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La Venganza Siempre Llega

Autora: Allohamorah

Este es el primer fic que publico. Es un SS/HP y es SLASH. Tiene lugar durante el séptimo curso de Harry. Por supuesto, no soy propietaria de los personajes, etc,etc.

Adoro los feedback. Cualquier sugerencia de lo que deba pasar en el futuro será tomada en cuenta.

Muchas gracias

Traductoras: Alima21

Nota de las traductoras: Después de varios intentos infructuosos por comunicarnos con la autora y dado que este fic nos parece realmente entretenido y muy bueno, decidimos publicarlo.

Su autora es Allohamorah. Pensamos que se ha ausentado temporalmente de internet, ya que no sólo no responde ni afirmativa ni negativamente sino que no ha publicado más relatos (no se preocupen, éste está terminado). Sin embargo, si llega a leer esta traducción y está de desacuerdo con ella y nos pide que la retiremos, lo haremos de inmediato. Allohamorah, disculpa por no tener paciencia para esperar tu respuesta pero es que tu fic está muy bueno.

Capítulo 1

Primer día: Cambio de imagen

-Albus, debes estar bromeando.

Severus estaba molesto. De alguna manera Albus Dumbledore lo había convocado a su despacho minutos antes para informarle que iba a tomar parte en una subasta. Aparentemente cada profesor que había sido elegido para la subasta tenía que escribir una serie de restricciones de lo que podían o no hacer durante los cinco días con su propietario. En primer lugar Severus estaba confundido sobre por qué Dumbledore sentía la necesidad de informarle sobre esto en privado. Y luego no comprendía cómo se le había metido en la cabeza que él, Severus Snape, el más imposible y poco amistoso profesor de Hogwarts, podría venderse a si mismo en la más grande subasta estudiantil.

-Ahora, Severus- dijo Dumbledore tranquilizador- sé un buen deportista. Después de todo, firmaste el contrato.

-¡No hice tal cosa!- gritó Severus, impactado e indignado. Los ojos de Dumbledore brillaron y se sintió repentinamente nervioso. No había firmado ningún contrato, ¿o si?-. Albus, aquella vez que bajaste a mi despacho a las cuatro y media de la mañana con aquellas órdenes de pociones que "tenían" que ser firmadas "inmediatamente", ¿eso era todo lo que estaba firmando?

El Director se limitó a sonreír y el estómago de Severus se hundió. La mano en que tenía su varita se crispó y clamó arremeter contra el anciano que se sentaba con suficiencia frente a él. Visiones de chispas verdes volando hacia Dumbledore llenaron su mente. ¿Cómo se atrevía a ofrecerlo como voluntario y luego montar esta farsa?

-Siento decepcionarte pero ciertamente no voy a seguir con esto. Firmé sin conocimiento de causa- Severus trataba de controlar el nivel de su voz pero lo encontraba bastante difícil-. Nunca me vendería a mi mismo a los estudiantes. ¡Merlín! ¡No puedo siquiera imaginar lo que me harían!

-Cálmate, Severus- lo arrulló Dumbledor, pasándole una taza de te y galletas- Por eso es que vas a poner las restricciones.

-¡Sigues actuando como si yo fuera a continuar con esto!

-Sí, lo hago porque así será- para silenciar sus protestas Dumbledore le lanzó una mirada que desafiaba a cualquiera de las suyas. Severus cerró la boca con un ruido seco-. Sí, firmaste bajo engaño pero tu firma está en el pergamino- los rasgos del anciano se suavizaron nuevamente-. Ahora, quiero que veas esto como una oportunidad de desarrollar una mejor relación con tus estudiantes. Los promedios de tu materia en tus estudiantes son consistentemente menores que el resto de sus materias. Esto puede ser ocasionado por múltiples causas, pero creo que en buena parte se debe a que tus alumnos no sienten la confianza para ir a ti y pedirte ayuda. Así que vas a entrar en la subasta y que no se hable más de ello.

-Bueno, lo cierto es que no disfrutaré esto, malvado anciano- frunció el ceño, sombrío. Demonio de hombre. ¿Quien necesitaba a Voldemor cuando tenía alrededor a Dumbledore para torturarlo?

-Nunca sería tan presuntuoso- sonrió Dumbledore.

-Y no puedo prometerle que no maldeciré al que me compre.

-Estoy seguro que harás lo mejor que puedas.

-Bien. Déjeme redactar esas dichosas restricciones.

