Entre lunas y estrellas

Por: Anyiory y Ayesha

Título = Entre lunas y estrellas (1/?)

Autor = Andyiory, Ayesha

E-mail = Andyiory@hotmail.com, lg_100309@hotmail.com

Clasificación = Entre R y NC-17. Los primeros capítulos serán PG-13

Parejas = Sirius/Remus

Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
A/N = Este fic es el inicio de "El anillo y la Orden del Fénix", donde se explica la historia de los Merodeadores.

***

Capítulo 1: Stranger like me

"I want to know, can you show me?
I want to know about the strangers like me.
Tell me more, please show me.
Something's familiar
About the strangers like me."

Phil Collins  - Stranger like me

Remus Lupin estaba emocionado. Era su primer día en Hogwarts y por poco no alcanza el expreso, ya que había hecho las compras a toda prisa con sus padres, pues sólo el día anterior había recibido una visita por demás inesperada en su casa.

La razón de todo ello era que Remus es un licántropo.

A la edad de siete años, cuando regresaba a su casa, fue mordido por un hombre lobo. Aunque logró escapar a tiempo gracias a la oportuna intervención de un auror que pasaba por allí, tuvo que ser internado en el hospital de St. Mungo y sus padres recibieron luego la dolorosa noticia: su hijo era un licántropo y se convertiría en lobo en cada luna llena. No había cura.

La noticia fue terrible para ellos. Remus era su único hijo y orgullo de la familia. Ambos estuvieron de acuerdo en mantener el asunto lo más en secreto posible, pues los magos son muy intolerantes con los licántropos y no deseaban que su hijo sea discriminado. El Ministerio de Magia era muy estricto y los licántropos debían ser registrados, pero los padres de Remus jamás lo hicieron y sobornaron al médico de St. Mungo para que no dijera nada sobre su hijo.

De este modo, Remus creció con muy pocos amigos, pues siempre debía cuidar que no descubrieran su secreto. Las noches de luna llena, sus padres lo encadenaban en el sótano y lo dejaban solo, para la dolorosa transformación y al día siguiente, ya convertido en humano, lo soltaban y curaban sus heridas.

Remus le tenía pavor a la luna llena. Le recordaba la maldición que lo perseguía, cuando su cuerpo se ensanchaba, tomando una forma diferente y maligna. El lobo iba cobrando mayor fuerza conforme Remus crecía, y cada vez se hacía más daño tratando de librarse de las cadenas que ya no eran suficientes para detener su furia, mientras su madre y su padre esperaban abrazados en la escalera que llevaba al sótano y ella lloraba rogando que no se hiciese mucho daño.

Cuando Remus cumplió los once años, recibió la tradicional carta del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, invitándolo a estudiar allí, pero sus padres menearon tristemente la cabeza.

- "Remus, en el colegio no será posible ocultar tus transformaciones y te expulsarían, o aún peor, podrías causar daño a alguien", explicó su padre acongojado.

De manera que el niño fue decepcionado una vez más. Aceptó la explicación tristemente, pues su carácter era tranquilo, y se fue a encerrar a su cuarto, con sus únicos compañeros: los libros que tanto amaba. Sólo dos cosas lo animaban siempre: leer un buen libro y comer chocolate.

Así pasaron los días, y sus padres enviaron una carta al colegio explicando que Remus no podría asistir por problemas familiares. El niño pensó que eso era ya un capítulo cerrado, cuando recibió una enorme sorpresa.

La víspera del día que los alumnos de Hogwarts irían al colegio, sus padres recibieron una extraña visita: Albus Dumbledore en persona, el Director de Hogwarts, ¡y quería hablar con Remus!

Remus se acercó tímidamente al anciano. Le pareció bondadoso y confió en él desde el principio, pero dudó cuando él le preguntó si deseaba realmente ir a Hogwarts. Miró a sus padres con temor, pero su madre asintió y él dijo la verdad.

- "¡Es lo que más deseo en el mundo!", exclamó.

- "Bien. Entonces, todo puede arreglarse", dijo sonriente Dumbledore.

