(todos los personajes, y localizaciones pertenecen a Square-Enix, y Final Fantasy 8. los cuales no poseo. U¬¬ no por falta de ganas. jajajajaja)
The Vampire Slayer
Cáp. 4: La mujer de las visiones
Poco a poco empieza a volver al mundo real, entonces se da cuenta de que Zell lo estaba mirando con una mirada un poco sospechosa.
- Squall: No digas nada, Dincht.
- Zell: Vale, no hace falta que lo diga. Jejejeje. Bueno, parece que será mejor que me marche también al comedor.
- Squall: Ah! Y nada de ningún comentario, ¿de acuerdo?
- Zell: Tranquilo, jefe.
- Squall: Y una última cosa, Dincht. Gracias, Zell, muchas gracias por haberme chinchado antes. Si no hubieras hablado de ello, quizá no se lo habría confesado jamás a ella.
- Zell: No es nada, para eso están los colegas.
Habiendo acabado la conversación, Zell empieza a correr hacia el comedor, esperando que la comida no se haya agotado ya. En esos instantes solo, Squall nota de repente que le sube un escalofrío por la espalda, alertándolo. En sus 17 años de experiencia, sabía que un escalofrío en su espalda, era presagio de que algo realmente malo iba a ocurrir. Volviendo estrepitosamente a la realidad y sabiendo que esa paz iba a durar muy poco. Seifer estaba a punto de aparecer, y Squall no se podía entretener en tener un romance. Intentado quitarse todas esas ideas, Squall empieza a caminar con tranquilidad hacia el comedor, pero al pasar la puerta, nota como una mano se coloca en su hombro. Con unos reflejos increíbles, gira la cabeza y se aparta para que no lo toquen. Al momento ve a un joven pelirrojo vestido de cowboy.
- Cowboy: Tranquilo Squall. Soy yo, también he venido aquí. Llegué ayer.
- Squall: ¿Qué haces aquí, Irvine?
- Irvine: El director del jardín de Trabia estaba preocupado por la rareza de este caso, y me ha enviado aquí para ayudarte.
- Squall: Pues ya te puedes volver a Trabia. No necesito que estén cuidando de mí.
- Irvine: Sabía que contestarías así, pero Eleone tiene un mal presentimiento y habló con el director para que me enviase aquí.
- Squall: ¿Eleone?....... De acuerdo, Irvine. Si quieres, puedes estar por aquí e intentar ayudar, pero no te metas en mí vida privada. Aun recuerdo lo que hiciste en Trabia.
- Irvine: Bah, pequeñas tonterías de juventud. No tienes que tomarte tan a pecho lo que pasó.
- Squall: Prefiero olvidarlo.
- Rinoa: (desde la mesa) Squall, ¿vienes?
- Squall: (amablemente) Ahora vengo (amenazador) Irvine, ni se te ocurra decir algo. Ni una sola palabra, ¿de acuerdo?
- Irvine: Como tú digas, don Juan, jejejeje, así que lo que pasa es que te gustan así. Tienes muy buen gusto, Squall.
- Squall: Tienes cinco segundos para escapar de la muerte. Cuatro, tres, dos.
- Irvine: Vale, vale, ya callo y nunca he dicho nada.
- Squall: Así me gusta.
Sonriendo cínicamente, Squall camina de nuevo hacia la mesa de Rinoa y se sienta a su lado. Una vez han acabado de comer, deciden ir un rato a tomar el aire en el patio. Allí Rinoa decide hacerle unas cuantas preguntas a Squall, una vez están sentados en el césped.
- Rinoa: Squall, ¿puedo preguntarte una cosa?
- Squall: ¿Eh?...... claro, supongo.
- Rinoa: ¿Quién era el chico que te ha cogido antes en el comedor?
- Squall: Ah! Se llama Irvine Kinneas. Era un compañero del otro jardín.
- Rinoa: Es una suerte que tengas amigos que también vengan aquí.
- Squall: He dicho compañero, no amigo. No tengo amigos allí. Solo conocidos. Irvine es uno de ellos.
- Rinoa: Pero parece que él te aprecia.
- Squall: Bueno, una vez en Trabia lo salvé de. un accidente que estuvo a punto de sufrir. Después de eso, me ha seguido a mí y a mí hermana a todas partes.
