[ Unsender ]

Sirius/Harry (Slash).
Tú, homofóbico, entérate de una vez que no hay nada aquí para ti.
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Carta Séptima-Tú.

Era él. Era él. ¡De verdad era él! Era Sirius. Había sido Sirius siempre y finalmente ese día podría verlo. Finalmente, después de semanas añorándole en silencio, podría volver a estar con él y decirle sin temor lo que durante tanto tiempo se había callado. Ahora que sabía que Sirius sentía lo mismo por él. Ahora que sabía que le correspondía, que no iba a perderlo...

Se agachó frente a su baúl y buscó qué ponerse. Los pantalones viejos de Duddley no le parecieron lo más apropiado, por lo que tomó el segundo par que su Padfoot le había obsequiado el año anterior, y la primera camiseta que encontró, luego se paró frente al espejo y, pese a que sabía que era inútil, trató de peinarse.

"Deberías intentar cortándotelo." opinó su reflejo, frotándose la barbilla y frunciendo el seño.

Harry bufó. Se acomodó las gafas, se puso los tenis -también habían sido de su primo..- y miró su reloj. Las 9 de la mañana. Gimió algo para sí mismo y después salió de la habitación, seguido por Hedwig, y frotándose la mano vendada con la otra.

En la cocina encontró solamente a Ron y a los gemelos, quienes, prácticamente dormidos, se tragaban el almuerzo de su madre, que los reprendía por levantarse tan tarde. Harry se encogió de hombros al escuchar el regaño y se acercó hasta ellos a pasos cortos. La señora Weasley le sonrió, comprensiva.

"Buenos días, cielo. ¿Dormiste bien?" preguntó, sirviendo salchichas y huevos en un plato.

Harry asintió un par de veces y se sentó al lado de Ron, quien le sonrió vagamente, parpadeando repetidas veces y tratando de parecer que estaba despierto. Harry sonrió un poco y recibió el plato que la señora Weasley le extendía.

"¿Cómo está tu mano?" inquirió Molly, viendo fijamente las vendas sobre el puño del chico. "¿Vas a dejarme hacer algo?"

"No se preocupe señora Weasley." dijo él, encogiéndose de hombros. "Así está bien." Molly arqueó una ceja, pero no dijo nada más. "¿Y los demás?"

"Arthur está en el ministerio, como siempre. Y los demás..." se detuvo un momento, pensando, y luego cabeceó. "Los demás se fueron esta mañana con Dumbledore, pero no sabría decirte a dónde." dijo, y Harry supo que mentía.

Dando un bocado a su almuerzo y esquivando un trozo de salchicha que Fred le había lanzado a George, miró a su mejor amigo.

"¿Crees que podríamos jugar quidditch más tarde tú y yo?" pidió, y Ron lo miró de reojo.

"Seguro." respondió, sonriendo. "¿Quieres que invite a mis hermanos?"

"No." negó Harry, torpemente. "No, solamente nosotros."

"Ah, bueno. Podríamos ir después de almorzar."

Y Harry sonrió ampliamente, asintiendo. Sabía que siempre iba a poder contar con Ron para lo que fuera, y se alegró de que no hubiese preguntado nada. Más tarde se las arreglaría para despistarlo y poder escabullirse él solo hacia la parte trasera de la colina.

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Harry nunca creyó que poder salir de la Madriguera le fuese a costar tanto trabajo. La señora Weasley había estado renuente, temiendo alguna especie de ataque contra sus hijos, y no fue hasta que Fred y George se ofrecieron a acompañarles, seguidos por Hermione y Ginny, que querían salir a tomar aire fresco, que Molly accedió a permitirles la salida. Pasarían de las 11 de la mañana para entonces.