Luego, lo enviaron a su habitación mientras sus padres hablaban con Dumbledore por lo que le pareció una eternidad. Después, lo llamaron nuevamente.

- "Remus, he hablado con tus padres y no veo ningún problema en que vayas a Hogwarts, si tomamos algunas precauciones básicas", explicó el anciano guiñándole un ojo.

- "Yo...yo, ¿eso es cierto?", preguntó Remus mirando dudoso a sus padres.

Su madre tenía lágrimas en los ojos.

- "Sí, cariño"

- "Te conduciremos a un lugar seguro para tus transformaciones", continuó Dumbledore, "no lastimarás a nadie y tenemos también una excelente enfermera que te atenderá a ti luego de éstas. Podemos decir que tu madre está enferma y debes venir a verla, sólo debes tener precaución con tus compañeros de cuarto"

Remus no podía creer lo que oía. Una lágrima de alegría resbaló de su mejilla y fue limpiada por la mano del anciano que acarició su rostro.

- "Nos veremos en Hogwarts", dijo sonriendo. Luego, una luz brillante lo envolvió y desapareció.

Así fue que esa noche, Remus y su padre salieron corriendo al callejón Diagon a hacer las compras de último momento. Por suerte no eran los únicos tardones y casi todas las tiendas estaban abiertas. Consiguieron los libros, el uniforme, el papel y el pergamino, además de un set completo de ingredientes para pociones. Sólo les faltaba la varita y al día siguiente muy temprano fueron a Ollivanders a comprarla y luego se dirigieron a la estación donde su madre esperaba con las otras cosas.

Remus alcanzó apenas el tren y corría por le pasillo buscando dónde sentarse, cuando tropezó con un chico más alto que él que salía de un compartimiento. La velocidad a la que iba Remus lo hizo caer aparatosamente al suelo.

- "¡Eh! ¡Fíjate por dónde vas!", exclamó el chico.

- "Lo siento", murmuró Remus sin mirarlo y sin poder levantarse pues estaba débil después de su última transformación.

- "Bueno. Soy Sirius Black", respondió el chico, tendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse, porque Remus no parecía capaz de hacerlo solo.

Remus tomó la mano que le tendían y miró al chico. Tenía el cabello en un tono que parecía azul oscuro y lo usaba corto, pero un mechón rebelde le cubría la frente. Su piel era blanca y en sus ojos azul noche había una mirada cálida y traviesa. Le simpatizó mucho.

- "Remus Lupin", dijo

Sirius miró al chico tendido en el suelo y lo primero que notó fueron sus ojos dorados. Tenía el cabello castaño y era más delgado que él, aunque parecían tener la misma edad. Remus parecía algo enfermo. Le simpatizó mucho también.

- "¿Qué pasa? ¿Se te cayó tu novia?", preguntó una burlona voz.

Remus se paró de un brinco, rojo como un tomate y Sirius volteó para enfrentar al autor del comentario.

Era un chico bajo y delgado, con el cabello negro grasiento cubriéndole parte de la cara y una enorme nariz que le daba algo de carácter a su pálido rostro. Sirius lo tomó de las solapas de la túnica arrimándolo contra la pared.

- "No le permito a nadie, ¿me oyes?, a NADIE que..."

- "¿Qué ocurre aquí?", dijo uno de los prefectos, apartándolos. "Está prohibido pelear en el tren"

- "Nos veremos luego", dijo amenazadoramente Sirius mientras el otro chico se escurría detrás del prefecto.

Remus se quedó encogido en el pasillo. Ese chico sí sabía hacerse respetar. Rápidamente se alejó, buscando un compartimiento vacío hacia la parte de atrás del tren y Sirius volvió a su compartimiento.

Luego de mirar en todos los compartimientos y encontrarlos llenos, Remus caminó con aire resignado por el pasillo. No había tenido suerte y se quedaría sin asiento. Pensó en buscar a un prefecto que lo pueda ayudar, pero entonces, al pasar nuevamente por el compartimiento de Sirius vio un lugar vacío.

