Lo sé, después de tanto tiempo he vuelto con este nuevo capítulo, de este fic, que ya a nadie le interesa T_T. El por qué del cual me tardé tanto, es la causa de un simple "blokeo de escritor", que es debido no sólo a una fuerte crítica, sino también a que a nadie le interesaba el fic. Sí, sentía que no valía la pena continuar este fic, porque a nadie le importaba... así que sólo espero que, si almenos quedaron algunos lectores fieles, espero que DEJEN REVIEWS, porque si no este fic no me anímo a seguirlo. Por favor, hagan caso. No lo olviden: ¡Dejen reviews! =)

KaroL

Pd: mil gracias a Diel x animarme y obligarme a seguirlo =P al igual que Lissy.

Capítulo 14: ¿Muggles o Magos?

En las semanas que siguieron, muchos acontecimientos habían sucedido en nuestros alumnos preferidos de Hogwarts. Anunciando que, cuando Dean había expuesto los magníficos carteles muy coloridos con dibujos de leones que decían "SE REQUIERE GUARDIÁN PARA EL EQUIPO DE QUIDDITCH" en la cartelera de la casa Gryffindor, muchos jóvenes de segundo año en adelante habían ido a las pruebas. Al final, después de parar increíbles tiros de las Cazadoras y esquivar varias bludgers de los Bateadores, Elena Smith había sido elegida como guardiana.

El humor de Ron había ido mejorando mientras que la hermana también había mejorado. A fin de cuentas, ella había tenido que ir al hospital de San Mungo junto a Colin Creevey, donde las heridas se habían ido cerrando, y donde había comenzado a tener de nuevo apetito. Obviamente, no volvería a ser la Ginny de siempre: ahora no era tan bonita como antes, dado a los rasgos en la piel, y se había vuelto más pálida y más flaca, casi raquítica. Pero lo único que importaba a las familias Weasley y Creevey era que sus hijos vivieran, no importaba como fueran, porque el amor que se le tiene a un hijo no depende de la apariencia.

Raramente Karolyn se había unido tanto a Hermione de volverse su gran amiga. Laly, desaprobando la amistad de la Slytherin con la Gryffindor, se había ido alejando. Su amistad era realmente apreciable y a Karolyn y a Hermione no les importaba lo que dijeran los demás. Hermione en un primer momento no la había aceptado rápidamente, pero dándose cuenta de que estaba sola, con dos hombres como amigos, se había unido más a ella. Karolyn le había confesado ciertas cosas que a Laly no había dicho, como el verdadero porqué del que había llegado tarde a la clase de Hagrid (el chico que había intentado besarla, Michael Craven, y los demás la habían tenido de reojo pero no le habían hecho más nada), y también le había aclarado que ella había "obligado" a sus compañeros de Slytherin a no hablar de Hermione como "la sangre sucia Granger" delante de Karolyn. Esto había alegrado bastante a Hermione, y finalmente había entendido que Karolyn nunca había hablado de ella con aquel humillante apodo.

Pero habían ciertos momentos de tensión entre las amigas; Karolyn se le acercaba mucho a Harry, parecía estar alegre de la compañía del muchacho, y esto a Hermione daba un ataque de celos increíble. Aún no aceptaba de amarlo, pero en el fondo del corazón sentía algo muy grande por él, que no era amistad.

Hermione había empezado a querer diferentemente a Harry desde su cumpleaños; éste había sido el primero a darle el feliz cumpleaños en la mañana con un tierno beso en la mejilla y abrazándola amigablemente y le había regalado una pulsera espectacular de una tienda en Hogsmeade, comprada con el dinero de Harry por Hagrid. Había ido a las cocinas él solo, para hacer cocinar una pequeña torta de chocolate y vanilla a Dobby y sus compañeros, Dobby que se había entusiasmado con la llegada de Harry a las cocinas con unas medias pequeñas de Dudley. Esa torta la habían comido sólo ellos dos en la Sala Común, cuando todo el mundo se había ido a dormir, incluso Ron. Harry, finalmente, le había vuelto a referir sus sentimientos...

- ¿Te gusta la torta? Espero que los sabores sean de tu agrado... – había dicho Harry, mientras había comido la torta fijando a Hermione que había estado sentada en un sillón al lado suyo.

- Sí, está deliciosa, gracias por mandarla a hacer – había dicho Hermione comiendo apetitosamente un bocado. – Aunque debería agradecer a los elfos de allá abajo... pobres, con todo ese trabajo que tienen... tal vez no debiste, Harry...

- Al contrario, estaban brincando en una pata cuando les dije que era para el cumpleaños de la chica que amaba – había dicho Harry, terminando su bocado y apoyando el plato en el piso, algo ruborizado. Hermione también se había sonrojado.

- ¿Les... les dijiste así? – había dicho. Hermione no se había esperado eso.

- Ajá... – había dicho Harry. Había visto a Hermione por un momento y había notado que ésta ya había terminado su pedazo, con las mejillas un tanto rojas.

- Harry... – había dicho posando el plato de plástico en la mesa – ¿qué tanto... qué tanto me quiéres? – había murmurado. Harry se había sonrojado aún más, pero sin quitar la mirada de Hermione.

- Más de lo que puedas imaginarte – había dicho. – Y si te es de consuelo saberlo, no me importa en absoluto Karolyn – Hermione lo había mirado impresionada. – Sé muy bien que piensas que sí, porque mientras caminamos los cuatro juntos (Ron también), nos miras a los dos y sobretodo a Karolyn con aire de desconfianza o algo parecido – se había echado luego para atrás en el asiento, mirando al techo. – Tú eres la única persona... la única chica que me gusta y... y que amo. No hay más nadie en mi corazón – los dos se habían ruborizado hasta los pelos, sobretodo Harry, sin osar intercambiarse las miradas.

- Oh vaya... – había murmurado Hermione – gracias, supongo...

- No hay de que, me siento mejor ahora que te lo dije – había dicho Harry, continuando a fijar el techo através de sus lentes redondos. Luego se había sentado derechamente y había mirado a Hermione – Dime una cosa... – le había preguntado – ¿tengo alguna posibilidad contigo?

- Yo... yo no sabría, Harry... – había dicho Hermione fijando el suelo – yo... no tengo idea... no estoy segura de...

