Título: Lazos
Autora: chibineko =^.~=
Coautora: Mikki-chan
Nota: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a Rurouni Kenshin son propiedad exclusiva de su autor Nobuhiro Watsuki. Este fic está hecho sin motivo de lucro, es solo con motivo de entretenimiento de parte de su linda autora felina y su hechicera coautora.
Capítulo IV: Esperanza. El inicio de una familia.
Cual león enjaulado, Aoshi se paseaba alrededor de su habitación una vez más. Así se había pasado los últimos cuatro días... primero porque Misao y el resto de los Oniwabanshuu no le habían dejado salir del lugar, luego porque él mismo fue el que comenzó a reusarse a salir no solo del Aoiya, sino que no salía ni de su cuarto.
En un principio estuvo furioso, furioso porque el hombre que dejo abandonada a su madre estuvo siempre tan cerca, furioso por haberse sentido agradecido con Seijuro Hiko por haberlo albergado durante esos momentos de necesidad, furioso por deberle la vida de los habitantes del Aoiya mientras se dio la batalla con Makoto Shishio...furioso simplemente por la necesidad de estar furioso con alguien. Mas el tiempo es un compañero que te hace pensar... a veces más de lo que uno quiere; y Aoshi tuvo mucho tiempo para pensar durante esos cuatro días, en especial cuando la razón comenzó a ganarle a su furia ciega.
Su mente fue hacia los pocos momentos en los cuales compartieron palabras y conversaciones, las respuestas a las preguntas que Aoshi le había hecho a Seijuro Hiko rondaban en su mente, diciéndole que antes de juzgar debía de sopesar todo lo que sabia y buscar la información que le faltaba. Aoshi se sentía fastidiado, las cosas al parecer no eran tal y cual él se las había pintado... pero eso no quitaba que aún estaba furioso... ¡¡¡Debía de estar furioso con alguien!!!, simplemente... tenia que estarlo. El líder de los Oniwabanshuu suspiró, al parecer no iba a ser tan simple.
Entonces una vez más, un fragmento de la conversación que tuvo con Hiko vino a su mente:
- "Hmmm... Por qué... ¿Por qué nunca tuvo familia Seijuro-san?... no parece que le hubiese molestado mucho el tener una... Hasta Saito-san tiene una; y parece que Kenshin-san tendrá una también. Además... tiene muchas chicas que... pues... dicen querer... tener a sus hijos..."
- "Está bien... siempre creí que mi estúpido discípulo sería el que me hiciese esa pregunta... pero también se la puedo contestar, no hay problema. Es cierto que tengo muchas lindas damas a mi lado, no lo niego... pero... pues incluso yo puedo ser de esos que quieren a una sola persona y a nadie más."
- "Entonces es por eso... a usted le gusta alguien en especial... ¿Y por que no le dice?, ¿Es casada?."
- "Jajajajaja!... lo más probable es que ahora si lo sea... pero si le dije que la quería, y ella me dijo a mi que me quería... y fue cuando éramos muy jóvenes y ninguno estaba comprometido aún, pero hay circunstancias que pueden alejar a uno de lo que realmente quiere; circunstancias que uno no puede impedir aunque quisiese... y a Mikomi la alejaron de mi lado sin que ninguno de los dos pudiese evitarlo."
Circunstancias.... ¡¡¡DEMONIOS!!!... y él no sabia de esas circunstancias. ¡Tenia que saber!, ese era su derecho sin duda... sin embargo, aún estaba molesto... con Hiko, con alguien; bueno, ya ni estaba seguro, pero seguía molesto. Aoshi cayo al suelo una vez mas, sentado frente a su mesita con las piernas cruzadas y la cara sobre sus propias manos; estaba harto de tanto pensar, estaba cansado de estar molesto y saber tantas cosas a medias. Tal vez, y solo tal vez; debía de ir a preguntarle a Seijuro Hiko... tal vez, y solo tal vez... estaba siendo injusto.
Pero cada vez que su mente iba por esos rumbos, de nuevo la imagen de una joven y frágil mujer cayendo se presentaba ante sus ojos, molestándolo por sobremanera, sacando desde el interior de su ser toda aquella furia... una mujer que ahora tenia un nombre para él.. Mikomi... el nombre de su madre había sido Mikomi; Esperanza... nombre hermoso en verdad. Aoshi suspiró, Esperanza... esperanza... era como si con su propio nombre su madre le pidiese algo a cambio, pero... ¿esperanza de que?. Demasiados pensamientos, demasiadas confusiones, demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza. Debía sin duda de ordenar sus pensamientos, debía de organizarse él mismo; Aoshi Shinomori no era así... no era alguien que se dejase llevar por sus emociones de una manera tan salvaje como la actual, pero... ARGH!, era difícil en la situación en la que estaba.
Un suspiro y una nueva rendición, ya ni siquiera sabia si estaba en verdad molesto aún... tan solo... estaba cansado. Aoshi enterró su rostro entre sus brazos, deseando que todo alrededor desapareciera de esa manera. Si tan solo... las cosas no fuesen tan difíciles... pero ¿lo eran?.
**********
Kenshin suspiro casi en derrota, estaba preocupado por la actitud que su maestro había presentado desde que despertase. Estaba en un estado en el cual no lo había visto antes, lloroso y acongojado... casi derrotado; no, ese no era el Hiko Seijuro 13° que él conocía... no lo era en absoluto.
