La verdad es que el sitio era muy bonito, un edificio de dos plantas, parecía antiguo, estaba reformado pero aun se podía distinguir claramente que era de principios de siglo, estaba claro que habían trabajado bastante para convertirlo en un hotel, no era muy grande, pero si parecía muy confortable o al menos eso parecía desde el callejón de enfrente donde observaba.
- Creo que ya deberíamos entrar – le dijo su compañero a su lado – no tenemos mucho tiempo.
- ¿Cómo crees que se lo tomara?
- Volver a verte, se entusiasmara, si te adoraba Remus.
- Tú lo has dicho Sirius me adoraba, la ultima vez que la vi, no eran esos exactamente sus sentimientos.
- Bueno la ultima vez que la vistes, no estaban tampoco muy bien las cosas, cuando la fuiste a buscar a Hogwarts fue cuando James murió, normal que no estuviera bien.
- Si, pero ahora volvemos a aparecer y le decimos hola Helena ¿Qué tal? Por cierto el señor tenebroso a resurgido y creemos que puede venir a por ti. ¿Qué ha sido de tu vida?
- Nunca se te dio bien el sarcasmo Remus, además yo no puedo presentarme aun ante ella, cuando asimile un poco las cosas y decida lo que quiere hacer, entonces si me apareceré, mientras tanto no es buena idea.
- Lo sé. Transfórmate, vamos ya a entrar – y así salió el hombre del callejón, seguido por un gran perro negro.
Entraron en el hotel y se acercaron a la recepción, donde un chico leía calmado un periódico.
- Buenos días – le saludo.
- Buenos días – contesto Lupin - ¿Quería una habitación?
- ¿El perro es suyo? – pregunto el chico mirando al gran can.
- Si, es mío ¿Algún problema?
- No acostumbramos a aceptar animales en el hotel señor – el chico se asusto un poco al oír un gruñido.
- ¿Y no podrían hacer una excepción por una vez?
- Bueno yo no puedo decidir eso, pero espere un momento que le pregunto a la dueña – el chico cogió el teléfono y marco un numero, estuvo unos minutos hablando y luego colgó prestando otra vez atención a Remus – no hay ningún problema con que se quede porque son los únicos clientes, estamos en la época baja y no suele aparecer nadie por aquí, pero deberá controlarlo y todo lo que destroce deberá pagarlo.
- Claro, me parece justo.
- Bien, su habitación es la 201 – le dijo entregándole la llave – si me firma aquí. Quiere que le suba las maletas.
- ¿Maletas?- interrogo Remus, dándose cuenta de su descuido ya que no llevaba equipaje – eh no, no se preocupe. ¿Hay algún lugar para tomar algo?
- Si, si sale por esa puerta, da al bar, allí le servirán.
- Gracias – se dirigió hacia donde el chico le indico y entro en una pequeña sala que parecía ser una cafetería, detrás de una pequeña barra, solo se encontraba una camarera – buenos días – le saludo.
- Buenos días, siéntese donde quiera, ahora mismo le llevo la carta con las bebidas.
- Gracias – Remus se sentó en una mesa al fondo y Sirius se quedo tirado junto a sus pies.
- Tenga – la chica le daba una carta - ¿va a estar mucho tiempo aquí?
- Aun no lo se seguro.
- Es extraño, porque en esta época del año, no suele haber nadie por aquí, esta zona esta muerta.
- Bueno, a mi me gusta la tranquilidad – miro detenidamente la carta y encontró justo lo que le apetecía - una cerveza de mantequilla – la chica le puso una cara extraña.
- Bueno, eso es una broma de la... – en ese momento por otra puerta distinta por la que entro Remus que debía ser la que daba a la calle, entraba una chica, la camarera se giro y la miro – si me disculpa – le dijo a Remus, pero el no le contesto, estaba absorto mirando a la recién llegada, no había duda que esos quince años habían pasado por ella, aun cuando ella estaba de espaldas a el se pudo dar cuenta de que era alta y su pelo negro caía libre un poco mas debajo de sus hombros, la camarera la saludo y ella se giro, y Remus vio que llevaba algo en sus brazos, un bebe, eso iba a complicar las cosas y el perro que estaba junto a el debió pensar lo mismo ya que pudo oír gruñir junto a el.
- Hola cariño – grito le camarera – has echado de menos a mama – cogió de los brazos de la chica al bebe y le beso, Remus respiro al darse cuenta que no era de ella - ¿cómo té a tratado la madrina? Bueno al menos no té a perdido.
- Oye, la madrina todavía té paga el sueldo ósea que no te metas con ella – replico la chica, la camarera bajo la voz y le dijo algo en susurros, Remus pudo darse cuenta de que había sido de el, por la manera en que ella giro para mirarlo, fijo sus ojos castaños en los suyos, sin pestañear, luego sonrió a la camarera y le dijo algo, la chica con el bebe salió por donde minutos antes había entrado la otra chica, que fue detrás de la barra se agacho y salió con dos botellas, se acerco despacio a la mesa donde estaba, dejo una de las botellas delante de el.
