Capítulo 9: De regreso a Hogwarts, la escuela del riesgo mortal
Las semanas siguientes al cumpleaños fueron placenteras. La señora Weasley se ofreció para comprar todos los útiles y demás para el año que seguía, y por suerte no pedían el traje de gala.
- ¡Sí, este año no hay baile! – había dicho Ron entusiasmado cuando había leído la carta de los útiles – No quería ir con ese horrible traje otra vez – a Harry le había parecido extraño: Fred y George le habían prometido que le comprarían un traje nuevo a Ron. Había pensado que tal vez querían comprarselo en Hogsmeade. Pero lo que era más raro es que en la lista decía que llevaran, si podían, ropa muggle.
Harry también había tenido que responder a la carta que Sirius había mandado en su cumpleaños:
Hola Harry, como ya sabía que tu reloj se había dañado en la segunda prueba, quise darte este reloj como regalo de cumpleaños. Logré comprarlo con la ayuda de Remus, él fue a comprarlo por mí, y sí, en estos momentos me encuentro en casa de él, ya que me está ayudando en la búsqueda de Mundungus Fletcher. Que yo sepa, ya tú avisaste a Arabella Figg, ¿no es así? Sé que tienes mucha curiosidad por saber qué es lo que estamos haciendo, pero por el momento no te lo podemos decir, aunque pronto lo sabrás.
Trata de no dañar el reloj.
Sirius
Harry le había dicho que utilizaría bien el reloj y también le había dicho sobre cómo había pasado su cumpleaños con Ron y Hermione, y que había sido muy divertido.
Pero algo le turbaba a Harry, Hermione había estado muy extraña unos días depués del cumpleaños, y parecía muy deprimida hasta el día en que Harry y Ron quisieron hablar con ella.
- Hermi, te has comportado muy raro estos días – le había dicho Ron mientras entraban en la habitación de Hermione, ésta que había estado arreglando sus cosas.
- ¿Por qué te comportas así? – había dicho Harry de brazos cruzados apoyado al marco de la puerta, el entrecejo fruncido. Hermione los había mirado un segundo.
- Verán... – había dicho Hermione cabizbaja – me ha llegado la carta de la petición de ser Prefecta, hace unos varios días. Aún no he respondido...
- Oh... – habían dicho Harry y Ron al unísono, esta vez la expresión había cambiado de enfado a confusión.
- Piénsalo bien, Herm – había dicho Ron al fin, después de un silencio muy prolongado e incómodo, y se había marchado.
- No sé que hacer... – había dicho Hermione con algunas lágrimas que se le habían deslizado por su rostro, sentándose en la cama – ¡No sé que hacer!
- Hermi, nosotros no podemos ayudarte – le había dicho Harry sentándose a su lado y mirándola con compasión – es tu desición. Si es un cargo para ti, entonces no lo hagas, pero si lo quieres hacer y no lo haces por nosotros, entonces eres una tonta y no haces caso a lo que tú quieres. Piénsalo, anda – y se había ido dejando a Hermione sola.
*
El día de ir a la estación King's Cross había llegado inesperadamente. Eran las diez y tres de la mañana cuando todos comían apuradamente el desayuno.
Al terminarlo, tío Vernon, Harry, Ron y con algo de ayuda de Dudley, pusieron los tres baules atrás en el auto y finalmente, todos menos tía Petunia y Dudley, entraron al auto y se marcharon (Dudley no podía ir porque ocuparía demasiado espacio y tía Petunia no quería dejarlo solo).
Al llegar se percataron de que muchos muggles habían esa mañana en la estación y que sería difícil pasar inadvertidos através de la colunmna.
- El señor Weasley me enseñó un truco el año pasado – dijo Harry yendo hacia la colunma – de seguro también lo sabes tú, Ron – se apoyó en ella junto a la carreta (que habían agarrado rápidamente al llegar) y mientras pasaba un branco de turistas se deslizó y atravesó la colunma rápidamente. Más tarde, Ron y Hermione hicieron lo mismo.
