Holass!!! ^-^ como andan?? Jeje finalmente el cap 12, equivalente al 14.

Bueno, primero quería hablar de algunas cosas.

-Please, a mi querido Steve Nicholson, no pronuncien su apellido como se escribe, sino Nicolson, q es como se dice (y su nombre Stiv, pliz)!!

-Bueno, esa broma de Disclaimer... para q lo ponen?? Si ya todos sabemos que no nos pertenece nada de HP, entonces es tonto ponerlo (claro, todo segun mi punto de vista).

-Finalmente, en este menudo cap largo^^, se hablara un poco de Anne Miark.

-Trataré de que el proximo cap sea + emocionante y q lo publiq + rapido (lo sé, me tardo mucho... =P)

-Si quieren poner reviews, haganlo, si no, me da igual. Ya no me importa nada, haré caso omiso a todos los comentarios, buenos o malos, tan solo los leeré y no responderé, tal vez una o dos veces, pues estoy tan harta de todo que ya, me rindo, saco la bandera blanca para todas y todos.

Bueno, les doy paso a la lectura del cap, no esta tan emocionante q digamos, en sentido de la pareja h/hr, + bien me concentré en Karolyn mucho + q todo, en cierto modo.

Buena lectura amigos d fanfiction!!! ^______________^ kisses!!

[VIVA EL FEMINISMO, FUERA LOS MACHISTAS!! =P...]

Capítulo 12: Amor y misterio

- ¡¡AAAAAAAHHHHHHHHHHHH!! – Rubeus Hagrid estaba en su cabaña cenando junto con su perro cuando oyó ese grito provenir de los jardines. Pronto dejó su comida en el plato y agarró la escopeta, dejando a Fang aterrado.

Se dirigió rápidamente a los jardines siguiendo los gritos, para después encontrarse con Ginger Weasley y Colin Creevey llenos de sangre y cortadas. Cuando notó que unas lianas con espinas eran quienes les estaban cortando, vio el nucleo de ellas y disparó varias veces para que soltaran a los muchachos. A continuación, las lianas empezaron a soltar muy lentamente a los chicos, sin dejar de cortarles. Al final, cayeron al suelo y Hagrid corrió donde ellos para luego cargarlos y llevarlos lo más pronto posible a la enfermería.

Hagrid abrió con dificultad la puerta del castillo. La chaqueta, en la parte de los brazos, estaba ya toda cubierta por la sangre que aún derramaban los chicos, inconscientes. Subió lo más pronto posible al segundo piso dirigiéndose a la enfermería.

- ¿Qué demonios sucede? ¿Por qué no hay profesores vigilando? ¡Son apenas cinco para las nueve! – susurraba Hagrid cuando finalmente estaba en el pasillo de la enfermería. Pero al acercarse más encontró a alguien tirado en el suelo. Era Karolyn Vingel. Hagrid temió lo peor, ya eran tres personas que encontraba en peligro (bueno, Karolyn ni tanto en peligro).

¿Qué pasa con los profesores? ¿Dónde están? ¡Debería haber guardia todas las noches! Hagrid pensaba todo esto mientras apoyaba en donde fuese a los chicos de Gryffindor. Luego fue donde Karolyn y al agarrarla la sintió helada, muy helada. La señora Pomfrey apareció en la enfermería y pegó un estruendo grito al notar aquellos niños chorreando sangre.

*

Anne Miark se encontraba en su despacho, el más apartado de todos, en el cuarto piso. El despacho no era el mismo que el de los precedentes profesores, pues la profesora Trelawney había sentido "energías negativas" en él y que tal vez por eso los profesores no duraban más de un año.

Pero a la profesora Miark no le importaba eso. Le daba igual si tenía que estar en el otro despacho o quedarse en ese. Aunque ese despacho le gustaba, estaba ya decorado a su medida y con sus gustos: en el escritorio habían piedras de todo tipo, esas de que dan energías positivas, también un árbol brasilero, hechos con las mismas piedras y pequeño, y fotos de sus dos queridas hijas y una de ella y su difunto marido. El resto de la habitación no tenía nada de especial, tan sólo ese tipo de cuadros primaverales que le gustaban tanto, que había traido de Italia. Le recordaban mucho a la Aetas Vernus, la escuela que había ido a enseñar por dos años. Esa escuela era una réplica de los jardines de Hogwarts; la entrada estaba compuesta por un arca de flores, con los jardines que resaltaban al entrar. Era hermosa esa escuela.

En ese momento la profesora Miark no lograba concentrarse en su trabajo. Tenía que prepararse en unas materias del séptimo año, ir preparando los TIMOS a los de sexto y cosas así, aunque estuvieran a inicios del curso. Pero algo le molestaba, le inquietaba. Esa tarde se había enterado de que su hija se había desmayado en las escaleras del tercer piso, y que gracias a unos chicos de Gryffindor que había sido llevada a la enfermería. La noticia la había sabido rápidamente y se había dirigido sin pensarlo dos veces donde su hija. Cuando había llegado, había visto a su hija tendida en una cama toda pálida y al parecer con la piel fría, con muchos chicos alrededor suyo, de diferentes tamaños y edades. La señora Pomfrey había sacado a los chicos y la había dejado junto a su hija, que se encontraba durmiendo. Pero luego de unos minutos se había dirigido a su despacho, tratando de calmarse.

También habían otras cosas que pasaban por su mente como las situaciones que le había contado el profesor Dumbledore antes de que aceptara el puesto como profesora. A ella le habían contado cada una de las cosas sucedidas en Hogwarts los últimos cuatro años: el problema de la piedra filosofal... la cámara secreta y el Basilisco... Sirius Black en Hogwarts... el enfrentamiento de Harry Potter contra el Señor Tenebroso... le habían dicho todo y por esto todas las noches no se sentía segura, aunque los profesores andaran de guardia, especialmente esa noche.

También le impresionaba el hecho de que Karolyn había quedado en la casa Slytherin, de donde había salido el Señor Tenebroso. Temía que su hija pudiera volverse uno de esos... Mortífagos que seguían al Señor Tenebroso, gracias al tipo de personas que había en aquella casa.

Ella también creía en el regreso de Voldemort. Sabía que Dumbledore no era ninguna persona que mentía así no más, y le creía. Por eso temía tanto estar en esa escuela, la escuela de riesgo mortal, pero ni modo, era lo único que tenía para poder mantener a su hija y a ella.

