Disclaimer: Ni que fuera Rowling!

* Capítulo 5 *
"El vidrio se desvaneció"




Harry Potter caminaba tranquilamente por Cedarwood Road. Le gustaba aquello de volver solo del colegio, sin que la Sra. Figg fuese a recogerlo, como solía hacer desde que había empezado su vida escolar.

Le agradaba mucho la Sra. Figg, pero lo que había dejado de agradarle era que ella lo llamara con su voz chillona "Harry, Harry!" desde la puerta de colegio, llamando la atención de todos. Además, ya era grande, había cumplido 8 años! Y su colegio quedaba cerca de su casa, así que podía volver solo y evitar la vergüenza que pasaba con sus compañeros cuando ella se aparecía, tan escandalosamente.

Pero tampoco le molestaba tanto. No era tan amigo de los compañeros de su colegio.

Odiaba tener que esconder la mitad de las cosas de su cuarto, y sacar sus posters de Quidditch cada vez que invitaba a su casa a alguno de sus compañeros a jugar. Ni poder hablar de Quidditch con ellos, que era su pasión por encima de todas las cosas. Ni poder intercambiar las figuritas que venían en las ranas de chocolate, de las cuales tenía muchísimas, ya que su padre siempre le llevaba

Además, en tres años iría a Hogwarts, y seguramente pedería el contacto con todos sus compañeros.

"Claro, eso si es que soy mago" pensó mientras entraba a su casa.

******************************

Después de la corta visita que le había hecho la Sra. Figg para verificar que Harry había llegado bien, miró el reloj de la sala.

Todavía faltaba un rato para que llegara su padre, por lo tanto decidió subir a su cuarto a seguir tratando de hacer magia. Este tema lo preocupaba mucho. Jamás había mostrado signos de poseer alguna habilidad mágica. Los niños con los que hablaba en Diagon Alley, todos alguna vez habían hecho algo de magia.

Harry no podía recordar nada que hubiese hecho mágicamente. No sería un 'squib' como lo era el celador de Hogwarts ese del que su padre le había contado?

El cada día que pasaba, se convencía más de que lo era, pese a lo que su padre dijera. Él le repetía a Harry que era un mago, pero qué pruebas tenía para decirlo? Quizás se negaba a aceptar que tuviese un hijo squib, pensaba Harry.

La cosa es que siempre que él sacaba el tema, terminaban discutiendo, como había pasado la noche anterior:


"Harry, me estas poniendo nervioso. Deja ya de mirar ese vaso, o vas a romperlo"

"Al menos, haría algo mágico!" Renegó este "Que no quieres que haga magia? No tienes miedo de que sea un 'squib'?!"

Severus seguramente estaba arrepentido de haberle contado lo que eran los squibs. Suspiró hondamente, y le respondió.

"Harry, no voy a discutir esto una vez más contigo. Tú no eres un squib, así que basta."

"Los niños de Diagon Alley.." Se apresuró a decir desesperadamente Harry "ellos.. uno convirtió a la lechuza de su hermana en un colador..."

"Harry..."

"Otro desapareció a su tío y lo hizo aparecer en el techo de su casa tres horas después.."

"Harry..." volvió a llamarlo.

"Otro derritió su..."

"Harry! Suficiente!" le dijo su padre elevando la voz. "Estoy cansado de esto! No quiero escuchar más de este tema, ni que me cuentes las grandes hazañas de los niños magos de Diagon Alley quienes seguramente son tan idiotas que no saben distinguir una lechuza de un colador, ni que sigas experimentando magia con tus cosas o terminarás quedándote sin nada!. Tú eres un mago y se acabó esta conversación."


Y tenía razón. "Excepto en que soy mago, claro" pensó Harry cuando entró a su habitación y vio lo que quedaba de sus cosas. Pasaba las horas intentando hacer magia con sus juguetes. Los arrojaba por todo el cuarto para ver si podía detenerlos en el aire.

