su cama.
- Que duermas bien – dijo Harry volviéndose al otro lado. Estaba luchando contra la tentación de preguntarle de qué estaban hablando. Se volteaba a un lado, luego a otro lado. Calma, calma se decía mañana sabrás que es. Dentro de poco tendrás quince años Harry, y debes lucir bien, sin ojeras. No siempre se cumplen quince años.
*
Harry se sobresaltó. Abrió rápidamente los ojos y pegó un grito. Alguien había gritado muy fuerte y lo había despertado bruscamente. La luz de la habitación estaba encendida y Harry sólo podía detectar dos figuras, un al lado de su cama otra enfrente. Buscó muy nervioso sus lentes y se los puso en un segundo. Delante de él estaba Ron con sonrisa burlona y a su lado estaba Hermione muy sonriente.
La habitación había cambiado levemente. Harry vio un cartel que decía "Happy Birthday Harry". En su escritorio había dos regalos. Uno un poco pequeño y envuelto ordenadamente mientras el otro era de dimensiones más grandes y envuelto extrañamente. Harry pensó que ese era de Ron y el otro de Hermione. Se acostó de nuevo y se arropó con las sábanas ya que no aguantaba el resplandor de la luz.
- ¡Harry! ¡Despierta! ¡¡Ya tienes quince años!! – Exclamó Hermione y le quitó completamente las sábanas tirándolas al suelo. Luego Ron lo agarró por los hombros y lo apoyó junto a la pared. Harry tenía los ojos cerrados. Quería dormir, no le importaba si ya tenía quince años, estaba muy cansado y lo único que quería era sus sábanas y que lo dejaran en paz.
Ron lo sacudía pero Harry lo rechazaba y exclamaba que lo dejara en paz, mientras se acostaba de nuevo y se acurrucaba por el frío. De repente entraron cuatro lechuzas de diferentes dimensiones y colores y se apoyaron en la cama de Harry. Tres de ellas traían un paquete casi del mismo tamaño cada uno pero la otra, que era parecida a la melena de Hermione, traía solo una carta. Harry supuso que era de Hogwarts.
Sólo entonces cuando las lechuzas empezaron a reclamar agua Harry se despertó completamente. Hermione le había quitado los paquetes y la carta y los había puesto en el escritorio mientras que Ron le daba de tomar a las lechuzas. Dos de las lechuzas eran Hedwig y Pig y protestaban por comida junto las otras lechuzas, Pig más que todas.
Harry se levantó a mala gana y fue al escritorio a ver sus paquetes. Ron y Hermione le dejaron algo de comida a las lechuzas y se sentaron en la cama desordenada de Harry, muy sonrientes.
- ¡Ábrelos Harry! – Dijo Hermione con impaciencia. Harry aún no estaba del todo despierto pero agarró el más grande que encontró. Era de Hagrid. Harry temía que fuera la nueva edición del libro Monstruo o que fuera una de sus especialidades de la cocina. Pero nada de eso había en el paquete: adentro había algunas cosas insignificantes tales como un reloj muy elegante pero muy antiguo, o unos lentes rotos y cosas así y también muchos papeles que parecían ser exámenes o documentos de hacía vario tiempo. Entre todas estas cosas había una carta firmada "Hagrid". Harry la abrió y en ella encontró un collar con un broche pequeño color esmeralda, en forma de corazón. Harry lo mantuvo en la mano y abrió la carta de Hagrid.
¡Hola Harry! Sé que estás pensando que me volví loco al mandarte todas esas cosas insignificantes pero la verdad es que tienen un gran valor: son cosas de tus padres.
Las he estado coleccionando desde tu segundo año pero no quise dártelas hasta que tuviera lo suficiente, pero a fin de cuentas no obtuve mucho. Lo que más obtuve, y con muchas súplicas, fueron examenes de cuando ellos estudiaban en Hogwarts o mensajes que se escribían entre sí durante las lecciones y que venían sorprendidos. Es una suerte que los profesores de Hogwarts no tengan tanta memoria como para botar todas estas cosas insignificantes y dejarlas en el reporte del alumno. El resto de lo que te mandé me lo dieron personas que estudiaban con ellos, sobretodo personas que estaban enamorados de uno de los dos y que guardaban cualquier cosa, sea un reloj o unos lentes.