- Rinoa: ¿Hermana? Nunca me has hablado de ella. Pensé que ya ni tenías familia. Nunca me has hablado de ello.
- Squall: Nunca hablo de mí. Ya tendrías que estar acostumbrada a ello. Pero. sí puedo explicarte varias cosas.
- Rinoa: Para ti soy toda oídos. Siempre te escucharé.
- Squall: Gracias, pero más de la mitad de mí vida es un secreto. no puedo hablar mucho de mí. Si hablo podría ser que un día ya no me despertara.
- Rinoa: ¿No confías en nadie? ¿Nunca?
- Squall: Una vez confié en una persona.
- Rinoa: ¿Y qué ocurrió?
- Squall: ¡Je! ¿qué ocurrió? Simplemente obtuve (se levanta un poco la camiseta, enseñando un lado del abdomen) esta cicatriz como recompensa (vuelve a colocarse bien la camiseta). Entenderás ahora porque no confío en nadie.
- Rinoa: Lo entiendo. pero, ¿ni siquiera en mí?
Sabiendo perfectamente a lo que se refería Rinoa, la mira durante unos segundos a los ojos. Analizando su expresión y sus ojos. En ellos veía una gran sinceridad, pero a la vez notaba que ella le ocultaba algo. Algo terrible, un secreto que nadie tenía que saber. En realidad, él también tenía un secreto que no quería que nadie supiera. Finalmente la expresión de Squall se suaviza al formase una sonrisa.
- Squall: La verdad es que no confíe en ti. Sino que tengo miedo de que te ocurra algo por saber demasiado sobre mí. Lo único que quiero es protegerte. Perdona si esta manera que tengo de protegerte, te. disgusta.
- Rinoa: Lo comprendo. (con tristeza)
Viendo que lo comprende, pero que sigue triste, Squall decide remediar esa tristeza mostrando su faceta más cariñosa. Con lo que con un brazo hace que Rinoa quede estirada en el césped, junto a él. Colocando cuidadosamente su torso encima del de ella. En ese momento, estando ambas caras tan cerca una de otra, Squall cierra los ojos, y toca suavemente con sus labios, con los de ella. Pero a los pocos segundos de estar tocándose ambos labios, Squall decide ir un poco más lejos y profundizar más el beso. Besándose con más fuerza. Una vez finalizado el beso, se queda aun muy cerca de ella, sonriendo con cariño.
- Squall: Solo deseo protegerte. Cuanto menos sepas de mí, estarás más segura. No creas lo que no es. No creas que quiero apartarte de mí vida, ni que quiero mentirte, pero hay cosas de mí que es mejor que no conozcas. Cosas que te aseguro que no te gustarían, no quiero que profundices en esa faceta.
- Rinoa: Pero.
- Squall: Sí, ya lo sé. Un día de estos, descubrirás mis secretos. Pero no quiero que por mis secretos. pierdas lo que sientes ahora por mí.
- Rinoa: Squall.
- Squall: Shh. no digas nada. (La vuelve a besar, y mientras dura el beso) "Nunca me he sentido así. Por primera vez en mí vida quiero proteger a alguien de verdad. No me importa el resto del mundo, solo la quiero a ella. a nadie más." (finaliza en beso) Rinoa, te quiero.
- Rinoa: Yo. yo también te quiero, Squall.
- Squall: Rinoa, te protegeré, si hace falta hasta con mi vida, siempre. Nunca dejaré que te ocurra nada malo. Te lo prometo.
Pero antes de que pueda volver a besarla, alguien entra en el patio y se dirige inmediatamente hacia él. Allí Zell los ve tendidos sobre el césped, estando Squall encima de ella.
- Zell: Vaya. parece que te estás espabilando muy rápido, Squall.
- Squall: .. Será mejor que nos levantemos ya, Rinoa.
- Rinoa: . Sí.
- Zell: Esto, lo siento chicos. Pero es que el director quiere vernos a mí y a Squall, nos quiere presentar un nuevo compañero. Por eso he venido a buscarte. Squall, yo no quería molestar, de veras.
- Squall: . De acuerdo. Vayamos a ver al director, a ver que ocurre.
