Entre lunas y estrellas

Por: Ayesha

Miembro de la Orden Siriusana

Miembro de la Orden Severusiana

Título = Entre lunas y estrellas (9/?)

Autor = Ayesha

E-mail = lg_100309@hotmail.com

Clasificación = NC-17 (al fin)

Parejas = Sirius/Remus

Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.

A/N = Este fic es el inicio de "El anillo y la Orden del Fénix", para quienes lo están leyendo, las cosas que suceden aquí tendrán mayor sentido.

Invito a las interesadas a unirse a mi grupo : Groups.yahoo.com/group/Reino_Ayesha, donde hay muchos fics y dibujitos slasheros.



Advertencia: No sé si esto se llamará lemon, pero alguien enseñará a Sirius a hacer cositas malas.

*

Capítulo 9: Nuevas experiencias

"Tell me why do I feel this way / dime por qué me siento de este modo.

All my life I've been standing / toda mi vida he estado parado

on the borderline / en el límite

Too many bridges burned / demasiados puentes ardieron

Too many lies I've heard / demasiadas mentiras he oído

I had a life but I can't go back. / Tuve una vida pero no puedo retroceder

I can't do that, / No puedo hacerlo

it will never be the same again / nunca volverá a ser lo mismo

And I know I don't / Y sé que no

have any time to burn / tengo tiempo para arder".

Time to burn – The Rasmus

Egipto.

Ese verano, Egipto se convirtió en aventura para Sirius.

Acompañado de James y Peter, visitó cada rincón de la misteriosa ciudad. Su curiosidad era insaciable y conocieron importantes magos amigos del padre de Sirius que les abrieron las puertas a muchos lugares antiguos. Visitaron fascinados la Gran Pirámide y soñaron con la historia de Ramsés, al pie de la esfinge.

Y cada noche, al regresar cansados a la mansión, después de un agitado día de travesuras, Sirius llamaba a Remus usando el intercomunicador de bolsillo que se había salvado de la requisa de Filch. De este modo, lo mantenían informado de sus hazañas y se enteraban también de las actividades de Remus, que había dedicado el verano a investigar a los licántropos, tratando de establecer contacto con personas iguales a él, pero sin éxito.

Aprovecharon este tiempo para perfeccionar su habilidad de convertirse en animagos, y al final del verano, ya lo podían hacer sin ningún esfuerzo, lo que constituía un gran logro para magos de su edad, considerando que, al inicio y sin la poción, les tomaba al menos media hora de intensa concentración y no siempre lo conseguían.

Así, muchas veces Padfoot, Prongs y Wormtail exploraron los misterios de Egipto, amparados por la oscuridad de la noche. Ese fue un verano de cambios, y Sirius se sentía en la cima, había logrado lo que pocos: disponía de una enorme cuenta bancaria que le permitía realizar todos sus caprichos y tenía los mejores amigos que se podía esperar, aunque hubiera preferido tener a uno de ellos más cerca. Sin duda, ese verano le había traído muchas satisfacciones.

Y también se hizo hombre.

Perdió su inocencia a orillas del Nilo, en brazos de su prima Bellatrix que vino por unos días, sin su novio Rodolphus Lestrange.

Un recuerdo dulce y amargo, como Bellatrix. Lo había arrastrado a la orilla del río, en una noche de luna llena, cuando Sirius se hallaba tumbado en su cama pensando cómo la estaría pasando Remus.

Se dejó llevar y guiar por ella, sintiendo una tibieza desconocida envolverlo por completo y la suavidad inicial de sus besos de adolescente, que luego se convirtieron en furiosos mordiscos y gemidos, mientras él la invadía, incapaz ya de detenerse.

Y esa noche, mientras Sirius llegaba a un intenso orgasmo, Moony se lanzaba impotente contra los barrotes de la celda donde lo encerraban, lastimándose tanto, que al día siguiente tuvo que ser internado en el Hospital.

