(todos los personajes, y localizaciones pertenecen a Square-Enix, y Final Fantasy 8. los cuales no poseo. U¬¬ no por falta de ganas. jajajajaja)
The Vampire Slayer
Cáp. 10: El sacrificio
Oyendo esas palabras, Squall retira sus colmillos de ella, y empieza a lamer con delicadeza y cariño, la herida. Queriendo aun saborear ese gusto, tan delicioso. Y a la vez, limpiando la sangre que aun salía de la herida. Una vez la hemorragia se ha detenido, Squall la mira fijamente a los ojos. Extrañamente, a los pocos segundos, su expresión se enternece. Formándose una dulce sonrisa, la sonrisa que tenía Squall cuando él aun no sabía quien era ella en realidad. La sonrisa que tenía cuando estuvieron juntos.
- Squall: Gracias. Gracias, Rinoa por haber hecho esto. Por favor, quédate aquí y recupérate, después. quiero hablar contigo. Tengo muchas cosas que decirte. Espérame aquí. No tardaré, y entonces podremos hablar. Ahora solo tienes que recuperarte del cansancio que sientes.
- Rinoa: . Te. esperaré. "Aunque sé que cuando acabes con Seifer. yo."
- Squall: (sujeta la cara de Rinoa) Dame unos cuantos minutos. (Contra todo lo pensado, la besa suavemente en los labios, dejando a Rinoa completamente sorprendida) ¡Quistis! Cuida de Rinoa por mí, por favor.
- Quistis: (se acerca a la pareja) Me alegro que vuelvas a ser el mismo que conocí. Te lo dije, tenías que romper tus normas para seguir viviendo.
- Squall: Es verdad. tenías mucha razón (mientras dice las palabras, Squall aun con su mano en la mejilla de Rinoa, pasa su pulgar, suavemente sobre los labios de Rinoa) Toda la razón.
Habiendo susurrado esto, se levanta lentamente del suelo. Una vez en píe, mueve el cuello de un lado a otro, haciendo que este cruja. Una vez ha vuelto a colocar los músculos y los cartílagos a su lugar, mira directamente a Seifer. Quien se miraba toda la escena, con cierta cara de asco y aburrimiento. De nuevo, el asesino que lleva dentro Squall, vuelve a aparecer. Esa mirada, solo podía expresar deseo de matar y frialdad ante cualquier sentimiento.
- Squall: Seifer.
- Seifer: ¿? ¿Por fin se ha acabo todo ese rollo de te quiero cariñito? Perfecto, ya era hora. Me estaba aburriendo. Mmm. me parece que disfrutabas bebiendo sangre, ¿te gusta?
- Squall: Cállate.
- Seifer: Bueno, si quieres que calle.. y por cierto, aquí me tienes. Ven a por mí, ¿o es que has aprendido antes la lección?
- Squall: A veces me cuesta aprender ciertas cosas.
Sin más conversación, Squall se acerca más a Seifer. Sabía que esto iba a ser el final, que era ahora o nunca. Y ya había elegido. Ya frente a él, se detiene observando a su rival.
- Squall: ¿Qué prefieres? ¿Armas o cuerpo a cuerpo?
- Seifer: No aprendes. Bueno, ¿qué te parece, las dos cosas? Defiéndete con lo que puedas, lo vas a necesitar.
- Squall: Como quieras.
Mientras duraba esa corta conversación entre ellos dos, otros vampiros se iban acercando a Zell, Irvine, y Selphie. Al ver aquello, Squall entiende que ahora era el momento. Pero simplemente gira la vista hacia ellos, y la vuelve a colocar sobre su rival.
- Seifer: ¿Qué ocurre? ¿No te preocupas de tus amigos?
- Squall: Saben cuidarse. Bien, ¿empezamos nosotros dos?
Al terminar la frase, Squall inclina su cabeza hacia un lado esperando la respuesta de Seifer. En ese momento, y siendo muy rápido, Seifer se coloca justo delante de Squall, preparado para golpear y si era ya posible, matar. Aunque habiendo recuperado sus fuerzas, Squall lo esquiva fácilmente. De repente la pelea se hace casi invisible a los ojos normales. Ambos se mueven a una velocidad increíble, fuera de lo normal. Entre tanto, y mientras cuida de Rinoa, Quistis vuelve a sufrir otra visón.
- Quistis: Ugh!!
- Rinoa: ¡Quistis!
- Quistis: Tranquila. no es nada solo una visión de. Oh, dios mío, Rinoa. tenemos que detener a Squall, sino, tú.
- Rinoa: No, no le detengas.
- Quistis: Pero.
- Rinoa: Conozco mí destino. Seifer me convirtió en esto que soy, Squall no lo sabe, y prefiero que no lo sepa. no quiero que por querer salvar mí existencia, todos tengan que morir. Pero ya sabes. si el creador muere, sus creaciones mueren con él. No hay nada que hacer.