Cansado de la falta de éxito, se la había ocurrido que quizás, si los juguetes o objetos que lanzaba por el aire le eran muy queridos, su preocupación por ellos iba a hacer que le saliera algo de magia para detener la caída desastrosa.Siguiendo ese plan, había roto sus mas preciados juguetes, incluyendo la figura de acción de Philipp Resbone, el cazador estrella de su equipo favorito, los Chudley Cannons. Sin embargo era su conejo Timmy era el que peor fortuna había corrido. Harry había pensado que, evitaría que este alcanzara el ventilador de techo de la sala, y lo había arrojado hacia él, con la esperanza de pararlo utilizando la magia.

Lamentablemente, esto no pasó. El pobre conejito Timmy tuvo un brutal encuentro con el ventilador, y para empeorar la situación, la cabeza del conejo, la cual se había desprendido del cuerpo, al igual que tres de sus patas, y su cola, salió volando para luego estrellarse en la mesa, desparramando la poción evaporizante en la que su padre había estado trabajando unos momentos atrás, haciendo que la mesa, después de emitir sonoros crujidos, se convirtiese en vapor, dejando caer al suelo todo lo que se encontraba sobre ella.

Severus se molestó tanto con él, que no le compuso a Timmy, como hacía habitualmente con los juguetes que Harry rompía, y de hecho no le volvió a arreglar ningún otro juguete.

Ahora el conejito Timmy reposaba decapitado en su estantería. Pese a que él se las había ingeniado para coser todos los pedazos de Timmy que habían volado por la sala, no había podido así hacerlo con la cabeza, la cual con una oreja menos (la otra no habían vuelto a encontrarla), descansaba a un lado de su cuerpo, en la estantería de la habitación.

Pasó un rato como siempre, arrojando cosas por el aire pero prefirió dejar de hacerlo cuando la zapatilla que había tirado, proyectó estrepitosamente contra la pantalla de vidrio con estrellas dibujadas de la luz de su cuarto. La zapatilla volvió al suelo junto montones de pedazos de vidrio. Harry miró al techo mientras salían unas chispas de entre los cables que que salían de los restos de la lámpara.

"Papá va a matarme.." pensó, echándose vencido sobre la cama. Desde donde estaba, empezó a mirar fijamente su repisa pensando que quizás podría mover algo con el pensamiento, hasta que se quedó dormido.

******

Harry se despertó en su cama. Ya había oscurecido. Miró el reloj del Osito Chispi que estaba en su mesa de luz. Las manitas del Osito Chispi marcaban las seis y media. 'Seguramente papá ya llegó' pensó entusiasmado.

Bajo corriendo las escaleras, haciendo mucho ruido. Al llegar abajo siguió corriendo hasta la cocina, donde se hallaba su padre haciendo la cena.

"Papá" chilló Harry contento de tener a su padre en la casa. Siempre lo extrañaba mucho cuando volvía de la escuela. Antes, cuando él era mas chico, su padre volvía a casa mas temprano. Esa era otra de las razones por las que quería ir a Hogwarts. Siempre estaría allí su papá.

"Hola hijo, pensé que querrías dormir más, por eso no te desperté" Dijo su papá con su voz grave y pausada, tan distinta a la de Harry, que ahora, estando él entusiasmado parecía mas aguda y chillona que nunca.

"Papi, me trajiste ranas de chocolate?" Preguntó ansiosamente. Solamente le faltaban 134 figuritas para completar la colección. Claro que siempre tocaban las figuritas más comunes, como la de Rosa de Montesco, aquella famosa bruja española quemada por la inquisición. Incluso su imagen en la figurita aparecía un poco chamuscada.

"Si, pero son para despues de cenar" Dijo su padre remarcando notablemente el 'después'

"De acuerdo." Dijo Harry. De pronto se acordó de algo "Papá!! Jugamos al duelo de magos?" Exclamó Harry felizmente. El duelo de magos era su juego favorito. "Yo soy Merlín" Se apresuró a gritar antes de que su padre pidiera ser el mejor mago de todos los tiempos.

"Harry ahora estoy cocinando, que no ves?" dijo Severus. "Porque no traes tus deberes de la escuela muggle y te sientas aquí? Mientras los haces podemos conversar." Harry, bajando un poco la cabeza, se dirigió a la sala donde se hallaban sus libros de la escuela muggle. Cuando cruzaba la puerta escuchó la voz de su padre que decía "Ah, Harry...yo seré Agripa" Harry sonrió para si ientras tomaba los libros. Merlín era mejor que Agripa.