Anne se levantó y cerró los libros que estaba repasando. Se dirigió a su habitación, que estaba junto al despacho, dividida por una puerta. Abrió la puerta y finalmente se dirigió a su cama, para dormir intranquilamente. En realidad le extrañaba que tuviera tanto sueño a esa hora, las nueve quince...

*

- ¡Dios mio! ¡Hagrid, vaya a llamar al profesor Dumbledore, rápido! – madame Pomfrey estaba toda nerviosa buscando lo que fuese para tapar esas heridas. Las camas blancas ya estaban de un rojo carmesí por la sangre, aunque por suerte los chicos no derramaban más gracias a un hechizo anti derramante que había puesto madame Pomfrey, pero aún así eso no era suficiente. Las heridas eran profundas y peligrosas.

- Sí madame Pomfrey – gruñó Hagrid mirando de reojo a los tres chicos. Karolyn estaba tendida en una cama apartada, por suerte durmiendo.

Hagrid se dirigió corriendo hasta el tercer piso para ir al despacho de Dumbledore. Al llegar bramó la contraseña (Calabazas hervidas) y entró bruscamente. Cuando entró, notó que más allá en el escritorio de adentro, se situaba Dumbledore y McGonagall junto al Ministro de la Magia y otro mago del Ministerio.

- ¿Pero qué...? – la profesora McGonagall se había parado de su silla yendo donde Hagrid, para preguntar el por qué de su brusca entrada.

- ¡Profesor Dumbledore! – bramó Hagrid pasando por al lado de la McGonagall y yendo donde Dumbledore, que se había parado y lo miraba preocupado – ¡¡Unos chicos de Gryffindor han sido atacados y ahora están en la enfermería!! – Fudge miraba a Hagrid con cierto asco y el otro mago parecía confundido y a la vez preocupado. Dumbledore echó una miraba más preocupada a la chaqueta manchada de Hagrid. Se disculpó con Fudge y el mago y se fue corriendo con Hagrid directo a la enfermería, dejando a McGonagall con los otros dos hombres.

- Dios mio... – dijo McGonagall sentándose en un sillón de la sala, con una mano en la cabeza – ¡¿Qué habrá pasado?!

- Disculpe profesora... ¿tardará mucho el director Dumbledore? – preguntó el mago, acercándose a la profesora. Ésta lo miró con mucha preocupación.

- Es lo más probable, señor McClean – se limitó a decir McGonagall. Luego se paró. – Será mejor que vayamos todos a la enfermería, no es bueno estar solos en estos tiempos... – dicho esto insinuó a todos los presentes de seguirla, cerrando la puerta. Fawkes, la fénix, había visto toda la escena.

Fawkes se situaba en la ventana donde Harry Potter la había encontrado su primera vez. Sus ojos... se veían raros. Tenían un color rojo... rojo como la sangre, y parecían llenos de rabia. En esos días la fénix se había estado comportando muy raro; soltaba plumas, aleteaba sin control, chillaba como nunca.

Entonces fue cuando un humo plateado y dorado apareció de la nada y la envolvió, sin que la fénix pudiera escapar... o más bien, haciendo que la fénix no escapara. Aleteaba y cantaba, una melodía maravillosa, capaz de encantar a cualquiera. Pero no era la misma que las otras veces, no lo era. Esta era diferente: no daba ningún sentimiento de paz ni de tranquilidad, sino más bien todo lo contrario. Esa melodía... hacía sentir que el peligro no estaba lejos, que la muerte se acercaba cada vez más, sin pararse ni una vez.

Y en un momento, un momento inexplicablemente breve, el humo plateado y dorado se esfumó, junto a la fénix que una vez había sido fiel a Albus Dumbledore.

*

- ¡Harry, Harry! – dijo Himery agitando una mano enfrente de la cara de Harry. Este, que estaba tendido en el sillón más grande de la Sala Común, abrió los ojos. Se sentía un poco mareado y notó un dolor insoportable en su frente.

- ¿Qué... qué pasó? – Harry no podía ver bien ya que no tenía los lentes puestos. Luego se puso una mano en la cabeza.

- Te desmallaste hace unos quince minutos y no despertabas – dijo Hermione que estaba dándole los lentes.

- ¿Así como así? – dijo Harry y Himery le puso un pañuelo mojado e la frente.

- Sí – Hermione se sentó en un sillón al lado – ¿No te viene a la mente el por qué?

- No... sólo recuerdo que... que oí una voz extraña... y sentí algo bien helado y escalofríante – señaló su pecho.

- Umh... – Hermione le puso una mano en la frente, debajo del pañuelo, y luego en el cuello. Harry ni podía enrojecerse por el dolor de cabeza – No estás caliente...

- Pero me duele horriblemente la cabeza – Harry se sentó en el sillón, haciendo que el pañuelo se le cayera. – La cicatriz también me arde.

- Harry – Himery agarró el pañuelo y se molestó, poniéndolo en la mesa – Es mejor que vayas a dormir. Toma esta pastilla – le dio una diminuta pastilla y el dúo la miró extrañada – es contra el dolor de cabeza, tonto.

- Himery... – Hermione le pasó un vaso de agua a Harry – ¿acaso eres hija de muggles?

- No Hermione. Mis dos padres eran magos, pero mi madre era hija de dos muggles y mi padre hijo de dos magos, aunque su madre era hija de muggles... – Himery pareció triste al contar eso, mientras acomodaba unas cosas de su bolso de Quidditch.

- ¿Eran?

- Sí, eran. Murieron jóvenes, por un simple error... – Himery miró al dúo con una extraña ira en sus ojos – un error que yo jamás cometiría.

- ¿Y con quién vives? – le preguntó Harry, curioso.

- Con mis primos, que ya son mayores. Están estudiando para médicos.

- Entonces son muggles... – dijo Harry tocando su frente.

- Sí – Himery mostró una extraña sonrisa que a Hermione le pareció malévola.

- ¡Ay! ¡Aaayyy! ¡Dueeleee! – Harry sintió como si su cabeza se estuviera partiendo en dos. El dolor era increíblemente fuerte.

