CAPÍTULO 12: ATAQUE CONTRA EL SANTUARIO

-¡No es justo!- reclamó Tashat.

-Ya te expliqué porque...- dijo Mu con calma- no queremos que algo malo...-

-¡Y yo te dije que sé cuidarme sola!- gritó ella enfadada- no soy una niña...-

-Entonces demuéstralo y haznos caso- interrumpió Mu, tratando de no perder la paciencia.

-Mu, por favor- dijo ella.

-Son órdenes de Atena... y no me mires así- dijo Mu- tu prima también se va a quedar aquí...-

-Genial, lo que me faltaba- dijo Tashat cruzando los brazos.

-¿No te llevas bien con ella?- preguntó Mu sorprendido.

-¡Claro que no!- dijo ella- desde que éramos niñas, ella siempre se burlaba de mí, porque ella es princesa y yo no...-

-Pero...- dijo Mu, pero se detuvo... le parecía una rivalidad tonta, y se puso a pensar una manera de decir lo que pensaba sin ofenderla.

-Ya lo sé, es una tontería...- dijo Tashat, al ver el rostro de Mu y adivinando su pensamiento- lo siento... la verdad me preocupé mucho por ella, cuando... ya sabes-

-No te preocupes- dijo Mu- yo comprendo. Pero por favor, comprende tú también. Espéranos aquí con ella y con Kiki. ¿De acuerdo?-

-De acuerdo- dijo Tashat no muy convencida, bajando la mirada. Mu la hizo levantar el rostro con una mano, muy delicadamente.

-Gracias- le dijo Mu con una sonrisa, y salió, dejando a la diosa egipcia sonrojada.

Shun también tenía un problema similar, porque Nefer tampoco parecía estar dispuesta a quedarse en ese cuarto, menos con su prima.

-Pero Shun...-

-Tu prima ya entró- dijo éste, y se sorprendió al ver que la chica no estaba muy alegre por ello. Ella advirtió su sorpresa.

-Tashat y yo siempre nos hemos peleado- explicó Nefer- yo siempre he sido... muy mala con ella. Bueno, cuando éramos niñas, me burlaba de ella. Y no hablo mucho con ella. Y ahora, cuando pienso todo lo que hizo por mí...no creo que llegue a perdonarme nunca- una lágrima escapó de sus ojos.

-No llores- le dijo Shun con cariño- estoy seguro de que ella lo entenderá... y tú deberías perdonarte a ti misma también...-

-Si...- murmuró ella.

-¿Te quedarás con ella?-

-De acuerdo...-

-No salgas, por favor...- dijo Shun- Kiki las cuidará-

Nefer asintió y entró a la habitación. Kiki se sentía igual de decepcionado que las dos chicas...había tenido la esperanza de que Saori lo dejara pelear también; aunque no reclamó nada, porque vio la tristeza en el rostro de Mu mientras convencía a Tashat de entrar.

-Kiki- le dijo Mu en voz baja- no te sientas triste. Es una tarea muy importante la que te estamos encomendando...- Kiki asintió, sintiéndose mejor- Kiki, por favor, cuídalas bien...-

-Así lo haré- dijo el niño, mientras se cerraba la puerta. Mu volteó, y vio diminutas figuras corriendo hacia el Santuario.

-Ya comenzaron a atacar...-



Taro, el dios Anubis, estaba frente a su ejército de 50 momias. Odiaba ese método de atacar el Santuario, pero ahora odiaba más a los caballeros de Atena por llevarse a su hermana. Con una lágrima de rabia recorriendo su rostro, miraba hacia el Santuario.

-Vayan y ataquen- ordenó- no dejen a nadie vivo... solo traigan a mi hermana y a la princesa Nefer... somos muchos más que ellos, no pueden vencernos...-

Las momias obedecieron y corrieron hacia el Santuario. Taro las siguió.