*

Ese verano fue el peor para Remus. Sin sus amigos y sin White, le costaba muchísimo controlar al lobo y muchas veces sus padres sufrieron sus estallidos de mal humor o se sintieron impotentes al no poder ayudarlo en sus períodos de melancolía. Y las transformaciones eran cada vez más dolorosas.

Todas las noches, esperaba ansioso la comunicación de Sirius, James y Peter, siempre alegres, contándole los tres a la vez miles de aventuras en las que él se moría por participar, y siempre les decía que se encontraba bien, por más adolorido que estuviera, por más deprimido que se encontrara, por más furioso y dolido porque tuvo que ser él y no otro, el condenado a convertirse en lobo todas las lunas llenas.

También soñaba.

Soñó muchas veces con la mujer que había visto en el bosque, con ojos dorados, como los suyos. Y soñó con Sirius y la forma en que lo había acariciado para obtener el ingrediente que faltaba a la poción. A menudo pensaba en qué lo impulsó a hacer eso, pero no hallaba respuesta. Y finalmente, dejó de preocuparse y aceptó el hecho.

Y una noche de luna llena, la última de aquél verano, en el momento en que Bellatrix tomaba a Sirius de la mano y lo arrojaba en la arena, a la orilla del Nilo, Remus se encogía en el piso de piedra, apretando con todas sus fuerzas el topacio que colgaba de su cuello, pensando en sus amigos en su desesperación de darse valor para luchar contra el lobo.

Y fue inútil.

Al día siguiente, lo hallaron tan lastimado que tuvo que ser transportado al Hospital de St. Mungo, y allí pasó los últimos tres días del verano, que terminó sin que Remus hubiera conseguido contactar ningún licántropo, porque el registro de las personas como él era celosamente guardado en el Ministerio de Magia. Pero se sentía contento porque volvería a ver a sus amigos y esta vez sí podrían divertirse.

*

Cuando Remus vio a Sirius, en el Callejón Diagon, para hacer las compras, notó al instante que algo había sucedido. Y no era el bronceado, ni el hecho de que hubiera crecido al menos cinco centímetros ese verano.

Era algo en su mirada, algo que él no había visto antes. Al menos, no en Sirius. Era la clase de mirada que esperaba ver en Malfoy, la mirada de alguien con ¿experiencia?.

- "¿Sirius?", preguntó dudando.

- "¡Lobito!", y Sirius le dio un abrazo como sólo él sabía darlos: caluroso y apretado.

Luego, le alborotó el cabello.

- "¡Sirius Black!", gritó Remus tratando de apartarlo, "quita, déjame". Al menos eso no había cambiado en él.

James y Peter les cayeron literalmente encima, cargados de paquetes con los libros y útiles que emplearían ese año y luego se fueron a tomar helados, porque James se empeñaba en estar cerca de Lily Evans que hacía grupo con unas amigas en la heladería.

También estaban allí los Slytherin, con los rostros sombríos, como si estuvieran discutiendo algo muy importante. De pronto, vieron sonreír a Severus Snape que parecía mirar sobre el hombro de Sirius, pero antes de que éste pudiera reaccionar, un manotazo lo arrojó de la silla y lo hizo caer al suelo.

Rodolphus Lestrange.

En un instante, los Slytherin los rodearon y también los Gryffindor que estaban allí. Sirius se puso de pie, echando fuego por los ojos.

- "¿Qué demonios te pasa?", gritó a Lestrange, que lo miraba fríamente.

- "Sé lo que hiciste durante el verano, Black. Y también el regalo que recibiste el año pasado, Bella misma se encargó de decírmelo"

Sirius lució confudido por unos momentos, después de todo, era nuevo en todo eso.

- "¿Bella?", preguntó, sintiéndose al instante como un idiota, porque había atesorado ese recuerdo, sin contárselo ni siquiera a James y a Peter. Y, por lo que acababa de oír, a Bellatrix no parecía haberle importado demasiado.

- "No juegues conmigo, asqueroso Gryffindor. Si tienes valor, te espero en el Callejón Knocturn, al anochecer. Solo", Rodolphus hizo hincapié en esta última palabra y se alejó, con paso firme.

