EL VIAJE

Capítulo 2

Que sería eso del viaje? Su tía le había dejado con la duda hasta que supiera de que se trataba. Pero sabía que ella jamás se lo diría, estaba seguro de que ella estaría feliz todo el fin de semana sabiendo como se había quedado Harry.

Pensando en todo eso, no se dio cuenta de que se había pasado de largo el número 9 de Privet Drive y tubo que dar la vuelta. En seguida llegó a la casa y llamó a la puerta.

No habría nadie. Esto le pareció muy raro, ya que su tío había llamado 10 minutos antes para asegurarse de que ella se encontraría en casa.

- Habrá tenido una urgencia – dijo en voz alta.

Se sentó en el escalón que había delante de la puerta dispuesto a esperar a que volviera. De repente, notó que algo pasaba muy rápido rozándole la espalda. Se avergonzó un poco cuando se dio cuenta de que solamente era uno de los gatos de la Sra. Figg.

Miró como el gato se alejaba de vuelta hacía la casa y para su sorpresa se metió a ella por una ventana que estaba abierta. Se levantó y fue andando despacio hacia ella, no quería entrar por allí, pero no le quedaba otro remedio si no venía pronto la Sra. Figg. Metió la cabeza por la ventana y observó el interior de la sala de estar. La casa olía tan mal como de costumbre, aunque ahora ese olor le resultaba familiar, pero no sabía reconocerlo.

La sala de estar era la de siempre, con su sofá verde lleno de arañazos de sus gatos, la televisión tan vieja que solo se podían ver los canales en blanco y negro, la mesa que parecía tener por lo menos doscientos años y la pequeña alfombra negra colocada entre el sofá y la televisión. Saco la cabeza y miró alrededor. No vio a nadie por la calle y como ya había oscurecido y empezaba a hacer frío, decidió entrar en la casa y esperar allí a la Sra. Figg.

Entró como pudo por la ventana, ya que ésta no era demasiado grande y Harry había crecido muchísimo ese último año. Se levantó del suelo, dejó su mochila en una esquina y se sentó en el sofá. Nada más sentarse se fijó en que había muchos libros en una estantería que apenas se veía en una esquina. Se acercó a ella y vio libros muy extraños. Se fijó especialmente en cuatro de ellos, que eran muy bonitos. Los títulos eran: Predecir lo impredecible, Protégete de los fallos y accidentes, Cuando el destino es adverso y Disipar las nieblas del futuro. Éste último lo conocía. Era su libro de Adivinación de 3º curso.

De repente escuchó un ruido en la habitación de al lado, como si un vaso se hubiera roto. Decidió ir a echar un vistazo por si algún gato estaba rompiendo las cosas. Cuando llegó a la puerta puso su oreja contra la pared para cerciorarse de que no había nadie. Como no escuchó nada, abrió la puerta y entró a la cocina.

Allí se encontraba la Sra. Figg. Estaba recogiendo el vaso que se le había caído al suelo. Harry se fijó que allí dentro olía un poco raro, un poco como olía en la clase de pociones del profesor Snape.

- Buenas tardes – dijo Harry.

- Hola Harry! Que susto me has dado, no te oí entrar.

- Tuve que entrar por la ventana, ya que no me oía cuando toqué la puerta.

- Lo siento mucho, ya ando un poco mayor – dijo la Sra. Figg. riéndose. – Por cierto, por qué ventana has entrado?

- Por la de la sala de estar.

- Has estado allí mucho tiempo? No has visto nada extraño verdad? – dijo echándole una mirada inquisidora.

- Ehhhh... no, todo como siempre. – Harry volvió a acordarse de los libros de Adivinación que había encontrado. Acaso sería su vecina una bruja?

- Esta bien, ve y trae tu maleta, te voy a enseñar tu habitación. – dijo dudosa.

Harry volvió a la sala de estar y vio que se había dejado el libro de Adivinación un poco salido. Volvió y lo dejó todo como lo encontró. No quería que la Sra. Figg. supiera que él sabía que tenía libros del mundo mágico. Cogió su mochila y volvió a la cocina. Allí la estaba esperando la Sra. Figg. con una cara sonriente.

- Vamos Harry, tu habitación es la primera.

Harry la siguió escaleras arriba y entraron en la primera habitación a la derecha. Ésta era mucho mas grande que las anteriores en las que había estado en esa misma casa o en la de sus tíos. Dejó su mochila encima del escritorio, sacó su pijama, se lo puso y se metió en la cama para dormir.

