[ Unsender ]

Sirius/Harry (Slash).
Tú, homofóbico, entérate de una vez que no hay nada aquí para ti.
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Carta Quinta- Mentiroso.

El viernes, el sábado, el domingo y el lunes transcurrieron igual que los demás días. Calurosos, estresantes, aburridos y nostálgicos. Harry había vuelto a echarse mucho tiempo sobre su cama, evocando recuerdos agradables (y otros no tanto) de su padrino, la única persona que podía ocupar su cabeza. Más desde que aquella persona con la que se comunicaba por vía lechuza había dejado de escribir.

Harry pensó, tratando de animarse, que tal vez Ween pudiese haber caído lastimada nuevamente, en una de sus infructuosas cacerías nocturnas, y que llegaría esa misma noche, igual que las demás, con un grueso pergamino lleno de palabras de confort y cariño. Sin embargo, había estado pensando aquello desde la primera noche, pero Ween no volvió ni ese día ni el siguiente. Ahora habían transcurrido casi 5 días, y ella no aparecía.

Harry estaba preocupado. Ya era martes por la tarde, había empacado todas sus posesiones dentro del baúl de Hogwarts, y esperaba porque en cualquier momento, Arthur Weasley apareciera para llevarle consigo al lugar, cualquiera que ese fuese, en donde los miembros de la Orden se reunirían. Sin embargo, su preocupación principal no era el hecho de que sus tíos fuesen a maltratar al señor Weasley, que Alastor 'Mad-Eye' Moody viniese con él y otros 50 magos más para escoltarle, o que se le hubiese olvidado empacar algo, sino el hecho de que Ween no fuese a encontrarle al volver.

Temía, sin razón fundamentada, que la lechuza permaneciera ahí por días, esperando a que Harry volviese, y que tío Vernon la encontrara y le disparara o algo por el estilo. Su amigo no volvería a tener noticias de él, ni él de su amigo, y eso era principalmente lo que le preocupaba. Aunque no se detuvo a pensar que una lechuza podría encontrar a su destinatario en cualquier parte del mundo, sin importar que éste se hubiese escondido en algún agujero dentro de una montaña.

Hedwig se había marchado nuevamente, la misma noche en que volvió, para llevar una respuesta satisfactoria a Molly Weasley, así que nuevamente estaba solo. Solo, para poder golpearse los nudillos en medio de su desesperación por no obtener noticias. Solo, para poder volver a sumergirse en sus antiguas depresiones, pensando en la misma persona, en el mismo hombre al que amaba y que posiblemente tal vez nunca regresaría...

Posiblemente, porque Harry, con el corazón destrozado, continuaba tratando de hacerse a la idea de que Sirius estaba por ahí, escondido y reponiéndose de sus heridas; solo, hambriento, cansado y, ¿Por qué no? Amándolo. Y aunque aquel pensamiento no hacía en Harry ningún bien, era lo que le gustaba pensar, para no hundirse en la desesperación de no volver a verle y evitarle cometer alguna locura. La idea de que Sirius regresaría para cuidarlo y amarlo, y por el cual no debía marcharse. No, todavía no.

Los últimos rayos de sol cayeron sobre su cuerpo, bañándolo todo de un extraño tono dorado brillante. Sus ojos verdes, sin gafas, observaron por la ventana, en espera de movimiento, pero nada sucedía. El aire caliente flotaba por la habitación, inmóvil, y afuera el graznido de las aves que volvían a sus nidos eran lo único que quebraban el silencio en el que el mundo parecía haberse sumergido. Una lágrima solitaria escurrió por su mejilla, hasta su cuello, y jadeó. Algunos pasos en la escalera le comunicaron que tía Petunia venía a buscar a Duddley para llamarle a cenar, y que tendría que levantarse para que no le dejaran sin comer. Pero las ganas y la energía abandonaban su cuerpo, minuto a minuto, y la depresión iba en aumento.

Escuchó golpes en la puerta de al lado y a la tía llamando a su primo. Luego de un minuto, ella regresó, seguida muy de cerca por el sonido seco de enormes pasos que seguramente pertenecían a Duddley. Ambos bajaron por la escalera, y Harry escuchó cómo su primo le preguntaba su madre si habían conseguido los boletos para el estreno de la película que deseaba ver.

Suspiró. Ahora ellos también iban a dejarle solo -aunque era lo de menos, ya que ni siquiera se notaban mutuamente-, y tal vez podría salir sin que ellos lo notasen, cosa que le recordó al incidente del año anterior, cuando Tonks envió invitaciones para La Entrega de Premios al Césped Mejor Cuidado a los Dursley para poder entrar a buscarle sin ser vistos.