- ... De quererme, cierto, lo siento mucho. No debí preguntarlo – había agarrado el plato y lo había posado en la mesa, para luego pararse enfrente de Hermione. – Buenas noches Herms, que descanses... – se había inclinado hacia ella para darle un beso en la mejilla, pero antes de que llegara increíblemente Hermione lo había agarrado de la corbata atrayéndolo hacia ella y le había dado un beso fuerte en la boca a traición, quedando así por varios segundos, con los ojos cerrados. Luego se había despegado de él, y sin decir nada había agarrado la pequeña cajita donde se encontraba la elegante pulsera, para irse corriendo hacia las escaleras. En su mente habían retumbado las frases ¡Tonta! ¡Lo amas y no se lo confiesas! ¡¡Lo perderás tarde o temprano!! con mucho remordimiento. Harry en vez se había quedado ahí parado, mirando hacia las escaleras de caracol, tocándose los labios.

Y en los días que siguieron, Harry y Hermione, sobretodo ésta última, habían decidido no hablar sobre lo ocurrido tácitamente (como si cada uno leyera en la mente del otro) y comportándose como siempre. Pero igualmente frases como Es que no la entiendo... no tiene idea de amarme y me besa... bah retumbaban en la mente de Harry, junto a otras tantas preguntas, mientras que en la mente de Hermione se gritaba ¡Dícelo! ¡¡Ahora!! ¡O no tendrás oportunidad! como regaño.

Las situaciones entre Draco y Karolyn en vez de mejorar habían empeorado; desde que Karolyn se había unido más a Hermione, la chica no pasaba más tiempo con las Slytherianas ni mucho menos estudiaba con ellas, sino que siempre se sentaba en una mesa de la biblioteca junto a la Gryffindor. Draco con más razón no habría querido devolverle la palabra, y a veces sentía odiarla. Pero todo ese rencor y odio no eran reales, eran sólo momentos de tensión, porque él sí la amaba y con todo el corazón: pensaba día y noche en ella, la chica se le aparecía en sueños lejanos y no podía evitar mirarla durante las clases o en el comedor; tantas veces habría querido aclarar las cosas y en cierta manera perdonar los errores, pero su interminable orgullo se lo impedía, aparte también de que Karolyn ni se le acercaba. Hubieron momentos de presión en los pasillos, las mazmorras y en el comedor, como aquella vez que Karolyn le había pedido a Draco de pasarle la jarra del jugo durante el almuerzo...

- Draco, ¿serías tan amable de pasarme la jarra de jugo de naranja que está a seis centímetros a tu izquierda? – había dicho Karolyn, que estaba a una silla de Draco, con una sonrisa sarcástica.

- No – había simplemente dicho Draco, continuando a comer su pedazo de pollo.

- ¿Por qué no? – había dicho Karolyn, aguantando la rabia. Un chico de primero, Matt Boldstar, había estado en medio de los dos, rogándole a Dios de que no iniciara otra pelea como la que había sucedido dos días antes en la Sala Común de Slytherin.

- Porque no me da la gana. Parate y búscala – Draco ni la había mirado y había continuado a tomar sus alimentos. Karolyn había contado hasta cinco mientras había agarrado la jarra de jugo. Pronto le había versado apropósito un poco de jugo en el plato a Draco.

- Oops... – había susurrado Karolyn con lástima sarcástica, fijando el pollo todo lleno de jugo de naranja – disculpa, no me di cuenta. – Draco la había seguido fijando hasta que la chica se había sentado en su puesto, con una sonrisa sarcástica imprimida en el rostro, mientras servía el jugo. Qué modos más infantiles había pensado Draco qué niña.

Y los días habían continuado a pasar volando, con buenas noticias del hospital San Mungo y del Ministerio. Pronto las elecciones se efectuarían justo el primero de Noviembre, después de Halloween. Habían varios candidatos que prometían muchas cosas; pero esta vez el pueblo mágico inglés no se dejaría convencer tan fácilmente por las promesas, de eso había que estar seguros: Fudge había prometido tantas cosas buenas en su campaña tanto tiempo atrás y ni la mitad de ellas habían sido cumplidas. Cuantas lechuzas con pergaminos enrollados en las diminutas patas habían llegado a la oficina del Ministro, quejándose de su incompetencia, protestando por las tantas cosas que se habían prometido. Cornelius Fudge no sabía qué decir ni como escapar a todo eso, y por eso decenas de lechuzas llegaban al despacho de Albus Dumbledore cada día, suplicando ayuda; sólo él tenía la respuesta a los problemas del "inservible Ministro", sólo él sabía como arreglar las cosas, sólo él podría resolver todo...

Desde que el pueblo mágico no sólo inglés, sino también de toda Europa, había sabido del regreso del Señor Tenebroso, gracias al escandalozo primer artículo de Laura Skeeter (el artículo había circulado por toda Europa, traducido en varios idiomas y a veces expandido por otros periodistas), la situación en todos los Ministerios de la Magia y sobretodo en el de Inglaterra había empeorado horriblemente. Obviamente, Fudge trataba de negar todo aquello, diciendo que eran sólo "patrañas", que no había que creer; pero los acontecimientos eran tan notables, tan ciertos y tan vivibles que ya no se podía engañar a la población: en las semanas que siguieron, se habían encontrado varios animales exóticos muertos por los graneros o por las praderas. Ninguno de los agricultores habían podido dar explicaciones sobre los sucesos, quedando en blanco al ver animales muertos en medio de sus plantas, con heridas por todo el cuerpo.

Pero la cosa no alarmaba sólo a Fudge y a los Ministerios, sino también a Albus Dumbledore. Muchas veces, en las cartas escritas durante crisis nerviosas, Fudge le había hecho una peculiar pregunta: Si a quién-tú-sabes le inculcas terror y eres el único que lo puede vencer, ¿por qué no lo has enfrentado? ¡Eres el único que lo puede eliminar!.

Sí, esta pregunta no sólo retumbaba en la mente de Fudge, sino que también en magos de alta y baja categoría, y hasta en alumnos de muchas escuelas de todo el mundo.

Pero sólo el director de Hogwarts tenía la respuesta, una respuesta que cualquier persona podría adivinar rápidamente, si no se cegara por su gran poder: él, aún con gran esperiencia y sabiduría, era un ser humano.

Todos lo podían ver como el grande, el omnisciente y el omnipotente. Pero él era sólo un ser humano, con poderes, sí, pero al final siempre era un mortal. Y un mortal siempre cometía errores, como por ejemplo el error de asumir como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras a Gilderoy Lockhart; si Dumbledore hubiese sido omnisciente, entonces no hubiera cometido ese grave error y hubiera entendido que Lockhart era sólo un impostor. Pero como siempre, no se podía pretender que supiese todo, a pesar de su gran sabiduría.

