Capítulo 2. Errores.

Un jovencito de unos dieciséis años observaba un barco muy conocido para él que se acercaba a Bahía Blanca, yacía sentado en el tejado sin caerse, bien apontocado como si ya tuviera práctica en ello. Los ojos se le llenaron de ilusión al parecer haber recordado de qué barco se trataba, por ello, no procuró en bajar por la escalera, directamente saltó como si de un pequeño salto se tratara aún habiendo más de siete metros de alto. Por supuesto que cayó de pie, tuvo una buena profesora.

-¡Enien! –exclamó ya con voz de hombre-

Su tío se encontraba no muy adentro del bosque, buscaba setas y por la zona cerca de casa habían muchas y varias especies distintas.

-¿Qué pasa? –preguntó Aída saliendo por el balcón del segundo piso-

-La Perla Negra, está aquí.

-¡¿La Perla Negra?! –gritó desde algún lugar perdido entre la espesura Enien, no muy lejos de la casa-

Lían se había convertido en todo un hombre, un chico de cabellos rizados, largos hasta algo más abajo del hombro, un estilo entre Jack y Will, sus ojos seguían siendo claros. Vestía al estilo pirata, le gustaba vestir así y se había ganado la reputación en la isla de El Pirata.

-¿Enien crees que serán ellos? –preguntó Aída-

-¡No pueden ser otros! ¡Lían ves a ver, observa primero desde lejos!

-Sí.

-¿Puedo ir mama? –preguntó Anie saliendo de detrás de Aída-

-Procuraré que no le pase nada. –dijo seguro Lían-

-Ves, pero si hay peligro venís inmediatamente.

El niño de unos nueve años se fue del balcón y salió a los pocos segundos por la puerta central, sus cabellos se habían aclarado, eran más rubios, su piel era más morena a causa de del sol pero lo que no cambiaban eran sus ojos y su carácter descubridor e interesante.

Los dos fueron a paso ligero hacia el sendero que les llevaría al puerto, no era muy lejos de allí pero sí a unos diez minutos corriendo a toda prisa. Mientras se acercaban más al mar el barco se adentraba en el puerto, se escuchaban sus velas resonar en el viento, las maderas chirriar pero aún resistentes, aquel navío seguía desprendiendo misterio. No muy lejos se escondieron donde el bosque ya se acababa, ambos miraban curiosos detrás de los arbustos para ver si eran o no quienes se habrían imaginado.

Dos piratas la mar de interesantes parecían hablar en cubierta con la tripulación, uno de ellos se balanceaba y el otro intentaba no hacerlo, a Lían se le figuró una sonrisa en su rostro sin podérsela quitar, seis años hacía que no veía a su madre desde la última vez que la vio, es decir, desde la boda de Enien con Aída. Anie le preguntaba a susurros quienes eran aquellos piratas y porqué llevaban aquellas vestimentas tan raras, aún así le fascinaban las historias de piratas.

-Le tendríamos que haber dicho a Edan que viniera.

-Se fue ésta mañana con su padre hacia el bosque. Ya se enterará cuando vuelva.

-Vaya vaya vaya, quien tenemos aquí –murmuró Sparrow sacando la cabeza por encima del arbusto- un jovencito atrevido y un camarada menor de edad.

Lían cayó de culo al suelo por el susto, Anie se rió por la expresión de sorpresa que tenía en su rostro.

-¡Papá! ¡Me has asustado!

-¿Papá? ¿Lían?

-¿Cómo es que no me reconoces?

Sparrow le cedió la mano para que se levantara y Lían la aceptó gustoso.

-Menudo cambio.

-Tú si que no has cambiado en absoluto.

Ambos se abrazaron gozando de alegría.

-¿Quién es este jovenzuelo?

-Es Anie.

-¡Vaya, si apenas eras un bebé cuando te vi!

-¿Eres Sparrow?

-Capitán Jack Sparrow si no te importa.

-Will se alegrará de verte ¿dónde está Elian?

-Ahora sale, no está visible por así decirlo.

-Son las diez de la mañana ¿a que hora os habéis levantado?

-Si no recuerdo mal… a las ocho.

-¡¿Y no está visible?! Vaya, si que seguís activos.

-Que directo el niño… -murmuró para sí.

-Voy a darle una sorpresa, Lían guía a Jack hasta la casa.

-Vamos Capitán Jack Sparrow.

-Uno que aprende.