Este año el Expreso de Hogwarts se veía muy vacío. Había muchas madres y niños nuevos, sí, pero no como lo recordaban los tres amigos. Antes de que el tren partiera, los últimos diez minutos, se encontraron con Fred, George, Ginny y la señora Weasley.
- ¡Chicos! ¡Finalmente! Estaba apunto de mandar sus útiles con Fred y George – dijo la señora Weasley abrazando y besando al trío cuando los vio llegar.
- Sí mamá, que bien... – dijo Ron tratando de detener el ataque de besos de su madre.
- No quería que Fred tuviera tu ropa muggle, querido... descubrí que quería hacer algo con ella – dijo la señora Weasley y miró a Fred con furia.
- Mamá, sólo quería darle un toque a la ropa – dijo Fred burlón.
- Claro, claro. ¡Oh chicos, faltan cinco minutos! – dijo la señora Weasley viendo el reloj del andén 9 ¾ .
Todos fueron corriendo al Expreso y subieron los baules, ahora más pesados con los nuevos útiles, y empezaron a buscar un vagón. Fred y George no tuvieron que buscar mucho porque se sentaron con Lee Jordan y Susan Jordan, la hermana de Lee que comenzaba ese año. A Hermione le dio lástima dejar a la pobre Susan con esos chicos tremendos, pero no tuvo opción. Finalmente, encontraron un vagón vacío al final del Expreso, pero un tanto sucio. Se sentaron y se acomodaron, Crookshanks al lado de Hermione y las tres lechuzas en sus jaulas, durmiendo tranquilamente (Pig de milagro).
El paisaje era hermoso. Ni una nube se veía en el cielo azul claro y los prados eran abundantes. El sol era ardiente, sí, pero no molestaba, más bien uno se sentía protegido.
Pero el calor fue aumentando a medida que aumentaban las horas de viaje, y finalmente la señora de los dulces llegó con su carrito repleto. Esta vez no quisieron agarrar ningunas Ranas de Chocolates porque les daría más sed y no era apropiado para el clima. En vez, agarraron un paquete de Grageas Bertie Bott, tres jugos de calabaza y varias empanadas de calabazas.
- Mi carrito sigue lleno aunque haya recorrido todo el Expreso – dijo la señora mientras le daba el vuelto a Hermione – este año, me parece, habrá poca gente – echó una mirada incompresible de definir a Harry. Luego se volvió al pasillo – Espero que las cosas no empeoren – y se fue.
Después de terminar su almuerzo, entre charlas y demás, Harry decidió echar un vistazo al Expreso. Le había entrado curiosidad cuando la señora del carrito había dicho que no había mucha gente. Se disculpó con sus amigos y salió del vagón.
Por cada vagón que iba asomaba un poco sus ojos a la ventanilla y contaba cuantas personas había. Parecían ser muchas, pero de seguro los años anteriores habían habido más. Luego pasó por el vagón de Fred y George y conoció a la hermana de Lee, Susan, que resultó ser muy simpática y nada de tímida. Tenía el cabello largo hasta los hombros agarrado en trenzas y sus ojos eran color café.
Continuó con su búsqueda y se detuvo a unos metros de un vagón semi abierto. Se acercó más y escuchó atentamente, para intentar identificar quien iba adentro.
- Tu hermana es encantadora, Cho. Se ve tan linda cuando duerme. Y no es tan tímida como tú – dijo la voz de una chica soltando una risita.
- Sí, je... Nia es una chica muy valiente y no le teme a nada. Más bien, esta mañana no se veía tan nerviosa como yo en mi primer día. Quería conocer gente nueva. Jamás pensé que llegara a ser bruja, Clarissa.
- Pero, ¿por qué no la dejaste estar en un vagón con chicos nuevos como ella? – preguntó Clarissa.
- No lo sé, Claris. Creo que es por miedo. No quiero dejarla sola.
- ¿Miedo de qué? ¿Acaso...?
- Pues, de quién más, sino de Harry Potter. Desde que ha pisado pie en Hogwarts, cada año pasa algo. Sí, ya sé que fue en Hogwarts y no en el Expreso, pero me acuerdo que el año en que yo debía comenzar cuarto, los Dementores estuvieron en el Expreso y fueron de vagón en vagón. ¿Te recuerdas? Fue bastante horrible, recordar lo de mi padre...
