- Esa niña siempre me ha encantado, menudo temperamento sigue teniendo.

- Sirius no resulta gracioso, no va a dejar que la protejamos, sé esta poniendo en peligro.

- Ella ni siquiera sabe que esta en peligro Remus, yo creo que si te sentaras con ella y se lo explicaras todo lo entendería.

- Ya lo sabe, lleva quince años escondida, que se cree que es porque nos aburríamos y por eso hicimos eso.

- No sé que se cree, lo único que yo veo en ella es miedo, no lo notas, esta asustada.

- Pues lo disimula muy bien.

- ¿Y tu porque estas enfadado?

- No lo sé. Porque no me gusta encontrarme en esta situación. Me confunde. Parece que le moleste que estemos aquí.

- No nos confundamos, yo para ella no estoy, osea que si alguien le molesta eres tu.

- Gracias Sirius, tu apoyo incondicional, me ha llegado al alma – el otro no le contesto agito su varita en el aire y murmuro unas palabras - ¿Qué haces?

- Cierro todas las puertas y ventanas mágicamente, por sí acaso.

Se levanto nerviosa, no había dormido muy bien, la vuelta de Remus a su vida, significaba una complicación, sabia que si estaba ahí era porque el señor tenebroso se había hecho muy fuerte y que había una posibilidad que viniera a por ella, aunque seguía sin entender porque, puede que su verdadero apellido fuera Potter, pero realmente por eso se debía matar a una persona, solo porque un día juro que no dejaría ni a un solo Potter con vida. Y lo estaba haciendo muy bien, no se podía negar ya solo quedaban dos Harry y ella, todavía recordaba como habían asesinado a sus padres delante de sus ojos, su madre la había escondido en una habitación secreta del salón y desde allí lo había visto y oído todo, un escalofrió recorrió todo su cuerpo. Necesitaba salir de allí, sentía como si se estuviera ahogando, había reprimido todos esos recuerdos y también el dolor que ellos llevaban y no podía ni quería que todo saliera ahora. Se vistió rápido y bajo corriendo hacia la puerta principal.

- Remus Lupin abre inmediatamente – el interesado se levanto de la cama sobresaltado, miro a la otra cama donde su compañero dormía.

- Sirius es Helena – pero el otro no contestaba, se levanto rápido y empezó a sacudir al animago – es Helena, rápido transformare antes de que te vea.

- ¿Qué quiere? Pero si todavía es muy temprano.

- Abre inmediatamente Lupin – oia detrás de la puerta.

- ¿Qué le has hecho esta vez para que este así?

- Yo, pero si todavía no la vi desde anoche. Venga que voy a abrir – el hombre se transformo en perro mientras su amigo abría la puerta.

- Tu – le daba golpes con su dedo indice en el pecho - ¿quién te crees que eres?

- Tranquila – le dijo sujetándole la mano con la que le seguía dando.

- Suéltame – le grito – como te atreves a cerrar las puertas con magia.

- Yo no... – se quedo callado, que le iba a decir, yo no fui, fue el perro – no pensé que te fuera a molestar.

- Pues me ha molestado y mucho. Este es mi hotel y aquí no hay magia. Espero que no lo vuelvas a hacer.

- Era para tu seguridad – Helena en ese momento hubiese jurado que el perro se estaba riendo.

- Aquí no hay magia – le repitió – y ahora quita el hechizo quiero salir – con un elegante movimiento de mano, Remus agito su varita.

- Ya esta, listo.

- Bien gracias – se giro para irse cuando él le sujeto del brazo.

- ¿Se puede saber donde vas?

- No te tengo que dar ningún tipo de explicación a ti pero para que lo sepas, voy a salir a correr.

- ¿A correr?

- Si, me gusta correr cuando estoy estresada y desde que tu has llegado lo estoy bastante.

- ¿Te puedo acompañar? Serán cinco minutos mientras tu te vistes yo ya estaré listo.

- Primero no, no puedes me gusta correr sola y segundo ya estoy vestida.

- No estas vestida. Eso – dijo señalando sus pantalones y él top que llevaba – no es ropa.

- Si que lo es, son culotes para correr en el mundo muggle todos los utilizan.

- Y que, pero no esta bien que tú los utilices.

