[ Unsender ]

Sirius/Harry (Slash).
Tú, homofóbico, entérate de una vez que no hay nada aquí para ti.
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Carta Tercera- ¿Quién eres?

¿A Sirius Black? ¡¿A Sirius Black?! ¡¿Que si él amaba a Sirius Black?! ¡¡Por supuesto que sí!! Lo amaba con todas las fuerzas de su corazón, como jamás creyó llegar a amar a alguien. Sirius lo había sido todo para él, su tutor, su padrino, su amigo, la persona de su afecto, pero... ¿Cómo demonios.. ¡Cómo demonios esa persona lo sabía?! Harry siempre se había guardado todos aquellos sentimientos para sí mismo; ni siquiera Ron lo sabía, así que era ilógico que un perfecto extraño pudiese estar al tanto. ¿Es que acaso había sido tan obvio? No, eso no podía ser. Procuraba no mirar demasiado a Sirius, aunque a veces sus ojos desobedecían a sus órdenes y podía pasar minutos enteros observándolo simplemente existir, pero.. Al menos procuraba que no hubiese nadie cerca para darse cuenta. Tampoco hablaba mucho con él cuando había testigos, y procuraba mantenerse alejado de él, así que no podía creer que alguien se hubiese dado cuenta.

No, no, no, no. Simplemente *no* podía ser que alguien, además de sí mismo, supiese lo que sentía por el que fue su padrino.

Pero... Si lo sabía.. Si realmente esa persona estaba al tanto de lo que Harry había sentido por Sirius, tendría que haber sido alguien bastante cercano a él, ¿No? Es decir, nadie salvo sus allegados sabían acerca de la relación que tenía con Sirius y que solían frecuentarse. Tendría que haber sido uno de sus amigos, uno de sus conocidos por lo menos. ¿Pero quién? Alguien de la Orden, que era con quienes había pasado más tiempo en compañía de Sirius.

Tal vez Tonks, aunque no la creía capaz de hacer una canallada como esta. Ella no se atrevería a burlarse de los sentimientos de Harry tan descaradamente; ella no era ni remotamente como el resto de los Black, no, no. Ella no podía ser.

¿Entonces Moody? Moody podía ver más allá de los ojos de una persona, sí. Podía ver cosas que nadie más podía, gracias a su ojo mágico, y era posible que se hubiese percatado de cómo, en más de una ocasión, Harry tomaba a Sirius de la mano en plan afectuoso, pero... No, Mad-Eye Moody tampoco se atrevería a hacer algo como eso. Alastor era un auror, un viejo muy responsable y cuidadoso que no se tomaría la molestia de jugar a mandarle cartas de broma a un chiquillo enamorado que sabía perfectamente que lo único que harían sería lastimarlo más. No, Moody no era.

¿Dumbledore? ¡Ni de chiste! Tal vez Dumbledore podía ser el más sabio de todos, e incluso Harry estaba seguro de que, fuera de los demás, Dumbledore era el más probable a estar al tanto de los sentimientos del chico por su padrino, pero Harry sabía muy bien, sin temor a equivocarse, que Dumbledore jamás haría algo tan ruin. Primero se lo diría a sí mismo. Ni eso, si pensara que Harry todavía no estaba listo para admitirlo, así que Dumbledore no había sido.

Después pensó en Kingsley Shacklebolt, un mago alto y negro que se encargaba del caso de la búsqueda de Sirius, todavía a los ojos del Ministerio, ya que su cuerpo simplemente había desaparecido -Harry se había enfadado horriblemente cuando le dijeron que no lo tenían, que ni siquiera lo habían buscado-; pero Shacklebolt era una persona demasiado ocupada y seria que no se tomaría tiempo para hacer cosas como esa. Además, si la mayor parte del tiempo estaba en el ministerio, ¿Cómo podría él haberse enterado de algo así? No, simplemente él no era.

Tampoco creía que Mundungus Flecher, que solía pasársela durmiendo, comiendo, fumando o simplemente vagando se hubiese enterado. Tendría que haber sido alguien inteligente para darse cuenta, así que Fletcher estaba descartado, lo mismo que Dedalus Diggle, a quien apenas si conocía. No, ningún otro de la Orden podría haber sido. No lo conocían tan bien como para haberse dado cuenta, ¿Verdad?

