P R O M E S A S

Capitulo V

Me senté en una roca, y observe como inestablemente, Anna caminaba hacia mí, sosteniéndose de la pared para no caerse.

"¿No puedes ir más rápido?" Le pregunte, aun sabiendo cual seria su reacción.

No me equivocaba. Me miró furiosa.

"Sabes bien... que deje la silla de ruedas hace solo una semana," me dijo. Sus piernas aun están lastimadas, lo sé. Es solo que no puedo resistir hacerla enojar de ves en cuando - su manifestación de enojo me parece imponentemente hermosa.

Shirayuki-hime corrió a su lado, seguido por un hiperactivo y más energético Brownie. Sonreí cuando vi que sus ojos se suavizaron. Esas criaturas eran su punto débil.

"Hai, comerán en un momento, solo esperen un poco mas," dijo. Volvió a fijar su atención en los aproximadamente cinco metros que habian entre nosotros. Sus pasos eran ligeros, un poco temblorosos, pero muy determinados.

Han pasado dos meses desde que la rete a vivir y ser fuerte por mi hermano. Y si debo decirlo, a sabido sobrellevarlo muy bien. Los demás habitantes me han dicho que lentamente esta regresando a la normalidad, incluso, en ocasiones se sienta a comer con ellos. Incluso puede recibir a los amigos de Yoh sin estallar en lagrimas. Nunca me dicen nada, pero puedo sentir cuando me miran y ocasionalmente me sonríen.

No llevo la cuenta de los días que pasan - siempre me pierdo en los momentos en que estoy con ella. Como sea, me guio por el crecimiento de Shirayuki-hime y Brownie y en los pequeños progresos en Anna.

"Tu cabello a crecido un poco," le dije de forma inesperada, alarmando un poco a la Itako. Inconscientemente, tocó las puntas de su dorado cabello. Le sonreí. "No lo cortes más. Me gusta así - hace tu feminidad más delicada."

Para mi diversión, un tono rosa apareció en sus mejillas. Mi hermano nunca fue demostrativo con respecto a su admiración por la belleza de la Itako, eso explicaba sus reacciones cada ves que recibía un cumplido.

"¡No lo deje crecer para complacerte!" Respondió bruscamente, entonces continuo con su labor de llegar hasta mí. Ahora debía dejar de sostenerse en la pared - no tenia soporte en el espacio que quedaba entre nosotros - para llegar a mí.

Minutos mas tarde, cayo a mis pies, aliviada por haber llegado a su destino.

"Eso fue satisfactorio," le dije, mirando al cielo. "Pero debes acelerar el paso."

"Me ayudas a caminar, no a correr un maratón." Me respondió.

Hice una pausa, luego reí abiertamente. "Es cierto, es que me aburriste bastante." Por supuesto, era una mentira. El observar cada uno de sus delicados movimientos era todo, menos aburrido. Pero quería molestarla de nuevo.

Y no me decepcionó. Sus ojos lanzaban chispas de furia. "¡Entonces no deberías hacer esto! ¡Puedo volver a caminar sin tu ayuda! ¡No tienes que seguir preocupándote por mí!"

Reí entre dientes. "Tu sentido del humor carece de humor."

Sus cejas se arquearon. "Habla para ti." Se esforzó en levantarse, sosteniéndose en la roca en la que yo estaba sentado, y rechazando la mano que le ofrecía.

Con deleite, comencé a reír. "De la forma en que te apoyas en la roca que estoy sentado, podrías terminar tocando otra cosa."

Su cara se enrojesió. "¡Maldito!" Y finalmente, termino aceptando la mano que le ofrecía.

Al llegar a la casa Asakura, encontramos a Ren Tao sentado pacientemente en la sala. Cuando alcanzo a ver a Anna, se levanto rápidamente.

La Itako afirmó con la cabeza, y ambos se sentaron. Yo me quede en la sala, pretendiendo mirar hacia otra parte. Ren me miró, pero sabiendo que no me iría, volvió a mirar a mi cuñada. "Anna, mi hermana quiere invitarte a nuestro pueblo natal, en china," comenzó a decir.

Ella iba a comenzar a hablar cuando el la interrumpió. "No te preocupes por el viaje. Nuestro avión privado puede llevarnos y traernos de vuelta, y pediré a Fausto que nos acompañe para tu seguridad medica."

Bajó su mirada hacia sus piernas. "Han pasado dos meses desde su muerte... no creo estar lista para unas vacaciones."

"¿Y cuando estarás lista?" le preguntó.

"Vuelve dentro de dos décadas," le dije.

"¡Cállate!" me gritó Anna, causando el asombro de Ren. Y mas aún cuando la obedecí.

"Por favor, dile a tu hermana que le agradezco la invitación... pero no ahora... tal vez algún dia, pero no ahora," le dijo débilmente.

Luche contra mi deseo de reír. Sabia que estaba en lo correcto cuando dije que dentro de dos décadas.

Hice una pausa cuando Ren la tomo de la mano. "Entiendo, y nee-san entenderá también. Estoy contento de que puedas caminar sin la silla de ruedas."