Se acercó a la puerta y preguntó tímidamente.

- "¿Hay algún lugar disponible?"

- "¡Claro! Entra", respondió un chico de lentes y con el negro cabello desordenado. "Soy James Potter y éstos son mis amigos, Sirius Black y Peter Pettigrew"

- "Ah, hola. Remus, ¿verdad?", preguntó distraídamente Sirius, colocando los pies sobre el asiento de Peter, sentado frente suyo.

- "Hola", dijo Remus sonriendo. Su sonrisa era cálida y hermosa y una corriente de simpatía lo unió con los otros chicos. "Soy Remus Lupin"

- "Hola", respondió Peter, sonriendo también. "Siéntate"

Remus se sentó junto a Sirius y frente a James y pronto fue arrastrado hacia una amena charla, de la cual pudo deducir fácilmente que Sirius y James se conocían desde hacía algún tiempo y que Peter había conocido a James el día anterior en Ollivanders. Era notoria la admiración que sentía Peter por James, pensó Remus, lo cual no era extraño pues Peter era el más pequeño de los tres y era bastante gordito y seguramente esto lo hacía blanco de bromas, pero Sirius y James parecían siempre dispuestos a defenderlo.

- "Yo quiero ir a Gryffindor", decía Sirius en ese momento. "Aunque mi familia piensa que estaría mejor en Slytherin pero ahí, ni muerto. Ya verán mis padres que buen Griffyndor seré. ¿A dónde quieres ir tú?"

- "Yo..yo no lo he pensado aún", dijo Remus y era verdad, pues la alegría y excitación que le producía ir a Hogwarts había hecho que olvidase que debería pertenecer a una casa.

- "Yo no quiero ir a Slytherin", dijo con decisión James, "se dice que allí practican las Artes Oscuras. Mis padres dicen que tiene mala reputación. Quiero Gryffindor"

- "Oh", exclamó Peter, que exclamaba siempre así cada vez que James hablaba. "A mí me gustaría Gryffindor también"

En ese momento, se oyó un murmullo de voces femeninas y apareció en la puerta una chica alta y rubia, con los ojos azules. Era mayor que ellos y venía acompañada de una amiga más joven, como de la edad de ellos.

- "¡Hola, Sirius!", exclamó alegremente.

- "¡Hola Narcissa!", respondió Sirius, "mi prima", explicó a sus amigos.

Pero Narcissa no parecía interesada en saludarlos.

- "Te presento a mi amiga, Audra Finnigan", dijo, empujando a la otra chica para que saludara a Sirius.

- "H-hola", tartamudeó ella, roja como la grana.

- "Hola", dijo Sirius poniéndose de pie y dándole un beso en la mejilla.

La chica salió corriendo seguida por Narcissa que hizo un gesto con las manos indicando que su amiga había perdido la razón.

Sirius se encogió de hombros ante la mirada atónita de Remus

- "Siempre es así", dijo con engreimiento y volvió a sentarse.

Luego, la plática continuó hacia los demás profesores. Sirius parecía informado de todo.

- "Mi prima Narcissa me ha contado que el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras tiene un genio terrible y que ha investigado mucho sobre los hombres lobo", dijo Sirius.

Remus pegó un respingo.

- "Los hombres lobo están siendo controlados por el Ministerio de Magia, aunque dicen que hay algunos en el Bosque Prohibido", intervino James.

- "¡Oh!", exclamó Peter.

- "Quizás podríamos practicar con alguno, eh James"

- "Cuando gustes, Sirius. Aunque está prohibido salir del colegio, pero ya nos arreglaremos"

Por suerte para Remus, pues se había puesto muy nervioso con la conversación, pasó el carrito de dulces y compró algunas ranas de chocolate. Sirius compró también muchas cosas, pagando con un galeón, lo cual puso en apuros a la bruja que manejaba el carrito, y se tardó un poco en conseguir el cambio.

