Capítulo 3. ¿Por qué no a la India?

-¿Qué te queda de ron en las bodegas Jeimi? –preguntaba Jack mientras Elian se sentaba en la barra-

-Ayer me trajeron un cargamento entero, coged el que más os guste. ¿Os pongo algo?

-Una copa de ron.

-A mí me pones un desayuno completo.

-Bueno… la copa me la sirves después… ponme también otro desayuno.

-Pirata tenías que ser Jack.

-Claro que sí.

-¡Hola Elian! –exclamó Jein entrando por la puerta- ¿Cómo está Lían?

-…está bien…

El chico ya había crecido casi tanto como su amigo Lían. No le preguntó más por aquella respuesta tan triste.

-Jein, acompáñalos a dentro y que escojan las bebidas que más les guste.

-Sí padre.

-Ya voy yo. –dijo ella bajándose-

-¿Qué os proponéis ahora? –preguntó curioso Jeimi-

-¿Has oído hablar del Tesoro del Rey, en el Lejano Oriente?

-¡Y tanto!

En la sala no había nadie y se permitían hablar con claridad y soltura.

-Pues allí.

-¿Vais por el tesoro?

-En parte sí. Podríamos hacer un buen trato con dicho rey.

-¿Un trato?

-Lo que te voy a contar ahora que no salga de tu boca.

-De eso puedes estar seguro.

-Bien. Muchos años atrás, antes de que los primeros piratas llegaran a coger las piezas de oro aztecas y las maldijeran, hubo otro pirata mucho más ávido que navegó con la Perla Negra hacia Oriente, se hizo gran amigo del que fue rey en su día, el Príncipe Yalá, un buen hombre. Ese pirata y dicha alteza encontraron entre ellos un tesoro que nunca se supo de él, apenas saben muy pocos que existen, un tesoro jamás conocido aún por el hombre, un tesoro que supera a todos los demás.

-Eres ambicioso.

-Como mi padre. Yo conocí a ese pirata tan famoso en Oriente, hace muchísimos años que me dejó en su poder una parte de la puerta secreta la cual lleva a la gruta del tesoro escondido en las más remotas montañas de China.

-Jack, los chinos y los japoneses no son de fiar. Tienen una cultura muy extraña comparada con la nuestra.

-Pero tienen una.

-¿Y dices que conociste a ese pirata?

-Sí –se llevó el bocadillo a la boca-

-Quizás también lo conozca yo.

-¿Conocías al viejo Gaviota?

-¡¿El viejo Gaviota?!

-Pues a ese le conocí, y muy bien por cierto.

-Le llamaban el Capitán J. Sparrow, el viejo gaviota.

-¡¿Ese era tu padre?!

-Exacto amigo mío. James Sparrow.

-¡Se contaron grandes cosas sobre él! ¡Hizo grandes hazañas como pirata!

-Un buen hombre que cayó en manos de unos franceses y que fue llevado a la ahorca contra un cargo que no había cometido.

-…lo siento…

-Eso ya fue hace tiempo.

-Ya tenemos ron para tres o cuatro meses. –dijo Elian saliendo desde dentro-

-¿Así que marcháis hacia Oriente?

-Es una propuesta que la verdad, yo no podría rechazar. Claro que si no me equivoco, el hijo de ese tal Yalá está ahora en la India.

-¡¿En la India?!

-Sí, habría que ir allí.

Volvió a sentarse en su taburete y se puso a comer tranquila aquel hermoso desayuno.

-Espero que no tengáis problemas con los ingleses y los franceses, últimamente han avanzado mucho en cuanto a ampliar sus fronteras y dominios.

-No son rivales para la Perla Negra ni su tripulación.

-Igualmente os lo advierto, las costas de África no son buenas si no se tiene un aliado con el que pasar, o alguna excusa para poder pasar sin ser amotinados.

-Ya se hará algo en su debido momento. ¿Qué tranquilo está esto hoy no?

-Aún siguen arriba durmiendo, otros vendrán cuando despierten desde fuera.

-¿Cuánto es Jeimi?

-Seis chelines.

-¡¿Seis chelines?! ¡Pero si antes eran tres!

