Un fic estúpido (o lo que Tomoyo Daidouji probablemente no haría pero que hace porque yo lo digo)
por arklance
nota de arkie: hacía una eternidad que no escribía un fic, pero... ¡estoy de vuelta! Y vuelvo a la carga con un experimento algo descabellado pero que creo que resulta divertido ^____^. Además, tuve un problema con el PC y se borró la anterior historia, la que se titulaba "Fotos Antiguas". Pero trankis, que eso lo arreglo yo pronto. Pero, como aperitivo, os dejo con esta historia absurda.
Un beso y Felices Fiestas.
*-*-*
(Intro)
Era un día soleado, aunque según todos los meteorólogos diluviaría en la costa este de los EE.UU. ¿Pero a quién le importa eso ahora? Suerte que esta historia se desarrolla en un desconocido pueblo de Japón, que sino... ¿Pueblo? ¿Quién dijo pueblo? ¡Pero si Tomoeda no es un pueblo! Ups, disculpad la confusión; creo que esto no era lo que quería explicar. En fin...
Como iba diciendo, hacía mucho sol y el cielo estaba muy azul. El termómetro parecía reírse de los habitantes de Tomoeda, ya que marcaba 28ºC en pleno mes de diciembre. Sí, no es broma; a fecha de veintitrés de diciembre la temperatura era increíblemente alta.
- ¡No puede ser! ¡Yo quiero unas Navidades Blancas! - exclamó Tomoyo Daidouji, la protagonista indiscutible de este fic, al ver el termómetro que tenía en su habitación.
- Disculpe, oujo-sama, esa es la temperatura de su habitación. Le recuerdo que esta mansión posee una calefacción muy potente - le comunicó uno de sus criados -. Por si le interesa, la temperatura exterior no alcanza los 3ºC.
- Qué alivio - suspiró ella -. Será mejor que te retires, uhm... ¿cómo te llamabas?
- Mi nombre no es importante. Y si me disculpa, oujo-sama, será mejor que me vaya.
- Sí, eso, vete.
En fin... será mejor empezar de nuevo con este relato, OTRA VEZ (¡Dios mío, qué desastre!).
Era un día soleado de invierno. La temperatura era agradablemente fría y los alegres colegiales correteaban por las calles de la aburrida y tranquila ciudad de Tomoeda. La protagonista de nuestra historia, Tomoyo Daidouji, es una hermosa joven de dieciséis años. Si no os molesta, repasemos unos cuantos detalles sobre ella que yo considero interesantes. Por ejemplo, lo que más le gusta es:
---- Sakura Kinomoto, que es su mejor amiga;
---- mirar una y otra vez los videos que grabó en su día de su adorada Sakura cazando cartas mágicas (por eso la serie se acabó llamando Card Captor Sakura...);
---- hacerle estrafalarios pero cucos trajecitos que (inexplicablemente) su Sakura llevará puesto con una excusa u otra;
---- cantar canciones para su queridísima amiga del alma.
- No sé porqué, pero noto cierto tono irónico/sarcástico en tu historia... - comentó Tomoyo mientras repasaba con ojo crítico lo que acababa de escribir un servidor (o lo que es lo mismo, yo).
ahora empieza un estúpido diálogo entre el autor y su protagonista. No forma parte de la historia, así que quien quiera saltárselo, que intente adivinar dónde comienza la historia en sí. Y para los demás, no digáis que no os he avisado...
"Qué le voy a hacer si yo soy el que tiene la sartén por el mango...", escribí sin pensar mucho en las consecuencias de mis actos.
- Lo sé - dijo algo preocupada -, en estos momentos no soy más que parte de su enfermiza imaginación, ¿me equivoco?
"Exacto. Tú no existes en este plano de la realidad."
- ¡Ei! ¡Eso lo dirás tú!
"¿Crees que yo te mentiría?"
- La verdad es que apenas te conozco...
"Pero yo sé muchas cosas de ti", sonreí. "Muchas cosas sobre tu vida, lo que sientes, en qué piensas..."
- No te creo - su escepticismo era palpable (y comprensible), aunque era sorprendente ver como conservaba la calma -. ¿Cómo puedes saber tantas cosas de mí? Simplemente no me lo creo.
"A ver; tu mejor amiga se llama Sakura Kinomoto y tiene la misma edad que tú. La conociste en tercero de primaria y el primer día de escuela ella te regaló su goma de borrar, el cual guardas con recelo en una cajita muy mona. Por supuesto, lo que ella no sabe es que la persona que más quieres en el mundo es ella y bla, bla, bla.", escribí de un tirón y sin pensármelo dos veces. "Además, por razones que yo desconozco, medio mundo te empareja con Eriol Hiragiizawa, la reencarnación de Clow Reed, un poderoso y misterioso mago que, aún estando bien muerto y enterrado, le hizo la vida casi imposible a tu mejor amiga."