El broche, en vez, es algo que encontré yo personalmente. Mientras te sacaba de entre los escombros, encontré junto a ti ese broche y me lo guardé. Justo en este verano, que estaba ordenando mi cabaña, lo encontré y decidí dártelo como regalo. Ábrelo y verás qué hay en el interior.
Hagrid
Harry dobló la carta y se acercó a sus amigos para que la leyeran. Se sentó junto a Hermione y empezó a examinar todas las cosas que había en el paquete. Cada cosa llevaba algo escrito en un papel como "pluma de James" o "lazo de Lily" y los exámenes se sabía de quien era ya que tenían el nombre.
Harry le pasó el paquete a Ron y Hermione para que vieran las cosas y agarró el broche que tenía en la mano derecha. Buscó la forma de abrirlo pero no lo logró así que le pidió ayuda a Hermione.
- Déjame ver... – dijo Hermione dejando un tintero vacío de Lily en el paquete y agarrando el broche – aquí debe de haber un botón o algo así... – luego encontró, como ella dijo, un pequeño botón en el lado derecho y lo oprimió. El broche finalmente se abrió.
- Gracias – dijo Harry y agarró el broche junto las manos de Hermione. Los dos se enrojecieron lentamente aún agarrados del broche y se miraron. Por unos segundos a los chicos les latía bien fuerte el corazón, sobretodo a Hermione. Y sólo cuando Ron le puso un cosmético enfrente de la cara, soltó bruscamente el broche.
- Dime Herm, ¿qué es esto? – Dijo Ron.
- Es un disolvente... vaya, entonces tu mamá se pintaba las uñas, Harry – dijo Hermione burlona viendo a Harry.
Harry sólo asintió con una sonrisa. Se volvió para ver el broche y lo abrió. Lo que vio lo desconcertó. Adentro había, en el lado izquierdo, la foto de su padre que sonreía felizmente y al otro lado estaba su madre, tan linda como siempre. Al rato apareció de la nada, en el puesto de las fotos, dos fotos diferentes. En vez de la foto de James, ahora salían James y Lily jugando con Harry en un parque y donde iba la foto de Lily ahora había una foto de los tres en el jardín de su casa. La familia se veía muy alegre y como las fotos se movían se podía sentir el amor y el cariño que había entre todos.
Harry cerró el broche y se puso el collar. De repente, sintió como una energía positiva lo llenaba por todo el cuerpo, y sintió como si su madre lo protegiera de nuevo.
Fue al escritorio y agarró todos los regalos. El siguiente fue de Sirius, que le regaló un reloj nuevo de marca y algunos dulces. Luego el de la señora Weasley, que le había regalado una cinta deportiva color azul con un dibujo de una snitch y las letras "H P" a cada lado de la snitch y una torta hecha en casa.
- ¿Por qué tu mamá me manda tortas? ¿Acaso no era que no festejaban con tortas? – preguntó Harry a Ron.
- ¡Claro que sí festejamos con tortas! Sólo que diferentemente de los muggles – dijo Ron que estaba comiendo unas galletas de Sirius.
- ¡Oye no te comas eso! ¡¡Son de Harry!! – dijo Hermione quitándole los dulces a Ron.
- Claro, eso es porq... – dijo Ron pero viendo la cara de Hermione se calló.
- Harry, abre nuestros regalos – dijo Hermione volviéndose a Harry. Harry ya estaba abriendo el de Ron.
- Ron, ¿quién te enseñó a envolver regalos? – Dijo Harry luchando con trozos de cinta adhesiva.
- Nadie... – dijo Ron enrojecido probándose la cinta deportiva de Harry.
