Capítulo 11: Tan fría como el hielo cuan ardiente como el fuego

El jueves llegó y ya el equipo de quidditch de Gryffindor se estaba reuniendo en el campo de quidditch para elegir al nuevo capitán.

- Henos aquí, en un nuevo año – dijo Fred cuando todo el equipo (excepto Oliver Wood) estaba en el campo – este año tendremos que ganar la copa, cueste lo que nos cueste, tenemos que borrar esa mala reputación que tuvimos cuando perdimos contra Hufflepuff dos años atrás...

- Deja de imitar a Oliver, Fred – dijo Angelina imponiendo respeto y con algo de tristeza. Sentía mucha nostalgia por Oliver, le amaba, pero jamás había logrado decírselo. Y dos años atrás, la noche en la cual Harry había descubrido la identidad de Pettigrew, lo había encontrado en la sala común de Gryffindor, sentado leyendo un libro de tácticas de quidditch y le había confesado su amor. Pero él no pudo corresponderle, tenía a alguien más, la cual no quería revelar la identidad. Y por esto, Angelina quedó muy mal, pero aún no lograba quitárselo de la mente, lo amaba.

- Bueno, tenemos que elegir un capitán – dijo Alicia Spinnet sentada en el suelo. Los chicos hicieron lo mismo, era mejor si estaban sentados – ¿quién se postula para candidato?

- Yo – dijo Angelina. Estaba dispuesta a seguir los pasos de su amor platónico.

- ¿Nadie más?

- Y yo – dijo Fred. Los chicos lo miraron.

- Emh... ¿es otra broma verdad?

- No.

- Bueno, quién vota por Fred – solo Harry y Angelina levantaron la mano.

- ¿Por Angelina? – todos la levantaron, incluso Fred – Será Angelina entonces.

- Ja ja, en realidad no quería serlo – dijo Fred riendo – quería ver que tanto me estimaban – e hizo como si lloraba. Todos se rieron.

- Bien – dijo Angelina alzándose. Luego vio que los demás no lo hacían entonces movió los brazos de arriba a abajo insinuando a que se levantaran – este año será duro, se los aseguro. Parece que Hufflepuff ya tiene un nuevo Buscador, y he escuchado que es muy fuerte, un gran descubrimiento. Luego de Slytherin no hay de qué preocuparnos, solo por las trampas, pues el Buscador es pésimo. Y de Ravenclaw, siguen con Chang, esa chica es muy talentosa, así que pon atención Harry y no te dejes llevar – indicó a Harry. Este frunció su entrecejo, ruborizado.

- Ya no me gusta – dijo cruzando los brazos – yo le hubiera ganado en ese partido si no hubieran aparecido los Dementores...

- Sí claro – dijo George – tuviste compasión por ella, en el partido.

- Bueno chicos – exclamó Angelina en voz alta – aún no estamos listos. Necesitamos un Guardián, y rápido. Harry, que yo sepa tú amigo Dean Thomas dibuja bien, él podría ayudarnos a hacer los anuncios para el puesto de Guardián. Que esten listos antes del lunes, si es posible – Angelina miró su reloj, ya eran las seis y media de la tarde – bueno ya pueden irse. Harry, ya sabes – y todos se dirigieron a la casa de Gryffindor. Harry esperaba no encontrarse con Ron, pues aún estaban enojados.

*

En ese momento, Laly y Karolyn estaban en la biblioteca haciendo su tarea de Pociones.

- Qué lástima que siempre tengamos Pociones con Gryffindor. – dijo Laly, cortando su última Planta Babeante – Gracias a ellos tenemos tareas pesadas, pues Snape quiere torturarlos – Karolyn dejó de escribir la poción en su cuaderno.

- Eso es injusto – dijo Karolyn muy fríamente con voz aguda – ¡injusto!

- Pero Karolyn, qué te importa, ni siquiera eres de Gryffindor.

- No me importa. No sé, pero hablaré con algún profesor sobre esto – luego empezó a guardar sus cosas.

- ¿A dónde vas?

- Donde el profesor Flitwick – Karolyn ya se estaba alzando – voy a hablar de esto con él y también quiero preguntarle algo sobre unos encatamientos que no me he aprendido bien...