- "Shishou... debe de comer y asearse por favor..."- pidio Kenshin por enésima vez, sin éxito una vez más. Un nuevo suspiro.
Kenshin sabía cual era el método para acabar con todo aquello, debía de reunir a padre e hijo y ver que tuviesen una conversación pacifica que con suerte acabase con todos aquellos problemas... todos aquellos malos entendidos. Pero llevar a un Shinomori-san pacífico luego de la actitud que presentaba la última vez que lo había visto la vez que regresaba con Misao era algo muy difícil, sino imposible. Shinomori había visto a su maestro con los ojos inyectados de furia y lo había llamado por el nombre de su padre, aquello fue toda una revelación para Kenshin, así como para el mismo Hiko como era indudable también; una revelación y todo un shock que habían dejado a su invencible maestro en el mas deplorable de los estados.
Kenshin entonces trajo un cuenco con agua y un paño, y procedió a asear a su maestro; el cual no hizo ningún movimiento para ayudarlo o impedir las acciones de su discípulo. Simplemente cerró los ojos y no presento más ningún movimiento... aquello iba para grave, y Kenshin estaba cada vez mas preocupado. Una decisión era lo que debía de tomar en aquellos momentos y así lo haría, y debía de actuar cuando antes.
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Una semana había pasado y Aoshi se encontraba ya de todo menos furioso. Estaba medio tirado sobre la única mesita de su habitación, mirando a la nada como lo había estado durante los últimos dos días. Había tenido extraños sueños en los cuales escuchaba una dulce voz femenina que le parecía pedir algo por completo inentendible para él; pero esas súplicas le dolían en el alma... a pesar de ser solo sueños. Suspiro una vez mas y miró por la ventana, la mañana era hermosa y él llevaba ya 7 días sin salir a ningún lugar. Otro suspiro, la verdad que había algo más que deseaba por sobre todas las cosas en aquellos momentos, pero después de todo lo que había pasado como que atreverse a hacer algo tan simple le estaba costando mucho, demasiado en realidad... y Aoshi se molestó por eso, pues como actual líder de los Oniwabanshuu, acobardarse ante algo así no era más que una niñería, y él no era un niño en absoluto. Aoshi se paró entonces resuelto, ¡él no era un niño!. Tomó solo una de sus dos kodachis y la metió en el cinto; tenía puesto una simple yukata color gris. Miro la puerta de su habitación y suspiró por última vez... luego de mucho tiempo por fin tomaba una decisión definitiva.
Salió de su habitación a paso lento, casi podría decirse que cansado. Se dirigió a la salida y una vez fuera calzó unas simples sandalias y se encaminó a su destino, más unas manos pequeñas y temblorosas detuvieron su camino, y al voltear la vista los ojos de Aoshi se encontraron con los ojos de Misao.
- "¡Aoshi-sama no lo haga!."- suplicó Misao casi llorando, temerosa de lo que podría pasar y regañándose a si misma por haber descuidado su vigilancia sobre Aoshi.
Aoshi la observó con una mirada resuelta, y Misao entendió que a pesar de todo lo que hiciese ella, Aoshi iría a hacer lo que tenía pensado hacer. Ella sollozó mas sus manos dejaron el brazo de Aoshi aunque de manera lenta. Aoshi reanudó su marcha.
- "Puedes venir si quieres."- sonaron entonces las palabras al viento y Misao levantó la vista aliviada y asintió con una débil sonrisa antes de correr un poco hasta situarse detrás de Aoshi (aunque antes ato una cinta en la rama de un árbol cercano, que era la señal que habían convenido en caso de que alguno de los miembros del Aoiya viese a Aoshi salir del lugar); y ambos caminaron de manera lenta y pausada el camino que el ninja se había trazado a si mismo. Era definitivo, de ese día no pasaba, obtendría lo que deseaba.
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Kenshin miró una vez más a su dormido maestro antes de tomar un par de ponerse las sandalias y salir apresurado de la pequeña cabaña de Hiko Seijuro tomando una vez más el camino al Aoiya. Era raro pensar que la última vez que se dirigió hacia ese lugar fue para traer a Misao-dono con la intención de que Aoshi fuese de vuelta hacia su casa... y ahora era todo lo contrario. Solo esperaba poder contar con la buena voluntad de los miembros del Aoiya para acceder así a Shinomori-san. Se apresuró en su camino y miro una última vez la pequeña cabaña antes de continuar su camino y perderla de vista; sin darse cuenta de que dos personas venían por el otro lado del camino, que estaba un tanto cubierto por algunos arbustos.
Aoshi miró el lugar, por fin había llegado. Un temblor involuntario lo recorrió pero tomo aire y continuó, siempre seguido de cerca por Misao, quien lo miraba fijamente como buscando indicios de lo que iba a pasar. El ninja avanzó hasta situarse frente a la puerta de madera y tocó esperando a que la puerta fuese abierta. Esto tranquilizó bastante a Misao.
Nadie apareció, y Aoshi volvió a tocar, más nuevamente no obtuvo respuesta alguna. Sin intenciones de volver sobre sus pasos abrió la puerta suavemente y con una rápida mirada inspeccionó el lugar, hallando como única persona presente a un acostado Hiko Seijuro, el corazón se le contrajo en el pecho. Entró al recinto seguido muy de cerca por Misao, quien no perdía de vista las acciones del hombre al que había acompañado hasta allí.
