Lo de siempre, que Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki, porque si fueran míos no estaría escribiendo esto.

Ya dije al comienzo del fic que aquí iba a ver de todo, por eso al principio el rating era R. Pues lo hice pensando en estos capítulos y en algunas escenas que van a venir pronto. En el capitulo anterior habia un LEMON de Saitou/Tokio y en este hay una escena un poco... no se como describirla, así que ya estáis advertidos.

12. El loto negro

Rei esperaba el tren sentada en el atestado banco de la estación. Se habia tenido que sentar porque sus rodillas no eran ya capaces de sostenerla. Nunca en toda su vida habia estado tan nerviosa, y no era para menos, ¡mañana se casaría!, después del tipo de vida que se habia visto obligada a llevar, casarse era una de las cosas que estaba segura que nunca haría, ¡ y mucho menos con una persona respetable, de buena posición que además la quería! Esta completamente segura del amor de Shiroi. Nadie arriesgaría una posición tan alta para casarse con una prostituta. Ella misma le habia sugerido que no hacía falta que se casaran, que podían seguir como hasta ahora, sin compromisos. Aunque desde hace tiempo, ella ya no recibía más clientes en su cama, a él no le bastaba. Quería llevarla a su casa, con criados para atenderla y cubrirla de seda y oro. Quería pasear con ella de su brazo por las calles y que la gente que antes la miraba con desprecio se inclinaran ante ella y la llamaran señora. Porque Rei se merecía eso y más.

El tren llegó por fin a la estación, y los tres se fundieron en un gran abrazo de felicidad. Aunque Rei se habia instalado en la ciudad en cuanto acabó la guerra, no tenía verdaderos amigos en ella. Por esa era tan importante para ella que Kagero y Okita estuvieran presentes, sus únicos amigos, su única familia. Y además, Kami sabía que necesitaba ayuda para organizar la boda: flores, banquete, invitados y sobre todo su traje de novia. Así que con un suspiro de resignación, Okita siguió a las dos excitadas mujeres para lo que parecía, un agotador día de compras.

----------------  AQUÍ EMPIEZA LA ESCENA ----------------

- "Todo estará listo para mañana a primera hora, como usted quería Kaneda-sama"

-"Gracias Shinomori. Y ahora, vamos a relajarnos un poco. Últimamente estás muy tenso, deberías buscarte una mujer" – Aoshi y su superior, caminaban por las calles de Kyoto. Buscar una mujer. No necesitaba buscar, ya la habia encontrado, pero simplemente no era para él.

Aoshi paró en seco cuando llegaron a su destino, perdido en sus pensamientos no habia percibido hacia dónde le estaba llevando Kaneda para relajarse. Al loto negro. El mejor burdel de toda la ciudad. Demasiado tarde se dio cuenta de que estaba perdido, ahora no podría negarse, sería un insulto directo a su superior. El momento apropiado para rechazar su oferta habría sido en el despacho. Se abofeteó mentalmente ¡idiota, estúpido! Ahora tendría que pasar la noche allí, con una mujer. Y aunque tenía que reconocer que su propio cuerpo le torturaba cada noche con el recuerdo de su koishii, no se veía capaz de tener a otra.

Sin duda esa era su noche de suerte. No solo Kaneda-sama había pagado sus servicios a su amigo por adelantado, sino que su cliente sería nada más y nada menos que el atractivo hombre de hielo de los Onniwabanshu. Estar con un hombre joven y guapo, era una variedad muy agradable en su trabajo, y placentera desde luego. Pero algo no iba bien con ese tipo. Siempre habia creído que esa reputación de insensible e intocable no era tan literal. Estaba sentado como una estatua, sin prestarle la más mínima atención y lo que era peor, ¡incluso estaba sintiendo frío al acercarse a él! Parece que no iba a ser tan fácil como ella creía después de todo, pero aún tenía un as de la manga que nunca le habia fallado.