- Quistis: Por eso siempre decías que ibas a morir de todas formas.
- Rinoa: Exacto. Pero prefiero que sea así, tampoco merezco estar cerca de Squall, yo le di este infierno llamado vida. Es lo mínimo que puedo hacer para aliviar parte de su dolor, morir por ello.
- Quistis: Pero sufrirá cuando vea que mueres.
- Rinoa: Lo superará. Además, no creo que lo que ha hecho antes, fuera verdadero. Quizá ha querido ser tierno conmigo por lo que he hecho, pero sé que en el fondo de su corazón, aun me odia, y siempre me odiará.
- Quistis: Eres demasiado dura contigo misma, no seas así. Lo que ha hecho, lo ha hecho porque lo sentía. Y lo siente de verdad.
- Rinoa: Pero Quistis, si no mata a Seifer, todos moriremos. Una vida por cientos de miles. vale la pena, ¿no? vale la pena, purgar todo lo malo que he llegado a hacer, haciendo esto. Así, que por favor, no le digas que se pare. Tiene que seguir, sin distraerse, y tiene que ganar. es una pelea que tiene que hacer solo. Nada lo puede molestar.
- Quistis: .. De acuerdo.
Con esas palabras, ambas se quedan en silencio. Observando, como pueden, la pelea que está haciendo Squall. La verdad es que a cada momento, es más salvaje y feroz. Ahora ya habían cogido unas armas, para infligirse más daño mutuamente. Golpeando y esquivando las embestidas de Seifer, Squall acaba por recibir un buen golpe de él. Siendo atravesado su hombro, por una de las armas de Seifer. Pero sin dar oportunidad a que Seifer, se pueda separar de él, Squall le devuelve el golpe y también lo atraviesa. Creando que Rinoa note de repente un dolor muy fuerte en su hombro. En ese momento, Quistis advierte que el dolor de Seifer, también pasa hacia Rinoa.
- Quistis: Vamos Rinoa, aguanta. Eres fuerte, tienes que aguantar.
Sin decir nada, simplemente asintiendo con la cabeza, Rinoa continúa procurando que Squall no vea su dolor. Entretanto Squall y Seifer siguen su pelea. Era una batalla insólita, una coreografía perfecta, ambos luchando con cuerpo y alma, sabiendo que habían muchas cosas en juego. En un nuevo ataque de Seifer, hiere de nuevo a Squall, esta vez en el abdomen. Por desgracia, Squall esta vez no consigue devolverle el golpe, y no puede herirlo. Pero antes de que se pueda dar cuenta, Seifer, invoca una gran cantidad de energía y hace que Squall salga disparado contra el suelo. Al momento Seifer se lanza contra él para rematarlo, aunque la agilidad de Squall se lo impide, acabando saltando encima del suelo. Girándose violentamente para encontrarlo, vuelve a arañarlo, esta vez en el brazo. Aunque esta vez no es nada profundo, simplemente una rascada. Cansado ya del juego, y viendo que si tarda demasiado, quizá sea demasiado peligroso, Squall empieza a tomarse más en serio la pelea. Siendo ahora él, quien hace las heridas a Seifer. Y en consecuencia, a cada golpe recibido, Rinoa va perdiendo cada vez más fuerza. Intentando terminar ya, Squall intenta atravesar el corazón de Seifer con una de las espadas que había podido conseguir, pero al entrar en contacto con la espada de Seifer, ambas se rompen. Haciendo imposible su uso y obligándolos a seguir con sus propias manos. A cada segundo la batalla se hace más sangrienta y violenta. Finalmente y de nuevo, Seifer vuelve a tirar al suelo a Squall. Esta vez sin lugar para esquivar, ni arma con la que protegerse, empieza a buscar desesperado algo con lo que protegerse o dañar a Seifer. Milagrosamente, el trozo de la espada que se había roto ante sus ojos, se encontraba allí, cerca de su brazo, solo tenía que estirar para llegar. Pero Seifer había leído sus movimientos y le pisa la mano antes de poder alcanzar la hoja.
- Seifer: ¿Crees que soy tan idiota como para no ver eso?
- Squall: Todo era cuestión de probarlo, ¿no?
- Seifer: Iluso. (sin más miramientos, presiona más su píe contra la mano de Squall)
- Squall: AAAGGGRRRRHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!
- Seifer: Vaya. parece que no soportas el dolor en las manos. ¿he encontrado tu punto débil?
- Squall: Eso.... jamás.