Aoshi estaba convencido, Himura-san no se encontraba allí. Se acercó al futón donde estaba Hiko Seijuro y lo notó dormido, pero se veía un tanto inquieto y viéndolo mejor notó el rostro demacrado, las ojeras y las líneas de expresión ahora más que marcadas. Se arrodilló frente a aquel que ahora sabía era su padre de sangre y se mantuvo así de manera inamovible, mientras observaba y analizaba todo lo que veía en aquel rostro ahora tan cansado.
Aoshi no supo si pasaron pocos o varios minutos, estaba demasiado concentrado en el 13° maestro como para siquiera recordar la presencia de Misao, quien se había sentado en el suelo a una distancia prudente de los dos hombres. Entonces ligeros movimientos en los ojos de Seijuro le indicaron a Aoshi que él estaba por despertar; siguió en la misma posición esperando por aquello a lo que había venido. Tomo su kodachi y la dejó a un costado sin tomar en cuenta la exclamación preocupada de Misao. Simplemente se quedo esperando.
Seijuro despertó de a pocos esperando ver de nuevo a su molesto discípulo mirandolo con preocupación para luego sentirlo zumbando de un lado al otro de la habitación mientras le pedía que se levantase, se asease o comiese... ¡¿Que demonios le importaba a ese chiquillo lo que él hacia a dejaba de hacer?!. Seijuro tuvo el gran deseo de no abrir lo ojos para no sufrir de nuevo ese estúpido tormento; más algo en el ambiente le dijo que esa vez no sería así; y no se equivoco, pues al abrir los ojos no fue la molesta mirada violeta, sino una inmutable mirada azul profundo la que encontró sobre si; Seijuro contuvo el aliento mirando durante un interminable instante aquellos ojos, más pronto rompió el contacto bajando la suya y hablando en tan solo un susurro.
- "Haz lo que viniste a hacer."- dijo cansado notando la presencia de la kodachi y sintiendo que por lo menos eso le debía a Aoshi... el hijo de ella... su hijo.
Aoshi no se movió en un primer momento entendiendo el pedido en la palabras dichas, cerró los ojos y suspiró. Por supuesto que iba a hacer lo que vino a hacer.
- "Cuénteme."- pidió con una tranquilidad que no sentía.
Tanto Seijuro como Misao contuvieron el aliento al escuchar ese pedido.
- "¿Cómo?."- preguntó incrédulo Seijuro.
- "Cuénteme."- volvió a repetir Aoshi, aunque ahora el temblor en su voz fue evidente.
Hiko Seijuro... Amai Otaru, levantó la vista fijando una vez mas sus ojos en aquella mirada azul y no pudo evitar soltar una pequeña lágrima.
- "Que... ¿que quieres saber...?."- preguntó Seijuro tratando de incorporarse y haciéndolo con algo de dificultad debido a la debilidad de su cuerpo. Aoshi no se movió en lo absoluto.
- "Todo."- respondió el ninja de manera escueta, más su nerviosismo era ahora un tanto más evidente, en especial por sus manos, las cuales se aferraban con fuerza, casi con desesperación, a la tela de su yukata.
Seijuro asintió lentamente, entendió perfectamente... el chico deseaba saber de ella, entonces él le contaría todo sobre ella... sobre Mikomi... su dulce Mikomi; al parecer esa era su decisión final, lo más probable es que luego de decirle lo que deseaba, el chico tomase su vida o desapareciese para siempre de ella... en cualquier caso Seijuro perdía. Un nudo se le formó en la garganta pero se obligó a si mismo a iniciar el relato y lo continuaría hasta el final.
- "Su nombre es... era Mikomi... Machido Mikomi..."- comenzó a decir Seijuro con el corazón estrujado en medio de su pecho. Aún no se hacía a la idea de que ella no estuviese más... nunca lo había llegado a pensar y aún ahora después de saberlo no quería aceptarlo... pero debía.
- "Machido... Mikomi..."- Aoshi repitió sin poder evitarlo, como queriendo grabar ese nombre en su mente para siempre, dibujando los kanjis en su mente y pensando que eran tan hermosos como seguramente lo fue la mujer a la cual había pertenecido aquel nombre.
- "Hai..."- suspiró Seijuro, y ambos guardaron un momento de silencio... más pronto Hiko reanudó su relato de manera lenta y pausada.
Misao salió de la pequeña cabaña, sintiéndose una intrusa en medio de aquel privado momento; y dirigiéndose hacia el exterior se sentó bajo la sombra del árbol que estaba en frente de la puerta de la entrada. Ligeras lágrimas rodaron por sus mejillas ante la emotividad del momento; y aunque las había evitado en el interior de la cabaña, ahora podía desahogarse. Se sentía feliz por su querido Aoshi-sama, pues de alguna manera sabía ahora que aquello podía ser el inicio de una nueva senda en la vida de éste; y ahora por completo más relajada pues sabía que no había ningún peligro al dejar a esos dos solos, se concentró en contemplar el cielo y rememorar lo escasos recuerdos que le quedaban de sus propios padres, así como de los compañeros que perdió y tanto habían significado para ella.
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Kenshin llegó por fin al Aoiya, estaba cansado pero no había tiempo para descansar. Cada minuto era importante. Toco la puerta y el joven Kuro lo recibió.