Y los Slytherin se retiraron, silenciosos, tras Rodolphus.

- "Sirius, ¿de qué hablaba Lestrange?", preguntó James, exigiendo saber.

- "Acá no. Vámonos", dijo Sirius y los cuatro salieron presurosos.

Cuando estuvieron a salvo de miradas y oídos indiscretos, Sirius les contó sobre Bellatrix y Remus entendió la razón de la mirada que vio en los ojos de su amigo. No supo por qué, pero le dolió. Le dolió mucho.

James y Peter lanzaron sorprendidas exclamaciones e incluso James felicitó a Sirius por su hazaña, pero a Remus algo le preocupaba.

- "¿Irás al callejón? Es peligroso---", empezó.

Pero Sirius lo cortó en seco.

- "Claro que iré, no soy un cobarde. Además ¿qué pueden hacer unos pocos Slytherin contra el gran Sirius Black?", dijo con una seguridad que no sentía.

- "No son unos pocos Slytherin", intervino Peter, "Lestrange ha estado ya en la universidad", calló asustado, "ya saben, la de Tom Ryddle", susurró.

- "Iré", dijo Sirius resueltamente y nada pudo convencerlo de lo contrario.

Al anochecer, Sirius penetró decidido en el Callejón Knockturn, y sus amigos lo esperaron nerviosos, en la calle contigua. Avanzó por el callejón, esquivando los mendigos y prostitutas que tiraban de su túnica, hasta llegar al centro del mismo, donde estaban las tiendas de objetos oscuros. Un extraño silencio le hizo notar que estaba solo, y sintió una extraña opresión en el ambiente, mientras miraba entre las sombras, tratando de distinguir algo.

Y aparecieron allí ocho sombras, cubiertas con máscaras negras.

Una de las sombras se adelantó descubriéndose el rostro.

Bellatrix.

Y detrás de ella, Rodolphus.

- "Hola, primo", sonrió.

Y antes de que Sirius pudiera responder, Rodolphus lo arrojó al suelo.

- "Crucio", siseó blandiendo la varita, mientras Sirius se retorcía en el piso, sin poder evitar gritar, su varita caída a lo lejos.

- "Crucio", dijo Bellatrix a su vez, sonriendo a pesar de que tenía deseos de llorar.

Porque ella no había querido hacerle daño, hasta se pudo decir que lo amó. Pero el Dark Lord leía los pensamientos y apreciaba, como una de las mayores virtudes en sus súbditos, la lealtad. Y ella tuvo que elegir, pero no fue sólo una elección entre Sirius y Rodolphus, fue una elección entre la salvación y la oscuridad, entre lo verdadero y lo tortuoso, entre lo puro y lo retorcido. Y en todos los casos, ella eligió lo segundo.

Y la noche anterior, luego de ser salvajemente poseída por Rodolphus, frente a su señor, recibieron ambos la marca tenebrosa que los ataría siempre a Lord Voldemort. Y como nuevos mortífagos, recibieron su primera misión: Demostrar quienes eran, torturar sin matar (aún).

Sirius la miró con lágrimas en los ojos, lágrimas que eran por el Cruciatus, pero también porque algo se rompió en él en ese instante. Y lo que creyó fue su primer amor, se convirtió en un odio ciego, en un desprecio absoluto, porque ella se unía a sus mayores enemigos y lo hacía con agrado, con alegría.

Y mientras su mundo se derrumbaba, su conciencia también lo abandonó y quedó tendido a los pies de Bellatrix, mientras las otras sombras los rodeaban, silenciosas. Rodolphus lo volteó con la punta de la bota.

- "Maldito Gryffindor", dijo y le propinó a la inconsciente forma de Sirius una patada en los testículos.

Luego se fueron todos ellos. Bellatrix no volteó a mirarlo. Esa noche, sería nuevamente de Rodolphus, sobre la cama de sábanas negras de su señor, a quien le gustaba verlos....

- "¡Sirius!", el grito de Remus resonó en todo el callejón, mientras corría tras Mundungus Fletcher, que los había acompañado cuando vieron que Sirius no aparecía.