En Hermione no quiso ni pensar. Ella no tenía mucho gusto de Sirius Black, y además no tenía tiempo para cosas como esa, entrenándose todos los días para llegar a ser la mejor prefecta y estudiando incansablemente para sus NEWTS, así que definitivamente Hermione no podría haber sido. Aunque fuese un poco estricta e insensible, Hermione también quería mucho a Harry y nunca se atrevería a jugar así con su sufrimiento... No, Hermione no era tampoco.

Su cabeza fue asaltada por la idea desalentadora de que tal vez los Weasley podrían haberlo hecho. Los adultos no, claro está. Él era otro hijo para Arthur y Molly Weasley, por lo que quedaban descartados, y a Bill solamente lo había visto dos veces, por lo que simplemente quedaban fuera. Ron no se atrevería, aunque lo conociera tan bien como a la palma de su mano, y Ginny no tenía las suficientes agallas. Charlie.. Charlie no, no era ese tipo de personas. Pero...

¿Y los gemelos? Los gemelos tal vez... Es decir, ellos habían considerado el hecho de sobornar a Bagman hacía dos años, cuando éste no quiso pagarles el dinero de su apuesta. Eran lo suficientemente suspicaces como para intuir que había algo extraño en la insistencia de Harry por sentarse siempre al lado de Sirius en la mesa a la hora de la comida, y lo bastante traviesos como para enviarle cartas de broma de aquel tipo, pero... Fred y George eran sus segundos mejores amigos, chicos que lo querían como a un hermano, de los cuales podría ser cómplice y camarada. Ellos estaban también bastante agradecidos con él por el dinero del torneo del Tri wizard, y simplemente, aunque fuesen traviesos, no eran malos y nunca le harían algo así a Harry.

Pero y entonces, ¡¿Quién demonios podría ser?! El único que quedaba era Remus Lupin, el viejo amigo de su padre, pero el profesor Lupin también estaba demasiado lastimado por la muerte de su único mejor amigo como para ponerse a jugarle bromas pesadas a Harry. No, Lupin no era de aquel tipo de personas, y no haría jamás algo así. El problema era que, después de él, no había nadie salvo él y el mismo Sirius... Él no podía ser; no estaba lo suficientemente loco como para enviarse cartas a sí mismo, y Sirius... Bueno... Sirius estaba muerto..

Arrugó nuevamente el papel entre su puño, desesperado, y escuchó un golpeteo suave en su ventana. Sus ojos verdes giraron hasta ella y pudo ver cómo una mariposa se golpeaba contra el cristal, tratando de salir. Una idea desesperada pasó por su cabeza y el rostro embarrado de pintura de la vieja Rita Skeeter apareció en su cabeza. Rita, la reportera, la infeliz que había sido capaz de inventarle amoríos con Hermione Granger en cuarto grado y escribir estupidez y media sobre él en el Daily Prophet el año anterior. Una persona no superada en locura más que por la misma Luna Lovegood, que sería capaz de todo por conseguir una historia nueva, y que bien pudo haberse enterado de lo que Harry sentía, hacía, veía y tocaba, convertida en el asqueroso bicho que era.

Definitivamente los mensajes eran de Rita Skeeter, ¡No podía ser nadie más! ...aunque dudaba que Rita se hubiese abstenido a escribir acerca del paradero, la relación con Harry Potter y la condición animaga de Sirius Black durante medio segundo. Eso la descartaba, cierto, pero es que no tenía ni la más mínima idea de quién podía haber sido y todas sus opciones se habían terminado con ella.

¡¿Quién era?, ¿Quién?! ¡¡¿Quién podría ser tan insensible como para torturarlo de aquella forma?!! Se levantó de la cama, fuera de sí mismo y con el corazón latiéndole terriblemente fuerte dentro del pecho, desplegó el papel que llevaba en la mano y, tomando la pluma, garabateó un nuevo mensaje.

¿Quién eres?

Ween lo observó tristemente, como comprendiendo, y permitió dócilmente que Harry le atara el nuevo mensaje. Después aleteó, ululó débilmente, y salió volando por la ventana entre abierta de la habitación de Harry. La oscuridad de la noche pronto se tragó el plumaje oscuro de la lechuza, y Harry se quitó las gafas para limpiar un par de lágrimas solitarias que habían escurrido de sus ojos. Aspiró y suspiró profundamente, y finalmente, luego de 5 minutos más de permanecer parado junto a su mesa, pensando, decidió bajar a buscar algo para cenar.

