VUELTA A LA NORMALIDAD
El sol se estaba poniendo. Sí. Realmente era hermoso. No había nada mejor como el hogar, como Japón.
El sol se escondía detrás de los árboles y parecía que con sus últimos rayos de luz, intentara despedirnos.
No importaba. Seguía haciendo calor pese que este, se retirara.
- Es un tiempo muy distinto al que hacía aquí cuando partí a Norte América. – espetó de repente un chico de unos 14 años. Un joven con una cara serena, alegre y sobretodo, despreocupada.
Este parecía acercarse donde se encontraba una bonita muchacha. Esta estaba sentada en el marco de una ventana que, al parecer, era de su habitación.
Esa chica era Anna Kyouyama.
- En cambio se parece un poco al que hacía allí, ¿no crees? – dijo finalmente el chico.
Ella le miró con arrogancia. Yoh enseguida se dio cuenta que esa mirada solo podía significar que molestaba allí en ese momento.
- Anna, Tamao me ha dicho que la cena está lista, baja antes de que se enfríe. – anunció el chico antes de cerrar la puerta corrediza.
Anna quedó mirando la puerta por donde había salido su prometido.
Su prometido....
Era por fin el Shaman King y ella, estaba orgullosa de ello. También sabía muy bien que Yoh no quería ese título para complacerla, sino, por otros motivos, pero, aun así, se sentía feliz de que lo hubiera conseguido.
Sí. Ella le motivó. Yoh Asakura es un ser despreocupado y que busca su propia tranquilidad. Quizás sin la insistencia de Anna, Yoh no habría conseguido llegar tan lejos.
Anna miró de nuevo por la ventana. Todo era tan tranquilo ahora....
La pensión Asakura no estaba situada en ningún punto que tuviera mucho bullicio, era más bien, un lugar tranquilo...muy tranquilo.
- Menos cuando sus amigos andan por aquí... – pensó Anna.
Debía acostumbrarse de nuevo a esa apacible tranquilidad.
Hacía ya una semana que habían vuelto de Norte América, pero, esa semana, no habían sido nada tranquilas.
Como aun estaban por allí, Horo Horo y demás amigos, Yoh andaba de un lugar hacía otro, corriendo, invitándoles a casa, armando escándalo...ese escándalo que tanto odiaba la sacerdotisa...Pero ahora cada uno regresaba a sus respectivos hogares.
Tamao, la última que faltaba por marchar, se iba mañana hacia Izumo, para seguir con su entrenamiento.
Quedaría a solas con Yoh...
Que bien sonaban esas palabras. Estar a solas con su prometido...
- No tener que ocultar mi felicidad al verle sonreír...- murmuró ella.
Pensar eso, solo imaginándolo, hacía que ella, se sintiera feliz.
- Señorita Anna, baje a cenar por favor – Tamao le llamaba.
Anna se presentó en la cocina y se sentó en su respectiva silla a un lado de Tamao, teniendo a Yoh en frente.
Este, comía sin ninguna educación. Estaba realmente hambriento. Anna le miró por un momento y suspiró.
- Bueno, les he preparado esta cena para despedirnos. – anunció Tamao.
- Es verdad, mañana vuelves a Izumo. – contestó el shaman.
- Sí – Tamao bajó la cabeza triste. Ella quería quedarse...con Yoh...pero debía regresar.
- Puedes quedarte si quieres. – dijo finalmente Anna mirando su comida.
- Gracias señorita Anna pero, debo continuar con mi entrenamiento.
- Bueno, sabes que eres bien recibida aquí para cuando quieras venir – concluyó Yoh sonriendo como de costumbre.
Tamao, se sonrojó.
- Gra-gracias joven Yoh – dijo intentando esconder su sonrojo.
Anna se levantó de su silla mientras Yoh y Tamao la observaban.
- ¿Tan pronto te vas a dormir? – preguntó su prometido.
- Estoy cansada – respondió ella secamente.
Ambos que quedaban allí miraron como la sacerdotisa, marchaba de la habitación.
- Bueno, Tamao, será mejor que también vayamos a descansar.
- Claro – le sonrió ella.
Tamao se dirigió a su habitación, triste, puesto que sería la última noche que pasaría allí.