Lían fue corriendo hacia la pasarela, la tripulación lo miraba con intriga pero él pasó de ellos y se metió en el interior, recordaba bien aquel barco como si hubiera estado toda su vida.

-¿Jack eres tú? –preguntó Elian desde el interior al sentir varios toques en la puerta-

Nadie respondió. No estaba visible porque se estaba poniendo algo menos provocativo, al acabar abrió la puerta y no se pudo creer lo que sus ojos veían.

-…Lían…

No daba de sí, del asombro y de la sorpresa por encontrárselo allí de frente no salía, lo veía tan grande, tan hombre ya que no sabía qué decir. Solamente pudo abrazarlo y sentir como él la abrazaba, incluso la levantaba del suelo porque medía tanto como ella.

Los dos pudieron verse las lágrimas, ambos lloraban de alegría de volverse a ver en tanto tiempo, las penas y los temores que Elian tenía se esfumaron nada más sentir que él la seguía llamando mamá.

-No puedo creer lo que veo, estás hecho un hombre ya.

-El tío me cuida muy bien.

-¿Qué estás haciendo ahora?

-Acabé hace un par de meses el colegio, ahora voy a dedicarme a ser escritor.

-Muy buen trabajo, y muy culto.

-Sí, pero para ello me han ofrecido varios cursos en Francia, allí me enseñarían como un profesional y me ganaría la vida. Enien quiere que mientras esté con Will en la herrería, me gusta fabricar armas y probarlas.

-Eres clavado a tu madre, que en paz descanse.

-Para mí, mi padre eres y serás siempre tú.

Elian se alegraba de escuchar aquellas palabras que le llenaban el alma de alegría y de orgullo.

-¿Has visto a Jack?

-Sí, me ha dado un buen susto. Edan alucinará.

-¿Edan?

-Es el hijo de Will y Elizabeth, todo un pirata. Le gusta mucho las historias de piratas, le fascinan y si encima puede conocer a dos de los grandes mucho mejor. ¿Y vosotros qué? ¿Nada de nada?

-Nada de nada.

-Con la ilusión que me hace.

-Pero se intenta.

-Eso está mejor. Vamos, Enien se alegrará de verte.

Salieron del navío, Elian se aseguró que la tripulación estuviera bien y en condiciones, después siguió a Lían hacia la casa. Por el camino se encontraron varias pisadas, unas eran totalmente reconocibles y vistas, las del Capitán Jack Sparrow, únicas por sus pasos. Por el camino no hacían más que hablar y hablar, pero ambos notaban que había algo diferente en ellos, la adolescencia por parte de Lían era una edad muy difícil, llena de cambios que no se sabe si son problemas o aptitudes. También había un cierto enfriamiento, distanciamiento entre ellos, algo que se notaba mucho porque a menudos los dos se quedaban sin saber qué decir y reinaba un incómodo silencio.

Llegaron a la casa y ésta parecía estar de juerga, al entrar pillaron a Jack observando detenidamente a dos renacuajos de tres años cada uno, uno rubio y el otro moreno. Pero los dos tenían expresiones muy distintas en sus rostros, el moreno era más tímido, el rubio se lanzaba más y parecía tener más carácter, pues le plantaba cara al Capitán Sparrow sin miedo alguno.

-¡Por fin te veo! –exclamó Enion levantándose del sillón en que estaba sentado-

Los dos hermanos se abrazaron.

-Este renacuajo de aquí –dijo Jack indicando al moreno- es el hermano de Anie, y se llama Jimy. Éste ¡Aahhh! ¡Me ha mordido! –el rubio le había mordido el dedo índice-

-Se llama Edan –dijo Will levantándose para saludarla junto a Elizabeth-

-Todo un carácter. –murmuró Elian-

Todos se sentaban en el comedor como podían, en el sofá y en las sillas, los pequeños se sentaban en el regazo de sus padres.

-¿Cómo es que habéis decidido venir?

-Quería ver a Lían y ver como estabais vosotros. –respondió Elian-

-Nos echabais de menos, en pocas palabras.

-¿Cómo os va a todos aquí?

-No me imaginaba que Will Thurner viniera a vivir aquí. –murmuró alegre Jack-

-Me gustó este sitio aquellos dos días que estuve aquí, Elizabeth estaba de acuerdo y Enien no tenía ningún inconveniente. –respondió Will cogiendo la mano de Elizabeth que se sentaba a su lado-

-Papa ¿Quién es este tío?

