CAPÍTULO 2: EN EL SANTUARIO

-¿Qué hacen en el Santuario? Deberían estar en Japón...- dijo Mu muy sorprendido, esperando que Seiya y Shun recuperaran el aliento.

-Necesitamos...hablar...con...Saori...-jadeó Seiya.

-Tenemos...que...advertirle...-agregó Shun.

Mu, muy sabiamente, comprendió que la inesperada visita de los caballeros de bronce significaba que de nuevo Atena estaba siendo amenazada, así que solo dijo:

-Esta bien. Los llevaré con ella-

-¿No tienes que cuidar la casa de Aries?- preguntó Seiya.

-No te preocupes- dijo Mu- Kiki me cubrirá mientras vuelvo- y comenzó a subir las escaleras que separaban su casa de la de Tauro- Mientras vamos, díganme exactamente que pasó...-

Mientras subían, Seiya y Shun iban contando a Mu lo que había sucedido hacía dos noches en la mansión.

-¿Faraón?- preguntó Mu cuando terminaron- eso significa que los dioses egipcios han despertado de nuevo...-

-¿Qué quieres decir?-preguntó Shun.

-Verás-dijo Mu- en los tiempos mitológicos, los griegos conquistaron Egipto. El último rey lanzó una terrible maldición a los griegos: que en el momento que un caballero de los dioses griegos pise la tierra egipcia, los dioses egipcios despertarían y los destruirían. Y la única manera de evitar la muerte es rindiéndose a la voluntad de Egipto...-

-Mu, no entendí ni la mitad de lo que dijiste- dijo Seiya. Mu sonrió.

-No te preocupes, Seiya; Atena te lo explicará todo. Shun- dijo volteando a ver al otro joven- estás sangrando...-

Shun miró las palmas de sus manos, casi cubiertas en su totalidad por una fina capa de sangre.

-Lo sé, y ahora un poco más que antes...- dijo Shun. Mu tomó un trozo de tela, lo partió en dos, y lo ató en las manos de Shun.

-No entiendo- dijo Seiya- ¿seguro no recuerdas como te hiciste esas heridas?-

Shun negó con la cabeza. Mu no le dio importancia, y siguió subiendo. Seiya y Shun lo siguieron.

Pasaron por las Doce Casas sin ninguna novedad, excepto por Máscara Mortal, que se negaba a dejarlos pasar, pero al final Mu lo convenció. Después de una hora de subir escaleras, Mu, Seiya y Shun llegaron a donde se encontraba Atena.

Kanon los recibió, ya que él era el nuevo Patriarca, quien debía cuidar a Atena. Pasaron la cortina azul tras el trono y encontraron a Saori, que los estaba esperando.

-Bienvenidos- dijo Saori- por favor, díganme que pasó-

Seiya y Shun narraron otra vez los sucesos en la mansión, sin omitir ningún detalle sobre el tamaño y la raza de los hombres, y su manera de desaparecer después de haber dejado el mensaje. Mientras hablaban, Saori lanzaba miradas a Mu y Kanon, que parecían comprender algo que, obviamente, Seiya y Shun no.

-Ya veo- dijo Saori al final del relato.

-Así que los dioses egipcios han despertado- dijo Kanon- según decía la vieja leyenda...-

-Y en tres días llegará el mensajero a recoger la rendición...-dijo Mu. De pronto, Shun recordó.

-Saori, también nos dijeron que te diéramos esto- dijo sacando la estatua envuelta en el pañuelo de su bolsillo.

-¡Nadie lo toque!-dijo Mu- Shun, abre el pañuelo, pero no toques su contenido-.

Shun obedeció, y sostuvo la estatua sobre el pañuelo.

-No hay duda- dijo Kanon- que son los dioses egipcios quienes han mandado a esos dos a la mansión donde estaban Seiya y Shun-

-Saori, ¿acaso te rendirás?- preguntó Seiya.

-No lo sé, Seiya. Debo consultarlo con Kanon y los caballeros dorados, sobre todo con el V viejo Maestro. Sí, él sabrá que hacer...-dijo Saori pensativa- El día después de mañana haremos una junta, para decidir que hacer, y para prepararnos para la llegada del mensajero-hizo una pausa, y continuó- Mu y Shaka son quienes mejor conocen esta leyenda... y Jabú, porque él entrenó en Argelia, muy cerca de Egipto. Ellos me ayudarán...-

Shun guardó silencio, pues sentía como si su camisa le molestara, como si le oprimiera el corazón. Esta sensación solo duró unos segundos y desapareció. Mientras, Seiya puso cara de tristeza.

-Claro, ustedes dos también deberán estar presentes, pues debo decidir si les voy a regresar sus poderes y armaduras, aunque espero que no tengan que pelear de nuevo...- dijo Saori con tristeza- Mu, manda a Kiki a avisar a Hyoga, Shiryu e Ikki, que deben venir lo más pronto posible, pero no le expliques lo que pasa, pues no se debe saber esto fuera del Santuario. Yo creo que para mañana en la noche deberán llegar aquí...-

-Bien- dijo Mu, y se retiró.

-Kanon, prepara dos de las cuatro habitaciones vacías junto a la tuya, para que Seiya y Shun duerman aquí. No quiero que corran peligro ni esta noche ni la siguiente. Shun- dijo Saori volteando a ver al más joven de sus caballeros- deja ese objeto envuelto en el pañuelo junto a la estatua de Atena, por favor-

Shun obedeció.

