Era luna llena y Remus se encontraba ya encerrado en el sótano, no era un peligro para ellos, pero así no corrían ningún riesgo. La conversación que había tenido hacia unos días en la bañera la tenia mortificada y por fin había tomado una decisión de la que esperaba no arrepentirse.

- Sirius ¿Estas despierto?

- No del todo – oyó como le contestaba - ¿Pasa algo?

- Necesito hablar contigo.

- Entra, dime.

- Tengo un pequeñito problema, pero el problema se ira haciendo mas grande según pase el tiempo, por ahora puedo ocultar el problema, pero llegara un momento que será imposible que lo oculte mas – el la miro muy serio durante unos segundos.

- No me he enterado de nada. Haber tienes un problema, vale eso lo entendí y es pequeño pero luego se hará mas grande...

- Estoy embarazada – el animago abrió los ojos como platos.

- ¿Estas de broma?

- Ojala, pero no estoy de tres meses.

- ¿Qué le pareció a Remus? – pregunto el sentándose en el borde de la cama.

- No se lo he contado, no puedo decírselo.

- Como no vas a poder. Mañana por la mañana vas y se lo dices.

- Sirius le he preguntado si quiere tener hijos y me ha dicho que no, que tal y como están las cosas ahora no.

- Bueno tiene razón en cierta manera, pero estoy seguro que se alegrara.

- No lo sabrá, aun no. ¿Me ayudaras?

- ¿Qué necesitas?

- Irme, quiero tener a mi hijo fuera de todo esto. Que nazca sin miedo.

- No puedo hacer eso Helena, no te puedes ir y dejar a Remus y menos así.

- Escúchame Sirius por favor – le dijo ella arrodillándose delante de el – el no quiere un niño en estas condiciones y yo no quiero que se sienta obligado, así que me iré, desaparece y tendré a mi niño, lo criare como si fuera un muggle sin ningún poder mágico y nadie nunca sospechara nada y cuando todo esto acabe, volveré y le contare toda la verdad a Remus, no quiero tener un hijo que sufra como lo hace Harry. Me ayudaras – le suplico ella.

- No sé lo que puedo hacer.

- Solo dejarme ir, yo ya lo tengo todo pensado.

- ¿Te cuidaras?

- Si

- ¿Me avisaras si necesitas algo?

- Si.

- ¿Tendrás cuidado?

- Te lo prometo – Sirius se levanto y la ayudo a ella a levantarse, la abrazo y la dejo ir.

Ya volvía de nuevo, llevaba dos semanas saliendo todos los días a buscarla, cuando volvía y su misión había sido inútil, se encerraba en su habitación, Sirius sabia que el licántropo estaba muy deprimido por la desaparición de Helena y en algunas ocasiones pensaba en decirle la  verdad, que ella estaba a salvo que vivía en el mundo muggle y lo mas importante que esperaba un niño de el. Pero se lo había prometido a ella, le había prometido que no le contaría a el la verdad, no hasta que todo pasara, y el animago se preguntaba una y otra vez y si nunca pasaba, se pasaría la vida escondiéndole a su amigo que tenia un niño.

Estaba asustada, tenia miedo y si algo salía mal y si le pasaba algo al bebe, la enfermera que estaba con ella debió leer sus pensamientos.

- Tranquila, todo va a salir bien. Mira ves ese monitor de ahí – Helena siguió la vista hasta donde le señalaba la enferma – pues ese marca las pulsaciones de tu bebe. Y te puedo asegurar que será un chico fuerte con un corazón así.

- ¿Esta segura?

- Claro que lo estoy, he traído a muchos niños al mundo y este tiene ganas de salir además – una hora después Helena tenía a su hijo entre sus brazos que lloraba sin parar.

- Hola pequeño.

- No te dije que seria fuerte mira como agarra mi dedo – le dijo la enfermera

- Si,  es precioso- Helena lloro de emoción de tenerlo con ella y de tristeza por no tener a Remus junto a ella en esos momentos que tanta falta le hacia.

Ya era mas de medianoche estaba muy cansada quería dormir, pero tenia miedo de que si se dormía al niño le pasara algo, se sobresalto al oír un ruido en la habitación, se giro rápidamente para encontrase con los ojos azules de Sirius.

- Hola – saludo con una sonrisa, se acerco a la pequeña cuna que había junto a la cama - ¿Es el?

- Si, Nathan.- respondió ella llena de orgullo.

- Nathan – pregunto el.

- ¿Si te gusta?

- No esta mal. ¿Cómo estas? – pregunto acariciándole la frente.

- Bien, no es una experiencia que me apetezca repetir próximamente, pero ha sido maravilloso. ¿Cómo esta el?

- Está. Ha dejado de buscarte, pero sigue triste, Helena no se si es buena idea esto de ocultarle todo.

- Es mejor así, además si ahora alguien supiera de la existencia del bebe podrían hacerle daño, no quiero eso.

- Creo que sabe que le miento, lo puedo ver en sus ojos. Sabes este niño se me parece bastante.

- No se te parece en nada Sirius.

- Que si, mira si tiene mi misma sonrisa.

- Claro que no.

- Claro que si.