*****

Severus murmuró un encantamiento anti-náuseas sobre si mismo. Nunca había estado tan temeroso y nervioso en su vida, ni siquiera en sus actividades como Mortífago. La subasta ya iba por la mitad y él era el próximo. A cada profesor que era subastado se sentía más y más enfermo del estómago. Aún con sus restricciones todavía estaba temeroso sobre lo que su "propietario" haría con él. Una intensa oleada de náusea lo arrastró cuando escuchó el martillo que proclamaba la culminación de la venta de Lupin, quien había sido comprado por un gran grupo de Hufflepuffs que necesitaban ayuda con las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, materia que Remus una vez había enseñado. Se había presentado, sin embargo, algo de guerra entre los Hufflepuffs y un grupo de Slytherins. Aparentemente, la política de "no restricciones" de Lupin había despertado su interés. Se había impresionado cuando se hizo el anuncio de que el hombre lobo no pondría restricciones pero, pensándolo bien, recordó que ese sujeto siempre había sido un exhibicionista.

-¡El siguiente en oferta es el Profesor Severus Snape!- llamó la subastadora, una Ravenclaw que no podía identificar. Un jadeo colectivo se propagó por el Gran Comedor, tornándose en risas e intranquilos susurros. Snape hizo un gesto desdeñoso. Aparentemente, los estudiantes no habían sido informados de quienes estarían en venta-. Profesor, si es tan amable- continuó la Ravenclaw, haciendo un gesto en dirección a la plataforma en que se suponía debería pararse. Mientras se encaminaba a la plataforma se lanzó el encantamiento anti-náuseas otra vez, convencido de que lo necesitaría.

-El Profesor Snape, como ya saben, es el Maestro de Pociones en Hogwarts. Le gusta caminar a la medianoche, leer frente al fuego y disfrutar prolongados baños de burbujas- el salón estalló en risas pero se detuvieron de inmediato cuando él los miró furioso. No sabía qué era lo que le irritaba más, lo que se había dicho, o que alguien, quien sabe cómo, hubiera descubierto que le gustaban los baños de burbujas y se lo informara a la subastadora. Fijó una mirada furiosa en la Ravenclaw que la captó nerviosa antes de continuar-. Le desagradan los malos modales, la incompetencia y los chicos tontos. Sus restricciones son que no ofrecerá favores sexuales, ni hará tareas, y se le debe permitir enseñar y preparar sus clases. Comienza la puja con un sickle.

Y así comenzó la subasta. Se alarmó de lo rápido que su precio subió a quince galeones, luego a veinte. Hubo una pausa y rezó porque terminara la compra y pudiera bajar de la plataforma y ocultarse en su oficina por un par de horas. En eso pasó la cosa más espantosa.

-Tenemos veinte galeones y siete sickles, ofrecidos por Neville Longbottom- repitió la subastadora- evidentemente Longbottom quería revancha-. Les recuerdo que NO hubo ninguna restricción sobre la ropa, eso significa que durante cinco días el Profesor Snape puede ser su propio, personal muñeco Ken.

Snape abrió los ojos. ¡No se le había ocurrido colocar ninguna restricción sobre la ropa en su contrato! Bajó la cabeza, frotando el puente de su nariz y gimiendo. Hizo una nota mental sobre asesinar a Albus. Y entonces lo escuchó.

-¡Cien Galeones!- gritó una voz masculina. Los ojos de Snape se abrieron para ver quien había hecho la oferta y se encogió al descubrir que era Harry Potter. Se maldijo por molestarlo todos estos años, quitándole puntos sin ninguna razón, permitiendo que Malfoy lo atormentara mientras él permanecía satisfecho. Oh, ahora iba a pagar por esto. Si estaba gastando tanto en él, podía imaginar lo que tendría planeado.

-¡Vendido a Harry Potter por cien galeones!- el martillo cayó audiblemente. Snape quiso gritar.

******



Horas más tarde Severus se consolaba con un gran vaso de Whisky mientras se sumergía en un baño de burbujas. Todavía no se podía imaginar quién podía haber descubierto que disfrutaba estos baños. Nunca dejaba ninguna señal que alguien pudiera detectar, incluidos los elfos domésticos. Transformaba su cama en bañera y guardaba su aceite de baño en una ampolla catalogada como "esencia de booomslang para la piel". Tomó un gran trago de su bebida, invocó su champú y provocó mucha espuma antes de sumergirse en la tina para aclararlo. Subía para tomar aire cuando escuchó un amable toque en su puerta. Gruñendo salió de la bañera, tomó su túnica y se encaminó a la puerta. Se lanzó un encantamiento de secado de cabello antes de abrir pues no quería que nadie se enterara de que estaba tomando un baño. Al abrir se encontró de frente con un nervioso pero sonriente Harry Potter.