Estuvieron ocupados comiendo por un buen rato. Remus saboreaba el chocolate, sintiéndose feliz de haber encontrado personas tan simpáticas en Hogwarts. Siempre tenía miedo de hablar mucho con la gente, pues no deseaba que descubran su secreto, pero con ellos, hasta se le antojó que sería divertido contárselo, pero debía de guardar cautela.

Pronto fue interrogado nuevamente por Sirius.

- "¿Qué hechizos sabes hacer?"

Remus leía mucho y conocía varios hechizos. Además, a veces su padre le prestaba su varita para que practicara.

- "Wingardium leviosa", exclamó Remus apuntándolo con su varita.

Sirius empezó a elevarse hasta que su cabeza rozó el techo del vagón. Luego, Remus lo hizo bajar y quedar sentado nuevamente.

- "¡Hey! Eso estuvo increíble", dijo riendo, "supéralo, James"

James apuntó a Remus con la varita y dijo:

- "Birbulis"

Remus no sintió nada extraño. Iba a decirlo cuando, apenas abrió la boca, brotaron burbujas.

Peter reía como loco con Sirius y James, y Remus rió también, provocando una enorme cantidad de burbujas que volaron al techo. Los cuatro reían incontrolablemente y atrajeron a uno de los prefectos.

James dijo de prisa.

- "Finite encantem"

Pero el prefecto ya lo había visto.

- "Está prohibido hacer magia fuera de Hogwarts. Esa es una de las reglas más estrictas y puede generar su expulsión", los amonestó seriamente.

El resto del viaje transcurrió más tranquilamente.

Al fin llegaron. Era ya de noche y los recibió un hombre enorme con una barba que le tapaba la mayor parte del rostro y que usaba un abrigo de piel.

- "¡Por aquí, los de primer año!", exclamó. "Soy Rubeus Hagrid, el Guardabosques y Cuidador de las Llaves de Hogwarts", dijo esto con orgullo, "los conduciré al castillo".

Los hizo formar en una fila y subir a varios botes, con los cuales atravesarían el foso del castillo. Remus lo miraba todo impresionado. Había leído la historia de Hogwarts, incluso vio fotografías, pero nada era comparado con verlo todo directamente. El castillo era magnífico.

Cuando llegaron, los hicieron subir por una larga escalinata de piedra, donde los esperaba una bruja alta vestida con una túnica verde esmeralda.

- "Soy la profesora Mc Gonagall", es informó, "deben seguirme para empezar la ceremonia de selección"

Todos la obedecieron, mientras caminaban hacia el Gran Salón. En el fondo del salón estaba una mesa donde se encontraba Albus Dumbledore, el Director de Hogwarts y los demás profesores. Frente a la mesa había un banco con un sombrero de mago, viejo y ajado.

- "Cuando los llame por su nombre, se sientan allí y se colocan el sombrero", indicó la profesora Mc Gonagall.

- "Sirius Black", llamó primero.

Sirius se adelantó mientras un murmullo femenino lo seguía. Remus alcanzó a oír que alguien decía – "¡Es muy guapo!", miró hacia atrás y reconoció a la chica del tren, Audra.

- "¡Gryffindor!", gritó el sombrero y un grito de júbilo salió de la mesa de la casa seleccionada.

Sirius se acercó allí, guiñándole un ojo a su amigo James.

- "Lilian Evans", llamó Mc Gonagall.

Una chica de cabellos rojos y ojos verde esmeralda se acercó y tomó el sombrero.

- "¡Gryffindor!", gritó el sombrero y la chica se dirigió a la mesa, sentándose junto a Sirius.

Sirius le cerró un ojo, pero ella volteó con desprecio. Remus alcanzó a leerle los labios "engreído" era lo que había dicho. El chico sonrió.

- "Audra Finnigan"

La chica avanzó y al sentarse, el sombrero gritó:

- "¡Slytherin!"

Hubo una ovación en la mesa vecina y Remus observó que había allí un chico alto y muy rubio que aplaudía con fuerza.

- "Remus Lupin"

Remus se acercó algo nervioso. Se sentó en el banco y se puso el sombrero. Todas las miradas estaban fijas en él. De pronto, deseó que le tocara en la misma casa que a Sirius y antes de que pudiera pensar en algo más, el sombrero gritó:

- "¡Griffyndor!"