- ¿Otra vez? – Dijo Hermione quitándole la cinta deportiva y apartando el resto de los regalos. Finalmente Harry pudo desenvolver el regalo de Ron y así lo abrió.
Harry quedó impresionado. Adentro había varios libros sobre quidditch y una colección de los Chudley Cannons.
- ¡Ron, esto es increíble! ¡Gracias de veras! – exclamó Harry viendo todo lo que le había regalado su amigo.
- No es nada – dijo Ron y las orejas se le enrojecieron levemente.
- Bueno, veamos esto – dijo Harry agarrando una caja diminuta. Llevaba una nota y decía "Hermione".
Harry miró a Hermione un momento y ésta le devolvió la mirada. Luego empezó a desenvolver la diminuta caja con mucho cuidado. Finalmente la desenvolvió y abrió la caja. Adentro había algo dorado muy pequeño con alas y varias rayas por todos lados. El objeto era una snitch. Harry cerró de golpe la caja.
- ¿Estás loca? No quiero ir a buscar una snitch por toda la habitación.
- Ja ja – rió Hermione – yo siempre tomo precauciones, Harry. Está atada mágicamente. La compré en Diagon Alley antes de venir. Ah, y por cierto, lee lo que dice – Harry abrió la caja y agarró la snitch. En medio de las dos alas, en color plateado reluciente, estaba la firma de Viktor Krum.
- Oh – dijo Harry un poco deprimido.
- Esta snitch es firmada oficialmente por Viktor. En realidad no lo vi firmarla, pero te aseguro que esa la letra es de él. – Prosiguió Hermione – Esta snitch no es como todas. Con un hechizo la puedes "activar" y con otro "desactivar". Para activarla debes decir Volitare y para desactivarla Finem Afferre. ¿Entendido?
- Sí, captado.
- ¿Me regalas una a mí también en mi cumpleaños? – Dijo Ron envidiando la snitch de Harry.
- Claro Ron. Ah Harry, también tengo algo más – dijo Hermione agarrando algo de debajo de la cama – toma. – Y le dio a Harry un libro que decía "Cuidado especial de la Firebolt".
- Gracias chicos... me gustaron los regalos. – Dijo Harry llevando todos los regalos a su escritorio y mientras los llevaba se le cayó una carta, que era de Sirius. Luego la recogió y la puso en el escritorio – Mañana la leeré y también la de Hogwarts. Ahora vamos a dormir, ¿sí? Tengo mucho sueño.
- Sí – dijo Hermione levantándose – buenas noches – y besó a Ron. Luego se dirigió a Harry.
- Buenas noches Herm – dijo Harry y le dio un beso.
- Feliz cumpleaños, que duerman bien – dijo Hermione y se fue apagando la luz.
- Harry, ¿puedo preguntarte algo? – Dijo Ron que ya estaba en su cama.
- ¿Qué? – Dijo Harry acostándose.
- ¿Por qué no le dices a Hermione que te dé almenos un beso en tu cumpleaños?
- No podría. Aprovecharme sólo porque es mi cumpleaños le enfadaría y yo no quiero eso.
- Bueno – dijo Ron decepcionado – yo sólo quería ver que tan rojos se ponían si se besaban, ja ja ja.
- Estúpido – dijo Harry y le dio un golpe con su almohada.
- Ok, ok, ¡ya! Buenas noches... – dijo Ron y rápidamente se durmieron.
*
Al parecer de Harry, la mañana llegó muy rápido. Por alguna sensación extraña, se sentía feliz por su cumpleaños, cosa que nunca había probado.
Tocó la puerta de Hermione junto con Ron y como no respondía entraron. Hermione dormía muy profundamente y estaba volteada hacia el otro lado, tapada por las sábanas. Harry y Ron se echaron una mirada maliciosa y rápidamente le quitaron las sábanas y le gritaron al oído muy fuerte: ¡BUENOS DÍAS SABELOTODO GRANGER!.
