Capitulo 3
En el tejado de Fanelia Merle miraba a la Luna Fantasma, mientras pensaba en la tristeza de su amo, ella también echaba de menos a Hitomi, recordaba como al principio no le caía bien, pero aun cuando había sentido muchos celos de ella, al final se alegraba que su amo Van fuera feliz, porque ella le hacia feliz. En aquel momento vio como del cielo un pilar de luz se abrió y un cuerpo caía del cielo. Se levanto corriendo a la biblioteca donde Van y Allen hablaban.
- Van – chillo mientras entraba corriendo en la sala – la he visto, tiene que ser ella ha vuelto.
- Que dices Merle – le interrogo Van – quien ha vuelto.
- Apareció la luz y un cuerpo que bajaba, tiene que ser ella, tiene que ser Hitomi.
Van no hizo ninguna pregunta mas se dirigió corriendo a las caballerizas seguido por Allen, cogió uno de los caballos, cuando salía del castillo, se dio cuenta de que el colgante que ella le había regalado, empezaba a brillar. Siguió el camino que el colgante le mostraba, hasta llegar a un claro en el bosque donde un cuerpo estaba tendido sobre la hierba. Se bajo del caballo y se acerco hacia ella. Estaba sin sentido la cogió en sus brazos miro su rostro, ya no era una niña, pero no había cambiado tanto como para no reconocerla, era ella. En ese momento ella abrió sus ojos y vio unos ojos rojos que la miraban.
- ¿Dónde estoy?
- En Fanelia.
- ¿Van eres tu?
- Si, Hitomi, soy yo.
- No, no lo eres, solo eres un sueño, como tantos que he tenido cuando despierte tu no estarás a mi lado, y volveré a estar sola.
- No es un sueño – le contesto él abrazándola – no lo es, estas aquí junto a mí y no volverás a estar nunca sola ninguno de los dos volverá a estar solo.
Hitomi correspondió al abrazo y volvió a llorar, pero esta vez de felicidad de sentirlo tan cerca de ella como tantas veces había deseado, sintió como su cabeza daba vueltas y todo se volvía negro.
- Hitomi – la llamo Van al sentir como su cuerpo se volvía más flojo – el viaje a sido difícil ¿verdad? No te preocupes yo me ocupare de todo. – diciendo esto la cogió en brazos se subió como pudo al caballo y cabalgo hacia el castillo.
Allen y Merle esperaban a la puerta del castillo su regreso cuando lo vieron aparecer cabalgando despacio, hasta pararse delante de ellos. Allen sostuvo a Hitomi mientras Van se baja del caballo. Se fijo en ella, su rostro era como él lo recordaba, tenia el pelo mas largo, pero no había duda de que era ella.
- Merle – dijo Van mientras volvía a coger a Hitomi de los brazos de Allen - que preparen una habitación para ella rápido, necesita descansar.
- Si amo Van – contesto ella corriendo.
Abrió los ojos lentamente, la luz de la luna entraba por la ventana miro a su alrededor y se dio cuenta de que aquella no era su habitación, giro la cabeza y entonces le vio, estaba dormido sentado en una silla junto a la cama, no había sido un sueño, él estaba allí, miro su rostro mientras dormía, había una serenidad en él, se notaba el paso de los años, era mas adulto, ya no era un niño, pero seguía igual que como había estado en su mente durante los últimos años. En ese momento él abrió los ojos y vio aquellos ojos verdes mirándole.
- Ya te has despertado – le dijo sentándose en la cama – te encuentras bien.
- Si, creo que fueron demasiadas emociones – contesto ella sonriendo.
- Me alegro mucho de verte, te he echado de menos.
- Y yo a ti.
- Hitomi ¿Por qué has vuelto?
- Yo... - ella miro a esos ojos, que le preguntaban la razón de su vuelta y no sabia que contestar, y si le decía la verdad, si le contaba que había vuelto por él, porque aun le quería, porque le necesitaba. No sabia si le debía decir la verdad, porque tal vez el ya la había olvidado, ya no la quería, y esa respuesta le rompería el corazón.
- ¿Has tenido alguna visión? ¿Va a ocurrir algo?
- No, no he vuelto a tener visiones desde que me fui. No es por eso por lo que he vuelto Van.
- Entonces cual es la razón.
- Y si no hay razón, y si solo quería volver. No quería causarte ningún problema, si no quieres que este aquí, solo dímelo.
- Yo... Me alegro de que estés aquí – le contesto él con una sonrisa, le acaricio la mejilla y le susurro al oído – he pensado mucho en ti – acerco sus labios a los de ella, y la beso, ese beso tan esperado durante tanto tiempo, esa pasión que desataba uno en el otro, que les llevo a conocer sus cuerpos por primera vez.