- "Quisiera hablar con Okina-san y Misao-dono si no es molestia."- dijo el samurai con ojos suplicantes, y de inmediato Okina fue avisado.
Ya en presencia de Okina, Kenshin le habló de manera rápida pero entendible del motivo de su visita; en realidad suplicó a Okina por ayuda.
- "Himura-san... me gustaría decirle que no habrá problema en ayudarlo con esto, pero la verdad es que la situacion es preocupante; en verdad no se que hacer. Aoshi... el muchacho esta muy dolido, no sabe como enfrentar esta clase de situaciones y la verdad yo no soy bueno para ellas tampoco, en especial en lo referente al chico. Es tan reservado, tan callado... a sido así toda su vida, por eso me es casi imposible pensar en una solución; dígame por favor como podríamos arreglárnoslas. ¿Tiene usted alguna idea?."- había dicho Okina con preocupación luego de hablar muy seriamente con Kenshin. Era obvio el motivo de la visita del antiguo destajador.
- "Si Okina-san, es cierto... y no solo usted tiene problemas para lidiar con las partes afectadas; mi Shishou esta en un estado de depresión en el cual no lo había visto nunca... es como un muerto en vida, no sé como lidiar con él. Le pido encarecidamente que por favor convenza a Aoshi-san de que escuche razones... no puede juzgar a mi maestro por algo de lo que él mismo no estaba enterado, pues le aseguro que si él hubiese sabido del lazo que lo unía a Aoshi-san, nunca lo hubiese dejado desprotegido."- Kenshin prácticamente imploró inclinándose en una profunda reverencia hacia Okina como acto de súplica.
El viejo exhaló con preocupación y miró a Kenshin y luego al techo, y nuevamente a Kenshin.
- "No le habla a nadie, hace días que no sale de su cuarto... ninguno de nosotros se atreve a hablar mucho con Aoshi-san, a excepción de Misao. ¿Donde está esa niña?... bueno, ya vendrá. Pero como le iba diciendo Himura-san, quisiera ayudarlo, pero no se como. Dígame usted, ¿cree poder hablar razonablemente con Aoshi?, a usted lo respeta mucho, es probable que a pesar de todo lo escuche... aunque no puedo asegurar nada."
- "Podríamos intentarlo... estoy desesperado. Quiero ayudar a mi maestro y de ser posible también a Aoshi-san; no quiero que esto siga. Estoy muy preocupado, y usted me entiende porque esta tan preocupado como yo."
Okina sopesó las palabras de Kenshin y asintió. Himura tenía razón, y si debían de hacerle entender a Aoshi por las malas pues lo harían, eso ya había llegado demasiado lejos.
- "Estoy con usted Himura-san, vamos a hablar con Aoshi-san ahora mismo, ha llegado la hora de que ese muchacho entienda razones... ¿donde esta Misao?."- se volvió a preguntar Okina y mando a una de las chicas a buscarla.
Llegaron a la habitación de Aoshi, pero para sorpresa y temor de Okina y Kenshin, el ninja no se encontraba en su cuarto. Y la situación solo empeoró cuando Okon llego con la noticia de haber encontrado en un arbusto cerca del camino que estaba en dirección a la cabaña de Seijuro la cinta que Misao dejaría en caso de que Aoshi saliese del lugar y ella lo viese.
¿A que hora se había ido Aoshi?, nadie en el Aoiya tenía idea, pero la falta de una de las espadas cortas de Aoshi no facilitaba el panorama, en especial para Kenshin. Llevaba ya mas de hora y media hablando con Okina, con lo cual su maestro llevaba solo por lo menos unas tres horas y un poco mas... sintió la sangre helar en sus venas.
- "¡Shishou!."- exclamó Kenshin antes de tomar velozmente el camino hacia la salida.
- "¡Espere Himura-san!... nosotros también vamos con usted."- Okina exclamó de pronto, y al voltear Kenshin pudo notar que todos los miembros del Aoiya estaban listos para partir y con decididas expresiones en sus semblantes. Kenshin asintió y todos partieron camino al hogar de Seijuro Hiko.
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Hacia ya mas de treinta minutos que Hiko había terminado su relato, y el lugar se había sumido en el silencio. Le había contado a Aoshi lo maravillosa que había sido Mikomi en vida; lo graciosa, dulce, tierna, fina y gentil que había sido; y Aoshi había escuchado cada palabra absorviendola e intengrándose con ellas. Le había contado sobre los sueños de Mikomi, sus detalles, sus alegrias e incluso sobre sus tristezas. Y con pocas palabras, y sin librarse de culpa alguna le había dicho las circunstancias en las cuales Mikomi había sido alejada de su lado.
Ahora Aoshi entendía que Seijuro-san no podía saber del embarazo de su madre.
- "... la hice mía porque nuestro deseo era estar juntos para siempre... como pareja. Nunca llegue siquiera a pensar que la alejarían de mi al día siguiente."- se le había escapado al final a Seijuro de una manera amarga, como si aquel momento volviese de nuevo a su vida.
- *Al día siguiente... definitivamente era imposible saberlo... él nunca se entero de mi existencia... hasta el día que yo se lo hice saber.*- pensó con tristeza Aoshi, pues fue demasiado entendible el hecho de que solo habían estado juntos una vez... no era que quisiera saber detalles tan privados, pero en ese caso eran detalles importantes.