-Yo mismo mataré a Atena y a los caballeros que tomaron a mi hermana-



-¡Momias!- gritó Tashat, asustada- no es posible...-

-¿No le dijiste a tu hermano lo que realmente había sucedido?- preguntó Nefer- ¿porqué Taro está haciendo esto?-

-No lo entiendo...- murmuró Tashat- pero si...- y, comprendiendo, se levantó y corrió hacia la puerta. Kiki se teletransportó justo frente de ella.

-¿A dónde vas?- preguntó- Mi maestro dijo que no salieran...-

Tashat lo ignoró y, por un lado, se dirigió a la puerta. Con sus poderes de psicoquinesis, Kiki atrajo la llave a sus manos.

-¡Kiki!- grito ella- dame la llave...-

-No puedo dejar que te vayas- dijo Kiki.

-¿Qué te pasa?- preguntó Nefer.

-¿No lo entiendes?- dijo Tashat- parece que Seth engañó a Taro... tal vez le dijo que me habían secuestrado o algo...-

-Entonces...- dijo Nefer, comprendiendo.

-Tengo que ir con él- dijo Tashat- tengo que decirle que no es cierto... si no, las momias destruirán todo- miró a Kiki.

-Esto no me gusta nada- dijo Kiki- esta bien... pero quédate cerca de mí, no quiero que te hagan daño...-

-Gracias, Kiki-



Los caballeros dorados luchaban para evitar que las momias avancen, pero eran demasiadas como para detenerlas. No importa lo que hicieran, las momias volvían a levantarse y seguían atacando.

Mu, Shaka y Milo peleaban a pesar de haber sido heridos anteriormente por las hadas y estar muy débiles. Por desgracia, ni sus ataques más poderosos lograban destruir a las momias.



Los caballeros de bronce estaban junto a Saori, mirando asombrados como llegaron varias momias.

-¿Qué demonios...?- murmuró Ikki.

-¡Dios mío!- murmuró Saori, asustada- solo espero que los caballeros dorados estén bien...-

Los cinco pelearon contra las momias, pero ninguno de sus ataques lograba vencerlas, solo las detenía por unos minutos y se volvían a levantar.

-Estas no son momias, son zombis...- murmuró Seiya.

-No podremos resistir más tiempo- dijo Hyoga.

-Shun, llévate a Saori con las dos chicas- dijo Shiryu- y quédate ahí-

-De acuerdo- dijo Shun, corriendo a donde habían dejado a las dos chicas con Kiki. La puerta estaba abierta, y la habitación vacía- no puede ser...-



-¡Búsquenla!- gritaba Taro a sus momias, mientras varios caballeros de plata intentaban detenerlo. El dios realmente estaba muy enfurecido. Acababa de llegar a la casa de Aries. Mu acababa de ser herido por algunas momias que ya habían avanzado a la casa de Tauro. Una gran cantidad de sangre salía de la herida de una lanza que había atravesado su armadura a la altura de su abdomen del lado izquierdo, y el dolor había obligado al caballero a ponerse de rodillas para atenuarlo.

-¿Qué quieren?- preguntó Mu, tratando de evitar que se note su dolor en sus palabras.

-Vengo por la princesa Nefer y por Tashat...- dijo Tero, mirando al caballero con odio.

-¿Por qué? Ellas están aquí- dijo Mu- y no les hemos hecho ningún daño...-

-Entonces, ¿porqué las trajeron?-

-Ellas vinieron aquí por su voluntad...-

Taro, enfadado, tomó a Mu por el cuello y lo empujó contra una columna de la casa.

-¡Mientes!-

-No miente, Taro- dijo una voz detrás de una columna. Era Tashat, con Kiki a su lado.

-¡Kiki!- dijo Mu- te dije que era peligroso que...-

-Lo siento, maestro Mu, pero ella insistió- dijo Kiki, avergonzado de haber desobedecido a su maestro.

-Tashat, ¿qué...?- murmuró Taro.

-Ya te dijo Mu- dijo ella- Nefer y yo venimos aquí por nuestra propia voluntad. Seth te dijo que me habían traído por la fuerza, ¿verdad?- Taro asintió- te engañó-.