- No.

- Mira para que lo vamos a negar, se me parece. No sigas discutiendo – le riño – no deberías dormir un poco.

- Si, pero no puedo tengo miedo que cuando despierte el no este aquí,

- Estará aquí, tranquila, yo me quedare contigo de acuerdo.

- Estarás aquí cuando despierte

- Estaré aquí – ella echo un último vistazo a su hijo y se dejo caer agotada sobre la cama.

Miro la chimenea que de vez en cuando dejaba salir alguna chispa y volvió la vista de nuevo al libro que estaba leyendo, Sirius se sentó junto a el con un libro en la mano.

- ¿Qué vas a hacer? – pregunto.

- Leer – contesto el otro como si fuera lo más obvio.

- A ti no te gusta leer.

- Claro que me gusta – contesto el otro ofendido – lo que pasa es que me suele aburrir la mayor parte de las veces.

- ¿Cómo esta Harry?

- Nervioso, esta muy inquieto. Ron me ha dicho que esta teniendo muchas pesadillas, nunca lo había visto así.

- Si, Ron también me lo dijo, llama a Helena a veces.

- ¿Así? No lo sabía.

- Sirius en este último año te lo he preguntado varias veces y esta será la última ¿Sabes donde esta?

- No, te lo he dicho muchas veces no lo se.

- Vale y yo te creo, pero quiero que cuando me contestes me mires a los ojos y me lo repitas – el animago llevo sus ojos azules a los castaños de su amigo.

- No... – gruño – no... mierda Remus sabes que no puedo. Vale, si se donde esta, pero antes de que preguntes no te lo voy a decir, se lo prometí a ella.

- Lo has sabido todo este tiempo – grito levantándose exaltado – me has estado mintiendo casi un año.

- Ella me lo pidió y no se lo pude negar.

- Pero si me puedes negar a mí la verdad.

- Remus las cosas no son tan fáciles.

- Si que lo son. Desaparece una noche y desde entonces no he vuelto a saber nada, te pregunte un millón de veces donde estaba y me dijiste que no lo sabias, pero ya sabia que me mentías, no eras capaz de mirarme cuando me contestabas.

- Remus, Sirius os necesitamos en el colegio – por la chimenea aparecía la cara de Albus Dumbledore – avisar a la orden nos están atacando – los dos sin mediar palabra se introdujeron en la chimenea.

Cuando llegaron allí todo era un caos, los prefectos de cada casa defendían a los mas pequeños ocultándolos en las salas comunes, los de los últimos cursos corrían hacia fuera a defender el colegio acompañados de sus profesores, Sirius busco entre ellos a Harry, pero no estaba tampoco estaban ni Ron ni Hermione.

- En el comedor – le grito una voz por detrás  como si hubiese leído sus pensamientos, se dio la vuelta y vio a la profesora McGonagall – Potter esta en el comedor, se esta enfrentando a Voldemort, los mortigafos vienen desde el bosque prohibido.

- Ve a ayudar a Harry – dijo Remus junto a el – yo iré con ellos.

Corrió con todas sus fuerzas hasta el gran comedor, rezando por que su ahijado y sus amigos estuvieran bien, cuando paso las puertas se encontró una escena increíble Ron estaba en el suelo inconsciente, Hermione también, pero parecía tener sentido ya que se movía. Harry apuntaba con su varita a Voldemort y este a su vez a el, dos rayos se encontraba en el centro de la habitación, Sirius se puso junto al chico.

- Luego me vendrás con el cuento de que no te metes en líos – el joven sonrió pero no rompió el enlace con el rayo, el hombre pudo notar como gotas de sudor caían por su frente.

- Black te esperaba – dijo una voz detrás de el se giro para encontrarse con el que un día fuera uno de sus amigos.

- Hola Peter. Vaya sigues vivo, no he debido rezar lo suficiente, será algo que debo remediar – sin mediar mas palabras se empezaron a lanzar hechizos uno al otro, pero como una vez Harry había escuchado Peter nunca fue bueno en duelos y al cabo de unos minutos el animago obtenía su victoria. Se acerco al cuerpo tendido del otro, todavía estaba vivo.

- ¿El perdón es mucho pedir? – murmullo.

- No soy yo quien te debe perdonara – solo contesto, pero su atención volvió de nuevo a su ahijado, cuando oyó dos palabras que le helaron la sangre.

- Avada kedabra – Harry callo de rodillas al suelo después de pronunciar las palabras, mientras el cuerpo de Voldemort caía al suelo muerto.

- ¿Estas bien?   - le pregunto acercándose corriendo a el, el otro sonrió y afirmo con la cabeza.

- Ya se acabo ¿Hermione y Ron?

- Estoy bien – comento la chica intentando levantarse sin éxito, Sirius se acerco al pelirrojo comprobando que tenia pulso y la respiración bastante normalizada.

- Voy a ayudar a los otros – les dijo – quedaos aquí – corrió de nuevo cuando se dirigía  hacia los terrenos del colegio, donde la lucha aun continuaba, pero los mortigafos se empezaban a retirar, pudo ver a Draco Malfoy mirando todo desde una de las ventanas, no defendió el colegio, pero al menos tampoco lo atacaba como algunos de sus compañeros de casa, ya estaba llegando afuera.