Y por eso, Dumbledore no sería capaz de enfrentarse a Voldemort: si cometiera un error, un mínimo error, entonces no sólo su vida estaría en peligro sino también la vida de todo el pueblo mágico en el mundo.

*

Pronto el inesperado día de las brujas y los magos había llegado. Como todos los años, Halloween era un día especial para los alumnos: las clases eran menos pesadas y muchos de los estudiantes recibían regalos de parte de sus padres.

Draco obviamente recibió algo, pero esta vez no eran dulces ni nada parecido; recibió una nueva escoba, la Anilorac 3020, parecidísima a la Firebolt en todo (velocidad, frenos, potencia), menos en el mango y las cerdas. El mango en vez era de un color plateado gris que en el sol relucía bastante, y escrito en turquesa y aguamarina estaban las letras, por todo el mango, "ANILORAC 3020". Las cerdas eran plateadas y turquesas, como para representar los colores de Slytherin. Draco se fascinó con ella y por toda la mañana no dejó de darse aires.

Ron, en vez, recibió una enorme sorpresa cuando algo alargado cayó sobre su plato en el desayuno: una Nimbus 2001, limpia y bien lustrada, relucía por toda la mesa de Gryffindor. Fred y George sonrieron ante su hermano, sin que éste se diera cuenta. Ron se paró en su silla y gritó de emoción, haciendo que todos lo fijaran felices y divertidos mientras tenía bien alto la escoba (Draco y otros más de Slytherin se rieron ruidosamente, menos obviamente, Karolyn, que sonrió feliz por Ron).

Hermione recibió un montón de chicles anti-caries, sin azucar sabor a menta departe de los padres, y un regalo de la abuela: un modernísimo Discman con dos CD, uno llamado "Mix 222", con mezclas de canciones pop, techno y rock y otro de la cantante inglesa "Ms Dynamite". ¡Dios mío, abuela Ruth! pensó Hermione, verde por los regalos ¡Finalmente te dignas de regalarme algo útil y moderno, pero inservible aquí en Hogwarts! ¡¡Ahh!!. Luego Hermione leyó una nota que venía con el Discman, donde decía:

Disculpa si no te regalé nada en tu cumpleaños, pero es que no recordaba cuando era, mi memoria falla cada vez más. Espero que te esté yendo bien en esa escuela y que aprendas mucha magia. Mi madre, tu bisabuela bruja, hubiera estado bien orgullosa.

                                          Besos

Harry, aunque si para él hubiera sido tan posible que recibiera algo cuanto a que los elfos hablaran correctamente, recibió algo no sólo de la señora Weasley y de Sirius... sino de los Dursley. Tía Petunia le hizo unos dulces de chocolate en forma de murciélagos con chispas rojas como ojos, y otros de vanilla con chispas anaranjadas a forma de calabazas muy sonrientes. También recibió un pote con un gel claro...

¡Pero si es el gel para fijar el cabello que compré en mi cumpleaños! pensó Harry, mientras miraba el título "Fijador Potente: no más rebeldía" ¡¡Con razón no lo encontraba!! Debí haberlo dejado en casa... Harry, por suerte, no había dejado la afeitadora ni la crema para afeitar, y la primera vez que había intentado afeitarse se había cortado (aunque por suerte las cortadas no se habían notado y no habían llamado la atención).

- ¿Qué pasa, por qué esa cara de asombrado? – preguntó Hermione, leyendo desde atrás de la carátula del CD las canciones. Harry escondió rápidamente en el paquete el gel.

- No nada, los dulces que me envió tía Petunia – Hermione ensanchó los ojos y lo fijó pasmada.

- ¡Oh! ¿Siguen en trance? – luego notó una carta en el paquete donde estaban los dulces – Mira Harry, una nota – Harry miró hacia los dulces y agarró la nota. En ella estaba escrito, con una letra muy clara, las siguientes palabras:

¡Hola Harry! Es tu tía Petunia. ¿Cómo está todo por allá? Espero que muy bien. Recordé que este día, Halloween, es muy importante para ustedes magos. Entonces decidí hacerte estos dulces que te lo recordasen, y espero que hayan llegado bien. Hice lo posible para enviártelos, realmente no entiendo esa forma de correo de los magos, pero cuando vi dos lechuzas paradas en mi ventana entendí como (¡fue como si las llamara con la mente!). Espero que te gusten los dulces.

                                    Besos,

                                                Petunia

PD: encontré ese frasco de gel ordenando tu habitación, espero que te sirva. Tu tío te manda saludos...

Harry había leído la nota en su mente, sin dejarla ver a Hermione. Pronto la guardó en el paquete, junto a los dulces. Luego miró a su amigo pelirrojo, que estaba viendo su nueva escoba con los ojos marrón claro que le brillaban, sonriendo.

- ¿No vino ninguna nota con ella, Ron? – preguntó Harry, viendo con melancolía la Nimbus 2001. Aunque fuera un modelo diferente, le recordaba a su primera escoba Nimbus 2000, hecha pedazos en su tercer curso.

- Deja que veo... – dijo Ron, buscando entre los papeles en los que la Nimbus había sido envolvida. Entre ellos, efectivamente, encontró un pergamino con algo escrito en tinta azul marino.

- ¿Qué dice? – dijo Harry, viendo la nota. En ella estaban las siguientes palabras:

Este es el inicio.

- ¿El inicio de qué? – dijo Ron, viendo extrañado la nota con una ceja arqueada. Harry miró por toda la mesa y vio que los gemelos Weasley reían alegremente, viendo a Ron. Cuando notaron a Harry, picaron el ojo izquierdo al mismo tiempo y Harry los imitó.

- Si dice el inicio, significa que tal vez tendrás más regalos en otra ocación – dijo Harry, tratando de aguantar la risa, mientras comía su porridge.

- ¿No será Sirius?

- Si lo fuera, hubiera dejado una firma.

- Cierto, pero... no puedo pensar en alguien que pudo haber gastado tanto por una escoba...

Otra lechuza se estaba elevando en el cielo, para luego entrar por una de las enormes ventanas. No se posó en ninguna de las mesas de los estudiantes, sino que fue directamente a la mesa de los profesores, donde el director de Hogwarts, que llevaba una túnica negra y anaranjada, la recibió.