Aoshi se habia dejado conducir hasta una habitación en el piso superior, y pese a sus más formales protestas y frases de "esto no es necesario" Kaneda no le habia hecho el menor caso. Tal vez fuera mejor dejarlo y tratar con la mujer directamente, total, si ya habia cobrado lo más probable es que le dejara marcharse sin problemas. Abrió la boca para explicarle la situación y mirarla por primera vez, cuando notó un roce tibio y húmedo sobre su miembro. Pequeños lametones a lo largo ....juegos con la punta ... esto era vagamente familiar.... nata....nata en la punta de su dedo y Kagero limpiándoselo con su lengua.....Aoshi bajó la vista para encontrar un cuerpo desnudo agachado y una cabeza de largo y oscuro cabello. Koishii.

Notó cómo de repente, el cuerpo del hombre pasaba de rígido a relajado, sus manos sujetándole de improviso la cabeza para que siguiese con su placentera labor, mientras que por fin, su miembro empezaba a crecer y endurecerse ante sus atenciones. Habia estado a punto de darse por vencida, de creer que realmente estaba tratando con una estatua de hielo, pero ningún hombre podía resistirse a algo así y Shinomori, pese a todo, seguía siendo un hombre.

Enredando los dedos en su pelo, Aoshi la separó de su cuerpo para tumbarla bocabajo y empezar a acariciar su espalda con las manos, pero la deseaba demasiado como para perder el tiempo en cosas tan "inocentes" así que comenzó a lamer su espalda mientras sus manos bajaban por ella, acariciando los glúteos para alcanzar la entrada oculta entre sus piernas. Ella comenzó a gemir instantáneamente ante sus caricias. Eran gemidos extraños, su cuerpo era extraño, algo dentro de él le decía que esto no estaba del todo bien, pero lo desechó. Nunca la habia visto desnuda, nunca habia acariciado directamente su piel, y ....-"Si Aoshi-sama siga, no se pare por favor" – y esa no era su voz. Aoshi recuperó la consciencia de golpe ante el sonido de esa voz. No era ella. Se abrochó el pantalón y salió de la habitación tan aprisa como pudo.

Bajaba las escaleras casi corriendo, tenía que salir de aquel lugar, buscando la salida los vio. Okita Souji hablando de forma cariñosa con una de las mujeres del burdel. Era él, esta vez no estaba delirando, incluso podía sentir su ki. ¿Cómo se atrevía a hacerle algo así a Kagero? Ese hombre tenía en su cama todo lo que él amaba en este mundo y estaba en aquel burdel. La furia crecía dentro de Aoshi tan deprisa como avanzaba hacia él. Entonces la vio, por detrás de Okita, conversando con el propio Kaneda. Pronunció su nombre igual que un hombre en el desierto pediría agua

-"Kagero"

-"Shinomori Aoshi, NO TIENES SANGRE EN LAS VENAS, sólo agua helada. Serás un asesino pero eres INCAPAZ de estar con una mujer" – Kagero se habia girado al oír su nombre y en su cara asomó la sorpresa al reconocerle. Pero las gritos de esa mujer semidesnuda en lo alto de la escalera habían atraído hacia ellos la atención de todo el local y ahora lo miraba interrogante. Aoshi no sabía que decir, tenía que demostrarle que esa mujer estaba equivocada, ella no podía pensar que él.... Dio dos zancadas para alcanzarla. Sus brazos sujetaron la estrecha cintura y el blanco cuello para, una vez seguro de que no podría huir de él, besarla con todo el deseo acumulado en aquellos meses. Su dulce boca se abrió ante su lengua exploradora y sintió como ella respondía de la misma forma apasionada enredando los dedos en su corto pelo. Sus lenguas se encontraron y se enlazaron, acariciándose ansiosas, mientras el abrazo con que unían sus cuerpos se estrechaba aún más. Finalmente, la falta de aire les hizo separarse, aunque Aoshi la mantuvo en sus brazos. Ella abrió la boca y habló, pero no para dirigirse a él, sino a la asombrada mujer en lo alto de la escalera