****

Durante la cena, Severus le contaba a Harry como había estado ese día.

"...y finalmente le quité 50 puntos a su casa" terminó el relato. Harry hallaba muy interesante el trabajo de su padre. "Y a ti como te fue en la escuela muggle?" le preguntó curiosamente el papá mientras servía mas jugo de calabaza en los vasos. Harry dudó un poco antes de contarle el incidente de aquél día. Finalemte decidió que era mejor decirselo ahora as u padre en lugar de que este se enterase por medio de otras personas.

"Eh, igual que siempre. Solo que eh...mi maestra, la sra. Thompson me ha dicho que debo.."Aquí hizo una pausa para tragar saliva. Miró la expresión de la cara de su padre. Tenía una ceja levantada y lo miraba fijamente. "Eh.. prestar mas atención en clase". Miro por el rabillo del ojo a su papá, el cual no tardaría mucho comportarse como lo hacía todas las veces que Harry le contaba que había hecho algo mal. Le daría un sermón de media hora, tras el cual podían pasar dos cosas. Si no notaba el suficiente arepentimiento por parte de Harry, se ponían a discutir y luego lo mandaba a su habitación. Si la cosa no era tan grave, terminaba el sermón haciendo un comentario acerca del pelo de Harry y luego hablaban de otra cosa.

"Harry, es muy sencillo. Presta mas atención en clase, y todo irá bien. Incluso podrías entender todo lo que ahora no entiendes de Matemáticas" dijo el papá menos solemnemente de lo que Harry esperaba. "Sabes, en Hogwarts no puedes dejar de prestar atención en las clases ni un segundo. Es muy importante todo lo que se explica. En Pociones, si no prestas atención todo el tiempo, puedes equivocarte con los ingredientes lo que te lleva a hacer mal la poción, lo que te lleva no solo a una nota baja, sino a un eventual accidente" Continuó su padre.

Harry adivinó lo que vendría. Le contaría una vez mas la anécdota de Eva Ibbotson. En efecto, su padre comenzó a contar:

"Una vez, una alumna particularmente estúpida de la casa de Slytherin, llamada Eva Ibbotson, incluyó en su caldero en el que estaba preparando una simple poción encogedora..."

Harry puso su mejor cara de interés absoluto por lo que su padre decía.

"...unas patas de cucaracha egipcia cuando lo que realmente tenía que echar en el caldero, era patas de cucaracha iraní. El resultado, tres alumnos a la enfermería con serias contuciones en la cabeza."

Harry dudó si Eva Ibbotson había sido una de los que fueron a la enfermería. Iba a preguntarle eso a su padre, pero pensó que sería mejor callarse y dejarlo seguir con su historia.

"Por lo tanto, ya ves que no se puede ser distraído en mi clase, y presumo que en ninguna otra de la escuela."

Mientras su padre hablaba así, Harry estaba pensando en el último partido de quidditch de esa semana. Habían jugado los Tornados contra los Magpies. Por supuesto habían gandao los Magpies, pero el busador de los Tornados había atrapado la Snitch. Harry trató de imaginarse como había sido la jugada, ya que no había podido ver el partido.

"Papá, tu crees que si los Tornados consiguieran un mejor guardián, quizás como Hassan, el de los Arrows, podrían haber vencido a los Magpies en el último partido?" Preguntó Harry a su padre. Inmediatamente comprendió que había sido un grave error hablarle de Quidditch en medio de una charla educativa.

Pero su padre estaba de buen humor ese día, o eso parecía, ya que sólo se rió y dijo "Tal vez, hijo. Pero no hay muchos como Hassan, en realidad. Cambiando de tema, no te parece que necesitas un corte de pelo?" Dijo mientras ambos levantaban los platos de la mesa.


***************


Mas tarde, Harry habría entusiasmado su rana de chocolate.

"Otra vez Morgana" dijo desilusionado. Su papá lo miró por encima del diaro El Profeta Diario que estaba leyendo. Los dos se hallaban sentados en el sillón blanco de la sala.

"Mañana es sábado Harry. Quieres hacer algo en especial?" Al ver la manera en que comía Harry agregó "Come mas despacio" . Siempre aprovechaban los fines de semana para hacer cosas divertidas juntos, algo que no podían hacer mucho los otros días.