- Sí, lo recuerdo muy bien. Ese hielo que uno sentía de repente por toda la sangre... cómo olvidarlo.
- Por eso, empecé a tenerle cierta distancia y aborrecimiento. No dormiré en paz hasta que Potter no se haya ido de aquí. Pero lamentablemente sólo me quedan dos años en Hogwarts para proteger a Nia, y ella estará un año sin mi protección, el séptimo año de él.
- Pero tranquila, aún falta para que te separes de Nia – dijo Clarissa.
- Sí pero... como olvidar a Cedric... Cedric... – dijo Cho con la voz aguda y muy baja. Harry se asomó y vio en el pálido rostro de Cho una lágrima caer.
- Ya, ya... tranquila... – dijo Clarissa y se volvió a la puerta – Oh, dejé la puerta abierta – Harry se alejó rápidamente y Clarissa, una chica de pelo marrón y ondulado con ojos azul eléctrico, cerró la puerta.
Harry se quedó atónito con lo acabado de oir. Entonces Cho, desde su cuarto año, había sentido un cierto odio por él y por eso era tan distante. Pero Cho era muy engañosa: se hacía la simpática con Harry, algunas veces, pero de seguro que era por lástima. La lástima de que él fuera huérfano y que viviera como un muggle. Pero el único sentimiento, la única razón que lo salvaba de un despecho, era el amor que tenía por Hermione. En ese momento agradecía haberse enamorado de Hermione en las vacaciones y de olvidar a Cho por completo. Si no, escuchar que el amor de su vida lo odiaba, sería un desastre. El corazón se le haría pedazos.
Después siguió recorriendo el pasillo y encontró a varias personas: Katie Bell, Parvati Patil y Lavender Brown. Luego en otro vagón encontró a Ginny junto a Colin y Dennis Creevey. Y, a la mitad del pasillo, vio el vagón de Draco Malfoy y sus amigos Crabbe y Goyle junto Pansy Parkinson y otras amigas. Se recordó de lo sucedido en su cumpleaños y evitó reir.
Al final del pasillo encontró unos vagones vacíos y otros medio llenos. La señora tenía razón: este año habían menos. Harry lamentaba no haberlos notado antes, pues estaban mucho más limpios y espaciosos que el suyo. Y en el último vagón, que estaba cerca de la cabina, habían una mujer mayor y una chica, las cuales no pudo notar bien porque tenían cortinas por dentro semi trasparentes. Las dos féminas parecían tener una discución.
Al terminar su paseo, se percató de que había estado caminando hora y media por el pasillo y regresó lo antes posible a su vagón, aunque aún faltaba dos horas y algo. Llegó y encontró a Ron semi dormido con la cabeza apoyada al vidrio y a Hermione con la cabeza hacia atrás. Harry se sentó a su lado y, muy cariñosamente, hizo apoyar la cabeza de la chica en su hombro, haciendo este lo mismo. Se durmió rápidamente y sin dificultad, y en un abrir y cerrar de ojos ya habían llegado a la estación de Hogsmeade.
*
Agarraron sus cosas y se montaron en los carruajes con caballos invisibles. Esta vez les tocó los tres solos, y el viaje fue corto y silencioso: extrañamente todos estaban cansados y no tenían ganas de hablar.
Entraron directamente a la Sala del Comedor y se sentaron, Harry en el medio de los dos. Solo en ese momento empezaron a hablar animadamente con los otros, Hermione con Parvati y Lavender que estaban enfrente suyo, y Harry y Ron con Dean y Seamus. Como era de suponerse, Ron empezó a desesperarse y a reclamar de que almenos unos aperitivos deberían poner mientras se esperaba la Selección de los de primer año.
Harry hechó un vistazo a la mesa de los profesores. Todos estaban ahí, menos la profesora Mcgonagall, y sólo dos personas eran nuevas. Una mujer mayor de media edad y una chica, más o menos de su edad. Harry no la lograba notar bien, estaba muy lejos de la mesa, pero podía notar que se veía muy seria, como la mujer mayor.