-Pero el género sube… y también los impuestos…

Jack sacó una bolsita negra de cuero del interior suyo y contó cuatro monedas, las cuales posó en la mesa.

-Son seis Jack, no cuatro –dijo ella observando que guardaba la bolsa nuevamente-

-Ya lo sé.

Alargó la mano para sorpresa de Jeimi y de Elian, pues ésta notó la mano como se introducía en el pecho y sacaba otra bolsita negra. De ahí sacó dos monedas más que las dejó junto a las otras cuatro.

-Te podrías haber llevado una buena por eso que has hecho.

-Si vas a darme, dame en la izquierda.

Jack se asustó por que alzaba la mano hasta al altura de su cara, era mas bien una advertencia que le hacía con la mirada, pues la mano la alargó hasta la bolsa, cogerla y metérsela de nuevo en el pecho. Nadie osaría meter la mano ahí a no ser que ya supiera donde la escondería.

-No he visto un pirata con más suerte que tú. –dijo Jeimi guardando las monedas en una pequeña caja en el interior de la barra-

-Yo tampoco. Seguro que ningún pirata tiene una preciosidad como ésta.

-¿Te acuerdas de Ana María?

-….depende…

-Preguntó por ti hace unos días.

-…no sé de qué me conocerá…

-Me dijo que la dejaste en una isla desierta ya que creías que pretendía robarte la Perla Negra.

-Cosas que pasan. Un pirata no puede dejarse llevar por otro.

-No claro.

-Pues no hay más que hablar. Vayámonos.

Elian lo agarró por el brazo cuando daba el primer paso hacia la puerta.

-¿Es la chica que creo conocer o me lo parece a mí?

-No la conoces. Y si la conocieras sabrías que no tengo nada con ella y nunca lo he tenido. Sabes de sobras que no te he engañado nunca en esos temas.

-No me importa que tuvieras un romance con ella anterior a mí. Pero si se presenta ante nosotros y osa acercarse a ti de un modo, ya sabes cual, no tardaré en actuar. Y si te pones en medio pensaré que tienes cierto afecto hacia ella.

-El afecto siempre se tiene, pero esa no es razón para que te ponga los cuernos.

-Jack, díselo.

-Está bien. Hace ya muchísimos años tuve un pequeño romance con ella, apenas semanas. Éramos incompatibles, no había forma de hacernos entender, quizás tampoco prestábamos atención a lo que estábamos haciendo, era más bien una relación de sexo, no había más, apenas cuatro palabras en todo el día. Tuvimos un percance y la dejé sin barco, y cuando subí por primera vez a la Perla Negra como capitán o eso era en teoría, acompañado por Barbosa y su tripulación que en teoría teníamos un trato justo no supe más de ella.

Luego, encontré Will Turner.

-Hijo. –apuntó Jeimi-

-Sí. Necesité una tripulación para poder llevar un navío francés, prestado.

-Robado.

-Sí bueno… también se le puede llamar así. Allí entre la tripulación la encontré de nuevo, y te juro que me llevé dos guantazos por su parte, allí no hubo roce entre ella y yo para nada, sabíamos que éramos incompatibles y no lo probamos. Luego claro, también hay que contar que yo te conocí después que a ella.

-Y si mal no creo recordar, venías aquí a ahogar tus penas porque ambas te habían dejado.

-Deberías escribir un libro Jack. –le dijo ella levantándose y yéndose hacia la puerta-

-Buena suerte pareja pirata.

-Adiós Jeimi. –se despidió ella saliendo- ¡No pongas la mano ahí!

-¿No te enteraste de todo lo que ocurrió por Elizabeth y por Will?

-Me llegaron noticias, pero en aquel momento yo venía de la India, de un viaje largo ya que una buena amiga se casó con un joven de la monarquía hindú.

-No sabía eso, quizás podamos entrar por ahí. Pues nos será imposible llegar hasta los mismos pies del ahora rey si no es por alguien.

-Si, esperemos tener suerte.

Esperaron en cubierta a que la tripulación volviera, pues al no verlos supusieron que estarían por ahí dando una vuelta, les quedaría un duro viaje de ida y si era posible otro de vuelta. Comprobaban que todo estuviera en orden, las cuerdas tensadas, los anclajes rectos, las velas en su mejor estado, las provisiones, los cañones, la munición, todo.