Se recostó nuevamente sobre su cama, apretando la almohada, y decidió que no bajaría. Después de todo, dentro de nada el señor Weasley llegaría por él y podría disfrutar de una agradable cena en compañía de sus amigos. Amigos con los que aún seguía disgustado, y a los que no se había dignado a escribir durante las 4 semanas de vacaciones que estaban por terminarse. Seguramente ellos le reprocharían por no haberse comunicado con ellos, pero él simplemente les diría que no había estado de ánimos para escribirles, y que además, tenía otros amigos con quienes cartearse que no eran ellos. Y si le preguntaban de quienes hablaba, los dejaría con la duda, preocupados, para que supiesen por lo que él pasaba cada verano, angustiado, preocupado y desesperado por no obtener las noticias que él esperaba del mundo mágico.

Tomó el último ejemplar del Profeta que tenía tirado en el suelo y se abanicó el rostro con él, pesadamente. Estaba comenzando a creer que su amigo no volvería a escribirle, cuando escuchó un suave golpeteo en la ventana y se incorporó de un brinco por reflejo. Sonrió ampliamente, mientras se levantaba, y Ween, la lechuza, ululó alegremente.

"Pensé que no regresarías.", dijo, acariciando la cabeza del ave, la cual volvió a ulular, sacudiendo sus alas. La tomó entre sus manos y se sentó sobre su cama, a donde Ween bajó de un saltito, mientras que Harry le sacaba el envío de la pata.

Era solamente un trozo de pergamino, ligeramente tostado y maltratado por lo que parecían haber sido gotas de agua, cosa que extrañó a Harry, ya que en toda Gran Bretaña no había llovido más que una vez en el último mes, y de eso ya habían pasado algunos días. Se limpió el rostro de algunos mechones de cabello negro que habían caído sobre su frente, y desplegó el papel.

Nuevamente se sonrojó de golpe. El corazón dentro de su pecho comenzó a latir lo suficientemente fuerte como para asustar a Ween, y la sangre le subió a la cabeza. Sentía cómo el estómago se le revolvía, como si miles de mariposas revolotearan dentro de él, y la respiración se detuvo dentro de su garganta.

Ahí, en la parte superior del pergamino, en tinta borroneada por lo que Harry creyó gotas de agua que escurrían hacia el centro del papel, una simple línea aparecía escrita en color verde esmeralda.

'Él también te amaba, Harry Potter.'

Apretó el papel entre sus dedos, que temblaban fuertemente, y miró a Ween, con sus pupilas dilatadas.

¿A qué se refería con eso? ¡¿Qué demonios quería decir con eso?! ¿Que Sirius también lo amaba? ¿¿De verdad Sirius Black también lo había amado?? No, eso no podía ser cierto. Era tanto o más imposible como si sus padres volvieran a la vida. Era tanto o más posible que él se uniese a Voldemort. No, no, ¡No! Tenía que ser una broma. Tenía que ser mentira. Sirius simple y sencillamente no podía amarlo. No, al hijo de su mejor amigo, a su ahijado. ¡No! ¡Sirius Black NO podía amarlo! ..pero sin embargo, ahí lo decía claramente... Sirius Black también lo amaba. Sirius sentía por él lo mismo que había dentro de su propio corazón y, ahora, por su maldito temor, nunca pudieron estar juntos, disfrutando de su amor. Ahora lo sabía. Ahora que ya era tarde...

"No, no es posible...", murmuró, cubriéndose el rostro con ambas manos y sintiendo a sus mejillas arder. "Es imposible.", repitió, temblando ligeramente. Ween ululó suavemente, y Harry la miró. Cuando regresó la mirada ante el papel que tenía sobre sus piernas, por poco y da un salto.

Para su sorpresa, las viejas letras en el pergamino habían cambiado. Ahora, escritas con la misma letra y el mismo borrón de agua, se encontraba una nueva frase.

'No lo es. Es verdad.'

Harry jadeó, asustado, y retrocedió ligeramente.

"¿Pero qué demo..?"

'No te asustes, Harry', respondió el papel, después de que la tinta se hubiese fundido en el centro de la hoja, como una gran mancha color verde. 'No voy a hacerte daño', cambió.

"Voldemort..", balbuceó Harry, aterrado, recordando la experiencia vivida durante su segundo curso en Hogwarts. En aquella ocasión había sido un diario que absorbía preguntas y entregaba respuestas. Había sido Tom Riddle el culpable y el único tan malvado como para atreverse a burlarse de Harry de aquella manera. Pero sin embargo, las letras cambiaron otra vez.

