Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki, que ya me gustaría a mi que me pagaran los derechos de autor

7.  3 días y 4 noches: (parte 1) En paz

Era una apacible tarde de finales de Octubre y un elegante carruaje tirado por 2 caballos avanzaba con paso lento por la carretera, conducido por dos hombres que lanzaban nerviosas miradas a cada arbusto, como si en cualquier momento algo pudiera salir de ellos. Dentro del carruaje, cómodamente instaladas, una mujer y una niña reían despreocupadamente. Podrían haber sido madre e hija, ya que ambas lucían un hermoso pelo oscuro, pero no era así.

-"Ruki-chan, por favor, no te acerques tanto a la ventana" – la pequeña niña, de no más de 4 años, no podía quedarse quieta en su asiento

- "pero Kagero-chan es la primera vez que salgo de casa... mira allí, he visto un lobo!!!"

- "No hay lobos tan cerca de las ciudades, habrá sido un perro" – respondió la mujer con una sonrisa

 –"....mira en aquellos árboles, cuántos pájaros..."- la niña seguía admirando el paisaje sin prestar atención a su acompañante- "¿por qué no ha venido mi papá con nosotras?"

- "Porque tiene reuniones aburridas a las que asistir, pero en 3 días llegaremos a Hiroshima y podrás estar con él. Mientras tanto, me tienes a mí" – la niña la miró y sonrió.

La verdad es que había tenido miedo cuando su papá le dijo que tendría que viajar 3 días sin él en compañía de extraños, generalmente los criados la trataban con demasiado respeto y distancia como para poder jugar con ellos, y todas las nodrizas que había tenido hasta entonces eran unas viejas harpías que solo la regañaban y adulaban a su padre. Pero esta chica era diferente, para empezar, tiraba de la tela de su elegante y tradicional kimono como si no estuviera cómoda en él y después, en cuanto habían estado solas, había dejado de lado toda formalidad y le enseñó un nuevo juego de palmas. Yamata Yuki estaba convencida de que iba a ser un viaje que recordaría toda su vida.

 Por su parte Kagero intentaba relajarse de verdad, la niña era un encanto, le recordaba a Kaoru a su edad, y el viaje transcurría sin problemas. Hajime había trazado una zona de peligro en el mapa y estaban cerca de traspasarla por completo, si en verdad, las facciones contrarias al congreso pensaban atentar contra la hija de Yamata-san, lo harían en una zona conocida por ellos, es decir, una zona relativamente próxima a Osaka, donde tuvieran más probabilidades de éxito, pronto dejarían atrás el pueblo de Kobe y estarían a salvo. O al menos, eso es lo que se repetía Kagero una y otra vez. Atrapada en el mejor kimono de Tokio, sin un arma excepto el kunai que tenía escondido en el obi, dudaba que los dos hombres que llevaba por escolta fueran capaces de hacer algo útil. ¡Maldito Honda y sus estúpidos planes!

El carruaje paró tan súbitamente, que las dos cayeron al suelo. Instintivamente, sacó el kunai de su escondrijo y puso a la niña bajo su cuerpo.

 –"¿algún problema?"

- "No se preocupe señorita, un tronco ha caído al camino, lo vamos a apartar para que pueda pasar el coche"

 "NOOO ES UNA TRAMPA" – escuchó las flechas silbar y el sonido ahogado de un cuerpo cayendo al suelo. Después los gritos de un hombre y lo que parecía una rápida y desesperada carrera por salvar la vida, rápida pero no lo suficiente.

- " Escucha Ruki-chan, quiero que te estés muy callada y te escondas bajo el asiento, pero sobre todo, no salgas hasta que yo te lo diga, ¿entiendes? Sólo si yo te lo digo" – la niña asintió con ojos asustados.

Rápidamente levantaron el asiento y Ruki se escondió en un hueco. Aún agachada, Kagero rasgó la tela de su falda para tener un poco de movilidad en las piernas, afianzando bien su kunai, esperó. La puerta no tardó en abrirse y Kagero se lanzó hacia ella, dio una patada en el cuello de su atacante. Aterrizó mientras éste caía, muerto antes de llegar al suelo. Lanzó una mirada de desafío mientras se alzaba, frente a ella al menos 10 hombres la miraban sorprendidos, pero esto no bastaba para ponerlos en fuga. Maldiciendo una vez más a Honda-sama y a la trampa de tela que llevaba puesta, endureció el cuerpo y alzó el cuchillo en posición de defensa – " Soy Saitou Kagero, y no moriré sola".

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Kaoru estaba sentada en el porche, con expresión triste, tan triste que a cierto rurouni se le encogió el corazón al verla. Se acercó a ella y se sentó a su lado.