Diciendo eso, Squall se aparta de Rinoa y se levanta del césped. Al momento empieza a caminar junto a Zell hasta el despacho del director. Una vez allí, Shu les comunica que el director les estaba esperando y que ya pueden pasar. Curiosamente, Zell no entra en el despacho, quedándose fuera, esperando a Squall. Una vez dentro, Squall no se creé lo que ve.
- Squall: E. Eleone, Irvine. ¿qué. qué haces aquí, Eleone?
- Eleone: Hola hermanito. Verás.
- Cid: Señor Leonhart, yo mismo le explicaré la situación. Verá, el jardín de Trabia ha decidido trasladar aquí al señor Kinneas.
- Squall: ¿Y Eleone, que tiene que ver en esto?
- Eleone: Yo lo he acompañado hasta aquí, Squall. Ya sabes que Irvine tiende a meterse en líos.
- Irvine: ¡Hey! Un poco de delicadeza, ¿queréis?
- Squall: (sin escuchar a Irvine) Lo sé. ¿Te quedarás mucho por aquí?
- Eleone: No. hoy mismo ya tengo que irme. Pero, hermanito. ten mucho cuidado. Hay algo en todo este asunto que no me gusta nada. Tengo un mal presentimiento.
- Squall: (tocando la cabeza de su hermana) No te preocupes. Ya sabes que tu hermano mayor sabe cuidarse muy bien. Al final y al cabo, te he criado yo. No te preocupes, y si algo te molesta o estás en peligro, recuerda aquello que te enseñé.
- Eleone: (sonriendo) ¡Sí! Ya me ha servido de mucho.
- Cid: Bien, señor Leonhart. Quería informarle sobre el señor Kinneas, pero veo que lo conoce muy bien ya. Su habitación estará al lado de la suya y del señor Dincht. Que por cierto ¿por qué no ha entrado? ¿Dónde se encuentra?
- Squall: Dincht me ha comentado que prefería quedarse fuera y esperar. Supongo que le gustan tan poco las reuniones como a mí.
- Cid: De acuerdo, espero que le informe de que el señor Kinneas pasará a ser parte de su equipo. Aunque hayan cesado los asesinatos, tenemos que estar preparados. No quiero perder más alumnos.
- Eleone: Yo aun tengo la sensación de que algo malo ocurrirá.
- Squall: Ya te he dicho que no te preocupes, pero. ¿estás segura que no puedes quedarte ni un momento?
- Eleone: Hermanito, sabes que hay gente en Trabia que depende de mí, ahora que tú no estás.
- Squall: ¿Cómo están las cosas por allí?
- Eleone: Muy revueltas. A veces se respira paz, pero al momento vuelve a atacar. es muy extraño, normalmente no es así. Parece como algo o alguien, los controlara.
- Squall: Lo entiendo. Entonces será mejor que te marches lo antes posible. Espero volver a verte pronto, hermanita. (Squall se acerca a ella, la abraza con fuerza y la besa en la mejilla. Quedándose unos segundos así) (susurra en su oído) Cuídate.
- Eleone: Lo haré. (Le devuelve el beso en la mejilla)
- Cid: Señorita Leonhart, dentro de poco saldrá el tren.
- Eleone: Sí, y gracias señor Kramer.
- Cid: No es nada. Señor Leonhart, por favor, vaya a presentar el señor Kinneas al señor Dincht.
- Squall: Sí, señor. Por aquí, Irvine.
Con esas palabras, Squall sale del despacho, no sin dar una última mirada a su hermana. Una vez ha traspasado la puerta, se encuentra con Zell sentado y esperando. Al momento, Zell se extraña de ver a Irvine al lado de Squall.
- Zell: ¿Qué era?
- Squall: Tenemos un nuevo compañero en nuestro asunto.
- Zell: ¿Y ese quién es?
- Irvine: ¡Hey, que tengo un nombre!
- Squall: Pero no lo sabe aun. Zell, te presento a Irvine Kinneas, viene del jardín de Trabia. Irvine, te presento a Zell Dincht, él también es un cazador como tú y yo.
- Zell: ¿Este tío es un cazador? Pero si tiene pinta de mujeriego.