Dumbledore agarró la lechuza con cuidado y calma, como siempre hacía hasta en los momentos más tensos. Le desató la carta a la lechuza que más bien parecía un papagallo, con esos colores vivos de rojo y azul claro y ojos miel claros. Esta echó a volar apenas Dumbledore le desató la carta, en donde una letra muy clara de color negro se vislumbrava.

Estimado director de la Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts, Albus Dumbledore:

Mañana primero de Noviembre iniciaran  las elecciones para el nuevo Ministro de la Magia. Le suplicamos que acepte esta carta como invitación especial para la elección, en nombre del Departamento de Relaciones Políticas Exteriores. Al elegir, lleve esta entrada como permiso.

                                                Cordialmente

                                                                        Alexander James McClean

Dumbledore suspiró por milésima vez en esa semana. Todo eso de las elecciones lo estaban cansando demasiado. Por muchos Departamentos del Ministerio había recibido esa invitación especial, en el cual él representaría tal departamento junto al jefe. Y con tantas invitaciones, no sabía cual elegir: podía elegir la de Josh Burns, un viejo amigo suyo aunque no tan confiable. O tal vez esta última de Alexander McClean, que conocía como la palma de su mano. Ese joven, con apenas veintiocho años, ya había sido elegido jefe del departamento donde trabajaba. Era muy caballeroso, cordial y amable. Se había postulado para Ministro de la Magia, pero sería muy difícil que lo eligieran: no era muy conocido en la política mágica, y siendo la situación de esa manera, la población no podía saber como era su modo de trabajar. Cierto, se empeñaba mucho en su campaña, pero aún así quedaba muy atrás por los viejos importantes políticos del Ministerio. Dumbledore probablemente aceptaría la invitación del joven. Tal vez si él se presentaba con McClean a la elección, lo tomarían más en cuenta.

Dobló la carta y se la introdujo en un bolsillo de la larga túnica. Volvió a suspirar y continuó comiendo.

*

La mañana continuó serena pero con alumnos muy emocionados. Algunos de primero, mientras caminaban, reían entre dientes aunque no tuvieran una razón coherente. Mientras tanto, todos los demás, andaban con sus cosas nuevas y regaladas, como por ejemplo Ron que no quería separarse de su Nimbus 2001 y tenía que dejarla siempre en la puerta de cada clase.

En ese momento nuestros Gryffindors tenían Historia de la Magia junto a Ravenclaw, en una hora antes del almuerzo. Ron, al igual que todos, no hacía caso a la clase, y fijaba la escoba que estaba a su lado en la puerta (se habían puesto cerca de esta apropósito).

- Es mía, mía, toda mía... – se repetía Ron en susurros, mirando con ojos que le brillaban (*o*) a la escoba que estaba a unos metros de él.

- Ron, ¿podrías ayudarme a modificar esta táctica? No sé qué cambio hacerle... – susurró Harry a Ron tocándole el hombro izquierdo. Ron se volteó y miró el dibujo de Harry, con varios garabatos de los jugadores del equipo de Gryffindor. En dos meses, como era de esperarse, los profesores habían decidido no emplear los partidos a causa de lo ocurrido con Ginny y Colin, y las casas se habían resignado a esperar hasta los inicios de Noviembre. Lo que había podido descubrir nuestro equipo de Gryffindor, era que el Buscador de Ravenclaw ya no era Cho Chang sino Steve Nicholson, y que el nuevo Buscador de Hufflepuff era... Hannah Abbott.

- Harry, si me traduces el dibujo puedo entender la táctica... – susurró Ron, indicando el pergamino. Harry se esforzó para explicarle.

- Entonces, Elena se queda en la portería rondando de vez en cuando por todos los aros, Katie y Alicia van por los extremos del campo de arriba a abajo mientras que Angelina ataca por el centro donde George y Fred están de guardia – Harry susurró todo eso indicando cada garabato con el dedo indice. Ron entendió rápidamente todo, acostumbrado ya al modo de razonar de su amigo.

- Pero Harry – susurró, ojeando primero al profesor y luego mirando a Harry –, ¿cómo puede funcionar esa táctica (por ejemplo) con el equipo de Slytherin? Recuerda como son esos... – Harry por un momento ensanchó los ojos, miró los garabatos y luego miró a Ron, con indiferencia.

- Bueno, el primer partido no creo que sea contra Slytherin... – susurró, enrrollando el pergamino – pero bueno, yo sólo doy ideas a Angelina para las tácticas, y nada más, pues hay que darle una ayuda ahora que está en su último año – guardó el pergamino en su bolso. – Aunque estemos a dos meses de inicio de la escuela, ya le mandan a estudiar bastantes cosas. De todos modos será ella quien elija si la táctica va bien para el equipo de Ravenclaw – luego agarró otro pergamino. – ¿Pero me ayudas a hacer una contra Slytherin?

- Seguro – susurró Ron, echándole un último vistazo a su Nimbus.

Hermione, sentada a la izquierda de Harry, en verdad no estaba haciendo caso a la clase de Historia. Veía al vacío a su profesor fantasma, y no tomaba nota. Tantos pensamientos confusos ocupaban su mente, empezando por los sentimientos que sentía por Harry. Obviamente, después de un mes, se había resignado a la idea de que lo amaba totalmente, ya que los ataques de celos cuando una chica se acercaba al muchacho eran muy frecuentes. Pero ella no sabía como declararle su amor tan libremente, y para más... no estaba segura si Harry aún la quería. ¡Quién sabía, tal vez Harry había perdido la paciencia y no la había esperado más! Tal vez el chico, días después del cumpleaños de ella, había decidido no esperar por una muchacha tan indecisa como ella lo era. Y por eso, Hermione no estaba segura de que Harry siguiera enamorado... era la típica inseguridad de la adolescencia.

También pensaba constantemente en el cambio repentino de su nueva amiga Karolyn. ¿Quién se imaginaría alguna vez que una Slytherin se hiciera amiguísima de una Gryffindor? Hermione al principio se había impresionado del comportamiento de la muchacha, tomándolo por una broma de mal gusto, pero luego de unas semanas había entendido las verdaderas intenciones. Lo había empezado a comprender aceptando el regalo de la amiga para su cumpleaños, un estuche de maquillaje de la marca italiana "pupa", y lo había entendido completamente justo dos domingos atrás, mientras ellas estaban sentadas a las orillas del lago...