Yoh, también se dirigió a la suya. No tenía sueño, pero no había otra cosa que hacer. Así que, se dispuso a mirar las estrellas desde su ventana.
- ¿Eh? – gimió este. Anna se encontraba en el jardín, contemplando, también, las estrellas.
Era una noche preciosa. Miles de puntitos relucientes relucían en el firmamento.
- Son hermosas, ¿verdad?
La chica miró a la persona de la que procedía esa voz, aunque de antemano, sabía quien era.
Yoh, sin otra cosa que hacer, se sentó a su lado.
- Hace buen día, no hay nubes – contestó ella retornando su mirada a esos puntitos brillantes.
- Sí, es verdad – respondió él, también mirando al amplio manto negro que había sobre ellos.
Reinó el silencio. Pero no era un silencio pesado, todo lo contrario. Ambos estaban tranquilos observando el cielo, y cada una de sus partes.
- No sabía que te gustara observar las estrellas – habló finalmente Yoh.
- Simplemente relaja, además, hay muchas cosas que no sabes de mí. –respondió ella fríamente.
Yoh, se dio cuenta en ese momento que, pese a vivir bajo el mismo techo, nunca habían hablado como lo hacía con sus amigos, y por supuesto, no habían tenido oportunidad de conocerse a fondo.
- Bueno, ya vuelve todo a la normalidad...- prosiguió el chico.
- Menos mal, estoy harta de tus amigos. – dijo ella.
- No son malos chicos, ya lo sabes.
- Destrozan todo y además, son muchos, más sus espíritus acompañantes. – finalmente, Anna suspiró.
Yoh la miró de reojo. Quizás tenía razón. Ahí también vivía Anna, y sabía perfectamente que a ella no le hacía gracia que hubiera tanta gente en la casa. Pero, aun así, él siempre invitaba a sus amigos...en ese instante, Yoh, se dio cuenta que quizás, nunca se había parado a pensar, en Anna....
- Se hace tarde, mejor que nos vayamos a dormir – dijo Anna levantándose.
- Anna...
- ¿Hum? – esta se giró hacia su prometido de nuevo.
Yoh no le miraba. Tampoco miraba al cielo. Su mirada estaba totalmente perdida en el horizonte.
- Me he convertido...en el rey de los Shamanes...he podido realizar mi sueño, estás...¿orgullosa? – preguntó él, tímidamente y sin dejar de mirar a aquél lejano horizonte.
- No ganaste el torneo, solo te convertiste en el rey de los Shamanes por derrotar a Hao. – contestó Anna muy franca.
A Yoh no le gustó esa respuesta. En absoluto. Él, que había luchado por ganar, se había esforzado, daba todo lo que podía y más...y ella, aun así, ¿no estaba contenta?
Su mirada seguía clavada en el mismo punto, pero, él, ya no se mostraba tan firme como al principio. Le había dolido su respuesta, por eso, no contestó.
Anna le dio la espalda y una pequeña sonrisa, se marcó en sus labios.
- Puede ser que lo del torneo esté en duda pero, eras el único capaz de derrotar a Hao, y lo hiciste, felicidades Yoh.
Este abrió un poco los ojos y la miró. Aunque ella estuviera de espaldas, podía verle un poco el rostro, y en él, contemplar, la sonrisa que había depositado Anna.
Ella era así. Nunca era clara, pero él, la entendía y sabía que lo que le acababa de decir significaba que sí estaba orgulloso de él. Por fin, su amiga de la infancia y prometida...estaba orgulloso de él.
Las estrellas seguían brillando. Su luz era capaz de iluminar los más oscuros y apagados corazones.
Anna, entró en la casa, mientras, su prometido, miraba las estrellas sonriente, alegre, sabiendo que, tenía un futuro por delante.
_______________________________
Nota de la autora: No, no es el final xD este es un intento de hacer un fic de Shaman de bastantes capítulos, de esos que me gustan a mi de celos, sufrimiento, amor, lemon...*O* rulean! xD
La acción se situa nada más regresar de Norte América, es decir, tienen la misma edad que en el anime, ok???
Pues nada, mi segundo fic de Mankin aquí empieza, dejen review con opiniones, buenas, malas o como sea, yo las recibo todas ^^
Atte
~Miaka Asakura~
El sol se estaba poniendo. Sí. Realmente era hermoso. No había nada mejor como el hogar, como Japón.