- Harry, ¿no es mejor que vayas arriba a descansar? – dijo Hermione y paró a Harry dirigiéndolo a las escaleras, agarrada de él por el brazo. Sabía que era la cicatriz lo que le dolía, pero prefirió no comentarlo.

- Sí, pero yo puedo solo, Herm – Harry le sonrió burlonamente a Hermione y esta le soltó el brazo, sonrojada. Harry subió las escaleras saludando a las chicas. Luego, la chica se dirigió a los sillones, con Himery que aún no se iba. Después le vino algo en la mente.

- Himery – dijo Hermione sentándose junto a ella. Himery la observó – ¿Por qué le dijiste "papi" a Harry? – Himery sonrió pícaramente.

- Ji ji ji, ¿fue gracioso, no? Ji ji, no te diré – Himery le sonrió a Hermione, ésta la miró extraña y acto seguido Himery le pellizcó la nariz sacando la lengua – ¡¡Byess!! – Himery agarró su bolso y se fue corriendo al dormitorio de las chicas, sonriendo pícaramente.

- ¿Pero qué demonios le sucede...?  – Hermione se acariciaba su nariz dolida – Au...

*

- ¡Hey, Lalienne! – Laly estaba sentada enfrente de su comodín, peinándose el corto pelo acabado de lavar – ¡Ven acá!

- Ay, ¿qué tengo que hacer? Limpié todo antes de salir del baño... – Laly se dirigió donde Pansy, que estaba apenas afuera de la habitación, al parecer aterrorizada.

- No no, escucha. Escucha con cuidado... ¿no lo oyes? – Pansy se dirigió hacia la puerta que dirigía a la Sala Común, seguida por la curiosa Laly. Los dormitorios, en vez que en la casa Gryffindor, se situaban en el mismo piso que la Sala.

- No oigo nada – susurró Laly, pensando que Pansy había llegado al colmo de la locura. Pero de repente empezó a oir un llanto, no, más bien un grito que cada vez se oía más, y más, y más...

Varios chicos se asomaron de la puerta del otro dormitorio, alarmados. Entre ellos estaba Draco Malfoy. Este había dormido tan sólo unos pocos minutos, pues algunos amigos le habían dicho que era muy pronto para ir a cama (y era verdad, apenas eran las nueve y veinte).

- ¿También oyen eso, chicas...? – dijo un chico de cuarto bien pálido y rapado, al parecer terrorizado.

- Sí... – dijo Millicent Bulstrode que apareció de la nada por detrás de Laly, haciendo que todos los presentes en la sala se sobresaltaran.

- Mill, no vuelvas a hacer eso por favor... – dijo Laly suspirando con una mano en el pecho.

- Sí, ya es mucho con tu rostro... – dijo Blaise Zabini, bromeando. Crabbe y Goyle se rieron torpemente.

- ¿Todos ustedes han oído eso, verdad? – dijo Draco – ¿Podrían dejar la burla? – al decir esto, el llanto y el grito se hicieron más auditivos y los Slytherins se asustaron como sendas gallinas.

- Chicos... ¿no es mejor que nos vayamos a nuestras habitaciones y que tratemos de dormir? – Pansy no escondió su horror al decir esto – Estar en la sala me da escalofrío...

- Sí, Parkinson tiene razón... es mejor que nos vayamos – dijo el chico de cuarto y se dirgió a su habitación. El resto de la gente también se regresaba, igual Laly, pero luego Draco le agarró por el brazo izquierdo.

- Eh Lalienne, ¿cómo está Karolyn? – Draco le preguntó con tono preocupado y Laly sonrió levemente.

- No se ha despertado desde el momento en que se desmayó – Laly luego sonrió pícaramente – que raro, Draco, que tú te preocupes por alguien... ¿te gusta, verdad? – la cara habitualmente pálida de Draco se tornó en un rojo claro.

- Nada que ver... – dijo Draco y Laly se cruzó de brazos con expresión irónica – no lo creo... – Laly soltó una risita.

- Ji ji, es impresionante que Draco Malfoy, el chico más frío de toda Hogwarts, ¡se haya enamorado! – exclamó Laly en un susurro pícaro. Draco frunció el ceño, le fastidiaba que la gente pensara que él era de piedra. Aunque bueno, no se alejaba de la realidad... después se recordó de algo.

- Hey Lalienne... ¿no le habrás dicho a Karolyn sobre... bueno, lo que mi padre fue o sí? – preguntó y Laly se puso muy seria.

- No soy demente, Draco – susurró Laly fríamente – si Karolyn supiera que en tu familia hubo un Mortífago, entonces estarías en problemas.

- ¿Yo?

- Sí, tú – dijo Laly con reproche y tocando con el índice el pecho de Draco. – Creo que sabes el pasado de Karol, ¿no? – Draco asintió – Bueno, si ella supiera que eres hijo de un ex Mortífago, estarías en su lista negra, y no quiero que se desilusione contigo, pues le caes muy bien – Draco suspiró preocupado. La chica que le gustaba (bueno, no estaba seguro...) podía odiarle por algo que ni siquiera él tenía la culpa. De repente, el grito y el llanto se fueron apróximando más y más, haciendo que Laly y Draco se asustaran.

- Eh... bueno... me voy a dormir, ¡buenas noches! – dijo Laly entrando a su dormitorio rápidamente. Draco también hizo lo mismo, pero, a diferencia de Laly, entró lentamente a su dormitorio. Se sentía mal con lo acabado de escuchar.

Una sombra plateada y dorada, en esos momentos, se estaba paseando a las afueras de la Casa Slytherin...

*

- Esto es terrible... ¿cómo ocurrió, Hagrid? – Dumbledore le estaba preguntando a Hagrid esto después de haber ayudado a madame Pomfrey a curar algo a los Gryffindors.

- No lo sé, profesor, yo estaba comiendo cuando oí un grito provenir de los jardínes y cuando llegué, vi unas lianas alrededor de los chicos, que le hicieron esas terribles cortadas... – Hagrid se veía muy preocupado, eso era grave, más de lo que hubiera podido ser una maldición. Cornelius Fudge, Ministro de la Magia, y Alexander McClean, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores Políticas, se encontraban en las afueras de la enfermería y podían escuchar todo, junto a la McGonagall.

- Pero señor – Hagrid se atrevió a preguntar – ¿dónde estaban los profesores? ¿Por qué no estaban de guardia?