Ese grito apartó a los ladrones que estaban sobre el cuerpo de Sirius, pero al ver que eran tan sólo muchachos, siguieron en su tarea de despojar al caído de su dinero.

- "¡Largo de aquí!", gritó una figura encapuchada, "¡Stupefy!".

Uno de los ladrones voló por los aires y los demás trataron de enfrentar al desconocido, pero cuando él se quitó la capa, huyeron veloces.

Marius White.

- "¿PROFESOR?", exclamaron los cuatro chicos al unísono, olvidando por un momento a Sirius que se incorporaba con dificultad.

- "¿Qué hacen aquí? Este no es lugar para gente decente", los reprendió el profesor, sin explicarles tampoco como era que él, siendo persona decente, estaba también en ese lugar.

Mientras James le explicaba lo que sabía, omitiendo, por obvias razones el motivo del enojo de Lestrange, White examinaba a Sirius rápidamente.

- "Está bien, señor Black, ¿puede pararse?", Sirius lo hizo, vacilante, "mmm, nada mal para acabar de recibir un cruciatus. Señor Black, está hecho de una madera más dura de lo que suponía", dijo White complacido.

James y Remus ayudaron a Sirius y White los echó de allí enseguida. Al salir, nadie volvió a molestarlos y cuando ya estaban a salvo, James fue el primero en hablar.

- "¿Qué demonios hacía White en ese callejón?"

*

El viaje en el expreso transcurrió tranquilo, porque Sirius aún se sentía mal por el ataque y no tenía humor para hacer bromas. Además, su hermano Regulus viajaba con ellos, sin dejar de hablar maravillas de Slytherin y mirando a Remus por encima del hombro, con desprecio, hasta que Sirius lo amenazó con echarle una maldición si no se callaba. El resto del viaje, nadie dijo una palabra.

Una vez en Hogwarts, la ceremonia de selección trajo a Gryffindor a Andromeda Black, hermana menor de Narcissa y Bellatrix, para alegría de Sirius, porque era su prima favorita. Regulus fue seleccionado para Slytherin.

La brillante sonrisa de Regulus al dirigirse a la mesa de Slytherin y ser felicitado nada menos que por Lucius Malfoy fue suficiente para desesperar a Sirius, que no quiso probar bocado alguno en el banquete.

Luego de los acostumbrados mensajes del director, que no tenían mayores cambios, comenzaron a cenar, siendo el principal tema de conversación la Universidad de Altos Estudios Mágicos, de Tom Marvolo Ryddle.

- "Sólo los Slytherin van allí", explicaba Sturgis Podmore a sus compañeros de tercer año. "Dicen que porque Ryddle estuvo en Slytherin, se pone muy exigente"

- "Mi padre dice que Ryddle es un cabrón", declaró Remus, "sólo quiere que se queden en el mundo mágico los magos que él llama "sangre limpia", pero él mismo tuvo un padre muggle"

- "Todos los Slytherin son unos cabrones", dijo James, "¿verdad, Sirius?"

Sirius asintió sin mucho ánimo.

- "Me voy a la cama", dijo poniéndose de pie.

Los demás lo miraron alejarse. Esa actitud era poco característica en Sirius.

*

- "¿Padfoot, estás bien?", preguntó tímidamente Remus, abriendo ligeramente la cortina de la cama de Sirius.

Pero la cama estaba vacía.

Los tres se preocuparon mucho, pero era claro que Sirius se tardaría, y no tenían idea de dónde podría estar. Como la espera era inútil, James y Peter optaron por dormirse, pero Remus permaneció despierto, esperándolo.

Pensando.

Sirius llegó a las tres de la mañana, procurando no hacer ruido. Se quitó la ropa y se arrojó en calzoncillos a la cama.

- "¿Sirius?", un susurro de Remus y éste abrió la cortina, metiéndose en la cama para no hacer ruido.