"Papá, mi amigo Gerald, me invitó a su casa mañana por la tarde." dijo Harry con la boca llena de chocolate

"Ah, si?" dijo el papá. "Donde vive?" preguntó.

"Cerca de la escuela. En frente de la plaza donde hay un tobogan muy alto de color amarillo" Harry había terminado la rana de chocolate y revisaba el maletín de su padre en la esperanzada búsqueda de otra de aquellas golosinas.

"Ah, ya lo recuerdo. Solíamos ir allí antes de que inauguraran juegos en nuestra plaza" cometó el padre. "Te quedarás a tomar el té?"

"Eso espero, Gerald dice que su mamá que sabe hacer pasteles deliciosos!!" dijo Harry entusiasmado ante la idea.

"Oye, yo cocino pasteles buenos también" dijo el papá.

"Si, pero no son deliciosos!" volvió a exclamar Harry.

"Ah, si? Pues te reto a un duelo, Merlín!" anunció el padre.

"Jajaja, nunca me venceras, Agripa. Porque YO soy el mejor mago del mundo" chilló Harry encantado con el juego. Subió al sofa de un salto, mientras el papá avanzaba hasta quedar a unos metros de él.

"Eso crees? Pues nunca aparecerá tu figurita en las ranas de chocolate, porque ahora mismo te venceré!"contestó el padre –ahora el Tenebroso Agripa- posicionándose correctamente para el duelo.

"JA, ME haces REIR con tus chistes, Agripa!!!" dijo Harry- ahora el Mago Merlín-.

"Chistes? Por lo menos esto no es un chiste...impedimenta!" exclamó el Tenebroso Agripa, mientras apuntaba con su dedo extendido que hacía de varita hacia su oponente

EL mago Merlín continuó como si nada le hubiese pasado y dijo:

"Eso es todo lo que puedes hacer? Jaja...pues yo te mando un super hechizo para que el candelabro caiga sobre tu cabeza. Ahí te va!!!" chilló el pequeño Merlín señalando con su varita de juguete hacia el candelabro de la sala.

Su adversario se agachó para evitar el desastre del candelabo. "Rictusempra!"

Harry siguió como si nada, y de pronto se acordó de un buen encantamiento para utilizar

"Espelinarmus" chilló, pero al ver que Agripa continuaba de pie, exclamó enojado

"No vale!! Agripa no puede esquivar el espelinarmus! Eres un tramposo papá."

"Ah, si? Y Merlín si puede esquivar los Rictusempra y Impedimenta que le lanzé?" replicó El Tenebroso indignado.

"Si, ya te dije que soy el Mejor mago de toooodos los tiempos.!!" Harry estaba verdadermaetne enojado con su oponente

"Entonces..." y al decir esto se abalanzó sobre su adversario, derribandolo en el sofa haciendole cosquillas. Siempre ocurria esto cuando jugaban al duelo de magos.

Harry, riéndose de las cosquillas pero enojado por no haber ganado como quería, se liberó de su padre y volviéndose a acercar por otro lado, le pegó un puñetazo en la espalda para iniciar una lucha al estilo muggle, las que estaban tan de moda entre sus compañeros de escuela, y en las que él ,por ser tan esmirriado para su edad,simpre llevaba la peor parte, si es que tenía que pelear en una de ellas.

Su papá, al sentir en su espalda un pequeño golpe, se dio vuelta rápidamente y aplicó un llave a su hijo, el cual quedó apresado entre sus brazos, que impedían cualquier intento de fuga.

Tras un último intento de victoria mediante algunas patadas frustradas, Harry no pudo menos que asentir cuando su padre dijo:

"Te rindes ahora, Merlín? Reconoces que Yo, Agripa el Tenebroso soy el mejor mago de tooodo el mundo?"

Pero cuando finalmente se vió libre, Harry corrió hacia la escalera, y cuando estaba subiéndola gritó "Ya verás, Agripa, te venceré, porque YO soy el mejor mago y puedo vencer a todos, incluso al Tenebroso!Todos conocen mi nombre!"