- Karolyn si haces eso, te aseguro que amiga mia ya no serás – dijo Laly agarrando sus cosas también y alzándose. Karolyn la miró por un momento muy fijamente a los ojos. Hablaba en serio. Sus ojos hacían notar aquello que le acababa de advertir.

- ¿Y tú que sabes? – se armó de valor Karolyn – ¿Acaso te crees la única chica quién pueda ser mi amiga?

- ¡Silencio niñas! – exclamó la señora de la biblioteca. Las chicas salieron de la biblioteca, en dirección a las escaleras.

- Pienso que si sigues con ese modo de ser jamás encontrarás un verdadero amigo y te quedarás sola por siempre. – dijo Laly muy severamente – Ah, y toma tu anillo, – le lanzó el objeto a Karolyn – tranquila, no te lo volveré a pedir prestado así que no te preocupes por obtener mi amistad de ese modo – luego se fue corriendo por las escaleras en dirección a las mazmorras.

Karolyn dejó caer su bolso por un momento, pensando. Se quedó mirando el suelo y luego volvió a agarrar el bolso para después encaminarse a un lugar sin rumbo. Se dirigió sin saber al corredor del tercer piso, el que estaba prohibido cinco años atrás. La chica sostenía el objeto que Laly le había regresado. El que le dijera "anillo" a ese objeto, le fastidiaba, ella prefería que le dijeran "sortija", y es que el objeto era de color plateado por fuera, color dorado por dentro y algo delgado...

Karolyn se detuvo cuando llegó a las escaleras del tercer piso. Ahí habían muchas personas y no quería estar rodeada de gente en ese momento. Dean y Ron estaban a unos escalones en las escaleras y cuando notaron a Karolyn decidieron conversar con ella.

- Hola Vingel – dijo Ron acercándose a la chica que estaba observando la sortija – ¿Cómo estás?

- ¿Estabas yendo a la biblioteca? – dijo Dean notando el bolso de Karolyn. Esta aún no respondía; seguía fijando la sortija que tenía en la mano, como si nadie le estuviera hablando y fuera ella sola en el mundo.

- Sólo un poco más... más tiempo... más fuerzas... más sangre... – dijo Karolyn con voz grave y profunda, los ojos como bloqueados por una gran niebla, del punto de vista de la chica.

- ¿Eh? – dijeron Ron y Dean notando que la chica se había arrodillado. Se inclinaron un poco y empezaron a llamarla. Varios chicos (admiradores de Karolyn) habían notado la presencia de ella y habían ido en su contra.

- ¡Hola Karolyn! ¿Cómo has estado? – dijo Kevin Nicholson, de cuarto año. Luego, como la chica no respondía, le pasó la mano enfrente de los ojos, agitándola de arriba a abajo. La chica empezaba a empalidecer.

- Me vengaré... me vengaré de todos... todos morirán... – dijo Karolyn totalmente pálida, siempre con la voz grave y profunda. Su piel estaba tan fría como el agua del lago.

De un momento a otro Karolyn desplomó su cuerpo en el suelo, desmayada. Dean y Ron reaccionaron rápidamente y trataron de hacerla volver en sí. Como no lo lograron, entre los dos llevaron a la chica lo más rápido posible a la enfermería, seguidos por los admiradores. Cuando llegaron, Karolyn estaba más fría aún y si no fuera por su melena dorada y cobre, se podría decir que era un muerto viviente.

*

- Este se ve lindo, Hermione – dijo Parvati en el baño de las chicas, la torre Gryffindor – ¿dónde lo compraste?

- En un mini-centro comercial, en casa de Harry – dijo Hermione probando varias sombras. Lavander y Parvati miraron a Hermione.

- Ay Hermione – dijo Parvati como en sentido de advertencia, viendo unos cuantos cosméticos – si sigues así...

- ¿Qué pasa? – dijo Hermione eligiendo el color violeta para sus sombras.

- ¿Y eso que andabas en casa de Harry? – dijo Lavander probando una pintura de labios, con picardía. Luego se miró al espejo y pensó que no era bueno – Bah, las muggles si se complican maquillándose...