Entonces, la puerta que daba al vestíbulo, se abrió. La profesora Mcgonagall y su grupo de chicos de primero entraron siguiéndola. Ese año, al parecer de Harry, eran menos que los del año pasado. Los chicos se quedaron frente a la mesa de los profesores y la profesora Mcgonagall fue por el taburete y el Sombrero Seleccionador. Lo apoyó y este empezó a cantar.
Soy el Sombrero Seleccionador,
Soy un viejo con buen humor.
A una casa te seleccionaré
Cuando tu mente examinaré.
Fui creado de la nada,
Por dos magos y dos "hadas".
En Gryffindor tocarás
Si tú valiente serás.
Hufflepuff será en la cual
Demuestres tu pontencial.
Ravenclaw muy sabia e inteligente
Sólo seria es esa gente.
Y Slytherin, siempre al mando,
Es imposible que no salgas ganando.
Todas las casas que he nombrado,
¡Harán de ti una gran bruja o mago!
Hubo un gran "¡Oooohh!" de los primeros y toda la sala estalló en aplausos. Pero este año la canción había sido corta y Harry se preguntaba por qué. La profesora se acercó al sombrero y desenrolló el pergamino con la lista de los recién llegados.
- ¡Boldstar, Matt! – un chico de pelo muy claro se acercó al sombrero con paso desicivo. Se sentó, se puso el sombrero, y en medio minuto el chico fue elegido en Slytherin.
- ¡Chang, Nia! – Harry por fin pudo saber como era la hermana de Cho. Era del todo diferente a ella, se veía más elegante y femenina y su pelo era bien largo y muy liso. Se sentó con mucha confianza en el taburete con el Sombrero y este, después de varios minutos, la eligió en Ravenclaw.
- ¡Connor, Sarah! – la chica parecía ser muy coqueta a pesar de su corta edad. Increíblemente fue elegida en Ravenclaw.
- ¡Dickens, John! – el chico fue elegido en Hufflepuff apenas se puso el Sombrero.
Continuaron así y muchos chicos fueron a Slytherin (Ron pensaba que habían saboteado el sombrero). Por el momento, sólo Fuster Lina había sido seleccionada en Gryffindor. Pronto llegaron a la G.
- ¡Gratter, Himery! – exclamó la profesora McGonagall. Los que podían ver, sin voltearse, a los chicos de primero, se sorprendieron. La chica era un tanto peculiar: su pelo era de color negro como el de Harry y su estilo era como el de Hermione. La chica tenía los dientes un tanto largos y sus ojos eran color verde esmeralda. La expresión de la cara era la réplica de la de Hermione, al igual que los labios. Muchas personas fijaban a Harry y Hermione muy impresionados y otros hasta aguantaban la risa.
La chica se acercó al Sombrero lentamente. La profesora empezaba a ostinarse y con una mirada de furia hizo que Himery se apurara. El sombrero tardó unos pocos segundos. ¡GRYFFINDOR! exclamó. Los de la mesa de Gryffindor estallaron en aplausos. Las otras mesas miraban a la nueva chica muy sorprendidos y sobretodo en Slytherin se burlaban maliciosamente. La selección prosiguió.
- ¡Hawkins, George! – se acercó un chico muy alto y sonriente y un silbido del lado de Fred y George sonó. Tal vez George le quería animar y desearle que entrara en Gryffindor, pero el muchacho tocó en Hufflepuff. Luego la hermana de Lee, Susan, que tocó en Gryffindor; Lorrens, Mary, en Gryffindor también; Miller, Bradley en Ravenclaw; Newman, Katherine en Slytherin; Noiles, Adam en Slytherin; O'Hagerty, Jennifer en Slytherin; Owens, Floyd en Gryffindor; Patch, Marianne en Hufflepuff; Richardson, Frank en Ravenclaw; Scott, Ralph en Gryffindor; Sharp, William en Slytherin; Tibbets, Britany en Hufflepuff y finalmente Warner, Barbara en Slytherin (también hubieron otros aparte estos).
