P R O M E S A S

Capitulo IX

Me senté al frente da la casa Asakura, mirando al cielo. Suspiré una vez mas, preguntándome de que estarían hablando Anna y mi hermano.

Lo siguiente que supe fue que alguien se sentó a mi lado. "De todos los lugares de esta casa, tuviste que elegir precisamente este para holgazanear."

Mikihisa rió entre dientes. "No pagas la electricidad en esta casa, así que no actúes como si fueras el dueño del lugar."

Me mantuve en silencio. No estaba acostumbrado a tener personas a mi alrededor mientras pienso, especialmente aquellas que tienen una molesta mascara en la cara para distraerme. Decidí complacer a mi padre y charlar un rato.
"Y, ¿Qué haces aquí?"

"Sentarme."

"No. Viniste a verme sufrir." Crucé los brazos. "Viniste a decirme 'Te-Lo-Dije'."

"Hao, ¿crees que realmente podría hacerle eso a mi propio hijo?" me pregunto, indignado. Después de un rato, volvió a hablar. "¿Cómo supiste que iba a hacer eso?"

Me encogí de hombros, y sonreí amargado. "hace poco me hablaste sobre el corazón humano. Me dijiste que si no comprendía lo que era la verdadera fuerza, no seria un hombre completo. En ese entonces, me creía el más fuerte de todos. Pero al cuando conocí a Anna, me di cuenta que mi fuerza no era nada comparada con la de ella. Perdió a su ser amado, y aun sigue viviendo. En cuanto a mi, a penas me di cuenta de cuan doloroso es perder a un ser querido, duele mucho. Y no creo que me gustaría seguir viviendo." Sonreí tristemente. "¿Cómo es que nadie me había preparado para el dolor que el amor podría traerme? Yoh al menos debió advertirme, si lo hubiera echo nunca me habría fijado en ella."
"Ahora entiendo lo que quisiste decir con la 'verdadera fuerza'. Ahora entiendo como algo tan frágil y como el corazón puede llegar a ser tan fuerte para llevarte a tu propia destrucción." Sonreí. "Ahora entiendo por que Yoh se sacrifico sin dudarlo. Si me sucediera a mi, haría lo mismo encantado, solo para agradecerle el darme la oportunidad de amar a alguien." Exhalé. "Pero... el amor duele. Desearía que Yoh siguiera vivo, de ese modo Anna no estaría así."

A Mikihisa le tomo un poco de tiempo el digerir lo que acababa de decir. "Hao Asakura, el amor es como un ladrón en la noche, llega cuando menos lo esperas."

"Si, pero de todas las cosas que pudo robarme, ¿por tuvo qué elegir mi corazón?" le pregunté. "No se si podré vivir sin el cuando me valla."

"¿Vas a marcharte?"

"Si." Sonreí, sin ganas. "Tu mismo lo dijiste -no puedes controlar el corazón de los humanos. No puedo obligarla a amarme, y aunque pudiera, no lo haría. Llámame ambicioso, pero, ¿esta mal el desear que una mujer te ame solo por amarte? Que me ame por el deseo de hacerlo, que me ame por lo que soy."

"¿Pero dejar a Anna?" pregunto Mikihisa. "La salvaste de su propia destrucción. ¿Por qué no esperas? Ella te amara, eventualmente."

"Si solo supieras lo que duele, el tener a alguien a alguien que amas mas que a tu propia vida a tu lado, y no poder hacerlo abiertamente. ¡Es tan frustrante!" Me recosté en uno de las columnas de la casa. "Además, estoy consiente de que nunca podré tenerla."

"No digas nunca." Mikihisa me ofreció una caja de chocolates. "Dilo con Hershey's."

Tuve que sonreír. "Ok, lo intentare."

Mikihisa levanto su mascara de ave para mostrarme su sonrisa. "Eres un Asakura, uno que es legendario, no solo por sus habilidades shamanisticas, si no por que puedes encantar a incluso a la mujer mas difícil de todo el planeta tierra."

Sonreí. Se sentía incomodo el comportarse así con alguien que nunca llegue a tratar como un padre. "Por favor, vuelve a colocarte la mascara. Te ves horrible."

"Bueno, principalmente es tu culpa."


Lo observe marcharse. Me dijo algo sobre que debía encargarse de la cena esta noche. Pensé en Yoh, y me di cuenta que son muy parecidos. Los hombres Asakura también deberían ser legendarios por ser los esposos dominados todo el tiempo.

