Entraron en una vieja casa que en otro tiempo debía haber sido una gran mansión, oía una voces un poco mas delante de donde ellos estaban al girar en un pasillo, vislumbro lo que debía ser la cocina y donde unas personas hablaban aceleradamente, entonces vio un chico que se acercaba a ellos con una gran sonrisa, su corazón empezó a latir tan rápido que sentía como si se le estuviera escapando.
- Sirius – llamo el muchacho – creí que no te vería.
- ¿Pero que haces aquí? Deberías estar en Hogwarts.
- Si, pero estos tres – dijo una mujer pelirroja señalando al muchacho a otro chico pelirrojo y a una chica – han decidido que pueden seguir saltándose las normas a la torera. Es el colmo ya que se escapen del colegio.
- Ni que fuera la primera vez – susurro el pelirrojo a la chica, recibiendo una mirada de la mujer.
- Sabes que no debes hacer eso – dijo el animago – tienes que estar en Hogwarts. Luego me vienes con la historia de que tu nunca buscas líos.
- Lo siento – susurro – es que hacia mucho que no tenia noticias tuyas y estaba preocupado.
- No le regañes Sirius. Hola chicos
- Hola profesor Lupin. Hola – miro a Helena – soy Harry – pero ella no le contesto, solo lo miraba con los ojos rojos.
- ¿Estas bien? – interrogo Sirius junto a ella – té estas poniendo pálida por momentos.
- Sirius – dijo ella sujetándose a su brazo - creo que me voy a... – no pudo terminar la frase, antes de que se dieran cuenta, ella caía sobre el animago inconsciente.
- Helena – la llamo, puso su mano sobre su rostro y su cara cambio – esta ardiendo.
- Llevémosla a una de las habitaciones – grito la mujer – le preparare una poción para bajarle la fiebre.
- ¿Qué le pasa? – pregunto el joven Potter.
- Nada Harry, es solo cansancio – le contesto su padrino – y vosotros ir preparándoos que volvéis al colegio.
Ya llevaba tres días en la cama sin despertar, no habían conseguido bajarle la fiebre y cada vez parece que estaba peor, Molly Weasley, Sirius y Remus no se movían de junto a su cama.
- Deberíamos llevarla a San Mungo Sirius. Yo creo que tiene una crisis nerviosa, no se como la puedo auxiliar.
- No podemos Molly, seria como llevarla a la boca del lobo. Además no la podrían ayudar, no es la primera vez que esta así y la otra vez estuvo dos semanas y no pudieron hacer nada.
- ¿La otra vez? – interrogo Remus – yo no recuerdo que nunca estuviera así.
- Fue cuando murieron sus padres – cogió la mano de la chica y la puso entre las suyas – acababa de recibir la carta donde le decían que había entrado en Hogwarts y James le quería regalar algo, así que nos fuimos al callejón Diagon a comprarle una mascota, nos tardamos mas de lo que debíamos por estar jugando y supongo que eso fue algo que James jamás se perdono, si hubiésemos vuelto directamente el siempre pensó que podía haber echo algo, pero yo nunca lo creí, mas bien estaríamos muertos como ellos. Cuando llegamos a la casa fue horrible, la puerta estaba destrozada, entramos corriendo para ver lo que había ocurrido, el señor Potter estaba en el suelo con la cara desencajada, no parecía para nada el hombre que habíamos dejado horas antes y la madre aun estaba viva, pero era como si no estuviera ahí, tenia la mirada perdida, James se quedo con ella y yo me puse a buscar a Helena por toda la casa, pero no la encontraba subí y baje del primer piso con seis veces, James no era de mucha ayuda, estaba desolado no decía ni hacia nada, solo lloraba en silencio con su madre entre sus brazos, yo ya daba por perdida a Helena cuando al apoyarme en la chimenea lo recordé, el escondite, ahí la encontré, tenia las rodillas dobladas y su cabeza metida entre ellas, se tapaba los oídos con sus manos y se balanceaba, os juro que daba miedo verla, me intente acercar a ella, pero no podía entrar por el pequeño agujero, así que la empecé a llamar, pero era como si no me escuchara, ella seguía igual, estuve un buen rato intentándola sacar de allí, pero era inútil, entonces fue cuando sentí una mano en mi hombro, me di la vuelta y vi a James junto a mi, miro a través del agujero y la llamo, ella la primera vez no realizo ningún movimiento, pero la segunda levanto su vista y le miro, vino arrastrándose hasta que cogió la mano que el le extendía, tiro de ella hacia fuera y la abrazo volteándose contra la pared para que ella no viera nada, se quito su capa y se la puso a ella cubriéndole el rostro, Helena te vas a quedar con Sirius un poco, yo voy ahora, el me la paso, se agarro a mi cuello como si tuviera miedo de que me fuera escapar, sabéis lo que se siente cuando unos brazos tan pequeños te abrazan de esa manera, se te rompe el corazón, no le quites la capa hasta que no estéis fuera de la casa, me dijo James, el volvió de nuevo junto a su madre y yo salí con la pequeña de la casa, cuando estuvimos afuera le aparte la capa y la mire, pero solo conseguí verla de refilón, ya que ella no apartaba su cara de mi hombro, la sentía temblar sin parar, pero no le vi caer ni una sola lágrima, ni oí un solo sollozo, empecé a notar que su pequeño cuerpo cada vez estaba mas caliente, en cuestión de unos minutos varios aurores hicieron acto de aparición y varios medimagos, pero era tarde la señora Potter ya había muerto, a Helena la ingresaron en San Mungo, pero no lograban encontrar la causa de su mal. Cuando Lily se entero vino a ver a James muchas veces y una de ellas le dijo algo que se me quedo grabado, uno de los medimagos nos acaba de decir que no era nada físico, que no sabían que podía ser y entonces Lily dijo, le han roto el corazón, nuestra Lily siempre tan inteligente, nos comento que había leído que en algunos casos cuando la persona estaba en ese estado era bueno hablarla que se sintiera querida, así que fue lo que hicimos, le contábamos todo lo que se nos ocurría, Lily se sentaba horas allí con ella y le leía libros y en una de esas lecturas fue cuando despertó.