- Bueno, él me invitó en las vacaciones, además estaba Ron – las chicas dejaron de maquillarse y soltaron una risita. Luego regresaron a lo de antes.

- Ron ha cambiado bastante – dijo Parvati – no he dicho nada porque pensé que era una broma.

- Y no está nada mal... – dijo Lavander – ah, y Harry no se queda atrás – Hermione la miró con rabia. Luego alguien abrió la puerta del baño y las chicas temieron los peor: si era la profesora Mcgonagall, era su fin.

- Hola chicas – dijo Ginny, cerrando la puerta. Tenía un bolso en la mano – ¿qué hacen?

- Oh Ginger – dijo Lavander con la mano en el pecho – pensabamos que era la Mcgonagall.

- Sí Ginny, toca la puerta antes – dijo Hermione. Ginny se disculpó y se puso al lado de Lavander, al extremo de los lavamanos (el orden es de izquierda a derecha: Hermione, Parvati, Lavander y Ginny).

- Chicas, ¿me ayudan con algo? – dijo Ginny ruborizandose – Necesito su ayuda... – luego agarró su bolso y sacó varios frascos con líquidos y polvos, de todos los colores.

- Sí Ginny, dinos – dijo Parvati yendo donde Ginny junto a Hermione. Ginny les mostró los frascos y Parvati y Lavander captaron al instante a qué servían.

- Oh vaya, vaya, vaya – dijo Parvati con picardía – ¿quién es el afortunado?

- Colin Creevey... – dijo Ginny cabizbaja y muy enrojecida. Hermione estaba confundida, ¿que no le gustaba Harry?

- Ginny – le dijo Hermione al oído mientras Parvati y Lavander examinaban los frascos – ¿no era que te gustaba Harry? – Ginny la miró triste.

- Renuncié a él – susurró Ginny – no tengo oportunidad con él... jamás me hará caso...

- ¡Pero no deberías renunciar! – susurró Hermione, percatandose de lo que decía. Se había traicionado diciendo aquello, pues ella no estaba segura si ahora amaba a Harry.

- Créeme, no importa – dijo Ginny subiendo su tono.

- Bueno Ginny, ya logramos hacer algo – dijo Lavander enseñandole un frasco con líquido color rojo y rosado.

- Gracias – dijo Ginny tomando el frasco.

- ¿De qué hablan? – preguntó Hermione.

- Cierto – dijo Lavander – tú eres hija de muggles, no puedes saber.

- Mira – dijo Parvati, mostrándole un frasco con un polvo-granizo color azul – cada frasco como este representa algo. Este, por ejemplo, es una sombra. Entonces se agarra un frasco vacío y se versa un poco de la sombra – luego agarró otro frasco color rosado – luego si quieres la pintura de labios versas el líquido que lo represente y así se va mezclando el tipo de maquillaje para el rostro. Y hay también cosas para rizar cabello, para...

- ¿En serio? – dijo Hermione viendo los frascos – ¡Si hay para rizar debe haber para alizar!

- No tengo Herm – dijo Ginny recojiendo sus cosas – y te digo que es difícil de conseguir.

- Ah...

- Bueno Ginny ahí hay una nota donde está todo lo que pusimos – dijo Lavander – si no te parece bien, puedes crear el tuyo.

- Tranquilas chicas, confío en sus gustos – dijo Ginny y se apresuró a salir del baño.

La chica se dirigió rápidamente a su dormitorio, tratando de no encontrarse con nadie en el camino. Su dormitorio era el más alejado al baño de chicas, y en cierta manera estaba nerviosa. Luego se topó con unas chicas de sexto año, de Gryffindor.

- Lo siento – dijo Ginny, apresurandose a alejarse, pero la mano de una de las chicas se posó en su hombro, deteniéndola.