Harry no podía esperar más para escaparse e ir a buscar a Sirius, que sabía que le estaría esperando detrás de la colina al medio día, pero sin embargo, al parecer Ron y los gemelos realmente tenían ganas de jugar al quidditch, por lo que no pudo escaparse de ellos hasta pasadas las 12 con 10, con el pretexto de ir a buscar la pelota que se le había escapado. Los gemelos ni se dieron cuenta, enfrascados en una especie de competencia de anotación de goles al pequeño Ronnie, por lo que Harry pudo descender sin complicaciones, aferrado al mango de su adorada Firebolt y sintiendo las caricias frescas del viento húmedo del verano golpeándole el rostro.

Apenas tocó el suelo con los pies, acomodó su escoba sobre el hombro derecho y echó a correr colina abajo, hacia un sitio adónde nunca antes había ido. Los árboles se torcían en formas curiosas allá detrás y las aves cantaban por todas partes, debajo del sol que bañaba el pasto verde por el cual Harry Potter corría a todo lo que le permitían sus piernas.

Se detuvo al pie de la colina, en las inmediaciones del bosquecillo, y se dejó caer sobre el pasto, jadeando por falta de aire y con el corazón latiéndole a mil, mezcla de la agitación y la vehemencia de saber que pronto volvería a verlo... Miró hacia todas partes, buscando rastros de vida, y miró su reloj nuevamente. 12:20 pm. Sintió un extraño hueco en el estómago cuando consideró la posibilidad de que Sirius hubiese estado ahí ya, pero se hubiera marchado creyendo que no asistiría, y la sensación comenzó a acrecentarse dentro de su pecho horriblemente, cuando escuchó un aleteo por encima de su cabeza y levantó la vista.

La sombra de un montón de plumas de color marrón bañadas por el sol de medio día cruzó el cielo raso, yendo en picada hacia él, y Harry se puso de pie de un salto, dejando su escoba tirada a sus pies. Entonces Ween chilló, posándose sobre su hombro derecho, y le mordió amistosamente la oreja.

"¿Ween?" gimió Harry, al percatarse de que esta llevaba atada una nota a su pata, y el hueco dentro de su estómago creció al darse cuenta de lo que eso significaba... Sirius no iría. No iba a volver a verlo ese día... Sirius no llegaría. Sintiendo cómo algunas lágrimas tibias escurrían por sus mejillas, desató el trozo de pergamino y leyó. Una violenta ráfaga de rubor surcó su rostro en aquel momento.

'Yo también te amo, Harry.'

Y después pasos.

Levantó sus ojos húmedos, sintiendo cómo su corazón saltaba dentro de su pecho. El sonido del romper de ramas y hojas debajo del peso de alguien se acercaba, lentamente, hasta que finalmente aquella figura descomunal apareció frente a sus ojos, debajo de la sombra de los árboles.

Los ojos azules le miraron fijamente por un instante y, luego de varios largos segundos de tensión, éste saltó hacia adelante, ahuyentando a Ween y derribando pesadamente a Harry sobre el pasto. La lengua perruna acarició el rostro de Harry repetidas veces, robándole una gran cantidad de risas llenas de alegría, y los brazos del chico se crisparon alrededor de él, apretándole más contra sí.

Todo pasó en un momento. La enorme masa de pelo negro comenzó a disminuir su volumen, aún sobre el cuerpo de Harry, cambiando el pelo por la tela raída de una vieja túnica negra y el rostro canino por uno humano, de facciones delgadas y ojos azules y penetrantes que se quedaron dentro de los verdes de Harry, quemándole las entrañas. Algunos mechones de cabello negro cayeron por encima de la frente pálida y las manos de Harry apretaron la cintura delgada del hombre que había surgido de entre la bola de pelo negro con patas que había estado antes.

Sirius Black estaba ahí, con el rostro ligeramente menos delgado que la última vez que Harry lo vio, con el cabello negro y largo cayendo por encima de sus hombros y una vieja túnica raída de color negro que el muchacho no había visto antes. Pero aún así, ante los ojos de Harry Potter, Sirius continuaba siendo la criatura más hermosa que alguna vez hubiese pisado la faz de la Tierra.