- Bien – dijo el profesor Dumbledore poniendo fin al ruido del comedor – quiero felicitar y agradecer a los chicos primer año por estar aquí. Les digo que Hogwarts está llena de secretos: nunca se sabe que puede encontrar uno en cada habitación. El bosque está prohibido para todo alumno, y si alguno de ustedes entra, puede asegurarse la propia muerte a menos que no ocurra un milagro. – los de primer año se inquietaron mucho pero tan sólo con una sonrisa de Dumbledore les fue suficiente para calmarse – Y, como era de esperarse, quiero que le den la bienvenida a la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras: ¡Anne Miark!
Todos aplaudieron, incluso los de Slytherin. La mujer que Harry había notado desde lejos se hizo notar mejor. Tenía el pelo largo hasta los hombros un poco ondulado y rubio. Sus ojos eran de un azul claro y era muy alta, aunque no llegaba tanto como Dumbledore. Era muy linda y se veía dulce. En ese momento sonreía mucho, pero cuando regresó a su puesto junto a la chica de antes se puso muy seria. Parecía decirle algo ya repetido a la chica, porque ésta se veía ostinada.
- Y también quiero decirles – dijo Dumbledore fuerte para que se callaran – que, ya que la profesora Miark se ha ofrecido a enseñar en esta escuela, su hija también viene con ella. ¡Déjenme presentarles a Karolyn Vingel!
Los aplausos no fueron tan pronunciados como antes. La chica pasó al lado de Dumbledore y apenas sonrió. Era realmente linda: su cabello era largo hasta la cintura y levemente ondulado de color castaño claro, parecido al bronce o al dorado y estaba agarrado en una media cola (no tenía flequillo). Sus ojos eran color marron claro y era alta.
- Oh vaya... – dijeron Parvati, Lavender y Hermione al unísono. Su expresión no demostraba agrado, como la mayoría de las chicas. En vez, casi todos los chicos de tercer año para arriba se quedaron mirándola atónitos. Ron, Seamus y Dean casi babeaban. Pero Harry la miraba de otra manera, parecía haberla visto antes...
- ¡Hermi, Hermi! – dijo Harry impresionado jalando la manga de la túnica de Hermione – ¿Que no es esa con la que tropecé en el mini-centro de Privet Drive? ¡Sabes, el día en que debía venir Ron! ¿No es la misma?
- Ay Harry... – dijo Hermione soltándose de Harry. Luego miró la chica un segundo – no lo sé, no la noté bien. Pero a mi también me parece haberla visto...
- ¡Sí es ella Herm! ¡Es increíble! ¡En Privet Drive! – dijo Harry pero cuando notó que Dumbledore estaba por hablar se calló.
- Bien bien – dijo Dumbledore agarrando de entrebrazo a Karolyn Vingel – veo que ya han agarrado en simpatía a Karolyn – un bullido vino de algunas chicas y un fuerte "¡Sí!" que se sobreponía al bullido vino de los chicos – pues ahora será seleccionada en una casa – Dumbledore señaló a Karolyn el camino y ella se dirigió al Sombrero Seleccionador. Mientras se dirigía al taburete con fastidio escondido detrás de una sonrisa, la mayoría de los chicos de diferentes casas cruzaba sus dedos y decían "Aquí, aquí".
Karolyn Vingel se sentó en el taburete sin expresión de ostinación ni de alegría: ahora estaba completamente seria. Agarró el sombrero con delicadeza (los chicos que observaban cada detalle) y se lo puso.
- Vaya, vaya – dijo el sombrero cuando la chica se acomodó en el taburete –una atrasada en el programa.
- Cállate y dime en que casa debo ir – dijo la voz aguda pero un poco fría de Karolyn con la boca semi abierta para que no la notaran los demás – mi madre me estuvo fastidiando con esto todo el viaje.
- Oh vaya – dijo el sombrero burlón – tenemos a una rebelde. Tu mente está llena de información, Karolyn Vingel. Veo que esta no es la primera vez que cambias de escuela.