- Sí, todo lo que has dicho es cierto... creo - dudó ella. En sus preciosos ojos oscuros se podía ver como su escepticismo estaba dando paso a la incertidumbre.
"¡Bah! Da igual. Lo importante es seguir con la historia, ¿no crees?"
- Uhm... sí, eso será lo mejor... Así que continúa escribiendo.
"Muy bien."
fin del diálogo entre autor y protagonista
Empecemos de una vez (again)... Era un precioso día soleado, hacía frío y la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Tomoeda estaba sumida en un ambiente de paz y de tranquilidad que pronto se vería truncada por varios sucesos trágicos (que yo mismo me encargaré de realizar y de describir, que por algo soy el autor de la historia).
Por si alguien no lo sabe, uno de los sitios más concurridos de la ciudad es un parque lleno de árboles y con un horroroso rey de los pingüinos haciendo de tobogán. Hace años, el parque era famoso porque siempre sucedían cosas inexplicables que acababan destrozando el lugar, lo que significaba un gasto astronómico en reparaciones con las que naturalmente todos los habitantes de Tomoeda no estaban muy contentos; vivir en aquella aburrida ciudad resultaba muy caro.
Lo que casi nadie sabía era que un grupo de mocosos de unos diez u once años era los responsables directos de tales actos bandálicos. ¿Pero qué podían hacer ellos si el futuro de la humanidad estaba en juego?
Ese grupo lo formaban Sakura Kinomoto, Xiao Lang Li y nuestra incombustible Tomoyo Daidouji. Más adelante se les uniría la prima del chico chino, Meiling Li, y un chico inglés, aunque de inglés poco, no creo que sea muy normal eso de llamarse Eriol Hiragiizawa...
Pero como ya he comentado anteriormente, eso sucedía años atrás. Las cosas habían cambiado un poco... MUCHO.
Para empezar, todos estaban bien entrados en la edad del pavo. Por si alguien no sabe qué es eso de la edad del pavo, sólo diré una cosa: hormonas adolescente hiper-mega-revolucionadas. Pufff... creédme, tener dieciséis no es algo que se deba tomar a la ligera (aunque quizás si se acompaña con una buena taza de chocolate caliente...)
Bueno, no me andaré con tantos rodeos e iré directamente al grano. Así que, ¡que comience el show!
- ¡Tomoyo-chan!
- ¡Ohayo, Sakura-chan! - saludó ésta -. ¿Qué tal con Ueda-kun?
- ¿Hoe? ¿Kyo-chan? La verdad es se ha vuelto muy pesado. ¡No para de pedirme que salga con él!
- No me extraña; Sakura-chan vuelve loco a los chicos - comentó Tomoyo sonriendo -. ¿Y tú que le dices?
- Pues lo de siempre, que como amigos, genial; pero como pareja... Además, Xiao-chan es el único para mí - exclamó con miles de corazoncitos en los ojos -; después de ti, claro.
Tomoyo simplemente volvió a sonreír. Era agradable ver como su amiga se preocupaba por ella de aquella manera.
- Arigatou, demo... No te preocupes tanto por mí, Sakura-chan.
- ¿Cómo no quieres que me preocupe por ti si por mi culpa siempre estás triste?
- No te pongas triste por eso, Sakura-chan; recuerda, tu felicidad es mi felicidad. Si tu eres feliz, yo también lo seré.
- Esto... Tomoyo-chan - comenzó Sakura pensativa -; eso me lo tragaba cuando éramos pequeñas, pero ahora... La verdad es que...
- ¿No me crees?
- No es eso, pero...
- ¡Bah! Es igual - exclamó Tomoyo riendo -; sea como sea, Sakura-chan es la mejor amiga del mundo y con ella junto a mí no me siento triste.
Y, para rematar la faena, la hermosísima joven de cabellos largos azabache se inclinó para darle un dulce beso en la mejilla de su adorada amiga.
- Hoe... - fue lo único que consiguió decir Sakura, toda ella más roja que los tomates maduros.
- ¡Y date prisa, que sino nos perderemos el principio de la película! - dijo Tomoyo mientras empezaba a correr en dirección al instituto.
- ¡Tomoyo-chan ¡Espérame! - grito Sakura una vez hubo dejado el complejo de tomate rojo muy atrás - ¡No corras tanto!
Y es que, sorprendentemente, Tomoyo Daidouji se había convertido en una de las chicas más atléticas de todo el instituto, superando incluso a Sakura.
Y mientras esta edulcorada escena tenía lugar, una sombra negra e imponente, en lo alto de un poste de electricidad (bajo el cual se congregaba un montón de gente acompañados de los bomberos que intentaban bajar a ese loco de allí arriba, por supuesto). La sombra, muy segura de sí misma, sonreía abiertamente.
Era evidente que la tranquilidad se había acabado en Tomoeda... ¿qué sucedería ahora?
*-*-*
continuará...
