P R O M E S A S
Capitulo III
Distraído, toque mi mejilla, sonriendo.
"¿Señor Hao?"
pregunto Opacho. Mirándome de forma extraña.
Sonreí. "¿Qué
tienen las mujeres que no puedo comprender? ¿Por qué son tan sentimentales?
¿Por qué pueden ser tan tercas?" Baje mi vista y mire el
pedazo de pan que Opaco y yo compartíamos. "¿Quien instruyo
a Yoh para sobrevivir a alguien como ella? Ella es todo un laberinto."
"¿Por qué
esta tan confundido el Señor Hao?"
"Mi cuñada"
Mordí mi pan aun pensando profundamente. "Mi hermano se ha ido,
y ninguna lagrima en el mundo puede traerlo de vuelta. ¿Entonces... porque
sigue llorando su muerte? Ya han pasado varios días."
"Tal vez, el Señor
Hao no deba preocuparse mas por ella."
Sonreí levemente. "No
pudo decepcionar a Yoh." Termine mi comida y me levante. "Voy a verla
de nuevo."
"¿Y a ser abofeteado
de nuevo, Señor Hao?"
"Si, y a ser abofeteado
de nuevo, Opacho." Le dije sonriendo. "Como sea, no seré muy
compasivo esta vez."
"Señor Hao, tal
vez debería cambiar su estrategia." Sugirió mi sirviente.
"¿Hmm?" Mire
a Opacho con curiosidad. "Dime que tienes en mente."
"El Señor Hao, tal
vez debería compadecerla en lugar de provocarla."
"Anna es muy lista. Se
dará cuenta de mi insinceridad."
"Pero al ayudarla... ¿el
Señor Hao no es sincero?"
Hice una pausa, luego me encogí
de hombros. "No lo se... pero de una cosa estoy seguro. Estoy muy aburrido,
y necesito hacer algo. Visitarla es suficiente. Lo hago por eso, y por mi hermano."
Estaba de regreso en la casa de los Asakura, y para mi diversión, Yohmei
hacia guardia en la puerta, parecía estarme esperando.
"¿Qué planeas
hacer con Anna?" Me pregunto con el ceño fruncido.
Le sonreí. "Así
que, ¿aun no me crees? Yoh pidió que me hiciera cargo de ella."
"No trates de hacer nada
gracioso, Hao."
"No haré nada que
no la haga reír. Tienes mi palabra." Entonces, me dirigí
a su habitación.
Igual que el día anterior,
la encontré en su silla de ruedas, mirando la fotografía de Yoh.
Sentí que algo me apretaba por dentro. ¿Por qué cuando
yo muera, nadie me extrañaría de esa forma? ¿Seré
acaso tan malvado? ¿Tan odiado?
Al sentir mi presencia, se volteo
hacia mí. Sus ojos... había estado llorando. "No de nuevo."
Reí. "Si, aquí
estoy de nuevo." Me di cuenta que aun no había tocado su desayuno,
el cual yacía sobre su mesa."Veo
que aun te comportas como una mocosa."
Exhalo bruscamente. "No
tengo hambre."
La ignore. Tome la bandeja y mordí un panecillo. "Hmm... parece que la rosada se esforzó mucho en hacer esto.
¡Están deliciosos!"
Tome el jugo de naranja que había en el vaso. Lo olí, luego sonreí.
"Recién exprimidas. Me pregunto a que hora se habrá levantado
Kino a exprimir las mejores naranjas para ti."
Se mordía los labios,
mientras miraba a otro lado.
"Bueno, es una pena que se desperdicien, parece que tendré que comérmelos." Le di otra mordida a los panecillos.
"Hmm... los cocineros de
aquí podrían dejar en ridículo a los restaurantes del pueblo.
No solo porque están súper-deliciosos, sino porque ponen mucho
cuidado en prepararlos." Le volví a sonreír, mientras ella
miraba la bandeja de comida. Sus ojos temblaban. De repente, acerco su silla
hacia mí, para alcanzar un panecillo. Pretendí mirar hacia la
ventana, y disfrute el paisaje mientras ella terminaba el resto de los panecillos.
Me di cuenta que desde la puerta,
Yohmei y Kino me observaban, asombrados. Después de varios días,
Anna estaba comiendo de nuevo.
"Volveré de nuevo mañana, a ver como sigues," le dije
cuando me disponía a salir. No contestó. Sus ojos estaban perdidos
mirando el panorama por la ventana. Sonreí nuevamente, y salí
de la habitación sin hacer ruido.
Me encontré a Mikihisa
en el pasillo. Se veía bien gracioso con su mascara de ave. "¡Hey,
otoo-san!" Lo salude sarcásticamente.
"¡Cállate!"
Cruzo sus manos frente su pecho. "Kino y yo solo queríamos agradecerte
por lo que hiciste. Hiciste comer a Anna."
"Solo hago mi trabajo."
Me encogí de hombros, como si no fuera la gran cosa.
"Esta muy deprimida por
lo que paso... se a preocupado por Yoh desde su niñez... por eso, debes
entender porqué es tan difícil para ella." Dijo con suavidad.
Comenzaba a sentirme incomodo
por el tema. Sonreí despreocupado. "Las personas viene y se van,
es parte de la vida."
