Kasumi TSA: Gracias, Kasumi, creo que a los pervertidos hay que ponerlos en su lugar ^ _~ Gracias por tu review!

Lonewolf: Bueno ahora te enteras, estoy tratando de terminar este fic, ya tengo casi todos los caps escritos, y no sé si voy a poder hacer toooodo el fic de una, pero pienso adelantar algunos caps, eso de seguro Gracias por tu review! Por cierto, ¿qué comic estás haciendo?

Abby: Aquí tienes un cap más, ojalá te guste ^_^ Gracias por tu review!

Misao CG: Pobre Shaka, es un santo, ya verás que les resulta bien a los dos al final ^_^, sí se me ocurrió golpearlos un poco, quería una pelea con Tatsumi aunque más no sea Gracias por tu review!

Vulpix: No puedes decir que no actualizo rápido, que ya recibí hoy hace un rato tu review, Yo también detesto al gorila desde que lo vi por primera vez, Camus también le va a tener que golpear en un futuro ya verás porqué ^ _~ Gracias por tu review!

Hoy cap por doble!

Capítulo 10: Fin Del Juego

Recinto de las Amazonas

Kai empezó a despertarse lentamente después de varias horas de sueño, le dolía mucho la cabeza. Lentamente se apoyó sobre un codo, llevándose la otra mano a la frente. Después de despabilarse un poco, vio que había alguien a su lado, sentado en el suelo, la cabeza de Shaka estaba apoyada en contra de la cama. Parecía estar dormitando, Kai al ver esto se despertó por completo ¿hacía cuánto estaba durmiendo? El sol ya estaba bajando afuera, dando paso a la noche. Kai no entendía que hacía él a su lado, lo último que recordaba era levantándose de la mesa, muy mareada, para luego caer inconsciente. Ella se puso de costado, mirando a Shaka, luego, acercó una mano hacia la rubia cabeza del caballero; y le dio unos golpes con el puño,

"¿Hay alguien en casa? ¡Holaaaaa! ¡Tierra llamando a Shakaaaa!" Dijo Kai, despertando a Shaka al instante.

"Oye, Kai ¿no tienes otra manera de despertar a las personas?" Le preguntó él, masajeándose la cabeza y mirando a su gran problema existencial con ceño fruncido.

"¿Qué haces aquí? Nadie te llamó" Le dijo ella, volviendo a acostarse sin mirarlo.

"Te desmayaste ¿recuerdas? Vera vino a buscarme y yo decidí quedarme hasta que despertaras" Le dijo él, también dándole la espalda de nuevo.

"No tenías porque hacerlo, no necesito que me cuides" Le dijo ella, su tono era bastante agresivo.

"Nadie te lo preguntó, si a mí se me ocurre cuidarte lo haré con o sin tu consentimiento" Le dijo Shaka, comenzando a enfadarse, cosa que no quería hacer, venía logrando que ella no le hiciera enojar, pero ahora no se sentía tan fuerte como para resistir la tentación. Kai no dijo nada, simplemente se limitó a mirar el techo mientras Shaka miraba la pared. Era la primera vez que estaban juntos sin discutir ni nada.

"Sé que estás preocupada por el maestro, así que te quedarás conmigo esta noche, eres mi responsabilidad mientras estés en Grecia, no quiero tener que molestar al resto" Dijo Shaka

"No me quedaré contigo, yo puedo cuidarme sola" Le respondió ella, desafiante otra vez.

"Nadie pidió tu permiso" Respondió Shaka. Tomándola desprevenida la alzó en brazos y se la llevó. Kai gritó que la soltara, pero él ni caso que le hacía, como ella quería golpearlo, la cargó al hombro y se la llevó con él de todas maneras.

"¡Bájame imbécil! ¡Tú no me das òrdenes! ¡Qué me bajes te digo!" Gritaba Kai, pero Shaka ni se inmutaba. Se detuvo a medio camino cuando divisó al grupo de caballeros que estaban hablando con Mu, el caballero de Aries se veía nervioso, algo había pasado. Hasta Kai se quedó callada, mirando como podía hacia ellos. Shaka la bajó al suelo, pero la sostenía de la cintura con fuerza, no fuera a ser cosa que saliera corriendo. Kai le miró con fastidio, pero se dejó llevar por esta vez.

"¿Qué sucede?" Preguntó Shaka.

"Lei Li y Kiki desaparecieron, no hay rastros de ellos en todo el Santuario" Le explicó Saga.

"Kai, veo que ya despertaste ¿cómo te sientes?" Le preguntó Kalani.

"Bien, además de tener un terrible dolor de cabeza y ser manipulada como una muñeca de trapo..." Kai miró con desdén a Shaka. "Creo que estoy bien"

Shaka no le hizo caso, estaba prestando atención a lo que Mu le estaba diciendo.