-Buenas noches, profesor- lo saludó educadamente Harry- Me estaba preguntando si le gustaría definir cuando tendría lugar su servicio.

Snape pudo notar que Harry estaba haciendo esfuerzos por evitar sonreír.

-Bien- aceptó Severus, apartándose para que Harry entrara-. Me gustaría hacerlo tan pronto como fuera posible.

-Está bien- rió Harry, disfrutando claramente la incomodidad de Severus- ¿Preferiría estar a mi disposición los cinco días consecutivos o le gustaría alternarlos?

-Consecutivamente, si no le importa- dijo Severus con desprecio. El pensamiento que se dibujaba en su mente estaba fuera de toda consideración. Ignoró la risa ahogada que Harry reprimía con poco éxito.

-Está bien. ¿Qué le parece la semana próxima?

-Bien.

-¿Empezando el Lunes?

-Bien.

Al darse cuenta que en nueve días todo habría terminado, Severus se sintió más confiado y se fortaleció para enfrentar la siguiente fase del plan- ¿Entonces, qué será lo que tendré que hacer?

Harry aclaró su garganta y se ruborizó.

-Bien, primero que nada, no quiero que vista esas túnicas.

Severus abrió los ojos.......¿Estaba Harry sugiriendo que anduviera desnudo por todos lados los cinco días?. El muchacho pareció entender sus pensamientos, pues rápidamente agregó:

-Le suministraré un guardarropa para que pueda elegir lo que quiera vestir-luego, agregó sin transición-. En segundo lugar, cada noche le dará a Neville una clase privada.

-¿Disculpe?

-Bueno, él necesita ayuda en pociones.

-Efectivamente.

-Bien, quiere hacerlo mejor pero teme que si le pide ayuda usted lo torturará o algo así- Severus resopló-. Así que, parte de sus servicios será servirle de tutor y de una manera amable. Estaré supervisando las sesiones de tutoría y si siento que está siendo excesivamente desagradable con él encontraré un castigo adecuado para usted.

-¿Cómo cuál?

Harry sonrió.

-Sólo espero no tener que llegar a eso.

-Bien. Tengo que darle clases particulares a Longbottom. ¿Algo más?

-Uh, eso es todo lo que he pensado por el momento- Snape enarcó una ceja-. Espero que esté conforme con mi plan.

-Espléndido- gruñó Snape- Bien, si no hay nada más....

-Por supuesto. Buenas noches, profesor- Harry giró para partir-. Le dejaré caer su guardarropa el Domingo en la noche- informó sobre su hombro, de manera que Snape no pudiera ver su sonrisa.

*****

Ese bastardo. Había revisado todo el guardarropa y no había encontrado nada ni medianamente apropiado. Cantidad de apretados jeans, incluso un par de pantalones de cuero, pero nada que pudiera vestir cómodamente. Para la parte superior habían sweters de cuello de tortuga que podían haber estado bien excepto que eran demasiado cómodos. Cada prenda de vestir estuvo esparcida alrededor de su recámara antes que se decidiera por un par de esos jeans atrozmente pegados, una camisa roja abotonada hasta arriba y un par de zapatos en los que se leía "Sketchers" a un lado. No sabía quién o qué era "Sketchers" pero tenía que admitir, aunque sólo fuera para si mismo, que eran bastante cómodos. Lanzando una última mirada en el espejo, salió de sus aposentos. Tomando una profunda bocanada de aire, y poniendo cara de desprecio, entró en el Gran Comedor para desayunar.

Los jadeos hicieron eco a través de todo el salón y Severus puso una expresión aún más desdeñosa. Miró con furia a todos aquellos que eran lo suficientemente descarados como para mantener el contacto visual pero aparentemente era imposible resultar imponente y temible sin vestir sus túnicas habituales. Miró hacia Harry y frunció el ceño, pero el muchacho se limitó a sonreír tímidamente y encogerse de hombros antes de volver su atención al desayuno.

-Intolerable, estúpido, bastardo….

-¿Qué dices, Severus?

-Nada, Director.

*****



Después de la cena, Severus prácticamente corrió hacia sus aposentos. Uno menos, pensaba, frotándose los ojos. Había sido atrozmente difícil tratar de mantener el control de sus clases. Sus túnicas eran como el pelo para Sansón, se las quitaba y todo su poder desaparecía. Hubo una cantidad de desagradables risillas (risillas!) en sus clases y, no fue sino hasta que le quitó treinta puntos a los de Slytherin por su constante charla, que la gente se calmó y comenzaron a trabajar.

