Capítulo 6

Llegaron a su habitación. Snape cogió la silla del escritorio y se sentó en ella esperando a que Harry se sentase también. Harry se sentó en la cama justo delante de él.

- De que quería hablarme profesor? – dijo con impaciencia.

- Te ha llegado lo que te envié, cierto?

- Sí, me llegó hoy a la mañana.

- Muy bien. He venido a decirte que no te separes de esa llave ni un solo segundo desde el momento en que llegues a Hogwarts y por una vez en tu vida, Potter, hazme caso. La llevas encima ya?

- Si, la llevo en el cuello con una cadena.

- Bien, no quiero que te la quites para nada, ni para dormir, ni para bañarte, para nada!

- De acuerdo. Pero porque tanta importancia con ello?

- No es de tu incumbencia hasta dentro de un tiempo – dijo secamente Snape.

- Pero... – empezó a protestar Harry

- Es hora de que me vaya. Te esperan en la fiesta. Adiós – dijo Snape.

Antes de salir de la habitación Snape le miró una última vez a Harry. Harry se sorprendió por la mirada de su profesor. No era la misma de siempre, parecía que le mirara con preocupación. Pero al segundo cambio su mirada por la de siempre. Harry pensó que solo habían sido imaginaciones suyas. Su profesor de pociones era uno de sus mayores enemigos y jamás se preocuparía por él.

Para desgracia de Harry la noche pasó muy rápido, los invitados ya se habían ido y el ya se había retirado a su habitación. Era demasiado tarde para recogerlo todo, así que habían decidido dejarlo todo para la mañana siguiente. Se cambio de ropa y se metió en la cama, miro su reloj y vio que ya eran las 4 y media. No podría dormir demasiado, el próximo día tendría que volver a casa de sus tíos para pasar todo otro mes con ellos antes de volver a Hogwarts. Aunque ahora tenía el apoyo de la Sra. Figg.

El mes pasó rápidamente para sorpresa de Harry, ya que pasaba mucho tiempo en casa de la Sra. Figg hablando sobre magia y de vez en cuando ella le ayudaba a hacer las tareas que tenía para verano. Para cuando se dio cuenta ya era 29 de agosto y no había ido aún a comprar el material para el nuevo año. Mandaría una carta a Ron, para saber si él ya había ido o si irían juntos. Cogió su pluma y un pergamino y empezó a escribir.

Hola Ron!

Que tal te va? Yo estoy en casa de la Sra. Figg terminando los deberes y me he dado cuenta de que aún no he ido al callejón diagon a comprar todo el material necesario para el nuevo año. Vosotros habéis ido ya? Si no habéis ido podríamos quedar para mañana e ir a comprarlo. Si es que sí no avises a Hermione, ella me dio su teléfono y la puedo llamar yo desde aquí en 2 segundos.

Contéstame lo antes posible por favor.

Un saludo,

Harry

Dobló la nota y se la ató a Hedwig.

- Llévasela a Ron lo mas rápido posible, vale? – le dijo a su lechuza.

Hedwig salió volando muy rápido por la ventana y en diez segundos ya no la veía desde su ventana.

En menos de 2 horas, Hedwig ya estaba de vuelta con la carta de Ron. Harry se sorprendió de que su lechuza pudiera ser tan rápida. La carta de Ron decía:

Hola Harry!

Ahora mismo te iba a mandar a Pig para preguntarte lo mismo. Quedamos  como a las 11 en casa de tus tíos? Si no puedes a esa hora mándame una lechuza. Avisaras tu a Hermione de que a las 11 también esté en tu casa, no?

Bueno, hasta mañana!!

Ron

A las 11 le venía muy bien por lo que no contestó nada a Ron y fue al piso de abajo a preguntar a la Sra. Figg si le dejaría llamar a Hermione desde allí.

- Hola, esta Hermione?

- Sí, un momento, de parte de quien?

- Soy Harry, un amigo de la escuela.

- Ah! Sí Harry! Ahora mismo se pone.

- Gracias.

- Harry?

- Hola Hermione! Que tal te va?

- A mi me muy bien y a ti? Me ha hecho mucha ilusión que me hayas llamado.

- Pues yo también estoy bien. En casa de la Sra. Figg. Por cierto, mañana puedes quedar para ir al callejón diagon a comprar el material?

- Sí! Iba a ir pasado mañana con mis padres, pero prefiero ir contigo que con ellos.

- He quedado con Ron en mi casa a las 11. Puedes venir a mi casa para esa hora?

- Mmmm, creo que si podré. Si me surge algo y al final no puedo ir, te mandaré una lechuza.

- Vale! Hasta mañana entonces.

- Hasta mañana Harry!

Harry tenía ganas de que llegara ya el próximo día para poder ver a sus amigos y a la familia Weasley. Los echaba mucho de menos.

Al día siguiente Harry se despertó muy pronto. Hacía un día inmejorable, no había una sola nube en todo el cielo, pero hacía mucho calor, se notaba que estaban a mediados de verano. A las 9 y media ya estaba preparado, así que bajó a desayunar algo. Aún su tío y su primo no se habían levantado, pero su tía petunia ya estaba en la cocina mirando por la ventana hacía la casa de al lado, como hacía todas las mañanas.