Hermione pegó un grito. Tía Petunia preguntó gritando qué había pasado y Ron y Harry un poco asustados dijeron que había sido sólo una broma.
Hermione se paró y vio muy enfadada y roja a Harry y Ron pero de todos modos le dio el beso de buenos días a los dos y le dijo muy sonriente a Harry Feliz cumpleaños.
Bajaron y se sentaron en la mesa. Los Dursley se veían un poco fríos mientras desayunaban y cuando Harry, Ron y Hermione estaban por irse después de terminar, una voz grave y profunda los detuvo.
- Harry espera un segundo – dijo tío Vernon muy frío y duro, fijando los ojos verde esmeralda de Harry.
- Tenemos que hablar contigo – dijo tía Petunia, igual que tío Vernon. Dudley estaba ahí sentado viendo a sus padres con impaciencia.
- ¿Qué sucede? – Dijo Harry sentándose de nuevo al igual que sus amigos. Se había sentido tan feliz esa madrugada y los Dursley, raramente, le hablaban de esa manera.
- Pues verás... – dijo tío Vernon sacando algo de su bolsillo y cambiado tono de voz – hoy es tu quinceavo cumpleaños y en estos últimos catorce años no te hemos dado un regalo sincero. Por eso te regalamos, con todo nuestro amor, quinientos cincuenta esterlinas. – Luego puso un paquete de billetes amarrados con una liga. Harry se quedó petrificado, al igual que Hermione. Ron, en vez, no entendía mucho que tanto valor tendrían quinientos cincuenta esterlinas. Los Dursley miraban a Harry con ternura. Tía Petunia fue a la cocina y regresó enseguida, con un pastel de chocolate y vainilla en un plato.
- Vernon, trae los platos y los cubiertos, y tú Dudley ayuda a tu padre. Harry, tú picarás la torta – dijo sonriente.
Después Harry picó la torta y pidió un deseo. El deseo de que esa felicidad continuara por siempre, que Sirius pudiera demostrar su inocencia, que Voldemort finalmente desapareciera de la faz de la tierra y no volviera nunca más...
*
Después de la pequeña fiesta salieron para ir al mini-centro comercial. Harry había agarrado un poco de su dinero, veinte esterlinas. Mientras caminaban, Harry, a la cabeza del grupo, contaba el dinero una y otra vez mientras Ron y Hermione se susurraban cosas a sus espaldas.
- Diez... quince... y veinte. – Se repetía Harry una y otra vez.
- No Ron, eso es un poco exagerado. Necesitas aprender de los muggles, deberías meterte en clases de Estudios Muggles, para ver si entiendes – le susurraba Hermione a Ron mirando de reojo a Harry de vez en cuando.
- Pero sería divertido – dijo Ron con sonrisa maliciosa viendo algo en los bolsillos de su chaqueta azul marino.
- He dicho no y punto – Dijo Hermione poniendo fin a la conversación cuando llegaron al mini-centro. – Harry, ¿por dónde quieres comenzar?
- Bueno... querría ir solo a un negocio, si puedo... – dijo Harry un poco temeroso de lo que pensaran sus amigos.
- ¡Ok! – Dijo Ron y agarró a Hermione por la mano – Nos vemos luego – y se apartó en una mesa.
Harry se dirigió lo más discreto posible a la tienda de cosméticos en donde habían ido la otra vez él y sus amigos. Entró, fue directamente al lugar donde estaba lo que quería comprar y se dirigió a la caja. Obviamente, quería comprar la afeitadora que había visto la otra vez junto a la espuma de afeitar. El bello facial ya estaba saliendo. La adolescencia se hacía notar cada vez más.
Mientras esperaba en la fila un poco tenso, notó algo que le interesó a su lado izquierdo. Ahí, había varias cosas para el pelo, shampoo, enjuague, etc. Pero había algo en especial que le interesó. Se fijó en un frasco de plástico de abajo, un poco escondido, que decía "Fijador Potente: no más rebeldía". Harry tentó a no agarrarlo, pero alargó su mano y lo agarró. Leyó lo que decía y las instrucciones. Decidió comprarlo.