- Vaya, vaya – dijo la chica volteando a Ginny, para poderla ver – una chica de cuarto – luego al notar su pelo pelirojo sonrió maliciosamente – una Weasley, obviamente – después, ya que era varios centímetros más alta que Ginny, se agachó para mirarle a los ojos, Ginny se estaba enojando, pues la muchacha le apretaba mucho el hombro – Ginger Weasley, si no me equivoco – regresó a su compostura normal – me llamo Elena Smith, y te advierto que te mantengas alejada de mí. Si no... – luego le soltó el brazo bruscamente, y con las risas de sus amigas se alejó, dejando a una Ginny muy enojada y adolorida.

*

Harry había regresado a su dormitorio sin encontrar a nadie. En la sala común no habían más que chicos de primero y tercero, y no tenía ganas de estar con ellos, pues no le simpatizaban mucho los menores. De rara manera podía simpatizar con Himery, pues la chica era muy buena oyente y sólo interrumpía algunas veces, porque no entendía ciertas cosas (obviamente hablando de las "clases" de quidditch). Todas las noches, alrededor de las ocho y algo, se ponía en la sala común y hablaba sobre las varias cosas del libro con ella. Pero había algunas veces que Himery era fastidiosa, pues durante el almuerzo o el desayuno, varias veces iba a comer junto a él y Hermione, y eso hacía que la gente se riera. Harry finalmente había captado que él, Hermione y Himery eran vistos como "la familia del año" por el increíble parecido que tenía la niña de los dos. Pero, ¿qué más daba si la gente se reía de ellos? Con tal, siempre había algún pretexto para que se burlaran de él y sus amigos, así que todo ese asunto daba igual.

La carta que le había llegado el primer día era de Neville. Esta decía:

¡Hola Harry!

Es Neville Longbottom, desde mi casa. Este año mi abuela no me ha dejado ir, dice que es muy peligroso ir a Hogwarts con todo lo que ha pasado en este último año, y que si es necesario mi abuelo y ella pueden enseñarme magia o pueden conseguirme un tutor. Bueno, regresando al punto sólo quiero que avises a la profesora Sprout de que mi planta está floreciendo óptimamente y que pronto dará sus frutos. Bueno, espero que me hagas aquel favor. Gracias.

Harry había leído la carta al día posterior de llegada y sólo cuando encontró la profesora Sprout en los pasillos pudo darle la noticia. La profesora en ese entonces había sonreido levemente y luego se había alejado a sus jardines. A Harry le había parecido que la profesora estuviese triste, quien sabía por qué. Pero después de eso le había respondido a Neville, diciendo que ya había dado el mensaje.

De repente se oyeron unos pasos afuera de la habitación donde estaba Harry y Ron entró, muy alarmado.

- ¡A Karolyn le ha pasado algo! – exclamó Ron con su increíble voz grave, un poco sudado – ¿dónde está Seamus? – luego se detuvo un poco y vio a Harry, que estaba tirado en su cama, con uno de los libros de los Chuddley Canons en la mano.

- No lo sé – dijo Harry regresando al libro que el amigo le había regalado – debe estar por ahí, haciendo sus deberes de Prefecto.

- Ah ok – dijo Ron secándose el cuello – bueno me largo – dijo y cerró la puerta muy fuerte.

Harry miró hacia la puerta por unos segundos. Luego se sentó y dio un grande suspiro. En ese momento se sintió mal y recordó lo que le había dicho Hermione el año pasado, cuando él y Ron estaban peleados. Por el momento quiso ir a buscar a Hermione, quería hablarle. En esos días la chica había estado un poco distante. Practicamente la única persona con quien podía mantener un diálogo firme era Himery. Pero Harry no quería hablar con la pequeña, quería hablar con Hermione, su amada Hermione, quería desahogarse, desahogar todo lo que pudiera,  sólo a ella. Aunque sabía que jamás le correspondería, el estar con ella le hacía sentir feliz, relajado, comprendido.

Harry dejó su libro y salió de su habitación, para luego encontrarse con Colin Creevey.

- ¡Hola Harry! – dijo Colin. Harry notó que el chico había crecido bastante y que tan sólo le llevaba tres cuartos de cabeza.

- Hola Colin – dijo Harry yendo hacia las escaleras – ¿qué te trae por aquí?

- Bueno... – Colin enrojeció – iba al Gran Comedor, tenía hambre.

- Oh, está bien – dijo Harry y le hizo paso al chico – buen provecho.