- Tendrás que conformarte con cerveza muggle aquí no hay cerveza de mantequilla – le dijo ella sentándose enfrente de el y dándole un trago a la botella que aun tenia en la mano.
- No importa, esta bien también – después de eso se hizo un incomodo silencio - ¿Cómo estas te veo bien?
- ¿Qué hace por este lugar perdido de él mundo Remus Lupin?
- Vine a visitarte, hacia mucho que no te veía.
- Si, quince años para ser exactos y en ellos no he sabido nada de ti y quieres que me crea, que de repente te has acordado de mí y me has venido a ver, sí ya claro. Tengo veintisiete años, ya no soy tan inocente ¿Qué haces aquí Lupin?
- Voldemort ha recuperado sus fuerzas y bastantes aliados, Dumbledore cree que puedas estar en peligro – le dijo él con la calma que acostumbraba a tener.
- Como una simple muggle a la que nadie conoce puede estar en peligro, te has debido de confundir de persona.
- Bueno yo no diría que eres una simple muggle, no hay que olvidar el pequeño concepto que va adyacente a tu apellido.
- Mi apellido es Warrick, no muy corriente ni tampoco muy conocido.
- Los dos sabemos que no es ese, tu sigues siendo Helena, Helena Potter, te guste o no.
- No Lupin te confundes, Helena Potter se quedo aquella noche en el colegio de Hogwarts y esta es la que soy ahora. Me gusta mi vida, no quiero tener que volver a ver ni hablar con Voldemort ni con Dumbledore ni con nadie relacionado con la magia.
- ¿Ni tan siquiera con Harry? – ella bajo su mirada a la botella.
- ¿Cómo esta?
- Bien, bueno todo lo bien que se puede esperara cuando te intentan matar, pero bien, es un buen chico. Es muy inteligente, como su madre, muy travieso, como su padre y muy curioso como su tía.
- ¿Qué tía? – dijo fríamente - ¿Acaso él sabe que existo?
- No, nadie le ha hablado de ti, veras solo hace unos años que sabe que es brujo y eso ya lo confundió bastante.
- Ya lo entiendo, decirle que su padre tenia una hermana pequeña a la que enviaron lejos de el, lo puede confundir.
- No es eso – Remus prefirió ignorar el comentario que ella había hecho - Dumbledore cree que no se lo debemos decir, si lo supiera te querría conocer y se pondría en peligro.
- Dumbledore siempre dice, Dumbledore dice que aquí estarás a salvo, Dumbledore dice que no puedes hacer magia, Dumbledore dice, Dumbledore dice ¿sabes? Puede que el no siempre tenga razón.
- Puede, todo el mundo se equivoca.
- Si, todo el mundo se equivoca, pero él decide lo que es mejor para las personas sin consultar antes y eso no es justo – los dos volvieron a guardar silencio, ella saco una cajetilla del pantalón que llevaba y posteriormente encendió un cigarro.
- ¿Ahora fumas? – le pregunto el sorprendido.
- Ahora hago muchas cosas que antes no hacia Lupin. ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
- Aun no lo sé, debo mirar que no haya ninguna mortigafo por los alrededores y si veo que estas a salvo me iré y te dejare aquí tranquila.
- ¿Y si yo no quiero que estés aquí?
- Vamos Helena no me lo pongas difícil – ella no le contesto se levanto y volvió segundos después con una pequeño recipiente con agua que puso delante del perro.
- ¿Desde cuando tienes perro?
- Hace poco la verdad, tuve cuando era joven, pero ahora he vuelto a acoger uno – el canino gruño de nuevo.
- Es grande. Espero que se comporte.
- Lo hará tranquila esta muy bien educado – el can puso su cabeza sobre las piernas de la chica y ella lo comenzó a acariciar.
- ¿Te vas a quedar quiera yo o no verdad?
- Si, lo siento. No quiero molestarte, pero no tengo otra opción.
- No eres tú lo que me molesta, sino los recuerdos que traes contigo.
- Helena – la chica se dio la vuelta para ver quien la llamaba – ya tenemos las maletas listas ¿no te vas a despedir de nosotros? – interrogo la camarera que antes había atendido a Remus con el recepcionista que llevaba al bebe.
- Claro – se levanto de un brinco y fue hacia ellos.
- Señorita – le dijo el chico – si quieres despedirte de tu ahijado ya estas apagando ese cigarro – ella puso mala cara, pero lo apago en el primer cenicero que encontró.
- Os voy a echar de menos – dijo mientras los abrazaba.
- No entiendo porque no te vienes, esto esta muerte en esta época, vamos en el norte es donde esta el dinero ahora.
- No, ya te lo he dicho no voy a cerrar el hotel.
- Pero tu sola no puedes con todo.
- ¿Conque todo? Solo hay una persona hospedada, sabéis que no va a venir nadie más.