- Deliciosas estas papitas San Carlo... son italianas, ¿cierto? – había dicho Hermione, comiendo un poco de papas fritas de Karolyn.

- Yes – había dicho Karolyn, tomando unas cuantas también. – Me las mandó mi mejor amiga Lucianna, desde Italia.

- ¿Se mantienen mucho en contacto, eh? – había dicho Hermione, estirándose en el césped.

- Claro – había dicho Karolyn, agarrando la botella de agua. – Mi águila es realmente veloz, y sus cartas me llegan en dos o tres días – había tomado un poco de la botella, y la había ofrecido a Hermione – ¿Quiéres?

- Gracias – había dicho Hermione, agarrando la botella y bebiendo. Luego se la había dado de nuevo a Karolyn – ¿Y eso que en Italia utilizan águilas en vez de lechuzas?

- Boh... – había dicho Karolyn, recostándose también en el césped, y fijando el cielo limpio de nubes – debe ser una costumbre, no sé. Pero las águilas son mucho más rápidas de las lechuzas, te lo digo yo. Son fieles y también muy inteligentes, almenos la mía.

- Ah... – había dicho Hermione, agarrando su bolso para apoyar la cabeza en él – Karol, ¿te puedo hacer una pregunta?

- Sí dime.

- ¿Por qué te has vuelto mi amiga...? – había preguntado Hermione. Karolyn se había levantado, mirando a Hermione con una sonrisa.

- Por interés obviamente no es – había dicho, negando con el dedo derecho. – Y si realmente quieres saberlo, es para terminar con ese odio que se tienen a muerte nuestras dos casas – Hermione la había mirado incierta. – Verás, en mi antigua escuela eramos una clase muy desunida al principio. En dos años, con muchos esfuerzos, logramos arreglar todos los desacuerdos que teníamos... sí, nos duraron dos años, pero a fin de cuentas logramos ser como una gran familia. Pero ustedes, no sólo de hace cinco años es que se odian, ¡sino que eso es un odio que se va transmitiendo de generación en generación! Por eso pensé que si iniciaba una amistad contigo, las relaciones entre Slytherin y Gryffindor mejorarían.

- Es un buen acto el que haces – había dicho Hermione – pero no puedes pretender que cambiemos tan fácilmente. Por ejemplo, yo jamás podría ser amiga de Parkinson... lo siento mucho, pero esa me ha causado varios problemas el año pasado, y ha iniciado otro este año con ese artículo de Laura Skeeter, junto a su amiguita Lalienne Labett.

- Lo sé – había dicho Karolyn, tirando una piedra al lago. – Tal vez entre tú y ella no pueda suceder una verdadera amistad... pero tal vez con los otros, puede que...

- Karolyn, tú no estuviste aquí en los cuatro años precedentes – había dicho Hermione, – ¿verdad? No puedes saber todo lo que ha sucedido entre tu casa y la mía, aunque te cuente o te cuenten – viendo la cara de resignación de Karolyn, Hermione cambió su tono típico de mandona a uno más amigable. – Pero la intención es la que cuenta siempre, ¿no? Así que si tú quieres intentarlo con los de primero o los de segundo, te deseo buena suerte – había sonreído, y Karolyn había tirado otra piedra al lago, para luego mirarla y sonreirle.

- Sí... sé muy bien que las cosas no puedo cambiarlas de un día a otro, y sé que me costará mucho cambiar el modo de pensar de tanta gente... – había suspirado – pero bueno, es mejor empezar por poca gente. ¿Me ayudarás, Herm?

- Umm... no prometo nada, pero te digo que trataré – le había guiñado un ojo. – Espero que todo esto valga la pena...

- Claro que valdrá – había dicho Karolyn. – ¿Cómo puedes convivir sin armonía?

- Je je, cierto – había dicho Hermione, sonriendo.

- De todos modos – había dicho Karolyn, tirando otra piedra al lago – no sólo por eso de las casas quise ser tu amiga – Hermione la había mirado con curiosidad; – al momento pensé que eras antipática, pero me equivocaba. Me caes muy bien, ¿sabes? ¡Eres muy simpática! – Hermione se había medio sonrojado.

- Tú también eres mucho más simpática que yo – había dicho Hermione, tirando también una piedra al lago. – Como te comportas con tus admiradores, por ejemplo... eres muy paciente. También eres ordenada y linda – Karolyn se había sonrojado un poco, haciendo saltar dos veces una piedra en el lago.

- La belleza exterior no lo es todo – había dicho, limpiándose las manos con la túnica. – Lo que importa más es la belleza interior, como uno es realmente. Y en eso tú me ganas por mucho.

- Bueno... discutir no valdría la pena... – Hermione había tirado una última piedra, y había visto unas burbujas sobresalir en el agua, un tanto cerca de la orilla – Hey... ¿qué es eso?

- ¿Ah? – había dicho Karolyn, mirando el lugar que Hermione le había indicado – De seguro un desahogo del lago, o un animal, o...

- Uy no, ¿un animal? – había dicho Hermione, levantándose y agarrando sus cosas – ¡Rápido, agarra tus cosas! ¡Creo que hemos molestado el Calamar Gigante o las Sirenas!

A fin de cuentas las dos habían escapado del terrible animal. Hermione rió entre dientes recordando aquel susto y como habían corrido de miedo ella y Karolyn. Harry la miró con curiosidad preguntándose porque había reído sin razón.

- ¿De qué ríes? – preguntó curiosamente, en un susurro.

- No, nada... – dijo Hermione, sonrojándose al encontrar en su mirada el rostro perfecto y limpio de Harry. Esa mirada verde la intimidaba de morir.

*

La campana, después de media hora, sonó en todo el pasillo. A unos metros de distancia, en una de las clases, se encontraba saliendo el grupo de Slytherin de su clase de Encantamientos.

Karolyn estaba recogiendo sus cosas un tanto apresurada, porque tenía hambre y quería ir directamente al Gran Comedor. Las chicas de su casa se estaban ya alejando hacia la sala, y sólo una había quedado junto a ella: Laly.

Desde hacía un mes, ella y Karolyn no se habían hablado mucho ni se habían tratado. A Laly le daba fastidio el hecho de que Karolyn no sólo se alejara de ella, sino que al alejarse se juntara con una Gryffindor. El orgullo le había dolido rotundamente, y se había sentido abandonar al ser cambiada por una sangre sucia. De todos modos respetaba la decisión de Karolyn, pues, nunca se le había encariñado tanto como para sentir la falta.