-Bueno, sobreviví- dijo en voz alta sin dirigirse a nadie-, pero necesito quitarme estas malditas ropas- Ya iba por el tercer botón de la camisa cuando escuchó un golpe en su puerta. Como un huracán se lanzó a abrir la puerta, listo para lanzar una maldición imperdonable a quienquiera que se presentara delante de él.

-Buenas noches, profesor- saludó su dueño radiante-. Nosotros estamos aquí para la sesión tutorial. El 'nosotros' en cuestión estaba oculto detrás de Harry, literalmente temblando. Severus había olvidado la tutoría y pensaba acampar frente al fuego leyendo, sintiéndose en su mundo.

-Pasen- invitó, señalando una mesa para que Neville se sentara. Éste se escabulló hasta la silla y se sentó rápidamente, tratando de evitar irritar al profesor haciéndolo esperar. Severus suspiró interiormente e iba a sentarse cuando tomó conciencia de que Harry estaba sentado en "SU" sillón frente al fuego con un libro abierto en su regazo. Iba a decirle que se cambiara a un asiento diferente cuando captó la mirada en los ojos de Harry....¿Qué significaba esa mirada? Nunca se la había visto al chico con anterioridad. El muchacho sonrió traviesamente cuando atrapó su mirada, dirigiendo los ojos hacia su pecho. Severus bajó la vista y vio que su camisa seguía medio desabotonada.

-¿Le gusta su ropa?- preguntó Harry sonriendo mientras Severus abotonaba su camisa.

-No, señor Potter. No me gustan las ropas que me suministró.

-Lástima.....se le ven muy bien.....- replicó, volviendo la atención al libro en su regazo- La hora de tutoría empieza ahora.

*****

-¡Por Merlín, Longbottom! ¿No sabe la diferencia entre hervir a fuego lento y ebullición rápida?- Harry se aclaró la garganta sonoramente y Severus respiró tratando de calmarse. Era la quinta señal de advertencia que recibía. No quería imaginarse en que clase de castigo estaría pensando Harry.

-L...lo siento, Profesor Snape, pió Neville, bajando la cabeza hacia su caldero.

-Está bien, señor Longbottom- le dijo apretando los dientes. Ésta era la más difícil experiencia de su vida. Neville era verdaderamente inepto en pociones y lo compensaba en exceso disculpándose constantemente, lo cual lo único que lograba era enloquecerlo aún más-. Ahora, remueva la poción bruscamente siete veces....,¡Dije bruscamente! No, señor Longbottom, no suavemente! ¡Oh, así!- rugió, arrebatando la cuchara de las manos de Neville- ¡Sinceramente, muchacho! ¡Al menos debería poder agitarla correctamente!¡Incluso un squib podría agitarla!

-Profesor, se acaba de ganar un castigo- declaró Harry sin alterar el tono de voz, viéndolo severo. Su mirada se suavizó abruptamente y continuó alegre-. Ahora, regresen a la lección. Todavía les quedan trece minutos.

Severus se recordó a si mismo cuanto apreciaba Dumbledore a Harry antes de regresarle la cuchara a Neville. Los siguientes trece minutos transcurrieron sin mayores experiencias traumáticas. Aparentemente, el ver la reprimenda que Harry dio a Severus había tranquilizado a Neville y su trabajo con las pociones mejoró ligeramente. Abandonó la oficina de Snape rápidamente, dejando al propietario y la propiedad solos.

-Si no le importa, señor Potter- le dijo cortante, señalando hacia la puerta.

-Tenemos que establecer las condiciones de su castigo- Severus puso los ojos en blanco-. Le di más de un oportuno aviso.

-¿Entonces qué tiene planeado?

-Le voy a cortar el pelo a mi gusto y debe mantener el corte hasta el final de su servicio. Nada de hechizarlo para que recupere su tamaño original.

-¡Oh, vamos! ¡Eso no es razonable! No voy a dejar que me haga trenzas o me afeite al cero.

-Le voy a hacer un corte con un estilo perfectamente elegante- se defendió Harry-. Le corto el pelo a muchos de los Gryffindors. Ahora, siéntese para que pueda comenzar- Harry estaba conjurando las tijeras y una capa. Severus lo miró furioso. Siempre había usado un sencillo encantamiento para mantener su cabello, cortarlo al estilo muggle le parecía una barbaridad. Harry se limitó a sonreír abiertamente y palmear la silla que había transformado en un sillón de barbería.

-Me vengaré de esto, Potter, lo juro- afirmó rechinando los dientes mientras se sentaba. Harry colocó la capa alrededor de su cuello, ajustándola para evitar que el cabello cortado se deslizara por su cuello.

-No esperaría menos de usted- comentó Harry.