-Bien-dijo Saori- les agradezco que hayan venido hasta aquí de tan lejos. Pasado mañana decidiremos todos juntos lo que haremos de ahora en adelante. Por ahora, vayan a dormir y descansen del largo viaje del que acaban de llegar. Sigan a Kanon-

-Hasta mañana- dijo Seiya.

-Gracias por todo, Saori-dijo Shun.

-Shun- dijo Saori antes de que se fueran- ¿estás herido?...-

Shun volteó a ver sus manos. Una pequeña gota de sangre empapaba ya un poco la tela blanca con la que Mu había cubierto sus heridas.

-No te preocupes, Saori- dijo Shun, siguiendo a Kanon.

Ya en su habitación, Shun miraba el techo y no podía dormir. No era miedo. No. Shun no temía volver a pelear por Atena. Al día siguiente vería a su hermano y a sus dos amigos Shiryu y Hyoga. Le dolía la cabeza. Tal vez era que estaba muy cansado por el viaje, ya no estaba acostumbrado...

Seiya entró al cuarto.

-¿No puedes dormir?- preguntó Seiya. Shun respondió con un gesto- Yo tampoco. Tal vez tenemos que pelear otra vez y...-

-Seiya- interrumpió Shun- tu nunca te preocupas por una pelea. Yo creo que estás preocupado por Seika, ¿no?-

-Shun, de veras que me lees como un libro- dijo Seiya- Mas le vale a ese Tatsumi que la trate bién, porque si no se las verá conmigo...-

-Y conmigo- dijo Shun, convencido, pero algo temeroso.

-Shun- dijo Seiya- ¿porqué le tienes tanto miedo a Tatsumi?-

-Yo...-dijo Shun- supongo que cada vez que lo veo, recuerdo sus golpes...recuerdo... recuerdo el día en que embarcó a Ikki a la isla de la Reina Muerte- cerró los ojos ante el recuerdo de su infancia.

-Pero, entonces, éramos solo niños-dijo Seiya-Ikki no le tenía miedo...-

-A Ikki también lo golpeaba- dijo Shun con tristeza- nos hizo sufrir demasiado...-

-Shun-dijo Seiya- sé que nuestra infancia no fue la más feliz que una persona puede tener, pero ya eres un hombre. No debes tenerle miedo a nadie...-

-Gracias, Seiya-

-Ya me voy- dijo Seiya- que duermas bien-

-Igual tu- dijo Shun, mirando salir a Seiya de su habitación. Shun cerró sus ojos, más tranquilo que la última vez que lo intentó, y sintió que un dulce sueño lo envolvió.

Al día siguiente, cuando Shun se levantó, ya era casi mediodía. Lo primero que vio al despertar fue la cara de Seiya.

-¡Seiya! ¿Qué...?-

-Tú nunca duermes tanto...-dijo Seiya. Shun se encogió de hombros.

-Tal vez fue el viaje...tal vez estaba muy cansado...-

-Puede ser...-dijo Seiya- supongo que dormiste muy bién-

-Como un bebé- dijo Shun. Seiya sonrió.

-A ver tus manos- dijo de repente, y comenzó a quitar las vendas. Un pequeño coágulo de sangre cubría la parte central de cada palma- Bien, muy bien- agregó Seiya- te pondré unas vendas nuevas...yo supongo que ya estás curado...-

-Gracias, Seiya-dijo Shun.

Alrededor de las 6 de la tarde, llegaron Shiryu y Hyoga.

-Seiya, Shun, que bien que están aquí- dijo Hyoga- los extrañaba...-

-Hablas por mí, Hyoga- dijo Shiryu- pero cuéntenos que pasó... Kiki no es bueno para mantenernos informados...-

-Porque Mu no le dijo nada- dijo Shun- Saori se lo prohibió...-

Y rápidamente, Seiya y Shun explicaron la extraña visita y las sospechas de Saori, Kanon y Mu. Al caer la noche, Kanon preparó las cuatro habitaciones junto a la del patriarca, para Seiya, Shun, Hyoga y Shiryu.

-¿No hay noticias de mi hermano?- preguntó Shun antes de ir a dormir.

-Sí, Kiki lo encontró antes que a nosotros, pero dijo que llegaría mañana en la junta...-dijo Hyoga.

-Kiki visitó a Seika también- dijo Shiryu- ella está bien, no ha habido ningún problema, y Miho se ha mudado a la mansión para que Seika no esté sola-

Al oír el nombre de Miho, Seiya se sonrojó, y le dio gusto que ella haya decidido por sí misma hacer compañía a su hermana.

-Gracias, Shiryu-dijo Seiya- ahora a dormir, que mañana tenemos mucho que discutir...y pasado mañana llega el supuesto mensajero...-

-Hasta mañana-dijeron Shun, Hyoga y Shiryu a coro, y cada uno entró a su habitación.

Antes de dormir, Shun miró sus manos, y vio que las vendas tenían algunas gotitas de sangre.

-Extraño-pensó- creí que ya había cicatrizado...- pero no tuvo mucho tiempo para pensar en ello, porque cerró los ojos y pronto se quedó dormido.

CONTINUARÁ...