-Edan cuida tus modales –dijo Elizabeth-

-Es el Capitán Jack Sparrow, el más famoso capitán que se ha visto involucrado en muchos peligros y que en todos ha sabido salir airoso.

-¿Y ella?

-Ella es Elian Leisma, otra pirata más peligrosa aún que él.

-Es guapa, pero la mama lo es más.

-Gracias cariño –le agradeció Elizabeth-

-Éste ya me quiere quitar la novia –murmuró Jack-

-¿Qué es lo que vais a hacer ahora? ¿Seguiréis recogiendo botines por los siete mares o preferiréis quedaros en tierra y asentar la cabeza?

-Nos gustaría viajar por el viejo oriente. –dijo Elian-

-¡¿El viejo Oriente?!–exclamó Lían- ¡Es un sitio muy peligroso, muy pocos piratas se atreven a viajar por aquellas aguas!- -La Perla Negra no aguantará, por mucha historia que tenga es un barco hecho de madera y puede romperse y desaparecer en el mar como si nada. ¡¿Pretendéis llevar allí la Perla Negra?

-¡No digas nunca eso jovencito! ¡La Perla Negra es entre todos los navíos la mejor, la única!

Elian parecía estar de acuerdo, pues había algo extraño en aquella escena familiar, a todos les habían ido pasando los años, pero a Leisma y a Sparrow no ¿por qué razón?

La conversación duraba y duraba, no se cansaban de hablar y eso Lían no le gustaba demasiado, se aburría.

-¡¿Lían estás en casa?! –exclamó desde afuera una voz de chica-

-Aída me voy con ella, no vendré a comer. –dijo él saliendo por la puerta-

Jack intentaba ver a través de la ventana quien era aquella chica, no logró ver mucho, solamente una chica de más o menos su edad, que vestía parecida a Elian y que tenía mucho temperamento aparentemente.

-¿Quién es? –preguntó Elian-

-Es la novia de Lían. –respondió Aída-

-¡¿Novia?!

-Es una chica muy maja y se parece mucho a ti.

-Que sorpresa.

-Lían ha crecido, empieza a vivir su vida ahora.

-Se me hace raro.

A partir de ahí Elian empezó a sentirse cada vez más alejada de él, la distancia que había entre ellos se había hecho mas grande por el tiempo, Lían tenía su vida, sus amigos, su gente, y eso era lo que quería para él, pero aún así lo añoraba porque no era el de antes, había cambiado mucho.

Jack subía hacia la habitación, llevaba en su mano una vela que el iluminaba, se paró al escuchar un lloriqueo que procedía de Elian, ella se podía ver entre la puerta como lloraba a escondidas, yacía tumbada en la cama, tapada por encima del hombro con la colcha.

-¿Estás llorando? –preguntó él extrañado al escucharla-

-…no.

Cerró la puerta y se fue hacia ella, dejó la vela en la mesita de noche y se metió en la cama. Se secó las lágrimas con la mano y se giró para abrazarse a él, aún así, los ojos llorosos y enrojecidos la delataban.

-¿Por qué lloras?

-…Lían ya no es el mismo… apenas me habla…

-Ha cambiado, pero en el fondo te sigue queriendo.

-…antes me abrazaba… siempre teníamos tema de qué hablar… pero hoy los dos estábamos muy distantes, apenas ha querido que me acercara a él…

-Ya verás como todo mañana será diferente.

Y tanto que fue diferente, por la mañana solamente la saludó muy distante, Enien propuso de ir a dar un paseo y el joven no quiso porque iba ella. Jack empezó a mosquearse porque optaba por una posición atacante, empezaba a ver que había cambiado mucho, pero lo que más le dolía que cada vez que Elian lo miraba Lían le reprimía o le giraba la mirada, y eso se iba quedando dentro de ella. El punto culminante fue cuando esperaban a fuera de la casa para tomar el aire antes de comer.

-¿Lían porqué no quieres estar con ella? –preguntaba Enien al ver al joven así-

-… -optó por reprocharle-

-Lían si te he hecho daño… dímelo… -dijo ella con lágrimas en los ojos. Alargó la mano para tocarle el hombro pero él la reprochó-

-¡No me toques! ¡Quiero que te vayas, ya no eres mi madre, olvídame, vete!

-…si es lo que quieres… no tengo otra opción… -le partió el corazón-

Las lágrimas le caían sin parar mientras bajaba la mirada, no entendía el porqué ni que le había hecho pensar de aquel modo. Jack se contenía las ganas de darle una buena bofetada, aquello era el colmo.