No lo podía ver pero podía escuchar la sonrisa en su tono. Iba a empezar a quejarse nuevamente cuando sintió sus manos recorriendo su nuca, retirando gentilmente el cabello que había quedado enganchado en la capa. Hacía tanto tiempo que alguien había posado una mano sobre él en cualquier sentido, que el tener alguien que lo hiciera fue una sacudida. Escuchó la voz detrás de él conjurando otros suministros y repentinamente el sillón fue inclinado hacia atrás. Gritó sorprendido, levantando la cabeza. Harry corrió sus dedos a través de su cabello, y regresó la cabeza a su posición.

-Cálmese, no le voy a hacer daño.

-Discúlpeme si el pensamiento de tener mi cuello expuesto mientras usted tiene en sus manos esas afiladas tijeras no me hace sentir muy cómodo.

El gruñido de Severus fue ahogado por el sonido del agua corriendo. Estaba impresionado con la habilidad de Harry, pues conjurar y transformar para obtener agua corriente era bastante difícil, pero fue rápidamente distraído al sentir el caliente líquido fluyendo sobre su cabeza.

-¿Demasiado caliente? ¿Demasiado fría?

-No, no....es perfecto- suspiró Severus antes de poder detenerse. Diablo de chico. No quería que supiera que estaba disfrutando esto profundamente. Se tensó brevemente mientras Harry empezó a masajear su cabello con el champú. Realmente lo estaba masajeando, no como la brusca y febril aplicación que el mismo acostumbraba a hacer. Sintió los dedos trazando pequeños círculos primero en sus sienes, para luego trasladarse lentamente por su cabeza. Cerró los ojos, pero sólo porque no quería que le entrara jabón en los ojos, razonó a si mismo, aún cuando Harry evitaba cuidadosamente que el jabón, aromatizado con romero y vainilla, cayera en sus ojos.

Las manos se movieron lentamente hacia atrás, siempre haciendo pequeños masajes. En la base de la cabeza, los dedos apretaron y trabajaron sobre los músculos del cuello. Se encontró a si mismo colocando la cabeza a fin de que los dedos tuvieran un mejor acceso. Captando la indirecta, los dedos profundizaron en su cuello, trabajando sobre el dolor y rigidez de la zona. Severus exteriorizó su decepción cuando los dedos se apartaron, para tomar el agua y enjuagar el pelo.

-No creo que necesitemos utilizar acondicionador- comentó Harry suavemente-. Su pelo es demasiado grasoso para eso- una toalla fue colocada sobre su cabello y el sillón regresó a su posición original. El joven convocó un gran espejo de forma que pudiera observar claramente la cabeza de Severus-. Ahora, a ver que hacemos con su cabello.

Severus vio a través del espejo que Harry tomaba algo que parecía una maquinilla de afeitar y se estremeció. Antes que tuviera tiempo de quejarse una vez más, la maquinilla de afeitar atacó velozmente su cabello. Pequeños mechones de pelo negro volaron por todos lados. Siguió observando al chico a través del espejo y se sorprendió al notar su expresión seria y atenta. Estudió su rostro, dándose cuenta de cuan adulto se veía. Sí, tenía diecisiete años y ya era más o menos adulto y parecía aún mayor de la edad que tenía. Quizás porque había pasado por más problemas y privaciones en su joven vida que los que la mayoría de las personas experimentarían en cinco vidas. De cualquier modo, la persona que estaba mirando ante si era el mismo niño que él había enseñado.

El encuentro de sus ojos con aquellos verdes deshicieron sus pensamientos.

-Hecho- declaró Harry con orgullo.

Severus miró su cabeza y realmente jadeó. No podía creer que un corte lograra esa diferencia. Su cabello estaba cortado en capas, enmarcando su rostro y sus ojos. No se reconocía a si mismo. Apartó el etéreo flequillo de sus ojos y se maravilló de lo suave que ahora era su pelo.

-¿Le gusta?- preguntó Harry inseguro.

-Supongo que podía estar peor- contestó Severus, sin querer admitir cuanto le gustaba en realidad. Harry sonrió como si le hubiera dado el cumplido más sincero y le quitó la capa y ejecutó un sencillo hechizo de limpieza.

-¿Dónde aprendió a cortar el cabello?

-Le he cortado el pelo a mis tíos y mi primo por años- explicó Harry-. En cierto modo fui obligado a volverme bueno, para no ser castigado si no les gustaba- Harry calló, evidentemente había dicho más de lo que pretendía-. Bueno, nos veremos mañana, profesor.

-Buenas noches, Har......er, señor Potter.

Continuará.......