- ¡Bye! – dijo el chico y salió rápidamente por el retrato de la señora Gorda.

Harry ahora no sabía qué hacer. ¿Esperaría a Hermione para comer? Luego se dirigió a uno de los sillones de la sala. Pasaron unos minutos y la chica no salía. Diez... trece... quince y el chico ya estaba empezando a perder la lucha contra la curiosidad de entrar en el dormitorio de las chicas. Se levantó y se dirigió al dormitorio. Estaba apunto de abrir la puerta cuando Hermione y otras chicas la abrieron. Hemione se quedó impresionada al ver a Harry en la puerta y las otras chicas (Parvati y Lavander) rieron.

- ¿Con que tienes a tu Romeo esperando, eh? Ji ji – rió Lavander. Harry se puso a un lado de la puerta un poco enfadado.

- Ay Hermi, ay Hermi... te tengo de reojo – dijo Parvati con "seriedad" y se alejó junto a Lavander, pasando por el retrato.

Ahora sólo ellos dos habían quedado en toda la Sala Común.

- Harry, ¿qué ibas a hacer? – dijo Hermione de brazos cruzados.

- Te iba a buscar – dijo Harry, un poco enrojecido. Hermione soltó los brazos y se dirigió al sillón más cómodo de todos. Harry la siguió y se sentó en el sillón más grande, a su lado.

- Sabes tenemos que inventar un método para poder comunicarnos – dijo Hermione – tipo las lechuzas.

- Sí, en eso estaba pensando – dijo Harry estirándose – ¿no sabes algún truco que nos pueda servir?

- No sé – dijo Hermione – tendría que ver. ¿Ron sigue molesto, no?

- Sí... – dijo Harry. Luego se acordó de lo que había dicho, cuando había entrado – sabes, hace media hora me dijo que a Karolyn Vingel le había sucedido algo. Quien sabe que...

- Bueno – dijo Hermione seriamente – eso no me incumbe – luego se alzó – ¿vamos a cenar? – Harry  observó un momento, de pies a cabeza, aquella figura tan hermosa. Le hubiera gustado verla otra vez con los mismos pantalones pegados, las franelas de tiritas o con su pijama. Pero lamentablemente tenía que conformarse con la pesada túnica negra de Hogwarts.

- Herm, antes quisiera hablar contigo – dijo Harry – ven siéntate – Hermione lo miró un momento extrañada y luego se sentó a su lado. El corazón le empezó a latir fuerte.

- Dime Harry.

- Bueno... en estos días te he visto un poco distante – dijo Harry y fijó profundamente los ojos de Hermione.

- ¿A-ah sí? – dijo Hermione intimidada por la mirada verde esmeralda de Harry – No sé por qué lo dices...

- No te hagas la tonta, Hermi. ¿Qué pasa?

- No me pasa nada.

- No mientas, dime la verdad – dijo Harry acercando su rostro al de Hermione.

- Que no pasa nada – dijo Hermione evitando aquella mirada inquisodora y tratando de no ver esos labios tan provocativos.

- Que sí – dijo Harry. Sus labios estaban a sólo unos centímetros. Cada uno podía sentir la respiración del otro, que se hacía cada vez más sofocada por el ardiente calor de los dos.

- ¡Nada! – exclamó Hermione, volviendo su rostro al otro lado. Harry miró la suave mejilla de Hermione y luego se alejó. Su mirada ahora estaba fijada en el fuego, que danzaba ardiente. Hermione lo miró triste. Aún no estaba segura de su amor por él.

- Lo siento... – dijo. Harry la miró.

- ¿En qué? Yo debo disculparme, siempre hago todo a mi modo, y te obligo a lo que no quieres. Perdoname.

- Harry yo... – dijo Hermione volviéndose a él. Este le seguía mirando – y-yo no estoy segura de que... – tragó saliva – dequemegustes...

- ¿Cómo?

- ¡No estoy segura de amarte o no! – exclamó. Harry le sonrió.