- Yo les dije que no estuvieran de guardia esta noche... – Hagrid se extrañó – asuntos que ya tú debes saber muy bien, Hagrid – Hagrid captó al momento de lo que hablaba Dumbledore. Esa no era una gran excusa.

- ¡Pero... pero profesor, eso no es excusa alguna! ¡Estos muchachos...! – Hagrid se detuvo al momento que se encontró con los ojos azules eléctricos de Dumbledore. ¿Cómo se había atrevido a referirse a Dumbledore de aquella manera? ¿Qué le había pasado en ese breve instante de cinco segundos...? – Lo siento, no es de mi incumbencia – se limitó a decir.

- Hagrid, ya no importa. Ahora sólo tenemos que aumentar la vigilancia y reducir las horas de salida. Mañana por la mañana avisaremos a todos los profesores de lo ocurrido. Ahora – Dumbledore se paró de la silla que estaba junto a la camilla de Ginny – debería terminar la reunión que tengo con estos dos caballeros – señaló con la mano a Fudge y McClean – pero me temo que tendremos que posponerla – Fudge bufó y McClean en vez asintió – para un día de esta o la próxima semana – salió de la enfermería, dándole las buenas noches a los demás, y se dirigió junto a Fudge y McClean a su despacho, Hagrid a su cabaña. La McGonagall, en vez, soltó algunas lágrimas y se sentó al borde de la camilla de Colin.

- Pero qué les habrá pasado, pequeños... – madame Pomfrey, con una expresión triste, le pasó un pañuelo a McGonagall para que se secara esas lágrimas frías y tristes, sin algún esplendor.

*

A la mañana siguiente, la noticia de que Ginger Weasley y Colin Creevey habían sido gravemente atacados, se difundió tanto en Gryffindor como en las otras casas.

En la mesa de Gryffindor no se encontraba ni los Weasley, ni Dennis Creevey, ya que de seguro estaban en la enfermería. Harry y Hermione, comiendo cerca de Seamus y Dean, estaban preocupados por Ginny y querían consolar al amigo, pero lamentablemente aún no se reconciliaban. ¿Por qué las cosas tenían que salir siempre de ese modo? ¿Por qué siempre tenía que haber un conflicto entre ellos tres por culpa de las estúpidas hormonas...?

- Harry – las mil y una preguntas que en la cabeza de Harry retumbaban se esfumaron de pronto. Una chica de pelo rizado, castaño claro y de ojos marrones y realmente linda hizo que Harry saliera de sus pensamientos. Obviamente, Hermione Granger, – ¿te sientes mal? Te ves pálido.

- No Herm – Harry miró a la chica con una mirada de veras seductora y una sonrisa deslumbrante, al parecer de Hermione. Que chico más lindo era... esos ojos, derretían a cualquiera – pero tú pareces tener fiebre, estás roja – Harry señaló divertido el rostro de Hermione, todo ruborizado. Ésta se ruborizó aún más.

- No tengo fiebre – Hermione miró de repente hacia Himery, que estaba junto a Susan y Lina – más bien, me extraña esa niña, Himery Gratter, y todo lo que pasó ayer...

- ¿Himery? – Harry ensanchó los ojos? – ¿Qué tiene de raro?

- Bueno... ayer le pregunté el porqué del "papi" que te dijo y ella vino y me dijo "Ji ji, no te diré" y luego me pellizcó la nariz así como así... – Harry rió un poco – ¡En serio, no sé qué le pasa!

- Ay Herm, es una niña – Harry bebió un poco de su jugo de naranja, medio sonriente.

- ¡¡Tiene once años, Harry!! ¡Se comporta como de siete u ocho! – Hermione protestó comiendo sus waffles – Es muy inmadura...

- Sí, se comporta como toda una niña de papá – dijo Harry. Hermione lo miró impresionada mientras comía su toast. ¿Qué había acabado de decir?

- ¿Qué, qué? ¿¿Qué dijiste??

- ¿Qué? – Harry no entendía a Hermione.

- Acabas de decir "se comporta como toda una niña de papá"...

- ¿Eh? Hermione, en serio, pídele a Himery una de sus pastillas, quitan la fiebre un poco, de veras – Harry puso una mano en la frente de Hermione. Esta la quitó, enfadada por las pequeñas risas de Harry – Ajá, gracioso – dijo sarcásticamente.

- Y por cierto, ¿no te parece raro, que después de una semana y media suceda algo tan peligroso como lo de Ginny? – Harry asintió, preocupado – Me imagino al pobre de Ron y su familia... – Harry seguía asintiendo, cada vez más con aire preocupado – los señores Weasley...

- Sí... – Harry miró su reloj, el que le había regalado Sirius, y notó que ya se estaba haciendo tarde para terminar la tarea de Astrología – ¡Ay Herm, tenemos que hacer la tarea! ¡Vamos, rápido! – Harry ni siquiera le hizo terminar de beber su último trago de agua a Hermione, que ya la estaba sacando de su silla.

*

En la enfermería los gemelos y Ronald Weasley se encontraban al lado de la camilla de Ginger Weasley, que dormía (almenos así le habían dicho) con vendas por doquier. Ron intentaba escribir una nota a su madre sobre lo ocurrido pero no encontraba las palabras. Fred decidió escribirla y luego fue a la lechucería junto a George a encargarle la nota a Pig.

Ron también se había percatado de que Karolyn Vingel se encontraba ahí. Estaba ahí, despierta, mirando al otro lado de la habitación. Por alguna razón la chica le avergonzaba que la gente le viera en la enfermería.

En menos de dos semanas de estadía en su nueva escuela, se había desmayado por primera vez en su vida, enfrente de mucha gente. Aquello le daba pena. Y no sólo, ahora recordaba haberse desmayado por segunda vez en el pasillo de la enfermería, por suerte sola. Pero la sola idea de haberse desmayado dos veces el mismo día le hacía sentir mal. No quería ir a clase, no quería presentarse más ante su casa Slytherin, no quería pasar vergüenza como en su antigua escuela, la Aetas Vernus. Ella se había ganado la fama de ser la "chica hielo" por su carácter, y la habían subestimado mucho. Y gracias a esto se había metido en un sendo lío, del cual le dolía recordar.