Harry había hecho alusión al mote de Agripa, pero si hubiese visto la extraña expresión de su padre cuando dijo esas palabras, hubiese pensado que otra cosa...


************


Al día siguiente, Harry notó a su padre un tanto perturbado, y pensó que quizás tuviese algún problema. Sin embargo no le dijo nada, sino que trató de hacer todo lo mas obedientemente posible para que no se preocupase mas ni nada.

Se despertaron al mediodía como todos los días no hábiles. A las tres de la tarde, partieron rumbo a la casa de el compañero de Harry, Gerald, de quien no era muy amigo, pero lo suficiente como para jugar juntos de vez en cuando. En el camino charlaron apaciblemente acerca de los cometas. Harry quería que su padre le hiciese uno y tenían que determinar el color y la forma que tendría. Finalmente llegaron a la casa de Gerald, la cual tenía un frente un tanto estrafalario con la cerca pintada de fucsia y la puerta de verde limón.

"Esta es la casa?" Preguntó el padre de Harry con la ceja izquierda levantada. Harry asintió, y su padre llamó a la puerta de la casa de los Brinkman.

"Vendré por ti a las 6, de acuerdo?" le preguntó el papá a Harry mientras tocaba el timbre de la casa. Su hijo sólo asintió.

"Le envío saludos a Jan de tu parte?"

"Si tu quieres.." le contestó indiferentemente Harry, lo cual le valió una mirada reprochante de su padre "...pero no te olvides de traerme ranas chocolate." Agregó antes de que la puerta se abriese de golpe dejando ver a una mujer no muy alta, con anteojos cuadrados y de mucho aumento, un montón de rulos rubios en su cabeza y voz muy aguda.

Harry conocía a la Sra. Brinkman de varias veces que había ido a los actos escolares. Era una mujer muy simpática, aunque un poco chiflada pensaba él. Y siempre le causaba gracia, su forma de hablar. Hablaba muchísimo, y a veces parecía que no respiraba cuando lo hacía. Pero le caía muy bien.

"Buenas tardes!" dijo ella, con una sonrisa.

"Buenas tardes Sra. Brinkman"

Gerald, quien estaba detrás de su madre, saludó a Harry con la mano .Él sonrió y también lo saludó.

"Pasa Harry" le dijo ella, muy amablemente. "Quisiera pasar a tomar una taza de té, Sr. Potter?" lo invitó también al padre.

A Harry, que ahora estaba al lado de Gerald, le causó un poco de gracia ese comentario, pero más aún ver cómo su padre se había puesto.

"Eh.. n-no, no, gracias Sra. Brinkman." - dijo él bastante incómodo - "Tengo asuntos que atender" agregó, recuperando la compostura.

"Ah, qué pena! Bueno, quizás en otra ocasión"

"Seguro. Te veré luego, hijo."

Después de saludar apresuradamente a su padre, Harry se fue con Gerald.

"Vamos a jugar a mi cuarto!" le dijo su amigo, empezando a correr escaleras arriba.

Cuando casi llegaron al piso de arriba, Gerald se detuvo como recordando algo.

"Harry! Harry! Quieres ver la serpiente que compramos con mis padres en la tienda de mascotas?!" preguntó con entusiasmo.

"Tienes una ser serpiente?" Harry abrió los ojos, súper emocionado.

"Si, es increíble! Es enorme, ya verás.No podía creer cuando mi mamá decidió comprarla. A ella le encanta! Ven vamos a preguntarle si nos deja alimentarla!"


Bajaron la escalera dirigiéndose a la cocina de la casa, en donde la Sra. Brinkman estaba sirviendo unos vasos de refresco.

"Mamá! Mamá, puedo enseñarle la serpiente a Harry??" - gritó Gerald.

La Sra. Brinkman, se sobresaltó y volcó un poco de refresco fuera del vaso.

"Niños! Justo iba a llevarles un poco de refresco. La serpiente, Gerald cariño? No lo sé, Harry podría asustarse.."

"No, me encantaría verla!" chilló él.

"Estás seguro? Mi madre casi se desmaya del horror cuando la vio. Antes estaba en la sala, pero después de eso, la tuvimos de llevar al estudio para que las visitas no se asusten como mi madre" dijo todo tan rápidamente que Harry se quedó un par de segundos tratando de procesar lo dicho.