"¿No pensarás que ellos los tienen a ambos? No sabían de la existencia de Kiki" Le dijo Shaka. Mu negó con la cabeza pero tenía serias dudas al respecto.

Lei Li y Kiki habían salido para ver hacia donde se dirigían Mu y Shaka tan apresurados, pero se habían desviado cuando vieron a uno de los guardaespaldas de la Srta. Lanz hablando con un sujeto de aspecto oriental, los dos presentían que nada bueno saldría de ese encuentro clandestino y decidieron escuchar escondidos lo que estaban hablando.

Por lo que habían entendido, el sujeto oriental estaba de encubierto para ese grupo de pseudo militares que los perseguían, cosa que asombró a ambos, parecía que esperaban la oportunidad cuando Mu bajara la guardia para con ellos, sabían que existía Kiki, y ya era uno más de sus blancos. La reunión fue breve y ambos se separaron al rato. Kiki y Lei Li no sabían a quien seguir, sí al guardaespaldas o al chino. Después de discutirlo un segundo, decidieron que seguir al chino era lo más conveniente, así sabrían en donde se escondían

Lo siguieron a varios pasos de distancia, escondiéndose cuando él miraba hacia ellos por casualidad, consiguieron seguirle hasta lo que parecía una casa de familia común y corriente, pero en su interior vieron a varios uniformados esperando al sujeto al que venían siguiendo. Kiki y Lei Li anotaron la dirección y salieron de allí antes de que los descubrieran. Demasiado tarde, un guardia los había visto y en menos de lo que canta un gallo, ambos tuvieron a media docena de soldados pisándole los talones.

"¡Corre, Lei Li, no dejes que te atrapen! Le gritó Kiki, Lei Li ya estaba acostumbrada a escapar, pero ahora iba a poner a prueba sus poderes. Corrió hasta un enorme contenedor de basura y se detuvo un segundo, concentrándose para elevarlo por los aires, lo consiguió justo a tiempo, y dos de sus perseguidores quedaron sepultados por varios kilos de basura.

Kiki por su parte se les escabullía teletransportándose de un lado a otro, luego siguió el ejemplo de Lei Li he hizo volar otro enorme contenedor, dando en el blanco en otros dos sujetos. Ya sólo dos los perseguían, ambos volvieron a separarse. Kiki se escondió arriba de un balcón, y en cuanto su perseguidor pasó por debajo, lo dejó inconsciente con un macetazo.

Lei Li por su parte se mezclo entre la gente de la calle principal, el sujeto era constantemente detenido por personas. Lei Li vio a un policía y corrió hacia él, gritando que la perseguía un pervertido loco armado. El soldado vio esto y echó a correr, perseguido por tres policías. Lei Li se echó a reír con ganas, era divertido burlar a sus perseguidores ahora.

Kiki se unió a ella y cuando regresaban al Santuario ya era casi de noche. Cuando llegaron vieron a Mu y a otros santos dorados bastantes preocupados, Kiki optó por esconderse detrás de Lei Li, su maestro no se las tomaría con ella.

Mu al verlos venir sanos y salvos casi se muere del alivio. Corrió hacia ellos, y ambos no se esperaban más que un grito en el cielo por haberse escapado. Pero Mu sólo atinó a abrazar con fuerza a Lei Li y luego a Kiki.

"¿Dónde rayos estaban? ¡Sabían que no tenían que salir del Santuario! ¡Los estuvimos buscando por horas!" Les gritó Mu. Ambos estaban de piedra en el suelo, no sabían que su desaparición había preocupado tanto a su maestro.

"Lo sentimos mucho ¡pero tenemos buenas noticias!" Le dijo Lei Li, Kiki asintió aún detrás de su amiga. Mu los miró interrogante. Y los tres entraron al templo, claro después tendrían que explicarles al resto en donde habían estado.

"Muy bien ¿qué pasó?" Les preguntó Mu, sentándose en uno de los sillones mientras Lei Li se sentaba en el otro con Kiki en su regazo.

"Salimos a ver a donde ibas con Shaka, cuando vinos a uno de los guardaespaldas de la Srta. Lanz encontrándose con un sujeto chino, nos pareció raro y fuimos a ver de que hablaban, descubrimos que ese es el espía de los soldados y les pasa información sobre nuestros movimientos" Contaba Lei Li.

"Luego seguimos al sujeto chino sin ser vistos hasta una casa que parecía normal, pero en realidad es en donde se esconden todos ellos" Dijo Kiki, continuando la conversación. Mu los escuchaba atentamente.

