CAPÍTULO 4: LA PESADILLA

Cassandra apuntaba su vara hacia Shun, quien estaba contra la pared, con los brazos extendidos, y rodeado por un aura oscura.

-Pon atención, Mu- dijo Cassandra- esto fue lo que sucedió hace 17 años...-

-Yo estuve ahí- dijo Mu- no necesito que me digas como Circe...-

-¿Y sabes porqué?- interrumpió ella- ¿sabes porque Circe hizo eso?- Mu negó con la cabeza, sorprendido de que ella sí lo supiera-Es muy simple- continuó ella- fue por ti...-

-¿Qué dices?- dijo Mu.

-¿Piensas escucharme ahora?-

-No- dijo Mu, sin dejar a un lado su orgullo- no me importa lo que tenga que decir una asesina como tú...-

-Tanto peor, porque tendrás que hacerlo- dijo ella, y volvió su mirada a Shun. Y, contrario a lo que todos creían, Cassandra bajó su vara y dejó libre a Shun. Ikki lo ayudó a levantarse.

-¿Qué hiciste?- dijo Seiya.

-No quiero hacerle daño. Mi problema es contigo, Mu- dijo Cassandra.

-¿Porqué hiciste eso?- dijo Mu- pudiste haberlo matado...-

-Vaya, parece que ahora sí quieres escucharme...- dijo ella- no te preocupes, yo domino perfectamente esa técnica, no puedo fallar. Si te das cuenta, no le hice ningún daño...-

-Es cierto- dijo Shun- estoy bien...-

-Ahora, si me disculpan ustedes cinco- dijo apuntando con su vara a los caballeros de bronce-¿serían tan amables de salir de aquí? Porque tengo un asunto pendiente con él...-

Los cinco caballeros de bronce comprendieron que estas palabras y su actitud significaban una amenaza.

-¿Y si no que...?- comenzó Seiya, pero Mu lo interrumpió.

-Váyanse- dijo Mu con calma- no le temo a una bruja...-

-Pero...- dijo Seiya.

-Ella tiene razón- dijo Mu- es algo entre ella y yo...y les pido que no traigan a Atena, no hay necesidad...-

Los cinco caballeros salieron, obedeciendo los deseos de Mu, y cerraron la puerta tras ellos. Mu miró a la joven hechicera, quien le apuntaba con su vara, pero al parecer sin la intención de atacar.

-¿Qué quieres decirme?- dijo Mu.

-Quiero decirte cómo murió tu madre, y mi relación con eso...-

-Ya te lo dije- dijo Mu- yo ya sé cómo murió mi madre...-

-Eso es lo que sabes- dijo Cassandra- pero no sabes porque...-

-Claro que sé porqué- dijo Mu- porque tu madre es pura maldad...y al parecer tu también...-

-Sé lo de mi madre- dijo ella con tristeza- pero te pido que me escuches. Si después de haberlo hecho, aún desconfías de mí, estás en tu derecho-

-De acuerdo- dijo Mu. En el fondo de su corazón, Mu comenzó a sentirse mal de nuevo por su forma de actuar.

-Verás- dijo ella- las hechiceras tenemos casi completa libertad sobre nuestras acciones. Solo tenemos tres reglas: no podemos enamorarnos, tener hijos o retar a otra hechicera-

-¿Eso es todo?- dijo Mu- ¿fuera de eso, pueden hacer lo que quieran?-

-Así es- dijo Cassandra- si una hechicera rompe la primera regla y la descubren, su castigo es la muerte del hombre al que ama. Si rompe la segunda regla, el castigo es el destierro del Circeo y de la isla de Eea. Y si rompe la tercera regla, el castigo es la muerte... si rompes las primeras dos reglas, se aplica solo el segundo castigo...si rompes las tres, solo se aplica el último castigo...-

Mu guardó silencio, meditando esas palabras. Cassandra continuó.

-Tu madre rompió la primera regla, al enamorarse de tu padre. No la descubrieron, hasta que ya fue demasiado tarde para ser castigada: ya habías nacido tú. Entonces, conforme a la segunda regla, fue desterrada del Circeo y se fue a vivir a Jamiel...-

-Pero Circe...- comenzó Mu, pero Cassandra lo hizo callar con un gesto.

-Pasaron tres años. Después, tu madre se enteró de que Circe había tenido una hija, y trató de hacer que las demás hechiceras la desterraran-

-Pues eso sería lo justo- dijo Mu.

-Si, pero a Circe no le gustó para nada- dijo Cassandra- Circe no es una hechicera normal: es una diosa que lleva muchos siglos viviendo en el Circeo; y tiene un trato con Hades desde los tiempos mitológicos: es inmortal. Ella supuso que tu madre la estaba retando, y fue a castigarla...-

La chica suspiró, mientras que Mu seguía mirándola con atención.

