CAPÍTULO 4: EL MENSAJERO

La noche antes de la llegada del mensajero, alguien entró a la habitación de Seiya. Era Saori.

-¡Saori!- dijo Seiya- ¿qué pasa?¿qué haces aquí?-

-Nada- dijo Saori- es solo que tengo un presentimiento...algo malo está a punto de suceder...algo muy malo...-

Seiya, al no saber que contestar, guardó silencio.

-Es muy difícil, y aunque confío totalmente en ustedes cinco, no quiero que vuelvan a pelear... yo quisiera que vivieran normalmente...-

-Saori, nosotros no podemos vivir normalmente si tu no lo haces...-dijo Seiya. Saori se encogió de hombros.

-Bueno, espero que todo se solucione-dijo Saori.

-No te preocupes demasiado, Saori-dijo Seiya- de nada sirve preocuparse, y te hace daño...-

-Gracias, Seiya- dijo Saori, saliendo- la verdad necesitaba hablar contigo...mañana sabremos que es lo que pasará-

Apenas se podía observar la salida del sol desde la casa de Aries, cuando Mu salió y se puso de pie en la entrada. Pudo ver que desde el pie de la escalera que conducía hacia donde se encontraba él, una figura había comenzado a subir, a pie, lentamente.

Mu dio un largo y profundo suspiro.

-Bien- pensó- aquí empieza todo-

Cuando la figura llegó a la entrada de la casa de Aries, se detuvo frente a Mu, y éste se sorprendió al ver que se trataba de una joven de cabellos negros y ojos verdes. Vestía una blusa blanca de lino, un pantalón de mezclilla abierto hasta las rodillas, y sandalias blancas. Tendría la misma edad de los caballeros de bronce.

-¿Quien eres?- preguntó Mu- ¿qué te trae al Santuario de Atena?-

-Soy el mensajero de Faraón-dijo la joven- vengo a hablar con Atena. Y tienes mi palabra de que no le haré ningún daño-

Mu la observó con cuidado. Le parecía muy extraño que una joven así fuera el mensajero de Faraón. Mu se esperaba un mensajero muy distinto.

-Déjala pasar, Mu- dijo una voz detrás de él. Era Dokho de Libra. Su rostro serio miraba a la joven que acababa de llegar.

-¡Antiguo Maestro!- exclamó Mu sorprendido de ver a Dokho en su casa.

-Mu, llévala con Atena- dijo Dokho-ya escuchaste que no le hará daño a Atena. Yo cuidaré tu templo...-

Mu obedeció de inmediato. Acompañó a la joven a través de las 12 casas, ante las miradas extrañadas de los caballeros doraros. Al parecer, todos creían que el mensajero sería muy diferente.

Seiya y los otros se encontraban con Saori cuando por fin llegaron. Al ver a Saori la joven se puso de rodillas delante de ella, pero Saori la levantó.

-No lo hagas- dijo Saori- sé que tu también eres una diosa. Tu cosmo me lo dice-

-Soy Nefer, la hija menor de Faraón-dijo la joven- en mí vive la diosa Hathor. Me han enviado a obligar a Atena y a sus caballeros que se rindan-

-¿Qué?-dijo Seiya- ¿eres la hija de Faraón, y te enviaron a ti?-ella asintió, y Seiya continuó- ¿no temen que te pase algo, o que te hagamos algo?-

La joven no contestó.

-Nefer- dijo Saori- no podemos rendirnos. No queremos luchar contra ustedes tampoco. ¿No hay otra manera?¿no podemos vivir en paz?-

-Mi padre me ordenó matar a todos los caballeros si no te rendías-

-¿Acaso puedes tu sola contra todos?-dijo Shiryu.

-Claro que puedo-dijo con tristeza- Pero tendré que desobedecer. Todos los dioses de Egipto estamos en contra de esta guerra absurda. Seth, el único que quiere destruirlos, ha envenenado la mente de Faraón, y por eso se me ha ordenado venir- dijo Nefer bajando la mirada.