- Está bien Herm – luego se paró – no tienes que decir eso para hacerme sentir mejor – luego le tendió la mano izquierda, arrodillandose románticamente – ¿vamos a cenar? – la chica lo miró unos segundos y sintiéndose muy halagada aceptó la mano, con la suya derecha. Salieron del retrato aún con la mano agarrada. No se soltaron hasta llegar al Gran Comedor, donde se sentaron junto a Fred y George.

*

- Laly, Laly – dijo Pansy Parkinson, que estaba a su lado, en la mesa de Slytherin – ¿te enteraste? Parece que Vingel está en la enfermería – Laly la miró preocupada. Desde que se había peleado con ella no la había vuelto a ver.

- ¿Y eso por qué? – preguntó Laly sin poder concentrarse en su comida. Pansy tomó su agua y luego habló.

- Parece que más o menos hace una hora se desmayó, en las escaleras que conducen al tercer piso.

- ¿Cómo? – dijo Laly parándose.

- Sí, parece que el pobretón Weasley y alguien más la llevaron hasta allá – Laly sintió un gran sentimiento de culpa. Se paró, y sin decir más nada se dirigió hacia las escaleras.

- Bah – dijo Pansy y siguió comiendo.

Cuando Laly llegó a la enfermería notó que mucha gente estaba ahí, como en una fila. Ya que Karolyn se había vuelto tan popular el escándolo de que se había desmayado se había esparcido rápidamente.

- Permiso, permiso – dijo Laly entre la gente. Pero como no podía pasar se limitó a hablar con un chico de Ravenclaw, de sexto año – ¿No sabes cómo está?

- Lo que sé es que le ha subido la temperatura otra vez – dijo el muchacho, que estaba de brazos cruzados.

- ¿Se le había bajado? – dijo Laly con sentimiento de culpa.

- Sí, algunos amigos me dijeron que estaba fría como el hielo – luego le tendió la mano – Steve Nicholson – Laly le estrechó la mano – Lalienne Labett – dijo.

La fila no avanzaba. Madame Pomfrey no quería que nadie entrara y los había mandado a regresarse a todos, a que comieran. La mayoría (chicos) se alejó, pues aún no habían comido y tenían mucha hambre. Pero Laly y Steve se quedaron y trataron de convencer a madame Pomfrey.

- Se siente muy débil, no pueden entrar – dijo empujándolos fuera de la enfermería – vayan a comer.

- No tengo hambre – proclamó Steve empujando a madame Pomfrey para que lo dejara pasar. Madame Pomfrey cayó al suelo y Laly, sorprendida, fue tras Steve. Cuando entraron vieron a Karolyn en la cama, dormida.

- Está dormida – dijo Steve – ¡y bien pálida!

- Sí – susurró Laly acercándose a Karolyn. Luego le agarró la mano izquierda – Lo siento – una lágrima se deslizó por su mejilla derecha. Luego sintió algo frío y circular bajo la palma de Karolyn...

- Es el anillo – lo agarró Laly. Steve quiso ver que era.

- Es delgada pero a la vez gruesa... – dijo – que linda sortija, tiene un bonito  color.

- Sí – dijo Laly – ese anillo lo había encontrado Karolyn en el Expreso y yo se lo pedí prestado, pero luego se lo devolví.

- Es una sortija, no un anillo.

- Ay, como sea – Steve le regresó la sortija a Laly y ésta se la guardó en el bolsillo, sentándose al borde de la cama. Luego Laly se extrañó de que Steve estuviera ahí. Después lo miró bien; miró bien los ojos celestes del muchacho, ese pelo negro bien corto y liso, esos brackets en los dientes, esa piel bronceada...

- Hey, ¿que no eres tú el del otro día? ¿El que le preguntó a Karolyn si le gustaban los chocolates o las galletas?

- Ese mismo – dijo Steve sentándose en una de las sillas.

- ¿Te interesa mucho Karolyn? – Steve desvió la mirada hacia la puerta.

- Algo...

- Ah... – luego Steve vio que madame Pomfrey venía junto al profesor Flitwick – ¡Escondete tras las cortinas! – le susurró a Laly y ésta, sin entender nada, se dirigió a las cortinas, mientras Steve se paraba.