Se despertó a la mañana siguiente con bastante dolor de cabeza, miró alrededor pero no recordaba donde estaba, pensaba que despertaría en su habitación del número 4 de privet drive. Se levantó, miró por la ventana y recordó dónde estaba y por qué estaba allí.

Cogió su mochila, se vistió con unos vaqueros algo viejos, una camiseta negra de manga corta y unas playeras y bajó a desayunar.

- Buenos días sra. Figg.

- Buenos días Harry, qué tal has dormido?

- Bien, muchas gracias.

- Siéntate cielo, debes estar muerto de hambre, ayer no cenaste.

Harry se sentó a la mesa junto a la Sra. Figg. que le dio muchísima comida, tostadas, huevos, salchichas, leche y zumo. Estaba tan lleno que creía que si se levantaba se caería.

- Tengo entendido que mañana es tu cumpleaños, verdad? – le preguntó la Sra. Figg.

- Sí, porque?

- Quería saber si querrías hacer una fiesta. Puedes invitar a todos los amigos que quieras. Pensaba salir ahora un momento y comprar mucha comida y una tarta de cumpleaños. Cuantos cumples?

- Cumplo quince. Pero no es necesario que se moleste, ya estoy acostumbrado.

- Tranquilo tranquilo, no es molestia. Bueno, me voy a comprarlo todo. En la sala de estar tienes el teléfono. Llama a todos tus amigos para que vengan mañana hacía las 4 de la tarde.

- De acuerdo. Hasta luego.

La Sra. Figg. salió de casa, arrancó el coche y fue camino del centro comercial. Harry fue a la sala de estar dispuesto a llamar a alguien, pero en seguida recordó que el no tenía ningún amigo muggle, todos eran magos y no tenían teléfono. Pensó en mandar a Hedwig pero se acordó de que tampoco estaba, ya que se había ido hacía días con la carta de Sirius. Se empezó a poner muy nervioso. Qué explicación le daría a la Sra. Figg. cuando al día siguiente a las 4 no apareciera nadie? Tenía que encontrar una excusa y deprisa, antes de que llegara su vecina a casa.

De repente se acordó de que tenía el teléfono de Hermione apuntado en su agenda. Podría llamarla a ella y decirle que avisara a la familia Weasley y a los demás para que vinieran. Fue corriendo a su habitación a buscar la agenda en su mochila, pero se dio cuenta de que se la había dejado en casa de los Dursley. Bueno, al menos tenía una excusa, se lo diría a la Sra. Figg. en cuanto esta llegara.

Se sentó en el sofá y encendió la televisión, pero apenas tenía 3 canales y no estaban echando nada interesante. Se acordó de los libros del día anterior y decidió echarles un vistazo para ver si eran como los suyos o solo era una coincidencia del título.

Se acercó a la zona oscura, buscó entre los libros para encontrar los del día anterior pero no los encontró por ninguna parte. Solo había libros muggles corrientes. Buscó un poco más pero sin resultado alguno. No encontró ninguna marca de polvo reciente y cuando miró por última vez la balda estaba llena de polvo. La señora Figg, había movido los libros, pero ¿donde los habría puesto y por qué los había movido?

Empezó a buscar los libros por toda la sala y no encontró ni rastro de ellos. Pensó que seguramente los habría dejado en su habitación y no se atrevía a entrar allí, no quería que ella le descubriera entrando en su habitación a escondidas.

De repente oyó algo en la cocina, eran como golpes en el cristal. Se dirigió rapidamente hacía allí y lo que encontró le sorprendió muchísimo. Era una lechuza con una carta! Por un momento se alegró de que la Sra. Figg. no estuviera allí, pero cuando abrió la ventana, la lechuza no fue hacía él para que le desatara la carta. La dejó encima de la mesa de la cocina y se fue volando.

Harry estaba muy intrigado. Se acercó a la carta y vio que en el sobre ponía: Para la Sra. Figg. Era la misma letra y el mismo sobre que recibió él a los 11 años, cuando le comunicaron que tenía una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Cogió la carta y le dio la vuelta. Cuando vio el nombre del remitente se sorprendió aún mas. Ponía: Profesor Dumbledore. No pudo resistir la tentación de abrir la carta. Saco el pergamino que había dentro y comenzó a leer.

Sé que tienes que cuidar a Harry por un par de días. Recuerda que no se puede enterar de nada de lo del viaje, guárdalo en secreto hasta el día en que le toque irse. Si se llega a enterar llámame inmediatamente porque esto podría hacer que cambiara todo el pasado, presente y futuro.

Creo que ya va siendo hora de que le digamos que en realidad eres una bruja. Mañana pasaran un par de amigos mios por allí a ver como esta Harry.

Atentamente,

Profesor Dumbledore