Pero, ¿por qué la gente siempre tenía que subestimar el carácter de los demás? ¿Por qué no se miraban a sí mismos, encontraban sus defectos, y luego criticaban? ¿Por qué siempre querían que todo fuera a modo suyo, como a ellos les gustaba? Simplemente no entendía esto, y le parecía injusto. Habían tantas injusticias en el mundo, como el favoritismo de Snape a Slytherin...

Y hablando de Slytherin... de seguro a Laly no le importaba que se hubiese desmayado, por dos veces. Se habían peleado porque quería hablar a Flitwick sobre el favoritismo... ¡y todo había sucedido por una justicia que intentaba hacer! Karolyn pensaba cada vez más que en esa escuela sólo habían locos, locos de remate.

Y también... ¿Draco se habría preoucapado por ella? Pero qué estaba diciendo... Draco de seguro la veía como la nueva, una clave para que Slytherin fuera favorecido por su madre, la profesora Miark. Y hablando de profesores...

- Disculpe madame Pomfrey – Karolyn, que aún veía hacia la ventana, sentada,  llamó a madame Pomfrey que estaba revisando las vendas de Colin Creevey. Ron la miró de reojo – ¿Los profesores saben que yo estoy aquí?

- Ellos y casi toda la escuela, sobretodo su grupo de admiradores – madame Pomfrey seguía cambiando algunas vendas de Colin del abdomen, y sonreía débilmente, con cansancio – Vinieron a visitarla mientras dormía.

- ¿Mi madre vino? – Karolyn volvió su rostro hacia el perfíl arrugado de madame Pomfrey.

- Sí, pero no se quedó mucho, realmente no servía de nada estar con alguien que dormía – Pomfrey le picó un ojo a Karolyn. Ésta sonrió débilmente y volvió su vista afuera de la ventana. El paisaje de afuera era realmente hermoso. Pomfrey terminó de colocar las vendas a Colin, y se dirigió donde Karolyn mientras Fred y George entraban por la puerta.

- Bueno, vamos a ver como se siente. ¿Tiene mareo?

- No – Pomfrey le puso la mano en la frente.

- ¿Dolor de cabeza? ¿Se siente con sueño, fiebre...?

- No no, nada de eso.

- ¿Le duele el estómago?

- Tan sólo tengo hambre.

- Entonces puede ir, señorita Vingel. Tenga, deberá tomarse esto después de cada cena – Karolyn leyó lo que decía el frasco: Livioux, no más desmayo. Entonces se sintió como una niña y cuando Pomfrey le dio el uniforme (limpio) y su bolso, se dirgió a su casa, tratando de pasar inadvertida.

Se fió de unas escaleras con pinta de nuevas y se dirigió a las mazmorras. Nadie en vista, por suerte. Llegó al vestíbulo y fue fácil ir hasta las mazmorras. Dijo la contraseña vigilando de que no hubiera nadie y se dirigió rápidamente al dormitorio de chicas. Cuando llegó al dormitorio, notó que Laly estaba aún en la habitación.

Ay no – pensó Karolyn – no quiero que me vea, quien sabe que dirá de mí luego notó que Laly tenía el pelo rizado... ¿qué se había hecho?

No tuvo opción, así que entró yendo hacia al baño y Laly, concentrada en su nuevo peinado, no la notó. Uff... me salvé... cerró el baño con el cerrojo, sin hacer ruido, y se cambió.

Después de ponerse el uniforme, había otro problema: los útiles. Karolyn se asomó un poco y notó que Laly seguía ahí... ¿que no iba a comer? Dentro de poco comenzarían las clases.

Ni modo... ¡hay que hacerse frente a los problemas, Mary Karolyn Vingel Miark!.

Fue a su armario y sacó los útiles. Laly se volteó al oir el ruido y advirtió que... ¿su amiga estaba ahí?

- ¿Karolyn? – Laly se paró de su silla y fue hasta la chica de pelo largo color dorado-bronce, extrañada y frunciendo el ceño.

- Hola Laly... eh, Labett – Karolyn le habló con indiferencia dándole la espalda mientras buscaba en su armario los útiles. Laly le abrazó desde atrás.

- ¡Karol! ¡Ya te despertaste! ¡¿Te sientes mejor?! – a Karolyn se le cayeron los útiles por el sofocante abrazo de Laly.

- ¿Que no estabas enojada conmigo...? ¿Que no me hablarías más? – dijo Karolyn fríamente. Laly la soltó y miró hacia el piso, con sentimiento de culpa.

- Disculpa. Lo siento de veras. Fui muy tonta y egoista. Sorry... – luego subió la cabeza y le esbozó una sonrisa amistosa. Karolyn le imitó y pronto le abrazó fuertemente.

*

Draco ya se dirigía a su clase de Adivinación (raramente sin los dos gorilas cerca) cuando detrás de él oyó varia gente escandalizada. Se volvió y notó que Karolyn estaba ahí (Karolyn había comido un poco antes de irse a clases, junto a Laly). Ah... entonces ya se había recuperado. Eso en parte le alegraba y en parte le entristecía. Aún no lograba dominar ese remordimiento de conciencia que tenía en la mente, aunque él no era culpable. ¿Con qué cara le vería? Si cada vez que Karolyn le sonreía se sentía mal, imagínense ahora.

Karolyn en ese momento sonreía mucho. A pesar de que no le gustaba aquel fanatismo por ella, no quería quedar mal. Luego notó que su amiga estaba hablando con uno de los admiradores, Steve Nicholson. Karolyn notó también que a Laly le "brillaban" los ojos.

- ¿Qué sucedió ayer? – le preguntó Laly a Steve.

- Bueno, como era de esperarse, madame Pomfrey no se quedó de brazos cruzados cuando la tumbé y fue a decirle a Flitwick sobre lo que hice... – Steve no parecía muy sorprendido por lo sucedido.

- Según lo que entendí, eres el problemático de Ravenclaw...

- Sí – la voz bien grave de Steve resonó muy dura – desde mi primer curso ando perdiendo puntos para Ravenclaw.

- Tal cual Potter – bromeó Laly y los dos se rieron.

- Bueno, debo ir a clase, nos vemos, ¿ok? – Steve saludó a Karolyn con la mano y se dirigió a su clase de Pociones. Laly le siguió con la mirada mirándolo de pies a cabeza y haciendo que sus dos colitas se menearan en el aire. Luego los admiradores se fueron al oír la campana y Laly fue donde Karolyn.