-"no se ha despedido de mi, Kenshin"

-"pero Kaoru-dono, su hermana tenía prisa y usted estaba todavía dormida"

-"podía haberme despertado. La otra vez que se fue de casa tampoco se despidió de mí"

-"eso es porque piensa regresar"- dijo poniendo las manos de ella entre las suyas- "ya lo verá , en unos días estará en casa de nuevo"

-"no me gustan las despedidas"- apoyó la cabeza en el hombro de Kenshin y cerró los ojos. El no se apartó. Despedidas. Ellos se habían despedido una vez, cuando fue a pelear con Shisio. Se despidió de ella porque creía que no iba a volver a verla. Kenshin también cerró los ojos, aspirando el aroma a jazmines de Kaoru, recordando.

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Aoshi espoleó aún más al caballo, que aceleró el galope, levantando aún más polvo a su paso. Estaba actuando por impulso y eso no era propio de él, pero algo en su interior le gritaba que se diera prisa o sería demasiado tarde. Había salido como una exhalación del despacho de un pobre Kaneda al que dejó con la palabra en la boca. Llegó directamente al Aoiya y le encargó a Hannia que contactara con el despacho de Kaneda-sama y se encargara de organizar a los hombres, se dirigió al establo, montó el caballo más rápido que tenían y se dirigió, como si lo persiguiera el mismo demonio, hacia el pueblo de Kobe. Según sus cálculos, si habían salido de Osaka en la mañana, a estas alturas de la tarde estarían por esa zona.

 En cuanto llegó al pueblo, una mujer le indicó que un carruaje acababa de atravesar el pueblo, en dirección a Kurashiki hacia apenas quince minutos. La información tranquilizó un poco al exaltado ninja, había temido un ataque antes de Kobe, lejos de su alcance, pero no había sido así, y quince minutos de ventaja no era tanta, sobre todo si el carruaje intentaba pasar desapercibido, no tardaría mucho en darle alcance.

En efecto, en menos de media hora, divisó a lo lejos el carruaje detenido y una figura ataviada en un kimono en plena batalla desesperada, 3 cuerpos yacían a sus pies, pero cuanto más se acercaba, más podía percibir que Kagero estaba cansada, buscaba aliento frecuentemente y tenía un feo corte en su antebrazo izquierdo, que no dejaba de sangrar. Aoshi no detuvo el caballo sino que aprovechó el empuje del animal para abatir a uno de los salteadores, dio un salto bajándose del caballo mientras que desenfundaba sus kodachis y comenzaba a dar tajos a diestro y siniestro.

En unos instantes 3 hombres más quedaron en el suelo, los restantes, decidieron alejarse lo más pronto posible de aquel demonio de ojos fríos que había aparecido de improviso y de aquella mujer que luchaba como un samurai.  habían planeado un ataque rápido y sin bajas por su parte, según sin informadores la niña sólo tenía dos escoltas y una mujer inofensiva. ¡inofensiva!

Cuando Aoshi llegó a su lado, Kagero había caído de rodillas sujetándose el antebrazo izquierdo. – "¿Estas bien?"- ella asintió mientras cortaba un pedazo de tela de su arruinado kimono y se lo ataba a modo de venda.- "Será mejor que cojáis uno de los caballos, seguiremos por la montaña, campo a través, será más seguro. ¿Dónde está la niña"- aún en el suelo y jadeante Kagero la llamó

 – "Ruki- chan, ya puedes salir, estamos a salvo"- se escuchó un ruido en el carruaje y una carita asustada apareció frente a Aoshi para después, correr y abrazarse a la mujer arrodillada – " Tranquila Ruki-chan, no hay peligro. Este es Shinomori-san, ha venido a ayudarme a llevarte con tu papá" – la niña miró al hombre alto con un poco de miedo, tanto él como Kagero estaban manchados de sangre. Mientras, Aoshi desenganchaba uno de los caballos y  se acercaba de nuevo a ellas

– "Tenemos que alejarnos lo más posible, por la montaña no podrán seguirnos".

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Ya era noche cerrada, Aoshi las había conducido por un sendero, montaña arriba, hasta una cueva. Ninguno había vuelto a pronunciar palabra, ella, ocupada en calmar a la pequeña a la que debían proteger aún a costas de sus vidas y el, bueno, el era Shinomori Aoshi, no era muy dado a las conversaciones. Con un suspiro Kagero abandonó su lugar junto a la fogata y se dirigió hacia el ninja, que montaba guardia a la entrada de la cueva.

-"Creo que te debo la vida, Shinomori-san"

-"No me debes nada. Era una cuestión de honor"

-"¿Por la espada de Kamiya? No te la llevaste, sólo fuiste un estúpido por obedecer a Hajime a ciegas"

Aoshi la miró, no estaba acostumbrado a que alguien le diera las gracias llamándole estúpido, pero la respuesta murió en sus labios cuando la vio. Manchada de sangre y con el kimono rasgado, Kagero apoyaba la espalda contra la fría pared de roca, tenía los ojos cerrados y su pelo suelto flotaba con el viento. A la luz de la luna, Aoshi creyó estar sufriendo otra alucinación. Parecía tan frágil y cansada. Un súbito impulso de abrazarla, besarla y protegerla de todo se apoderó de él. ¿protegerla? Aquella mujer había demostrado con creces que no necesitaba más protección  que él mismo. Y sin embargo, algo en su rostro, parecía suplicarle por algo de consuelo.