El sol se escondía detrás de los árboles y parecía que con sus últimos rayos de luz, intentara despedirnos.
No importaba. Seguía haciendo calor pese que este, se retirara.
- Es un tiempo muy distinto al que hacía aquí cuando partí a Norte América. – espetó de repente un chico de unos 14 años. Un joven con una cara serena, alegre y sobretodo, despreocupada.
Este parecía acercarse donde se encontraba una bonita muchacha. Esta estaba sentada en el marco de una ventana que, al parecer, era de su habitación.
Esa chica era Anna Kyouyama.
- En cambio se parece un poco al que hacía allí, ¿no crees? – dijo finalmente el chico.
Ella le miró con arrogancia. Yoh enseguida se dio cuenta que esa mirada solo podía significar que molestaba allí en ese momento.
- Anna, Tamao me ha dicho que la cena está lista, baja antes de que se enfríe. – anunció el chico antes de cerrar la puerta corrediza.
Anna quedó mirando la puerta por donde había salido su prometido.
Su prometido....
Era por fin el Shaman King y ella, estaba orgullosa de ello. También sabía muy bien que Yoh no quería ese título para complacerla, sino, por otros motivos, pero, aun así, se sentía feliz de que lo hubiera conseguido.
Sí. Ella le motivó. Yoh Asakura es un ser despreocupado y que busca su propia tranquilidad. Quizás sin la insistencia de Anna, Yoh no habría conseguido llegar tan lejos.
Anna miró de nuevo por la ventana. Todo era tan tranquilo ahora....
La pensión Asakura no estaba situada en ningún punto que tuviera mucho bullicio, era más bien, un lugar tranquilo...muy tranquilo.
- Menos cuando sus amigos andan por aquí... – pensó Anna.
Debía acostumbrarse de nuevo a esa apacible tranquilidad.
Hacía ya una semana que habían vuelto de Norte América, pero, esa semana, no habían sido nada tranquilas.
Como aun estaban por allí, Horo Horo y demás amigos, Yoh andaba de un lugar hacía otro, corriendo, invitándoles a casa, armando escándalo...ese escándalo que tanto odiaba la sacerdotisa...Pero ahora cada uno regresaba a sus respectivos hogares.
Tamao, la última que faltaba por marchar, se iba mañana hacia Izumo, para seguir con su entrenamiento.
Quedaría a solas con Yoh...
Que bien sonaban esas palabras. Estar a solas con su prometido...
- No tener que ocultar mi felicidad al verle sonreír...- murmuró ella.
Pensar eso, solo imaginándolo, hacía que ella, se sintiera feliz.
- Señorita Anna, baje a cenar por favor – Tamao le llamaba.
Anna se presentó en la cocina y se sentó en su respectiva silla a un lado de Tamao, teniendo a Yoh en frente.
Este, comía sin ninguna educación. Estaba realmente hambriento. Anna le miró por un momento y suspiró.
- Bueno, les he preparado esta cena para despedirnos. – anunció Tamao.
- Es verdad, mañana vuelves a Izumo. – contestó el shaman.
- Sí – Tamao bajó la cabeza triste. Ella quería quedarse...con Yoh...pero debía regresar.
- Puedes quedarte si quieres. – dijo finalmente Anna mirando su comida.
- Gracias señorita Anna pero, debo continuar con mi entrenamiento.
- Bueno, sabes que eres bien recibida aquí para cuando quieras venir – concluyó Yoh sonriendo como de costumbre.
Tamao, se sonrojó.
- Gra-gracias joven Yoh – dijo intentando esconder su sonrojo.
Anna se levantó de su silla mientras Yoh y Tamao la observaban.
- ¿Tan pronto te vas a dormir? – preguntó su prometido.
- Estoy cansada – respondió ella secamente.
Ambos que quedaban allí miraron como la sacerdotisa, marchaba de la habitación.
- Bueno, Tamao, será mejor que también vayamos a descansar.
- Claro – le sonrió ella.
Tamao se dirigió a su habitación, triste, puesto que sería la última noche que pasaría allí.