El aliento de Sirius olía a alcohol; su cuerpo, a perfume barato y sus labios estaban manchados de rojo. Remus lo abrazó en silencio. Estaba helado. No le preguntó dónde había estado ni con quién, eso era demasiado obvio. Sólo lo abrazó y trató de darle calor, sintiendo sobre sus hombros algo mojado: lágrimas. Pero no dijo nada, Sirius siempre quería ser el fuerte, el invulnerable. No lo avergonzaría jamás.

Se quedaron dormidos así, abrazados. Y a la mañana siguiente, Remus tuvo que pedir ayuda a David Balfour para preparar una poción de emergencia, que pusiera sobrio a Sirius. Era una suerte que David no hiciera preguntas.

Y esa noche, Sirius quemó la túnica de gala que le obsequió Bellatrix el año anterior.

Luego de ese incidente, Sirius volvió a ser el chico alegre de siempre, aunque ahora tenía un nuevo interés: las chicas. Para su cumpleaños, ya tenía su primera novia, Audra Finnigan, que parecía adorar el suelo que Sirius pisaba. También había obligado a James a tener novia, una compañera de Audra llamada Rhia Stoner y los cuatro salían juntos en los paseos a Hogsmeade.

Si Remus se sentía relegado, no dijo nada. Y Peter se dedicaba a seguir a James a todos lados, aunque sabía que su presencia molestaba a las chicas, que no entendían por qué dos chicos tan populares eran amigos de ese gordito tan inepto, y casi siempre lo evitaban.

Las clases de Pociones se habían convertido de pronto en algo divertido para Sirius, porque ahora se sentaba con Audra y James con Rhia. Lily parecía aborrecerlo aún más que antes, sobre todo ahora que James andaba dándose besitos en el pasillo antes de entrar a clases, o cuando Campbell no los miraba.

Y Remus seguía sentándose con Severus Snape, el cual apenas le hablaba y siempre se adelantaba en preparar las pociones, mirándolo con desprecio, como si de una alimaña se tratase.

Pero Remus tenía sus propias preocupaciones, que ya no creía seguro compartir con sus amigos, salvo Peter. Pero lo que haría esa noche, ni a Peter se lo podía decir.

Aprovechó que James y Sirius habían acudido a una cita en los invernaderos y salió sigilosamente, sin contar con la protección de la capa de invisibilidad, pero silencioso como una sombra. No tardó en llegar a la entrada del Bosque Prohibido, y aprovechando la oscuridad de la noche, aferró con fuerza el topacio que pendía de su cuello y avanzó.

Recorrió el sendero conocido, por donde se llegaba a los mallorns, con varios sentimientos mezclados, pero uno más fuerte que los otros: nostalgia. Nostalgia de volver a estar con sus amigos, nostalgia por las ocurrencias de Sirius, que ahora no tenían otro propósito más que el de impresionar a su novia, nostalgia incluso para que le revolviera el cabello, porque ahora sus manos estaban siempre ocupadas con el cabello de Audra.

Suspirando, llegó al claro donde enfrentaron al wendigo. Parecía una eternidad desde ese entonces, a pesar de que aún no había pasado un año. Se sentó en la hierba a esperar, por algún motivo había sentido la presencia de ella apenas llegó al bosque y ahora estaba seguro de que aparecería.

El ruido de una rama al quebrarse lo hizo voltear.

Para encontrarse con los rojos y malignos ojillos de una manticora, horrible ser con cuerpo y cabeza de león y cola de escorpión, cuyo golpe era fatal. ¿Cómo era posible que esa clase de bichos existiera aún en ese Bosque?

Remus retrocedió a gatas, tratando de no moverse muy de prisa mientras preparaba un hechizo. Pero nunca llegó a decirlo, porque cuando la manticora corrió hacia él, fue detenida por un rayo rojo que brotó de algún lugar entre los árboles. La bestia huyó y en un instante estaba ella junto a Remus.

La mujer del bosque.

- "¿Te hiciste daño?", su mano en la mejilla de Remus, que se estremeció con su suavidad.

- "No", susurró, mirándola a los ojos. Esos grandes ojos dorados idénticos a los suyos.

Ella lo ayudó a levantarse con cuidado. Remus no podía dejar de mirarla.