-Pero dijiste que la había matado por mí- dijo Mu- no por que ella la haya retado...-

-Fue un pretexto- dijo ella- Circe escuchó un Oráculo, que le dijo algo relacionado contigo, y que debía deshacerse de ti lo más pronto posible...Entonces me concibió, sabiendo que tu madre pediría a las demás hechiceras que la desterraran...-

Mu siguió mirándola con atención.

-No tenía porque hacerlo- dijo Cassandra- yo soy la primera en reconocerlo. En parte fue mi culpa porque, si yo no hubiera existido, tal vez tu madre seguiría aquí...- la vara en su mano desapareció, y se quitó el brazalete- yo, por mi parte, no quiero ser igual a mi madre...- lanzó el brazalete a los pies de Mu- toma, no lo necesito...-

Mu guardo silencio y miró a la chica. Por un momento, había visto en ella todo el terror que le inspiró Circe, y el parecido físico entre las dos era muy grande... pero de pronto, ella dejó su única arma a los pies de Mu. Recogió el brazalete.

-No te entiendo- dijo Mu- ¿no tienes miedo de que te mate?-

-Serás tú o será alguien más- dijo ella.

-¿Qué quisiste decir con eso?- dijo Mu.

-Nada de importancia para ti- dijo Cassandra- ahora que tu tienes mi última arma, no puedo defenderme... haz lo que quieras conmigo-

Mu la miró. Era cierto. Ya no podía hacer nada para defenderse. Estaba aceptando su venganza, a pesar de que muchas veces ella se preocupó por defender su inocencia. ¿Era eso una trampa?¿qué debía hacer?

-Vamos- le urgió Cassandra- hazlo...-

Mu se quedó helado. Miró sus ojos. La única diferencia entre Circe y su hija era el color de sus ojos. No podía hacerle daño. Ella no había tenido la culpa. No era justo... pero no podía dejarla ir... aún no le creía...

-No puedo- dijo Mu- tu no...yo no...- y salió, dando un portazo y cerrando la puerta con llave de nuevo, dejando a la chica encerrada adentro de nuevo.

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En la casa de Virgo, Shaka casi no meditaba, y se mantenía con los ojos bien abiertos, siguiendo al niño con su mirada.

-Shaka, ¿porqué me separaron de Cassandra?-

-Porque Mu tiene mucho trabajo- dijo Shaka al niño con ternura- no puede estar cuidándolos a ambos...-

-Pero- dijo Tai, dudoso- ¿no te molesta que te quite tiempo para meditar?-

Shaka sonrió.

-No te preocupes, me alegra mucho tenerte aquí...-

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Esa noche, Mu fue a dormir como de costumbre; y como el día anterior, tuvo dificultad para dormir.

-MU...DESPIDETE...DE...CASSANDRA...HASTA...NUNCA...MARINA...JAJAJA...-

Una y otra vez, la pesadilla de la muerte de su madre se repetía en sus sueños y no lo dejaba dormir. Despertaba con la respiración agitada, y bañado en sudor. Su corazón latía con tanta fuerza que le dolía.

Mu se levantó a caminar un poco, para ver si así despejaba un poco su mente y ésta lo dejaba dormir de una vez por todas. Al pasar cerca del cuarto de Kiki, donde Cassandra dormía, le sorprendió mucho escuchar voces...no solo la de ella sino la de otra persona...la de otra mujer...

-No, no lo haré...-

-¡Hazlo ahora!-

Mu abrió la puerta de la habitación en silencio, y vio a Cassandra parada frente a la pared. No tenía puesto el vestido blanco que le dio Saori, sino un pantalón blanco de dormir y una blusa del mismo color sin mangas. Hablaba con los ojos cerrados. Y una voz le respondía.

-Ya te dije que no lo haré...-

-No te estoy preguntando, querida...- le decía la voz- es una orden... ¡dime donde estás!-

-En donde no puedes encontrarme- dijo Cassandra.

-Vaya, vaya...- decía la voz, que a Mu le pareció demasiado conocida- con que te estás pasando de rebelde conmigo...no me impresionas... pues tus sentimientos te han traicionado...ahora sé que estás en el Santuario de Atena-

-¿Y qué si es así?-dijo Cassandra. La otra voz dejó escapar una risa fría, sin alegría... era Circe que estaba hablando con su hija a distancia.

