La Peye Malfoy: ¿tu crees que me salió bien? Si tú lo dices. . . Lo de la ramita de apio. . . he querido reflejar a Luna como una persona original y extravagante, tal como lo es en el libro 5. Lo de la ramita de apio es un detalle más. . . de las mil tonterías que escribiré para la pobre Luna. En cuanto a Draco. . . aquí está. Y no es un mortifago!!! (yo también pienso como Ginny, que manía!!!)

Luz del Alba: ¿Y a quién no le revoluciona las hormonas DRACO MALFOY? Muchísimas gracias por decir que te gusta la idea, no sé ni cómo se me ocurrió, aunque aquí está. Ciertamente, ese modo de casarse es MUUUUY romántico, pero cuando me case ¡diablos! Me gustaría gritarlo a los cuatro vientos.

Jeru: No pasa nada (elévalo a 2.000). en serio. Yo también estoy ocupada y por ello hay muchos fics que me gustan a los cuales no puedo dejar un rr en condiciones. ¡Me hacen mucha ilusión tus reviews, da igual cuando los escribas! Lo de Ron cayado. . . ya me lo había planteado, pero cuando me comentaste que siempre ponían a Ron de malo en los fics, pues pensé "por qué no?" y mezcle el carácter temperamental de Ronald con la debilidad que nuestro Ronnie siente por su "hermanita". Ya sé que quieres a Drakito, yo también quiero a Drakito, así que aquí está, por fin, nuestro adorado Draco. Hermione. . . Hermione es Hermione, para qué negarlo. Y como todo en ella, su matrimonio con Ron ha sido perfecto y tradicional y la encanta. Pero no puede dejar de fascinarle lo valiente que fue Gin, aparte de que no niega lo evidente: por muy materialista que sea Draco Malfoy era (y es) MUY wapo, y está forrado. Y el que además de esto último, Draco pueda ser romántico y simpático es una agradable sorpresa. Además de que es imposible que una persona, por muy educada que sea, tras ser sometida a escuchar ciertas palabras durante años, no las repita. Ya he continuado, pero no ha sido pronto. Mi inspiración voló y tuve que contratar a un cazador para atraparla, y ahora la tuve en una jaula hasta que accedió a colaborar. Y eso requirió su tiempo. Pero aquí está el capi. Muchas gracias por un review tan largo. PD: no pasa nada. . .

* Dedicado a las que, como yo, esperaban anhelantes (exigían, rogaban, NECESITABAN) la aparición del famoso Draco Malfoy (que en un ff del que es protagonista ha estado tres capítulos sin aparecer, todo un logro).

4. Cuatro Largos Años

-¿No es precioso? - preguntaba Hermione, mirando a Ginny entusiasmada.

-Sí, Mione, lo es. Pero ¿has mirado la etiqueta?

Hermione la miró.

-¿Cuál es el problema?

-Tengo un alquiler que pagar. El mes pasado estuve una semana sin calefacción porque no tengo un knut. . . ¿y pretendes que pague esta barbaridad?

-Bueno, - dijo Hermione, resuelta - tira de la cuenta de Draco, que para eso te he traído aquí. Los bienes gananciales tienen que servir de algo, ¿no?

-¿Bienes gananciales?

-Bienes gananciales: - Hermione adoptó su tono de voz me-se-esta-pregunta - Su dinero es el tuyo.

-Se lo que son los bienes gananciales, Mione, - replicó Ginny, dejando el vestido donde estaba - pero yo no sé si tengo de eso. A los dieciséis años eso fue lo que menos me importó. Creo que de eso se encargó Draco, no sé, el caso es que no tengo ni idea de cómo nos repartimos los bienes.

Al final, Ginny se había acostumbrado a hablar de Hermione acerca de su marido. Aunque a veces le hacía sentirse mal. Habría sido mucho más fácil seguir montándose la película romántica en su cabecita, pero el hablar de ello con la gente le devolvía a la realidad. Y la realidad era de un marido al que no veía y el envejecedor sobrenombre de Señora Malfoy. Brrrr! Se estremecía con solo oírlo.

-Podías haber andado un poco más lista. Quiero decir, ya puestos, a nadie le importa ser rica además de tener un marido guapo. - Hermione también hablaba de ello sin ningún miramiento.

-Repito que el dinero es lo que menos me importaba e importa, aunque debo decir que ahora que no me mantienen no me importaría dejar de pasar frío a final de mes. - Ginny se escandalizó al ver el precio de una minifalda: ¡tantos galeones por tan poca tela! - ¿Te parece si salimos de esta tienda? La ropa muggle en sitios muggles tiene precios más normales. . .