-Veo que tu no tienes intención de luchar contra nosotros- dijo Saori- entonces, ¿por qué has venido?-

-A advertirte-respondió Nefer-uno de tus caballeros tocó la estatua de Anubis. Esa estatua tenía una maldición. Si no me equivoco, sus manos deben de estar sangrando aún-.

Todos miraron a Shun. Las vendas en sus manos estaban empapadas se sangre, de la cual ya caían gotas gruesas en el suelo. Cuando Nefer se acercó a Shun, un horrible dolor lo invadió, no solo en sus manos, sino también en todo el cuerpo; y un grito de dolor escapó de sus labios.

-¡Shun!- gritó Seiya, sosteniendo a su amigo.

-Eso es lo que pasa cuando has tocado un objeto maldito, y un egipcio está cerca- explicó Nefer- Ese objeto fue mandado para que fuera tocado por Atena, fue un intento silencioso de asesinarla-

Saori miraba a Shun horrorizada...eso significaba que...

-Me entristece que Faraón haya elegido un medio tan sucio. No te preocupes, Atena- agregó- Tu caballero no morirá, porque la única cura la poseo yo. Toma- dijo colocando un polvo de plata en sus manos, sonriendo.

-Gra...gracias-dijo Shun con dificultad. En seguida, sus manos pararon de sangrar, y el dolor desapareció.

-No cantes victoria aún- dijo Nefer- pues aun posees una maldición por haber tocado esa estatua, aunque no sientas dolor...-

Shun la miró. Su rostro mostraba una sonrisa triste, y sus ojos... Shun no podía apartar sus ojos de los suyos... hasta que ella se dio la vuelta para irse.

-¡Espera!-dijo Saori- ¿a dónde vas?-

-Al palacio-dijo Nefer con tristeza de nuevo-y a mi muerte-

-¿Qué dices?-dijo Shun.

-En mi país, la traición se castiga con venganza- dijo Nefer- Al ayudarlos, Seth me va a acusar de haber traicionado a Faraón, aunque mi conciencia me diga que estoy en lo correcto-.

El corazón de Saori, como el de todos los caballeros, se conmovió.

-Espera- dijo Saori- no vayas. Te matarán. Quédate mejor, únete a nosotros, y te ayudaremos a salvar a Faraón-.

-Pero, ¿qué pueden hacer ustedes?- dijo Nefer.

-Ya pensaremos en algo-dijo Saori- pero no vayas a buscar tu muerte. Quédate por favor-

-¡Atena!- exclamaron los caballeros dorados, asombrados de que Saori permitiera que la hija de su enemigo se quedara.

-Tus caballeros tienen razón. ¿Porqué confías en mí?- dijo Nefer.

-Porque vi que no hay mentira en tus ojos- dijo Saori.

Nefer dudó. A pesar de ser una diosa también, tenía miedo. Al ver el rostro decidido de Saori, sus dudas desaparecieron.

-De acuerdo-dijo Nefer.

-Al parecer nos traicionó, señor-dijo el anciano a un hombre- Atena la invitó a quedarse con ella. Además, curó al caballero que tocó la estatua maldita-

-Bien, hizo lo que esperaba-dijo el hombre- ya no tengo problemas para convencer a Faraón que se deshaga de ella. En cuanto al caballero sobre quien cayó la maldición...ya tengo mis planes para él...-

Esa noche, Shun no podía dormir. No podía olvidar el dolor que le produjeron sus heridas...nunca había sentido un dolor semejante. Tembló al pensar que pudo haber muerto... nunca antes le había temido a la muerte...

Se levantó y salió de su habitación. El aire fresco de la noche soplaba fuerte y movía sus cabellos. De pronto recordó sus ojos...tenía que ver su rostro otra vez... era como una droga...le dolía, pero la necesitaba...tal vez eso era parte de la maldición...pero no podía dejar de desear ver su rostro de nuevo...y, sin poderse contener, entró en la habitación donde Nefer dormiría.