De nuevo Seifer presiona más su mano, creándole aun más dolor. Pero en medio de todo ese dolor, Squall sigue buscando alguna manera de escapar, o de matar a su contrincante. Entonces, de nuevo un milagro se muestra ante sus ojos. La otra hoja, la de la espada de Seifer, también estaba cerca de ellos dos. Y parecía que Seifer no se había percatado de esta segunda hoja. Intentando controlar su dolor, y que Seifer no se diera cuenta del plan de Squall, intenta llegar como puede. Pero por desgracia, aun quedaba demasiado lejos de su alcance. Ya se veía completamente perdido, no podía moverse, Seifer lo tenía perfectamente controlado, y la hoja estaba fuera de su alcance. Ya todo estaba terminado y decidido, ya no había nada que hacer. Iba a morir y a defraudar a todos, a decepcionar a la gente que confiaba en él. De repente por una extraña razón Seifer levanta su pié de la mano de Squall y lo deja libre de nuevo.
- Seifer: ¿Sigues peleando o te mato ya?
- Squall: Nunca me rindo, es un problema que siempre he tenido.
- Seifer: Perfecto, hablas como tiene que hablar el cazador.
- Squall: Gracias.
Sin dar tiempo a que Seifer se pueda dar cuenta, Squall se lanza a donde está la hoja, y de nuevo un golpe de energía lo deja al suelo. Harto de ello, espera a que Seifer se acerque a él. Una vez al lado de Squall, y también cansado del juego, decide terminar. De inmediato se lanza a él para morderle y acabar con su existencia. Pero no se había fijado en que Squall tenía la hoja de la espada apuntando hacia su corazón. Solo se da cuenta de ello, en el último segundo, y ya incapaz de cambiar lo que estaba escrito. En ese momento, Squall atraviesa el corazón de Seifer. Al notar el agudo dolor se levanta y ve la realidad, tenía la hoja clavada en su corazón. Sin querer darle tiempo a que se la quite y se recupere, Squall se levanta del suelo, y la clava más profundamente a su enemigo. Matándolo definitivamente y haciendo que desaparezca detrás de un grito ensordecedor. Ya había terminado, cansado y con heridas abiertas, se tambalea hasta que cae de rodillas en el suelo. Sus compañeros también se encontraban exhaustos, pero victoriosos, ahora todos descansaban de la batalla. Pero en ese momento, una voz irrumpe su cansancio.
- Quistis: ¡¡Rinoa!! No. no hagas que se cumpla lo que he visto.
- Squall: "¿¡Rinoa!?"
Al momento, e invocando las pocas fuerzas que le quedan, Squall se levanta de nuevo del suelo, y anda lo más deprisa que sus fuerzas le permiten hacia Quistis y Rinoa. Pero al llegar hasta ellas, ve que Rinoa se mueve de manera muy extraña, y que lucha por respirar. Viendo esos espasmos, como si su interior se estuviera muriendo lentamente. Alarmado, se pone de rodillas, y la agarra, intentado darle seguridad y tranquilidad.
- Squall: ¿Rinoa?
- Rinoa: Me alegro de haberte encontrado, conocido y. amado. Aunque haya salido mal.
- Squall: ¿? ¿Qué quieres decir con eso? No hables así.
- Rinoa: Squall.. Noto que tengo que. irme. Se ha terminado mí tiempo.
- Squall: No Rinoa. aguanta, por favor. por favor.
- Rinoa: (sonríe melancólicamente) ¿Ves? Si te hubiera dicho como me convertí en vampiro. no lo habrías hecho. Te pareces a él, más de lo que nunca habría creído. (acaricia con cariño su mejilla)
- Squall: Vamos, no me hagas esto.
- Rinoa: Es lo mínimo que puedo hacer para aliviar tu dolor. yo te di este dolor. merezco morir.
- Squall: No, no es cierto. Venga, demuestra que sigues siendo humana, no te marches. no desaparezcas.
- Rinoa: No soy tan humana como quisiera serlo. Squall.
- Squall: ¿Si?
- Rinoa: Squall. te. te. te. (finalmente cierra los ojos y su cuerpo empieza a convertirse en cenizas)
- Squall: No, no.. vamos, tienes que acabar. ¡Dímelo! Quiero oírlo, no. no. lo hagas.
Ante esa visión, sus ojos empiezan a llenarse lentamente de lágrimas. El cuerpo de la persona a quien había amado, se había convertido en cenizas sobre sus manos. Había muerto en sus brazos. Incapaz de afrontarlo con frialdad, golpea con el puño el suelo una y otra vez. Maldiciendo todo, mientras sus ojos no dejan de soltar lágrimas. Unas lágrimas que parecen no tener fin. Allí, con sus compañeros detrás de él, aun con sus heridas abiertas, de rodillas en el suelo, golpeando el suelo con rabia y dolor, y entre sus gemidos de dolor y su respiración entrecortada, no deja de susurrar su nombre. Destrozado, por la pérdida de la persona a quien había amado, tan intensamente y quien a pesar de todo, de todo el dolor que él le había provocado, se había sacrificado por él y los suyos.