"Luego de anotar la dirección salimos de allí, pero uno de los guardias nos vio ¡y seis soldados empezaron a corrernos!" Dijo Kiki.

"¡Cómo que los vieron! ¡Qué clase de espías son ustedes dos! ¡No saben el peligro que corrieron, los podrían haber apresado como yo temía y jamás los hubiera encontrado!" Dijo Mu, saltando de su asiento, Lei Li dejó a Kiki sentado a su lado y trató de calmar a Mu.

"Estamos bien, nos persiguieron pero pudimos burlarlos, sé que fue peligroso, pero debemos atacarlos antes de que se muevan de allí" Le dijo Lei Li, tomándole del brazo y sentándolo de nuevo. Mu se dejó tranquilizar por ella, pero aún le duraba el susto de casi haberlos perdido a los dos.

"No vuelvan a salir sin mí" Les dijo él, acariciando ambas cabezas, ya que los dos se habían sentado a sus pies. Ambos asintieron y Mu decidió ir a darles una pequeña visita a estos maniáticos para terminar de una vez por todas con ellos, al menos en Grecia.

"¡Ellos saben que estamos aquí, algo deben haber averiguado, ya que están más alertas que de costumbre!" Dijo el jefe de la tropa, paseándose de un lado a otro, ansioso.

"Pero capitán, no creo que nos ataquen hasta mañana, tenemos tiempo todavía para tomarlos por sorpresa" Dijo uno de ellos.

"Tú no conoces a Mu, ese bastardo a sido mi principal dolor de cabeza por más de trece años, y su maestro lo fue para mi predecesor, Shion mató a muchos de los nuestros también, y entrenó de la misma forma a su discípulo, Mu no dejará que toquemos a sus discípulos, primero nos mata... él acabó con un pelotón de mis soldados, hace cinco años, no dejó a ninguno con vida ¡¿y todavía quieres que no me preocupe, idiota?" Contestó el capitán Cheng. Todos se quedaron en silencio. Al final, el hombre decidió que se irían ahora mismo, no importaba a donde, pero lejos de allí. En un momento, todos abandonaban la casa en silencio.

Una sombra tan rápida que el ojo humano normal no podría distinguir, se acercaba a gran velocidad hacia donde los soldados se estaban moviendo, se quedó un segundo quieto, amparado por las sombras de la noche. Vestía completamente de negro, y su capa hacía imposible su identificación. Los hombres seguían saliendo, con Cheng a la cabeza. Cuando la sombra le vio, un destello de reconocimiento y odio pasó por sus ojos. Así que él mismo había venido por ellos.

Cheng se quedó quieto en su lugar, algo lo estaba vigilando, sus años en el ejército le habían agudizado los sentidos, más cazando a esa endemoniada raza del infierno. Lentamente se dio vuelta, escaneando el perímetro.

"Cristal Wall" Dijo con tranquilidad una voz masculina, todos los soldados quedaron atrapados dentro de un círculo de energía, que se fue cerrando hasta no dejar mucho espacio para que se movieran. Cheng identificó a su agresor al instante, él era el único que estaba fuera de la barrera. Vio que una sombra descendía de una de las azoteas, Mu se enfrentó a su acérrimo enemigo con una mirada fría.

"Te advertí hace años que si volvía a encontrarte tratando de lastimar a mi gente, no saldrías con vida, pero parece que eres demasiado arrogante para entender que nunca podrás conmigo" Le dijo Mu, amenazante.

"Me juré a mí mismo matarte con mis propias manos, juré destruir todo lo que tu amas, como tu destruiste mi pelotón." Dijo Cheng, con odio, pero sin miedo.

"Además sé que amas a esa chica Lei Li, la he venido persiguiendo desde China, en cuanto termine contigo se la daré a mis hombres para que se diviertan con ella..." Continuó Cheng, sonriendo macabramente.

"Primero te mato y te llevo de trofeo a Jamil, es la única forma de que las personas que mataste de mi pueblo descansen en paz, no pudiste vencerme hace cinco años ¿qué te da la pauta que lo harás ahora?" Le dijo Mu, no perdiendo esa tranquilidad horrible que solía poner nerviosos a sus enemigos, pero Cheng no se inmutó. Sacó con rapidez increíble para su edad un arma que disparó, hiriendo a Mu en el hombro, Mu no había llevado su armadura, porque hubiera significado que no podía matar a nadie por ser un santo de Atena... pero ahora no lo era.