- Sí ya sé, muévete por favor – la voz de Karolyn trató de ser dulce – no quiero esperar mucho tiempo.
- Pero esto me tomará tiempo – dijo el sombrero – tienes las cualidades de todas las casas. Bueno, de Hufflepuff no tanto, no es que te gusta trabajar mucho, aunque cuando quieres hacer algo lo logras. Pero eres valiente, cualidad de Gryffindor, aunque muy inteligente, como los de Ravenclaw, pero siempre quieres obtener lo que anhelas, y así son en Slytherin. Pero tus experiencias en la vida han sido bastantes, la mayoría tristes...
- ¿Te quieres apurar? ¡Me estoy cansando de esto! – dijo Karolyn tratando de calmar sus nervios.
- Ah, y también nerviosa cuando no obtienes lo que buscas. – dijo el sombrero.
Karolyn siguió discutiendo con el sombrero disimuladamente por muchos minutos. Pasaron los cinco minutos y la sala fijaba sus ojos en Karolyn sin apartarlos. Ron ya estaba perdiendo simpatía por Karolyn porque le hacía perder tiempo y su estómago resonaba de hambre. La sala también empezaba a desesperarse, incluso los profesores.
Y fue sólo después de nueve minutos que Karolyn se rindió y se acomodó en el taburete, de piernas cruzadas, esperando la asignación de su casa. Fuiste muy difícil de elegir, Karolyn dijo finalmente el sombrero, luego de dos minutos más tienes todas las cualidades de las casas, pero solo una resalta más que todas. Estarás en...
- ¡SLYTHERIN! – gritó el sombrero rompiendo los tímpanos de Karolyn y haciendo que la sala estallara en aplausos. La chica tiró el sombrero encima del taburete y feliz de quitárselo murmurando Por fin se dirigió a la mesa de Slytherin. Muchos aplausos estruendos vinieron de aquella mesa y bullidos de decepción vinieron de los chicos de las otras mesas. Las chicas no dijeron nada, pero prefirieron quedarse con el gusto.
Karolyn se sentó en la parte más apartada de la mesa, desistiendo la invitacion de muchos chicos de Slytherin, y eso que era difícil, habían varios muy guapos. Pero Karolyn prefería estar sola: ya había pasado por varias escuelas de magia, aunque no tan importantes como las de Durmstang o Beauxbatons, si no unas pequeñas como la Aetas Vernus en Roma (Italia), donde la madre enseñaba Adivinación y en Madrid (España), aunque sólo por un mes, la madre enseñaba Defensa Contra las Artes Oscuras. Por eso prefería no hacerse amistades con nadie para no tener que llorar cuando se aleje de ellas.
- ¿Qué edad tienes? – dijo la voz de una chica. Karolyn se volvió a su derecha y vio a una chica con el pelo marrón largo hasta los hombros y ojos verdes bien claros. Su pelo lo llevaba recogido en una cola muy alta y sonreía mucho.
- Cumplí quince hace ocho días – dijo Karolyn indiferente picando su empanada de calabaza – ¿y tú?
- Yo cumplí quince en junio – dijo la chica y se acercó a Karolyn, ya que estaba a tres sillas de distancia (los chicos no quisieron acercarsele, a pesar de todo eran un poco tímidos) – me llamo Lalienne Labett, Laly para mis amigos. Mucho gusto – y le tendió la mano. Karolyn la miró.
- Mucho gusto – le apretó la mano y por primera vez en días mostró una sonrisa sincera.
Mientras tanto, en las otras mesas, el tema principal de conversación entre los chicos era Karolyn Vingel. Una de estas mesas tenía una pequeña pelea con respecto a ella.
- Es demasiado linda – repetía Ron una y otra vez mientras se llenaba la boca de comida. Las chicas ahí alrededor se estaban cansando.
- Sí Ron, ya lo sabemos – dijo Harry también cansado. Desde que Karolyn había sido seleccionada en Slytherin, se quejaba de que al sombrero lo habían hechizado, pero aún así, junto a Seamus y a Dean, seguía elogiándola.