-¡ALTO!- gritó Taro, y en unos segundos, las cincuenta momias se reunieron en la entrada de la casa de Aries- vuelvan a sus tumbas... vuelvan a Egipto- les ordenó. Taro abrazó a su hermana. Mu no pudo mantenerse en pie y cayó al suelo.

-¡Mu!- dijeron Tashat y Kiki al mismo tiempo. El caballero estaba consciente, apretando los dientes del dolor, pero sentía que su vista se nublaba poco a poco. Parpadeó varias veces, y cerró los ojos.

-Muy débil- dijo Taro, sintiendo su pulso- y demasiado rápido... lo siento...- Kiki dejó que sus lágrimas corrieran por su rostro.

-No llores, Kiki- dijo Tashat- aún hay solución- la diosa puso su mano sobre la herida de Mu, hasta que ésta se cerró por completo y desapareció. Kiki se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y miró asombrado. Mu abrió los ojos, adolorido.

-¡Maestro Mu!- gritó Kiki con alegría. Mu sonrió.

-No entiendo- dijo Taro, volviendo la vista a su hermana- ¿porqué te fuiste?- Tashat le contó todo lo que había ocurrido. Cuando la diosa terminó, Taro pidió disculpas, avergonzado, por haber desconfiado de los caballeros.

-Me alegro que por fin hayas entendido lo que realmente ocurrió, Taro- dijo Tashat. En ese momento, Kanon llegó corriendo, y pareció aliviado de ver a todos a salvo.

-¿Todos están bien?- preguntó, mirando extrañado de que Tashat no estuviera donde la dejaron.

-Sí, Kanon, gracias. ¿No sabes si hay alguien más herido?- preguntó Mu.

-Nadie- dijo Kanon, suspirando.

-Me alegro...- dijo Mu.

-Yo no me alegraría tan pronto...-dijo una de las momias. Taro se sorprendió.

-Tú no eres un...- murmuró.

-Eres suave, Taro...-dijo otra de las momias- se te ordenó matar a todos los caballeros... y tu hermana cometió traición-

-Cierra la boca- dijo Taro- ahora lo entiendo... Nefer y Jonsu tenían razón... Seth es el único traidor, y ya tengo suficiente prueba de ello...-

En total, siete momias habían desobedecido la orden de Taro de volver a Egipto. Y las momias se convirtieron en...

-¡Hadas!- dijo Tashat.

-No ustedes otra vez...- murmuró Mu.

Estaban muy distraídos viendo como las siete momias se convertían en las hadas que ya conocías muy bien, que no advirtieron una sombra que se acercaba sigilosamente a Tashat por la espalda.

La figura se acercó a la chica, con una mano le tapó la boca y con otra la rodeó con fuerza, y a obligó a retroceder. Tashat, asustada, le mordió la mano y, una vez libre su boca, gritó con fuerza. Taro, Mu, Kanon y Kiki voltearon.

-¡Mena!- gritó Taro- ¡suéltala!-

Mu se preparó para atacar levantando su brazo derecho, pero Mena había sacado una daga, que colocó sobre el cuello de la chica, mientras la sujetaba contra su propio cuerpo con la otra mano.

-Vamos, caballerito, quiero verte hacer ese truco otra vez- murmuró el guardia- antes de que me golpees, ella morirá...- Mu bajó la mano- así está mejor... no hay necesidad de lastimar a esta niña bonita, ¿verdad?-

-¿Qué es lo que quieres?- dijo Mu, con los brazos cruzados.

-Quiero que vengan aquí Nefer y Atena... y los tres caballeros que estaban prisioneros. Bueno, los otros dos...-

Mu y Kanon dudaron. No podían acceder, porque eso significaba arriesgarse a que lastime a Saori. Pero un pequeño hilo de sangre que comenzó a correr por el cuello de Tashat pareció convencerlos.

-De acuerdo- dijo Mu- Kiki, ve por ellos- Kiki obedeció de inmediato y desapareció.

