El día paso rápido, Remus y Sirius no se movieron del salón de la primera planta y Helena hacia acto de aparición de vez en cuando para recoger algo o limpiar, le decía palabras contadas y si le podía responder con monosílabos mejor que mejor, Remus en el fondo lo agradeció estaba ya cansado de discutir con ella.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que termino durmiéndose cuando despertó miro al perro que miraba la tele sin pestañear.

- ¿Dónde esta Helena? – le pregunto él hizo caso omiso, tenia el mando de la tele y le intentaba dar con una de sus pesuñas para cambiar – Sirius ¿Helena?

- Guau – contesto el can.

- Ya sé que te puede parecer extraño,  pero aunque paso mucho tiempo contigo, sigo sin entender tus ladridos.

- Que no lo sé – contesto el otro transformándose en persona y dándole por fin al botón del mando – estará en su habitación.

- ¿Cuánto hace de la ultima vez  que paso por aquí?

- Cuando Romeo mata al primo de Julieta

- ¿Qué?

- Eso era lo que pasaba en la película la ultima vez que la vi.

- ¿Cuánto hace de eso en tiempo real? Sirius – le grito viendo como se había quedado de nuevo absorto viendo la tele.

- Pues no se unas dos películas y media mas o menos.

- ¿Dos películas y media? ¿Cuánto dura una película?

- Dos horas mas o menos.

- Por dios Sirius y lo dices tan tranquilo.

- Si, te dejo una nota, vino un chico y se fue con él.

- A ver si lo entiendo – Remus inspiraba y expiraba – me estas diciendo que la has dejado irse con un tío que no sabes quien era.

- Yo no sé quien era, pero por el modo en que él la besaba para mí que ella sí lo sabia.

- ¿Se besaban? – y a el que le importaba si se besaba o con algún chico, él estaba allí para su seguridad no para meterse en su vida amorosa - ¿Pero se besaban como amigos? –que no te importa, para que preguntas.

- No, te puedo asegurar que ese no era un beso de amigos – en ese momento un coche freno en la entrada y al cabo de unos segundos Helena hizo aparición por la puerta la chica y Sirius volvió a su condición de perro.

- Hola – grito mientras daba saltos hasta ellos- no te vas a creer lo que he hecho.

- ¿Se puede saber donde has ido? – le pregunto el molesto - ¿y con quien?

- Al acantilado Wasluter, esta a una hora de aquí y he saltado por un puente – grito abrazándose al cuello de el.

- ¿Cómo que has saltado por un puente? Estas muy mojada.

- Si te atan los pies con unas cuerdas y luego te dejas caer se te ponen aquí – dijo señalando su garganta – pero es increíble sientes una la sensación de que vas a caer y luego plaf la cuerda te frena, pero cuando me iban a soltar me resbale y me caí al rió, pero fue emocionante te sube algo por aquí – dijo señalando su estomago – y te llega hasta aquí  - continuo hasta su boca. Es... no se puede describir con palabras, lo tienes que hacer un día – Remus la miraba mientras ella hablaba sin parar, dando saltos de vez en cuando y agitando sus brazos de sobremanera, estaba emocionada, sus ojos brillaban y ella no paraba de reír.

- Tienes un subidon de adrenalina.

- Puede, pero menudo subidon. Achits.

- Jesús y para colmo cogerás una pulmonía.

- Anda vete a acostarte que te llevo ahora algo caliente.

- Hocicos – llamo Helena – ven te echo una carrera hasta mi habitación – el perro la miro y luego volvió a intentar darle con la pezuña al mando – vale pues corro yo sola.

- Todavía sigues vestida – interrogo Remus.

- ¿Qué me traes?

- Un cacao a no ser que ahora me digas que tampoco lo tomas ya y que no te gusta.

- Si que me gusta – ella empezó a desabrochar los botones de su camisa.

- Helena sigo aquí – dijo él dándose la vuelta.

- Lo sé. Pero también sabia que te volverías – ella se puso rápidamente el pijama – ya esta te puedes volver. Dame esas pastillas de ahí.

- ¿Qué es esto? – pregunto él entregándole la caja.

- Una prevención, son por si he cogido frió, lo tomo con el cacao caliente que tu me has traído y mañana estaré como una rosa.

- ¿Método muggle?

- Si ¿Quieres ver la tele conmigo?

- Si vale – bueno era increíble parecía que estaban teniendo una conversación sin discutir por primera vez. Ella le dejo espacio a un lado de la cama y prendió la tele.

- Tu perro es muy raro, lleva toda la tarde ahí sentado viendo la tele y hasta parecía que lo entendía cuando algo no le gustaba cambiaba de canal – Remus se apoyaba en el cabecero y la cama y subía sus piernas pero sin llegar a echarse del todo.

- Bueno siempre fue muy inteligente.

- Yo nunca había visto uno tan inteligente.

- Bueno la verdad es único.

- Remus.

- Dime. ¿Sabes que me has llamado por mi nombre?

- Sí. Háblame de Harry.

- Bueno no se que contarte, es un buen chico, tiene un corazón muy grande.

- ¿Tiene amigos?

- Si bueno en el mundo mágico él es famoso, casi todo el mundo quiere ser amigo de el, pero tiene a dos en especial a Ron Weasley y a Hermione Granger, ellos son sus dos mejores amigos – se quedo en silencio cuando ella apoyo su cabeza en su estomago – los tres se han enfrentado ya a Voldemort mas veces de las que debieran y hasta ahora han salido airosos, claro que no es de extrañar, porque Hermione es la mas inteligente de Hogwarts sabes a mi siempre me recuerda a Lily, es como ella necesita que todo este perfecto, pasa mas tiempo en la biblioteca que en cualquier otro lugar.

- Como Lily – susurro ella.

- Sí igual. Son buenos chicos, muy valientes por algo son de Gryffindor.

- No creo que la valentía tenga nada que ver con Gryffindor, porque yo también fui a Gryffindor y la valentía brilla por su ausencia.

- Porque dices eso – ella suspiro cuando le empezó a acariciar el pelo, recordó como Sirius hacia siempre eso para que ella se durmiera.

- Porque no quiero volver a saber nada del mundo mágico, prefiero estar aquí escondida en mi mundo que volver a esa realidad. El día que me fuiste a buscar a Hogwarts mi valentía se quedo en aquella sala. Viví hasta la mayoría de edad en un orfanato ¿lo sabias? – ella se recostó y se puso a la misma altura que él apoyando su cabeza en su hombro.

- No, no lo sabia creí que Dumbledore te había dejado con una familia.

- No, pensó que allí seria más difícil localizarme, no me gustaba nada estar allí, nadie me arropaba por las noches, no era un mal sitio, pero lo odiaba, cuando acabe entre a trabajar para un anciano, era un ogro solo sabia gritar e insultar, pero por alguna razón me cogió cariño y cuando murió me dejo este edificio en su testamento y así fue como monte el hotel. Y me gusta como llevo mi vida ahora, no quiero mas muertes a mí alrededor – él hizo lo único que se le ocurrió en ese momento, abrazarla durante varios minutos – sigues oliendo también – le dijo ella y le dio un beso en el cuello.

- Helena ¿Qué estas haciendo?

- No lo sé – dijo antes de dejarse vencer por el sueño – él la acostó y la tapo con las mantas, la miro por unos instantes antes de darle un beso en la mejilla.

- Que estas haciendo Remus – pensaba para él – no te compliques, estas aquí solo para que ella siga a salvo, no te impliques sentimentalmente, ya es tarde para no implicarse – se dijo – muy tarde.