Kagero abrió los ojos en cuanto dejo de sentir el viento en su cuerpo, Aoshi estaba frente a ella, protegiéndola del viento helado. Estaban cerca, muy cerca, notaba el aliento del hombre en su mejilla, y ella había quedado atrapada en esos ojos claros. Aoshi no hablaba con palabras, sino con los ojos, y éstos le hablaban con palabras dulces sobre algo que crecía día a día en su interior. Y de pronto a Kagero le faltó el aliento, esos ojos le quemaban la piel, podía sentir cómo recorrían su cara y se fijaban en sus labios. "El hielo quema" fue su último pensamiento racional antes de que Aoshi uniese sus labios fríos con los calientes de ella.

 Presionaba tanto sus labios que temió hacerle daño contra la pared, pero sus temores se disiparon cuando ella, en vez de rechazarlo al instante, gimió. Tomando el gemido como una señal, comenzó a mover lentamente su lengua sobre la boca de ella, acariciando sensualmente su labio superior para introducirlo poco después en su cálida boca, como tantas veces había soñado. La respuesta de Kagero no se hizo esperar y con un nuevo gemido, enroscó sus manos sobre la nuca de Aoshi, acercándolo más si aún era posible. Y así quedaron, saboreándose el uno al otro, lentamente, hasta que la falta de aire los hizo separarse y enfrentarse a la realidad.

Aoshi estaba avergonzado, él no actuaba así. ¿Cómo era posible que cada vez que ella estaba cerca su cuerpo lo traicionase de esa manera? El siempre pensaba antes de actuar, analizaba la situación fríamente y actuaba en consecuencia. Y ahora. Ahora ella le odiaría por haberse aprovechado de ella. El que ella hubiera bajado la cabeza escondiéndole su rostro no le ayudaba nada. Estaba a punto de disculparse cuando ella alzó la cabeza y le miró. Estaba sonriendo. Aquella maravillosa sonrisa que tenía, capaz de calentar su alma helada, era para él, por haberla besado.

- " Supongo que con esto ya estamos en paz" – sin más se adentró de nuevo en la cueva. Aoshi sonrió. Una pequeña curvatura en sus labios, pero sonrisa al fin y al cabo.

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Cuando regresó junto al fuego, Ruki se había despertado, pero no había comenzado a sollozar al verse sola como Kagero había temido.

- "Ruki-chan, será mejor que duermas. Mañana cabalgaremos todo el día, tienes que descansar"

- " No puedo dormir. Cuéntame un cuento"

-" No se ningún cuento, lo siento. Pero te puedo cantar una canción. Mi madre nos la cantaba a mi hermana y cuando éramos pequeñas como tú" – la niña asintió y se acomodó en el regazo de Kagero mientras se aclaraba la voz y empezaba a cantar muy bajito:

"Mi pequeño tesoro,

se halla escondido,

entre el valle y el monte,

que hay en mi ombligo.

Mi pequeño trocito de gloria,

es el alba que alumbra,

una nueva historia."

Aoshi se había acercado al escuchar la canción. Espiando desde las sombras a la mujer con la niña dormida en su regazo, acariciándole suavemente el pelo, le pareció estar viendo el futuro.

"Mi pequeño tesoro,

quiere ver cosas,

y por él me despliego

como una rosa.

Mi pequeño trocito de vida,

es un ángel que viene a mi de puntillas."

Kagero acunando a su propio bebé. Cantándole para que se duerma.

"Tengo cinco rezones

para quererte,

una atada a mi espalda

y otra a mi suerte,

y las tres que me quedan son,

tu sonrisa,

tu ternura sin falta,

y otras delicias"

Y deseó, con toda su alma, que ese bebé tuviera el pelo oscuro como su madre y los ojos azul hielo de su padre.

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Iba a poner todo el viaje en este capitulo pero me saldría demasiado largo. Así que voy a ser mala y os voy a dejar con la intriga. Esta es la primera de las 4 noches, pero necesito ayuda para dos días y dos noches de viaje, porque el último le tengo claro, así que ya sabéis si se os ocurre algo reviews. Y hablando de reviews, esta vez tengo más para contestar. Gracias a gaby (hyatt por hacerme caso desde el principio, a Isakura, Misao-19 me alegro de que os guste mi fic, aunque no sea Aoshi/Misao, pero no os preocupéis que ella no queda triste y sola y a Milly Chan1 esta vez estoy teniendo cuidado de separar los párrafos y los diálogos a ver como queda.

Gracias, ya no me deprimo, no lo debo estar haciendo tan mal.

Ah! La canción es "Mi pequeño tesoro" de Presuntos Implicados, casi me sale un song-fic.