La tripulación se había ido a emborracharse a la taberna de Jeimi, una bonita mañana como aquella no se podía estropear. Cuando todos estuvieron a bordo y preparados levantaron el ancla y se alzaron de nuevo a la mar en dirección al oeste. Algo extraño puesto que la India estaba en el este del mapa, pero claro, debían de bordear toda la costa de cada país y eso sería una gran pérdida de tiempo y de posibles encuentros no deseados, por eso eligieron el otro lado, más tranquilo y además sabían bien lo que habían porque ambos habían viajado por allí varias veces en sus vidas de piratas.

Jack aguantaba el timón observando la brújula detenidamente por si ésta cambiaba el sentido.

-¡Un barco mi capitán! ¡Es francés!

-¡¿Francés?!

Lo compró con el catalejo y efectivamente, era francés. Observó también que uno de los tripulantes era Will.

-¿Qué pasa Jack?

-Un barco francés se nos acerca.

Elian observó en el horizonte donde se podía ver el barco acercarse raudo con el viento a favor.

-No tienen pinta de querer luchar. Will va con ellos.

-¿Will?

El barco parecía no tener intención de atacarles, ambos navíos se acercaron hasta un punto medio, allí los dos soltaron el ancla, una pasarela se extendió desde el navío frances a la cubierta de la Perla Negra. Entre la multitud de franceses deseando acechar a los piratas tan cercanos que los tenían salió Will vestido de pirata.

-¿Qué haces aquí? –preguntó Jack-

-Alguien quiere ver a Elian.

De entre ellos salió Lían mirando con la cabeza bien alta, detrás y cogida de la mano una chica de más o menos su estatura, los dos vestidos como auténticos piratas.

-Gracias por traernos. –agradeció Will-

Uno de los tripulantes del navío francés casi se cae al agua al retirar la pasarela, fue gracioso que Jack murmurara para sí, "el orgullo de la marina real".

Lían no se atrevía a mirarla, mantenía baja la cara mirando al suelo sin levantarla, miró a Will y éste captó la indirecta.

-Vamos Jack, dejémosles hablar. Dänae.

Los tres fueron a la otra punta del barco a entablar una pequeña conversación sin dejar de mirarlos discretamente.

Elian no sabía a qué posición optar, dos sensaciones rondaban por su cuerpo, la de desear abrazarlo y otra de angustia.

-…me… arrepiento mucho de lo que te dije… -murmuró él sin mirarla aún- …creía que me abandonaste… lo siento mucho….

-Lían…

-Déjame acabar por favor… -la miraba fijamente a los ojos- No sabía lo que sentía en aquel momento, eran tantas sensaciones juntas que… hasta me siento idiota, no veía que te hacía daño, y en el fondo te sigo queriendo tanto o más que antes, pero ellos me han tratado como si fuera uno de los suyos, no podía negarme, solamente podía optar a ser feliz con ellos y a aprender a estar sin ti. …perdóname… -las lágrimas le caían mirándola casi sin parpadear deseando un abrazo-

Ella no podía contenerse las lágrimas de la emoción, aquellos ojos aún de niño le decían la verdad, una verdad que no podía reprochar porques se haría daño ella y le haría daño a él. Tímida y segura a la vez lo abrazó mientras que él se dejaba llevar por sus brazos, unos brazos que nunca los había sentido así, una sensación de bien estar que solamente ella le podía dar.

Jack se alegró mucho de verlos aunque fuera de lejos, parecían que no querían despegarse.

-Cuando le preguntaba por su madre él me decía, vive aquí y allí, surca los mares orgullosa de ser un pirata, y yo me siento orgulloso de tenerla como madre. –dijo la chica entre ellos dos-

-¿Cómo os llamáis? –preguntó Jack intentando ser cortés.

-Dänae, Capitán Jack Sparrow.

-Una que dice bien mi nombre.

-¿Acompañáis al chico siempre?

-Por suerte sí. Lían es un joven muy noble, atento y sobretodo agradable. –se veía un brillo especial en sus ojos-

Jack se asombró porque la chica no era tan amable como aparentaba ser, quizás el desconocimiento que había entre ellos provocaba aquella sensación.