- Buenos días tía – dijo Harry.

- Que haces levantado y vestido tan pronto? – preguntó ella.

- Tengo que ir a comprar algunas cosas a Londres.

- No pretenderás que te llevemos, verdad?

- No. Voy a ir con unos amigos.

- Esta bien, haz lo que quieras, pero recuerda no volver tarde, mañana nosotros te llevaremos a la estación para que vayas a ese colegio.

- Me llevareis? Porque?

- Eh.... no.... nada en especial.... solo que tengo que ir a Londres a por unos papeles.

Harry no quiso preguntar mas, por lo que cogió un tazón, los cereales y la leche y se fue a la mesa del salón a desayunar.

Eran las 11 menos diez cuando el timbre de la puerta sonó. A Harry le pareció muy raro que llegaran antes de hora, ya que siempre llegaban algo tarde. Fue corriendo a abrir al puerta, pero para su desgracia su primo Dudley ya la había abierto y se había quedado quieto sin decir una palabra.

- Hola – dijo Hermione un poco avergonzada por como le miraba aquel muchacho. – Tu debes de ser Dudley, no? – preguntó.

- Eh... sí, ese soy yo. Y tu quien eres? – dijo este reaccionando.

- Yo me llamo Hermione, soy amiga de Harry. Por cierto, puede salir?

- Amiga de Harry? – preguntó sorprendido.

- Sí, así es.

Harry bajó corriendo las escaleras, no le gustaba que Dudley hablara con Hermione. Ella era su amiga y no quería que como siempre le fastidiara sus amistades.

- Hola Hermione! Bienvenida! – dijo Harry abrazándola.

- Hola Harry! He llegado un poco antes, no molesto, no?

- No, no digas tonterías, venga entra, quiero enseñarte mi habitación.

- Claro. Adiós Dudley!

Llegaron a su habitación y Hermione se quedó un poco sorprendida, ya que se esperaba un habitación mucho mas pequeña.

- Vaya Harry, tienes una habitación muy espaciosa, me gusta mucho!

- Gracias! Por cierto, espero que mi primo no te haya molestado.

- No. Y la verdad no parece tan estúpido como tu dices, me pareció simpático.

- Claro, simpático contigo, que eres una chica muy guapa! – dijo eso último sin pensarlo y cuando se dio cuenta se puso considerablemente rojo.

- Eh... gracias Harry – se quedó sorprendida por lo que le había dicho su amigo, no se esperaba algo así.

Había un silencio muy incomodo en la habitación y los dos agradecieron que justo en ese mismo instante sonara el timbre de la puerta. Los dos se levantaron y fueron al piso de abajo donde ya los esperaban algunos de los miembros de la familia Weasley.

Estaban de camino hacía Londres en dos coches del ministerio que al Sr. Weasley le habían prestado, uno lo conducía él mismo y con el iban Fred, George y la Sra. Weasley junto a su marido. En el coche de detrás conduciendo iba Charlie, junto a él iba Ron y detrás estaban Ginny, Harry y Hermione. Harry no le quitaba el ojo a Ginny de encima, además sus piernas y brazos se rozaban por lo que el camino hasta Londres se le hizo eterno.

Llegaron en 20 minutos, aparcaron el coche en unos aparcamientos cerca del caldero chorreante y fueron al callejón diagon.

Nada mas entrar todos perdieron de vista a los gemelos Weasley, nadie sabía donde se habían metido, pero como habían quedado a las 2 en el caldero para comer no se preocuparon mas por ellos, la Sra. Weasley y Charlie decidieron ir a comprar el material para todos los niños, así ellos podrían ir a las tiendas a mirar y pasárselo bien.

- A donde quereis ir primero? – pregunto Harry.

- Yo quiero ir a la tienda de quidditch Harry. Dicen que han sacado una nueva escoba y quiero ir a verla! – respondió Ron.

- Que os parece a vosotras?

- Bien, pero con la condición de que luego vayamos a la librería, tengo que mirar un par de libros. – dijo Hermione.

- Esta bien – dijeron los dos chicos al unísono.

Se dirigieron a la tienda de quidditch, pero para su pesar en el escaparate de ésta mirando la nueva escoba estaba su mortal enemigo Draco Malfoy y nada menos que acompañado de su padre. Intentaron pasar desapercibidos y volver en otro momento, pero justo Ron estornudó y Draco los vió.

- Hombre, si están aquí los pobretones con el cara rajada y la sangre sucia.

- Cállate Malfoy, si no quieres quedarte sin nariz. – respondió Harry, rojo de furia.

- No te conviene tratarme así, Potter. Tengo información que te podría interesar.

- De que hablas?

- Te suena algo de un viaje, no?

- Que sabes tu de eso?

- Seguro que mas que tu sí. Te podría decir lo que sé... pero te costará algo claro....

- Que es lo que quieres?

- Quiero que durante los primeros dos meses de este año hagas todas mis tareas de todas las clases menos las de pociones, esas las haré por mi mismo.

- Malfoy, estas loco o que?

Bueno, no me parece tan mal trato a mi, yo tengo información sobre algo que tu quieres saber, y te la daría gustoso tan solo por esos 2 meses... bueno, que dices Potter, aceptas o no?