- ¿Por qué no? – Remus se quedo mirando al perro que miraba expectante la discusión – esperas que el te diga porque no los puedo usar.

- Claro que no – volvió a mirar al can con cara de ¿o sí?, Pero el perro lo único que hizo fue echarse en el suelo y estirarse – de menuda ayuda sirves.

- Mira tu puedes seguir esperando a que el perro te diga si puedo o no usar los pantalones, mientras tanto yo me voy, ya me contaras que te digo cuando vuelva. Y ya que hablamos de vestimenta, puedes dormir como quieras, me da exactamente igual, pero cuando me vengas a abrir la puerta ponte algo encima por favor – Remus se miro y se dio cuenta de que solo llevaba sus bóxer puestos.

- Pues que sepas que esto tapa mas que lo que tu llevas puesto – grito.

- Y doy gracias a dios – le respondió ella ya desde el piso de abajo.

- Es increíble siempre tiene que decir la ultima palabra – se dio la vuelta al oír unas risas detrás de el.

- Parecéis dos niños pequeños ¿cómo se te ocurre discutir con ella?

- Pero tu vez normal que salga con esa ropa.

- A mí me gusta – contesto el otro encogiéndose de hombros – le hace parecer una señorita, seguro que se lo pone para parecer que es una mujer.

- Sirius es una mujer.

- No, no lo es – contesto echándose sobre la cama.

- ¿Pero tu donde la estas mirando?

- ¿Y tu donde la estas mirando?

- Pero tú la has visto bien, no es una niña es una mujer echa y derecha. Has visto las curvas que tiene.

- Oye tu que estas hablando de Helena, no tiene curvas – Remus levanto una de sus cejas.

- A ver si lo entiendo el chico de a mí me gustan todas, es incapaz de ver a Helena como una mujer.

- No es una mujer es Helena, no te acuerdas la que se dormía en mi regazo todas las noches y yo le metía en su camita, la que con esa cara de ángel hacia lo que me pidiera. Esa es a la que yo veo. ¿Tu que ves?

- Yo veo a dos idiotas hablando tranquilamente en vez de estar vigilando a quien deben – los otros dos pegaron un brinco al oír la voz.

- Por dios Severus quieres matarnos de un infarto – susurro Remus.

- Quiere matarnos sin mas – gruño Sirius - ¿Qué haces aquí?

- Dumbledore me ha mandado venir a ver como os iba. Pero esta claro que le diré que mal ¿dónde se supone que esta?

- Detrás de ti – Severus se giro y la vio allí delante de el, se quedo atontado mirándola, no podía creer que fuera la misma niña que conoció, ahora era una mujer y no una cualquiera, si no una de esas que los hombres se giran para verla - ¿vas a llenar mi hotel de magos indeseables o con este basta? – Remus no le contesto solo se giro para mirar a Sirius que se había transformado antes de que ella se diera cuenta - ¿estas esperando que vuelva a contestar el perro por ti?

- Así que esta que tengo aquí delante es Helena Potter, cualquiera lo diría – Snape la miro de arriba abajo antes de seguir hablando – y yo que pensé que no pasarías de una niña mal criada y contestona.

- Que casualidad porque yo jamás pensé que tu pasarías de ser un sucio mortigafo asesino.

- Helena – le regaño Remus – Severus ahora esta de nuestro lado, pertenece a la orden y Dumbledore confía en él.

- Como te dije anoche, el no es dios, y se puede confundir. Si me disculpáis solo vine a decirte que el desayuno se servirá en un hora. ¿Tu amigo se quedara a desayunar?

- No, no lo haré.

- Pues yo continuo con lo mío, adiós – brindo una mirada de desprecio al exmortigafo antes de irse, pero el la continuo mirando mientras ella salía.

- Severus. Severus. ¿Snape se puede saber que estas mirando?

- Si Potter llegara a ver a su hermana así la encerraría en lo alto de un torreón.

- No sé de que hablas.

- Vamos Lupin hasta tu con tu santidad te tienes que haber fijado en ella.

- Severus no olvides que estas hablando de la hermana de uno de mis mejores amigos y que ella es como una hermana para mí.

- Si, si se ve que tu la miras como una hermana.

- Me voy a vestir, dile a Dumbledore que todo va bien– cerro la puerta antes de que el otro añadiera nada.