-"Creo que te equivocas querida. Quizás seas tú, la incapaz de calentar a un hombre lo suficiente para estar contigo"

Ante estas palabras Aoshi la estrechó aún más entre sus brazos. Era ella, no había duda. Sólo ella podía hacerlo sentir tan feliz, tan completo y además salvar su reputación. Bebió de nuevo de sus labios, sediento de ella. Fue un beso más dulce que el anterior, menos febril pero igual de intenso para ambos, la comprobación de que estaban juntos, de que era real. La mano de Aoshi abandonó su lugar en la cintura de la chica para acariciar lentamente el final de la espalda, las caderas, para sonreír sin dejar de besarla al escuchar el débil gemido de su amada.

-"Ejem, si queréis una habitación, arriba hay algunas disponibles" – la voz de Okita le sacó del mar de cálidas sensaciones en que se había convertido el mundo. ¿Estaba hablando en serio?¿Le estaba proponiendo que siguiera?¿Con ella?¡Con su esposa! La ira creció de nuevo en el interior de Aoshi. ¡Kami-sama!, la había perdido porque creyó que ese tipo era lo mejor para ella y ahora... soltó a Kagero y golpeó con toda su rabia contenida la cara de Okita, que cayó al suelo del impacto, con la nariz rota.

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La tarde se convertía en noche tan rápido cómo avanzaba el tren. Kaoru y Kenshin hablaban animadamente, Soujiro seguía la conversación sonriente como siempre, aunque lanzaba de vez en cuando miradas de preocupación hacia su ángel, que apoyaba la frente en el cristal de la ventanilla, sumida en sus pensamientos. ¿Podría tener una oportunidad? Rogó a Kami-sama por ello, sabía que no era digno de semejante regalo, pero un hombre debe tener esperanza, aunque sea por algo imposible. Habia captado las palabras de Kagero el día anterior, y también cómo Misao reflexionaba, replanteándose su relación con Aoshi. Su corazón casi se sale de su pecho ante la idea. Con el ninja fuera de su camino, podría explicarle por qué se habia quedado con ella. Él sabía que Aoshi no la quería, no al menos como Misao esperaba. Estaba acostumbrado a estudiar a las personas y podía leer el ki de Aoshi como leería un libro, si supiera leer, claro. Podía ver esos cambios de humor, esa lucha interior en sus ojos, cómo practicaba una y otra vez para agotar su cuerpo y su mente, para caer rendido y dormir sin tener tiempo para pensar, demasiado cansado incluso para soñar. Lo habia visto muchas veces, él mismo habia pasado por algo así. La desesperación de un hombre enamorado que no podía alcanzar lo que su corazón pedía a gritos. Se preguntaba qué clase de mujer habia sido capaz de tener un efecto semejante sobre el hombre de hielo. Pero para él, el que Aoshi estuviera enamorado sólo significaba que Misao sufriría, al menos mientras siguiera enamorada de él, y Soujiro no quería que ella sufriese por nada del mundo.

Por su parte, Misao no dejaba de darle vueltas una y otra vez a las palabras de Kagero "es la única figura paterna que has tenido, y saber que no es realmente tu padre puede confundir tus sentimientos". Cuando habia descrito lo que se sentía cuando te miraba tu amado, habia visto cómo Kaoru habia asentido de acuerdo con su descripción. Cuando Aoshi la miraba no sentía nada de aquello, más bien nerviosismo, quería que estuviera orgulloso de ella, por eso se esforzaba en comportarse como una señorita y ser además una ninja no era algo fácil de compaginar. Las pocas veces que él le sonreía, se sentía feliz. Feliz por cumplir sus deseos, por ser capaz de hacer salir una sonrisa de aquellos labios duros. Como una hija busca la aprobación de su padre, como una hija es feliz cuando hace feliz a su padre. Tal vez las cosas fueran así después de todo. Pero si no estaba enamorada de Aoshi-sama, entonces estaba sola. Toda su vida habia espantado metódicamente a todos los futuros pretendientes, convirtiéndoles en simples amigos, sin ninguna intención romántica hacia ella. Sin su amor por Aoshi-sama ¿qué iba a ser de ella?.