"Eh.. sí, no me da miedo" le contestó.

"Bueno, de acuerdo" dijo ella "Vengan conmigo".

Los dos la siguieron escaleras arriba, mientras ella iba contándole a Harry la historia de cuando la compraron "Ah, estaba tan bonita allí en la vidriera de la tienda de mascotas, que no pudimos resistirnos a comprarla! La llamamos Spaghetti, el nombre le queda perfecto.." y no paraba de hablar un segundo. Harry no hacía más que asentir con una sonrisa.

Llegaron al estudio, su madre prendió la luz y allí estaba sobre un escritorio, Spaghetti en su pecera.

"Hola, mi amorcito!" dijo alegremente la Sra. Brinkman, mirando la pecera y acercándose a ella.Metió la mano para acariciar a la serpiente, lo que provocó que ésta se desplasara en dirección contraria al brazo que descendía. Al ver que la Spaghetti no estaba de ánimo, la madre de Gerlad desistió de acariciarla.

Harry, un poco aguantándose la risa del comportamiento de la Sra. Brinkman, se acercó un poco junto con Gerald para ver a Spaghetti. La tan temerosa serpiente, no era más que una pequeña viborita inofensiva, color amarillento. Le causó gracia el imaginarse a la madre de la Sra. Brinkman, desmayándose por tan indefenso animalito, pero a pesar de no ser tan grandiosa como Gerald y su madre decían, Harry se sintió inmensamente atraído por ella.

"Cuchi, cuchi.. Hola preciosa!" la saludaba tontamente la Sra. Brinkman, mientras la serpiente se alejaba del vidrio, huyendo de la señora.

"Bueno niños, los dejo. Tengan cuidado con ella! De todos modos, ella es buena, no es cierto angelito? No es cierto que eres la niña más buena del mundo? Cuando terminen, apaguen la luz" diciendo esto, se retiró del cuarto.

"Es genial, no Harry?" le preguntó Gerald, orgullosamente.

"Sí, si lo es" dijo él quietamente, sin quitar los ojos de Spaghetti.

"Olvidé de pedirle la comida!" Gripo su amigo, llevándose una mano a la frente "Espérame aquí, Harry, ya regreso!" y salió corriendo en búsqueda de su madre.

Harry se quedó unos segundos contemplando a la mascota de Gerald. Le había encantado. Estaba pensando en meter la mano para tocarla cuando escuchó una voz siseante que dijo:

"Maldita loca...quisiera comérmela"

Harry se sobresaltó. Miró a sus costados, y luego volvió a mirar a la pecera de madera, la cual tenía sólo un lado de vidrio. Estaba acaso loco?

"Tengo que salir de aquí!" Volvió a escuchar. La víbora le estaba hablando.

"Dijiste algo?" se sintió tonto al hablarle, pero para su sorpresa, Spaghetti que en ese momento reptaba hacia el fondo de la pecera, giró su cabeza en dirección a Harry.

"Chico! Puedes escucharme? Por favor, tienes que sacarme de aquí! Me llamaron Spaghetti! Esa mujer es una loca!" oyó con voz de desesperación a la víbora.

Harry se quedó tieso. Sería magia? Claro! Estaba haciendo magia! Nadie podía hablar con animales, seguramente un mago tendría que estudiar muchísimo para hacerlo, pensó.
Estaba completamente felíz, no era un squib! Era un mago, como su padre! En ese momento sólo pensó en cuanto le gustaría contárselo.

"Por favor, sácame de aquí" la viborita le interrumpió su pensamiento.

"Qué?.. Pero no puedo.. Yo.."

"Si puedes! Solo sácame de aquí, y me arrojas por la ventana hacia el jardín! Vamos antes de que vuelva ese niño estúpido!"

Harry estaba medio nervioso.

"Pero.. qué les diré cuando no te vean?"

"Lo que sea! TU SOLO SÁCAME DE AQUÍ!"

Spaghetti sonaba realmente miserable. Harry imaginó por unos segundos lo irritantes que debía ser tener a la Sra. Brinkman hablando tan tontamente todo el día, y sin pensar más, intentó abrir la tapa de la pecera, pero la perilla se había trabado.