'No, no soy Voldemort. No soy alguien a quien debas temer.'

El muchacho sacudió la cabeza y miró a Ween, quien observaba el papel tan perpleja como él.

"¿Entonces quién eres?", preguntó abiertamente, regresando sus ojos al pergamino.

'Ya te lo dije antes. No puedo decirte quien soy.'

"¡¿Pero por qué no?! ¡¿Qué hay de malo en que lo sepa?! ¡Si no eres Voldemort y no quieres decírmelo, es porque tienes que estar asociado con él!"

'¡JAMÁS ME COMPARES CON UN MONSTRUO TAN RUIN COMO ÉL!', escribió la tinta, sorprendiendo a Harry Potter.

"¿Pero y entonces? Dime quién eres, necesito saberlo."

'Harry...', la tinta se reunió y dejó ver letras nuevas. 'Por favor, no me pidas más detalles. Conque sepas que puedes contar conmigo y confiar en mí es suficiente... Nunca te lastimaría Harry Potter. Eres una persona muy importante para mí.'

Harry sintió cómo sus mejillas enrojecían ligeramente. "¿Es usted, profesor Lupin?", jadeó, sintiendo los latidos de su corazón en la garganta.

'No', dijo la carta. 'No soy Remus Lupin, ni tampoco Peter Pettigrew, por si pudiese llegar a ocurrírsete.'

"No pensé en esa rata. Aunque ahora no estoy tan seguro..."

'Harry, por favor'

"¿Eres de la Orden?", inquirió Harry, con la voz quebrada, y sin detenerse a pensar en lo que decía.

'Tal vez..', respondieron las letras.

"¿Señorita Tonks? ¿Señor Weasley?"

'No, Harry. No soy ninguno de ellos. Y mira, no trates de adivinar quién soy porque no lo harás.'

Harry tragó sonoramente y asintió, olvidándose de que estaba conversando con una carta. "¿Qué es lo que quieres?", preguntó, apretando ligeramente un puño contra su garganta.

'Ayudarte. Quiero que tengas alguien en quien confiar. Alguien con quien conversar para hacerte olvidar lo difícil que es a veces la vida. Quiero que estés alegre, Harry Potter. Quiero que seas feliz.'

Nuevamente Harry sintió cómo su rostro enrojecía y un extraño vuelco en el corazón. Volvió a asentir, frotándose la nariz con la mano.

"Dijiste.. tú dijiste hace un rato que Sirius...", no pudo enrojecer más todavía, pero sentía cómo su corazón latía desbocado dentro de su pecho, tratando de escapar por su boca. "Hace un momento dijiste que Sirius me..." El pergamino no respondió. Harry tragó saliva y esperó por un momento.

'Así es.', respondió la carta, esta vez con una letra un poco tosca; como si se hubiese escrito aquello con una mano que temblaba.

"¿C-cómo lo sabes?", pidió Harry. Nuevamente su amigo demoró en responder.

'Conocí a Sirius Black.', decía. 'Puedes encontrar el amor en los ojos de una persona sin preguntárselo. Y él te amaba, Harry. No tienes idea de cuánto te amaba.''

"¿Q-Qué clase de.. amor?", jadeó. Tenía aquella pregunta atorada en la garganta desde hacía tanto tiempo, y finalmente alguien podría respondérsela. Esperó ansioso por la respuesta, pero nuevamente el papel se demoró. Las letras aparecieron, más mal trazadas esta vez.

'Tú sabes qué clase de amor.', escribió, antes de que las letras se fundiesen de nuevo. 'La clase de amor que te impulsa a levantarte día tras día, la clase de amor que te permite respirar y ser feliz al saber que esa persona estará ahí, para ti, siempre. La clase de amor por el cual protegerías su vida sin importar si la tuya está en juego. Esa clase de amor que ambos tenían prohibido.'

Harry se quedó callado, leyendo y releyendo el texto. Él sabía qué clase de amor era, pero no quería aceptarlo. Aunque aquel extraño se lo estuviese diciendo claramente, Harry no podía creerlo. No quería creerlo. Era imposible que Sirius, su Sirius le hubiese correspondido y él nunca lo hubiese notado.

Pero, si él decía que el amor podía verse en los ojos... ¿Cómo era que él nunca había visto nada en los de Sirius? Bueno... sí, tal vez un brillo especial cuando se dirigía a él; tal vez esa manera suya de sobreprotegerle, tal vez... Y entonces.. ¿Sirius también había visto el amor dentro de sus ojos? Enrojeció furiosamente al imaginar que Sirius sabía lo que sentía por él desde hacía tiempo.

