Capitulo 8

Los tres llegaron a Gaea, Van aun la tenia agarrada por la cintura, cuando Hitomi se agacho y dejo a su hijo en el suelo.

- Kamcun este es mi amigo Van, te acuerdas que te hable de el, no le tienes que tener miedo, él nos ayudara. Tu no te tienes que asustar por nada de acuerdo.

- Si mami – contesto el pequeño.

- Van él es mi hijo Kamcun – le dijo antes de desmayarse sobre él.

- ¡Mami! – Van miro al cuerpo inerte que estaba sobre él y al niño que tenia lágrimas en los ojos.

- No te preocupes – le dijo cogiendo a Hitomi en brazos – tu madre hace esto cada vez que viene aquí. Es como una tradición – añadió sonriendo – ya veras como en unas horas se recuperara. Ven sígueme.

- ¿Dónde estamos? – interrogo el pequeño.

- En Gaea. Es un mundo que se encuentra ...

- Sé donde esta Gaea, mi mama me hablo de este planeta, estamos en tu reino.

- Si, ves esas luces de ahí, ese es mi castillo. ¿Tu madre te hablo mucho de aquí?

- Si, me lo contó todo. ¿Es verdad que hay una niña que es un gato?

- Bueno yo no diría que es una niña, mas bien una mujer, pero si es un gato.

- Van ¿Dónde te habías metido? No deberías salir corriendo así, me dejaste preocupado – pero Allen no siguió hablando, miro a la chica que Van traía en sus brazos y al niño que les acompañaba - ¿Esta bien?

- Si, solo necesita descansar.

- ¿De que tiene esos golpes?

- Luego te lo explicare – le contesto mirando al niño – Kamcun él es Allen Shezard.

- El caballero Celeste.

- Sí exacto. Allen él es Kamcun el hijo de Hitomi.

- El hijo de Hitomi – repitió Allen – es un place conocerte Kamcun – le dijo haciendo una reverencia.

- Hola contesto Kamcun. ¿Qué hace para que sé agacha? – le pregunto a Van.

- A ti también te lo explicare luego. ¿Tienes hambre?

- Un poco, pero me quiero quedar con mi mama.

- Mira vamos a hacer una cosa, yo voy a poner a tu madre mas cómoda, y tu puedes ir con Allen a comer algo, y cuando termines el te llevara junto a tu madre.

- De acuerdo – contesto Kamcun.

Hitomi intentaba abrir los ojos, pero le costaba mucho esfuerzo. Se llevo una mano a su cabeza le dolía horrores.

- Tienes un buen golpe – le susurro una voz conocida.

- ¿Merle?¿Eres tu?

- Quien voy a ser sino. Ya me contaras que te ha pasado. El amo Van no me a querido decir nada.

- ¿Y Kamcun? – grito.

- Ahí – dijo Merle – mira que estampa, se quedan para ayudarme y se duermen los dos, no sé yo de que ayuda sirven. – Hitomi siguió la vista a donde señalaba su amiga, en el pequeño sofá que había en la habitación Kamcun dormido y tapado con una manta tenia sus pies sobre las piernas de Van, que se encontraba sentado con las piernas estiradas y la cabeza apoyada atrás. Hitomi no creyó ver jamás esa estampada, su hijo junto a su padre.

- Bueno Van siempre se duerme – contesto ella con una sonrisa que desapareció cuando hizo un intento de levantarse.

- Estate quieta, tienes dos costillas rotas por lo menos, sin contar ese labio hinchado, parece que te hubiese pisado un caballo. ¿Qué te paso?

- Luego hablamos sobre eso, ahora quiero dormir un poco.

Cuando volvió a abrir sus ojos se encontraba sola en la habitación, miro al sofá donde antes habían dormido Van y Kamcun, pero ahora estaba vació. En ese momento  Van entro por la puerta con una bandeja.

- Te he traído el desayuno, me alegro que ya te hayas despertado. – apoyo la bandeja sobre la mesita y la ayudo a recostarse en la cama – te duele – le pregunto mientras le ponía la bandeja sobre sus piernas.

- Un poco. Gracias Van

- No tienes nada que agradecerme.

- Si que lo tengo, no se como ni porque pero apareciste en el momento justo. Me salvaste a mí y a mi hijo.

- No tiene importancia – le toco con su pulgar el labio – tienes un buen hinchazón. – Hitomi sintió como se le paraba el corazón al sentirlo tan cerca de ella. – a que vino toda esa historia. ¿Él es el padre de Kamcun?

- No, solo era un amigo, pero se asusto por algo y perdió la razón.

- Que le asusto tanto que le llevo a hacerte esto.

- Van ahora no me apetece hablar de esto, por favor dejémoslo para otro momento. ¿Dónde esta Kamcun?

- Correteando por ahí con Merle, creo que a encontrado a su alma gemela, es tan travieso como ella.

- Si un poco – rió ella – pero es un buen chico.

- Si, lo es y además muy valiente, no se asusto ni un momento, es tan valiente como su madre.