-Conozco un sitio que tiene unos zapatos. . . ¡qué zapatos! - pensar en montones de zapatos provocó una sonrisa en la cara de Ginny. Zapatos. . .

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Ginny tenía zapatos nuevos. Dos pares. No habían sido excesivamente caros, pero solo de mirar la factura le daban escalofríos. "Si de algo tengo que prescindir esta vez, que sea la comida. ¡Duchas de agua fría otra vez no, por favor!" se decía mientras guardaba un par en el zapatero y otro par en la parte baja del armario. Entonces una lechuza entró volando.

-¡Megara! Así que aquí estás, condenada. Llevo horas buscándote, - cogió un rollo de pergamino y periódico de su escritorio - tienes que llevarle esto a Harry.

La lechuza, negra con motas castañas oscuras y blancas, traía un pergamino en las patas. Ginny se lo quitó y leyó lo que ponía en la carta, cayéndosele de la mano aquel pergamino destinado a Harry.

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Ginny se pasaba la mano por el pelo frenéticamente, y se ponía el pelo tras las orejas como si fuese un tick nervioso, mientras recorría los pasillos del Ministerio de Magia.

"Estimada Señora Malfoy: - decía la carta

Tengo el deber de informarle de que su marido, el Señor Draco Malfoy, fue atrapado ayer por nuestros aurores. Ahora mismo se encuentra preso en el mismo Ministerio donde cabe la posibilidad de que sea sometido a juicio. Mientras esto se decide, el susodicho permanecerá en nuestros calabozos, siendo enviado a la prisión de Azkaban si se decide no juzgarlo.

Atentamente:
Pier Lagaçette"

Eran las diez de la noche y la muchacha parecía más bien cansada. Llevaba el pelo suelto y ya despeinado por tanta manipulación, estaba algo más pálida de lo habitual y tenía ojeras. Llevaba vaqueros, camiseta azul marino, con lentejuelas rojas y blancas y una chaqueta vaquera como único abrigo. Y el detalle más curioso, unas zapatillas de andar por casa de peluche rojo sangre calzaban sus pies. Esto último puede dar una idea de con cuánta precipitación había desaparecido de su casa. Leía y releía la nota, escrita sobre un pergamino color sepia muy fino, sin dar crédito a lo que la misiva daba a entender. Bajó con velocidad unas escaleras y dobló una esquina, encontrándose frente a una puerta de madera que casi le daba miedo abrir. Al pararse a repirar se dio cuenta de su aspecto. Procuró colocarse el pelo con las manos, ahora como es debido, y tuvo que juguetear con la cremallera de la chaqueta para no volver a despeinarse. Se dio un poco de maquillaje, para hacer desaparecer las ojeras y la palidez y reparó en sus zapatillas. "Última moda en sandalias, si alguien te pregunta, lo has visto en una revista muggle". Ahora sí tomó aire y, sorprendiéndose a sí misma, llamó con seguridad y serenidad a la puerta.

-Pase. - dijo aquella voz con acento francés.

-Buenas noches. - Ginny levantó la carta, aún en la mano que no subía y bajaba la cremallera sin parar - Yo. . . yo. . . usted. . . yo. . . me envió. . .

-¿Quiere verlo? - dijo Pier, yendo al grano.

Pobre mujer. Parecía tan. . . preocupada y desesperada por aquel desaprensivo al que había que llamar "su marido" (y legalmente lo era), que la había tenido abandonada tanto tiempo. A la pobre se le escapaban las lágrimas mientras decía que sí con la cabeza (n/a: todo visto desde el punto de vista del francesito).

-Está abajo. - el hombre señaló unas escaleras.

Ginny se dirigió a ellas con cuidado, y las bajó poco a poco. Draco. . . su Draco estaba allí. No era el lugar que había soñado para el reencuentro pero. . . no podía creer que iba a volverlo a ver, que iba a tocarlo. . . Estaba a mitad de escalera cuando paró en seco. ¿Y si él ya se había olvidado? ¿Y si él ni siquiera recordaba que tenía a una esposa esperándolo? ¿Y si él no quería volver verla? La sonrisa tonta desapareció de su cara, cambiándose por un cejo fruncido por preocupación. "Si no quiere verme, yo a él sí. Y aquí estoy. Además, él dentro y yo fuera. Va a tener que hacerlo. Si ha olvidado que tiene una responsabilidad conmigo, es hora de que se enfrente a ella" pensó, remarcando el 'si', dejándose claro a sí misma que pensaba sobre hipótesis, que había un cincuenta por ciento de probabilidades en cada lado de la balanza. Siguió bajando, ahora con decisión, anhelando ver aquellos ojos grises una vez más. Bajaba decidida, pero todavía sin poder creerse que ÉL estaba allí. Llegó al final de la escalera, que daba a una especia de habitación con tres celdas, dos a la izquierda y una a la derecha. Se dirigió a la última de la izquierda, ya que las otras dos, según podía ver, estaban vacías. Avanzaba despacio. La sonrisa tonta volvió a aparecer en sus labios. Se paró frente a la reja. Él estaba sentado, de espaldas. Se preguntó si era Él de verdad, asintiéndose casi al instante. "Cómo olvidar la forma de su espalda".