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Se despertó temprano, por primera vez por iniciativa propia estando de vacaciones. La noche anterior no había podido dormir hasta tarde, esperando alguna respuesta, pero Ween no había vuelto. Esperaba encontrarse con algún pergamino sobre la mesa, con una lechuza en la ventana o con algo por el estilo. Buscó sus gafas en la mesita de noche y dirigió sus ojos verdes hacia la ventana, pero no encontró nada. Tampoco en la habitación había rastro de Ween o de algún pergamino nuevo. Suspiró, indignado, y volvió a desplomarse sobre la cama, enfadado. Tanto esfuerzo para no encontrar ninguna respuesta, y ninguna lechuza para enviar a aquel misterioso remitente. La desesperación por obtener alguna respuesta pronto le hizo saltar fuera de la cama y salir de su habitación.

Su tía Petunia caminaba ya en la planta baja, cantando y aspirando la sala alegremente, cosa que sorprendió a Harry, ya que nunca antes la había escuchado cantar. La tía Petunia siempre había sido fría y seca con él, como una madrastra malvada de los cuentos de hadas que escuchaba cuando era más pequeño, pero más fea; aunque aún así, Harry se sentía ligeramente agradecido hacia ella. Le había cuidado desde bebé, con menos atenciones que a Duddley, claro está, pero gracias a ella él había llegado a ser lo que era hoy en día. Solamente le hubiese gustado que ella lo hubiese tratado un poco más como a su hijo... Es decir, Duddley lo era todo para su tía y siempre solía tratarlo muy bien, en contraste con Harry, y él constantemente imaginaba que Lily Potter tal vez hubiese sido igual de buena con él de haber vivido... Pero ella jamás hubiese maltratado a Duddley, por supuesto que no. James y Lily Potter habían sido las personas más perfectas del mundo -no importando lo estúpido que haya sido su padre de joven-, y nadie podría negarlo. Había sido perfecta incluso su elección de nombrarle ahijado de Sirius Black, y les agradecía enormemente por haberle permitido conocerlo. Su único error había sido el haber confiado en Peter Pettigrew hacía 15 años... Pero de eso ya no había vuelta de hoja.

Escuchó un sonido proveniente de la habitación de Duddley y un chillido. Se dio media vuelta y vio cómo su tía subía las escaleras corriendo, asustada.

"¡¿Qué sucede, Duddy?! ¡Duddy!", ella se detuvo cuando vio a Harry parado sobre las escaleras, mirándola. Frunció el seño prolongadamente y terminó de subir los escalones, con el rostro de caballo torcido. "¡¿Qué fue lo que le hiciste a mi hijo?!"

Harry abrió los ojos.

"¿Perdón?"

"¡No te hagas el inocente! ¡¿Qué le hiciste a mi hijo?! ¡Alguna de tus anormalidades, seguramente!"

"¡¡Pe-pero si yo no..!!"

"¡¡Cállate y métete a tu habitación si no te quieres quedar sin almuerzo!! ¡Largo!", y empujándolo hacia el camino recorrido, entró en la puerta de junto. "¡¿Qué pasa, Duddy?! ¿¿Te duele algo??"

Harry hizo una mueca, movió los labios, imitando las palabras de su tía, se metió a su pieza y cerró la puerta de golpe. No tenía ganas de discutir ni con su tía, ni con nadie. Lo único de lo que tenía ganas era de recibir una respuesta y poder hablar con alguien acerca de Sirius Black. De su Sirius Black.

Aquellos sentimientos indebidos le carcomían las entrañas lenta y dolorosamente; le hacían agonizar y le sofocaban. Necesitaba desahogarse pronto con alguien. Con alguien que no fuese a burlarse de él, que lo comprendiera y le diese ánimos. Alguien en quien pudiese confiar... Y por alguna extraña razón, la persona de las cartas le inspiraba una especie de seguridad y temor mezclados que solamente una persona le había ocasionado antes. Por eso necesitaba saber quién era y por qué lo estaba haciendo...

Un aleteo en su ventana le hizo levantar la cabeza de golpe y, por primera vez después de varios días, sonreír. Ween estaba parada en el alféizar, agitando las alas y con lo que parecía ser un ratón muerto en el pico. Llevaba un pergamino arrugado atado en una pata, y un ala ligeramente rasgada. Harry caminó hasta ella y soltó la entrega con un gracias al que Ween respondió con una mirada, luego se dio la media vuelta y voló hasta posarse en la rama de un árbol cercano para poder comer su ratón en paz.