Y luego de eso, Seijuro calló... y el silencio reinó; silencio que ambos utilizaron para pensar en sus respectivos asuntos. Seijuro en la mujer que había perdido, Aoshi en todo lo que acababa de obtener.
- *Pero no me ha contado en ningún momento sobre él... no me ha dicho lo mucho que la amaba... no se ha defendido frente a mi. Solo me ha hablado de ella... solo de ella... de mi madre...*- razonó Aoshi dentro de todo; tenía miles de preguntas aún bullendo en su mente, miles de detalles que quería saber... pero que no se atrevía o sabía como preguntar.
Finalmente una pregunta de las tantas que galopaban sin control en su cabeza terminó en sus labios, era algo estúpido, pero él quería saber la respuesta si es que se podía. Recordó que Okina dijo en alguna ocasión en los días que había estado sin salir de su cuarto, que ella ya le tenía un nombre, pero que no había podido dárselo, no había tenido la fuerza para hacerlo... tal vez había sido solo la manera de Okina de hacerlo salir de su mutismo en esos días, sin embargo...
- "¿Como se suponía que me iban a llamar?."- preguntó Aoshi tan serio como siempre.
Seijuro levantó la mirada y miro a Aoshi sorprendido, y es que incluso desde el inicio de la conversación no se había atrevido a levantar la mirada hacia el joven; y algo parecido a una sonrisa surco su rostro mientras el leve brillo de lagrimas hacían que sus ojos brillasen. El 13° maestro se secó la humedad en sus ojos y respiró profundo; recordando aquel día en el cual ella había anunciado tan feliz que ya tenía pensado el nombre de su primer niño y el de su primera niña.
- "Si hubieses sido una niña... tu nombre hubiese sido Mitsu."- dijo primero Seijuro con el corazón latiendole a mil por hora- "Pero al ser niño... tu nombre debió de haber sido..."- Seijuro calló y miró a Aoshi una vez más por tan solo unos breves segundos. El chico había aguzado los sentidos pero no se había movido ni lo había mirado, Seijuro por fin lo soltó- "... Kenshin... Amai Kenshin. Es incluso mas ridículo que el mío... ¡Pero como adoraba ella ese nombre!."- Seijuro dijo sin poder contenerse solo para callar de nuevo y secarse una vez más las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos.
Por su parte Aoshi sintió un vuelco en el corazón... Kenshin... su nombre hubiese sido Kenshin. Entonces Aoshi recordó las palabras dichas por Seijuro en una de las conversaciones que tuvo con Himura-san mientras él estuvo en la cabaña.
- "¡Yo te di el nombre que llevas hoy por Kamisama!... y pensé que Shinta era demasiado débil para un guerrero como tú... pero tú si eres un débil..."
Y el labio de Aoshi tembló al entender por fin cuanto se habían amado sus padres... cuanto ella lo había querido a él, y cuanto él aún la quería a ella. Pero una vez mas y como casi siempre el autocontrol que tenía sobre si mismo fue mayor que nada, y luego de eso sus emociones fueron tan invisibles hacia el resto del mundo como siempre.
Aoshi asintió y agradeció a Seijuro por su tiempo, tomo la kodachi y se paró dispuesto a marcharse. Hiko lo miro con el semblante triste... así que esa fue la decisión del chico, y había llegado el momento, iba a perder lo último que le quedaba de su adorada Mikomi. Vio a Aoshi caminar hasta la salida, y con impotencia estrujó la frazada de su futón mientras se decía a si mismo que solo faltaba un poco mas, que luego de que el chico cruzara la puerta podría terminar de llorar su pérdida.
Entonces Aoshi detuvo su caminata, y aún mirando hacia la salida dijo en voz firme y modulada.
- "Descanse durante los próximos tres días, aliméntese y recupere su estado físico... no quiero que vaya a visitar la tumba de mi madre en ese estado tan deplorable. Lo veré dentro de tres días en la entrada norte del cementerio."- y luego salió de la pequeña cabaña, dejando a un Seijuro que miraba sorprendido y sin palabras hacia la puerta, mientras densas lágrimas brotaban de sus ojos.
- "Mikomi..."- fue todo lo que susurró antes de que una sonrisa de agradecimiento surcara sus labios. Una verdadera sonrisa y una sensación de paz que no había sentido desde el momento en el cual se había enterado de la muerte de su amada y la existencia de Aoshi Shinomori como su hijo.
Por su parte Aoshi salió a paso lento de la pequeña cabaña, pero una vez que estuvo al otro lado de la puerta sus piernas flaquearon y por fin se permitió derramar unas cuantas de las tantas lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. Estaba conmocionado, tanto que ni siquiera recordaba el hecho de que Misao había llegado con él, así como tampoco se dio cuenta de la presencia de ésta frente a él, mirándolo en silencio y llorando al igual que él; no hasta que un par de pequeñas manos se posaron sobre una de las suyas, sacándolo de ese mundo privado en el cual se había sumido.
- "Aoshi-sama... todo esta bien ahora... se lo prometo."- escuchó decir a la pequeña ninja, mientras ésta lo miraba con lágrimas en los ojos y una sonrisa sincera que de pronto le entibió el corazón.