- Tú no tienes derecho a decir eso Harry. Ya tú tienes a quien amar – dijo Ron imitando a Hermione. Ésta se rió sarcásticamente.
- ¿Quién te gusta, Harry? – dijeron Parvati y Lavander rápidamente fijando a Harry.
- Sí, ¿quién? – dijeron Seamus y Dean igual que las chicas. El trío se puso muy nervioso pero Harry mantuvo la calma – Es un secreto – dijo guiñando el ojo izquierdo y sonriendo. Los cuatro amigos le insistieron pero al final no lograron convencerlo. Hermione se quedó muy callada en todo el resto de la cena.
*
Terminaron de comer y cada casa se encaminó a su Sala Común. De repente Hermione no estuvo más detrás de Ron y Harry y ellos se temían lo peor: había aceptado el cargo de Prefecta.
Llegaron al cuadro de la Señora Gorda y había "tráfico" para entrar. Los de primero estaban adelante y el resto no tenía orden. Trataron de acercarse para ver actuar a Hermione pero lo que encontraron adelante los sorprendió. En vez de Hermione, estaban, muy sonrientes, Seamus Finnigan y Lavander Brown.
- Chicos, ¿por qué no me esperaron? – dijo Hermione tratando de ponerse al lado de Harry.
- Tú... no... ¿acaso...? – dijo Ron viendo a Hermione incrédulo y apuntando a Lavander que estaba ordenando los de primero en fila de chicos y chicas.
- Luego te cuento – dijo Hermione con recentimiento.
- ¡Muy bien todos! Este año la contraseña de la casa es... – dijo Seamus.
- ¡Estrella de mar! – completó Lavander y la Señora Gorda abrió su cuadro. Todos los de primero entraron emocionados a la sala a diferencia de los otros, que ya la habían visto muchas veces.
- Los chicos de primero síganme y las chicas sigan a la Prefecta Lavander – dijo Seamus tomando con empeño su trabajo. Los chicos siguieron a Seamus y fueron a sus respectivos dormitorios. Harry y Ron fueron al suyo, esta vez con Dean.
- ¡Ah! ¡Finalmente! – dijo Harry muy exausto y tirándose en la cama – Podría hasta dormir con esta misma ropa.
- Yo también – dijo Ron quitándose los zapatos.
- ¡Uff! ¡Qué día! Óigan chicos... ¿y Neville? – dijo Dean. Los tres se alzaron y se miraron. El baúl de Neville no estaba y, ahora que lo pensaban, no se había hecho ver en la cena o en el viaje.
- ¿Por qué no habrá venido? – dijo Ron extrañado. Dean y Harry lo miraron.
- Por qué crees, tonto. Por la situcación de tú-sabes-qu... – dijo Dean pero al rato se calló. Harry miraba al vacío. Se sentía pésimo: por culpa de él un chico no habría asistido a Hogwarts este año, y quien sabía cuantos más. Y no solo, tal vez por eso no habían tantos chicos nuevos de primer año. La sola idea le hizo sentir que se le revolvía las salchichas y el pavo. Prefirió vestirse para luego dormirse, los amigos haciendo lo mismo. A los quince minutos Seamus había llegado, muy cansado.
- No pensé que ser Prefecto diera tanto esfuerzo – dijo mientras se cambiaba – y eso que no son tantos como yo imaginé – a Harry le vino dolor de estómago. Ya era cierto, mitad de los estudiantes faltarían a Hogwarts este año.
*
Mientras tanto, en la Casa de Slytherin, se oía una animada conversación provenir de un dormitorio de chicas.
- ... Y este nuevo esmalte me lo regaló mi madre por las buenas notas – dijo Pansy Parkinson desde su cama mostrando a sus amigas un esmalte de uñas sin color – parece como si no tuviera color, pero uno se lo aplica en la uña y elige el color. Es realmente divertido.
- A mí mi madre me dio esta receta para rizar el pelo – dijo Laly Labett, de la cama enfrente a Pansy, mostrando un pergamino con algo escrito – es realmente fácil, y Snape de seguro nos dará los ingredientes que queremos, ¡ji ji! – se volvió hacia una cama a su lado, abriendo las cortinas – ¿y tú, Karolyn? ¿Qué te regalaron en tu cumpleaños? – esto pareció molestar a Pansy, aún no le entraba en simpatía a Karolyn.