- ¡Es intolerable! ¡Me empujó como si nada! – exclamó Pomfrey yendo donde Steve – Ah, ¡míralo ahí! ¡De seguro la chicuela se acaba de ir!

- ¿Qué sucede Steve? ¿Qué hiciste esta vez? – preguntó Flitwick. A Steve, que era tan alto, no le servía bajar la cabeza, pues Flitwick podía mirarlo, así que miró hacia las cortinas, donde Laly no se notaba.

- Profesor... yo quería visitar a Vingel y madame Pomfrey no me dejaba – enrojeció levemente – así que... la empujé, señor.

- Steve – dijo Flitwick, meneando la cabeza de un lado a otro – no vamos bien. Si sigues así, es capaz de que te expulsen de Hogwarts – luego se dirigió a Pomfrey – Poppy, discúlpelo, no volverá a pasar.

- Eso espero – dijo Pomfrey, con furia. Luego Flitwick y Steve se dirigieron fuera de la enfermeria, este que miraba de reojo las cortinas. Cuando finalmente se fueron, madame Pomfrey se dirigió al baño y ahí fue cuando Laly tuvo la oportunidad de escapar.

*

Más tarde como a las ocho Harry explicaba a Himery una de las jugadas del 1976. Hermione no se había retirado a su dormitorio, si no que se había quedado junto a Harry, leyendo un libro. De repente, entró Ron por el retrato junto a Dean. Harry recordó entonces lo de los anuncios.

- Espera un momento, Himery – dijo Harry y se dirigió hacia Dean, que iba al dormitorio – ¡Dean! ¡Oye! ¿Puedes venir un momento? – Dean fue donde Harry, curioso, haciendo que Ron se acercara también.

- Dime Harry.

- Mira, este año necesitamos un nuevo Guardián, y Angelina quisiera que tú hicieras los carteles de anuncio. Si no puedes, sólo dime, yo...

- ¡Oh vaya! No Harry, ¡tranquilo! ¡Los haré lo más pronto posible! ¿Para cuándo los necesitas? – Dean parecía emocionado. Finalmente sus capacidades artísticas serían notables por todo el colegio, y no sólo en los partidos de quidditch con los carteles de Gryffindor.

- Antes del lunes, please.

- Está bien, los haré entonces en el fin de semana – dijo Dean y se dirigió a su habitación. Ron en vez se quedó ahí, mirándo a él y a Hermione, para luego fijar a Himery, que jugaba con una pelotica.

- Idiota – dijo y se fue corriendo a la habitación. Himery se volvió hacia Harry.

- ¿Qué sucede, papi? – dijo.

- Nada hija, nada, es sólo que... – luego miró a Himery, que lo miraba con sus ojos engrandecidos por los lentes – ¡¿Papi?!

- ¿Hija? – dijo Himery, yendo donde Harry – Harry, anda a dormir, ¿sí? – se puso de puntillas y trató de tocar la frente de Harry, sin lograrlo. Este había crecido bastante.

- Himery, ¿que no me dijiste papi? – dijo Harry. Luego miró a Hermione – ¿que no me dijo papi?

- Boh, no oí – dijo Hermione encojiéndose de hombros y regresando a su libro, pero mirando de reojo a Himery.

- Ay... – Harry se rascó la cabeza sin que le picara. Himery le sonrió con muchísima inocencia. Harry la fijó y se agachó, para mirarla directamente.

- ¿Por qué sonríes? – le dijo con seriedad, con una pierna arrodillada y otra apoyada en su pie, con el brazo izquierdo apoyada en esta. Himery se puso de igual posición, con el entrecejo fruncido. Hermione la veía divertida.

- ¿Por qué sonríes? – imitó Himery.

- No me imites.

- No me imites.

- Ah pues...

- Ah pues...

- Himery, si sigues, no más clases de quidditch – dijo Harry, parándose.

- Himery, si sigues, no más clases de quidditch – Himery se alzó y se puso las manos en la cintura, aún con el entrecejo fruncido.

- Hermione, ayúdame, has que la niña deje de imitarme... – Harry se refirió a Hermione con enfado, indicando a la pequeña.