- Esta bien, pero si necesitas algo avísanos – el hombre seguía sentado en la mesa mientras la observaba, las facciones de su rostro seguían siendo las mismas, pero sus ojos y su manera de hablar y expresarse era mas fría. El se sentía responsable del resentimiento que ella tenia no por nada fue el quien la saco de Hogwarts y sabia que aquella noche no la olvidaría fácilmente.
Cuando entro en la sala común de Gryffindor la vio allí sentada en el sillón mientras la profesora McGonagall, hablaba con ella, se giro cuando le vio.
- Remus – le llamo – diré a la McGonagall que se calle, esta contando mentiras, diré que se calle – la niña se abrazaba a su cintura llorando.
- Tiene ya todas sus cosas preparadas esta lista, pero no consigo que acepte las cosas.
- Gracias minerva – le dijo él - yo hablare con ella – la separo de el y la sentó de nuevo en el sofá – Helena, yo de veras que lo siento y me resulta muy duro decirte esto, pero es cierto James y Lily...
- No – grito ella tapándose los oídos – no es verdad, tu también me mientes, no es verdad ¿Dónde esta Sirius? Trae a Sirius, él me dirá la verdad.
- Sirius no puede venir Helena.
- Si que puede, si de verdad le paso algo a James él vendrá. La profesora McGonagall no lo conoce pero nosotros si y sabemos que es mentira lo que ella cuenta ¿a qué sí?
- No lo siento pequeña, no sabes como me duele decirte esto, pero es cierto lo que te ha contado.
- No, no lo es el jamás nos traicionaría, jamás.
- Tranquila todo saldrá bien – le decía mientras la intentaba abrazar.
- No, suéltame. Tú eres un mentiroso como todos, no quiero saber nada de ti, vete.
- No puedo, te tienes que venir conmigo, debo llevarte a un sitio en el que estés a salvo.
- Yo no me voy, James me dijo que tenia que estar aquí, que en Hogwarts estaba a salvo, no me voy. El me vendrá a buscar.
- Helena por dios no me lo hagas más difícil – pero ella no le escuchaba, solo le golpeaba intentando que el no la cogiera, pero era inútil, ella solo tenia trece años y Remus diecinueve, así que no le costo nada cogerla en brazos y salir con ella del lugar.
- Bueno pues nos quedamos nosotros solos – estaba de nuevo sentada enfrente de el – Lupin ¿me estas escuchando?
- Si, perdona ¿Qué has dicho?
- Que nos quedamos los dos solos, mis dos últimos empleados se han ido.
- ¿Por qué?
- Esta zona de la costa en invierno es un desierto, todo cierra, solo queda la gente del pueblo, así que los hoteles no tienen mucha gente y no puedo mantenerlos a los empleados durante el invierno, así que ellos se suelen ir al norte que es donde esta la gente y donde se saca dinero.
- Pero tu tienes dinero, tus padres te dejaron mucho dinero en Griyndors.
- No he tocado ese dinero nunca y por ahora no lo haré. Esto lo levante yo solita.
- Eres tan orgullosa como lo era tu hermano.
- Y de que le sirvió a él. El orgullo no es nada Lupin, nada – el perro volvió a posar su cabeza sobre las piernas de la chica – es muy mimoso tu animal.
- Bueno te tiene aprecio.
- Que suerte la mía – contesto sarcásticamente - ¿Tienes hambre?
- A decir verdad, sí. Bastante.
- Pues dame unos minutos y te sirvo algo, que le doy de comer al perro no tengo comida de animales.
- Tampoco es la que él come, es un poco exquisito para comer, suelo darle lo mismo que para mí.
- Si que tienes tu un perro señorito – entro por una puerta que había detrás de la barra.
- Para mí que me odia – le dijo Remus al can.
- Guau – ladro él como afirmación.
Al cabo de unos veinte minutos volvió a aparecer ella con la comida que puso delante de ellos, se sentó también a comer y la conversación fue similar a la que habían mantenido antes.
- Sabes que Sirius se ha fugado de Azkaban, he hablado con él, es inocente – le dijo él para romper el hielo.
- Calla no me lo puedo creer, quien lo diría yo no desde luego, porque no te lo dije mas que unas cien veces ¿verdad?
- Mira en aquel momento por mucho que tu me hubieses dicho no lo hubiera creído, es de lógica y tú lo sabes, todas las pruebas apuntaban a el y tu solo...
- Era una niña mimada a la que nadie hacia caso.
- No era eso lo que iba a decir, no pongas palabras en mi boca que yo no he dicho.
- Pero si pensado.
- Tampoco lo he pensado Helena, por favor – el ladrido de un perro los hizo callar a los dos.
- Oye porque no te vas a acostar ¿Sabes donde esta tu habitación?
- Es la 201.
- Esta en la segunda planta, según sales del ascensor a mano izquierda la primera habitación que te encuentras. Yo me voy a dormir.
- ¿Dónde duermes tu?
- En mi cama – contesto secamente saliendo de la estancia.