Aoshi no tuvo fuerzas siquiera para ocultar las lagrimas, solo asintió sorprendido y sintiéndose vulnerable como no se había sentido en años.
- "Vamos a casa Aoshi-sama... vamos a casa."
- "Hai... a casa..."- dijo lentamente Aoshi secándose el rostro por completo, y reanudando el camino junto a Misao, cuando de pronto un grupo de personas apareció a lo lejos.
- "¿Okina... Himura-san?."- preguntó incrédula Misao mientras veía a aquellas personas llegar a toda velocidad a su encuentro.
Kenshin miró tanto a Misao como a Aoshi, y luego de un respiro se metió con cara de preocupación al interior de la cabaña. Pronto un grito de júbilo fue oído por todos.
- "¡¡¡¡Shishou esta vivo!!!!."- la alegría de Kenshin era evidente en su voz.
- "¡YA TE HE DICHO QUE NO ME GUSTA QUE ME ABRACEN LOS HOMBRES!."- se escuchó un rugido proveniente de la pequeña cabaña, la cual incluso estremeció su frágil estructura ante la potencia del grito.
Una gotita les salió a todos los miembros del Oniwabanshuu, y pronto varios suspiros de alivio se dejaron oír. Aoshi supo que eran debido a que acababan de constatar de que Hiko Seijuro seguía vivo; y un ligero rubor cubrió sus mejillas.
- "Vamos Aoshi-sama; vámonos a casa."- volvió a repetir una vez más Misao cuando todo el algarabío hubo finalizado, y Aoshi asintió una vez más.
Sin embargo el líder ninja volteó la vista una vez más en dirección a la casa de 'su padre', recordando las últimas palabras que él le había dicho. *Amai Kenshin... ese hubiese sido mi nombre... incluso eso tenía ya, ella me quiso... él me hubiese querido... Amai Kenshin...*- y Aoshi lo pensó un poco más, y una ligera sonrisa apareció en sus labios... una sonrisa triste.
- "Si que era un nombre estúpido."- dijo muy bajito, más que nada para él mismo.
- "¿Dijo alguna cosa Aoshi-sama?.". preguntó Misao, quien no había entendido bien lo dicho por Aoshi.
Aoshi solo negó y comenzó a caminar una vez más... era hora de volver a casa.
**********
Tres días habían pasado y Aoshi estaba en la entrada norte del cementerio. Llevaba allí ya casi una hora, y se reprochó a si mismo una vez más por no haberle dado a él una hora exacta para verse... era ya casi medio día. Suspiró una vez más, solo le quedaba esperar.
Entonces una silueta se divisó a la lejanía, y Aoshi supo sin duda alguna que se trataba de Hiko Seijuro. Se irguió en su sitio esperando a que el hombre mayor llegara a su lado, y se sorprendió al verlo cargando algo rectangular y muy largo en uno de sus hombros. Esa cosa estaba envuelta con mucho cuidado en varios paños... tal vez era algún trabajo que Seijuro-san tenía que entregar luego. Aoshi bufó algo incómodo por aquello, más no dijo nada; en la otra mano Seijuro llevaba un pequeño balde con varias flores y otro mas cubierto por una tapa, y en el cinto llevaba varias varillas de incienso; Aoshi solo inicio una marcha hacia el interior del cementerio en silencio, silencio que pronto fue interrumpido por el mismo Aoshi al decir en una voz pausada.
- "Haremos una parada antes de ir hacia su tumba."
Seijuro asintió con suavidad, era obvio de que tumba hablaba el más joven, y su corazón latió con fuerza al pensar en que de alguna manera la iba a volver a ver... su Mikomi.
Caminaron cerca de 10 minutos antes de detenerse frente a un par de pulcras lápidas que estaban en medio de un gran grupo de lápidas igual de limpias. Seijuro comprendió al ver los nombres inscritos de quienes se trataba... eran las lápidas de la pareja que había tomado a Aoshi de bebé y lo había criado como a su propio hijo. Shinomori Osamu y Shinomori Aki, los padres adoptivos de Aoshi. Seijuro había rogado a todos los kamis durante los últimos días el poder estar en presencia de aquella pareja a la que le debía tanto.
Aoshi se arrodilló con gran respeto ante ambas lápidas y tomo una pose de oración; más pronto su oración fue interrumpida al percibir cierto dulce aroma en el aire. Vió a Seijuro inclinado sobre las lápidas... había colocado varias de las flores que llevaba frente a las dos tumbas y asimismo había prendido varias de las varillas de incienso que llevaba consigo. Luego se colocó al costado de Aoshi y cerrando los ojos con solemnidad inclino en una profunda reverencia de tal manera que su frente tocó el suelo.
- "Muchas gracias por haber cuidado del hijo de mi adorada Mikomi y mio... nunca podré agradecerles por su inmensa generosidad; muchas gracias."- dijo con solemnidad el 13° maestro del Hitten Mitsuryugi Ryuu; y Aoshi sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Se quedó mas que sorprendido ante aquel acto, tanto que ni siquiera pudo recuperar la compostura cuando Seijuro se incorporó y lo miró, justo antes de cerrar los ojos e iniciar una silenciosa oración.