Saliendo del negocio, se dirigió no donde Ron y Hermione, sino a un negocio de deporte. A Harry le gustaba mucho el quidditch, era cierto, pero no había olvidado su pasión por el fútbol. Entró y se fijó en las franelas oficiales de distintos equipos de todo el mundo. Había muchas más franelas de Inglaterra, obviamente, pero eso no era lo que le interesaba a Harry. Lo que quería él era un balón de fútbol, para poder llevarlo a Hogwarts y poderle enseñar a sus amigos a jugar, con la ayuda de Dean Thomas. Agarró uno que le parecía el más común y lo llevó a la caja. Costaba ocho esterlinas. Él ya había gastado tres en lo otro, pero aún así pagó. Tan solo le quedaban nueve esterlinas. Después de eso se dirigió donde sus amigos y les mostró el balón.
- ¿Por qué los hombres sólo viven para deporte, deporte y más deporte? – dijo Hermione examinando el balón y luego dándoselo a Ron.
- ¿Por qué las mujeres solo piensan en cosméticos, cosméticos y más cosméticos? – dijo Harry burlón apartando una mosca de su cara. Hermione se enrojeció.
- ¿Qué tiene de divertido esto? Ni siquiera se mueve – dijo Ron echando al aire el balón de fútbol.
- Dámelo un momento, Ron. Te enseñaré – dijo Harry y agarró del aire el balón. Luego se paró de la mesa y se puso a un lado. Empezó a pasarse con los pies el balón y a hacer maniobras con él. – ¿Lo ves? – dijo con el balón entre los pies – Y los jugadores se lo pasan para anotar goal con una patada – luego empezó a maniobrarlo con la rodilla.
- Sí, ya sé, me lo explicó Dean hace tiempo – dijo Ron viendo la bolsa de Harry, en donde estaba la afeitadora, la espuma y el enjuague – pero no le veo gracia.
- Y yo que pensé que eras como tu padre – dijo Hermione burlona. – Chicos, voy a buscar algo de tomar. ¿Qué quieren?
- Limonada frapé – dijo Harry sentándose un poco exausto.
- Yo... este... agua – dijo Ron, no sabiendo bien los tipos de refrescos y bebidas muggles. Luego Hermione se dirigió a la "Heladería Fudge" a comprar las bebidas. Ron miró a Harry. Parecía muy cansado. – ¿Qué sucede Harry?
- No lo sé – dijo Harry un poco jadeando. Le latía muy rápido el corazón, y sólo había hecho un poco de ejercicio.
- Bueno, ya vienen las bebidas... – dijo Ron mirando un poco extrañado a Harry.
- Sí... – dijo Harry y de repente, por un segundo, sintió arder la cicatriz. Pero se la tocó y estaba normal. Sacudió su cabeza diciéndose Alucinaciones y pocos minutos después llegó Hermione con las bebidas.
- Ron, tu agua – dijo Hermione y le dio la botella – Harry, tu limonada – le dio la limonada a Harry. Se sentó y luego Ron y Harry notaron una sonrisa burlona en su rostro.
- ¿Por qué sonríes? – dijo Ron y se le contagió la sonrisa.
- Sí, ¿por qué? – dijo Harry igual que Ron, mirando a Hermione. Ésta estalló en una carcajada tratando de tragar lo que estaba tomando. A Harry y Ron se les contagió la risa también sin saber por qué. Cualquier persona que los veía pensaba que eran muy amigos, y era verdad. Ese trío era incomparable.
*
Después de calmarse, Ron y Harry le preguntaron a Hermione de qué se reía. Ella dijo Nada – ja ja – nada... y los chicos no quisieron insistir, porque aún seguían contagiados de la risa, al igual que Hermione.