- Irvine: ¿Y tú eres uno? Pareces un crío malcriado.
- Squall: ¡Hey! Parad los dos. Estamos juntos en este embrollo. Así que quiero que estéis calladitos y os comportéis bien, los dos. ¿De acuerdo? ¿O preferís que me deshaga de vosotros dos en un segundo?
- Irvine: No, no, no.. Squall tranquilo.
- Zell: Exacto, nos portaremos de maravilla.
- Squall: Mejor. Zell, ponle al corriente de lo poco que hemos podido descubrir.
- Irvine: ¿Poco?
- Squall: Los asesinatos cesaron dos días después de que yo llegara. Con lo que no pude recoger mucha información, pero tengo la suficiente, para actuar cuando ese vampiro asome la cabeza.
- Irvine: ¿Y por qué Zell? ¿Por qué no tú?
- Squall: Tengo otros asuntos.
- Zell: Jejejejeje, ¿Rinoa?
- Squall: Cállate.
- Irvine: ¿Rinoa? ¿Quién es?... ¿No será la chica que te ha llamado antes? (ve que Squall se pone un poco rojo) Ah! ¡¡Es ella!! Jejeje, entonces prefieres estar con tu novia que informarme. ¿Y tú te quejabas de mí, Squallito?
- Squall: Quizá sí siento algo por ella, pero ella es quien me ha informado sobre el vampiro que estamos siguiendo. Así que voy a hablar con ella para que me explique más sobre el vampiro. ¿Comprendido? No soy como tú, Irvine.
Con estas palabras Squall se marcha definitivamente. Dejando a Irvine y a Zell perplejos, ya que Squall había dicho esas palabras con las mejillas completamente rojas. En verdad le avergonzaba que Irvine hubiera acertado con tanta facilidad. Pensando en ello, ya se encuentra otra vez frente a la entrada del patio. Formándose una suave sonrisa, entra de nuevo en el patio, esperando ver aun a Rinoa y poder pasar así un rato más juntos y sin interrupciones. Por suerte sus sueños se habían hecho realidad, allí aun se encontraba Rinoa, esperándolo. Discretamente se esconde un poco, para darle una pequeña sorpresa. Una vez a su lado, se inclina y la besa en el cuello desde atrás. Al notar unos labios contra su cuello Rinoa se alarma, moviéndose rápidamente. Pero a los pocos segundos se da cuenta de que se trataba de Squall.
- Squall: Rinoa, soy yo.
- Rinoa: . Squall. perdona. No me había fijado que eras tú.
- Squall: ¿Qué te ha ocurrido? Parecías asustada.
- Rinoa: Es que. "Vamos Rinoa, piensa algo rápido.". no me gusta mucho que me besen en el cuello. Me incomoda mucho.
- Squall: Vaya. lo siento, no lo sabía. No lo he hecho con mala intención, perdona.
- Rinoa: Tranquilo, no lo sabías.
- Squall: Ahora lo sé. (Sentándose a su lado) Pero me daba la sensación de que a todas las mujeres os gustaba que os besaran con cariño en el cuello. Siempre he tenido entendido eso.
- Rinoa: Y normalmente es así, pero. a mí no me gusta.
- Squall: De acuerdo.
Quedándose ambos un rato en silencio. Hasta que Squall vuelve a levantar la cabeza y mirar a Rinoa de nuevo. Esperando no ser muy entrometido, se acerca mucho más a ella, y se prepara para susurrarle al oído.
- Squall: (con susurros y con un tono dulce) Entonces, dime donde te gusta, y te besaré encantado.
- Rinoa: . Squall.
- Squall: Perdona si eso es muy entrometido, o muy lanzado. Pero. me gustaría saberlo.
- Rinoa: Bueno, la verdad es que.
De inmediato se acerca más a él y le susurra al oído. Diciéndole el lugar que más le gustaba. Escuchándola atentamente, y asintiendo suavemente con la cabeza, Squall va almacenando toda la información. Al finalizar, Rinoa se aparta de él, un poco sonrojada. Mientras que Squall simplemente remarca más una sonrisa pícara, y se dirige hacia uno de los lugares que Rinoa le había explicado. Acabando por besarla finalmente en el hombro. A esa acción, Rinoa sonríe suavemente, feliz de que Squall le haya hecho caso.