Laly guardó sus cosas y en la puerta del salón esperó a Karolyn. Era típico en todos los alumnos de Hogwarts que, aún no llevandose bien, por respeto al compañero esperaran hasta lo último. Karolyn recogió sus cosas y saludó al profesor Flitwick, para luego encontrarse a Laly en la puerta.

- Gracias por esperarme – dijo, encaminándose por el pasillo hacia el Gran Comedor.

- De nada – dijo Laly, en suspirando cansada. Karolyn la miró.

- ¿Qué tienes? Te veo decaída.

- No... no es nada – dijo Laly bajando un poco la cabeza.

- ¿Segura? – Laly la miró con ojos aguados.

- Bueno... ¿Te recuerdas de Steve Nicholson, el chico que me gustaba? – susurró Laly, mientras caminaban. Karolyn asintió – Me he enterado que ha hecho "locuras" pasándose de la raya – Karolyn había ensanchado los ojos, Steve había parecido ser un chico agradable, no se imaganaba algo así.

- Oh... – dijo – ¿y no sabes con quién fue? – Laly miró hacia adelante, estrechando los puños.

- Se dice que con Cho Chang – dijo Laly, aguantando unas lágrimas tristes. Karolyn la detuvo, y Laly rompió en un llanto, tapándose la cara. Aunque Karolyn se había alejado de Laly por todo ese tiempo, siempre se había mantenido en "contacto" con ella, preguntándole de vez en cuando de su vida amorosa, y la chica siempre decía que soñaba muy de frecuente el chico, y que cuando lo veía sentía algo como dolor y alegría a la vez. Que cuando el chico le devolvía el saludo, sentía como se sonrojaba hasta la punta de los cabellos. Karolyn no podía entender muy bien el dolor de la amiga, ella nunca se había enamorado en serio. Laly la abrazó, desahogándose todo lo que podía, con las lágrimas que le brotaban de los ojos sin control.

- Que feo es el amor, Karolyn – sollozó Laly, hundiéndose en el hombro de la amiga – no pensaba... no tenía idea de este sufrimiento... – Karolyn la apretó más, le daba la razón, el enamorarse era un peso de encima en más donde por cierto se sufría inútilmente. Laly se despegó de ella, y se secó los ojos. La miró con agradecimiento, y Karolyn esboszó una sonrisa amistosa.

- ¿Comemos juntas? – dijo ésta última, indicándole la mesa de Slytherin. La chica asintió, encaminándose junto a Karolyn al Gran Comedor.

*

En la mesa de Gryffindor, nuestro famoso trío no se ocupaba de su hambre, sino que cada uno cumplía una cierta labor: Ron sólo se ocupaba de su Nimbus 2001, Hermione terminaba unos ejercicios de Interpretación de Runas Mágicas, y Harry leía la nota que Sirius le había mandado junto al regalo recibido esa mañana. La carta decía así:

Hola Harry;

Te preguntarás de seguro el porqué no te he escrito en estos últimos dos meses y medio. Lamento haberte preocupado, pero como te avisé la última vez, Remus y yo hemos tratado de contactar a Mundungus Fletcher, sin ningún éxito. El hecho es que no sólo a él y a Arabella Figg necesitamos para nuestro "proyecto", sino que mucha otra gente más necesita ser parte de él. Dumbledore nos ha ayudado bastante, pero él ya tiene muchos problemas con lo sucedido de hace dos meses en Hogwarts, y con el Ministerio. La situación ahora está mucho más crítica que en los otros años, Harry; desde que la noticia de el regreso de Voldemort se ha dibulgado por toda Europa, hemos tenido muchos más problemas con nuestro proyecto, aparte de esos extraños sucesos con los animales. Por eso, te pido paciencia, que pronto todo se aclarará.

                                                                                                Sirius

Pd: tal vez me aparezca por Hogwarts dentro de unos días. Manténme al tanto de todo.

Pd2: ¿ninguna noticia de la sortija?

Harry, al terminar de leer la carta, llamó la atención a Hermione, para que la leyera. Ésta que ya había terminado de hacer los ejercicios, leyó la carta y luego comentó.

- ¿Qué piensas decirle respecto a la sortija? – dijo Hermione empezando a comer otra vez.

- No tengo nada qué decir, él sabe que ya no la tengo... – dijo Harry empezando a comer también – pero ese tema del proyecto me ha interesado, ¿de qué se tratará? – Hermione frunció un poco el ceño.

- Tal vez están reuniendo gente para combatir a... a... bueno, a ese – susurró Hermione.

- ¿Voldemort? Sí, pero hay algo que no me cuadra. ¿Qué tiene que ver Mundungus Fletcher? Por cierto, ¿quién es?

- Boh, debe ser alguien muy importante del Ministerio – Harry ensanchó los ojos mirando a Hermione a la cara. Esta notó que la estaba fijando, y se sonrojó un poco.

- ¿Qu-qué, qué t-tengo? – balbuceó. Harry nobilitó su expresión del rostro.

- No nada – dijo sonriente – es que me parecía raro que Hermione la BELLA Sabelotodo no supiera quien fuese Fletcher – Hermione se sonrojó, ¿había Harry resaltado esa palabra? Sin decir nada regresó a su almuerzo, y Harry la imitó, pensando de haber actuado mal.

Por varios minutos todo en el Gran Comedor prosiguió normal, es decir, todos los alumnos hablaban entusiasmadamente sobre los regalos recibidos en el día, u otros temas de conversación.

- Nada podrá ganar a mi Anilorac 3020 – dijo Draco a Blaise, dándose aires – ya verá Potter cuando nos toque encontrarnos en un partido – guiñó con malicia, mientras comía. Karolyn estaba muy cerca de ellos dos, y oía la conversación.

- ¿Estás seguro, Draco? Mira que Potter es muy talentoso... – dijo Blaise un poco dudando. Draco lo miró incrédulo.

- Cierto Draco, ¿que no lo entiendes? Lo que vale es el jugador, no la escoba en donde va – dijo Karolyn, que estaba cerca de Blaise, entrometiéndose sin poder evitarlo. Laly, al lado suyo, empezó a prestar atención a la conversación, ya que podía de un momento a otro podía estallar otra discusión.

- ¿Quieres dejar de meterte en lo que no te importa, Karolyn? Nadie pidió tu opinión – dijo Draco viéndola con odio. Le molestaba tanto la gente que se metiera en lo que no debía.

