Vale, ¡ante todo no vale matarme! Sé que me he tardado, pero resulta que el fic éste lo quería terminar el tres capítulo, y se me complicó tanto que voy a tenerlo que hacer más larguito. Me restrasé porque tuve que poner al día los demás y también mis estudios, y que una tiene vida propia, no es bueno estar todo el día pegada al ordenador. Jeje.
Respondo reviews:
* REVIEWS CAPÍTULO 5:
* ^nan^ : Jajajajaja, vale lo admito, no había reunión, pero es que ni siquiera sé por qué lo puse. Espero que me disculpes niña. Besitos¡¡¡
* magda: No aún Harry no nació, pero aparecerá prontito creo... Chau¡¡
* Moony Lover: ¿Ex registrada? El énfasis entre Samantha y Sirius tiene una explicación, espero que llegues a la conclusión en próximos capítulos, jeje. Besitos¡¡¡
* Yussi: No creo que pierda mi estilo, es bastante clarito creo.
* Amanda Beicker: A mi me encantan los tatuajes, pero las agujas... es como los vampiros y el ajo, no nos llevamos demasiado bien... ¿y tú? Besos¡¡
* Merodeadora-Chii: Pues muchas gracias por lo halagos ¿eh? En serio. En cuanto al consejo... simplemente imagínate tú en la situación, en cómo lo vivirías... te sale. Es magia ^_^. Por cierto, tus fics son geniales ya de por sí ¿eh?
REVIEWS CAPÍTULO 6:
* Merodeadora-Chii: Sirius enamorado es más loco que sin estarlo... es una ruina. Espeor que te siga gustando. Besos¡¡
* ... : Siento haber tardado tanto, fueron los malditos exámenes. Perdóname¡¡¡ Espero que no te decepcione. Gracias ^_^.
* bellatrix_charmed: Tu fic favorito con todo mi cariño. Disfruta¡¡¡
* kmila: Musa¡¡¡ Vale, tenías razón: imposible de acabar en tres capítulos. De momento seguiremos, a ver qué ocurre... Besitos¡¡¡ Te quiero mucho¡¡¡ Y ACTUALIZA¡¡¡
* ^nan^ : Jajajajaja LOCA¡¡¡¡ Tú lee y no te imagines cosas... anda¡¡¡
* Moony Lover: No es que se pelearan, pero digamos que ver aparecer así a tu gemela por sorpresa... ¿a quién no le shockea? Y después está Siri Pooh rondando por ahí... que casi le da un infarto. Perdona el retraso. Besos¡¡
* poly-14: Gracias niña pero que tampoco es para tanto. Por cierto, busqué tu fic con junto con alguien, pero no di con él, así que por eso no me lo leí. Espero que me digas dónde ésta. Besos¡¡¡
Pues el capítulo todo vuestro, mandad opiniones menos virus (que desinfecté el ordenador y casi me muero al ver el número de carpetas infectadas). Besos¡¡¡ Sed buenos¡¡¡¡
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Capítulo 8: Veneno
Las escaleras de madera crujían bajo sus pies, mientras miraba de un lado a otro del pasillo oscuro. No entendía el porqué de tanto silencio ¿qué estaba ocurriendo? Anduvo hasta observar que la puerta de la habitación estaba entreabierta, y cuando la empujó un poco pudo ver a Samantha tumbada en ella. Y fue entonces cuando Remus suspiró tranquilo al fin.
Leía un libro boca abajo y ladeaba la cabeza de vez en cuando, como si un ritmo marcara el paso de las hojas y su cuerpo. No se había dado cuenta de la presencia de Remus, y continuaba en la misma posición. El cabello negro le caía como una cascada azabache indefinible del rostro oculto, y los pies hacían un tap – tap gracioso al chocar con el colchón de la cama.