- ¿Quién era el chico? – preguntó Karolyn mientras iban a la torre de Adivinación, con picardía.

- Steve Nicholson, sexto año de Ravenclaw – dijo Laly con una sonrisa bien grande en su rostro.

- Te le quedaste mirando aún después de irse de una manera que bueno pues... – Laly le dio un codazo en las costillas, que Karolyn no le reprochó – ¿Te gusta, eh?

- Nada que ver, ¡pero tiene un buen cuerpo! Cualquiera se le puede quedar mirando... – Laly le jaló una de las media colitas que tenía Karolyn, bromeando – ¡No me digas que no porque es verdad! – dijo Laly y Karolyn le jaló una cola también – ¡Es verdad pero suéltame o no te suelto! – se soltaron y llegaron a la torre con las colas adoloridas, aunque riendo. Lo primero que notó Karolyn al llegar fue que Draco estaba en el fondo de la clase, viendo por la ventana despejada de cortinas, aislado, con aire pensativo. Se dirigió hacia allá junto a Laly (la profesora no había llegado aún) y se sentó al lado de Draco, Laly enfrente de él. Draco volvió el rostro a su lado izquierdo para encontrarse con aquella melena dorada que le pertenecía a la chica más encantadora que hubiese jamás conocido.

- ¡Karolyn! Ya de vuelta. ¿Te sientes mejor? – dijo Draco tratando de ocultar su más obvio interés en ella.

- Sí gracias – Karolyn le mostró una sonrisa bien sincera. Draco sonrió apenas sin mostrar los dientes – Me alegro – dijo y volvió su cabeza lentamente a la ventana.

- ¿Con quién tenemos Adivinación? – le preguntó Laly a Draco. Éste la vio y le indicó un chico con el borde de la túnica amarilla, unas filas más adelante – Ah, Hufflepuff – dijo Laly con un pequeño desprecio y sacó su libro de Adivinación. Karolyn hizo lo mismo y junto al libro sacó una mini-agenda electrónica marca Sony. Draco la notó y se extrañó al ver ese aparato tan diminuto.

- ¿Qué es esa cosa? – preguntó cuando vio a Karolyn abriéndola.

- Es una agenda electrónica, sirve para programar cosas como citas, tareas por atender, las acciones realizadas del día, etc. – dijo Karolyn rápidamente e intentó encenderla sin lograrlo, molestándose – ¡Uish, no la he logrado prender desde que llegué a esta escuela! – Laly se volteó y vio la agenda.

- Karol, los artefactos muggles no sirven en Hogwarts – dijo y se regresó otra vez – deberías saberlo – Draco seguía extrañado.

- Pero ¿qué haces tú con algo muggle?

- Me he criado en ambiente muggle, Draco – dijo en tono normal, viendo la impresionada reacción de Draco. – Claro, mi madre siempre me ha inculcado el mundo de los magos y siempres he estado rodeada de magia, pero también de lo muggle, ¿entiendes? Después debo admitir que los muggles están muuuuuchoo más avanzados que los magos en todo, a pesar de la magia que tienen – dijo Karolyn con toda la confianza del mundo y sin importarle lo que Draco podía pensar de ella. A este, obviamente, no le gustó el comentario.

- Bueno, como sea – dijo sin importancia, regresando a la ventana. Raramente no quería resaltar el orgullo de ser un sangre limpia ni de insultar a los muggles, y eso le parecía muy raro. Tal vez era porque no quería pelear con Karolyn, o quién sabía por cual otra razón...

La clase de Adivinación no había estado tan aburrida. Todos menos Karolyn se habían sorprendido con el increíble cambio de la profesora. Al salir de las dos horas, ese era el tema principal de conversación.

- ¿Lo notaron, chicos? – dijo Pansy con su grupo de amigos uniéndose a Karolyn, Laly y Draco – ¿Se habrá tomado algo o tal vez está experimentando una nueva forma de vida?

- No lo sé, pero me pareció raro – dijo Laly – jamás se había comportado así y yo nunca me la imaginé de esa manera tan alegre y vivaz – todos comentaban sobre la profesora menos Karolyn, que no sabía nada, y Draco, que no tenía ganas de hablar.

- ¿Cómo era la profesora antes? – le preguntó Karolyn a Draco, este que estaba a su izquierda.

- Muy lúgubre y siempre exagerada en todo – fue todo lo que salió de la boca de Draco. Karolyn había notado ese carácter nuevo en Draco, porque según lo que había visto y lo que le había contado Laly, Draco no era chico de pocos comentarios.

- ¿Te pasa algo, Draco? No es tu moda ser callado... – preguntó Karolyn un poco insegura. Draco, que era unos  trece-quince centímetros más alto que Karolyn (durante el verano había crecido mucho), le miró bajando la cabeza un poco.

- ¿Crees eso? – le dijo con una sonrisa burlona.

- Bueno – Karolyn sonrió pícaramente – es raro que no te la pases hablando, o mejor dicho, burlándote de alguien o criticando – esta vez Draco sí se impresionó.

- O sea, ¿me ves como un criticón? – Draco estaba algo ofendido pero a la vez quería saber cuantos puntos de vista tenía Karolyn sobre él.

- No quise decirlo en ese sentido – Karolyn le miró algo insegura, algo divertida, mientras llegaban al Campo de Quidditch para la clase de Vuelo – es decir, que la mayoría de veces criticas a los muggles o a Gryffindor... – Draco le miró arqueando la ceja izquierda, siempre con la típica sonrisa burlona – Bueno, no exactamente, ¡no todo el tiempo! – Karolyn se estaba confundiendo cada vez más. Luego se rascó la cabeza – Ay, ya me confundiste, je je – y finalmente el grupo del quinto curso de Slytherin se reunió con el de Ravenclaw para la clase de Vuelo.

*

El quinto curso de Gryffindor estaba ya en la clase de Encantamientos junto a Hufflepuff. Harry y Hermione se encontraban en los puestos del medio. Ron no había asistido a ninguna de las clases precedentes.

- ¿Tan mal está? – a Harry le preocupaba el estado de Ginny, al igual que Hermione.

- No podemos hacer nada... de seguro Ron habrá avisado a los señores Weasley hace ya un tiempo.