- Oh, no me digas que te ofendiste – dijo Karolyn con sorpresa fingida. – Disculpa, no era mi intención decir indirectamente que no sirves como Buscador – Draco trató de ignorarla, inútilmente, ya que Blaise se estaba empezando a reir.

- Tú ni siquiera has visto un sólo juego de Quidditch en estos dos meses – dijo Draco arrastrando las palabras, con veneno en ellas. Karolyn se encogió de hombros.

- No me hace falta ver como juegas para saber que no sirves – murmuró Karolyn como si nada. Esa fue la gota que desbordó el vaso. Draco se paró de su silla, golpeando la mesa con las manos. Muchos Slytherins ahí cerca lo miraron. Karolyn lo miró sorprendida. El chico se dirigió donde ella, le tomó por un brazo y la miró a los ojos.

- Ven conmigo – susurró con odio en las palabras. Karolyn sólo ahora se dio cuenta de haber exagerado, y tenía miedo de lo que Draco podía hacerle o, mejor dicho, decirle. Se paró de la silla y siguiéndolo se dirigieron a las mazmorras.

Pero no pudieron proseguir mucho, que la voz de Dumbledore desde la mesa de los profesores se oyó en toda la sala. Así que los dos se tuvieron que detener, al igual que los demás se tuvieron que callar.

- Alumnos – empezó Dumbledore, con una sonrisa en los labios, y que raramente parecía forzada – hoy es el día en que todos los magos y brujas celebran su magia. Por eso hoy tengo muchas cosas que anunciarles – por unos segundos hubieron algunos murmullos de los alumnos, luego cesaron.

- Primero que todo, como ya dije, hoy es el día de brujas y por lo tanto, como regalo de parte de Hogwarts, tendrán toda la tarde libre – todos los alumnos aplaudieron felices. – Se aumentarán las horas del poder estar afuera en los jardínes, aunque se debrán de seguir obviamente las reglas.

- Segundo, quisiera anunciarles algo muy importante que todos los profesores y yo hemos preparado para este año. Decidimos experimentar algo nuevo, algo que la mayoría de todos ustedes apreciará. Y eso es que por este año, hasta previo aviso, artefactos muggles y demás se podrán utilizar con libertad, sin preocuparse de que no funcionarán – casi todos los alumnos quedaron pasmados, y en muchos puestos, sobretodos con los de primero, hubieron olas de "Aaahhhhh" porque las cosas muggles que habían traído, desde el inicio del año le habían funcionado. Karolyn entonces entendió el porqué de su reloj funcionaba, y el porqué después de unos días su agenda electronica volvió a prenderse.

- Silencio, silencio – tuvo que decir Dumbledore. – Veo que la noticia les ha gustado, y me alegro mucho porque también en base a eso dijimos en la lista de útiles de este año de traer ropa muggle lo más que se podía. Y no sólo... – los alumnos fijaron a Dumbledore esperando cualquier otra locura – en Febrero del próximo año habrá un baile de San Valentín, donde por primera vez en Hogwarts tendrán que vestir con ropa muggle de gala – todos miraron incrédulos a Dumbledore, y Harry pudo entender el porqué se pedía mucha ropa muggle y porqué no habían pedido túnica de gala. Se alegró por Ron, que justamente ese año había querido vestir como todo un muggle en la escuela.

- Bien – dijo Dumbledore después de unos segundos, aún de pié. – Ahora es cuando debo darles "la mala noticia" – todos miraron con preocupación repentina a Dumbledore, que había tomado un aire serio.

- Todos saben muy bien qué tipos de acontecimientos ha presenciado Hogwarts el año pasado – Harry sintió su corazón latir muy fuerte. – Saben muy bien que de la última prueba del Torneo Tres Magos se aprobó que el Señor Tenebroso había vuelto finalmente, y con más fuerzas que antes. Hoy en día no sabemos donde esté, ni qué esté haciendo ahora. Sólo sabemos que muchas cosas extrañas están pasando a nuestro alrededor. Primero que todo después de casi una semana, dos alumnos del cuarto año de Gryffindor fueron atacados en los jardínes de Hogwarts, inexplicablemente por unas lianas, que les causaron profundas heridas, y los hicieron llevar al hospital San Mungo. Después, en estos últimos dos meses, animales de toda raza, sobretodo de raza exótica, han sido atacados inexplicablemente por algún ser no identificado. Los campesinos, dueños de estos animales, dicen que todo lo que está sucediendo es a causa de una maldición, de algún espíritu; pero el problema es que ellos mismos desde siempre han protegido sus graneros y demás de cualquier maldición posible. Así que la única cosa que nos queda pensar es que sea... Voldemort – casi todos los alumnos inhalaron y mantuvieron el aire en su cuerpo, como temiendo de respirar.

Harry miró en la cara a Hermione, que había tomado un aspecto muy serio y que ahora fruncía el ceño, y a Ron, que de un momento a otro parecía doblar el tenedor que tenía en su mano izquierda, por el odio hacia Voldemort. Harry miró a los ojos a Dumbledore, y éste increíblemente, le devolvió la mirada. Harry pudo notar en ella, aunque estuviese un tanto lejos, el cansancio y la vejez del gran hombre. Pero también pudo notar... el miedo.

- Por esto quiero decirles – prosiguió Dumbledore, apartando la vista de Harry y viendo a toda la sala, que en un momento se calló – que se mantengan bien alerta. Hoy en día ya no podemos predecir lo que vendrá... así que no podemos hacer nada más que esperar – y con eso, concluyó el discurso. El Gran Comedor estalló en conversaciones alarmadas. El trío se miró. ¿Qué significaba todo aquello?

Karolyn estaba pálida con lo que acababa de decir Dumbledore. ¿Voldemort había vuelto? ¿Ya no había ningún lugar seguro en el mundo? ¿Ni Hogwarts estaba ya segura...?

De repente sintió que alguien le tocaba el hombro, y la despertaba de sus dudas. Era Draco, y luego se dio cuenta que estaban cerca de las puertas que dirigían fuera del Gran Comedor, para ir a las mazmorras. Lo siguió, y después de bajar escaleras y pasar por varios lados, llegaron a la sala común de Slytherin.

- Entonces – empezó Draco viendo a Karolyn fijamente. Ésta sólo veía hacia el suelo – ¿Cuál es tu problema? ¿Qué ganas fastidiándome?