Terminaron y finalmente dieron otra vuelta por el mini-centro y luego se marcharon. Al salir, Ron y Hermione detuvieron a Harry y lo llevaron al lugar apartado donde ellos se habían peleado.
- Eh Harry... – comenzó Ron buscando algo en sus bolsillos.
- Bueno, verás, quicimos darte algo más como regalo – dijo Hermione burlona.
- ¿Ah? – dijo Harry extrañado.
- Toma – dijo Ron y le hizo ver algo muy raro a Harry. En las manos de Ron había una cajita abierta, y adentro había algo líquido en un frasco esférico. Era azul eléctrico y violeta fosforescente y era muy espeso.
- ¿Qué... qué es eso? – preguntó Harry con un poco de asco.
- Caeruleum Perfidus – dijo Hermione dándole el frasco – tan sólo frota un poco en tu mano.
- ¿Me puedo fiar de que no es un Sortilegio Weasley y que no me cambiará la mano de por vida en algo repugnante? – dijo Harry frunciendo el entrecejo. Sus amigos asintieron. Harry, con mucha desconfianza, tocó el líquido y lo sintió muy frío. Luego sacó su mano derecha y la vio un segundo. Por un momento no pasó nada, pero de repente todo se tornó azul.
- ¡Chamos, chamos! ¿Qué me hicieron? ¡Veo todo azul! ¡Incluso ustedes! – exclamó Harry poniendo el frasco en el piso y tratando de limpiarse el líquido de la mano. Sus amigos soltaban carcajas como ninguna otra.
- Es que... ja ja ja... ¡estás todo azul! ¡Ja ja ja! – gritaba Ron inclinado tratando de mantenerse en pie. Hermione estaba echada al piso y lloraba de la risa.
- Ha... ja ja ja... Harry allá... ja ja... allá hay agua, límpiate... ja ja ja ja ja... ¡la mano! Ja ja ja – exclamó Hermione. Harry muy extrañado fue hasta el balde de agua en la esquina del lugar pero no se lavó la mano. Delante de él había un espejo medio roto y podía ver su reflejo. Hasta él mismo estallaría en carcajadas con esa figura.
Harry estaba todo azul, era cierto. Pero en su cara no salía él, si no la de Malfoy con cara de pez y como una sirena con pintura labial azul. También salía una corona encima de la cabeza, y en vez de diamantes salían Crabbe y Goyle como sirenas. Harry se lavó la mano rápidamente y luego se vio de nuevo; finalmente el desastre había desaparecido de su rostro con un cambio rápido.
Se volvió hacia sus amigos y vio que los dos estaban echados al suelo, aún riendo. A Harry no le pareció muy gracioso el chiste y quería reprocharles, pero tuvo una mejor idea. Embarró las manos de Ron y de Hermione con el Caeruleum Perfidus y vio la transformación de los amigos. Aquel espectáculo era increíble y fue una suerte de que hubieran elegido ese lugar apartado. Ron se transformó en Draco y Lucius al igual que Harry y Hermione en Pansy Parkinson. Harry no pudo contener la risa, y estalló en muchas carcajadas. Ron y Hermione se vieron y fueron corriendo al balde para limpiarse las manos con cierto enojo. Se limpiaron y se volvieron a Harry. Éste estaba echado al suelo, llorando de risa y quedándose ronco. Ron y Hermione se le acercaron, lo alzaron y trataron de calmarlo.
- Harry... Harry... ¡Harry! – dijo Ron tratando de calmar a Harry sacudiendolo. Hermione hacía lo mismo.
- Es... ja ja... es que se... ja ja ja... veían tan... ja ja ja ja... ridículos... ¡ja ja ja ja ja! – dijo Harry tapándose su rostro rojo rojo del delirio – ¡Qué cómico! ¡Gracias! ¡Ja ja ja, me gustó mucho la broma! ¡Ja ja ja ja! – exclamó Harry bien fuerte.
Sin duda ese había sido el mejor cumpleaños de Harry.