"¿Por qué no me lo dijo?", murmuró, para sí mismo, pero el pergamino respondió.

'¿Por qué no se lo dijiste tú?'

Los ojos verdes del chico parpadearon un par de veces, sintiendo cómo se humedecían lentamente. "Tenía miedo...", balbuceó, bajando la mirada. "Tenía miedo de perderlo. De que me rechazara, de que me odiase... Tenía miedo de que se fuera..." Las letras no cambiaron. Harry sollozó, y Ween ululó, antes de sacudir las alas y acurrucarse en su regazo. El chico la miró con ojos de melancolía y le sonrió débilmente.

La tinta se movió.

'Harry'

Pareció dudarlo un momento, pero Harry cabeceó.

"¿Sí?"

Nuevamente, con letra temblorosa, las letras se transformaron.

'¿Quieres bajar?'

Harry parpadeó, confundido. ¿Bajar? ¿Bajar a dónde? ¿Al patio?

"¿A qué te refieres?" pidió, acariciando la parte posterior de las alas de la lechuza.

'¿Qué te parece si bajas al patio a tomar aire fresco?' repuso la tinta, y Harry sintió cómo su corazón latía. Pero negó con la cabeza, demasiado confundido. Afuera ya había oscurecido, y no faltaba ya mucho para que el señor Weasley llegara. No le gustaría aparecer y encontrarse conque Harry no estaba.

"No puedo.", rechazó, luego de aclarar la garganta. El pergamino no respondió por unos segundos. La tinta volvió a reunirse y Harry esperó una frase más, pero el sonido de pasos subiendo la escalera robó su atención. La puerta se abrió de golpe, y el tío Vernon apareció por ella, bañado y peinado decentemente, moviendo su bigote, y mirando a Harry como al bicho que se te ha embarrado en el zapato. Ween lo miró con sus curiosos ojos ambarinos.

"¿De dónde sacaste a ese bicho?", dijo el hombre, mirando despectivamente a la lechuza.

"Es amiga de Hedwig.", mintió Harry, escondiendo el pergamino debajo del plumaje marrón de Ween.

El tío Vernon frunció el seño. "¿Y qué se cree tu lechuza como para estar invitando aquí a sus amiguitas?"

Harry sintió deseos de reír ante tan estúpida pregunta. Abrió la boca para responder, pero un llamado le interrumpió.

"¡Vernon, date prisa!"

"¡Ya voy, querida!", rugió el hombre, todavía mirando mal a la lechuza. "Bien, como te decía. Iremos al cine. Volveremos tarde, pero no tienes permiso de salir a la calle. Más te vale no romper nada, porque si destruyes algo, cerraré la puerta con candado la próxima vez. No hagas tus rarezas y no metas a nadie a la casa." y con esto, se dio media vuelta y cerró la puerta con un golpe.

Harry se quedó sentado, viendo fijamente la puerta cerrada y con la boca todavía ligeramente abierta. Agachó la mirada y sacó el papel de debajo de las plumas de Ween, quien volvió a ulular. La tinta estaba volviendo a cambiar, y Harry maldijo mentalmente a su tío por interrumpir. No había podido ver la otra frase.

'¿Y ese qué se cree?', escribió esta vez, con la letra más apretada de lo normal.

"Es mi tío Vernon." aclaró Harry. "Él es así. No puedo hacer nada en casa cuando ellos ven. Ni siquiera cuando ellos no ven porque mi tía Petunia tiene una especie de radar o algo para detectar imperfectos en su perfecta casa.", terminó, arrastrando las palabras.

Las letras se movieron.

'Es un estúpido.', decía, y Harry rió un poco.

"Ya lo sé.", Ween lo miró alegremente, y él le sonrió. "¿Ves por qué no puedo bajar ahora? Además, el padre de un amigo va a venir a buscarme y... bueno. No puedo..."

'Vaya.. es una lástima.', dijo su amigo, y escribió algo más. Algo que a Harry le heló la sangre dentro de las venas. 'A Sirius Black le hubiese encantado poder verte.'

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Notas del autor: Joooooo, hace mucho que no actualizan For Sirius ¬¬uU... well; gracias a todos por sus reviews ^^.. ¡Ah! Olvidaba mencionar que dedico éste fic con mucho cariño para mi sobrina Arwen :3.. hasta hace poco prisionera del payaso de McDonalds (o algo así ¬¬) o.oU.... ¡Te kiero, sobrina! ToT..

Ed