- Nada... – murmuró Karolyn, sin verlo a los ojos. Aún pensaba al discurso de Dumbledore.

- ¿Entonces? ¿Por qué te metiste? – dijo Draco, sus ojos grises miraban la cara pálida de Karolyn, que continuaba a fijar el piso. Luego ésta subió la cabeza, miró hacia arriba y suspiró.

- Ay, me vino así por así, ¿está bien? – dijo haciendo andemán de irse, pero Draco la sostuvo de los brazos y la empujó a la pared que se encontraba detrás de ella.

- Nadie... ABSOLUTAMENTE NADIE... trata así a Draco Malfoy, ¿entendido? – dijo con veneno en las palabras y resaltando esas dos palabras. Karolyn lo miró asustada a los ojos. Esos ojos grises, tan fríos, tan lejanos, tan solitarios... ¿por qué la miraban tan intensamente? Karolyn podía como sentir algo de esos ojos... no era odio, no era aborrecimiento, no era desprecio... más bien era... ¿Decepción y enojo?

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tratas así? – dijo Karolyn mirandolo con sus ojos miel y frunciendo el ceño. Draco dejó de fruncir el suyo. – Sinceramente no sé qué te hice yo hace dos meses para que me trataras de este modo, ¿qué es lo que tienes?

- Si es por eso tú también me has tratado mal, Karolyn – dijo con razonamiento Draco. Karolyn no dejó de fruncir su ceño, más bien trató de liberarse de las manos de Draco que le apretaban los brazos.

- No como ahora lo estás haciendo tú – dijo, y Draco notó que estaba exagerando al apretar las manos, sin darse cuenta...

- De todos modos nunca hiciste nada para dejar de tratarnos de este modo – dijo Draco, sin soltarla.

- Ni tú – susurró Karolyn, con odio. Draco guiñó, y sin más que decir, la besó.

Karolyn no supo que hacer por esos breves segundos, sólo sentía los labios fríos del Slytherin en los suyos, ¿por qué estaba haciendo eso? Sin más que decir, logró separarse de él empujándolo con las manos, para luego imprimirle una cachetada en la mejilla.

- ¡Uysh! – fue lo único que articuló Karolyn, dirigiéndose muy rápidamente fuera de aquella sala común para regresar al Gran Comedor. Draco se sobó la mejilla bofeteada con, increíblemente, una especie de guiño divertido en el rostro.

- Ja, he sido cacheteado por dos mujeres en toda mi vida... genial... – dijo irónicamente, recordando también la cachetada que en su tercer curso había recibido por parte de Hermione.

*

Después del almuerzo, ya que las clases habían sido suspendidas, nuestro trío se encontraba sin hacer nada, aunque mucho en qué pensar. Estaban en la Sala Común de Gryffindor, todos con rostros muy preocupados.

- Harry, ¿entonces crees que sea posible que el que está causando todos esos problemas a los dueños de graneros, sea...?

- Pienso que si Dumbledore lo dijo es por algo – dijo Harry, viendo hacia la chimenea que Ron estaba encendiendo con magia. – Él no dice cosas así por así.

- Es verdad – dijo Ron, sentándose de nuevo – lo que también es probable es que lo de mi hermana y Colin lo haya causado quién-ustedes-saben – Hermione y Harry parecían muy pensativos.

- Pero, ¿por qué? ¿De qué le servía que ellos...?

- ¿Murieran? – preguntó Harry. Hermione asintió. – No lo sé...

- Tal vez... fue una advertencia – dijo Ron, un poco sombrío. Los tres se miraron. ¿Avertencia?

- ¿Piensas que quiere advertir que pronto se hará ver? – preguntó Hermione incrédula.

- Es posible – dijo Harry, parándose y empezando a caminar en círculos. – Tal vez dentro de poco volverá... volverá a atacar a alguien más... pero lo que no entiendo es porqué no me atacó directamente a mí.

- Tal vez nos estemos equivocando – dijo Ron después de razonar un poco. – ¿Se han olvidado de la sortija? – Harry y Hermione se miraron, luego miraron a Ron. Parecía muy convencido de lo que acababa de decir.

- ¿Qué tiene que ver la sortija? – preguntó Harry.

- Dices... ¿que la sortija tiene que ver en algo con todo esto? – murmuró Hermione. Ron asintió.

- ¡Pero si es imposible! – dijo Harry de un momento a otro – Esa sortija no la vemos desde antes de mi cumpleaños, y además, ¿qué podría hacer? No estamos seguros de que esa sortija tuviera algo que ver con Voldemort y...

- Harry – lo interrumpió Hermione – tú mismo nos contaste que esa sortija te hizo ver la Marca Tenebrosa. Además... ¿te recuerdas cuando yo empecé a decir cosas insulsas, aquella vez? ¿Que tenía la sortija en la mano? Tal vez la sortija haya hecho algo... además, es una gran coincidencia que la sortija se haya desaparecido de un momento a otro, sin dejar rastro.

Harry escuchaba con atención. Todo volvía. Todo cuadraba. ¿Posible que esa sortija sí tuviese algo que ver con Voldemort? ¿Posible que el Señor Tenebroso la hubiese hecho llegar a las manos de Harry, para luego retormarla...?

- Chicos, aquí está pasando algo muy raro. Las cosas en estos últimos dos meses han pasado muy normales y sin ningún inconveniente. Tampoco es normal que esa sortija haya aparecido y desaparecido como si nada.

- ¿Y dónde dejas a tus tíos? – dijo Hermione.

- Ellos también han cambiado – dijo Ron. Harry se dejó caer en un sillón, y apretó las manos.

- Tenemos que hacer algo cuanto antes, Harry – dijo Hermione acercándosele. – Sé que presientes que esta "paz" no durará por mucho, y que temes que algo malo nos pase a todos nosotros. Yo quiero investigar, Harry, estoy segura de que algo encontraré – Hermione se agachó enfrente de Harry y tomándole una mano entre las suyas. – Podemos trabajar todos juntos como una vez.

- Claro Harry – dijo Ron, con una sonrisa en el rostro – ha llegado la hora de mover las aguas – Harry sonrió ante sus amigos.

- Gracias chamos, saben que...

- Tin, tin... tin – se oyó el tintineo de algo proveniente de las escaleras. Harry se paró de la silla y se acercó. De colores plateado y dorado, ahí se encontraba la Sortija de Lumiruk.