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Okita frotaba su adolorida nariz mientras los seguía con la mirada hasta perderse en la oscuridad. Suspiró. Era la segunda vez que perdía una guerra sin siquiera presentar batalla. La primera vez, se sentía demasiado enfermo, demasiado convencido de que iba a morir. Ahora, era una batalla perdida de antemano. No pudo evitar ver la ironía de su situación. Él, Okita Souji, Primer Capitán del Shinsengumi, invencible en combate. Habia perdido de nuevo lo más importante. Esta vez no habia sido tan terrible, la quería sí, pero como ella misma le dijo, no la amaba.

 Seguiría adelante, como la otra vez. Volvería a su alegre vida de geishas y prostitutas, de amor y compañía pagada por adelantado, de sake y fiestas, de ver amanecer en soledad. Cuando uno ha estado tan cerca de la muerte, se saborea la vida de otro modo. Pero en momentos como ése, sólo rodeado de oscuridad, no podía dejar de preguntarse si eso era realmente vivir. Porque cada vez que cerraba los ojos y trataba de recordar, el primer pensamiento que venía a su memoria era siempre el mismo. Un cuerpo caliente junto al suyo consumido por la fiebre, unos brazos a su alrededor sujetándole, y aquella voz, aquella dulce voz ordenándole que no se rindiera, que luchara. Habia luchado contra la muerte por ella, habia ganado por ella y, cuando su cuerpo se recuperó para ella la dejó marchar. Un toque en su hombre lo sacó de sus tristes pensamientos para ver una mano femenina limpiar la sangre de su nariz con un pañuelo.

-" Ven Souji, hace frío. Vamos" – dijo empujándole suavemente hacia dentro del local – "Vamos, esta noche te dejaré llamarme Tokio"

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Estaban llegando al Aoiya, ya casi de madrugada. Podían ver el edificio al final de la calle, con las lámparas de aceite encendidas en la puerta. A la luz de esas mismas lámparas, Misao reconoció la alta figura de Aoshi, que venía escoltando a otra más pequeña envuelta en una capa. A pesar de la distancia, pudo ver cómo Aoshi la mantenía sujeta por la cintura, en un gesto posesivo que era totalmente nuevo para ella. Echó a correr, tenía que saber qué significaba todo aquello.

-"Misao-sama, no, no vaya"- Sin pensarlo dos veces, Soujiro echó a correr tras ella. Tras un momento de duda, Kaoru se dispuso a seguirles pero Kenshin la sujetó y negó con la cabeza.

Misao corrió un poco la puerta de la habitación de Aoshi, lo suficiente para poder ver y escuchar sin ser descubierta. Estaban uno frente al otro en el centro de la habitación, de espaldas a la puerta. Sin saber muy bien qué decirse. La capa estaba doblada y Misao pudo por fin ver quién le acompañaba. Sus ojos se abrieron por la sorpresa ¡Kagero!

-"Así que no te has casado con Okita" – ella negó con la cabeza sin dejar de mirarle a los ojos –"ni tienes pensamiento de hacerlo" – sonrió esta vez y Aoshi irrumpió en carcajadas. Kami-sama todo este tiempo de culpa y tortura, imaginándola con otro. Se habia tragado el cebo de Saitou con anzuelo y caña incluida. Sin duda era el hombre más estúpido sobre la faz de la tierra.

Misao no podía creerlo, nunca habia visto a su okashira así, tan relajado. Y por supuesto, nunca le había visto reír.