- Sí, es lo más probable... – dijo Harry y entonces el profesor Flitwick entró por la puerta, seguido por una chicuela de lentes y pelo negro... Himery.

- Buenos días, alumnos – los alumnos saludaron al profesor. Himery agitó la mano hacia Harry y Hermione disimuladamente – Ella es Himery Gratter, del primer curso. La necesitaremos hoy para un experimento – dijo el profesor Flitwick sonriente y Hermione alzó la mano, con extrañez dibujada en su rostro – ¿Sí, Granger?

- Pero la chica debería estar en clase, profesor. Además, deberíamos tener un permiso especial del director o subdirector de la escuela para poder utilizarla como experimento.

- Y lo tenemos, señorita Granger – dijo Flitwick mostrando un pedazo de pergamino en su diminuta mano – la subdirectora y profesora McGonagall me ha dado el permiso de llevármela exclusivamente para esta hora – luego le dijo a Himery de acercarse a él, ya que la chicuela estaba en la puerta, aparentando ser tímida.

- Bien, hoy lo que haremos será intentar invisibilisar a Gratter con el hechizo Muris Occultus, uno a uno. Empecemos por usted, señorita Granger.

Hermione se paró de su asiento con la varita bien agarrada y se dirigió al medio del salón, donde se situaba Himery, medio seria. Hermione se arremangó y se puso delante de la chica. El profesor, antes de darle las instrucciones a Hermione, empezó a dictar una pequeña clave de éxito para el hechizo.

- ¿Nerviosa, Hermione? – le preguntó Himery en un susurro, con una rara sonrisa raramente pícara en su tierno rostro.

- Claro que no – respondió Hermione, intimidada por la mirada de la pequeña – Encantamientos es uno de mis fuertes.

- Me alegro que sea así, sangre sucia – susurró alguien al oído de Hermione. Esta se volvió rápida y disimuladamente, empero no encontró más que un pequeño vapor que con los rayos del sol se difumaban en un color plateado y a la vez dorado. Luego volvió su cabeza bruscamente hacia Himery y esta sonreía al profesor Flitwick. Hermione tenía una cara de espanto como si acabase de ver a un zombie, pero se concentró en lo que le indicaba el profesor.

- ...Entonces moverás tu varita en forma de espiral de cuatro lineas, mirando fijamente los ojos de Gratter, tratando de no parpadear. El hechizo debe ser pronunciado lentamente, ¿entendido, Granger?

- S-sí, profesor... – Hermione había perdido la concentración y estaba nerviosa. Empuñó más la varita de debajo de la túnica y luego la sacó. El profesor se alejó un poco y señaló a Hermione que iniciara.

Esta hizo el movimiento en forma de espiral y pronunció las palabras, lentamente. Cuando terminó la cuarta linea, retiró la varita y Himery fue desapareciendo dentro de un remolino celeste alrededor de ella y unos extraños sonidos glub. Finalmente desapareció por completo y el profesor aplaudió, insinuando a que los alumnos lo hicieran también. Luego se acercó a Hermione y agitó su mano en donde había desaparecido Himery y un agudísimo "¡Au!" se oyó provenir de ahí. Eso significaba que Himery seguía ahí, que no se había movido.

- Bueno chicos, habrán visto que Granger logró inivisibilisar a Gratter – dijo el profesor refiriéndose a la clase – ahora tenemos que ver como volverla otra vez visible. El hechizo es Caput Conspicuus, y se tiene que repetir el espiral en reversa. ¿Lista, Granger? – Hermione asintió y el profesor se volvió a alejar.

Hermione pinchó con su dedo justo en la nariz de Himery para comprobar si estaba ahí y se oyó un "¡Ay, mi nariz!" muy agudo y Hermione pronunció el hechizo lentamente mientras regresaba el espiral. Al terminar, el remolino celeste empezó a visibilizar a Himery en su interior con los sonoros glub hasta que alfin la chicuela se hizo visible. Todos aplaudieron.

- ¡Muy bien, Granger! ¡Diez puntos para Gryffindor! Ahora yo iré llamando uno a uno a chicas y chicos de cada casa. Granger, puede ir a sentarse – Hermione echó una mirada pícara a Himery que se frotaba la nariz, y pensó Te lo mereces, ji ji.

*

- Uff, esa clase de vuelo estuvo muy pesada – se quejó Laly, frotándose el cuello, después de las dos horas que habían tenido de Vuelo – la profesora Hooch debió de tener algo encontra de nosotros para hacernos trabajar tanto...

- Tienes razón, nada más agotador que una clase de Vuelo... – Karolyn se masajeaba la muñeca izquierda mientras leía el horario – tenemos Interpretación de Runas Antiguas... ¿qué tal es?

- Un fastidio... – dijo Laly masajeándose las sienes. Las dos iban en dirección a la clase.

- Bueno, tan sólo esta hora y nos toca luego en la tarde... Cuidado de las Criaturas Mágicas y Defensa Contra las Artes Oscuras – Karolyn no parecía muy entusiasmada con esto en vez Laly se dejó de masajear y vio el horario que llevaba Karolyn en mano.

- ¡Oh, finalmente veremos una clase con tu madre! – exclamó Laly agarrando el horario.

- Sí... – dijo sin ánimos Karolyn – qué emocionante – pensó luego.

- ¿Quéeee? ¡¿Esas dos clases con Gryffindor?! ¡¡Pero qué les pasa a los profesores!!

- ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?

- Sabes muy bien que nosotros los Slytherin odiamos a los Gryffindor.

- Ay Laly, yo creo que todo lo que dices es pura mentira – dijo Karolyn con cierta ostinación – te sientes tan orgullosa de estar en Slytherin que quieres parecerte al cien por ciento en su modo de ser – Laly no encontró respuesta para aquello que acababa de decir. Entonces, admitió para sí misma que en parte Karolyn tenía razón.

Llegaron pronto a la clase y Karolyn notó que el grupo de Slytherin se situaba en la parte más alejada del profesor (como era la costumbre en ellos). Se dirigieron para allá y se sentaron junto a Millicent y Pansy.

*

- Harry, ¿vamos a ver a Ginny? – le preguntó Hermione a Harry, cuando ya era la hora de almuerzo.