- Así que estabas aquí – Samantha volteó asustada, y sonrió cuando pudo ver el pelo castaño de Remus y sus ojos dorados bajo la penumbra de las velas. Cerró el libro de golpe y lo dejó a un lado, saltando de la cama para ir a besarlo como si la vida se le fuera en ello. Le gustó aquella sensación: pasar de una desesperación absoluta al máximo placer casi al instante. Mmm, no estaba nada mal... y ahora se deleitaba en mordisquear el cuello de Remus, que ya agarraba con fuerza la cintura.
- Te eché de menos – le susurró contra la piel, y él sonrió, sintiéndose más especial que nunca – Menos mal que tuve visita... por cierto ¿la vio Sirius?
Remus frunció el ceño, sin entender muy bien lo que le estaba diciendo.
- ¿Ver? ¿A quién? – Samantha parpadeó varias veces, haciendo que sus ojos brillaran como solo ella capaz de hacer, inspirando aquella sabiduría que poseía desde siempre, como el sello de aquella hermosa mirada verde.
- Pues a Sabrina, está abajo en la cocina no la...
PUM - PAM
Se escuchó un golpe y un grito que hicieron a Remus salir del estupor.
- E... ese es Sirius – tartamudeó, sabiendo lo que vendría después de todo aquello. Aún lo recordaba en Hogwarts. Las peleas de Sabrina y Sirius eran tan escandalosas que ambos terminaban heridos en la enfermería por algún hechizo lanzado con más rabia de la común en ellos. Aún no se explicaban como pudieron ser novios tiempo atrás...
Escucharon la puerta de la entrada cerrarse con estrépito y al instante pudieron divisar desde la ventana de la habitación dos figuras en el jardín. Seguían forcejeando y discutiendo sin apenas parar a mirar alrededor.
- Parece que no están muy contentos... – Samantha se separó de Remus, y observó que la chica sonreía con malicia mientras agarraba su varita, dirigiéndose a la ventana – Habrá que hacer algo...
- Samantha no creo que... – pero al ver la mirada de su chica comprendió que no podría evitarlo. Susurró unas palabras al vacío, y al poco tiempo Remus escuchaba como Sabrina le gritaba Sirius que todo era por su culpa, y él renegaba de haberla conocido.
- Ahora solucionarán las cosas – dijo satisfecha, dejando la varita en la mesita de noche para besar ardientemente a Remus, ahogando en su boca las palabras que luchaban por salir.
- ¿Qué has hecho?
- Tranquilo – le dijo bajando una de sus manos a la cintura del licántropo para quitarle el jersey – Se las arreglarán.
Remus se dejó llevar por unos minutos, pero después recordó que Sirius regresaría, y más enfadado que nunca. La verdad es que solo el imaginarse la cara de su amigo al ver a Sabrina se le hacía cómica. Sus ojos azules dilatados, la cara desencajada... soltó una carcajada inconscientemente y Samantha lo miró ceñuda.
- ¿Qué ocurre?
- Que eres peligrosa... a veces me das miedo – amplió más su sonrisa antes de fundirse otra vez contra sus labios. Era droga, pura droga...
- Hoy no tienes escapatoria lobito. Estamos solos y Sirius no está aquí para salvarte – alzó las cejas, impresionado por la sensualidad que desprendía
- Pero regresará – Samantha negó con la cabeza, en gesto triunfante.
- No lo creo, y ahora disfruta – Remus iba a replicar pero ella levantó un dedo como amonestación – O te callas o te callo.
- Prefiero que me calles – sonrió y vio que ella también lo hacía. Fue así como anduvieron hasta la cama y allí continuaron callándose el uno al otro.
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Estaba con la boca abierta, sin saber qué hacer o qué responder. Simplemente observaba, paralizado, como aquellos ojos oscuros y rajados estaban fijos en él, inquisidores al igual que años atrás en Hogwarts. ¿Desde cuando no la veía? ¿Cuatro, cinco años? Y no había pasado el tiempo por ella. Seguía conservando aquel aroma dulce, el cabello largo...
- De las peores de mis pesadillas tenías que salir tú, Sirius Black – ...Y la mala leche característica en ella.