Yoh, también se dirigió a la suya. No tenía sueño, pero no había otra cosa que hacer. Así que, se dispuso a mirar las estrellas desde su ventana.
- ¿Eh? – gimió este. Anna se encontraba en el jardín, contemplando, también, las estrellas.
Era una noche preciosa. Miles de puntitos relucientes relucían en el firmamento.
- Son hermosas, ¿verdad?
La chica miró a la persona de la que procedía esa voz, aunque de antemano, sabía quien era.
Yoh, sin otra cosa que hacer, se sentó a su lado.
- Hace buen día, no hay nubes – contestó ella retornando su mirada a esos puntitos brillantes.
- Sí, es verdad – respondió él, también mirando al amplio manto negro que había sobre ellos.
Reinó el silencio. Pero no era un silencio pesado, todo lo contrario. Ambos estaban tranquilos observando el cielo, y cada una de sus partes.
- No sabía que te gustara observar las estrellas – habló finalmente Yoh.
- Simplemente relaja, además, hay muchas cosas que no sabes de mí. –respondió ella fríamente.
Yoh, se dio cuenta en ese momento que, pese a vivir bajo el mismo techo, nunca habían hablado como lo hacía con sus amigos, y por supuesto, no habían tenido oportunidad de conocerse a fondo.
- Bueno, ya vuelve todo a la normalidad...- prosiguió el chico.
- Menos mal, estoy harta de tus amigos. – dijo ella.
- No son malos chicos, ya lo sabes.
- Destrozan todo y además, son muchos, más sus espíritus acompañantes. – finalmente, Anna suspiró.
Yoh la miró de reojo. Quizás tenía razón. Ahí también vivía Anna, y sabía perfectamente que a ella no le hacía gracia que hubiera tanta gente en la casa. Pero, aun así, él siempre invitaba a sus amigos...en ese instante, Yoh, se dio cuenta que quizás, nunca se había parado a pensar, en Anna....
- Se hace tarde, mejor que nos vayamos a dormir – dijo Anna levantándose.
- Anna...
- ¿Hum? – esta se giró hacia su prometido de nuevo.
Yoh no le miraba. Tampoco miraba al cielo. Su mirada estaba totalmente perdida en el horizonte.
- Me he convertido...en el rey de los Shamanes...he podido realizar mi sueño, estás...¿orgullosa? – preguntó él, tímidamente y sin dejar de mirar a aquél lejano horizonte.
- No ganaste el torneo, solo te convertiste en el rey de los Shamanes por derrotar a Hao. – contestó Anna muy franca.
A Yoh no le gustó esa respuesta. En absoluto. Él, que había luchado por ganar, se había esforzado, daba todo lo que podía y más...y ella, aun así, ¿no estaba contenta?
Su mirada seguía clavada en el mismo punto, pero, él, ya no se mostraba tan firme como al principio. Le había dolido su respuesta, por eso, no contestó.
Anna le dio la espalda y una pequeña sonrisa, se marcó en sus labios.
- Puede ser que lo del torneo esté en duda pero, eras el único capaz de derrotar a Hao, y lo hiciste, felicidades Yoh.
Este abrió un poco los ojos y la miró. Aunque ella estuviera de espaldas, podía verle un poco el rostro, y en él, contemplar, la sonrisa que había depositado Anna.
Ella era así. Nunca era clara, pero él, la entendía y sabía que lo que le acababa de decir significaba que sí estaba orgulloso de él. Por fin, su amiga de la infancia y prometida...estaba orgulloso de él.
Las estrellas seguían brillando. Su luz era capaz de iluminar los más oscuros y apagados corazones.
Anna, entró en la casa, mientras, su prometido, miraba las estrellas sonriente, alegre, sabiendo que, tenía un futuro por delante.
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Nota de la autora: No, no es el final xD este es un intento de hacer un fic de Shaman de bastantes capítulos, de esos que me gustan a mi de celos, sufrimiento, amor, lemon...*O* rulean! xD
La acción se situa nada más regresar de Norte América, es decir, tienen la misma edad que en el anime, ok???
Pues nada, mi segundo fic de Mankin aquí empieza, dejen review con opiniones, buenas, malas o como sea, yo las recibo todas ^^
Atte
~Miaka Asakura~