"Sé que no te inmutas por ahora, bastardo, pero no fue una simple bala lo que te disparé, si no una bala con un veneno fulminante, especialmente desarrollado para tu asquerosa raza" le informó Cheng. Mu no demostró la sorpresa que sentía, pero los efectos del veneno comenzaron a sentirse. El cuerpo de Mu estaba paralizado, y Cheng aprovechó para asestarle un gran puñetazo que lo dejó en el suelo. Mu no se lo creía, no lo vencería tan fácilmente, si moría, se los llevaría al infierno con él. La Cristal Wall empezó a desvanecerse y los soldados quedaron libres. Pero Cheng les ordenó que entraran al Santuario a cualquier costo y mataran a los otros dos.

Mu al escuchar la orden, se levantó como pudo, no podía concebir que algo le pasara a Kiki... ¡y menos a Lei Li!

"¡No los tocarás!" Le dijo Mu, formando una esfera de energía dorada en su mano, la cual liberó en contra de los soldados. Por lo menos dejó fuera de combate a una cuarta parte. Pero Cheng, enfurecido, volvió a golpearlo.

"¡Continúen idiotas, no se queden ahí parados!" Les ordenó él. Todos empezaron a correr pero no llegarían muy lejos.

"Bien, ahora sólo estamos tú y yo, maldito" Dijo Cheng, confiado de que Mu ya no podría hacer nada para defenderse.

Levantó a Mu de la solapa de la camisa negra, Mu parecía inconsciente, pero en un segundo abrió los ojos y le dijo: "Te dije que te llevaría al infierno conmigo..." Cheng no atinó a soltarlo antes de que una pequeña réplica del Stardust Revolution le diera de lleno en el estómago.

En el Santuario, Saga, Aioria y Milo, habían sentido el ki de Mu un momento y al siguiente desaparecer, Lei Li estaba con ellos, muerta de preocupación, no había dejado venir a Kiki esta vez.

"Aioria, señor, un grupo de soldados no identificados viene hacia aquí" Le informó uno de los guardias. Aioria asintió y dio órdenes de ataque sorpresa, no iba a arriesgarse a que mataran a sus hombres con armas de fuego. Saga se fue con la mitad de ellos, mientras que Aioria se quedó con la otra parte. Milo quedó como custodio de Lei Li, que parecía al borde del llanto.

"Algo le pasó..." Susurraba ella, Milo le pasó un brazo por los hombros, tratando de calmarla.

"No te preocupes, es más difícil matar a Mu de lo que parece" Le dijo él, tranquilizador. Lei Li tenía la mirada fija en un punto del pueblo, como si supiera que algo andaba mal, muy mal.

Cuando Milo la soltó un segundo, Lei Li salió disparada hacia donde había estado mirando. Milo le gritó que regresara, pero ella no le escuchó. Así que el santo decidió salir tras ella. Para ser una chica sin entrenamiento de santo, corría muy rápido.

Los soldados fueron reducidos rápidamente por los guardias del Santuario al mando de Aioria y Saga. Ambos santos notaron que ni Milo ni Lei Li estaban donde los habían dejado, cuando iban a mitad de camino se encontraron con Milo cargando a Mu inconsciente y Lei Li pálida como una hoja de papel venía a su lado.

"¿Qué le pasó a Mu?" Preguntó Aioria, preocupado, Saga le observó y dijo que era mejor llevarlo rápido a su templo. En cuanto llegaron, Aioria fue en busca de los demás, mientras que Milo depositaba al santo en su cama, Saga lo revisaba buscando heridas, Lei Li había ido a buscar un paño con agua fría y vendas, por las dudas.

Saga enseguida encontró la pequeña herida en el brazo de Mu, eso no podría haberlo dejado en ese estado tan lamentable. Milo la observó de cerca, tenía un color demasiado rojizo.

"Saga, si no lo supiera mejor, juraría que a Mu lo envenenaron con algo, mira su palidez, está muy rígido también, sudor frío, todo concuerda, sus manos se están poniendo moradas." Dijo Milo, Saga asintió, Lei Li escuchaba todo horrorizada, mientras ponía un paño en sus heridas.

"Tenemos que hacer algo y rápido, debemos llevarlo a un hospital" Dijo Saga, Shaka y los otros llegaron enseguida, Milo les dijo lo que pensaba y Aldebaran lo levantó como si no pesara nada y acompañado por Aioria, Milo y Saga, se lo llevaron al hospital más cercano. Shaka, con Kai detrás de él, se había quedado a cuidar de Lei Li y Kiki, que dormía profundamente por ahora. Kai hizo sentar a Lei Li, Shaka fue a prepararle un té para que se calmara, pero la chica estaba como en shock, no lloraba, no hablaba ni gritaba ni nada.

Kai se preocupó por eso, y prefirió dormirla apretando un punto en su cuello, Lei Li cayó inconsciente al instante, Shaka se acercó y la llevó a su habitación, Kai la arropó y ambos regresaron a tomarse ellos el té, ya que también lo necesitaban.