- ¿Qué libros le leía Lily?
- No lo sé, lo primero que cayera en sus manos como siempre. Pero no sé le podemos hablar, contarle cualquier cosa – y así pasaron los dos siguientes días, hablándole a un persona que no hacia ningún movimiento ni contestaba nada, pero ellos no se rendían y lo seguían intentando.
- ¿Cuándo vuelve Molly? – pregunto Sirius mirando su desayuno.
- Mañana o pasado. ¿Porque?
- No por nada – contesto el otro clavando su tenedor en lo que parecía ser un trozo de bacón y mirándolo con asco.
- Si no te gusta puedes ponerte tú a cocinar.
- Por favor no, yo he probado su comida y es asqueroso – los dos no pudieron evitar sacar una sonrisa al ver a Helena apoyada en el marco de la puerta.
- Esta es mi chica – grito Sirius abrazándola – no te dije que se iba a despertar, no te lo dije – Lupin la miraba mientras su amigo le besaba la frente y la abrazaba de nuevo, con ese pijama blanco que Molly le había puesto y su pelo negro cayendo libremente, parecía un ángel que se hubiera escapado del cielo.
- ¿Estas bien? – le pregunto.
- Si – ella afirmo con la cabeza – parece como si me fallaran las piernas al caminar, pero bien. ¿Y tu tienes muy mala cara? Pareces enfermo – Sirius en ese momento se dio cuenta, la luna llena estaba cerca, había estado tan preocupado por la chica que no se había dado cuenta.
- ¿Cómo se llamaba aquella chica que estaba en casa de Sirius? ¿Te acuerdas?
- Helena creo ¿Por que?
- Curiosidad, me resulta conocida, me recuerda a alguien, pero no sé a quien.
- Hermione, me estas mintiendo.
- Harry James Potter, como puedes pensar eso.
- ¿Por que te conocemos y no sabes mentir?
- Ah y tú si Ronald Weasley.
- Mejor que tú a decir verdad.
- Venga Hermione ¿Para que quieres saber el nombre de la chica?
- Curiosidad ya os lo he dicho.
- Pero no te creemos – dijo el pelirrojo.
- Vale de acuerdo. No lo sé, me extraña que hayan llevado a una persona al cuartel de la Orden así, como así. Tiene que ser alguien importante. Y yo quiero saber quien es.
- ¿Y como lo vas a averiguar? – pregunto Harry.
- Fácil, yo no le note ningún acento de que sea extranjera, por tanto tiene que ser de aquí, así que si esta en el cuartel de la Orden y es de aquí, es una bruja y tuvo que haber estudiado en Hogwarts.
- Ya y eso nos ayuda mucho, como crees que vamos a averiguar nada con esa deducción.
- Vamos Ron, tendra unos veintiséis... veintisiete años, pon que como mucho tiene treinta. Pues miraremos los anuarios de hace 20 años hasta hoy si hace falta para encontrarla, sabemos que se llama Helena, solo hay que encontrar el resto. ¿Vamos? – miro a los dos chicos esperando su respuesta.
- ¿Hay anuarios? – preguntaron los dos a la vez.
- Caminar – bufo la chica señalando el retrato que hacia de puerta.
- Remus esta noche es luna llena.
- Lo sé Sirius, ya tome la poción, a las nueve me encerrare. Cuida de ella, consigue que cene algo.
- Tranquilo lo haré, lleva días sin comer nada, será capaz de comerse todo lo que yo le haga, ya lo veras.
- Hermione llevamos aquí horas y no encontramos nada – protesto Ron – además casi es la hora de la cena.
- Ron tiene razón Hermione, además tenemos hambre.
- De acuerdo – se dio por vencida la chica, pero mañana seguimos.