Sonrió un poco y afirmo con la cabeza. "Yo también."

De repente me dirigí hacia la Itako y la levanté de la silla toscamente. Dejó escapar un quejido.

"¡¿Qué diablos crees que haces?!" gritó Ren, refiriéndose a mi rudeza.

"Es hora de su baño," le dije al chino, sonriéndole sarcásticamente. "Tengo muchos deberes y mejor empiezo ya con este."

"¡¡¿Bañarme?!!" No pudo decir nada mas por ya la llevaba en brazos fuera de la sala.

"¡¿Estas loco?!" me gritó, tratando de romper mis tímpanos. "¡Tu nunca me bañas! ¿qué estabas pensando al dar a entender que somos tan íntimos?"

"Nada," me reí entre dientes. "Solo creí que debía decirlo."

"¡Maldito! ¡¿Qué crees que pensaran los amigos de Yoh de nosotros?! ¡¡De mí!!" Respondio bruscamente.

"¿Qué eres una mujer muy higiénica que se baña todos los días?" traté de adivinar, con mis labios curveados.

"¡Maldición! Esto no es divertido," dijo en un chirrido. "Yoh murió hace poco, y aquí estoy yo, intimidando con su hermano, la misma persona que casi lo mata."

Mi sonrisa desapareció. La deposité en el suelo, de pié. Se balanceó un poco, pero la estabilicé con mis manos. "Nunca vuelvas a mencionar eso, ¿entiendes?" le pregunte lentamente, mirándola a los ojos.

Evitó mi mirada. "La verdad duele, ¿no?"

"No te imaginas cuento. Pero de todas formas, no es de tu incumbencia." Le respondí.

Me miró fijamente. "Interrumpiste mi pacifica existencia, luego te metiste en mi vida, luego comenzaste a decirme lo que debo hacer. Soy de tu incumbencia pero tu no lo eres para mi. ¿Qué dices a eso?"

"Dejare que también te incumba mi vida, pero primero, deberás casarte conmigo."

Sus ojos se sobresaltaron, y automáticamente, su mano abofeteo mi cara. Toqué mi mejilla, luego le sonreí. "¿Debo recordarte lo que te había dicho antes, querida?"

"¿Qué-?"

Tomé la mano que me abofeteó, y la coloque cerca de mi. "Que la próxima vez que hicieras eso, te castigaría a mi propio modo," le dije en voz baja.

Sentí la tensión de su cuerpo a traves de sus manos. "Déjame adivinar... ya e visto esto en las películas... ¿vas a besarme?" su voz temblaba, pero con coraje me volvió a mirar, haciéndome entender que ningún beso la castigaría.

"Peor," le dije acercándome a sus oídos. "Haré que laves mi ropa, incluyendo mi ropa interior." De repente la solté, pera comenzar a quitarme la ropa.

"¡Qu- Detente!" me gritó. No me moleste en escucharla. Mi capa estaba en el suelo, y me encontraba desabrochando mis pantalones.

"H-Hao," gritó desesperada. "¡L-Lo siento!"

Me detuve cuando estaba a punto de bajarme los pantalones. "¿Que dijiste?"

"L-Lo siento..."

"No, mi nombre... dilo de nuevo."

Sus mejillas se tornaron rojas, y miró al piso. "No..."

"Hazlo," y diciendo esto, coloque mis manos en los pantalones.

Sus ojos se ensancharon. Luego volvió a mirar hacia el piso. "H-Hao..."

Sentí que mis labios se curvearon, seguidos de una muy agradecida sonrisa. Comencé a abrocharme los pantalones de nuevo. "Tienes esa extraña forma de decir mi nombre, la cual lo hace sonar como una melodía. Gracias, Anna." Tomé la manta que yacia en mis pies. "Estas perdonada, mientras me siguas llamando por mi nombre."

Nuestra conversación fue interrumpida con la presencia de Kino, la cual traía a Shirayuki-hime y Brownie con ella. "Sus mascotas se estan quejando por el hambre. Ya deben alimentarlas." La señora no se molesto en preguntar por que una muy sonrojada Anna estaba sentada en el suelo, mientras yo me apresuraba en colocarme mi capa.

"Señor Hao parece estar feliz," dijo Opacho, mientras nos encontrábamos recostados en la hierba, mirando las estrellas.

"¿Es tan obvio?" le pregunté, sonriendo suavemente. A mi lado, Shirayuki estaba recostado en mi brazo, durmiendo. Debe estar exhaustada por su persecución con Brownie.

"Esta noche, el Señor Hao esta mas feliz que la vez que aprendió a controlar el Espíritu de Fuego. Opacho también esta muy feliz," dijo mi sirviente.

Mi boca se volvió a curvearse cuando recordé la forma en que dijo mi nombre. Eso fue mucho mejor que la oportunidad de ver a Anna lavando mi ropa.

"Muy feliz," concluyó el pequeño Opacho al verme de nuevo sonreír.

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Disculpen la tardanza, es que andaba en otras cosas... y cuando tenia tiempo de continuar con el fic, me entretenía con el Msn ^^U Échenle la culpa a Annie Chan...