-¿Quién sois vos?

-Jack no la trates como a una mujer de la burguesía. –dijo Lían abrazado a Elian- Es una chica normal, hija de un pirata por desgracia muerto.

-¿De un pirata?

-Dänae Eagleheart, hija de Ermán Eagleheart, más conocido como El Águila. –dijo ella con más de carácter-

-Era un buen pirata, lo conocí en Tortuga, un buen hombre y que ocultaba siempre sus secretos. –Jack supuso que aquel era su verdadero carácter, que lo de antes era una máscara para aparentar ser buena.

-Sí, así era mi padre.

-Nos dijisteis que ibais a Oriente. –apuntó Lían- Y queremos ir con vosotros.

Jack miró a Elian indiscretamente diciéndole que se parecía a ella.

-Ambos quieren saber lo que se siente en una aventura así. –dijo Will-

-Por mí no hay problema. -comentó Jack mirando a Elian-

-Que se queden pues.

-¡Capitán! –exclamó el vigilante que yacía subido en lo más alto del braco- ¡Barco a la vista, por el norte!

-¿Un barco dices?

-No tiene pinta de ser francés. –dijo Lían- Es oriental, he leído sobre ellos. Quizás proceda de la India o cercano.

-¿Qué hace un navío oriental en aguas caribeñas?

-¿Perdido? –preguntó Will-

-No sin otra razón aparente. –dijo ella subiendo al mástil hacia arriba- ¡Jack, pásame el catalejo!

Lo lanzó hacia arriba y lo cogió al vuelo, Dänae se quedó asombrada de la agilidad que tenía aquella mujer y de la sonrisa que Lían tenía en su rostro.

-¿Qué crees que pueden querer capitán? –preguntó Yert, el que observaba en lo alto del mástil-

-No veo en qué pueden hacernos daño, un capitán vestido de mustafá…, tripulantes hindúes… ¡preparad la artillería por si hay que atacar!

-¡Sí capitán! –exclamaron todos yendo cada uno a hacer su trabajo-

-Que compenetración. –comentó Dänae.

-¿No has subido nunca a un navío y has navegado al lado de piratas? –preguntó Jack-

-No.

-Pues estás a bordo de la Perla Negra. Lían te enseñará todo lo que ha de saber un grumete, él en el fondo sigue siendo uno de ellos. –Jack le pasaba la mano por el hombro dándole apoyo.

-En el fondo sí. –decía él sonriente-

El barco indio lanzó un cohete hacia el cielo, un cohete de color azul y dorado.

-Los chinos fueron los primeros en idear la pólvora y los americanos en comerciarla. –apuntó Lían- no es un cohete de aviso, es uno de rendición.

Elian bajó de un salto a cubierta asombrando de nuevo a la chica.

-No se que pueden querer pero es mejor estar preparado por una emboscada. Son muy hábiles y por lo que he estado observando es un barco pirata indio.

-¡Mantened está posición! –exclamó Sparrow- El viento sopla a favor. ¡Desplegad la vela mayor!

Lían se puso manos a la obra y ayudó a dos que desplegaban la vela, a su lado estaba Dänae que observaba con atención todo lo que hacía como si de su profesor se tratara. Los dos capitanes observaban en compañía de Will como el navío extranjero en aquellas aguas se acercaba lento hasta ellos, pues a algunos les daba la sensación de que la Perla Negra era más veloz que el otro.

-Will llévate a Lían y a Dänae abajo, y no salgáis. –dijo por seguridad Sparrow acariciando el mango de la espada.

-¡Lían, Dänae, acompañadme abajo!

-¡Pero yo quiero quedarme! –reprochó Lían-

-Es una orden del capitán Jack Sparrow. –dijo Will andando hacia la puerta que llevaba al interior del famoso navío.

Ambos barcos se acercaban ya por babor, se pudo ver con claridad que los capataces del navío indio se preparaban y que sus tripulantes aguantaban la pasarela que uniría directamente los dos navíos. Dos hombres, uno que parecía un sultán y otro, vestido al modo chino y por consecuencia chino de naturalidad, ambos diferentes vestidos pero unidos por algún fin común.