Dejó de reír para tomarla en sus brazos y besarla de forma dulce. Estaban allí, abrazados, perdidos el uno en el otro. El mundo habia dejado de girar, estaban juntos de nuevo, Aoshi y Kagero, el resto no importaba. Con un gemido de protesta por parte de ella, Aoshi abandonó sus labios para acariciar su rostro y atrapar uno de sus lóbulos entre sus dientes. Aspiró su aroma, ese aroma que habia extrañado tanto, ese aroma a jazmines que aún conservaba escondido, en la cinta negra del baile. Sus manos dejaron la espalda de Kagero para acariciar sus caderas, su cintura y sus pechos por encima de la ropa, excitándolos a ambos aún más. La habitación se caldeaba por momentos hasta que sintió cómo las pequeñas manos sobre su pecho dejaban de acariciarlo para alejarlo un poco. La miró a los ojos, la curiosidad mezclada con el deseo en los ojos claros.

-"Tenemos menos de 5 horas para dormir y prepararnos. Le recuerdo, Shinomori-san que ambos estamos invitados a una boda y mi reputación quedará aún peor si aparecemos allí sin haber dormido" – Aoshi sonrió ante el tono, tan sensual y pícaro a la vez que estaba empleando para frenar sus avances

-"Creí que no podías tratar de san a un hombre con el que ya habías pasado la noche" – la besó de nuevo. Pero tenía razón, no habia por qué apresurar las cosas, estaban juntos y así seguirían. Se separó de ella y extrajo una tela de un cajón.

-"¿Qué es esto?"

-"Una de mis yukatas."

-"¿Quieres que me ponga tu yukata?"- la mirada de deseo que le dirigió Aoshi secó el aliento de su garganta e hizo tambalear su casta decisión

-"¿Podrías mostrarme entonces mi habitación?" – le dijo en el tono más inocente del que era capaz

-"Estás en ella"

-"Creí que esta era tu habitación" – Aoshi se acercó a ella con movimientos felinos para acariciar sus labios con las yemas de los dedos

-"La mujer del okashira duerme en la habitación del okashira"

-"Entonces debería irme, no le gustaría encontrarme aquí" – dijo ella bromeando, demasiado consciente de su proximidad

-"Estás en los dominios de los Onniwabanshu. Y harás lo que yo ordene"

-"¿Y qué ordena el okashira?"

-"Que duermas en mi cama"

-"¿Sólo ... dormir?" – pese a todo, habia una poco de miedo en su voz. Aoshi trató de tranquilizarla pese a ir contra sus propios deseos

-"Aa. Lo prometo" – la tomó por los hombros y comenzó a deslizar con sus dedos la tela de su gi –"pero antes, tendré el placer de desnudarte yo mismo"

Misao tenía suficiente. No pudo soportar la escena por más tiempo y se apartó de la puerta, los ojos llenos de lágrimas. Sintió una mano en su hombro y se giró para llorar en silencio contra el pecho del desconocido. Soujiro suspiró, pasó un brazo por debajo de las rodillas de Misao y la alzó mientras ella se sujetaba a  los bordes de su gi, y escondía su carita mojada contra su cuello. Así, avanzó silenciosamente por el oscuro pasillo, hacia su habitación.

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Y hasta aquí el capitulo. Os he dejado con las ganas ¿verdad? Pero soy así de mala. Esta vez no he actualizado tan rápido como esperaba, pero es que el alcohol consume demasiadas neuronas y la nochevieja me dejó hecha polvo. Por cierto, Feliz Año Nuevo.

Y ahora para gaby (hyatt :  al principio del fic dije que Tokio y Saitou no tenían hijos, pero después hemos visto que no ha sido por falta de entusiasmo ¿por qué entonces?, pues por esa cicatriz. Tokio tuvo una herida y por eso no puede tener hijos. La idea la saqué del Fic "Hajime and Tokio" de Angrybee, está en inglés, pero leedlo si os gusta la pareja.

Hasta el proximo capitulo, y reviews please, ya se que much@s simplemente leeís pero podeis mandarme algo así como "no entiendo por qué..." o simplemente "he leido el capitulo",  ya sabéis la audiencia lo es todo. ;-)