Al amanecer
Por Dadaiiro
Inhalo profundamente. Lo último que recuerdo después de cerrar mis ojos es tu beso para despedir el día de ayer. Sé que es hora de levantarse, pero mi cuerpo no parece querer mover ni un músculo. Las cobijas son tan cálidas y suaves, me siento segura y eso por que tú estás a mi lado. El melodioso canto de las aves se escucha justo afuera de la ventana y siento los tibios rayos de sol en mi cara. Aún así rehúso levantarme. Aprovecho la ocasión para acercarme más a ti, paso un brazo por encima de tu cintura y escondo mi cara en tu cuello. Ah, se siente tan bien.
Pasan algunos momentos, no se si tan solo fueron segundos o hasta una hora, pero tú empiezas a moverte. No, no quiero levantarme. Siento como empiezas a estirarte y suspiras hondamente, ya estás despierto. Mis ojos aún siguen cerrados, pero sé que me estás mirando. Tus dedos acarician mi cabello en esa forma tan dulce que sólo tú lo sabes hacer. Me siento como un gatito que empezará a ronronear. Tu mano ahora pasa a mi espalda y me das unas cuantas palmaditas, me dices que ya he de levantarme. ¡No quiero!
Me aferro a ti mientras doy un quejido en protesta. Tú ríes por mis pucheros y me das un beso en la frente. No sé como lo haces, supongo que es la experiencia, pero logras zafarte de mi abrazo y te deslizas por la cama. Vuelvo a quejarme, no me gusta que me dejes, está muy frío allá afuera. Me cubro con las cobijas hasta que me tapan la cara. ¿Por qué tiene uno que cumplir con sus obligaciones? Poco a poco recupero algo del calor perdido, pero extraño tenerte conmigo. Sonrío al pensar lo mucho que te quiero. ¿Desde cuándo es eso? Oh, no lo sé. Tal vez desde aquella vez que nos conocimos cuando éramos niños. Yo era una niña muy llorona mientras que tú eras muy reservado. ¿Cómo se dio la atracción? Quién sabe, cosas del destino, supongo. El amor es algo tan profundo que es difícil de explicar. Incluso tú tuviste tus momentos de perplejidad al tratar de comprenderlo.
Vuelvo a suspirar, quiero que vuelvas. No pasa mucho tiempo y escucho tus pisadas entrar a la habitación. Así está mejor, ¿por qué no nos tomamos el día libre? Pero al parecer tú no estás muy de acuerdo con este pensamiento pues descubres mi cara y te sientas a un lado mío. Mmm, qué rico huele. Vuelvo a inhalar ese delicioso aroma y abro mis ojos miel para toparme con tus oscuros iris. Me sonríes amablemente y no me puedo resistir. Me siento en la cama y tomo la taza de líquido oscuro que tú me ofreces. Me das un beso en la mejilla y me abrazas de tal forma que yo quedo recargada en ti. Me acurruco en tu pecho y le doy un sorbo a mi café. Recargas tu cabeza en mi hombro y me miras a los ojos.
-"Buenos días, cariño."- me dices y yo paso una mano por tu rojizo cabello.
-"Muy buenos días."- te contesto. Bueno, tal vez el levantarse no es tan malo después de todo.
~FIN~
*dedicado con cariño a mi querida amiga Criss. ¿Qué me dices, te gustó el Koumi? Hacía rato que me pedías uno, ne? ^_^
Pues en verdad espero que les haya gustado a todos. Este fic fue inspirado por una canción de Chris Rice titulada 'Smellin' Coffee'. No sé por qué, pero se me antojó aplicarla a mi pareja favorita ^o^ jojo! Yo muchas veces me siento como Mimí y no me quiero levantar, pero sé que el deber lo llama a uno. u_u una lástima en verdad, pero ¿qué sería del mundo si cada quién hiciera lo que se le pegara la gana? Jajaja! Bueno, tal vez no sea muy afecta al café pero sí es verdad que me encanta como huele. Muy rico para empezar un nuevo día.
Sale, pues me despido. Muchas gracias por leer y déjenme ahí sus comentarios!
Shao!