Aoshi respiró profundamente para calmar sus ganas de llorar... en los últimos días había llorado mas de lo que había llorado en toda su vida. Carraspeó y volvió a cerrar los ojos tal y como había hecho en un principio, reanudando la charla mental que sostenía con sus padres en ese momento, al igual que lo había hecho siempre que los visitaba. Pero esa vez fue diferente, la sensación fue por completo nueva y no fue para nada desagradable. Aoshi sintió que sus padres le sonreían con calidez, y esa calidez inundó su corazón.
Pasó un largo rato antes de que cualquiera de los dos se moviese de su posición, tal vez más de una hora. Seijuro nunca apuró a Aoshi, y éste se tomó el tiempo que necesito antes de pararse por fin y anunciar que irían a la otra tumba. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Seijuro; por fin después de tanto tiempo iba a ver de nuevo a su amada.
Caminaron en silencio hasta salir del cementerio, y de allí se dirigieron hacia la pequeña colina que se extendía un poco más al este... ese era el lugar donde Okina le había dicho que su madre había sido enterrada. Los pasos de ambos hombres se hicieron más lentos y pausados, para ambos era la primera vez que iban a aquel lugar y sin embargo ya significaba muchisimo para ambos.
Por fin una humilde lapida se alzo apenas del suelo ante ellos. "Devota madre" era lo único que estaba inscrito en la piedra. Ninguno de los dos pudo articular palabra alguna, se quedaron estáticos en su sitio sintiendo como si el tiempo se hubiese congelado para ambos. Fue Seijuro quien rompió aquel momento al adelantarse con aquel bulto en el hombro y dejarlo caer pesadamente al suelo. Aoshi no se había percatado de ello anteriormente, y se sorprendió mucho cuando Seijuro comenzó a desenvolver el bulto. Era una preciosa lápida tallada en marmol blanco, y en cuyos kanjis podía leerse claramente "Amai Mikomi/ Dulce compañera, amante esposa y abnegada madre/ Tienes mi corazón, eres mi esperanza.".
Aoshi sintió sus mejillas arder, y trató de controlarse; más no así Seijuro, quien lloraba abiertamente mientras hundía con su propio peso la lápida en la tierra mientras la bañaba con su llanto.
Aoshi trato de moverse para ayudar, mas no pudo hacerlo; estaba como hipnotizado mirando aquella escena, notando cada detalle de la hermosa lápida y reconociendo flores grabadas a los costados, así como el kanji de "Numa" junto a lo que parecía ser la cara tallada de un animal. Entonces recordó que Seijuro había comentado que su madre había tenido una pequeña perrita de mascota... incluso eso había recordado. El tener lista para ese dia aquella preciosa lápida debió de haberle costado mucho tiempo a Seijuro, y entonces recordó que había cargado aquello todo el camino... pero en ningún momento lo vio quejarse ni fatigarse; eso Aoshi lo tuvo que reconocer. Finalmente Seijuro terminó de colocar la lapida y abrió el balde que tenía cubierto, era arcilla fresca y Seijuro la utilizo para terminar de asegurar la fijación de la lápida en el suelo. Durante casi media hora Aoshi miro en silencio a Seijuro terminar solo su trabajo; era como si el mayor de los dos se hubiese olvidado por completo de la presencia del otro y se hubiese sumido en su propio mundo. Finalmente Seijuro terminó y miró con satisfacción su labor concluida; entonces tomo las flores restantes y las colocó en el pequeño recipiente que había incorporado gracias a la arcillas, y prendió todas las varillas de incienso que le quedaban después de ponerlas en los agujeros que había dejado para ese fin. Aún lloraba, pero eso no le importaba.
Dio unos pasos hacia atrás hasta estar a la altura de Aoshi y se sentó en el suelo.
- "Bueno Mikomi-chan... ya llegue."- dijo con una sonrisa para gran turbación de Aoshi quien miro al maestro de manera interrogante, más eso no le importó a Seijuro, éste continuó su charla- "Me hiciste esperar mucho tiempo por ti querida... no sabes cuanto te he extrañado. Ha sido toda una vida la que he esperado por ti; y ahora que estamos juntos de nuevo, por fin tengo la oportunidad de decírtelo una vez más, de decírtelo por fin... 'te amo mi dulce esposa... te amo'."- Seijuro sonrió y por fin hizo un ademán de secarse el rostro, más el brote de sus lágrimas no paraba aún, aunque era menor- "Yo sé que no te importa que llore como un niño, esas cosas nunca te hicieron sentir incómoda ni a mi tampoco; siempre nos entendimos y soportamos bien el uno al otro, esa es una de las cosas que más me hicieron falta de ti. Tengo tanto que contarte, que no sé por donde comenzar. ¡Adivina que!, me hice alfarero tal y como tu querías... no llegue a tener la casita ni la pequeña huerta... pero es que sin ti no tenía gran motivo para ocuparme de una huerta, y un viejo solitario como yo no necesita una casa... me quede en la vieja cabaña de mi shishou... aunque en realidad volví a ella después de algunos años... si hubiese sabido antes lo que iba a pasar, te aseguro que ni las mismas fuerzas de la naturaleza hubiesen podido moverme de Kyoto."- dijo Seijuro con pesar en su voz, y Aoshi se sorprendió de saber que Seijuro no había estado presente en Kyoto... eso no se lo había dicho en su relato.. ¿Por que?.
Seijuro continuo con su monologo.