-¿Ves, preciosa?- murmuró Mena, acercando más a la chica hacia él mismo- sabía que tus amigos iban a ser razonables...-



-¿Qué dices?- preguntó Saori- ¿Nefer no está?-

-No, ni tampoco Tashat o Kiki...- dijo Shun- ¿qué pudo haber sucedido? Nadie pasó en esa dirección...-

-No es posible...- murmuró Hyoga. En ese momento, Kiki llegó corriendo.

-¡Kiki!- gritó Seiya- ¿dónde...? ¿qué pasó?-

Apenas hubo recuperado el aliento, Kiki explicó lo que había ocurrido, y las exigencias del guardia.

-Ni hablar- dijo Seiya- no podemos arriesgar así la vida de Saori... o la de Nefer...-

-Pero...- murmuró Kiki con tristeza. Realmente le había cobrado cariño a Tashat- no podemos dejar que ese lunático se salga con la suya...-

-Vamos- dijo Saori decidida.

-Pero... no sabemos donde esta Nefer- protestó Seiya.

-Aquí estoy- dijo la chica, saliendo detrás de la estatua de Atena y llevando algo en sus manos- vamos...-

-Pero...- murmuró Shun con tristeza, a pesar de que sabía muy bien que Nefer no admitiría ningún pero en ir a salvar a su prima.

-Vamos, Atena- murmuró la diosa egipcia.



-¿Dónde está ese niño? Me estoy impacientando...- murmuró Mena aún sosteniendo la daga justo sobre el cuello de Tashat. La joven diosa se mantenía con los ojos cerrados. Al fin, Kiki llegó junto con Saori, Nefer, Milo y los caballeros de bronce. Shun caminaba muy cerca de la princesa egipcia.

-Aquí estamos, Mena- dijo Nefer- ¿qué es lo que quieres?-

-Tienen dos opciones. La primera es que tú, princesa, te conviertas en el Ojo del Sol y destruyas este lugar y a todos sus ocupantes-

-¿Y la segunda?- dijo Nefer.

-Que vuelvan a la pirámide para ser juzgados por traición- dijo el guardia.

-Pues la segunda opción es la única que podemos...- dijo Nefer, pero su prima la interrumpió.

-No vayan- murmuró Tashat- se lo que me espera de regreso... prefiero morir antes que...aaaaah- dejó escapar un grito de dolor mientras el guardia doblaba su brazo con la mano libre.

-Así que me desprecias, maldita malagradecida...- le dijo el guardia- deberías agradecer que no he cortado en dos tu cuellito...- ella volvió a cerrar los ojos.

-Iremos- dijo Nefer- con la condición de que la sueltes-

-No la soltaré- dijo Mena- esta chica es mi recompensa... su tío ya firmó un contrato en el que me pertenece...-

-¿Qué?- murmuró Taro enfadado.

-¿Qué dices?- gritó Kiki de pronto- no pueden hacer eso, como si fuera una cosa y no una persona...-

-Cierra la boca, niño tonto...- dijo Mena- ella es mi propiedad ahora y puedo hacer con ella lo que me plazca...-

-¡No lo permitiré!- gritó Kiki.

-Kiki, no...- dijo Mu, pero demasiado tarde. Kiki usó sus poderes para hacer volar la daga de la mano del guardia. Al notar que Mena podía hacer algo para lastimar a Tashat, Milo utilizó su técnica de restricción para sellar los movimientos del guardia. Una vez que no había peligro, Mu utilizó su Stardust Revolution para una vez mas alejar a Mena de Tashat, luego corrió hacia ella y la abrazó.

-Mala movida, niño- dijo Mena, levantándose enfurecido- ¿ves esas hadas? Ahora mismo van a acabar con todos ustedes, por órdenes de Seth-

Las siete hadas sonrieron maliciosamente, preparándose para atacar.

CONTINUARÁ...

Se acerca el final... No sean malitos, manden reviews, los aprecio muchísimo... Cuídense y hasta el próximo capítulo...

Abby L.