"No puedo, está trabada!" dijo sin dejar de forcejear.

"Vamos, apresúrate! Rápido!"

Harry había empezado a desesperarse. La perilla no funcionaba, la víbora que no dejaba de gritarle que se apresurara. Qué le diría a Gerald y a su madre cuando no pudiesen encontrar a su mascota? Y, como si no fuese poco aquello, ahora se lo escuchaba a Gerald que venía subiendo la escalera.

"Ya viene, por favor!" suplicaba Spaghetti.

Harry dio un último intento desesperado, pero al sentir que el picaporte moverse, se alejó de la pecera rápidamente.

"Aquí está!" dijo Gerald triunfal levantando la comida de su mascota con una mano. "Qué tienes Harry?" le preguntó al ver que estaba totalmente quiero en su lugar mirándolo, pero al mismo tiempo lucía acelerado. Antes de que Harry pudiese contestar nada, Gerlad notó a la pequeña serpiente escurridiza en el suelo y se alarmó.

"Cielos, Harry! Spaghetti!!" gritó, señalado a su 'serpiente', que bajaba del escritorio donde antes se encontraba.

"MAMÁ, SPAGHETTI SE ESCAPÓ, MAMÁ!!!!!!!" volvió a gritar su amigo desde la puerta, y miró con terror mientras Spaghetti reptaba en dirección de la ventana.

"Gracias, chico! Ahora sólo ayúdame a saltar la ventana!"

Harry no entendía nada. Si él no había podido abrir la tapa de la pecera, como había escapado Spaghetti?.
Se escucharon los pasos apresurados y segundos después, apareció la mamá de Gerald.

"Dios mío! Spaghetti!" gritó la Sra. Brinkman detrás de su hijo, y corrió a agarrarla. "Querida, dónde vas!? Niños, qué ha pasado? Cómo ha salido? Niña traviesa..."

"No, NO! Por favor, no otra vez! Chico, ayúdame!" le suplicó a Harry la serpiente, mientras que la Sra. Brinkman la llevaba hacia la jaula. Pero en eso, se detuvo sorprendida.

"Dónde está el vidrio?" preguntó ella extrañada.

Harry que seguía en su lugar y Gerald, miraron expectantes.

"No puedo ponerla aquí! Gerald, no sabes si tu padre dijo algo acerca de que se haya roto el vidrio antes de irse a trabajar?" le preguntó un poco confundida.

Su hijo sólo negó con la cabeza. La Sra. Brinkman, salió del cuarto con Spaghetti en las manos, y Harry y su amigo intercambiaron miradas de incertidumbre.

Momentos después, volvió la Sra. Brinkman y se dirigió a Harry quien lucía un poco abrumado. Ella se imaginó que seguramente se había asustado con la serpiente, pero en realidad, Harry había quedado totalmente confundido de todo lo ocurrido los últimos minutos. Además de hablar con Spaghetti, había desaparecido el vidrio? Estaba haciendo muchísima magia! Seguía deseando cada vez más, contárselo a su padre.

"Harry! Pobre chico!" Le dijo abrazándolo toscamente, y luego dirigiéndose con él fuera del estudio junto a Gerald. "Te asustaste! Cualquiera lo haría! No me explico lo que pasó con el vidrio, seguramente se rompió y mi esposo lo quitó para cambiarlo cuando fuese a trabajar. No puedo creer que no me lo haya avisado antes! Ese hombre, siempre tan olvidadizo! Disculpa Harry, espero no te hayas asustado mucho" Terminó ella.
Él le dijo que no había sido nada.

"Bueno, yo ya la guardé en una caja en mi cuarto hasta que llegue mi esposo con el vidrio nuevo. Ustedes vayan a jugar, y los llamaré más tarde para tomar el té y comer pastel"

*****

Harry no pudo concertarse en toda la tarde, y ni siquiera había podido disfrutar el pastel de chocolate que la Sra.Brinkman había horneado para el té. Solo pensaba en cuanto quería contarle a su padre lo que había ocurrido. Había pensado en fingir que se sentía mal para que llamasen a su padre y lo recogiese, pero luego recordó que él había ido a Diagon Alley a visitar al la Srta. Glasneviv. Frunció el ceño al pensar en ella.
Jugaba desganadamente con Gerald en su cuarto, cuando escucharon ambos:

"Gerald! Han venido a recoger a Harry! Bajen, por favor!"