- Ha muerto – oyó que Snape decía – lo siento a muerto.

- Se están retirando – grito uno de los gemelos Weasley – huyen. Victoria, victoria.

No sabia que le pasaba ya hacia un rato que había conseguido que dejara de llorar, pero era incapaz de calmarlo y mucho menos de dormirlo, era un niño muy tranquilo, no entendía porque estaba así, tal vez era porque ella también estaba así y el lo notaba, tenia una presión en el corazón que por momentos hasta le impedía respirar. Se sobresalto al escuchar un ruido en la casa, miro al niño una vez mas en su cuna y salió a comprobar que había sido lo que había escuchado, miro en la cocina, pero todo estaba normal, hubiese jurado que el ruido provenía de ahí se dio la vuelta para volver a la habitación del niño cuando se encontró con el rostro de un hombre.

- Solo queremos el dinero y las joyas.

- No ahí nada de eso aquí – el la empotro contra una pared.

- No hagas las cosas difíciles danos todo lo que tengas y nos iremos – a ella no le paso por alto que no paraba de hablar en plural y sintió miedo de donde podían estar el resto.

- No hay nada de verdad, todo el dinero que tengo esta en la cartera, encima de la mesa – el giro la vista a la mesa.

- Hay solo hay calderilla – le grito apretándola aun mas fuerte.

- No tengo más de verdad. Nathan – grito cuando oyó al niño llorar.

- Dame las joyas.

- Malditasea – le grito ella – no me estas escuchando que no ahí, no tengo joyas.

- Que me las des – le empezó a gritar el sacudiéndola una y otra vez provocando que se diera contra la pared.

- Expelimarnius –el hombre salió volando hasta acabar chocando contra los muebles de la cocina.  Helena cayó al suelo colocando su mano en la cabeza, noto algo húmedo, miro su mano y vio que había sangre.

- Esta sangrando – dijo una voz.

- Ya lo veo – contesto otra más cerca de ella.

- ¿Remus? – pregunto con voz suave.

- ¿Te duele? – interrogo el mirándole la herida – no tienes nada, es mas la sangre que otra cosa.

- Eso es porque tiene la cabeza muy dura – dijo Sirius agachándose también  a comprobar el estado de la chica.

- Que gracioso eres. Nathan – grito empujando a Remus al suelo y saliendo corriendo de la habitación.

Nathan repetía el licántropo en su cabeza, así que ya había alguien mas, estaba con otro, había pasado una año, pero pensó que ella aun pensaba en el cómo el en ella, pero estaba confundido, tal vez ella no le quería, bueno nunca se lo había dicho ni el tampoco a ella.

- Como ahora te vas a enfadar mucho mas que antes, quiero decir en mi defensa que ella me obligo – expuso Sirius.

- ¿Qué te obligo a que?  - pero se quedo callado cuando en ese momento volvía a entrar Helena con un bebe en sus brazos.

- Este es Nathan – habló  la chica esperando la respuesta del licántropo, pero el no decía nada, solo miraba al bebe sin pestañear.

- Bueno yo me voy a encargar que esos dos acaben en la prisión esa muggle que hay - levanto el cuerpo inerte del que se encontraba en la cocina y luego helena pudo ver que hacia lo mismo en el salón con otro que ella ni siquiera había visto.

- ¿Vas a decir algo? Por favor lo que sea, cualquier cosa, pero deja de mirarle así.

- Nathan.

- Si ese es su nombre ¿no te gusta?

- ¿Cuánto tiempo tiene?

- Seis meses Remus.

- Y Harry es su padrino – oyeron gritar a Sirius – debería haber sido yo, pero no tenia que ser Harry.

- ¿Todos sabían de él menos yo?

- No, solo Sirius y Harry, nada más.

- ¿Nada más? Perdona mi osadía, pero yo no debería haberlo sabido, porque si mis calculo no me fallan es mío.

- Si. Tal vez te lo tenia que haber contado, pero me dio miedo de tu reacción, te pregunte que si querías una familia y me dijiste que no, no hasta que acabaseis con Voldemort.

- ¿Ya estabas embarazada cuando me lo preguntaste? – ella asintió – no me lo puedo creer, que se supone que debo hacer ahora.

- No tienes que hacer nada, él es responsabilidad mía.

- Ah no, eso si que no, yo soy su padre así que no pretendas sacarme de su vida.

- No era eso lo que decía, pensé que no lo querías.

- Que ya no te quiera a ti no significa que no lo quiera a él – Helena se quedo en silencio al oír esas palabras, le habían echo daño, pero no se dejaría ablandar por el, si no la quería al diablo con él pensó.

- Bueno eso pone mejor las cosas,  porque yo tampoco siento nada hacia ti, es tu hijo y podrás verle siempre que quieras.

Pues gracias – expreso Lupin con ironía – es muy amable por tu parte permitirme ver a mi hijo – puso todo el énfasis que pudo en la última palabra, se acerco a ella - ¿Lo puedo coger? – ella le entrego al niño sin tan siquiera mirarle