Levanté mi cara al escuchar a alguien aproximarse a donde me encontraba. Incluso desde lejos podía sentirla -el vivir con ella y el amarla cada día mas, me dio la habilidad de recordar cada movimiento suyo, cada gesto.
Ah, ¿de donde habré sacado esa tonta idea de que podría vivir sin ella? Podía soportar el dolor de no tener el derecho a amarla, solo cuando podía estar con ella todo el tiempo.

Anna Kyouyama había regresado, una sonrisa adornaba su cara. Mi corazón caía a pedazos; solo Yoh podía hacerla sonreír de esa manera. Dure tanto tiempo para verla feliz, y solo le tomo un par de minutos de conversación con mi difunto hermano.

"Así que... ¿de que hablaron?" pregunté. "¿La bolsa de valores? ¿El clima?"

Me miró, y por primera vez, no había desprecio en sus ojos. "De ti," dijo sencillamente.
Comencé a sentirme incomodo. Así que los dos se habían estado riendo a mis espaldas. "¿Que hay de mi?" pregunté, luego de un rato.

"Me dijo que le dijiste que me amabas," dijo.

"¿Te dijo que yo le dije que te amo?" fruncí el ceño. "¡No sabia que Yoh fuera un traidor chismoso!"

"¿Es cierto?"

Afirme moviendo mi cabeza, despacio.

"¿Desde cuando?" preguntó.

"Desde que me abofeteaste." Toque mi mejilla, ausente. "En el desierto, en la pelea de Shamanes. Fuiste la primera mujer que se opuso a mi."
"La segunda vez que me enamore, fue cuando me juraste vengarte luego que había recobrado el alma de Yoh. Sentí celos de mi hermano en ese entonces, por que alguien como tu lo amaba tanto." Sonreí, y la nostalgia se apodero de mí. "Deje que los Shikigamis te protegieran, por que tenia miedo de herirte."
"La tercera vez que me enamore fue cuando te vi en el jardín, en el funeral de Yoh. Entonces..." sonreí vergonzoso. "...Perdí la cuenta luego de la tercera. Solo se que hasta ahora me e enamorado muchas veces, y que cada ves lo hago con mas intensidad que la anterior. Irónicamente, no se cuan enamorado estoy hasta ahora."
"Así que cuando Kino y Yohmei anunciaron que alguien se casaría contigo, me alarmé. Entonces me di cuenta que seria un completo entupido si te dejaba ir, entonces les dije que me casaría contigo. ¿Cómo iba a saber que ibas a reaccionar tan violentamente?" suspiré indefenso.

Se mantuvo en silencio, entonces levanto una ceja. "¿Terminaste tu discurso, Hao Asakura?"

Sentí que mi cara ardía. "C-Claro, ya puedes hablar, Anna."

Suspiró audiblemente, entonces pregunto, "¿Sabes que aun amo a Yoh?"

Afirme con la cabeza, y por Dios, fue lo mas doloroso que e echo en mi vida.

"¿Y aun así me amas?" dijo. Tranquilamente me iba preparando para aceptar el rechazo.

Pero su siguiente pregunta, fue totalmente inesperada.

"¿Y sabias que te amo por eso?"

Pestañee, me giré hacia Anna, despacio. Estaba sonriendo, y me estaba sonriendo a mí. A mí, y no a Yoh. ¡Me sonreía de la forma que siempre lo había soñado!

"M-Me llamo Hao Asakura" dije, despacio.

"No te pregunte tu nombre," respondió rápidamente.

Mi vergonzosa sonrisa se convirtió en una más grande. "Y-Yo no se que decir."

Miró la caja de Hershey's Kisses que sostenía en mis manos. "¿Entonces, puedes darme uno de tus Kisses?"

La complací. Le di el mejor Kisses.

Kino se asomo por la puerta. "Yohmei también quiere Hershey's-" se detuvo al ver mi mano haciéndole señas para que serrara la puerta y nos dejara solos. No podía hablar; mi boca estaba muy ocupada, con la de Anna. La querida anciana sonrió, y levanto la olvidada caja de Kisses que yacía en el suelo, entonces se marcho.

"Te amo tanto, Anna Kyouyama Asakura," le susurre en sus labios.

"Yo..." sus mejillas se tornaron rojas. "... también te amo, Hao. Porque sobre todas las cosas, tienes erecciones."

Sonreí mientras la abrazaba fuertemente. "Tu humor esta mejorando."

Ella se acurrucó entre mis brazos. "Estoy de vuelta."

Volví a sonreír. Finalmente, mi viaje para aprender a amar había terminado.

FIN

FIN