- No sé, como quieras... – dijo Harry, realmente quería ver como estaba Ginny. Hermione se dirigió a la enfermería junto a Harry pero se detuvo apenas a unos metros de la enfermería al oír unas voces.

- ... Mi pequeña Ginny... ¿... se recuperará, verdad...? – sollozó la voz ya muy conocida de Molly Weasley.

- No lo sabemos, señora Weasley... fueron muy profundas esas heridas, y las espinas no eran que digamos pequeñas – dijo la voz de madame Pomfrey.

- Vamos querida, no te pongas así... ya se recuperará... – dijo la voz temblorosa de Arthur Weasley.

- ¿Y mi niño? ¡¿Se va a curar, verdad?! ¡No puede morir! – la voz entre grave y aguda de una mujer se oyó muy fuerte.

- Jenniffer, ya, cálmate, ya verás que estos magos podrán curar a los niños... – la voz de un hombre intentó ser aseguradora.

- Señora, hacemos todo lo posible por curar a estos muchachos, pero por favor, tenga fé y copere con nosotros... – dijo la voz de madame Pomfrey, que parecía estar muy nerviosa.

- Mamá, por favor, deja de llorar, nos pones peor a nosotros... – dijo la inconfundible voz grave de Ron.

- Hermi – susurró Harry al oído de Hermione – ¿no es mejor que nos vayamos de aquí?

- Sí, tienes razón – susurró Hermione y los dos se dieron media vuelta para regresar al comedor.

*

La clase de Interpretación de Runas Antiguas le pareció realmente interesante a Karolyn. Sin duda alguna, ella era hija de una profesora, y eso daba por entendido que la madre le había inculcado de pequeña la habitualidad de estudiar y de ser muy buena en clase.

- Simplemente, Karolyn, tus gustos son de lo más raros – dijo Pansy mientras se dirigían a la mesa de Slytherin, el Gran Comedor.

- Pansy tiene razón, Karol – dijo Laly con burla – nadie más extravagante que tú – todas se echaron a reír.

- Yo sí sé quien puede ser más extravagante que Karolyn. – dijo Millicent – Draco Malfoy – entonó estas dos palabras con el mismo tono que el supérstito, arrastrándolas.

- Ja ja, no me parece que Draco sea tan extravagante. Él es muy simpático – dijo Karolyn entre risas. Laly y Pansy se miraron malévolamente.

- Claro, cada oveja con su pareja... – dijo Pansy pícaramente.

- ... Que entre sí se aconseja – terminó Laly. Karolyn captó todo al instante y en vez de enfadarse sonrió pícaramente.

- ¡Lindo proverbio, señorita Pansy de Zabini y señorita Lalienne de Nicholson! – dijo Karolyn, con sarcásmo. Pansy se impresionó a diferencia de Laly, que se ruborizó.

- ¡¿De Blaise?! ¿Estás loca? ¡Ja ja! ¡Ni que me gustara! – dijo Pansy tratando de aparentar divertida. Karolyn la miró arqueando una ceja y tomando asiento en la mesa de Slytherin, al lado de Laly.

- Ajá, ¿y qué es esa foto sonriente de Zabini que siempre ves todas las noches, a escondidas? – susurró.

- ¡¿Có... có... cómo lo sabes?! – preguntó Pansy boquiabierta. Karolyn se sirvió un poco de Pepsi antes de responder.

- Deberías cerrar las cortinas de tu cama, Pan. Hay veces que me quedo despierta hasta muy tarde, ¿sabes? – Pansy se volvió toda roja y dijo un "Umph" antes de empezar a comer. Luego, Draco Malfoy se sentó junto a Karolyn, con al lado Blaise Zabini. Laly y Pansy la miraron con una mirada de "Esssoooooo" y Karolyn les sonrió con sarcásmo. Luego Draco se refirió a las tres.

- ¿Saben qué tenemos después del almuerzo? – preguntó.

- Cuidado de las Criaturas Mágicas y luego Defensa Contra las Artes Oscuras – dijo Laly. Draco alzó ambas cejas.

- Oh, finalmente veremos como enseña tu madre, ¿eh, Karolyn? – dijo este con una leve sonrisa. Karolyn no parecía entusiasmada.

- Sí... – dijo Karolyn – todos piensan que es emocionante – pensó. Luego se recordó de algo y empezó a comer muy rápido.

- ¡Hey Karol, con calma mujer! – dijo Laly impresionada por la rápidez de su amiga. Esta tomó rápidamente su bebida.

- D'sculp' – dijo mientras agarraba su bolso y terminaba de tragar. Luego tragó todo –, tengo que hacer algo importante, no me esperes y vete directamente a clase. ¡Bye! – y se dirigió hacia el cuarto piso, un tanto apresurada.

*

- Hermi, ¿me pasas las papas? – le preguntó Harry a Hermione cuando estaban ya en la mesa de Gryffindor.

- Sí, toma. – dijo esta y le pasó la bandeja de papas. Hermione echó un vistazo a toda la mesa de Gryffindor y nada que aparecía Ron o los gemelos. Después, siguió comiendo. Luego miró un momento a Harry y notó que este no estaba probando mucho bocado – Harry, ¿no quiéres comer?

- No sé, no tengo apetito. – dijo ya rindiéndose y soltándo el cubierto, mientras ponía las manos detrás de la nuca, echándose un tanto para atrás. Luego sintió que alguien le tiraba de la manga izquierda. Bajó los brazos y miró a su izquierda, para encontrarse con la pequeña Himery, tan tierna y sonriente como siempre – Hola Himery – dijo y Hermione volvió su rostro a su izquierda y notó que Himery estaba ahí, sentándose al lado de Harry.

- Hola Harry – dijo Himery – ¿qué tal estuve hoy? – Harry le sonrió.

- Muy bien – luego le sacudió un poco la cabeza. Para él era extraño tratarla de esa manera, la niña tenía once años pero su comportamiento realmente le parecía de siete-ocho, y también se preguntaba por qué se comportaba de ese modo.

- Hermione, hiciste muy bien el hechizo – dijo Himery viendo a Hermione y mostrándole tan solo el dedo pulgar de su mano derecha, hacia arriba – Gracias – dijo esta. Luego, se recordó de que tenía que ir a la biblioteca a buscar algo y se disculpó, yendo apresuradamente hacia las escaleras.