- Hermione, ayúdame, has que la niña deje de imitarme... – dijo Himery en la misma posición que Harry. Este la agarró por los brazos y le hizo cosquillas.

- ¡Harry, Harry, basta! Ja ja ja ja – exclamó Himery con su típica voz dulce pero aguda. Hermione reía y Harry también maliciosamente. Se estaba divirtiendo de lo lindo cuando... de un momento a otro, sintió como si un viento bien frío pasara através de su pecho y lo helara hasta el alma, y sobre sus oídos oyó una voz tan fría como el hielo cuan ardiente como el fuego: La Sortija....

*

- Ginny, desde el año pasado siento algo por ti... – Colin estaba junto a Ginny en los jardines de Hogwarts, en una panca muy apartada – y cuando fuiste al baile con Neville... bueno... me dio rabia por no tener la oportunidad de invitarte... – Colin estaba tan rojo como las rosas del jardín. Ginny le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Colin le sonrió a su vez.

Ginny tenía un buen candidato; el chico no era tan mal, su pelo rubio le sentaba muy bien, también esa piel medio bronceada, esos ojos marrones oscuros... no era un candidato de despreciar. Ella estaba maquillada muy bien gracias a los consejos de Lavander y Parvati y también se había rizado el pelo. Le quedaba bien y a la luz de la luna su color cobrizo se reflejaba en su mayor esplendor. Colin no podía resistirse a esa chica. Le gustaba. La quería. Pero Ginny no sabía que hacer. Seguía enamorada de Harry... pero a la vez le simpatizaba Colin. Estaba confundida. Se sentía mal, se sentía perra, impura...

Y de la nada un viento frío y escalofríante sopló por alrededor de los chicos y varias lianas con espinas se enrollaron en los cuerpos de ellos, quienes gritaban de dolor, con las lianas que se deslizaban lentamente por las pieles cortando cada centímetro de ellas... el viento sopló fuerte y se escucharon dos palabras: ...de Lumiruk....

*

Karolyn despertó de su largo sueño, o más bien, pesadilla. Soñó con la muerte de su padre... su padre, un simple muggle, gentil, buenmozo y caballero había sido asesinado injustamente por el Gran Señor de las Tinieblas...

Luego se miró alrededor. No estaba en su casa, no estaba en su dormitorio, no estaba en su cama... si no que estaba en una cama de mantas blancas como la nieve y muy limpias. Karolyn se secó las lágrimas delicadamente con ellas y luego vio a su izquierda, para ver si había un vaso de agua. No lo encontró. Se alzó no sólo para buscar, si no más bien para encontrar a alguien que le explicara el por qué estaba en la enfermeria. Fue a la cama que estaba dividida por unas cortinas y no encontró a nadie. La luna que se veía por la ventana reflejaba el color de su pelo más que el sol, y hacía que Karolyn pareciera una diosa caminando en la noche por los pasillos de la enfermería. Cuando Karolyn salió de ella, un viento frío y a la vez ardiente se difundió por todo su cuerpo, hasta penetrar en su mente. Karolyn se arrodilló con las manos en la cabeza, el rostro tapado por su larga melena. Sus traumas, sus miedos, sus rabias aumentaban cada vez que ese viento se difundía hasta llegar al alma.

...está aquí... resonaba repetidamente una voz en la mente de Karolyn ...y será mía....

*

Draco no podía dormir. Pensaba en Karolyn, en lo que le había sucedido. Se sentía horrible, no había tenido el descaro de visitarla. Draco se había dado cuenta de sus sentimientos: amaba a Karolyn. Su primera vez a los quince años se había enamorado, aunque el año pasado había sentido una cierta atracción hacia Pansy, pero más nada.

Draco se volvió boca arriba, viendo hacia el techo de su litera, con las manos en la nuca. Karolyn... Karolyn... de seguro para ella él era sólo uno más del montón. Se sintió sobrado. Cerró los ojos y de repente un dulce aroma se asomó por toda la cama. Ese aroma le recordaba algo... alguien... quién sabía qué, pero era agradable. Una melodía llegó hasta sus oídos. Se sintió bien y en un abrir y cerrar de ojos se durmió, con la mano de su líder en su mejilla...