-¡Lían! –exclamó Enien- ¡Pídele perdón ahora mismo!

-No tengo porqué pedirle perdón a Elian Leisma, no tengo relación con ella y fuera lo que fuese lo he olvidado. Te lo vuelvo a repetir si no lo has oído bien, ya no te quiero, no eres mi madre ya, quiero que te vayas de aquí.

Ésta vez que llevó un guantazo por parte de Jack, aquellas palabras también el hacían daño a él, Lían se lo quedó mirándolo con arrebato. Elian se dio al vuelta y empezó a andar lenta, lloraba cada vez más y se hundía en ella misma, en su mente solo tenía el recuerdo y aquellas palabras que tanto daño le hacían en el corazón. Andaba sin sentido, seguía el sendero porque al final de éste se encontraba su vida, la que al menos tenía y que le quedaba aún.

-…todas las noches rezando por él… a todas horas pensando en él… qué hice mal… por qué me hace ahora esto… yo solamente quería que tuviera una vida digna… ¿Este es el precio que tengo que pagar? …por qué me ha reprochado… -se dejó caer en la cama del camarote, llorando como una desconsolada y maldijéndose así misma por lo que había hecho mal.

Jack entró de seguida en el barco, pudo seguir perfectamente el rastro de las lágrimas por el sendero, la tripulación le preguntó qué le ocurría pero lo único que dijo fue –elevad el ancla y rumbo a las Islas Bermudas-.

Bajó hasta el camarote pero la puerta se encontraba cerrada, desde a fuera se la escuchaba llorar, él también tenía ganas de llorar pero su deber se lo impedía, debía de seguir arriba, guiando a los tripulantes como su capitán que era.

-¿Qué le ocurre capitán? –preguntaban todos entristecidos-

-Lían le ha dicho que ya no quiere verla más.

-Pobre… estará hecha polvo… con lo bueno que era aquel mozuelo…

-Cree que hizo mal en dejarlo ahí.

-Hizo bien, a ese chico le fascinaba el mundo de la cultura, siempre quería una familia.

-Pero no es razón para decírselo como se lo ha dicho.

-Vos capitán sois el único que puede alegrarle la vida.

-Leisma estuvo varios meses con depresión por haber dejado allí a Lían, llegó a creer que lo había abandonado. Mantén este rumbo marinero.

-Sí capitán.

Durante un buen rato la puerta estuvo cerrada, Jack esperaba medio llorando en la puerta, sentado en el suelo y apontocado en la pared del fondo del pasillo, no se atrevía a entrar, prefería dejarla sola y que llorara, pues a veces era mejor llorar y olvidar las penas por un tiempo.

La puerta se abrió y se volvió a cerrar pero sin el seguro, se levantó y fue a mirar, observó que ella se sentaba en una silla mirando a la ventana, en la mesa tenía dos botellas de ron acabadas y otra a medias, se la bebía directamente de la botella. Entró y cerró la puerta, le puso la mano en el hombro en señal de apoyo y ella la aceptó con una caricia. Cogió una silla y se sentó enfrente de ella, sus ojos no podían estar más rojos de haber llorado mucho, demasiado.

-…has llorado…- le susurró ella al ver sus ojos algo enrojecidos-

-No podía evitarlo. Si necesitas mi ayuda estoy aquí para lo que quieras.

-Te necesito ahora más que nunca…

Se levantó de su silla casi llorando otra vez y se sentó a horcajadas sobre sus piernas, lo abrazaba al igual que él, apoyaba los pies en los palos de la silla para no dejar caer todo su peso, él la ceñía hacia sí y ella lo apreciaba.

-¿Hice mal en dejarlo allí pensando en su futuro?

-No. Ese niño no sabe lo que tú has sufrido por él durante todos estos años.

-Ha encontrado a unos padres que le quieren más que yo… y se siente cómodo, no puedo hacer nada a eso…

-Aída jamás le podrá querer como tú.

-Me guste o no ella es su madre ahora. Me gustaría que por lo menos me hubiera quedado en su recuerdo… que de vez en cuando se acordara de mí… pero me he equivocado…

-No llores más… -intentaba contenerse las lágrimas-

-No quiero cometer el mismo error dos veces…

-No lo vas a cometer dos veces, tú eres fuerte, lograrás salir adelante. Siempre lo has logrado, siempre te han conocido por tu carácter y eso es lo que quiero ver ahora en ti.