Harry jadeó y algunas lágrimas más se escaparon de sus ojos. Apretó más a Sirius y éste se desplomó sobre de él, con un gemido. Se quedaron así por un momento, solamente uno encima del otro, sintiendo los latidos apresurados de ambos corazones encontrados y el murmullo del viento entre las ramas de los árboles.

Sirius extendió una mano temblorosa hacia el rostro de Harry y retiró sus gafas con cuidado, como temiendo que fuesen a romperse. Las depositó a un lado, cerca de la Firebolt, y, sin despegar ni un segundo sus ojos de los de Harry, acercó su rostro al de él. Podía sentir la cálida respiración de Harry golpear contra su cuello y el corazón acelerado estrellarse en su pecho, escuchaba cómo el chico repetía su nombre en jadeos y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Torpemente posó sus labios sobre la mejilla húmeda de su ahijado y limpió sus lágrimas suavemente, bajando poco a poco cada vez más.

Fue entonces que sus labios se encontraron por primera vez. Torpe y nerviosamente. Ambos jadearon al contacto y el cuerpo de Harry tembló debajo del de Sirius. Por un momento se quedaron así, sobreponiendo sus labios uno encima del otro, hasta que Harry, en un ataque de desesperación, apretó a Sirius y lo besó. Éste se incorporó de golpe, atrayendo a Harry hacia sí y apretándolo entre sus brazos, y se besaron, con vehemencia, como hacía tanto esperaban poder hacer.

"¡Sirius, Sirius, Sirius...!" jadeó Harry, todavía presionando sus labios contra los de él. "¡Perdón, perdóname; discúlpame por no habértelo dicho antes, Sirius, pero yo te amo, te amo!"

Sirius negó con la cabeza, apretando el frágil y delgado cuerpo de su ahijado contra el suyo y respirando fuertemente. "No, no, perdóname tú a mí por todo, Harry. Perdóname por amarte, perdóname por no decírtelo nunca; por dejarte solo.", replicó, acariciando la espalda del muchacho y estremeciéndose debajo de las caricias de las propias manos de Harry.

Se besaron por un momento más, desesperadamente, hasta que la necesidad de oxígeno les hizo separarse de golpe. Harry enterró sus ojos verdes en los de Sirius y éste le devolvió la mirada, fijamente. Incluso sus respiraciones parecían estar sincronizadas. En un movimiento, Harry se aferró a Sirius y enterró el rostro entre el pecho del hombre. Podía escuchar claramente los latidos de su corazón contra su oído, y su respiración agitada que subía y bajaba rápidamente. Padfoot lo abrazó también y se quedaron abrazados en silencio por un rato, solamente disfrutando de sus presencias, respirando su aroma y escuchando sus corazones.

"¿Por qué..?" gimió Harry. "¿Por qué estás haciendo esto?"

Sirius lo miró.

"¿Por qué esconderte?" aclaró Harry. "¿Por qué las cartas? ¿¿Por qué no viniste antes, sabiendo lo mucho que te necesitaba??"

Con cariño, Sirius sujetó la barbilla de su ahijado entre los dedos de su mano y la atrajo hacia sí.

"¿De verdad me has necesitado?" inquirió, sonriendo levemente, y Harry se ruborizó. "Lo siento." se disculpó. "Yo no lo sabía. Pensaba que lo que había entre nosotros no era nada mas que la relación entre un padrino y su ahijado. Ni siquiera eso... pensé que... no sé qué pensé. Pero me gustaba hacerme a la idea de que aquél brillo que aparecía en tus ojos cuando me veías significaba algo..."

"Sirius..." Harry volvió a esconder el rostro en su pecho y le golpeó suavemente un hombro con el puño, mientras reía, con los ojos llenos de lágrimas. "Tonto." Sirius le acarició la cabeza y él se estremeció.