-Como lo imaginé...sabía que tratarías de llevarlo con su padre al Santuario...aunque me traicionaste al salvar al hijo de esa tonta y del caballero dorado...-

-¿El hijo del caballero dorado?- murmuró Mu, observando la escena desde la puerta.

-No lo salvé- dijo ella- los caballeros dorados lo atacaron pensando que era un enemigo...el niño está muerto- sus manos temblaron. Mu se sorprendió. ¿Le estaba mintiendo a su madre?

-Vaya, así que a fin de cuentas está muerto... y aunque me hayas traicionado, aún puedo perdonarte, pero solo porque eres mi hija...- dijo la voz de Circe- con la condición de que mates a Atena y a los caballeros dorados...-

-No puedo- dijo Cassandra - me quitaron todos los amuletos...-

-¿También...?-

-También ese-

-Ya veo- dijo la voz de Circe- pero aún tienes un recurso para embrujar a los caballeros dorados...-

-No lo haré- dijo Cassandra- no voy a traicionar la confianza de Atena...-

-¿Acaso piensas desobedecerme?- dijo la voz de Circe, irritada.

-Así es- dijo Cassandra- ya tengo bastante soportando el estigma de ser tu hija...no voy a participar en tus crímenes... como hace 17 años...-

-No me digas que encontraste al hijo de Marina...a ese Mu...-dijo la voz de Circe con malicia- me parece recordar que Marina lo salvó mandándolo al Santuario...- Las manos de Cassandra temblaron otra vez.

-No- dijo ella- no lo conozco...pero no necesito conocerlo para odiar lo que le hiciste a su madre...-

-¿Ah, sí?-dijo la voz de Circe con crueldad, y riendo de nuevo- tú deberías mostrar más respeto a la tuya...aunque sabes bien que tu vida no me interesa...solo te usé como pretexto para matar a Marina y a su hijo...te estoy dando una oportunidad...-

-Olvídalo-

-Tal vez necesitas un poco de persuasión para hacer lo que te ordeno...-

A partir de ese momento, Cassandra comenzó a gritar de dolor. Mu vio como varias marcas aparecían en todo su cuerpo, cada una como si fuera un latigazo. Sus rodillas se doblaron, y cayó al suelo.

-¡Déjame!- gritaba- no lo haré nunca...-

-Veamos si después de un rato no te convences...-dijo la voz con malicia- faltan varias horas para que amanezca y nadie va a venir a despertarte...-

Mu, al escuchar esto, corrió hacia ella y la sacudió levemente para despertarla. No funcionó: ella siguió gritando de dolor con los ojos cerrados. Mu la sacudió con más fuerza, tomándola de los hombros. Funcionó. Cassandra abrió los ojos asustada, con la respiración muy agitada.

-¿Qué...que pasó?- dijo ella-¿qué...que haces aquí? ¿la escuchaste...? yo...- Mu puso un dedo en sus labios, y asintió. La chica comenzó a llorar de miedo. Mu la abrazó con cariño... sus dudas habían desaparecido.

-Perdóname...-susurró Mu con ternura- perdóname por no haberte creído...-

Cassandra no respondió. Seguía llorando entre los brazos de Mu.

-No quiero- dijo ella entre lágrimas- no quiero volver al Circeo...no quiero volver a verla, o a escucharla...pero me atormenta en mis sueños... no quiero siquiera cerrar los ojos, porque ahí está ella...-

-Ya no llores- le dijo Mu.

-No quiero...-

-No llores- repitió Mu- te diré lo que puedes hacer. Duerme...yo me quedaré despierto a tu lado, y te despertaré si tienes pesadillas, ¿de acuerdo?-

La chica se quedó mirándolo.

-No... yo no puedo hacerte eso... tú tienes que dormir...- dijo ella, aunque con los ojos le suplicaba que no la dejara sola.

-No te preocupes por mí- dijo Mu- anda, duérmete-

Cassandra caminó hacia su cama, vacilante, pero volvió a doblarse el tobillo y cayó en los brazos de Mu.

-Lo siento- dijo ella, sonrojándose- sé que debo haberte causado muchos problemas...-

Mu la tomó en brazos y la acostó con delicadeza sobre la cama. Luego, la cubrió con mantas y se sentó al lado de ella. Cassandra se durmió a los pocos minutos. Mu se quedó a su lado, esperando que no tuviera otra vez esa terrible pesadilla, y juró vengarse de la mujer que les había hecho tanto daño a ambos...

CONTINUARÁ...

(suspiros)... Ah, que tierno... Chicos, les mando saludos... ¡ya casi salgo de vacaciones! ... A las que se traumaron: ¿cómo creen que voy a matar a Shun? es mi favorito... Manden sus reviews, los espero... Besos

Abby L.