-Hola. - susurró con la voz medio distorsionada por la emoción.

Silencio. Era prácticamente imposible que él no hubiese advertido su presencia, no obstante, inconscientemente, hizo ruido contra el metal que lo encerraba, tratando de captar su atención.

-Mire, si es usted una de esas estúpidas periodistas ya puede ir largándose. No estoy de humor. - reconoció la voz de Darco. Ohhhh!!!

-Soy periodista, - dijo tímidamente - pero no estoy aquí por trabajo.

Al tiempo que decía aquello, lanzó al suelo a través de la reja su acta de matrimonio, de modo que cayó justo frente a lo que debían ser los ojos de Draco. (Y lo hizo agradeciéndose a sí misma no haber enmarcado la cartulina, porque el cristal se habría roto). Mientras tanto, la mente de Draco iba a mil por hora. Llevaba bastante rato allí, prácticamente solo, y ahora reconocía esa voz. . . "No, no puede ser. . .". Pero al leer lo que ponía en ese papel que la mujer había lanzado frente a él, al leer claramente ese Virginia Weasley. . . Se giró.

-Estás aquí. . . - susurró, observando aquellos enormes ojos marrones.

Sin duda era ella. Algo cambiada, pero ella. Su cuerpo ahora tenía otra forma, y su expresión (a pesar de que en esos momentos tenía lágrimas en los ojos y una amplia sonrisa) era menos infantil. Vestía con bastante más gusto y de bastante mejor calidad, tenía menos pecas (tenía pocas pecas, de hecho) y el pelo más largo. Pero igual de rojo. . . Ella también lo notaba cambiado. Sus facciones parecían más duras, aunque una semisonrisa acababa de aparecer en su cara. Y tenía barba de tres días.

-No puedo creerme. . . - sin darse cuenta, se tomaron las manos. Ella lloraba.

-El que no puede creérselo soy yo. Jamás imaginé que vendrías. Ni siquiera se me había pasado por la mente. Después de todo. . . Bueno, yo esperaba que estuvieras. . .

-¿Con Potter? - ella sonrió medio divertida, en medio de su mar de lágrimas. - ¿Olvidas que eso es ilegal?

"Pero yo no lo merezco" pensó él.

-Te he echado de menos. - susurraron a la vez.

Pasó tiempo. Ninguno de los dos supo cuánto. Ambos se miraban a los ojos, y Draco le secaba las lágrimas a Ginny con los dedos. Se le hizo raro haber sonado tan cursi un rato antes, pero le daba igual. Solo quería mirarla. Bueno, a lo mejor no solo eso. . . Se fueron acercando lentamente. Se besaron. En principio fue un beso dulce, muy tierno, que poco a poco se fue convirtiendo en algo más intenso. Ambos se sentían bien, pero también se dieron cuenta de lo que les había faltado aquella pasión durante los últimos tiempos. Ginny sabía que aquellos largos cuatro años los habían cambiado, pero los labios de aquel hombre la hicieron saber que lo conocía mejor que a sí misma, como si hubiese vivido con él toda su vida. Se oyó una voz tras ellos, pero ninguno la escuchó con claridad. Ya se les estaba acabando el aire, cuando al tratar de abrazarse aún más fuerte, notaron la presencia de aquella reja que los separaba.

-Lo siento, señora Malfoy, pero debe salir. Ya la he dejado estar aquí más tiempo que el debido. - repitió la voz.

Draco la miró desesperado. Ella también lo estaba, no podía irse, no podía dejarle así. Estaban cogidos de las manos.

-No sé si nos conocemos, no sé si nuestro matrimonio saldrá adelante, pero te juro por lo que más quiera que tú sí saldrás de aquí. Yo te sacaré de este sitio. - susurró ella.

Se soltaron y ella se dio media vuelta. Estaba comenzando a subir la escalera, acompañada de aquel hombre (el franchute) cuando Draco reparó en un detalle que le hizo gracia (si es que en un momento y situación como aquellos algo puede hacer gracia): ¿qué clase de calzado era ese que llevaba su mujer?