"Es cierto. Pero hay veces
que las personas vienen y se quedan un rato, conmueven nuestras vidas, y nunca
podemos olvidarlas. Eso es lo que le pasa a Anna en estos momentos."
"Tonterías, las
emociones debilitan el corazón humano."
"Pensaras de forma diferente
dentro de un tiempo. Lo que Yoh hizo por Anna, protegerla hasta el final...
es una fuerza sorprendente, Hao Asakura. Y esa fuerza viene del corazón
humano... de las mismas emociones que tú ridiculizas, viene del amor."
Mikihisa observo como me alejaba.
"Algún día lo entenderás, Hao, o serás un hombre
incompleto. Algunas cosas son más poderosas que tu Espíritu de
Fuego. ¿No aprendiste tu lección en el torneo de shamanes?"
Pretendí no haberlo escuchado.
No, no permitiría que sus palabras me preocupen. Los humanos son débiles,
y sus corazones aun mas. El amor conduce a la destrucción, Yoh murió
por amor, y Anna esta sufriendo por amor.
No pretendo ser otra victima
de esa estupidez.
El día siguiente, estaba de camino a la casa Asakura cuando note un tumulto
de niños al otro lado de la calle. Estaba a punto de ignorarlos, cuando
escuche un suave llanto. Eso me conmovió - hasta shamanes como yo somos
vulnerables a los niños.
Vi un par de gatitos, los cuales
no aparentaban tener más de una semana de vida, los cuales lloraban por
su madre - quizás arrollada por un vehículo. Chasquee mi lengua
- solo por la imprudencia de algún conductor, una vida había sido
arrebatada. Una vez más, mis creencias sobre la inferioridad humana fueron
reforzadas.
Vi a uno de los pequeños
lamer la cara inmóvil de su madre, como tratando de despertarla.
"Penoso," pensé. Entonces recordé a Anna, y una idea
se formulo en mi cabeza.
Todas las personas de la casa Asakura me miraban boquiabiertos. Yohmei no dijo
nada cuando abrí la puerta del aposento de Anna, entonces la cerré
al entrar.
Anna se voltio hacia mi de manera
fría, como siempre, pero se detuvo cuando vio lo que sostenía.
Una canasta de peludos gatitos blancos y marrones. Y conmigo sosteniendo la
canasta, era una escena digna de recordar.
"Los encontré camino
a casa," dije indiferentemente, colocándolos sobre la mesa. "Su
madre fue atropellada por algún conductor desconsiderado, y sabia que
si los dejaba en las calles, no podrían sobrevivir. Por eso los traje
aquí. Se que podrías hacerte cargo de ellos."
Miraba detenidamente al más
juguetón, marrón y pequeño gatito. Para complacerla, lo
levante y se lo entregué. El gato comenzó a llorar, y rápidamente
Anna lo coloco en su cuello, acariciándolo.
Tuve que sonreír por
la escena. "Olvide preguntarte si tienes antecedentes de asma."
Volteo hacia mí por un
momento. Luego negó con la cabeza.
Me arrodille y tome el gato
blanco. "Ok, cada uno tendrá el suyo."
Afirmo con la cabeza. El gatito
que ella sostenía ya se había tranquilizado. "Lo llamare
'Browny'."
Sentí gotitas en mi frente.
"¿No es un nombre de cachorros?"
"No me importa."
"Entonces, el mío
se llamara 'Shirayuki'."
"No sabia que eras un fanático
de Disney."
Levante al gatito. "Piel
blanca como la nieve, Blanca nieves."
Su boca se curveó. "Oh,
Ok." Acaricio su gato, y luego miro el que yo sostenía - el cual
era mucho mas educado queBrowny.
"¿Puedo cargar a Shirayuki-hime también?"
"Naturalmente." Cuidadosamente
le entregué el gato blanco, y lo abrazo contra su pecho, sus dedos acariciaban
su piel.
Sonreí orgulloso. Debí
haber pensado anteriormente en los efectos terapéuticos de los animales.
Bueno, de todas formas, me sentía contento de que sostuviera otra cosa
a parte de la fotografía de mi hermano.
"Arigatou..."
Parpadeé, entonces me
gire hacia ella. No me estaba mirando - pero no había nadie más
en la habitación, a menos que los gatitos pudieran hablar...
"De nada," le dije.
Fije la mirada en las criaturas que dormían en su pecho. "Criaturas
con suerte," dije fingiendo envidia.
Me miro ferozmente, pero para
variar, no me dijo nada, creo que no deseaba despertar a los pequeños.
Esa noche, Opacho observaba mientras yo alimentaba a Shirayuki con pan y leche.
"¿Porque Señor
Hao decidió tener un gato de repente?" pregunto Opacho.
"Vamos, no seas celoso.
Aun eres mi mascota favorita." Sonreí, luego observe el gatito blanco.
Acaricié su pequeña cabeza con mis dedos, aun sintiendo aquella
sonrisa en mi cara.
Tal vez, el animal también hacia su terapia en mí. Entonces recordé a Anna, y concluí que también hacia maravillas con mi aburrimiento.
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Hasta aquí el Cap.3 tratare
de subir el 4 rápidamente... hasta entonces...
Gracias por sus Reviews...