-…dame un hijo tuyo Jack…

-Hasta siete si hacen falta para que te devuelva la sonrisa.

-Te quiero.

-Yo también… -susurraba mientras se acercaba a sus labios-

Aunque con la tripulación se hiciera la fuerte, por dentro reventaba el llanto, los recuerdos que tenía de cuando Lían estaba al lado suyo eran más frecuentes y le hacían daño, claro que era lo único que tenía en aquel momento.

Jack despertó después de haber dormido quizás unas dos horas, el hecho de que Lían le dijera aquellas palabras lo carcomía y no lo dejaba dormir. Lo que le extrañó más fue que Elian no estaba a su lado, por eso, sin hacer ruido se levantó, miró en las demás habitaciones pero no creyó que estuviera en la que dormían los tripulantes, así que subió a cubierta sin hacer ruido. Miraba a un lado y al otro pero no la veía, por casualidad miró hacia arriba y observó un bulto negro sentado en el perpendicular del mástil.

Subió con pudor ya que era oscuro y soplaba algo de aire en las capas altas, la vio tapada con la capa y mirando al infinito.

-¿No podías dormir? –preguntó él sentándose a su lado-

-No tengo sueño. Me gusta salir por la noche, sentarme aquí y ver las estrellas.

-Tengo la corazonada de que Lían volverá a ti.

-Será errónea…

-No lo sé, no le hago mucho caso a las corazonadas, pero me da que sí.

-Ojalá el de ahí arriba te escuchara.

-Como uno de los dos pierda el equilibrio nos vamos abajo… y… no se que es peor si caer al agua helada o empotrarte contra la madera.

A Elian le hizo gracia la expresión y empezó a reírse.

-¿Te ha hecho gracia?

-Sí. ¡Eres un pícaro, me estás tocando el pecho disimuladamente!

Cuando Jack fue a besarla un golpe de aire bastante fuerte hizo que Elian cayera abajo directa al agua, Jack se levantó y observó la altura, le mareaba pero tuvo que saltar, se ató una cuerda que parecía larga a la cintura y saltó. La tripulación sintió como si alguien cayera al agua pero no se inmutó. Sparrow agarró a Elian que nadaba hacia el barco, éste se iba por el aire con el rumbo fijado, ambos se agarraban a la cuerda mientras intentaban subir hasta la cubierta.

Elian fue la primera en pisar cubierta, desde la borda se dejó caer quedándose boca arriba y encharcada alrededor del agua que ella tenía encima, toda ella mojada. Jack subió y se dejó caer también, éste cayó encima de ella, ambos empezaron a reírse totalmente mojados, se reían tanto que parecían dos borrachos en las calles de Tortuga con la primera niebla del día.

Intentaban no hacer ruido pero la risa podía con ellos, casi no se daban cuenta pero mientras que andaban había roce entre ellos, Elian intentaba abrir la puerta del camarote pero no daba con acertar la llave en la ranura, él como si estuviera borracho le acariciaba su cuerpo haciendo que ella se muriera de deseo. Logró abrir la puerta ya casi sin ganas de reír, en su mente rondaba el deseo de besarle, un deseo que el otro le hacía cada vez más fuerte, apenas pudieron durar un segundo de pie en el interior del camarote y a puerta cerrada.

Yo en cambio visto como un niño normal y corriente de la época. Soy moreno, ojos claros, le llego por la cintura a Elian. Visto una camisa blanca, encima una chaqueta de la época, unos pantalones a la moda y unos zapatos como cualquier niño, nunca me ha faltado de nada. Ella dice que en mi mirada y en mi expresión radia una luz que le gusta mucho cuando me río, le doy alegría por lo que se ve.

No muy lejos se sintió el llanto de un bebé. ¿Y eso? –pregunté-. Aida fue a la otra habitación, cuando volvió traía un bebé en brazos, éste no parecía tener más de un mes y algo. El bebé era precioso, de ojos marrones y piel descremada con un fino pelo castaño claro. Su mirada era tímida pero segura, con esa carita tan tierna, una nariz divertida como la de su madre y los labios de su padre.

Les convenía pasar antes por Tortuga, y no poner tan rápido el rumbo a las Islas Bermudas, debían de coger provisiones y otras cosas, además se había oído que otro barco, ésta vez de la marina francesa había sido engullido por el mar sin razón alguna cerca de las Bermudas. Por esa razón debían de ser aún más precavidos y estar alerta.