- El sentimiento es mutuo – respondió el animago, saliendo de su ensimismamiento mientras veía como al toque de la varita de Sabrina el suelo había quedado limpio de cristales. Vestía una capa de viaje verde oscura, y con las manos en jarra y el ceño fruncido mantenía la varita levantada hacia Sirius, en manera amenazante.
- ¿Qué haces aquí? – el animago sonrió con superioridad.
- Yo te iba a preguntar lo mismo – cruzó los brazos, intentando no sonreír ante la mueca de disgusto que tenía Sabrina en su rostro ¿incluso enfadada le parecía atractiva? Su corazón palpitó aceleradamente ¿pensó que era atractiva?
- Mi hermana está embarazada, y vine a cuidarla – Sirius bufó despectivamente.
- Me pregunto quién la cuidará de ti... – Sabrina entrecerró los ojos oscuros y tensó la boca, dejando los labios completamente pálidos.
- ¿Estás insinuando que soy mala compañía para MI gemela? – el animago parpadeó varias veces, y se puso un dedo bajo la barbilla, distraídamente ladeó la cabeza, haciendo que mechones negros le ocultaran medio rostro.
- No lo insinúo – hizo una pausa y agregó – Lo afirmo.
- ¡Sigues tan egocéntrico como en Hogwarts! – negaba con la cabeza, presa de la ira que sentía hacia Sirius ¿por qué le gustaba hacerla rabiar?
- ¡Y tú aún eres la niña mimada que conocí hace mucho tiempo¡ – repuso él, observando que aquellos ojos oscuros no eran del todo feos... casi bonitos podría decirse. La chica se dio la vuelta, y dando un bufido de indignación salió de la cocina como alma que lleva el diablo. Sirius la siguió con la mirada, sin saber exactamente qué hacer o qué decir, y sintiendo que en realidad no deseaba que se fuese.
- ¿A dónde te crees que vas? – le preguntó cuando salía ya por la puerta en dirección a la calle. La sujetó del brazo con violencia, haciéndola voltear. Notaba la respiración agitada de Sabrina, su aroma dulce, la sangre palpitar veloz por sus venas y aquellos labios que exhalaban aire, entreabiertos. Eran tan apetecibles, tan jugosos... pero... ¿qué le pasaba? ¿qué le estaba ocurriendo?.
- Olvídame – le espetó ella, queriéndose zafar de Sirius sin conseguirlo. No le gustaba tenerlo tan cerca, ni sentir el aliento a pocos centímetros de su piel, haciendo que ésta se erizase... ni aquellos ojos azules que la observaban bajo un ceño fruncido ¿Por qué era tan guapo? ¡Por qué maldita sea!
Se zafó del brazo como pudo y salió al jardín, dónde Sirius volvió a cerrarle el paso. La noche estaba cayendo, y en el cielo despuntaban las primeras estrellas. Los farolillos de la casa dejaban el exterior en penumbra, y Sabrina podía perfilar perfectamente entre sombras la silueta del animago. Bufó una vez más, harta de todo ese embrollo que se había montado en un momento.
- ¡Quieres dejar de seguirme! – gritó desesperada. Lo esquivó una vez más pero volvió a aparecer con rapidez.
- Si te dejo ir hoy duermo en la calle – vio como la chica fruncía el ceño – Vivo aquí ¿sabes? No es que me importe lo que hagas – desvió la mirada – Pero tu hermana me mata si dejo que te marches de este modo.
- Bueno – concluyó, después de sonreír ampliamente con malicia – Si tu vida depende de ello está claro: Me marcho.
Anduvo por el camino de piedras que llevaba a la salida de la casa, pero justo cuando iba por la mitad Sirius la volvió a coger del brazo y la volteó, quedando a pocos centímetros uno del otro. En esos momentos se escuchaban dos respiraciones aceleradas, dos corazones bombeando adrenalina... y un "clic" extraño que no provenía de ninguno.