- "¿Qué haces sólo en el bosque, de noche? ¿Dónde están tus amigos?", preguntó ella, preocupada.

- "Vine a buscarte", dijo Remus, poniéndose muy rojo.

- "¿A mí?", ella parecía sorprendida, "ohh, lo siento. Me llamo Genévieve y tú eres Remus, ¿verdad?"

- "S-sí", respondió él, ¿cómo podía saber ella su nombre?

Un silbido rasgó el aire.

- "Me llaman", dijo Genévieve, "debo irme, Remus"

- "¿Tan pronto?", ante la mirada de decepción de él, le puso algo en la mano, apretándosela.

- "Toma esto. Si me necesitas, yo lo sabré escuchar, es un silbato especial que sólo tu amigo Sirius, tú y yo podemos oír en esta escuela", dijo ella y se alejó corriendo entre los árboles.

Remus se quedó de pie un momento, con el silbato en la mano. Se sentía como un idiota, ¡Tantas preguntas en su mente y no había podido formular ninguna! ¿Quién era ella? ¿Por qué vivía en el bosque? Y ahora, ¿quién la llamaba?

Volvió al castillo, pensando todo el camino. Genévieve era un nombre francés, pero ella no tenía acento francés. Más bien parecía americano, como el de Stoker. Y esos ojos...ojos que lo hipnotizaban. Se preguntó si las personas que lo veían pensaban lo mismo de sus propios ojos, dorados también.

Esa noche, despertó jadeando y empapado en su tibia semilla. Soñaba con ella y también con Sirius, y no era la primera vez que tenía esos sueños, todo el verano los había tenido, pero era la primera vez que le sucedía en Hogwarts. Sin contar, claro, la vez que Sirius obtuvo el famoso ingrediente de la poción.

Se levantó en silencio, la cama de Sirius tenía las cortinas descorridas y él no estaba. Como ya se le había hecho costumbre, pasaría la noche en una habitación vacía que había descubierto en el desván, donde solía escapar con Audra.

Remus se dirigió sigilosamente al baño, pero se quedó a medio camino al hallar a James sentado sobre su cama, con el rostro cubierto de lágrimas.

- "¿Qué pasa?", dijo, y en un instante se había arrodillado junto a su amigo.

- "Rhia y yo rompimos", dijo James.

- "Ohh, lo siento. Pero quizás puedan arreglarse, ¿no?", trató de consolarlo Remus.

- "No, no es eso. Yo fui el que rompió. No la quiero, Moony. No está bien salir con alguien a quien no quieres, y menos cuando quieres a otra persona"

- "¿Lily?", Remus preguntó lo obvio.

James asintió y él se sentó junto a su amigo, abrazándolo. Al menos James había vuelto, pensó aliviado.

- "Remus, ¿no estás ya grandecito como para ensuciar tu pijama?", los ojos de James fijos en la húmeda entrepierna de su pantalón.

Remus se paró de un salto. Se metió al baño al instante. – "Lo siento"

Y James se quedó riendo, porque se había dado perfecta cuenta de qué era lo que había sucedido, a él mismo ya le había pasado muchas veces, y era divertido atormentar a alguien más con eso.

Remus se puso un pijama limpio y se volvió a acostar.

- "Buenas noches, Prongs"

- "Buenas noches, Moony"

*

Noche de luna llena. La primera noche de luna llena de ese curso en Hogwarts.

En la Casa de los Gritos, los cuatro amigos se prepararon para la transformación. En cuanto vieron a Remus estremecerse en el piso, dejando salir al lobo, adoptaron sus formas de animales.

Moony los recordaba, y jugaron juntos por mucho rato, hasta que Padfoot abrió la puerta y los invitó a salir. Se dirigieron al primer piso de la casa, desde donde podían ver, a través de las desvencijadas ventanas, el pueblo de Hogsmeade, ahora dormido. No les costó trabajo encontrar un agujero en una de las ventanas tapiadas con maderos, y por allí se deslizaron, el ciervo, el lobo y el perro, seguidos por la diminuta rata gris.