"No quiero que nadie se de cuenta de que estoy aquí." dijo de pronto. "Me es muy útil que los demás piensen que Bellatrix terminó conmigo durante ese duelo." apretó suavemente la espalda del chico con un brazo al darse cuenta de que éste se tensaba al escuchar aquel nombre.

"Pe-pero... ¿Por qué no decírselo a la Orden? ¿¿A Dumbledore?? Él podría ser tu Secret Keeper y nadie podría encontrarte..."

Sirius sacudió la cabeza. "Siempre puede haber traidores que lo digan incluso antes de hacer un Fidellius."

"Pero..."

"Por el momento me encuentro bien. Estoy escondido en el mundo muggle, muy cerca de ti."

Harry sonrió. "Entonces no me equivocaba al suponerlo. Por eso Ween se demoraba muy poco en ir y venir." Sirius se llevó una mano al rostro y se frotó la parte superior de la nariz con un dedo.

"Bueno, eso fue torpe de mi parte." dijo, con una sonrisa. Después bajó la mirada para encontrarse conque Harry lo miraba fijamente, como atontado. Se miraron fijamente a los ojos durante un momento hasta que inclinó su rostro y lo besó, dulce y lentamente, saboreando la suave textura de los labios de su ahijado, quien temblaba entre sus brazos. Sin darse cuenta, deslizó su lengua dentro de la boca del chico y Harry jadeó.

El muchacho podía sentir el suave roce de la piel de los labios de Sirius contra los suyos y de su lengua acariciando a la suya, tiernamente. El cuerpo entero le temblaba, el corazón latía tan fuertemente dentro de su pecho que le dolía y el aire que entraba por su nariz era insuficiente. Se acurrucó dentro de los brazos del hombre e, instintivamente, enredó su lengua con la de él. El olor y el sabor de Sirius le embriagaban por completo y así, sintiéndose protegido y amado, Harry Potter creyó que nunca podría ser más feliz.

"Harry..." jadeó Sirius, recorriendo el cuerpo del chico con sus manos. "Cuando todo termine... Cuando todo termine te juro que estaremos juntos.. y ya nada podrá separarnos de nuevo." se detuvo de pronto, temblando él también. "Harry, te amo..."

El chico no respondió. Quería disfrutar de aquel momento para siempre y poder permanecer con la voz de Sirius en la mente y su aroma impregnado en el cuerpo. Asintió torpemente y continuaron. "Yo siempre estaré contigo..." murmuró, frotando el rostro del animago con una mano. Esta vez fue Sirius quien no respondió.

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Notas del autor: Ay Sirius. No había escrito final más mediocre desde... err... No lo recuerdo. Pero posiblemente escriba una segunda parte, si es que el fic tiene respuesta =o. Por el momento, seguiré negándome a creer que Siri esté muerto >. Acepto reviews, tomates y virus ^_^ Pero por favor, evítense los Flames ¬¬
Notas2: Eeeeeee ^^,, ¡50 reviews seguro y son buena respuesta! Agradexco de corazón a todos aquellos que se han dignado a dejarme un review, pero sobre todo a mi sobrina Arwen (waaaa -se esconde sonrojada-), a Daku (condenado ^^#) y a la chica esta que me escribió un mail pidiéndome el resto del fanfic y a la que no le respondí (discúlpame, pero la verdad no lo consideré necesario, puesto que el fanfic estaba a un pelo de terminar). ¡Por todos ustedes, y si es que así lo desean, la segunda parte terminará de cocerse pronto! (espero ¬¬) 8>^o^8 Adiox~
Postdata: ¡Si les ha gustado el fic, onegai, léanse Crime of Innocence, mi otro Sirius/Harry con sendas dosis de Sirius/James y James/Harry que escribo en conjunto con mi comadre Myrtle ^_^ estoy casi segura de que no les decepcionará!

Ed - shiniramen@hotmail.com