Capítulo 11: En Casa Otra Vez

Kai se sentó otra vez en el sillón, mientras Shaka preparaba el té, trajo ambas tasas y se sentó a lado de Kai. Ella tomó una de las tazas y se alejó un poco de él. Aún le duraba el enfado por lo de esa tarde. Shaka suspiró y dejó su taza en la pequeña mesa que tenía adelante, acercándose a Kai y pasándole un brazo por los hombros. Ella protestó un poco, pero no se atrevió a separarse bruscamente por miedo a tirar la taza... aunque estaba tentada de tirársela a Shaka en el regazo.

"Kai, ya deja de ser tan arisca, no muerdo" Le dijo él tranquilamente.

"¡Ja! Tengo mis dudas, no me gusta que cualquiera me toque y tú lo sabes" Le respondió ella, pero no logró remover su brazo de sus pequeños hombros.

"Yo no soy cualquiera, Kai..." Fue la única respuesta de Shaka, mientras terminaba su té y se recostaba en el respaldo, todavía con la joven pegada a su flanco. Kai no respondió, luego de tomar un último sorbo de su taza, se dio por vencida y dejó que él hiciera lo que quisiera. Shaka sonrió ante la capitulación de su pequeña compañera y apoyó su mejilla en la cabeza de Kai, que ya se había ovillado a su lado, utilizando su hombro como almohada. Así ambos se quedaron dormidos.

En el hospital la noche había sido larga para todos, a los médicos les había costado sacarle el veneno a Mu del cuerpo, era un milagro que estuviera aún con vida, había sido una carrera contra el tiempo, y aún él no estaba fuera de peligro totalmente.

Aioria, Milo y Saga se quedaron, mientras que les dijeron al resto que regresaran al Santuario, debían informarle a los demás de la situación.

Mu estaba estable, pero aún muy pálido, los tres se turnaron para cuidarle durante la noche. En la madrugada, Mu había recobrado la consciencia a duras penas, y lo primero que preguntó era sí Kiki y Lei Li estaban a salvo. Aioria, quien era el que estaba con él, le respondió que nunca llegaron más allá del límite de la entrada, que no se preocupara, que a ellos dos los estaban cuidando Shaka y Kai; si es que esos dos estaban aún de una sola pieza. Mu sonrió ante el comentario, se sentía horrible, pero al menos sus discípulos ya no serían perseguidos. Especialmente Lei Li...

Por la mañana, Kiki fue a despertar a Lei Li, que se levantó de un salto y corrió hacia el comedor, encontrándose con unos muy dormidos Kai y Shaka, ella sonrió ante la visión tan adorable ¿y ellos decían odiarse? Sí como no. De repente ella se acordó de Mu y volvió a su habitación para cambiarse. Kiki no encontraba a Mu y no quiso despertar a Shaka ni a Kai, así que le preguntó a Lei Li.

"Lei Li ¿dónde está mi maestro?" Dijo Kiki.

"Él... él fue envenenado anoche, Kiki, ahora está en el hospital, tengo que ir a verlo o me voy a morir de la preocupación" Le informó ella. Kiki se quedó helado al escuchar esto, no sonaba nada bien.

"Déjame ir contigo" Le dijo Kiki, pero ella movió la cabeza negativamente.

"Lo siento, Kiki, pero no te van a dejar entrar, ni siquiera sé sí yo misma voy a poder verlo..." Le respondió y luego salió sin hacer ruido hacia la puerta.

"¿Adónde vas, Lei Li?" Le preguntó Shaka. Lei Li se quedó dura en sus pasos y se volteó a mirarle, Shaka tenía los ojos cerrados, y sabía que ella trataba de salir.

"Tengo que ir a verlo, por favor Shaka" Le dijo Lei Li. Shaka movió negativamente su cabeza.

"Lo siento, pero debes quedarte aquí, si conozco bien a Mu, estará aquí hoy por la tarde" Le respondió él. Ella suspiró y se sentó en el otro sillón.

"¿Cómo sabías que me iba? Creí que estabas dormido" Le preguntó ella.

"Que tenga los ojos cerrados no significa que no pueda ver o esté dormido" Le dijo él, abriendo sus ojos. Kai se despertó lentamente y lo primero que vio fue a Lei Li sentada enfrente de ella... y de Shaka. Un momento ¡Había dormido toda la noche con Shaka!

Kai se levantó de un salto y miró acusadora al caballero, Shaka le sonrió inocentemente.

"No te atrevas a reírte ¿me oyes?" Le dijo Kai, enojándose.