- ¡AHHHHHHH! – El agua procedente de los difusores del jardín los estaba mojando a ambos de pies a cabeza, y se movieran por donde se movieran acababan de nuevo empapados porque se abrían a cada paso. Sabrina se observó espantada, echando maldiciones sin siquiera abrir la boca hacia Sirius, que intentaba ocultar el rostro entre sus manos. Vio que temblaba de pies a cabeza, y por un segundo se le pasó por la cabeza que quizá tuviese frío, aunque todo se disipó en el momento que el animago soltó una carcajada al aire.
- Mírate – le dijo, señalándola con un dedo mientras con la otra mano se tocaba la barriga – ¡Estás hecha una pena!
Sabrina lanzó un gritó de despecho al aire y golpeó con fuerza a Sirius, que no por ello paró de reír
- ¡Todo esto es tu culpa Sirius Black! – estalló la chica, con el pelo negro pegado al rostro y casi sin poder andar por las piedras resbaladizas. El animago no se movió del sitio, solo mantenía su mirada azul fija en la chica, con aquella sonrisa que sonaba como miles de cascabeles, y el pelo goteando y cubriendo su rostro. Sabrina desvió la vista, intentando por todo los medios posibles controlar la temperatura corporal de su cuerpo. Se sentía furiosa, ardiente de ira... pero por otra parte estaba blandita. De esas veces que te sientes débil ante todo y ante todos, y la maldita culpa era de aquellos ojos azules que tenía frente a ella.
- Bueno tranquilízate pequeña. La casa de tu hermana está ahí mismo – dijo, echando a andar hacia la entrada de la casa – Nos cambiamos y... y... ¿qué le pasa a la maldita puerta que no se abre?
Sabrina lo apartó de un manotazo y aporreó la puerta, sacudiendo insistentemente el pomo. Luego se volvió hacia Sirius, que observaba la escena cruzado de brazos a sus espaldas.
- Saca la varita y ábrela – más que una petición era una orden, pero aquello no hizo que Sirius se amedrentara, sino que se encogió de hombros, indiferente.
- No la llevo, utiliza la tuya – ella por única respuesta gritó desesperada, llevándose ambas manos a la cabeza.
- Si te dije que sacaras la varita es porque no tengo la mía ¡idiota! – el animago metió sus manos en la túnica que llevaba empapada, donde aún goteaba el agua.
- Vamos a tu casa. – la mirada oscura de la chica hizo que la sangre se le helase en las venas.
- Ni lo sueñes – le espetó, antes de comenzar a gritar el nombre de Samantha sin conseguir resultado alguno. Miró a Sirius de reojo, observando que estaba sentado con la espalda apoyada en la pared de la casa. Tragó saliva con fuerza, intentando no imaginarse aquel cuerpo bajo la ducha porque... sacudió la cabeza, apartando pensamientos y diciéndose que hacía demasiado tiempo de todo aquello.
- Demasiado para dar marcha atrás – susurró sin darse cuenta de ello.
- ¿Dijiste algo? – preguntó el animago, levantando el rostro hacia la chica. Tenía la túnica pegada al cuerpo, y el cabello le caía húmedo por la espalda... estaba endiabladamente sexy como para seguir cuerdo y admirarla al mismo tiempo. Sabrina se acercó a él, dejando su dedo índice a pocos centímetros de su rostro.
- Juro que si haces el menor destrozo en mi casa te haré el mejor Cruciatus que te hayan llegado a lanzar ¿entendiste? – Sirius se puso en pie, sin asentir o negar, sonriendo tan ampliamente como sus labios le consentían.
- Admite que tuve razón – dijo con altivez, pero ella cruzó los brazos y anduvo hasta la salida lo más dignamente que las piedras le permitían.
- O vienes o me voy sin ti – espetó y el animago se encogió de hombros, arrastrando los pies tras ella.
- Lo que diga la marquesa...
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Pues aquí me quedo. Besitos y dejad opiniones...