La adrenalina fluía por sus venas y Moony corrió, sintiéndose por fin libre. Libre después de siete años de encierro forzado, libre para hacer lo que siempre deseó, correr, cazar, vivir. Libre.

Se dirigió al bosque, su instinto así se lo aconsejaba. Prongs y Padfoot corrían a sus costados, como si quisieran protegerlo, o evitar que huyese. Y el lobo corrió sintiéndose poderoso, sintiéndose vivo al fin.

Llegaron al límite norte, una zona agreste y solitaria, donde no llegaban las arañas e incluso los unicornios eran escasos. Allí había cuevas oscuras junto a una montaña que marcaba el fin del bosque, nunca se habían aventurado tan lejos. Exploraron el terreno, sin que ninguna criatura se interpusiera a su paso, y marcaron su territorio regando cada árbol y piedra de esa región como suyo, el ciervo, el perro, la rata y el lobo.

Y sobre una roca, bañado en la luz de la luna, Moony aulló solitario. A sus pies, Prongs, Wormtail y Padfoot lo miraban. Esa fue su noche, y esos, sus dominios.

Con las primeras luces del alba, cuando la luna aún no se ocultaba en el cielo, volvieron, Moony a la cabeza. Antes de dejar sus nuevos dominios, se volvió, para ver sobre la roca a una enorme loba blanca, cuyos ojos dorados lo miraron con intensidad. Quiso volver, pero Prongs y Padfoot lo flanquearon y lo obligaron a seguir.

*

Remus se levantó, buscando su ropa. Se sentía cansado, no en vano había corrido toda la noche. Pero, a diferencia de sus otras transformaciones, no había sufrido ningún daño ni se encontraba herido. Sus amigos lo miraban complacidos, porque ya nunca más lo recogerían lastimado para llevarlo a su habitación y curar sus heridas.

Abrazados los cuatro, volvieron al castillo, sintiéndose una vez más unidos en su secreto. Un secreto que los hacía libres.

Sirius se lanzó sobre la cama de Remus y les dijo despreocupadamente que había roto con Audra, la noche anterior, antes de la transformación.

- "Pero, ¿por qué?", preguntó confundido Remus.

- "No quería que salga con James, desde que rompió con su amiga. Tampoco quería que salga con ustedes—", explicó Sirius.

- "¿Con nosotros? ¿Rompiste con ella por eso? ¿Por nosotros?", preguntó Remus con los ojos muy abiertos.

- "Claro lobito", Sirius giró en la cama y tomando la almohada de Remus en sus brazos. "¿Qué es esto?", dijo alzando un objeto que estaba debajo de la almohada. Un silbato.

- "¡Deja!", gritó Remus lanzándose sobre él para quitarle el silbato, pero Sirius fue mucho más rápido.

- "¡Tómalo Prongs!", James cogió el silbato en el aire y se lo llevó a la boca.

- "¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!", Remus trató de saltar sobre él, pero Sirius lo cogió de una pierna y Peter de la otra.

James se detuvo confundido. Y no silbó.

- "¿De dónde lo sacaste?"

- "Me lo dieron. Es mágico. ¡Devuélvemelo!", pataleaba Remus, furioso.

Hacía tiempo que no lo veían así.

James examinó cuidadosamente el silbato, mientras Sirius inmovilizaba a Remus y Peter se sentaba a horcajadas sobre su espalda.

- "No es un silbato mágico, Moony. Es un silbato de perro", informó James lanzándole el silbato de vuelta. Sirius y Peter lo liberaron y Remus se paró trabajosamente, frotándose la espalda y guardó el silbato.

- "¿Cómo lo sabes?", preguntó, el enojo cediendo paso a la intriga.

- "Mi padre los usaba a veces, en los entrenamientos para los perros de los aurores. Sólo los pueden oír los canes y te aseguro que si lo soplas, lo oirá Sirius", dijo James, divertido.

- "Muy gracioso, Prongs", replicó el aludido. "Moony, ¿de dónde lo sacaste?"