"¿Por qué te enojas tan temprano en la mañana?" Le contestó él.

"¿Será porque te tengo que soportar cerca de mí demasiado tiempo?" Le respondió Kai, sarcásticamente. Lei Li miraba entretenida el espectáculo, y Kiki trataba de contener la risa.

Aldebaran y Camus fueron al templo de Aries para informar que Mu estaba estable por ahora, se encontraron con una Kai enfurecida, un Shaka sonriente y unos Lei Li y Kiki conteniendo la risa.

"¿Qué pasa?" Preguntó Camus, mirando a Shaka.

"Nada, sólo que Kai no se levantó muy feliz esta mañana" Le respondió tranquilamente Shaka, Kai lo fulminó con la mirada y, dándose media vuelta, salió del templo. Shaka suspiró y salió en su búsqueda. Aldebaran sonreía de oreja a oreja, parecía que después de todo Shaka conseguiría aplacar a su chica en unos días más.

"¿Cómo esta Mu?" Preguntó Lei Li, sentándose otra vez. Kiki iba a preguntar lo mismo.

"Bueno, por ahora esta bien, pero fue difícil sacarle el veneno del cuerpo, Aioria, Milo y Saga están con él en el hospital, no tengo idea cuando le darán de alta, pero espero que sea pronto" Dijo Camus.

"Quería ir a verlo, pero Shaka no me dejaba" Le dijo Lei Li.

"Lo siento, pero es mejor que ambos se queden aquí" Les dijo Aldebaran. Kiki y Lei Li lo aceptaron a regañadientes, pero al menos sabían que estaba con vida, eso ya los tranquilizaba mucho.

"¡Déjame, Shaka, no quiero hablar contigo!" Le dijo una muy enojada Kai, sentada en una piedra dándole la espalda por completo. Shaka se acercó de todas formas y se sentó a su lado.

"Kai..."

"¡No!"

"¡Kai basta ya! ¿Por qué te empeñas en ser mi enemiga? Yo quiero que estemos en paz de una vez" Le dijo Shaka.

"No me interesa, sólo quiero regresar a casa con mi maestro y alejarme de ti" Le contestó ella, aún de brazos cruzados.

"¿Por qué me odias tanto? ¿Qué te he hecho para siempre tener que estar peleándome contigo?" Le Dijo él, mirando hacia delante. Kai guardaba un terco silencio, por primera vez no sabía como responderle, no tenía la excusa de que él buscaba molestarla, porque Shaka no lo hacía; tampoco jamás la había lastimado ni nada. En verdad, no tenía razones para odiarlo...

"¿Tanto te molesta mi sola presencia?" Preguntó él, casi en un susurro. Kai no se esperaba esa pregunta tampoco, antes no hubiera vacilado en decirle que sí, pero ahora no se sentía con ganas de molestar con eso. Kai plegó sus piernas hacia su pecho y escondió su rostro en las rodillas, no quería hablar con él, no quería saber que en realidad no lo odiaba, ni nunca lo había hecho, no quería sentir ese dolor en el pecho tan fuerte cuando sabía que sus palabras lo lastimaban, ya no...

Shaka, viendo que ella no respondería, decidió que era mejor para ambos arreglar las cosas en su hogar y que ella regresara a la India, y que él se quedara en Grecia.

"Está bien, Kai, nos vamos a la India en cuanto Mu esté de vuelta" Dijo Shaka, levantándose y dejándola tranquila. Kai se quedó un rato más allí, sin querer moverse. Luego de una hora, decidió que iría a empacar sus cosas.

Esa tarde, ya casi con el sol totalmente bajo, le permitieron a Mu regresar al Santuario, claro que los médicos se habían opuesto al principio, pero Saga los había podido convencer después de una larga discusión. Mu ya se sentía mejor, y hasta caminaba sólo, prefería salir del hospital, además no quería que nadie se preocupara tanto por él. Los otros tres santos lo llevaron a hasta su templo, Vera y Marin estaban con Lei Li y Kiki, que al sentir que Mu se acercaba, saltaron de sus asientos y corrieron a la puerta del templo.

Vera y Marin los siguieron, y sonrieron al ver que Mu ya estaba bien.

Lei Li corrió a abrazarlo y Kiki no se quedó atrás. Con decir que casi terminan los tres en el suelo sino fuera por Milo que medio atajó al santo de Aries que no estaba tan fuerte como para esos empellones todavía.

Mu estaba contento de verlos sanos y salvos, ambos lo ayudaron a entrar a la casa, Aioria, Milo y Saga, viendo que ellos le cuidarían de ahora en más se retiraron hacia sus propios templo, Vera saludó a Aioria con un beso y se fue con él a su templo, Marin tenía a Jake esperándola también en casa, así que se despidió de ellos.