- Rinoa: Squall, gracias.
- Squall: ¿Por qué?
- Rinoa: Por haberme hecho caso. A veces, los chicos vais totalmente a la vuestra.
- Squall: (la besa en el hombro de nuevo) Yo soy diferente. Me preocupo por ti, creo que incluso más que por mí mismo. Ten en cuenta que lo que siento por ti, es muy fuerte. Sé que parece muy repentino.
- Rinoa: Es verdad. Hace un par de días, ni me hablabas y ahora me besas con todo tu cariño.
- Squall: Me gustaste desde que te vi, pero no me atrevía a decirlo, ni admitirlo. Pero ahora, me siento como.. (se acerca y decide susurrarle).. Si quisiera amarte como sino existiera el mañana. Rinoa, me siento como. como nunca me he sentido en toda mí vida. ¿Te ocurre lo mismo?
- Rinoa: Sí, sé lo que es. Aunque yo ya sentí esto por una persona, con la misma intensidad que ahora lo siento por ti. Era igual que tú, incluso el mismo nombre.
- Squall: (sorprendido) Vaya. esto. quizá no deba preguntar, pero ¿qué ocurrió? ¿Por qué no estás con él? Si tanto. le querías.
- Rinoa: Él murió.
- Squall: (más sorprendido) Oh. lo siento. Te debe doler recordar eso. Lo siento de veras.
- Rinoa: No te preocupes. Ya. ya lo superé. Además ahora estoy contigo. Pareces su viva imagen.
Sonriendo, Squall vuelve a acercar su cara a la de ella, y la besa en los labios, saboreando el dulce momento entre ellos dos. Pero de nuevo el dulce momento se ve interrumpido, por una voz femenina.
- ¿?: ¿Es usted Squall Leonhart?
Squall interrumpe el beso, y se gira para ver quien era esta vez. Al girarse ve a una mujer rubia, con los ojos azules, alta y elegante. Extrañado, la mira más atentamente y decide responder.
- Squall: Sí, soy yo. ¿Qué quiere?
- Mujer: Me llamo Quistis Trepe, y he venido al jardín para avisarle de un peligro muy próximo.
- Squall: ¿Peligro? ¡Ja! Señorita Trepe. mí vida es un peligro continuo. No sé que hay de nuevo, pero ¿cómo lo sabe usted?
- Quistis: A veces sufro visiones. En una de ellas aparecía usted, este jardín cubierto de sangre y un ser de fuerza sobrehumana. También apreció ese colgante que lleva. Y sé lo que es usted en realidad. Pero por respeto, no lo voy a decir.
- Squall: . Rinoa, quédate aquí un segundo. No tardaré en volver, te lo prometo. (la besa en los labios) Bien, señorita Trepe, creo que usted y yo tenemos que hablar de unas cuantas cosas.
Con estas palabras Squall vuelve a marcharse del patio, para poder hablar más en privado con Quistis. Ya que había algo en el fondo de él, que le decía que Rinoa no tenía que descubrir lo que él era en realidad. Una vez han llegado al centro del jardín, Quistis se sienta y empieza a explicarle porque se encuentra allí, y las razones para querer ayudar.
- Squall: Bien, por favor, explíquese.
- Quistis: Como he dicho antes a veces tengo visiones de lo que puede ocurrir en el futuro. A veces por desgracia estas se cumplen, otras veces mis consejos hacen que cambie el futuro.
- Squall: ¿Un ejemplo?
- Quistis: Sabia que no confiarías por las buenas. (mira a su alrededor) ¿Ves a aquel chico pequeño?
- Squall: Sí.
- Quistis: (cierra los ojos y se concentra).. Dentro de la próxima vuelta, a nueve metros y medio de nosotros, topará con una chica y todos los libros caerán. Y uno de los libros le dará al pequeño en la cabeza. Haciéndole un poco se sangre en la frente. Por cierto, el libro será de ciencias naturales, volumen 7 de la biblioteca. Pero esto puede cambiar si tú lo llamas.
- Squall: Vamos a probar a ver que pasa.