Por un momento, la imaginación de que aquél animal hubiese sido Scabbers, la vieja y gorda rata que tuvo Ron, cruzó por su cabeza y sonrió macabramente. En realidad, ahora que todo estaba perdido, no le importaría el matar a Peter con sus propias manos y poder así descargar su ira. Sacudió la cabeza, fastidiado, y pudo ver que esta vez era un papel nuevo. Lo desplegó con cuidado y un grupo de letras negras aparecieron en el centro del pergamino.

'Lo único que debes saber, es que soy alguien a quien le interesas y que no desea verte triste. Ahora lo importante es que deseo que confíes en mí y eso es todo. No pienso ni quiero hacerte daño, así que no tengas miedo. Sólo quiero que me dejes ser tu amigo.

Por cierto, ¿Estás enfadado conmigo? Discúlpame, no era mi intención molestarte.'

Harry permaneció un momento más observando, leyendo y volviendo a leer el pequeño texto. No era realmente lo que hubiese esperado, pero por muy raro que le pareciera, aquellas palabras le habían derretido alguna especie de trozo de hielo atorado en la garganta y sintió cómo su estómago se llenaba de una tenue calidez. Cabeceó, inconforme, y se sentó en su cama. La brisa fresca de la mañana entró por la ventana y agitó su cabello negro, mientras que él se agachaba en busca de su pluma y su tintero. Tomó un frasco de tinta de color verde Slytherin y se recargó sobre su cama y su libro de Adivinación.

Tenía ganas de responder en aquel mismo instante y encontrar una respuesta para después del almuerzo o tal vez antes. Ween iba y venía muy rápido. La última vez demoró 30 minutos, razón que a Harry hacía creer y casi estar seguro de que aquella persona estaba mucho más cerca de lo que imaginaba. Lo malo era que no sabía dónde... Se le ocurrió soltar a Ween y seguirla desde tierra, pero la verdad era que sería estúpido intentar seguir a una lechuza que volaba a 40/hr. en medio de tráfico, personas, casas y puentes. ¿Y qué tal si salía de la ciudad? Mejor ni se molestaba y esperaba a que aquella persona se decidiese a decirle quien era por iniciativa propia.

Mojó la punta de la pluma en la tinta y escribió, con una letra cuidadosa:

'Gracias, creo. No puedo creer que te interese, ya que no te conozco, pero agradezco tu gesto. No te tengo miedo y no estoy enfadado -bueno, ya no-, es sólo que... que Sirius Black se fue y él... Bueno, él era mi padrino; era una persona muy importante para mí.
Tu lechuza es muy rápida, ¿Sabes? Y creo que está lastimada, porque se demoró bastante esta vez. No te preocupes, haré algo al respecto. A mí también me gustaría ser tu amigo pero.. No sé, ya lo veremos. Tal vez alguien podría enfadarse.
Por cierto, ¿Vives en Surrey? No conozco a ningún mago por aquí. ¿Vas a Hogwarts? ¿Cuántos años tienes? Pero lo más importante, ¿Cómo supiste que conocía a Sirius? Me gustaría tener noticias tuyas pronto.

~Harry Potter'

Dobló el papel y lo selló. Luego esperó a que Ween regresara y, con una extraña paciencia, vendó el ala herida. Le dio un poco de agua del bebedero de Hedwig y la dejó descansar por una hora entera. Cuando él regresó de almorzar, Ween ya se había marchado.

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Notas del autor: Pienso que Harry confió en esta persona muy rápido, ¿O no? Es sólo que, si se hubiese demorado más, el fanfic se alargaría más también. No quiero escribir más de 5 o 6 capítulos, pero ya veré. Gracias a MyrtleD (perdóname T-T), Daku (Hoe! Casha que me sonrojo *///* ¿Te gusto sho? O.o... pero qué malos gustos tienes >D Arrivederchi), kathy stgqvk (calmada Oo), Nymphadora Tonks (no hagas tantas especulaciones respecto a Hedwig...), kasey2 (algo así ^^u) y a Sakuratsukamori (obviamente... si me das tu mail podría enviarte una traducción o un site en donde podrías leerla) No me enojo si me dejan un review ^ _ ^

Ed