Ella no estaba dormida tampoco. La cama estaba vacía. La joven estaba sentada en el suelo, junto a la ventana, cubriéndose con una sábana. Nefer miró a Shun con asombro.

-¿Qué haces aquí?- dijo ella, asustada.

-No te quiero lastimar-dijo Shun- es solo que necesitaba verte otra vez...- y se sonrojó, pues se había descubierto. Nefer sonrió.

-Ya veo-dijo ella- ¿por qué no te sientas?- lo invitó a sentarse junto a ella.

-No sabía que te gustaba ver las estrellas- dijo Shun.

-Yo tampoco-dijo ella- Isis y sus lágrimas se ven más bonitas desde aquí-

-¿Isis?-preguntó Shun.

-Isis es la luna-dijo ella, y sonrió al ver el rostro asombrado de Shun- ella llora porque su esposo, el sol Osiris, acaba de morir, y sus lágrimas brillan en el cielo -dijo señalando las estrellas.

-Yo no sabía eso- dijo Shun- Pero, ¿cómo murió el sol Osiris?-

-El dios de la noche lo mató a traición, esperándolo escondido en el horizonte. Primero lo ahogó, luego lo cortó el pedazos y los esparció por todo el país. Seth lo mató-

-¿Seth? ¿el que quiere destruir a Atena y a nosotros?-

-Así es-

-Esa es una historia triste. ¿A quien le gusta ver las lágrimas de una mujer que perdió a su esposo?-

-La verdad, la historia no termina ahí. Isis buscó todos los fragmentos de su cuerpo, los juntó, y como conocía la magia, le devolvió la vida- dijo Nefer.

-Bueno, así está bien- dijo Shun. Nefer suspiró- Para nosotros, la luna es el arco de Artemisa... pero no conozco ninguna historia. Mejor cuéntame otra, por favor-

-Mira, el cielo es la diosa Nut. La tierra es el dios Geb. Ambos se amaban, pero se dice que hasta Amón-Ra estaba celoso de su felicidad, así que mandó a Shu, el viento, a colocarse entre los dos y separarlos- dijo Nefer.

-Eso es triste-dijo Shun-¿no tenían derecho de ser felices?-

-Yo digo que sí ¿Te sientes mejor?-pregunto Nefer, mirando las manos de Shun.

-Sí. Te lo agradezco mucho. Yo...-dijo mirándola...de nuevo sin poder quitar sus ojos de los de ella.

-Yo...-dijo ella, pero tampoco podía evitar acercar su rostro al de Shun.

Los labios de ambos apenas se tocaron, cuando ella se levantó asustada.

-¡No! No puedo...-dijo apoyando su espalda en la pared.

-Nefer...- dijo Shun con dulzura, levantándose también y acercándose a ella.

-No puedo yo...-pero de nuevo, acercaba su rostro al de él. Shun la abrazó por la espalda, y ella lo tomó por los hombros.

De nuevo, apenas se hubieron tocado los labios de ambos, ella lo empujó.

-¡No puedo!-dijo ella- no puedo traicionar a todos así. No puedo querer así a un enemigo...-

-Pero...-

-¡No! Aléjate de mí-dijo ella, y se dirigió a la puerta- por favor, vete...- abrió la puerta- por favor...-

Aún sorprendido por la resistencia de Nefer, Shun salió de su habitación, con la cabeza abajo. La última vez que miró sus ojos, Shun pudo ver que estaba llorando. Ella cerró la puerta cuando él salió. Shun alcanzó a escuchar como se tiraba en la cama y lloraba.

-No fue mi intención lastimarte...-susurró con cariño, y se fue a su habitación con tristeza.

Así fue como Nefer, la hija menor de Faraón, se enamoró.

CONTINUARÁ...

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Abby L.