- Debe estar dormida – dijo Millicent Bulstrode, de la cama enfrente a Karolyn, con cierto desprecio en su voz. Laly metió la cabeza através de las cortinas.
- ¿No quieres charlar un rato? – susurró Laly simulando que sacudía a Karolyn.
- No. Estoy cansada – susurró cortante y fría Karolyn y una cierta tristeza en su voz se dejó notar. Laly decidió no insistir, aún no conocía bien a Karolyn, pero ya la consideraba una buena amiga. Pensó que Karolyn debía tener un pasado triste, un pasado muy duro y frío para ella. Pero no quería averiguarlo, hasta que no obtuviera la completa confianza de Karolyn.
*
No sólo en la casa de Slytherin algunas chicas estaban charlando, sino que también en Gryffindor un dormitorio con chicas del quinto año hablaba animadamente.
- ¿No ven lo lindo que se ha vuelto Seamus? – dijo Lavander que estaba acomodándose para poder ver a todas sus compañeras de habitación: Parvati Patil enfrente suyo y Hermione Granger al lado de Parvati.
- ¡Tienes razón! Y también Harry está más alto y guapo, ¿no crees Hermione? – dijo Parvati muy emocionada. A esto, Hermione, que estaba agarrando su vaso de agua, se paralizó.
- No lo sé – dijo Hermione y tomó un poco luego de un momento – no lo he notado.
- Claro tú estás acostumbrada a verlo igual porque siempre estás con él y no lo ves como nosotras – dijo Lavander burlona y echando una mirada a Parvati.
- Por cierto chicas, ¿saben por qué todos miraron a Harry y a mí cuando la tal Himery Gratter fue llamada? – dijo Hermione cambiando completamente el tema. Lavander y Parvati la miraron un momento y luego soltaron una risa inocente.
- ¿Aún no lo entiendes? – dijo Parvati aguantando su risita.
- ¿Entender qué?
- Hermione, la chica es idéntica a ti y a Harry. Tu mismo tipo de pelo, el rostro, la expresión... la única diferencia es que tiene los ojos verde esmeralda y pelo negro. Yo me dije "así será la hija de Harry y Hermione en el futuro" – dijo Lavander entre risas.
- Bueno, sí. Esa peculiaridad de los ojos verde esmeralda la había notado – dijo Hermione pensativa – y me pareció como Harry. Pero como no noté su rostro no me di cuenta...
- Esa tal Vingel no me cae bien – dijo Parvati de pronto con desprecio. Lavander cambió su sonrisa por un entrecejo fruncido. Hermione dejó de sonreir.
- Se pronuncia Vinyel, como dijo el profesor Dumbledore, y al igual que mi apellido, Granyer – dijo Hermione sin importancia.
- Bah, como sea – dijo Lavander – se ve que es una presumida y mucho más si es de Slytherin.
- ¿Pero por qué subestiman tanto a los de Slytherin? ¿Qué tan diferentes son? ¡Son estudiantes de Hogwarts como nosotras! – exclamó Hermione con enfado. Las chicas la miraron. Parvati le puso una mano en la frente.
- Hermione, ¿te sientes bien? – dijo Lavander mientras Parvati tocaba también su frente – ¡Acabas de hablar a favor de Slytherin!
- Sí, ¿qué te pasa? No tienes fiebre – dijo Parvati incrédula quitando la mano de su frente y de la de Hermione. Esta volvió su cabeza al suelo.
- No sé que pasó – dijo Hermione – de repente me dio algo. Me vino como una rabia y furia y sentí mucho dolor aquí – señaló su pecho.
- No nos asustes – dijeron Parvati y Lavander al unísono.
- En serio... sentí que algo frío me atravesaba – dijo Hermione.
- Bueno será mejor que dormamos – dijo Lavander y se puso en posición normal – buenas noches.
- Buenas noches – dijeron Hermione y Parvati.