Harry se puso de pie en una fracción de segundo, y no quiso ser tan rudo de irse corriendo sin decirle una palabra a su amigo.

"Ah, ya han venido por ti. Bueno, podemos arreglar otro día para jugar" dijo Gerald.

"Si, seguro!... Bajamos?" le dijo él tratando de no lucir muy impaciente.

Los dos bajaron la escalera casi corriendo. En la puerta de la casa, estaba su padre, conversando con la Sra. Brinkman.

"Ahí están!" dijo ella al verlos bajar. "Voy por tu abrigo, Harry"
Harry saludó a su padre, con una gran sonrisa.

"Se han divertido?" preguntó Severus.

Ambos niños contestaron que sí, y en eso, volvió la Sra. Brinkman, y le ayudó a ponerse el abrigo a Harry.

"Bueno, espero vengan en otra ocasión." Les dijo ella.

"Seguro, seguro. Vamos Harry?" preguntó Severus. Su hijo asintió.

"Adiós Harry, Sr. Potter" agregó.

Severus le sonrió forzosamente, y después de saludarlos, se marcharon.


"Papá, no te imaginas lo que pasó!" le dijo Harry cuando se había alejado un poco de la casa.

"La Sra. Brinkman me contó lo de la serpiente. Te encuentras bien?" le preguntó Severus.

"Ah, era sólo una viborita! Pero no te imaginas, hice magia! Soy un mago!!" Harry no podía contener la felicidad.

Su padre levantó el seño. "De veras? No te habrán visto los muggles, no?"

"No, descuida. Pero.. puedo hablar con animales!"

"Hablas con los animales, Harry? Qué cosas dices?" le preguntó extrañadamente su padre.

Harry le empezó a contar lo ocurrido con Spaghetti, y el vidrio.

"Ella te habló, y tu la escuchaste?" le preguntó Severus, quien se había detenido en la vereda, mirándolo seriamente.

"Si! Y yo también le hablé. Es algo mágico, verdad? Cuanto hay que estudiar en Hogwarts para aprender?" preguntó apresuradamente Harry, pero al ver que su padre lucía un poco preocupado, agregó: "Qué ocurre, papá?"

"N.. nada, nada, descuida." Le dijo, retomando la marcha. Harry lo siguió.

"Es, magia verdad? Mira, déjame mostrarte!" le dijo al divisar un gato anaranjado que dormía en un muro. Se acercó a él y le dijo:

"Gato! Hola gato! Cómo te llamas?!" le dijo. Pero el gato, a penas si se inmutó.

"Gato, despierta, quiero hablarte!" le volvió a llamar. Su padre tiró de su mano "Harry, pareces un loco, deja ya eso"
Harry volvió con su padre y siguieron camino a Cedarwood Road número 9.

"Bueno, quizás no funciona con gatos... o sólo funciona con serpientes.." le explicó Harry. Severus lo miró de reojo, seriamente. "Te digo la verdad!" se enfadó su hijo.

"Te creo, Harry!"

"Y porqué no te contentas! Soy un mago!"

"Porque ya sabía que eras uno! Cuántas veces te lo he dicho?"

Harry se había enfadado bastante. Esperaba que al menos su padre lo felicitara. Cuántas personas conocía que hablara con víboras? Seguro que ninguna. O quizás muchas, en Hogwarts...

"No me dijiste cuanto hay que estudiar en Hogwarts para hablar con animales" le dijo con tono enojado. Severus volvió a mirarlo de reojo.

"Eso no se estudia"

"Cómo que no?" preguntó Harry preocupado "Pero es magia, verdad?"

"Si, lo es. Pero no se aprende. Pocos magos pueden hacerlo"

Él era uno de ellos! Y aún siendo así de especial, no lo felicitaba! Harry prefirió cambiar de tema. Su padre no lo comprendería.

"Me has traído ranas de chocolate?"

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Post Scriptum: Paso 1: Leer el capítulo. Paso 2: Dejar review. Complicado? Creo que no, eh?