"¿Cómo lograron envenenarte, maestro?" Preguntó Kiki.

"¿Quién fue?" Preguntó Lei Li.

"¿Está aún vivo?" Volvió a preguntar Kiki. El pobre Mu no podía responder tantas preguntas juntas.

"Hey, cálmense, se supone que tienen que cuidarme no matarme con preguntas, por cierto, me envenenaron con una especie de dardo en forma de bala, segundo, fue el capitán de los maniáticos que me odiaba porque yo había exterminada todo un pelotón hace años, dejándole a él con vida... un error que no volveré a repetir. Tercero, no. Está muerto, lo maté antes de caer completamente inconsciente. ¿Cómo fue que me encontraron?" Dijo Mu, curioso.

"Lei Li te encontró no sé como, maestro, ni siquiera yo pude sentir tu ki" Le dijo Kiki. Lei Li se sonrojó visiblemente, ni ella misma sabía como lo había hecho. Mu la miró suavemente y le sonrió, probablemente le debía su vida a ella.

"Gracias, Lei Li" Le dijo él. Lei Li le sonrió deslumbrante también.

"No me alcanzará la vida para pagarte todo lo que has hecho por mí" Le dijo ella, bajando su mirada hacia su regazo. Kiki viendo este intercambio decidió desaparecer, iría a ver a quien podía molestar...

Lei Li se levantó y pasó por al lado de Mu, él le tomó de la muñeca y la atrajo hacia sí. Ella sorprendida quedó sentada a su lado, Mu aprovechó a abrazarla con fuerza, había tenido tanto miedo por ella, no soportaba la idea de que la hubieran lastimado y matado después, menos por su culpa. Lei Li le abrazó también y comenzó a llorar en su pecho, ella también había tenido un miedo terrible de perder a la persona que más amaba en el mundo. Ella no había derramado una sola lágrima en todo el conflicto, pero ahora que estaba segura y en sus brazos, no pudo evitarlo. Mu le acarició el cabello, consolándola, pero la dejó llorar, lo necesitaba, había sido muy fuerte a pesar de ser una persona tan sensible.

Después de que ella se calmara un poco, Mu la tomó del mentón, secando sus lágrimas con su dedo pulgar. Ella ni se movió, estaba como hipnotizada por sus ojos, que tenían una mirada tan cariñosa y llena de afecto, y algo más que Lei Li no lograba descifrar.

"Lei Li... no te vayas, quédate conmigo" Le dijo él, a un centímetro de sus labios. Ella se sentía como al borde de la inconsciencia, demasiadas emociones juntas la habían llevado casi al borde del cansancio emocional completo. Lo único que atinó a hacer fue mover afirmativamente su cabeza. Mu le sonrió y terminó de acortar la distancia que los separaba, besándola en los labios. Lei Li respondió enseguida a su beso, pasándole ambos brazos por el cuello, mientras Mu llevaba una de sus manos a su cuello, y la otra permanecía abrazando su cintura.

Así los encontró Kiki cuando regresó, el niño sonreía de oreja a oreja, por lo visto, Lei Li sí se quedaría con ellos después de todo. Mu, notando la presencia de su pequeño discípulo, se separó de ella, mirando a Kiki de forma significativa. Lei Li se sonrojó mucho al ver al pequeño.

"¡Vaya, ya era hora!" Dijo Kiki, corriendo y sentándose entre los dos. Mu le sonrió, este diablo siempre sabía bien con que personas trataba.

"Tú no opines, porque te falta mucho para entender ciertas cosas, pequeño demonio" Le dijo Mu, frotando con fuerza la cabeza de su pelirrojo discípulo.

"¡Ayayayay! ¡Basta maestro me rindoooo!" Dijo Kiki, abrazando a Lei Li, buscando su protección. Lei Li rió ante eso y le abrazó y besó en la cabeza.

"No molestes a Mu, Kiki, no está bien" Le dijo en cariñosa reprimenda Lei Li. Kiki sonrió y siguió cómodamente abrazado a ella.

"Por lo visto no te vas a mover de aquí" Le dijo Mu. Kiki negó con la cabeza y Lei Li volvió a reír, la verdad que discípulo y maestro discutiendo era muy divertido. Lei Li soltó a Kiki, dándole otro beso en la frente, y levantándose se acercó a Mu dándole un pequeño beso en los labios, y se dirigió a la cocina, debían cenar algo después de todo.