Al cabo de unos minutos, hay el accidente. Efectivamente el niño choca contra la chica, los libros salen volando y uno de ellos le hace daño y sangre en la frente del niño. Y exactamente el libro causante de la herida era el que había dicho Quistis. Squall queda sorprendido por la cantidad de detalles y todos eran exactos, sin una sola equivocación. Convencido la mira, y la escucha más atentamente.
- Squall: De acuerdo, me has convencido. ¿Qué se tiene que hacer?
- Quistis: Ojalá supiera eso también.
- Squall: ¿No lo sabes?
- Quistis: He tenido una visión de uno de los posibles futuros. Además tú futuro es muy incierto, quizá al no ser ni siquiera un humano con todas las de la ley, no funciona tan bien mí poder. Lo que sí tengo seguro es que la chica con la que estabas antes, tanto puede matarte como salvarte la vida. Piensa en ello.
- Squall: ¿Matarme o salvarme la vida? Rinoa nunca intentaría matarme.
- Quistis: Quizá ella a ti no, pero tú si a ella.
- Squall: ¡Vamos, ni en broma! No sería ni capaz de ponerle un dedo encima para dañarla.
- Quistis: Aun os tenéis que conocer mejor, pero tu odio te cegará por un tiempo, y no te dejará ver la realidad. Tu odio será el que querrá extinguir su existencia. Aunque presiento que tu amor podrá con tus demonios interiores.
- Squall: ¿Mí.. amor? (se queda un rato en silencio) Quistis, me gustaría que me ayudaras, a mí a mis compañeros en esto. En realidad estamos muy despistados sobre este vampiro. No actúa como los otros. (Quistis se levanta)
- Quistis: Está planeando algo maligno de verdad. Él es el causante de que vea el jardín cubierto de sangre. ¡Ugh! (Quistis cae de rodillas al suelo)
- Squall: ¡Quistis! ¿te encuentras bien?
- Quistis: Tranquilo, siempre me viene una gran dolor de cabeza cuando tengo una visión muy intensa.
- Squall: ¿Qué es?
- Quistis: .. No puedo decírtelo. No aguantarías.
- Squall: Dímelo, lo que sea. No me importa, quiero saberlo.
- Quistis: .... Tu cuerpo sin vida. He visto tu muerte. A manos de él.
- Squall: Mí. muerte. (respira profundamente) ¿Cómo será?
- Quistis: Él habrá extraído gran parte de tu sangre, tú seguirás vivo, pero te negaras a beber para sobrevivir. Tu odio, te lo impedirá, te levantarás para pelear con él. Pero él es mucho más poderoso y tú no estarás en disposición de luchar. El tercer golpe será letal para ti. Morirás a sus manos.
- Squall: ¿Este futuro se puede cambiar?
- Quistis: Mayoría de ese futuro, presiento que no, pero, quizá si olvidas tu odio, las cosas puedan cambiar.
- Squall: ¿Y beber sangre? ¿Convertirme en lo que más odio?
- Quistis: Tendrás que superar eso, para sobrevivir.
- Squall: Ya pensaré en ello. Quistis, ¿te unes a mí y a los míos? Nos serás de gran ayuda.
- Quistis: De acuerdo.
- Squall: Esto. más tarde te presento al grupo. Ahora, quiero descansar un poco de todo esto.
- Quistis: Me hospedo en la habitación 59B. Cuando sea la hora, por favor avísame.
- Squall: Por descontado.
Con esas palabras Squall se vuelve a marchar, de nuevo se encuentra pensativo sobre lo que ha dicho Quistis sobre su futuro, y como lo puede cambiar. Intentando hacer la idea de tener que beber sangre para sobrevivir. Hacerse la idea de convertirse en su propio enemigo. Algo que con razón, su odio hacia los vampiros le prohíbe hacer. De nuevo vuelve a entrar en el patio, y se sienta al lado de Rinoa, que lo mira extrañada. Preocupada por él, lo mira pero no se atreve a decir palabra. Finalmente reúne valor para preguntar el porque de esa cara tan seria.
- Rinoa: Squall, ¿estás bien? Te veo muy serio, ¿pasa algo malo?
- Squall: Quistis, acaba de tener una visión de mí muerte.