Remus dudó un momento. Pero eran sus amigos, los había recobrado. Nunca les había ocultado nada. Lentamente, comenzó a explicarles lo de la mujer del bosque, sus dos intentos por encontrarla, la entrega del silbato y la loba que vio sobre la roca.

- "Entonces... ¿tú crees que ella es---? ¿Que ella es como tú?", preguntó Peter.

- "Sí"

- "Pero ¿cómo—?", empezó James

- "Mañana lo sabremos, en el bosque", repuso Sirius, "iremos a buscarla"

TBC

Ruth

Pobres nenes, ¿pervertidos? Fue una travesurita de Sirius y tenía que llenar el frasquito... El crucio a Remus fue necesario, en este capítulo, quedan a mano.

AmazonaVerde

Vaya sacrificio de Sirius, pero el pobre lobito no la pasó tan mal, lo curaron después.

Meyka Tanimoto

Me alegro que te guste el fic, lo estoy actualizando cada 10-12 dias aprox, porque tengo otros dos que escribo también. Siri se porta un poquitín mal ahora, pero ya se reformará.

Nessimelle

Claro que les costó lo de la poción...aunque el último ingrediente salió facilito..digo..mejor no digo.

Lucius sale en el próximo, la venganza de Siri-Boy.

Snuvelly

Derramamiento de sangre en el próximo capítulo, que Sirius ha estado probando nuevas cosas, pero no olvida la humillación. Esa chica, que no es tan chica, es el amor platónico del lobito. Ya sabrás más de ella.

Ninya

Jeje, es que tienen 13 añitos, era lógico que intentaran primero con la revista, pero el lobito no cooperó. A situaciones extremas, medidas extremas.

Mirmallen

¡¡Yo no torturo al lobito!!! Es más, ahora torturo a Sirius, por hacer maldaditas con la prima. Y ahora, Sirius será el playboy de Hogwarts.

RonMalfoy

¿Qué querias que hiciera Moony? Si el pobre está chiquito aún... era lógico que lo enviara volando, no??

LittleMy

Desde el punto de vista Slytherin, el lobito ese no tiene nada de pobre y fue el autor intelectual de la casi muerte de Snape, es lógico que los chicos se defiendan...je je...

Aich, espero que no me mates por lo del perrito...

Y si, fue David, por recomendación de Sirius, quien hizo la bromita a Seve.

Lucius es cruel, sádico y demás, aunque recién empieza, se pondrá peor.

Sirius adora al lobito y viceversa, solo que el muy bestia se tardará mucho tiempo en aceptarlo. Y será a palos.

Eyes

Hola!!!! Que bueno es tener compatriotas slasheras.

Mandame un mail y te digo de donde soy.

Por ahora, punto para Slytherin, pero ya se pondrán parejos.

Jun

Lo sé, están chavitos, pero Sirius quería el ingrediente y el lobito dormía...además, ten en cuenta que ellos habían tenido ya mucha "experiencia visual"... con Lucius.

SIIII, se tomaron ese menjunje con sangre, trocitos de cerebro y semen de lobito, por no decir nada de los pelitos de rata. YAGGGGG, devolveré el almuerzo...

LeilaDiggory

Venganza, si. Le hicieron estallar un caldero en la nariz a Seve, pero aún Sirius trama algo peor.

Pobre Seve, si tiene sus razones, pero ya se volvió malito también.

Este es el último año de Lucius, Rosier y Mc Nair, quedan aún el menor de los Lestrange, Severus y Wilkes.

No pasa nada con Lucius y Seve aún...es que mis fics andan relacionados y según "Deseos Ocultos", esos dos comenzaron cuando fue la fuga de Sirius de Azkaban.

Akhasa

*Miradita inocente* Sorry, lo hice...sospecho que no te gustará...pero eso tiene sus razones, lo prometo, y se vengará, juro que lo hará...

Marius es un misterio, muejejeje...Hagan sus apuestas.

Ede

Me alegro que te gustara, al lobito bien que le gustó, si tiene sueñitos libidinosos y todo...muejeje...

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