Remus fue corriendo a la mesa de Gryffindor donde todos lo felicitaban.

- "¡Bien hecho!", dijo Sirius dándole la mano.

Luego fue el turno de James y Peter y ambos fueron elegidos para Gryffindor también, aunque con Peter demoró el sombrero en elegir. Remus se sentía muy feliz, esos chicos eran los primeros amigos que había hecho en Hogwarts.

- "Severus Snape"

- "¡Mira!", dijo Sirius, "ese es el idiota del tren", y le habló en voz baja a James, riendo con él.

- "¡Vaya nombrecito!", exclamó James, "¡Severus! Si más parece Snivellus (llorón)"

- "¡No te burles del pobre Snapy-Phoo, nombre para ridículo", dijo Sirius con sorna.

Peter rió de la ocurrencia y también lo hizo Sirius. Remus tambié rió, pero no porque le causara gracia burlarse de alguien, sino porque para él era importante sentirse aceptado.

El sombrero gritó:

- "¡Slytherin!" y el chico sonrió satisfecho, dirigiéndose hacia su mesa.

El banquete empezó y todos comieron hasta saciarse. Luego, el director Albus Dumbledore se puso de pie para su tradicional discurso.

- "Muy buenas noches. Les doy la bienvenida a los estudiantes de primer año y les recuerdo que los terrenos del bosque están prohibidos. Asimismo, nuestro Celador, el Señor Filch me ha pedido que les comunique que la lista de objetos prohibidos se ha incrementado este año y está pegada en la puerta de su oficina", algunas cabezas voltearon a ver a Filch que gruñó amenazadoramente.

- "También les informo que hemos plantado un nuevo árbol", continuó Dumbledore, "se trata de un Sauce Boxeador, por lo que les recomiendo que no se acerquen a él. No deseo tener accidentados este año. Además, las prácticas de Quidditch se realizarán en el mismo horario del año pasado. Eso es todo"

Se pusieron de pie y los prefectos los condujeron hacia sus dormitorios.

Remus se sorprendió que que le haya tocado con sus nuevos amigos y se sintió feliz porque había estado preocupado pensando quiénes serían sus compañeros de dormitorio.

La habitación era magnífica, las paredes eran de sólida piedra y el piso también, cubierto con una enorme alfombra roja. Había una ventana que daba al lago y la vista era estupenda desde allí, también tenían un ropero con cuatro divisiones para la ropa y un armario para poner los libros y otros artículos personales. Frente a la ventana, había una mesa y cuatro sillas. Pero lo mejor de todo eran cuatro enormes camas con dosel y cortinajes, junto a las cuales se hallaban cuatro pequeñas mesas de noche.

Remus escogió la cama más cercana a la puerta, Sirius eligió la siguiente y James la que venía a continuación, dejándole a Peter la cama que estaba junto a la puerta del baño.

El baño era pequeño, de mármol azul y una ducha con agua fría y caliente en lugar de bañera. A los chicos no les importó que no hubiera bañera, la habitación había colmado sus expectativas.

Remus se puso su pijama a rayas y se acostó con un libro que deseaba revisar. Sirius y James se habían cambiado también, con un pijama azul y otro verde oscuro; y Peter tenía uno celeste.

De pronto, un almohadón golpeó a Remus en la cabeza.

- "¡Aquí nadie estudia!", le gritó Sirius, "¡además, aún no empiezan las clases!"

- "¡Eso es!", gritó James arrojándose sobre Remus, "nadie puede leer aquí"

Empezó entonces una batalla de almohadas que terminó cuando uno de los prefectos entró y los amenazó con llevarlos ante Dumbledore.

Remus se acurrucó en la cama y cerró las cortinas. Por primera vez en mucho tiempo sentía que pertenecía a algún lugar, que no era un extraño, que tenía amigos. Ese sentimiento le llenó de calidez el corazón mientras se quedaba dormido, feliz de haber encontrado tan buenos amigos.

TBC