- "Hay demasiado que decir querida, no creo poder contártelo todo hoy... así que me veras seguido por aquí. Pero aun tenemos mucho tiempo por delante el día de hoy; déjame hablarte de nuestro hijo... su nombre es Aoshi... y no, no fui yo quien le puso el nombre, así que no me culpes por eso; y hay una pareja allá en el otro mundo a la que debemos el hecho de que haya crecido como un buen hombre... te encargo que les agradezcas de parte de los dos, aunque de seguro ya lo hiciste. Siempre fuiste muy solícita para todo, dudo que eso lo hayas dejado pasar... deberías de verlo ahora, se parece mucho a ti... tiene tus mismos ojos."- y por primera vez desde que llegasen a aquel lugar, Seijuro volteó a ver a Aoshi, y en sus ojos ahora rojos aunque sin lágrimas ya se pintaba algo parecido al orgullo- "Y también saco tu fuerza de voluntad y tu carácter... en verdad se parece mucho a ti... ¡Aunque sacó de mi el buen porte y presencia!, creo que entonces saco lo mejor de ambos."- y tras decir aquello Seijuro rió fuertemente mientras sus mejillas tomaban un matiz carmesí.
Entonces de alguna manera Aoshi se sintió fuera de lugar, como si estuviese entrometiéndose en una conversación privada. Sintió que tal vez lo mejor era salir de allí. Mas entonces una mano sobre su cabeza lo sacó de sus pensamientos, y antes de poder evitarlo Seijuro lo despeinó un poco.
- "Vamos muchacho... háblale tu también a tu madre; tienes tanto o mas derecho que yo a hacerlo, pues sería tu primera conversación con ella. Vamos anímate, a ella siempre le gustaron las buenas conversaciones."- Seijuro lo miraba con una nueva luz en los ojos, y un calor que Aoshi sintió que se colaba por su cuerpo y le entibiaba el corazón... un calor que no había sentido desde la muerte de sus padres adoptivos... un calor casi paternal.
El joven okashira aspiró hondo y asintió. Miró hacia la ahora nueva lápida que ostentaba la tumba y una sonrisa se formó en sus labios.
- "Hola... madre... soy Aoshi... tu hijo."- una nueva ola de calor recorrió a Aoshi mientras una sonrisa inconsciente se formaba en sus labios. Algo nuevo y maravilloso acababa de suceder en su vida, y por fin era consciente de eso... y una vez más Aoshi se sintió completo; porque allí en medio de esa pequeña colina y a la sombra de aquel árbol, al lado de aquel hombre y en presencia del recuerdo de aquella mujer; Aoshi Shinomori acababa de descubrir que se había dado el inicio de una familia en su vida.
Fin
Notas de la autora
Bueno... pues este fue el final =^.^= . Lo siento si no es tan bueno, pero es que los dramas no son mi fuerte, pero igual lo hice con todo mi cariñito gatuno para ustedes. ¿Disfrutaron el fic?, verdaderamente espero que si, y pues solo me queda agradecer enormemente a todos aquellos que han leído este fic tanto de parte mia como de mi hechicera coautora, fue un placer plasmar esta idea nuestra para que ustedes la conocieran.
Pues bueno, como siempre criticas, sugerencias y demas; a kawaii_chibineko@yahoo.com , y antes de irme pues este no es el final final, falta un sidestory; así que aun falta un poquito para finalizar esta historia =n.n= y en el sidestory si vuelvo a mi campo, así que con suerte les arrancare algunas sonrisas. Nos vemos pronto para una última entrega.
Un bechito felino para todos ustedes con muchisimo miaulove en verdad; y gracias por su compañía una vez mas, me hacen muy feliz al tenerlos conmigo.
Con cariño a montón
chibineko chan =n.n=
P.D.: Y por los lindos reviews enviados a fanfiction.net, muchas gracias a nelly_cc, Hibari, mer1, Chi2, vanny, XIOMARA M, M.S Arashi Sumeragi, rurouni-andrea, Hitokiri-miao miao, sakura-chan, Lurvin, Lena Hiyasaki, Lizett, gaby y Bonchi; y a Haruka-san (mi amigo Vilo =n.n=), a S. Holmes y a Cassidy en el foro Sugoi... me animaron mucho sus reviews en verdad me hicieron una gatita muy feliz =n.n=
Notas de la coautora
Eh.. pues... ¡Hola!, finalmente ya se terminó el fic, y es genial ^_^, pues realmente chibi ha plasmado lo que habíamos discutido ya hace buen tiempo (y más le valía por que sino le hubiera retorcido su pescuezo gatuno ^_~), sólo espero que les agrade a ustedes tanto como nos divirtió a nosotras. ¿El drama de este ultimo capítulo?, bueno, pues resulta que en sí estos "lazos" tenía cierto drama pero nuestra felina amiga matizó muy bien las escenas cómicas.. sin embargo las verdades llegaban con cierta cuota de nostalgia y melancolía que confieso me encanta. Bueno, finalmente les invito a seguir la última secuela de esta historia, el sidestory titulado "Un papá Genial", que ya es cosa de chibi y su muy peculiar estilo!! ^^ (y más le vale que haga bien ese sidestory o.. ¡gato ahogado!.. y como ella dice... las cosas que ella hace por el atún de cada día ^____^) ja, ja (mikki ama hechicera muy malvada!!!.. y más con su gata mascota!).
Arigato a todos ustedes lectores!.
